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Él solo era un chico que deseaba un día tener una bonita pastelería con tonos rosas y amarillos. Todo perfecto para que fuera perfecto. Se imaginaba en la humildad con perritos o gatitos, quizá ambos de su lado. Por último personas a quien considerará familia. No un modelo subiendo a un jet privado mientras es fotografiado desde lejos y de cerca. Felix Lee no estaba siquiera al tanto de la fama que estaba alcanzando.

Ni de las consecuencias acompañadas.

— Entonces... — Lee Taemin se acomoda a su lado en el avión, el mayor se da su tiempo en tener la mejor posición posible hasta que muestra la pantalla de su celular, hay cuatro rostros lo que está mostrando. Cuatro de los cuales uno es suyo y los demás los conoce a la perfección. — Haber si entendí. Ustedes tres están envueltos en un rumor de relación y ruptura al mismo tiempo. La cuestión es que no saben cómo interpretar entre ustedes. Y aparte ese chico, es amigo cercano suyo, se está volviendo popular no precisamente por su debut sino por sus expresiones cuando hablaron sobre ustedes tres.

— Mierda. — Hyunjin ladeó la cabeza y aunque estaba sumido en la incomodidad así como todos.

Todos los modelos tenían sus ojos puestos en cualquiera de los tres.

No era realmente incomodo que todas esas personas los estuvieran viendo, es decir, habían tocado temas más serios entre todos ellos, sabían llevarse bien. No eran los mejores amigos pero se tenían como una pequeña familia que Yoo Seoho había creado.

Era incómodo porque ni ellos mismos sabían cómo hablar sobre ello.

— Él se refiere a Jeongin.

Uno de los otros modelos habla. Es Johnny quién comprarte conversación con Kun. Ambos integrantes de la misma banda donde el pequeño Jeongin es participe.

Kun asiente tan rápido su expresión sonriente cambia a una ligera molestia. — No quiero sonar grosero, o entrometido. De alguna manera su problema nos está afectando a nosotros. Realmente este mundo del espectáculo se maneja de una manera muy diferente de la cuál ustedes no están siquiera enterados. Ustedes son tendencia en redes. Los demás chicos me han hablado sobre los momentos incomodos que ha pasado Jeongin. Por el bien de todos, creo que ustedes deberían de dar la cara y explicar todas las cosas, aunque sea para mero beneficio de la duda y no por honestidad. Y ni modo.

— Otra cosa que sin duda pasamos de largo.

Sin duda alguna sigue siendo increíble ver a cientos y miles de personas gracias a ellos mismos. Aunque está vez el bullicio y la gente a su alrededor no solo se tratan de ellos. Hyunjin, Felix y Minho están más que enterados que a lado suyo hay idols sumamente famosos, dueños de los nombres que gritan todos en el aeropuerto. Los flashes impactan contra sus rostros, con cualquiera de ellos, hay demasiada gente. Un poco de mucho para todos ellos.

Los managers y guardias de seguridad apenas y pueden dirigirlos a su automóvil. Aun así, es difícil, los fans hacen todo lo que esté a su alcance para dar cartas y regalos a todos ellos.

Los tres modelos no se quedan atrás, cargan en sus manos, cartas, flores, y peluches.

Y hasta no escuchar el vroom vroom es cuando por fin pueden decir que lograron sobrevivir.

— Eso fue intenso. — Suelta Hyunjin dejando caer todos los regalos al lado del sillón. — Hubo muchas preguntas. No sé siquiera como pude escucharlas todas si todo mundo gritaba allí.

Minho traga saliva, en ese momento hubiera reído o dicho algún comentario sarcástico. Pero la bruma dentro de esa camioneta era tan pesada y asfixiante. Los rostros serios de sus padres y el silencio de Seoho tenían un gran significado.

— Esto... — Dae Han suspira, es quien está manejando, desde la distancia puede escuchar a su padre castañeando sus dientes. — Chicos, realmente se está saliendo de control. Seamos serios.

Minho ve como Grisha pone una mano sobre la de su esposo, mientras Seoho aún se mantiene en silencio mordiendo la yema de sus dedos. — Tenemos que hablar. Todos nosotros aquí.

— Nos están siguiendo, Jung Soo. — Seoho no tiene siquiera que señalar, se puede notar a leguas los coches que siguen cualquier movimiento de Dae Han.

Por primera vez, Dae Han sonríe, apretando las manos sobre el volante.— Yo me hago cargo.

Dae Han había manejado hasta Seoho industries, tuvieron que hacer una vuelta de más para poder cambiar de coche dentro del edificio y así poder pasar desapercibidos. Con eso lograron llegar a la querida y cálida casa de Lee.

— Necesitamos hablar. — Seoho es la primera en poner las cartas sobre la mesa. Grisha su hermano mayor está dejando una taza humeante de café frente a todos ellos. Cada uno con un rostro serio, con un poco de calma extra de lo que es costumbre. — Estamos haciendo el plan.

Sin duda no es un momento agradable. Está claro con ver a Dae Han poniendo crema a su café.— ¿Por qué tiene que ser tan difícil? Dios son niños, no deben porque tener esto. Son situaciones sin sentido. — Dae Han carraspea, está vez su esposo no está de su lado. El doctor Lee es solo el padre preocupado por su querido hijo, no ve más allá de eso. Un padre preocupado que cree que su hijo de casi veinte y un años sigue siendo un niño.

— No, Dae Han. No es así.

— No nos queda de otra. Hay que hacer todo lo posible por desmentir este rumor y hacer que todo quede olvidado. — Seoho le da un lento sorbo a su café. Minho y los demás siguen callados dando pequeños y tímidos tragos. — No tengo nada en contra de su relación. Pero todos aquí sabemos que no es real. Lo mejor sería hacer las cosas bien. Aunque no digamos del todo la verdad.

Los tres menores se quedan mudos ante las serías palabras de la gran Seoho. Nadie más que ellos se ven impactados. Grisha se mantiene con ese rostro serio, admirando su café como si fuera lo más entretenido del mundo. Mientras Dae Han se mantiene con las cejas fruncidas mirando hacia todos lados. ¿Quién está en la conversación? El doctor Lee analizando a cada uno o el padre preocupado?

— Tenemos la delantera, con algo de suerte e inteligencia. Hacer parar el rumor será fácil siempre y cuando hagamos borrar su curiosidad. Si empeora podemos comenzar con demandas. Empezamos por todo aquel que haya tomado y publicado fotografías sin su consentimiento. Felix aún es menor de edad esa será una buena arma. — Grisha mira hacia unos papeles. Más bien, fotografías tomadas de diferentes ángulos de los tres, sean juntos o separados.

Siguen sin poder decir una sola palabra. Están muertos de la vergüenza y la incertidumbre.

— Haremos una demanda por invasión de privacidad tanto a la empresa como a ustedes y si vemos que va a nuestro favor daremos un golpe final con una demanda de difamación. Ustedes van a salir y desmentiran las fotos o una relación calcularemos los ángulos y posiciones para argumentar. Seoho industries mandará un comunicado sobre ello, no aclarando ninguna relación.

— ¿Cómo dices que dijiste? — Seoho rascó su cabeza con una notoria mueca de incomprensión. Aunque todos estaban en la misma dentro de sí, la pequeña Yoo fue la única en demostrarlo.

Grisha se alzó de hombros. — Vamos a desmentir la relación de los tres, pero dejaremos cabos sueltos. Diremos que no existe esa relación, más no vamos a confirmar que no hay ni una otra.

Aunque era confuso Grisha no dejaba de ver a los dos contrarios a su hijo, Minho simplemente no sabía que ocurría.

Después de esa plática confusa que logró terminar en un poco de sentido. El pequeño Lee no tuvo otra mejor idea más que intentar arreglar sus ideas, se quedó dormido. Fuera de solo tomarse fotos, estuvo en otro país, dentro de otro continente con una zona horaria diferente. Su cabeza estaba cansada, aturdida de todo. Ojalá alguien tocará a su puerta y le dijera que ya no es el pequeño de diecisiete años que tenía miedo de conocer el amor entonces, le aclarara que es un adulto que tiene que saber hacer su vida.

No tiene idea de cuánto durmió, o porque se quedó dormido, ni siquiera tenía la respuesta a algo tan simple como. ¿Cómo iba quitarse esa terrible hambre voraz? Tenía tanta, tanta hambre.

Al ver su reloj se dió cuenta que eran ya las seis de la tarde.

Entonces tocaron a su puerta. Quizá el de arriba lo escuchó, quizá aún esté dormido y esté soñando con un ángel de la guarda que le dirá unas palabras que se merece.

Dae Han apareció por la puerta. Cómo cuando era un pequeño. Su padre cargando con uno de esos esponjosos omelettes con una pequeña porción de arroz frito. Aunque está vez, parecía haber querido hacer la forma de un osito arropado.

A su lado, estaba Grisha, su padre con un vaso con algún jugo, quizá naranja natural, ama con su vida el jugo de naranja.

Sus padres se miraban tranquilos, eso significaba peligro. Borró la sonrisa de sus labios al creer que estaba soñando, había caído en cuenta que estaba en la dura realidad.

Dae Han sonrió dejando el omelette a su lado, mientras Grisha reía bajito mostrando sus hoyuelos. — Tienes esa cara. — Dae Han comienza a hablar mientras toma asiento, su esposo se mantiene de pie con una pose relajada.

Los dos visten ropas cómodas, nada de trajes o batas de hospital. Son sus padres usando shorts y camisas flojas.

— Entonces sabes que queremos hablar contigo. De algo muy importante, Minho.

Minho conoce a sus padres y viceversa. Él sabe que ellos quieren hablar con él. Y ellos saben que Minho está enterado de sus propósitos.

— Probablemente no me canse de decirlo. — Empieza a hablar el doctor Lee, mientras juega a jalar de los vellos de las piernas de su esposo.— Pero nosotros estamos realmente orgullosos de ti. Eres nuestro querido y amado hijo. Pero por el bien tuyo y de los que quieres. Deberías de dejar atrás... Esto.

Se queda atorado con el simple aire. Ni siquiera le había dado un bocado a ese desayuno cuando escucha la horrible realidad. Minho deseaba que alguien le pusiera un alto. Pero también estaba aterrado de escuchar todas las tonterías que está causando. Sus padres son las personas perfectas para hacerlo.

Son quienes más ama, en quienes más confía. Quienes mejor lo conocen.

Grisha le toca sus rebeldes cabellos.
— Amor, tu nombre está en todo internet por algo casi increíble y no me refiero de increíble genial o asombroso, sino de poco creíble. Y aun así, no es realmente importante. Las personas pueden decir miles de cosas y solo tú sabes la verdad.

— Por primera vez, piensa en lo que realmente quieres. No te pongas a pensar en los demás, en lo que ellos quieren ver o en lo que parezca mejor. Minho, solo decide por tí. Olvídate por un minuto que tus acciones y decisiones afectan a terceras personas. Mi amor, te amamos demasiado, por favor, lucha por tí.

Minho siente una lágrima resbalar por su mejilla. Grisha le acaricia el cabello mientras su papi Dede los mira con una tranquila sonrisa con su mano reposada en su brazo.

— Los amo. Lamento no ser el hijo que debería de ser.

Sus padres niegan con la cabeza, sus tranquilas sonrisas acompañada con esos bonitos hoyuelos rusos. — Eres el hijo perfecto.

Soltó una pequeña risa aún así estuviera limpiando sus lágrimas. Sus padres simplemente y sencillamente eran los mejores padres que un chico tan raro como él podría tener. Su padre Dede miró hacia la puerta de su habitación, la sonrisa en sus labios nuevamente se borró.
Después de ver a su familia. Entendió que estaba jodido.

— Ah cierto, Jisung está abajo esperando. Es encantador le enseñó a tu padre a preparar un clericó. Tiene una nueva adicción el pequeño Grisha.

El eludido sonrió mostrando sus pequeños hoyuelos mientras aclaraba su garganta para hablar. — ¿Bajas o sube?

— ¡Por qué no me digieron antes! — Minho saltó y exaltó levantándose casi de inmediato, lo primero en hacer fue ver su reflejo en el espejo. Arreglando pequeños detalles como lo eran sus pelitos sueltos. Tragó una gran porción del huevo al igual que todo el jugo del vaso.

Sus padres rieron con pequeñas sonrisas puestas en sus labios. Ellos lo sabían, tenían a un buen hijo, sabían que lo estaban haciendo bien. No importaba como fuera, Minho lo estaba haciendo muy bien.

— Tu puedes bebé.

No sé

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