Capítulo 9

GATE y Girls und Panzer no me pertenecen. 

Capítulo 9
A la Caza del Cuervo Rojo
Base de Itálica, Imperio [Ocupado por la Coalición Académica]. Día D+59

El alto mando de la Panzer Akademie de Münich avanzaba por los pasillos del puesto de mando local, dos de sus hombres flanqueando sus movimientos un paso más atrás. A casi 2 meses de la llegada de las academias militares al mundo tras el GATE, la vida en las bases ya se había normalizado para muchos tras los sangrientos primeros 9 días. Eso significaba que los más desacostumbrados eran los refuerzos traídos, pero aun así no era muy diferente del típico régimen de internamiento que sufrían los militares en campaña.

50 días habían pasado desde el término de la Segunda Batalla de Alnus. 21 días desde la Batalla de Itálica, donde la División de Avanzada eliminó a los bandidos que asediaban la ciudad y la tomaron. También eran 21 días desde el Incidente de Itálica, donde el infame Dragón de Fuego apareció por primera vez y aniquiló a más de la mitad de los soldados presentes, así como derribó ambos aparatos aéreos que intentaron hacerle frente. Ese mismo día una columna imperial de 5.000 hombres fue interceptada de casualidad, produciendo el Combate de Itálica que duraría hasta el siguiente día. El resultado: la aniquilación prácticamente total de los efectivos del Imperio.

2 semanas después del Combate de Itálica, la princesa Piña Co Lada visitó la Corte Internacional de la Haya, solicitando ayuda para cambiar la situación interna del Imperio. La corte decidió apoyarla y postergar el juicio hasta la captura de quien haya dado la orden de invasión a Flandes. Durante los siguientes 12 días, la princesa realizó una gira con varios atentados frustrados por Rusia, el Reino Unido, Bélgica y Alemania. Los últimos 6 días hasta el presente fueron pasados en la base, donde la princesa buscó apoyo en los prisioneros de guerra de la Coalición (y en los pocos bandidos que no hubieran sido ejecutados al no protegerlos las leyes internacionales) para formar una fuerza militar con la cual ganar apoyo político. Así mismo, mandó un mensajero al Palacio de Jade donde les indicaba a todos sus caballeros tomar la mayor parte de objetos de valor político, social y monetario que pudiesen y fueran a la base de Itálica para reagruparse. Esto significaba que los prisioneros que apoyaban a Piña y ella tuvieron que trasladarse a la mencionada ciudad, donde comenzaría el adiestramiento militar con armas infinitamente más modernas para ellos... aunque no tanto para los estudiantes.

- Esto - Dijo un traductor, mientras un soldado junto a él sostenía un rifle de aspecto similar a los usados por la coalición - Es un Lee Enfield, fusil británico usado por este país durante cerca de 60 años. Es un arma confiable, y de la cual deberá depender la vida de ustedes de ahora en adelante. Les enseñaremos a usarla y limpiarla, a cargarla y dispararla. Si intentan rebelarse contra nosotros, deben saber que poseemos armas muy superiores, y que así como los aplastamos antes, los podemos aplastar si se intentan pasar de listos. Ahora, pasemos a las partes del arma.

Lógicamente, pensaba el oficial mientras veía por la ventana a los reclutas imperiales prestar atención a las lecciones sobre el fusil, los Lee Enfield entregados eran de los primeros modelos fabricados, grandes y voluminosos, a inicios del siglo XX. Por lo tanto, no eran una amenaza seria contra las ametralladoras y subfusiles. En el caso de que esta nueva tropa lo fuera, por cualquier motivo posible, los tanques y semiorugas podrán aniquilarlos: no se les entregaría ninguna clase de armamento antitanque o explosivo, y salvo raciones de comida que deberían comprar a crédito, lo único que se les entregaría serían los fusiles, balas y equipos de limpieza. Eso, hasta que pudieran fabricar las balas de forma autosuficiente, en lo cual se trabajaba (con serias dudas por parte del alto mando). Quitándose esos pensamientos de la cabeza, el oficial llegó hasta el final del pasillo. Ambos soldados se adelantaron y abrieron la doble puerta, pasando al interior el grupo uniformado de gris. Dentro, detrás de un escritorio, se encontraba el general Laundraff, oficial británico a cargo de la base militar Itálica establecida a las afueras de la ciudad homónima.

- Oberstleutnant, veo que se encuentra bien. ¿Qué lo trae por aquí? - Lo saludó e increpó el general.

- ¿Qué cosa cree que me trae por aquí, general? – Y, tras decir eso, lanzó sobre la mesa una orden emitida desde Alnus. El papel decía "Cancele cualquier orden de movimiento hasta nuevo aviso. Solo autorizada búsqueda del dragón. Firmado, General Laundraff."

- Ah, eso - Reconoció el general la orden - Si, algo desafortunado. Tengo entendido que tenía planeadas algunas operaciones con sus tropas, pero preferimos que guarde las apariencias.

- ¿Guardar apariencias? Cancelaron 2 de las 3 operaciones que se iban a realizar, todas planeadas desde hace semanas. ¿Y guardar apariencias de qué?

- La prensa. Recuerde que hay prensa internacional en Alnus ahora. No podemos permitir operaciones tan dispersas sin aparente sentido alguno. Tendrá que mover su Regimiento de Avanzada tan junto como sea posible, idealmente siempre hacia objetivos claros y sencillos de entender para los críticos de los noticieros - Sentenció el general, sacando un encendedor y procediendo a encender un cigarrillo para después ofrecerle uno a sus invitados (y rechazando estos). El oficial local, luego, inhalo el cigarrillo dándose el tiempo de disfrutarlo.

- En ese caso, solicito nuevas unidades para mi regimiento. Si quieren que lo haga funcionar como un regimiento de verdad y no solamente un montón de compañías dispersas sin motivo, entonces necesito que me concedan más unidades, necesarias para trabajar adecuadamente.

- ¿Más unidades? ¿Cómo cuáles?

- Estas - Sacando un papel doblado de su uniforme, lo extendió y empezó a enumerar - Necesito una compañía motorizada más para la reserva del regimiento, y 2 compañías de apoyo artillero. Cuando las tenga podré organizar mis tropas en un batallón de combate y otro de apoyo, y estará totalmente motorizado. También solicito permiso para reagrupar a todos los efectivos en la base de Itálica, a fin de reagrupar y reorganizar los hombres. Eso es todo. Le pasaré la lista detallada más adelante.

- Lo consultaré con el mando en Alnus, pero por mí delo por hecho - Habló el general, llamando a uno de sus ayudantes - Arrégleme una llamada a Alnus inmediatamente.

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Sur de Alnus, al norte del bosque de Schwars. En esos momentos...

El río corría suavemente a través de su cauce. En una orilla de este, se encontraba un extraño convoy de vehículos motorizados, los cuales iban desde semiorugas estadounidenses, hasta blindados pesados alemanes, pasando incluso por blindados medios soviéticos. Dentro y alrededor de los vehículos, múltiples personas se encontraban vistiendo diversos uniformes. Estos iban desde uniformes estadounidenses de infantería de la época de la segunda guerra mundial, hasta chaquetas y faldas escolares con cierto patrón militar. Y no era para menos.

En la cabeza de la columna, inclinados sobre un mapa desplegado en una mesa portátil colocada junto al Panzer IV que iba en cabeza, se encontraban en orden: Miho Nishizumi, vestida con su uniforme de Sensha-do consistente en una chaqueta azul marino con las charreteras de Mayor (rango otorgado honoríficamente por la Panzer Akademie) con una falda blanca y botas cortas de combate; pasando por Khoakin Petrakov, quien portaba el típico uniforme caqui de tanquista soviético sin tener sus charreteras a la vista; para luego llegar a Roth, quién con su uniforme gris de infante alemán llevaba los galones de subteniente; para luego terminar en Huxley, quien con el uniforme verde oliva estadounidense ostentaba los galones de sargento.

- Aquí estamos nosotros ahora - Señaló Roth un punto del mapa al sur de Alnus, donde pasaba un río. El mapa había sido conseguido de manos locales, por lo que era más confiable que los que tenían las academias por descripciones-Pasado este río está el Bosque de Schwarz, territorio de Elfos Oscuros. Según los civiles en Alnus, estos elfos son extremadamente territoriales y, por ende, son hostiles a cualquiera. Eso nos incluye a nosotros. Son un mero conjunto de tribus, por lo que será muy complejo dialogar con un gran número de ellos. Nuestro paso será, en el mejor de los casos, retardado por múltiples charlas con los líderes, que puedo asegurar por lo escuchado a los locales, no será así.

- ¿Ideas? - Preguntó Petrakov. A diferencia de los otros 3, este se encontraba bastante "relajado" en su puesto. La verdad era que estaba acumulando ganas de destripar a algún pobre sujeto que se atreviera a plantarle cara, producto de la frustración de los viajes interrumpidos por Europa escoltando a la princesa.

- Protejamos el techo de los semiorugas y dejemos rendijas para poder mirar al exterior. Eso debería servir contra las flechas. Tengamos listas algunas granadas también, podría asustarlos - Indicó Huxley, quien por suerte para el grupo estaba versado también en alemán.

- ¿Granadas incendiarias? - Preguntó Khoakin emocionado.

- No, a menos que quieras quedarte atrapado dentro - Indicó Roth.

- Blyat - Masculló el ruso.

- Como sea, empecemos a arreglar los vehículos y preparémonos para ingresar al bosque - Indicó Miho. Roth y Huxley fueron a dar las órdenes al resto, en lo que el par de oficiales permanecía en el lugar.

- Seré honesto aquí - Indicó Khoakin una vez ambos suboficiales se hubieran alejado - Es más que probable que alguien no la cuente después de cruzar el bosque, más aún después de cargarnos el dragón y tener que volver. Si estos elfos oscuros son tan territoriales como dicen, olvídate de siquiera pasar desapercibidos: en el mejor de los casos, tendremos que abrirnos paso a sangre y balas. Aunque Roth dijera lo contrario, prepara una granada incendiaria. En el peor de los casos, tendremos que prenderles fuego a los árboles para escapar.

Miho se sacudió ante el pensamiento de quemar semejante bosque. El susodicho ecosistema se alzaba poco más allá del cruce del río donde se encontraban. Trató de pensar en otra solución menos violenta, pero nada parecía ser algo más que meros pensamientos optimistas.

- ¿Será necesario ser tan violentos? Seríamos unos bárbaros - Comentó la japonesa a su colega ruso.

- Probablemente luchen como si fueran el mismísimo diablo. Habrá que alejarlos sin demora. Recuerda Miho, no estamos aquí para conquistar o colonizar el territorio. Solamente estamos de paso. Y si debemos incendiar el lugar para poder pasar, que así sea. Seguramente habrá otro camino para salir de aquí.

Tras terminar la charla, ambos oficiales regresaron a sus respectivos vehículos, un Panzer IV y un T-34/85. ¿La razón del cambio del tanque de Khoakin? Los superiores finalmente se habían dado cuenta de que Khoakin había realizado modificaciones no permitidas en su tanque, castigándolo y bajándole a un tanque medio (no es que le importara de todas formas).

Cuando Miho llegó a su tanque, Saori se asomó por la escotilla.

- Miporin, llamarón desde Alnus. Dijeron que un coronel de nombre medio raro que parecía el mugido de una vaca dirigiría algunas tropas a un lugar al este de aquí - Le informó la operadora de radio.

- ¿Apellido de mugido de vaca? - La cara de confusión y escepticismo de Miho debía haber quedado grabada para la posteridad según Khoakin, que observaba desde el tanque vecino - ¡Ah! Hablas del coronel Woods.

- ¡Ese mismo!

- Sí, hablé con él en la base sobre los movimientos que haría con sus hombres. Dirige un ataque hacia el Reino de Elbe. Dijo que estaba haciendo el ataque porque el reino estaba extremadamente débil y necesitaban, según sus palabras, "algo para entretener a la prensa" - Recordó Miho.

- Bueno, ahí está. Confirmado - Confirmó Saori.

- Bueno, entonces vam... ¿Cómo confundiste su apellido con el mugido de una vaca? - Preguntó la comandante nipona, sin creerse aún la confusión de su compañera.

- Eeehhmmmm... buena pregunta... - Lentamente la chica de cabello anaranjado se retiró dentro del tanque, siguiéndole Miho unos segundos más tarde. Huxley y Roth estaban replegando la mesa portátil usada para el planeamiento, mientras que Khoakin se acercaba a entregarle a Miho los mapas usados.

- Define un santo y seña por si nos perdemos. Después del bosque hay un valle rocoso, por lo que todavía es posible perderse allí. Es necesario establecerlo, las radios tienden a fallar en estos lugares.

- Entendido - Una vez arriba de su tanque, y ocultando su cabeza dentro de la escotilla cerrada (como hicieron todos los otros tanquistas), Miho le indicó a Saori que comunicara el nuevo santo y seña.

- Atención a todo el equipo de Vanguardia. Esta es Takebe del Panzer IV. El nuevo santo y seña para el viaje será... "Victoria", seguido por "Victoriosos" y terminado en "Vencedores".

- Recibido.

- Listo.

- Entendido.

Con el mensaje pasado, el Panzer en cabeza se internó dentro de la espesura del bosque, siguiéndole lentamente la columna. Dentro de nada, la oscuridad de un bosque donde no penetraba con claridad la luz los había envuelto totalmente.

XXXXXXXXXX

Base Alnus. En esos momentos...

Risa Tsukamoto era una joven empleada de la PSIA. Era parte de los agentes de inteligencia y militares enviados al otro lado para comprobar el estado de las cosas tras las declaraciones en las Naciones Unidas, y la única de una agencia japonesa. Pasándose la mano por su cabello castaño oscuro atado en una cola de caballo, observo atentamente la partida de una columna compuesta por blindados e infantes británicos: era la Task Force E del coronel Woods, compuesta principalmente por blindados e infantes mecanizados de la Irish Guards Academy e infantes de la Lord's Academy junto a los destacamentos de Colombia, Perú y México, con destino al lugar conocido como Reino de Elbe, al sur de la base Alnus.

Mientras que decían públicamente que era para eliminar de una vez a uno de los que atacaron Bélgica aprovechando su estado de debilidad, la agente japonesa no se dejaba engañar: querían desviar la atención. El ataque era muy apresurado, y se utilizaron solamente unidades recién llegadas que no estaban asignadas a otra parte. La pregunta era... ¿Qué quieren ocultar?

Dejó que parte de los civiles y agentes pasaran por el camino antes de echar a andar hacia el cuartel donde se encontraban las estudiantes japonesas. A pesar de ser del mismo país, la presencia de las japonesas, salvo las pertenecientes al Regimiento de Avanzada, había sido muy disminuida por su falta de actividad, ligada a su falta de experiencia y entrenamiento. Hasta donde había sabido, la única oportunidad donde se desplegaron tanquistas japonesas había sido para la ocupación de Itálica, y aquello fue por 2 días y no entraron en combate. Aunque lo tomaba como una falta de respeto de cierta forma, era entendible.

Llegando al cuartel de las japonesas, pudo hablar con algunas de ellas sobre cómo iba todo. Salvo algunas tanquistas de alta habilidad, la mayoría de las tripulaciones iban siendo, en lo posible, relevadas, para que no perdieran muchas clases. Pudo hablar con las encargadas de Pravda, Katyusha y Nonna, y con la encargada de los tanques de Kuromorimine en Alnus: Erika Itsumi.

- Entonces... ¿cómo puedes describir la atención europea a las japonesas?

- No nos ha faltado nada, pero tampoco hemos hecho mucho. Somos casi de exhibición. La única vez que pudimos hacer algo fue mantener el orden en Itálica mientras los europeos realizaban operaciones contra el Imperio. Aunque me molesta no haber podido hacer nada más, debo agradecerlo de cierta forma. Supe que fue una aniquilación casi completa, y pude escuchar yo misma como el ruido de explosiones y fusilería perduró por horas. En la ciudad, incluso las chicas con los mayores nervios de acero se sintieron empequeñecidas e intimidadas. Dudo que hubieran aguantado algo de tal calibre.

- O sea, ¿cree usted que podrían efectuar operaciones menores, que incluyan la lucha contra el enemigo?

- Creo que la mayoría preferiría misiones más pacíficas, como mantener la ocupación o tomar un lugar pacífico o con poca presencia enemiga, aunque personalmente creo que puedo hacer algo más que eso.

- ¿Piensa que es el pensamiento regular en las tanquistas japonesas del Sensha-do?

- En la mayoría, aunque algunas pueden pensar diferente. Escuche que Anzio no se tomó muy bien el ataque imperial, y aunque son muy distraídas, tienen un líder fuerte, carismático y decidido. Con su nuevo cuerpo de paracaidistas, puede que intenten hacer aluna osadía que desconozco como resulte.

La entrevista continuó por una media hora más, hasta que ya al atardecer abandonó los barracones, una libreta completa de preguntas y respuestas. Explorando la base (o los sectores que le estaban permitidos), observó como una agrupación de soldados se aprestaba para marcharse de la base. Curiosa, se acercó a ellos.

- Vamos a Itálica. Tenemos órdenes de ir allá a reagruparnos con nuestro comandante.

Una respuesta simple, quizá ensayada.

Con pasos decididos, fue a la comandancia y pidió ser trasladada a Itálica de igual forma. A la mañana siguiente la informadora estaba en un Bell UH-1 Iroquois camino a la mencionada ciudad.

Bosque de Schwarz

La noche había caído, y los miembros del equipo de Vanguardia estaban ya la mayoría durmiendo. Muy a pesar de las alumnas japonesas, la mayoría tuvo que dormir en sus propios vehículos en posiciones incómodas ante la amenaza fantasma de un ataque nocturno. Una persona por vehículo debía mantenerse despierta durante cierto lapso de tiempo para vigilar al exterior. Eso, por supuesto incluía a las japonesas.

Miho se encontraba bostezando mientras escudriñaba el interior de los matorrales y árboles. Una fogata al centro del círculo de vehículos era lo único que le proporcionaba una referencia en medio de aquel bosque. Esperaba que no atacasen en medio de la noche, como siempre preocupada del resto. Bostezo de nuevo, y casi cae dormida ante el cansancio.

Estuvo un rato inactiva, casi despierta por instinto, cuando vio algo moverse entre los arbustos. Observó atentamente, pero nada pasó. Relajándose, empezaba a quedarse dormida cuando un sonido de una rama sacudiéndose y unas hojas cayendo al suelo la alarmaron. Lentamente, tomo su MP40 y asomó la cabeza por la escotilla. Los arbustos seguían quietos. La noche seguía oscura, y la fogata estaba aún encendida.

Silenciosamente, casi como un gato, se escabulló de su vehículo y se acercó a los matorrales. Una ligera brisa pasó por allí. Sentía los pulsos de su corazón aumentando a mil por hora, y lentamente pasó tras los primeros árboles. Lentamente se paseó por todos los alrededores, sin nunca perder de vista la fogata. Una vez completada la vuelta, lentamente empezó a dar marcha atrás para volver, cuando un sonido de rama pisada la hizo detenerse en seco. Se dio la vuelta rápidamente...

...solo para encontrarse a Roth.

- ¿Qué haces aquí afuera? Es peligroso - Comentó como si nada el alemán, en lo que hacía un gesto de ir a los vehículos.

Miho prefirió guardarse que casi había tenido un infarto - Pensé escuchar un ruido, y fui a investigar. No me asustes así - Añadió, aun recuperándose del susto provocado por su compañero de equipo.

- Deberías acostumbrarte, a algunos nos gusta hacer bromas - Comentó con una ligera sonrisa. El ánimo se relajó algo, y ambos empezaron a caminar hacia los vehículos y la fogata.

Justo cuando frente a ellos se paró una sombra oscura de su tamaño salida de la nada.

Las reacciones fueron instantáneas: Miho se desmayó del susto, y Roth se alteró totalmente.

- ¡M-muéstrame las putas manos! ¡Y las quiero arriba ya, mierda! - Sosteniendo su arma temblorosamente, el suboficial miraba muerto de miedo a la sombra que se interponía entre ellos y sus refugios blindados.

- Espera, no estoy aquí par... -Lo que sea que fuera a decir fue interrumpido por los otros soldados, que empezaban a despertar de su letargo, y por los centinelas que empezaban a llegar, todos con sus armas en mano.

- ¡Las manos donde pueda verlas maldición! - Seguía vociferando Roth. El resto empezó a dar indicaciones similares, y cuando la sombra se giró hacia su alrededor, se dio cuenta de que estaba totalmente rodeada. Los árboles, que delimitaban el claro, estaban a varios metros de ella.

- ¡Tienes 10 segundos para levantar las manos o disparamos! - Amenazó Roth a la atrapada intrusa.

- E-espera-

- ¡10! ¡9! ¡8!...

- ¡Bien, lo haré! - Obedeciendo sus palabras, la sombra que demostró tener una voz femenina llevó sus manos a la parte posterior de su cabeza y la dejó allí, esperando la reacción de los aterrorizados soldados.

- ¡Hacia el fuego! ¡Vamos!

Poco menos que a empellones, la figura fue arrastrada a la fogata del lugar. Allí pudieron observarla con claridad.

La figura demostró ser femenina. Poseía unos atributos generosos y el pelo platino. Tenía una postura esbelta y una piel morena, y sus características físicas se parecían demasiado con aquella elfa que fallaron en salvar en cierto pueblo...

- ¡¿Una elfa escura?! - Inquirió Roth, aun apuntando su arma.

- Si - Respondió calmadamente la intrusa.

- Bien, esto solo puede significar una cosa - Murmuró el subteniente, antes de levantar la voz - ¡Apunten!

- ¡Alto, pedazo de inútil! - Llegó el grito de Khoakin, quien llevaba una botella de vodka a medio tomar en la mano-¿Qué no vez que intenta decir algo?

- ...

- ¿De dónde sacaste esa botella? - Preguntó uno de los granaderos alemanes.

- ¿Importa? Ella está tratando de decirnos algo. Si la van a fusilar, aunque sea dejen que de la información - Girándose hacia la gente tras él, que consistía en las tripulaciones de los tanques, señaló a 4 de ellos - Maho, Hana, Erwin y Mijail, vayan por Miho. Creo que es ese cuerpo pálido colapsado de ahí. Yuri, Ivan, cúbranlos - Ordenó mientras señalaba un bulto en la oscuridad del perímetro. Los 4 nombrados salieron en esa dirección (Maho y Hana más rápidamente que Erwin y Mijail) escoltados por el resto de la tripulación de Khoakin, que por una vez parecía tomarse su trabajo en serio, trayendo a la desfallecida comandante hacia su tanque para revisarla y atenderla. Mientras tanto, la gente volvía a poner su atención sobre la figura en la fogata, sobe la cual sus captores no habían perdido la vista en ningún momento.

- ¿Qué quieres decirnos? Habla rápido o ni yo podré mantenerte a salvo de tener un agujero en la frente. O tal vez veinte, dependerá del ánimo de los soldados – Preguntó tranquilamente el capitán ruso directamente.

- ¿Son ustedes los llamados hombres de gris, amarillo y café? - Preguntó con una voz entre dudosa, esperanzada y sensual. Los suboficiales y el capitán se miraron extrañados por el apodo.

- ¿Así nos llaman? Si me hubiera enterado antes ya habría ido a enseñarles a hablar a los imbéciles estos - Murmuró Khoakin a los alemanes, antes de recomponerse - Supongo que si somos ellos. ¿Por qué?

- Vengo de parte de los caciques de los elfos oscuros a pedirles su ayuda. Un dragón ha asolado nuestro valle, y queremos que lo ahuyenten así como ya lo han hecho antes. Las historias están. Desde Itáica han llegado los rumores - Prácticamente estaba rogando a este punto - ¡Tienen que ayudarnos! ¡Son nuestra única esperanza!

- Momento, para el carro. ¿Se puede saber cómo quieres que hagamos eso en un boque infestado por los tuyos, que tratarán de cercenarnos la cabeza a la primera ocasión?

- ¡Estoy segura de que no lo harí-

- Ya lo intentaron. Estábamos entrando al bosque cuando fuimos atacados. Nos costó 1 hora quitárnoslos de encima, y no quiero perder 3 horas más.

- ¡Hablaron entre los caciques! ¡No les harán nada más, se los juro! Tienen que creerme... - Unos ligeros sollozos se empezaron a escuchar provenientes de la elfa oscura. Mientras algunos soldados y las japonesas se veían sorprendidos e incluso conmovidos con la acción, otros más experimentados o veteranos como Khoakin mantenían la cabeza fría con una máscara de hielo sobre el rostro.

- Esperaremos hasta el día. Hablaremos entonces. Y eso más que nada debido a que, con tu aparición, asustaste de sobremanera a nuestra comandante - Con el dedo pulgar señaló el Panzer IV, donde Miho era atendida por su tripulación delicadamente - Hasta entonces, quédate ahí hasta cuando haya salido el sol. Eso es todo. Tienes 30 segundos para despojarte de todos tus bolsos, y recuerda: si aparecen amigos tuyos, lo lamentarán. Buenas noches - Y dichas esas palabras, el ruso entró en su tanque para desaparecer de la visión de todos - Mijail, Ivan, vigílenla. Si intenta alejarse más de medio metro de donde está, déjenla como queso suizo.

El grupo de estudiantes se empezó a disgregar entre sus vehículos, dispuestos a seguir durmiendo lo que pudieran. Los centinelas fueron cambiados, aprovechando los nuevos de permanecer en el exterior pero dentro del perímetro blindado que eran los transportes y tanques. En el caso del pelinegro y el rubio teñido que respondían a los nombres de Mijail e Ivan, estos se colocaron, armados con sus PPS-43 y una petaca que probablemente contenía alcohol, cerca de la fogata, sin perder de vista a su objetivo.

Con esa formación pasó la noche. Al poco tiempo de salir el sol, una recuperada pero aun tambaleante Miho, apoyada tanto por Yukari como por Maho, se dispuso a hablar con la extraña llegada durante la noche. Iban con ella Roth y Khoakin, este último con una cara de pocos amigos que parecía querer incendiar el bosque entero con los elfos dentro.

- Hagámoslo rápido - Indicó el pelinegro proveniente de Rusia - Ella dice que viene en representación de los caciques del bosque y del valle que está después, viniendo a buscar nuestra ayuda para echar al dragón que llegó. ¿Es eso cierto?

- Sí, completamente. Muchos de los nuestros murieron intentando hacerle algo, y entonces escuchamos las historias sobre como ustedes lo expulsaron de Itálica. Y no solo eso, tuvieron la fuerza para posteriormente aniquilar una columna imperial de más de 10.000 hombres - Relató la elfo.

- Al parecer nadie le contó los hechos reales, como que éramos diez veces más que ahora o que recibimos muchos refuerzos tras el combate con el dragón - Comentó Roth. Miho siguió hablando con ella, lentamente.

- ¿Estás segura de que nos dejarán pasar sin problemas?

- Aquí la pregunta es, ¿segura de que no habrá una emboscada? - Preguntó agresivamente el ruso - No sería la primera vez que experimento una, y te aseguro que mis ánimos son mucho peores que los de entonces.

- ¡S-segura! ¡No les harán nada si demuestran que van conmigo!

El grupo comentó en voz baja unos instantes.

- Te daremos el beneficio de la duda - Pareció relajarse al escuchar eso - Pero con una condición: tú iras en cabeza del grupo. Si hay una emboscada, la primera en caer serás tú - La orden del oficial ruso fue categórica. A los pocos minutos, la elfa oscura se encontró establecida en el chasis frontal del T-34 que iba en cabeza.

Itálica. Día siguiente.

Risa observó atentamente desde el costado de un campo abierto, delimitado de antemano. Allí, al centro, se encontraban los soldados que vio partir hacia Itálica hace dos días junto con varios soldados locales. No le costó mucho averiguar que era el infame Regimiento de Avanzada, el único que había sufrido bajas letales desde el Incidente de Flandes. También, el que había conseguido casi todas las victorias desde la Batalla de Alnus.

Actualmente el regimiento estaba organizándose. Nuevos vehículos estaban llegando desde Alnus, y nuevos soldados de distintos países llenaban los agujeros dejados por otros. A estas alturas, el regimiento había pasado de ser un montón de equipos dispersos a una verdadera fuerza de choque y combate capaz de realizar casi cualquier misión que se le encomendara.

El teniente coronel Karl Schmidt estaba en frente a sus hombres, dando instrucciones para la organización final del regimiento. Una vez acabadas, los capitanes asintieron y empezaron a ordenar sus efectivos asignados. El orden era simple: dos batallones, uno de combate directo y otro de apoyo. En el primero estarían todas las compañías blindadas y mecanizadas, mientras que en el segundo estarían la reserva motorizada y las compañías de artillería, así como la compañía de Reconocimiento, renombrada como Compañía de Vanguardia, la cual se encontraba lejos en ese momento.

Su mirada se dirigió ahora al otro lado del campo. Allí, se encontraban 2 de los "civiles" encontrados en este mundo: Rory Mercury y Lelei la Lelena. La entrevista con ambas había arrojado a la luz detalles de las operaciones de los estudiantes, pero ningún detalle especialmente revelador que tuviera relevancia. Pero había algo que no encajaba.

El regimiento se estaba formando como una fuerza de combate independiente. Pero el mando en Alnus declaró que los reinos menores y la capital imperial serían atacados y ocupados por tropas regulares. Entonces, ¿para qué armar a estas tropas sin relevancia tan fuertemente?

Devolviendo sus pasos a la base, se encontró con un aburrido soldado de guardia vigilando la entrada al cuartel. Con su brillante mente en acción, hizo lo necesario para intentar conseguir lo que necesitaba.

Simplemente desabotonó parte de su ropa superior y se acercó provocadoramente al soldado, quién al notarla la observó cómo hechizado. Puede haber sido entrenado como un guerrero, pero en la práctica seguía siendo un adolescente con las hormonas alborotadas. Bastaron unas palabras sugerentes y una pequeña "demostración" sin contacto físico para poder acceder al edificio del mando sin ningún tipo de vigilancia.

"Eso fue fácil." Pensó.

Caminando por los pasillos en su mayoría vacíos por la falta de personal, evitando ser detectada, se escabulló en varios cuartos buscando información. Sin embargo, la mayoría estaban vacíos, tenían mapas o planos locales o de la región controlada por las academias, contenían informes de las tropas tanto en Alnus como en Itálica, o sencillamente eran reportes de patrullajes y de Itálica. Incluso las oficinas que pertenecían al Regimiento de Avanzada solo tenían informes de tropas y mapas. La oficina de asuntos civiles, que ya había podido revisar anteriormente cuando visitó como agente de verificación, no tenía nada.

- ¿Me estaré volviendo paranoica? No hay nada aquí... - Se dijo a si misma tras revisar los dos lugares antes mencionados. La mayor parte del pequeño complejo de oficinas ya estaba revisado por ella. Cualquier otro se hubiera retirado, pero la obstinada agente de la PSIA decidió seguir con su tarea y revisar los cuartos que le quedaban. Sin embargo, cuando iba a salir al pasillo...

- ¡¿Quién fue el inútil que la dejo entrar?! - Llegó el grito furioso desde el pasillo siguiente - ¡Registren todo el edificio! ¡La quiero viva, ¿entendido?! - La comitiva conformada por un oficial y varios soldados apareció desde el pasillo contiguo, destacándose las enojadas facciones del rubio capitán Meyer del Regimiento de Avanzada. Risa apenas tuvo tiempo de ocultarse tras una puerta antes de que tres soldados pasaran corriendo por el pasillo, mientras que Meyer tomaba una dirección opuesta junto al resto y repartía órdenes.

- "Esto ya de por sí era complicado. No necesitaba una orden de Búsqueda y Captura sobre mi cabeza para hacerlo más difícil." - Pensó sarcásticamente la agente de la PSIA. Esperó a que los sonidos de pasos se desvanecieran antes de salir de su escondite y dirigirse a las 2 habitaciones que le faltaban. Cuando encontró la primera, revisó el nombre.

- "Sala de Oficiales 3." Nada fuera de lo común, las otras dos no contenían nada más que mapas y órdenes - Dispuesta a buscar la última que le faltaba y salir de ahí lo antes posible, caminó un par de pasos antes de que un ruido característico la detuviera. El sonido de botas a la carrera chocando con el suelo.

Sin perder tiempo, la agente de inteligencia japonesa se metió dentro de la sala y colocó el seguro. Luego, se escondió al costado de la puerta contrario al cual se abría. Los soldados intentaron abrir la puerta, pero al no poder decidieron buscar la sala siguiente. Al cabo de unos segundos, el silencio volvió al lugar.

- Eso estuvo cerca... demasiado para mi gusto - Murmuró la agente antes de recomponerse y escanear la habitación. No poseía ninguna diferencia notable con las otras dos salas de oficiales donde ya había estado, y su composición era la misma: un par de mesas y unas cuantas sillas, una cafetera, un hervidor, una que otra taza, planos y mapas desperdigados y algunas órdenes firmadas o no que quedaron sobre la mesa al carecer de mayor relevancia o cumplido su cometido. Había también un par de informes, uno de exploración al este de Itálica y otro del estado y número de las armas prestadas a la nueva tropa local. Completaban la escena un mapa de la región clavado en la pared izquierda, ocupando casi toda esta, una mesa con un mapa a escala de los alrededores de la ciudad con un juego de fichas militares en el centro y una pizarra de corcho con anotaciones y papeles clavados.

- Aquí no hay nada relevante, igual que las otras. Debería buscar la sala que queda a ver si encuentro algo-Se dijo para sí misma, cuando un objeto en una de las mesas llamó su atención - ¿Una carpeta?

Acercándose, tomó la carpeta con ambas manos y la observó atentamente. Al igual que muchos de los folder utilizados, era liso en diseño y de color caqui, a veces gris o café. Algunos de ellos, como este, no llevaban un título o nombre en la portada, pero eso era normal cuando no estaban diseñados para un tipo de archivos en específico. Aunque no era normal ver carpetas abandonadas en las salas, tampoco era algo muy inusual, ya que generalmente era porque tendría que volver en algún momento. Lo que le llamó la atención fueron las palabras "High Command Only" que aparecían plasmadas en rojo en la portada. Revisando nuevamente sus alrededores, Risa abrió el folder y empezó a extraer papeles.

Los papeles incluían una variedad de temas. Los primeros eran mapas, pero cuyas regiones no eran cercanas a Itálica o a Alnus. En su lugar, eran mapas de lugares y regiones más al oeste o norte de la ciudad en la que se encontraba, podía suponer gracias a las indicaciones realizadas en notas aparte o en los mismos mapas. Los diseños incluían dos ciudades de considerable tamaño (para los estándares locales), un valle bastante largo y un par de zonas montañosa, probablemente relacionadas con el valle. En estos mapas estaban también anotadas o señalizadas ubicaciones específicas, como puentes, edificios u otros.

"¿Qué diablos? Esto está en la dirección opuesta a Sadera o a alguno de los reinos enemigos..." Pensó la castaña. Los siguientes papeles que extrajo eran casi en su totalidad escritos, con algunas imágenes fotográficas. Eran en su mayoría perfiles de distintas personas locales, pero su número se podía contar con los dedos de la mano. La única persona que reconoció en esas fichas era Lelei.

Lo siguiente empezó a hacer que se preocupara. Eran distintos reportes sobre expediciones y ataques a personas, a la vez que informes sobre distintos temas. ¿El término común? La magia. Todo era respecto a las personas que estaban anotadas antes, que asumió eran todos magos. Los informes hablaban de los potenciales de la magia, donde se estudiaba, sus usos actuales, entre otras cosas. Era un trabajo de investigación bastante incompleto y hasta cierto punto vago –ella como agente de inteligencia sabía de eso. Sin embargo, era un hecho el que estaba siendo ocultado de la vista pública por algún motivo.

Los últimos papeles terminaron sus sospechas y le dieron la confirmación que necesitaba. En un papel blanco liso salvo por unas palabras, se leía con letras grandes:

[Operación Ars Goetia]

A continuación, en la página siguiente, aparecían los detalles más relevantes:

Lugar: Rondel, Distrito de Romalia
Fecha:
Desconocida
Fuerzas:
Regimiento de Avanzada – Mando de Itálicasi se considera necesario
Apoyo: Apoyo Aéreo ocasional, sujeto a cambios
Objetivo: Aniquilación de Magos – Destrucción de Rondel - Flanqueo de Fuerzas Imperiales tras el cordón montañoso al este de Itálica

Risa dejó los papeles sobre la mesa, para posteriormente sentarse en una silla y releer los papeles frente a ella. ¿Planeaban una aniquilación de la magia? ¿Quién lo haría? Podía traer tantos beneficios a la humanidad que era algo ridículo de pensar. ¿Era siquiera un plan de un grupo de oficiales? ¿O estaría toda la cadena de mando involucrada en esto? Recomponiéndose ligeramente, empezó a pararse y a colocar desordenadamente los papeles nuevamente dentro del folder, para luego tomarlo y dirigirse hacia la puerta...

...Solo que esta se abrió antes.

Escuchó un ruido al otro lado del pomo, seguido de una patada a la puerta que la abrió de cuajo y permitió la entrada precipitada de dos soldados con uniforme gris. Estos, sin detenerse, clavaron las culatas de sus fusiles sobre el estómago de la sorprendida agente de inteligencia, quien se desplomo en el suelo aun consciente, para luego tomarla cada uno de un brazo y echarla sobre el suelo, uno de ellos colocando su rodilla sobre la espalda de esta. Otro soldado, una chica rubia que aparentaba 16 con los galones de Major, pasó del grupo rápidamente y tomó el folder, revisándolo y ordenando los papeles que llevaba dentro. En la puerta aparecieron luego el capitán Boomfield y el Tnt. Coronel Schmidt, quienes, acompañados de algunos soldados, miraron fríamente a la capturada agente, quien seguía sorprendida de lo rápido que pasó todo.

- Miren a quien encontramos espiando - Comentó Boomfield-Mando, aquí Downfall 2-1. La tenemos. Preparen la celda.

Con un gesto del capitán, ambos soldados levantaron a la adolorida agente y se la llevaron, la prisionera aun tratando de saber que ocurría. Tras ella, dos soldados más vigilaban que no escapase. Los tres oficiales quedaron solos.

- ¿Creen que haya alcanzado a leer todo? - Preguntó Boomfield, sus gestos reflejando desinterés.

- No podemos estar seguros, pero por cómo estaban las cosas es seguro que leyó algunas - Indicó Erika, mientras presionaba la carpeta contra ella, su mirada expresando odio contra la espía.

- Que los guardias sean siempre del Regimiento de Avanzada. Cuando estemos fuera de la base que sean personalmente seleccionados por el General Laundraff. No podemos permitir otra falla como esta - Ordenó Karl, quien llevaba una expresión fría mientras observaba como la agente de la PSIA era arrastrada fuera del edificio hacia las celdas de la base.

- Nunca pensé que usaríamos las celdas de aquí - Comentó Boomfield, para después darse la vuelta y desaparecer por los pasillos del lugar. Ambos alemanes hicieron lo propio, perdiéndose en la base, mientras que un par de tenientes entraron a la sala de oficiales a ordenar el desastre dejado por la captura. 

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