Capítulo 24 (Parte 1)
Todos los pensamientos se arremolinaban en mi mente sin ninguna dirección. Tampoco me costó mucho llevarla hacia una. La rabia que me invadía en estos momentos, era infinita. Kiara, me estaba llevando hacia el despacho de Ryan sin ningún tipo de cuidado. Me cogía del cuello con tanta fuerza que solo tenía ganas de arrancarle de un tirón su pelo negro.
―¿No puedes estar calladita o qué te pasa niña? ―escupió con asco. Cuando llegamos, me empujó hacia una silla y me obligó a sentarme―. Vamos a hacer buenas migas tú y yo, ¿sabes? ―me informó irónica sentándose encima de la mesa, frente a mi.
―Sí, la verdad es que estoy deseándolo ―respondí sarcástica.
―Me alegra saberlo. Sinceramente, yo soy la más maja de esos tres. Además, fíjate, me encanta hacer de niñera. —dijo mirándome con una sonrisa.
―Y a mí que una niñera tan dulce y tan mayor como tú me cuide. ―la respondí riéndome entre dientes. Observe su rostro contraerse en una mueca de odio. Al parecer, la edad era su punto débil. La muy tonta creía que era vieja y apenas llegaba a los treinta años de edad.
―Me estoy empezando a cansar de ti, ¿sabes? ―dijo bajando de la mesa y poniéndome de repente una mano en el cuello―. Podría matarte aquí mismo Thalia y me daría igual. ―comentó apretando la mano. El aire empezaba a no entrar por mi garganta y comenzaba a ahogarme con sus ojos zafiro mirándome impasibles. Intentaba agarrar con mis brazos el suyo, pero no podía. Me tenía acorralada contra la silla...
―¡Suelta a mi agente, Kiara, sino quieres quedarte sin tu jodida mano! ―gritó Venus furiosa. De un momento a otro, Kiara apartó sus zarpas de mi bonito cuello y volví a respirar entre toses.
―Chicas, haya paz. ―intervino Matthew con voz sosegada― Thalia, ¿estás bien? ―me preguntó amable cuando se acercó a mi silla.
―Ahora sí. ―susurré mirando al suelo para concentrarme en la pata de la mesa en vez de en mi ira. Kiara me lo pagaría con creces.
―Debería descansar para esta noche. ―murmuró el último del Consejo que no había participado aún en el circo que estaban montando. Era un tipo algo introvertido, de tez morena y labios increíblemente carnosos.
―Tienes razón, Michael. ―dijo Cole dirigiéndose al chico― Thalia ve a prepararte... Para ti tenemos algo especial esta noche. ―me informó serio abriéndome la puerta del despacho. Salí de ahí como alma que lleva el diablo, dejando a Ariadne, Venus y Sharif con ellos.
Vague hasta mi habitación sin encontrarme con nadie como si todo el mundo se hubiera evaporado, y cuando llegué me desplomé en la cama y grité de rabia. Una maldita loca había estado apunto de asfixiarme. Para colmo, me habían puesto contra las cuerdas más de dos veces en una mañana y Álex y Azael iban a luchar por su vida. ¿Cómo íbamos a aguantar esto?
. . .
Horas más tarde
El vaho se agolpaba en nuestras caras como un claro recordatorio del frío que empezaba a reinar a finales de Octubre. Todo el mundo murmuraba y miraba el panorama que teníamos delante.
Mi mente intentaba elucubrar algún plan para poder escabullirme antes de la prueba de esta noche. Sabía que sería un suicidio. Cualquier cosa que viniera de las personas del Consejo no serían buenas.
Cuando vi salir a Álex dejé que mi atontada mente siguiera sin encontrar una solución. No se si a causa del frío que empezaba a entrar por mis piernas o del miedo por no saber que iba a suceder, comencé a temblar.
Me concentré en lo que iba a ocurrir frente a un improvisado ring que habían puesto en la entrada. Todo el mundo sabía que cuando una persona tenía el cuerpo frío, los golpes dolían más. Justo eso era lo que querían, mayor daño, mejor para ellos. ¿Cuál era el beneficio de todo aquello? Ninguno que yo pudiese imaginar.
En mi cabeza no veía para qué todo aquello, para qué estas pruebas. Nada más que para catalogarnos, divertirse y castigarnos por algo que ni nosotros mismos sabíamos, o al menos no todos sabíamos. Si así pensaban hacer salir al culpable es que eran unos mentecatos. Todo el mundo sabe que los culpables no suelen decir que lo son, igual que cuando se acusa a alguien que dice la verdad pero como nadie le cree nadie piensa que es cierto lo que dice.
―¡Hola, hola! ―saludó con efusividad Cole, vestido con un abrigo negro saliendo del edificio. Sólo me daba ganas de arrancarle la sonrisa de cuajo. Detrás de él, apareció Kiara con un abrigo rojo que destacaba con el fondo de nieve blanca y su pelo azabache recogido en una coleta alta. Al parecer, también le divertía aquella situación. Podría decirse que eran almas gemelas, el uno para el otro, los dos igual de fríos.
Matthew y Michael permanecían expectantes mientras que Venus a su lado fruncía el ceño en un gesto de enfado, y junto a esta, Ariadne miraba a Azael confusa. Supongo que por no saber si debería hacer ganar solamente a Azael, o por aquello que ambos tenían y que aún no me había contado. Quizá, pensaba en si debería salvar a Álex porque era su amigo... Si yo hubiera sido ella, creo que no hubiera dudado en salvar al que ganase en el ring.
De un momento a otro, me di cuenta de que era justo eso. ¿Y si se trataba de eso? ¿y si ellos habían querido que yo eligiera a quién salvar para saber quien me importaba? Lo que no entendía era el fin de todo aquello.
La confusión asomaba en mi cabeza hasta el punto de hacerme estremecer por sentirme como una liebre atrapada bajo el ojo de una mira, de una escopeta de algún cazador; en este caso de varios.
El Consejo se puso en el círculo interior, cerca del ring, a unos pasos de la entrada de la sede, mientras que Cole subía con Matthew al ring improvisado, dónde ya se encontraban Azael y Álex.
―Espero que estéis entusiasmados por este combate, se que nos gustará a todos. ―dijo Cole frotándose las manos con energía mientras sonreía como si esto fuera un simple juego.
―Ahora chicos, vamos a deciros las reglas. ―dijo Matthew seriamente― Gana quién quiera Ariadne, pero siempre y cuándo, alguno de los dos ya no pueda seguir combatiendo, ¿capisci?
―Tenemos que informaros de una cosa. Por supuesto, vale cualquier tipo de golpe y aunque haya sangre debéis seguir luchando. Pero el combate será sin abrigos o algún tipo de aislante del frío. ―anunció Cole mirando a los combatientes. Mis dientes empezaron a rechinar de rabia cuando la risa de Kiara, insoportable y chirriante, llegó a mis oídos. Iba a dar un paso hacia delante y correr hacia ella como un animal salvaje, cuando Hayden colocó una mano sobre mi hombro y me paró en seco.
Le observe de reojo cuando apartó su mano de repente. Hayden miraba hacia delante, dónde Michael nos clavaba los ojos. Era imposible que se hubiera dado cuenta de nada en un par de segundos, pero eso no hizo sino más que preocuparme.
Desvié mis pensamientos a la pelea, evitando la presencia de Hayden a mi lado y guardando mis ganas de refugiarme por un segundo en su cuerpo, para no ir y descargar mi rabia en Kiara.
―¡SIN MÁS DILACIÓN, QUE COMIENCE LA LUCHA! ―gritó emocionado mientras bajaba del ring con Matthew tras de sí.
Sendos combatientes se quitaron los abrigos dejándolos a los lados del ring. Ambos se pusieron en posición y se miraron el uno al otro, pidiéndose disculpas en silencio, o eso es lo que yo creía. La lucha empezó con un gancho de Azael fallido y un esquivamiento por parte de Álex agachándose rápidamente.
―¡Maldita sea! ―susurré. Todo esto estaba mal. La gente del Consejo estaba loca de remate...
―Escúchame. ―me pidió Hayden en un susurro apenas audible― Venus. A las cinco esta tarde en el arroyo. Sin que te vean.
No le conteste, sino que choqué mi brazo con el suyo en un movimiento casi imperceptible para que supiera que le había escuchado. No sabía como iba a llegar al arroyo sin que me vieran, si a cada rato tenía un par de ojos observando cada paso que daba.
La lucha estaba demasiado igualada. Tanto el uno como el otro habían conseguido dar a su adversario, provocando a Álex sangre que se escurría por su barbilla procedente de un labio partido y Azael con la nariz sangrándole por todas partes.
Los dos se mantenían en la lucha pero cada golpe que uno conseguía dar al otro, les arrancaba gruñidos de dolor que salían de sus bocas. El resto de agentes de la organización de Urano, se habían animado aparentemente, hablando con los que tenían alrededor para cavilar sobre quien ganaría.
Entonces Álex recibió un fuerte golpe en las costillas, por parte de un gancho de Azael, que le hizo caer de rodillas escupiendo la sangre que se amontonaba en su boca. Por poco mis pies subieron al ring en su ayuda.
Metí mis manos en los bolsillos y las cerré en puños conteniendo así mis ganas de pegar a los del Consejo por semejante paripé que estaban montando. Azael paró y se giró para mirar a Cole, sin saber si eso valía como derrota. De repente, todos contuvimos el aliento mientras que la respiración de ambos combatientes se podía oír con claridad en el silencio.
La respiración entrecortada de Álex, así como su mano rodeando su torso por la costilla golpeada y sus rodillas ancladas en el ring, llamaba a mi preocupación. ¿Tendría la costilla rota? Él no merecía esto, y yo debería hacer algo... Si simplemente pudiera ir y saltar ahí arriba sin ninguna consecuencia, lo haría sin dudarlo. Pero no podía, y eso, me quemaba por dentro.
―¡Hasta que caiga! ―vociferó Cole sonriendo.
―¡Ya está en el suelo! ―contestó furioso Azael.
―¡Sus rodillas, no su cabeza! ―respondió la entrometida de Kiara.
Azael no dudó, le pegó un puñetazo a Álex en la cara y este cayó como una pluma ensangrentada al suelo. Mi corazón se paralizó por unos segundos cuando vi que su pelo castaño se esparcía mezclándose con su propia sangre en el suelo del ring . Sentí una irrefrenables ganas de salir ahí y ayudarle, como si no hubiera nadie más.
―Ariadne, elige al ganador. ―dijo Matthew para nada impactado con la pelea― Aunque debo decir, que no ha estado demasiado bien el combate para como lo habíamos imaginado.
―Es-to... el ganador es Azael. ―dijo titubeando Ariadne con la mirada en el suelo. Estaba claro que para ella, esto había supuesto casi lo mismo que para mí.
―Ya tenemos un claro ganador. -comentó contento Cole. Subió al ring en un instante y alzó la mano de Azael, proclamándole vencedor― Azael recibirá su recompensa mañana, y bueno, Álex será llevado a la enfermería y tendrá un castigo por haber perdido... ―hizo una pausa dramática― Ahora vamos a anunciar lo que de verdad nos va a gustar del día de hoy. Kiara, querida, sube aquí conmigo al ring. ¡Azael, llévate a Álex a la enfermería y vuelve aquí de inmediato! ―le mandó.
Azael cogió a Álex que seguía inconsciente en el suelo del ring y se lo llevó como pudo mientras Kiara subía sonriente al lado de Cole. Se contoneaba con aquel abrigo rojo como si fuera despampanante. Lo gracioso de todo aquello, es que sintiéndose joven, le molestaba que insinuasen que era vieja.
―Esta noche va a haber una gran prueba para nuestra querida Thalia Stone. ¡Sube, por favor! ―me pidió Cole con una falsa amabilidad que tapaba el imperativo que albergaba en esas palabras. Subí sonriendo falsamente porque si eso es lo que querían, lo haría. Al fin y al cabo, todo esto era un gran teatro. No obstante, por dentro, un miedo aterrador comenzó a estrujarme el corazón martilleante...
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