5| PRIMERA BATALLA

◇~NARRADOR OMNISCIENTE:

La madrugada, un horario imprescindible para el sueño de cualquier persona. Es una lástima que últimamente para Kel, estas se vean tan interrumpidas.

En el sueño que estaba teniendo, la tierra comenzaba a temblar. No era un terremoto, eso lo sabía, pero tal vez era algo peor. Entonces sintió que alguien lo agitaba con prisa. Despertó sobresaltado, su mirada encontrando rápidamente la de Amu.

—¡Tenemos que irnos! —gritó el rubito, empleando uno de esos tonos imperativos que no usaba nunca.

Jaló del brazo a Kel, sacándolo de la cama y obligándolo a subirse sobre su espalda. Lo cargó, sosteniendo sus piernas con fuerza para asegurar que no cayera, y sin darle tiempo para pensar atravesó la ventana a una velocidad sorprendente, alejándose de la vivienda.
Segundos después, la casa quedó en ruinas a causa de aquel temblor de tierra.

—¿Qué fue eso? —le preguntó Kel a Amu cuando este lo dejó apoyar sus pies sobre el césped.

A pesar de que no quedaba ninguna luz artificial a su alrededor, la que les proporcionaba la luna llena era suficiente. De todos modos, la visión nocturna del fraid le permitía ver todos sus alrededores a lujo detalle.

—Es el comienzo de la primera batalla entre fraids y anti-fraids del siglo  —explicó, manteniendo sus ojos enfocados en los oscuros escombros. Varios edificios se habían caído, acabando así con la vida de muchísimas personas—. Lester me dijo que nos veríamos más pronto de lo que pensaba, pero jamás imaginé que se referiría a literalmente veinticuatro horas.

Kel frunció el ceño, —¿Quién es ese "Lester"?

—¡AQUÍ ME TIENES!

Instantáneamente ambos chicos dirigieron sus miradas hacia esa dirección. Kel no logró divisar muy bien a la persona que había gritado, pero Amu sí.

Lester se encontraba sobre los restos de lo que hace segundos fue un edificio, sus prendas —limpias y blancas— irradiando pureza, aunque lo que había hecho era terrible. Esa sonrisa sádica no escapaba de sus labios, la cual se agrandó cuando terminó de observar a su hermano para continuar con el humano. Un destello de maldad brilló en sus ojos antes de exclamar:

—¡No te imaginas cuántas ganas tenía de verte!

Aquel grito fue el anuncio que Amu necesitó para ponerse alerta. Avanzando rápidamente por los escombros con el fin de acercarse a Kel, el anti-fraid en menos de un pestañeo logró presenciarlo a pocos centímetros de su cara; una distancia demasiado peligrosa.

Había algo en los ojos esmeraldrinos de Kel que le llamó la atención, como si su mismísima existencia demostrara que no era un humano normal. Tantas historias encontró en tal mirada que de la nada se mareó, necesitando un segundo para procesar toda la información que había ganado.

Pero justo en ese instante, un puño impactó con una fuerza sobrenatural contra su mejilla, lanzándolo muchos metros hacia atrás y provocando que su espalda impactara contra el suelo, triturando el asfalto de la calle debajo de él. Era evidente que el culpable había sido Amu.

—¿Pero qué te pasa, hermanito? Solo estaba examinando a tu amo —se justificó, intentado a duras penas ponerse de pie.

—Y como me chupo el dedo te creo —lo detuvo Amu—. Veo que vienes solo, ¿qué pasó? ¿Tu supuesto "equipo" no quizo venir a echarte una mano?

—Ellos están ocupados con sus propios asuntos, no necesito su ayuda.

—Y aunque la necesitaras no vendrían a salvarte.

El fraid había mencionado esa realidad para provocarlo, para que en un intento rápido de vengarse perdiera la compostura y fracasara. Pero no fue así.

En vez de eso, una risa maquiavélica salió de los labios de Lester, como si aquel recordatorio le hubiera causado una gracia tremenda.

—¡Que imbécil eres! —se burló, ahogándose en sus propias carcajadas y confundiendo a los demás. Al normalizarse, se levantó del suelo, sacudiendo su ropa y torciendo una sonrisa— Querido tonto, lamento decirte que no vine a verte a ti. Esta vez voy a centrarme en tu amo, pero para la próxima prometo darte atención —y sin más le guiñó un ojo.

Kel no ententendía nada de lo que pasaba, pero ni siquiera pudo hacer el intento de comprender porque Lester lo tomó desprevenido, apareciendo de la nada a su lado —otra vez— y agarrándolo del brazo. Sin esperar más, el anti-fraid se teletranportó a la otra punta de la ciudad, a cientos de kilómetros de distancia.

Todo pasó súper rápido, dejando a Amu boquiabierto. No tenía idea de a dónde se habían ido, pero algo tenía claro: necesitaba encontrarlos lo más pronto posible.

Por otro lado, Lester y el humano ya estaban en la cima de un rascacielos. Las miles de estrellas sobre sus cabezas eran los únicos testigos de lo que sucedía, ya que —como en esta parte de la ciudad no habían rastros del temblor de tierra— las personas dormían plácidamente.

La incertidumbre en los ojos de Kel se había convertido en miedo, pero apenas el rubio lo soltó pudo tranquilizarse. Le dirigió la mirada, notando así —gracias a las luces de los bombillos que tenía cerca— lo parecido que era su físico con el de Amu. A excepción del color de sus orejas felinas, podría decirse que ambos eran iguales.

Lester sonrió, —Al fin estamos solos, querido humano.

—¿Q-qué quieres? —balbuceó el oji verde, retrocediendo. En ese intento desesperado de alejarse, resbaló y cayó al suelo, su trasero impactando patéticamente.

—Relájate, no te voy a hacer daño —le confesó el peli rubio, agachándose para estar a su altura—. Solo quiero que hablemos, ¿te parece?

Aunque el tono que usaba no parecía sospechoso, algo en el interior de Kel le decía que era una farsa. Como él nunca le respondió, Lester permaneció contemplando sus ojos, los cuales no había podido admirar bien por culpa de su hermano.

Después de un corto tiempo, —que pareció eterno— confesó:

—He adquirido habilidades que son envidiadas por muchos seres, entre ellas la de ver el pasado a través de los ojos. El tuyo, tan tranquilo pero a la vez intenso, no hizo más que convertirte en el buen chico que eres ahora. Y eso es exactamente de lo que muchos se han aprovechado, ¿o me equivoco?

Kel —como si su propio cuerpo respondiera a esa pregunta— negó lentamente con la cabeza, dándole la razón. Ante eso, Lester volvió a sonreír; le complacía ver que su plan comenzaba a dar resultados. En un movimiento fugaz, retrocedió un par de metros, restaurando así la cómoda distancia que tenían al principio.

—La vida también fue injusta conmigo, —continuó— pero ya no tiene por qué ser así. Podemos ayudarnos y convertir este mundo en un lugar sin personas malas, destruir a todos los que nos hicieron daño y así cobrar venganza. Aunque esa venganza fácilmente podría llamarse justicia.

Mientras las frases salían de su boca, Lester se encargaba de crear escenarios visuales —en blanco y negro— que reflejaban el dolor de muchisimas personas al ser maltratadas, robadas, abusadas, discriminadas... Era horrible, pero también era real.

Pero, repentinamente, todas esas escenas se perdieron en el aire. Cuando la mirada asombrada de Kel descubrió la de Lester, notó que su expresión había cambiado en su totalidad. Ahora el ambiante se volvía muy tenso.

—Tú y yo podríamos acabar con los causantes de todo eso, ser los verdaderos héroes de la humanidad. Lo único que tienes que hacer —no esperó más y fue al grano— es escogerme a mí antes que a Alaster. ¿Qué dices?

Ahí fue cuando Kel comprendió todo. Por su mente transitaban millones de pensamientos, entre ellos el recuerdo de la conversación que tuvo ayer con Amu:

—(...) Si un anti-fraid te ofrece ser su dueño a cambio de reemplazarme y aceptas, serías desleal.

Aunque el oji verde no tenía claro quién era ese "Alaster", recordar aquellas palabras de Amu era todo lo que necesitaba para responderle a Lester. Así que, empleando el tono de voz más firme que le era posible, declaró:

—No acepto.

La paciencia del anti-fraid llegó a su fin; ya había sido demasiado amable. Una sombra cubrió sus ojos cuando bajó la cabeza, y sus labios torcieron una sonrisa casi impersectible.

—Creía que serías más inteligente, pero me equivoqué.

Su cuerpo comenzó mutar de manera aterradora, creciendo y transformándose en una especie de pantera blanca. Gracias a que Amu llegó justo a tiempo, logró llevarse a su amo antes de que la transformación de Lester alcanzara su máximo nivel.

Buscó un lugar seguro para él —el cual resultó ser la azotea de otro edificio bastante lejano— y lo dejó allí, pidiéndole que no intentara intervenir por nada del mundo en la batalla que se avecinaba. Kel —sin otra opción— estuvo de acuerdo, luego Amu lo dejó solo, yéndose saltando de un edificio a otro.

Cuando el fraid volvió a mirar a Lester, este ya se había convertido en una poderosa bestia. Su tamaño, más que intimidar, no pretendía ser normal, ni siquiera para criaturas milenarias como los anti-fraids. Y es que —tan solo en altura— superaba los cuarenta metros.

No quedaba más tiempo para pensar, había que actuar. Por eso, Amu se puso en cuatro y su cuerpo también se comenzó a transformar, pero con mayor rapidez. Al haberse convertido en una enorme pantera negra, se giró para buscar a Lester, pero este ya lo había encontrado.

La bestia blanca se abalanzó con furia sobre él, empujándolo hacia atrás y provocando que ambos aplastaran un pequeño edificio en el que aún habían personas. Los agónicos gritos por parte de las víctimas motivaron a Amu a contraatacar. Le plantó una mordida profunda en el hombro, desgarrando la carne que alcanzaban sus colmillos.

Lester rugió estruendosamente y trató de librarse de esa tortura, clavándole las garras repetidas veces en todos los lugares de su cuerpo que llegaba a alcanzar. Pero Amu no iba a rendirse. Continuó profundizando esa mordida hasta el punto de que sintió el hueso, y ese fue el momento perfecto para arrancarle el hombro, causando que una catarata de sangre saliera de esa zona.

Las personas que veían eso quedaban traumadas y, las que no, estaban muy ocupadas escapando. Kel, al presenciar tal atrocidad, sintió el verdadero terror. Jamás había imaginado en sus veintiún años de vida que vería escenas como esta.

Una parte de él quería correr lejos, pero otra le decía que debía quedarse para apoyar a Amu. Pero... ¿Cómo podría él apoyar a semejante bestia?

Volviendo a la batalla, el propio Lester se había quedado asombrado al ver la determinación con la que su oponente acababa de actuar, ya que ni siquiera demoró medio minuto. El dolor que sintió no duró mucho, ya que su hombro se regeneró.

¡¿Qué?! «pensó Amu.

El anti-fraid —ahora más fuerte— se aproximó a él y le lanzó un arañazo directo al rostro. Si no fuera porque Amu lo esquivó a tiempo, su cara ahora fuera irreconocible.

La batalla prosiguió con más intensidad a medida que salía el sol. La pantera negra luchaba para que no les pasara nada a las miles de personas que trataban de salvarse, y lo estaba consiguiendo. Pero, en un movimiento inesperado, Lester se teletransportó a las espaldas de Amu y lo agarró por el brazo, mordiéndolo agresivamente. Teniéndolo así, comenzó a darle vueltas en el aire mientras sus dientes se encargaban de despegar esa extremidad del resto de su cuerpo.

Amu se vio muerto cuando sintió que su brazo era arrancado. Su lomo impactó con una fuerza descomunal contra un edificio enorme, derrumbándolo al instante. Apenas abrió los ojos se arrepintió de hacerlo, porque observó cómo aquella pantera blanca lanzaba su ex brazo al cielo y, al este descender, era devorado.

La transformación montruosa del fraid llegó a su fin, convirtiéndolo otra vez en semi humano. Una gran cantidad de sangre descendía por su frente y su único brazo estaba repleto de heridas al igual que el resto de su piel. Ya no le quedaban más fuerzas para luchar. No quería aceptarlo, pero acababa de ser derrotado.

—Oh no... —murmuró Kel, contemplando el terrible estado en el que se hallaba Amu—. Necesito ayudarlo, pero, ¿qué puedo hacer?

Suspiró hondo, teniendo en cuenta que, si intervenía impulsivamente, lo más probable era que muriera él primero que Amu. Tenía que buscar una manera inteligente.

—¿En qué piensas tanto, humanito?

Tras gritar del susto que le causó esa desconocida voz, se volteó para ver quien era. Resultó ser cierto chico con lengua de serpiente, cabello morado, ojos color vino y expresión relajada. A su lado había otro chico más, este tenía el cabello de un tono verduzco —al igual que sus ojos—, la piel morena y, al contrario del primero, mantenía un expresión seria. Por sus apariciencias extrañas, Kel supuso que no eran personass normales.

—¡¿Quienes son ustedes?! —interrogó, alzando el volumen de su voz.

—Permítenos presentarnos —dijo el peli morado—. Yo soy Shin y él es Coco, somos nine fraids y amigos de Alaster.

Kel alzó una ceja, —Te refieres a Amu, ¿verdad?

—Sí, había olvidado que tú fuiste el que le puso ese nombre tan ridí—

—En fin, —interrumpió Coco, dando un paso al frente para retomar el tema original— vinimos aquí para echarle una mano a nuestro amigo, porque la necesita. Tenemos un plan, pero para llevarlo a cabo requerimos de tu colaboración.

Kel no dudó en asentir con la cabeza, ganándose que los fraids le contaran su plan. Este consistía básicamente en que Coco y Shin se encargaran de Lester, y Kel de sacar de ahí a Amu. Cuando terminaron de aclararse todo, Shin sujetó al peli castaño y se lanzó por el balcón, descendiendo con dinamismo hasta terminar en la calle. Lo dejó en un callejón y se acercó a Coco, quien ya estaba listo para luchar.

—Tu le das por delante y yo por detrás.

El moreno arqueó una ceja ante la ocurrencia de su amigo, provocando que ambos no se aguantaran las carcajadas. Se pusieron serios y avanzaron hacia la pantera blanca, la cual se entretenía rugiéndole a un herido Amu.

—¡Hey, Lester! —llamó su atención Shin, alzando un brazo para que notara su existencia.

La bestia giró su cabeza y observó a los recién llegados, que a sus ojos parecían hormigas. Sin pararse a pensar, corrió para atacarlos.

Shin fue el primero en transformarse, convirtiéndose en una inmensa cobra real y deslizándose por el suelo, logrando escapar del ataque de Lester. No demoró en envolver los brazos y torso de él con su largo cuerpo, acorralándolo.

Coco también se transformó, aumentando su tamaño hasta el punto de volverse un cocodrilo gigante, su piel gruesa y repleta de escamas convinando con sus dientes cónicos. Lester se movió frenéticamente, luchando por escapar de la envoltura de Shin, pero la firmeza de la cobra no se lo permitió.

Kel aprovechó que tenían paralizado al enemigo para salir de aquel callejón y correr al encuentro de Amu. Trepó por una montaña de escombros hasta que lo vio, acostado encima de cristales rotos y restos de anteriores edificaciones. Descendió rápido y, al estar a su lado, se agachó para cargarlo. Con cuidado de no maltratarlo, se encaminó a las afueras de la ciudad.

Entonces Coco se acercó a Lester, giró su cuerpo y comenzó a golpear con su poderosa cola las patas traseras del anti-fraid. Shin le encajó sus dos colmillos en el cuello, permitiendo que el veneno se le colara en la sangre e hiciera efecto, a la vez que apretaba su agarre.

Esos intensos ataques llevaron a Lester a emplear su última jugada: la teletransportación. Le resultaría muy difícil usarla, ya que no estaba en su mejor estado, pero al menos tendría que intentarlo. Se concentró y lo logró, desapariendo y dejando a Shin y a Coco más que confundidos.

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