Capítulo 6
GATE y Girls und Panzer no me pertenecen.
Capítulo 6
Secuelas y Cicatrices
Sala de Mando, Castillo, Itálica. 22:04 P.M.
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El material médico traído por los múltiples equipos enviados a Itálica permitió que los heridos pudieran ser debidamente atendidos, al menos lo mejor posible en sus condiciones. Apenas Karl se hubo reunido con los principales comandantes se organizaron los convoyes para desplazar a los heridos de vuelta a Alnus. El primer grupo saldría al amanecer del siguiente día, y el último al anochecer de ese mismo. Como medida precautoria respecto a ciudadanos descontentos, y aprovechando el testimonio de la condesa Myui de que Piña le había cedido la ciudad a la División Avanzada, la ciudad fue colocada con estado de sitio y el castillo con una fuerte guardia. La Cuarta Compañía de Guardias de la Academia Blindada Femenina de San Petersburgo, consistente en 15 T-34/76, montó guardia alrededor de la estructura fortificada, mientras los escasos Brandemburg y SAS presentes vigilaban las instalaciones importantes desde las alturas del castillo y las estructuras vecinas.
Los dos pilotos fueron rescatados por el equipo SAS Charlie 1 al mando de Charles Spencer y fueron inmediatamente enviados a enfermería apenas llegaron a la ciudad (hay quien dice que Mary le rompió otro hueso a Rick, pero eso es una historia para otro momento).
Las puertas del este, oeste y sur fueron fortificadas y bloqueadas por la Primera, Segunda y Tercera Compañías Blindadas de la Comrades Academy, consistentes en 30 T-34/85 cada una. Un perímetro alrededor de la ciudad fue establecido y patrullado por el Primer y Segundo Grupos de Armas Combinadas de la Iron Kross Akademie, consistentes cada uno en 5 StuG IV, 5 Panzer IV y 10 semiorugas con sus respectivos infantes, que en total sumaban un centenar y consistían en un equipo de mortero, dos de ametralladora, dos de asalto y cinco equipos de fuego. Dentro de este perímetro quedaban los restos de la batalla acontecida hace unas horas. La Segunda y Tercera Brigadas Japonesas, compuesta la primera por 15 tanques de Kuromorimine (10 Panther, 4 Tige Tiger II) y la segunda por 20 tanques de Pravda (15 T-34/76, 4 T-34/85 y 1 IS-2), se encargaron de vigilar y patrullar la ciudad desde adentro. Por su parte, los destacamentos blindados Primero y Segundo de la Lords Academy -consistente cada uno en 25 Comet-, y la Tercera y Séptima compañías blindadas de la Panzer Akademie -compuestas por 10 Tiger y 15 Panther y 10 Panther y 15 Panzer IV respectivamente-, se encargaron de buscar y recoger los cadáveres del campo de batalla, así como el equipamiento abandonado que pudiera ser útil y los vehículos recuperables. Por su parte, la División de Avanzada (o lo que quedaba de ella) se instaló en el castillo y sus alrededores hasta que llegara la orden de volver a Alnus.
- ¿Sabes que, Erika? - Habló Karl mientras se dejaba caer sobre una silla en la improvisada sala de mando del castillo, observando la ventana a través de la cual se observaba a los soldados realizando sus tareas asignadas-Apostaría que, si esas malditas feminazis aparecieran aquí, se nos tirarían encima porque hay mujeres recogiendo cadáveres, pero al día siguiente estarían reclamando por igualdad.
- Sabes que no me gusta que les digan feminazis - Respondió tranquilamente la rubia que antes hubiera sido la artillera de su Panther, ahora segunda al mando del oficial alemán - Los nazis por último se vestían bien, eran organizados, y eran productivos... en algunas cosas, claro está - Comentó sarcásticamente en lo que observaba un mapa de la zona conseguido en el castillo.
- Concuerdo contigo - El oficial se levantó y caminó hasta una silla en la mesa con el mapa, sentándose en frente de la otra oficial de la Panzer Akademie - También deberías saber que nos va a llover mierda por este incidente.
- ¿Liberales extremistas, anarquistas o comunistas que no conocen a Marx? - Tanteó ella.
- Peor: los tres.
- Scheiße - Masculló por lo bajo la Oberleutnant (teniente).
- ¿Algo más que nos deba caer encima? Podrían hundir todo nuestro progreso en cuestión de minutos.
- Vamos, sabes tan bien como yo que esto es, a fin de cuentas, solo una "vida escolar". Aunque te tiren abajo, siempre te puedes cambiar de escuela y seguir como si nada.
- Supongo. Aunque sé que también estas preocupada por lo que venga.
- ¿Qué seguridad tienes de ello? - Preguntó la rubia levantando una ceja.
- El que llevo en la misma clase y mismo equipo que tú desde que ambos ingresamos en la academia - Respondió el rubio quitándose el casco por primera vez desde la mañana. El cabello rubio estaba hecho un desastre, a tal punto que tendría que cortarlo para que se viera normal. El cabello del mismo color hasta media espalda de su acompañante no estaba en mejores condiciones.
- Supongo que eso hace que nos conozcamos bastante bien - Rio la oficial femenina.
- ¿Fue eso una indirecta que significa que debo salir rápido de aquí o fue en forma amistosa? - Preguntó Karl.
- Algo amistoso nada más. Sabes tan bien como yo que ninguno está listo para algo como una relación amorosa. No cuando aún hay asuntos pendientes - Comentó con pesadez la teniente.
- Supongo - Respondió el capitán, con la misma aura de pesadez aunque algo más ligera.
Ambos se quedaron un rato en silencio, observando el mapa y ordenando las fichas de las diversas unidades según la disposición dada en las últimas órdenes. A pesar de la gran cantidad de unidades enviadas a Itálica, no se les dio ninguna orden de sobre cómo proceder una vez arribadas allí, aún menos de que hacer luego de que la emergencia pasara. Gracias a eso, Karl y su equipo de mando habían logrado hacerse con el mando de todas las tropas en la zona de Itálica, y lo retendrían hasta que las unidades volvieran a Alnus o hasta que una orden explícita lo ordenara.
- Seguro que Alnus debe ser un infierno - Habló quedamente Erika tras un largo silencio.
- ¿La cadena de mando? Por supuesto. Esta emergencia demostró lo inútil que es que los 8 comandantes tuvieran el mismo mando, y deben estar con una pelea interna sobre qué hacer ahora.
- Sin mencionar que el orden establecido se vio fuertemente alterado. Hasta que organicemos la base e Itálica, estaremos inmovilizados mientras ese dragón siga dando vueltas por allí.
Un golpeteo en la puerta detuvo la conversación entre ambos oficiales. Con un "pase", un sargento del equipo de mando ingreso a la sala.
- Teniente Fehring, Capitán Schmidt, la princesa Piña Co Lada desea tener una conversación con ambos, así como con la condesa Myui.
- ¿Dónde se encuentra?
- En una celda del calabozo, junto a todos sus caballeros.
- ...bien, que ella y otro caballero de su elección se reúnan con nosotros en la sala de audiencias. Avisa a la condesa o a su criada jefe. Nosotros vamos en camino-Ordenó Schmidt.
- Entendido - El sargento se retiró. El par de oficiales se dio la libertad de soltar un fuerte suspiro (y un fuerte bostezo por parte de ambos) antes de tomar sus armas de servicio (Walther P38) y salir a paso tranquilo hacía la sala designada para el encuentro.
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Sala del Trono, Castillo, Itálica. 10:26 P.M.
Piña Co Lada se sentó en un asiento situado perpendicularmente a los dos asientos principales de la sala, en uno de los cuales se hallaba sentada ella anteriormente. Detrás de ella, Gray observaba impasible lo que acontecía. Frente a los dos caballeros, sentados en un sillón, dos adolescentes los observaban fríamente. Eran un hombre y una mujer, y llevaban versiones masculina y femenina del mismo uniforme gris, con apenas algunas diferencias en los detalles. Entre ambas partes, sentada en uno de los dos tronos, estaba la condesa Myui con su criada jefe, Klaine.
- Dará entonces comienzo a esta reunión entre la princesa Piña Co Lada, tercera princesa del Imperio, y los oficiales Karl Schmidt y Erika Fehring de la Coalición Académica, con la Condesa Myui como mediadora. Por favor comiencen - Anunció con seriedad profesional Klaine, mostrando habilidades de intermediario útiles durante la edad media, pero que para ambos oficiales alemanes era algo anticuado e innecesario.
Piña observó a los dos oficiales. Aunque ambos estuvieran libres todo el día, mientras ella estuvo encerrada en una celda y en el interior de las murallas, lo cierto era que ambos se veían demacrados y cansados. Gray le advirtió también, que ambos llevaban sus armas pequeñas con ellos, además de que iban vestidos con su uniforme de combate, incluyendo los cascos.
- ¿Que desea hablar, princesa? - Aunque le faltaba el decoro de las relaciones diplomáticas que tenía el día anterior, lo cierto era que ambos oficiales solo querían acabar con aquello lo más rápido posible para descansar lo máximo que pudieran hasta que fueran relevados en una fecha desconocida. La ciudad estaba pacífica, y no se esperaban ataques de cualquier agrupación enemiga.
- Es sobre las condiciones de nuestro arresto. Aunque sabemos que fueron justas, queremos que se nos dé otra oportunidad, y... la verdad, me deje llevar y no atendí a mi correcto juicio. Esperamos que nos revoquen de nuestro estado, que además podría provocar... malentendidos.
- ¿Malentendidos? ¿Como cuáles? Dudo mucho que no se entienda algo si ya estamos en guerra con ustedes. A menos, claro, que halla unidades independientes dentro de su Imperio que no sepan todo lo acontecido... - Comentó Erika, cuando la radio sonó y los oficiales se excusaron. Ninguno pasó de largo la breve tensión que adornó las facciones de su interlocutora.
- ¿Que sucede? - Preguntó Karl.
- "Este es el Primer Grupo de Armas Combinadas, nombre en clave "Ger 1-1". Gran agrupación enemiga, cercana a los 100 hombres. Es una orden de caballería con un estandarte con una rosa, y no atienden a las señales de alto. Incluso las desafían y siguen avanzando. Casi todos los caballeros son mujeres, cambio" - Informaron a través del canal abierto. Los dos oficiales se volvieron hacia la princesa, que esperaba nerviosa.
- Princesa... de casualidad... ¿no tendrá una orden de caballería en camino a Itálica con el símbolo de una rosa, ¿verdad?
El súbito salto de su interlocutora fue todo lo que el oficial alemán necesitó.
- Por favor... no les hagan daño... ellos no saben sobre lo que paso en Itálica... - Rogó Piña.
- Ger 1-1, aquí Mando. Tomen posiciones defensivas y motívenlos a rendirse. Anuncien que la princesa se encuentra reunida con los mandos y que cualquier ofensa que hagan será usada en su contra. Iremos a hablar con ellos en unos minutos, fuera - Habló Schmidt por la radio. Él y Erika se levantaron de sus asientos y se dirigieron a la puerta bajo las miradas de los otros 3 ocupantes de la sala - Princesa, su estado de prisionera será revocado, pero deberá ir con nosotros con sus caballeros. Tampoco tendrán derecho a portar armas ni usted ni lo suyos, y cualquiera que realice una ofensa será tomado prisionero o eliminado. Si intenta fugarse, atacaremos a matar. ¿Entendido? - Un asentimiento fue todo lo que necesitó - Bien, vamos.
El grupo salió de la sala sin la condesa y su criada, caminando por los pasillos marcados con señales para indicar donde se encontraban las salidas, enfermerías y otros, hasta llegar al garaje. Allí había unos soldados del equipo de mando, quienes a una orden alistaron dos kübelwagen. En el primero iban el chofer y los dos oficiales, mientras que en el segundo iba el conductor junto con la princesa, Gray y un soldado con una MP40 vigilándolos. Tras salir de la zona del castillo y el cinturón de tanques y fuerzas especiales, el grupo se retiró de la zona urbana por la puerta oriental vigilada por los T-34/85, para luego dirigirse hacia unas colinas cercanas donde estaba instalado el puesto de mando de la 1° Compañía de Armas Combinadas.
- Ger 1-1, aquí capitán Schmidt. Me aproximo a su posición desde el oeste. Confirme contacto visual - Tras unos segundos, señales de luz se vislumbraron desde la colina, las que fueron rápidamente respondidas con las linternas y faroles propios - Contacto visual confirmado, nos acercamos.
El grupo subió la colina en sus vehículos y entró al puesto de mando, donde se encontraban cerca de dos decenas de soldados alemanes. El comandante se acercó a los dos oficiales entrantes y, tras los saludos de rigor, los puso al tanto de la situación.
- El grupo de caballería escuchó la instrucción dada, tras lo cual se replegaron y establecieron un campamento temporal a unos 3 kilómetros de aquí. Tengo a media compañía vigilándolos - Informó mientras observaba de forma confundida a Piña - ¿Ahora permiten a los civiles ver las maniobras?
- Necesitaré que me preste esa media compañía por si las cosas salen mal. Y no, ella es la princesa capturada que nos ayudara a lidiar con el problema - Respondió Schmidt. Erika, mientras tanto, obtenía la posición exacta de la tropa de caballería. Tras unos minutos, el par de vehículos ligeros de transporte que salieran del castillo se encontraban acercándose cuidadosamente a un campamento de caballería, vigilados de cerca por 5 Panzer IV y 5 Semiorugas con sus respectivas dotaciones. 5 jinetes salieron al encuentro de los dos vehículos, en cabeza yendo una jinete peli púrpura de apariencia noble. Inmediatamente detrás de ella, iba una jinete igualmente femenina de largo cabello dorado. Los otros tres jinetes se mantuvieron más atrás, manos sobre las empuñaduras de sus espadas.
Schmidt y Fehring se bajaron del kübel y se acercaron, mientras Piña y Gray mantenían una MP40 encañonada sobre ellos. La oscuridad de la noche, solamente atacada por los faroles de los vehículos y las antorchas de los jinetes, ayudaba a ocultar sus identidades.
- Soy el Hauptmann Karl Schmidt, comandante de las tropas académicas en Itálica. Identifíquese junto con explicar sus motivos.
- Soy Beefeater E Caty, noble del Imperio y capitán de la Orden de Caballeros de la Rosa, bajo el mando de su alteza la tercera princesa del Imperio Piña Co... ¡¿Qué demonios estás haciendo?!
El motivo de tan súbita exclamación fue que Karl había soltado un cansado bostezo en mitad de la presentación de la caballera, mientras que Erika preguntaba en alemán que tenían en ese mundo con los nombres relacionados con licor.
- ¿Hum? No te preocupes, continua -Dijo con normalidad Karl al ver la expresión de furia de su interlocutora. Esta no estaba tan calmada ante la ofensa realizada por su contraparte, por lo que llevó su mano a la empuñadura de su espada, lista para desenvainarla y acabar con la insolente persona frente a ella. Y lo hubiera hecho, probablemente terminando con ella y sus caballeros llenos de plomo, de no ser por un oportuno grito de Piña.
- ¡Alto!
- ¿Alteza?
Piña y Gray descendieron de su vehículo y corrieron hasta los jinetes, quedando bajo las fuentes de luz en el proceso. Un gesto de Erika evitó que fueran tiroteados por su guardia, aunque ambos oficiales desenfundaron sus pistolas.
- Beefeater, no les hagas nada. Ellos han exterminado a los bandidos que asediaban a Itálica, que resultaron ser más de los que pensábamos, y además lograron espantar a un dragón de fuego. No podríamos hacerles daño, además de que los han estado vigilando desde que comenzó la negociación. Las colinas cercanas están llenas de soldados listos para disparar armas que nunca he visto, pero logran matar desde mayor distancia que una flecha y con mayor letalidad que una espada. Lo mejor que pueden hacer es no enfrentarlos y mostrarse amistosos con ellos. Si no fuera por su... buena voluntad.. yo seguiría prisionera.
Todo eso fue susurrado a la capitana de los Caballeros de la Rosa por su líder Piña, mientras esta última lanzaba fugaces miradas a los dos germanos que pacientemente esperaban. Por su parte, Beefeater miraba extrañada al par mientras escuchaba las descripciones de los combates que le iba dando Piña. Sonaban demasiado... irreales. Pero no dudaba de la princesa, menos cuando llevaba un semblante tan...
...aterrado.
- ¿Qué sugiere que hagamos? - Le preguntó.
- Eso preguntaré ahora. Pero necesito que me apoyen. Están en alerta máxima desde el ataque del dragón hace unas horas, y tienen a Itálica en algo llamado "Estado de Sitio". Cualquier crimen hecho, por pequeño o accidental que sea, es castigado con la cárcel o, más usualmente, la muerte en el lugar mismo. Tendremos que ser cuidadosos si queremos sobrevivir.
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Se encontraba mirando el cielo, tirado en el suelo. Las múltiples gotas de agua que caían a su alrededor desde las nubes grises copaban su campo de visión, en lo que sus oídos dejaban de sentir ese pitido agudo producido por el ataque. Hans apareció en su vista desde un costado.
- Peter, levántate. Esto aún no ha acabado - Le escuchó decir, en lo que extendía su mano y se levantaba con ayuda del soldado. Echó una mirada a su alrededor: un semioruga destruido, cerca de 8 personas, en su mayoría heridas o muertas, y solo él y Hans de pie con sus armas.
- Deberían mejorar el sistema de simulación - Comentó Hans - Para que no haya tantos muertos o heridos reales, y solo fueran virtuales.
- Tienes razón. Según el sistema, deberían retirar a todos de aquí por estar "muertos". Pero el problema es, que en realidad están muertos - Respondió él. De las 8 personas descontándolos a ellos dos, 4 estaban muertas, 2 heridos según el sistema, y dos heridas en la realidad.
- Estamos muy lejos de la base, y no tenemos radios. Y esta lluvia de mierda no para - Comentó Hans.
- Toma un panzerfaust. Alguien los ayudara. Nosotros nos vamos.
- ¿A qué?
- A seguir el combate.
El par de alumnos, soldado y cabo, tomaron cada uno un panzerfaust y siguieron avanzando por la dirección que llevaban anteriormente a ser emboscado. A los pocos minutos el grupo del semioruga quedó atrás, y luego de media hora avistaron una base militar con la bandera tricolor rusa.
- ¿Cuál es el plan? - Preguntó Hans.
- ¿No tienes uno? Tu no trajiste aquí.
- Veamos, ¿quién es el de mayor rango...? Ah sí, eres tú. Haz tu trabajo, Cabo.
- Entrar, cargarnos un par de tanques, provocar caos y huir. No podemos hacer mucho más nosotros solos.
Arrastrándose hasta el borde de la base, y mediante una multiherramienta, cortaron el alambrado que rodeaba la base y se colaron dentro. Avanzando por debajo de los vehículos y estructuras, lograron llegar hasta el garaje de tanques.
- Dispararé ambos panzerfaust, tu ve a colocar algunos explosivos donde puedas - Ordenó Peter. Hans asintió y se largó por su propio camino, dejando a Peter ubicarse detrás de los tanques con poca vigilancia. Rezando por que su compañero estuviera bien, y porque la lluvia de afuera terminara pronto, se colocó en posición y jaló el gatillo.
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Dos tanques destruidos. Una muralla derribada. Un camión inutilizado, y ambos alemanes capturados.
Luego de que el pánico inicial se terminara, ambos fueron rápidamente detectados y capturados. Llevados a rastras hacia una celda, fueron encadenados e interrogados.
Ese fue el fin de su incursión.
- Peter Roth - Mencionó su nombre algún suboficial ruso - Una lástima para ti que no quieras hablar... porque aquí no somos amables con los tercos.
- ¡Ya lo dije, no sé nada!
- Eso lo veremos - El chasquido de un cinturón de cuero se hizo escuchar entre las celdas, y la tortura comenzó allí adentro.
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Roth no sabía cuánto tiempo había pasado, quizá horas o días. Tras un par de sesiones, se rindieron con él y lo dejaron casi a su suerte. Con murmullos de pesadumbre, se preparaba mentalmente para su deceso cuando un pequeño estampido en la entrada le hizo volver la cabeza, aunque no podía ver nada gracias a la pared. Apresurados pasos de botas retumbaron por el pasillo, hasta que un soldado con un familiar uniforme gris apareció ante él.
- ¡Aquí hay otro! - Gritó en voz baja. Quebrando la cerradura en mal estado, dos soldados lo sacaron de allí y entre ellos y el resto de su grupo lo arrastraron, junto a 9 prisioneros alemanes más, hasta una colina cercana. La base entera estaba en caos, sin saber qué demonios había sucedido.
- No te preocupes, estas a salvo - Le dijeron una vez allí arriba. Roth observó a su alrededor. Una gran agrupación de Panzers de todos los modelos, semiorugas, vehículos de apoyo e infantería rodeaba la base rusa en la cual había sido prisionero solo hasta hace 10 minutos. Relajando sus músculos, se dejó caer en la inconsciencia. Antes de dormir, alcanzó a vislumbrar una cara pálida con una cabellera rubia dando órdenes.
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- Roth. ¡ROTH! ¡Despierta, hombre!
Peter Roth se levantó confundido de su lecho, mirando a todos lados. Luego de recordar cómo y porque estaba en una casa cercana al castillo de una ciudad medieval en una literalmente dimensión paralela, se calmó y dirigió su mirada a Hans, quien lo veía preocupado.
- ¿Qué pasa? ¿No puedo conseguir una noche de sueño?
- Dudo que haya sido un buen sueño si andabas respirando agitadamente, moviéndote en tu cama, y sudando a mares. Si quieres volver a dormir tendrás que cambiar tus ropas y las sabanas-Le indicó Hans como si fuera lo más obvio del mundo mientras le señalaba su cama. Efectivamente, su lecho presentaba una gran mancha producto del sudor, e incluso aún quedaba algo de líquido allí.
- Mierda...
- ¿Qué soñabas?
- ...
- ...
- ...
- Sabes que no te voy a forzar. Te conozco desde hace años y sé que algo te molesta - Hans se detuvo por un momento - Es por lo del Incidente, ¿verdad? Fue por esta fecha si mal no recuerdo
- ...sí. Estaba recordando algo de eso.
- Dios. Eso fue algo horrible. Y eso que ni siquiera estábamos conscientes cuando ocurrió lo peor - Hans se sentó de vuelta en su cama y se llevó las manos a la cabeza, apoyando los codos en sus rodillas.
- Nadie parece querer contar tampoco qué sucedió. Pareciera que no quisieran que sepamos que ocurrió después de que nos liberaran de los rusos - Habló Roth, preocupado - Hubo muchas noticias respecto al incidente, pero nada concreto de que sucedió exactamente. Es confuso, pero parece que quieren mantenerlo en secreto. Eso quiere decir que solo podemos preguntarle a alguien que haya estado allí.
- ¿Recuerdas a alguien que haya estado allí? Yo estaba inconsciente antes de llegar arriba de la colina.
- No... un momento - Roth cerró los ojos, concentrándose.
- ¿Y?
- Él estaba allí. Herr Hauptmann Schmidt estaba en aquella colina cuando nos rescataron - Los ojos de ambos se abrieron ante el descubrimiento. Sin perder tiempo, ambos se vistieron (Roth también aprovecho de cambiarse las ropas húmedas) y salieron a la carrera hacia el castillo, donde les comunicaron que el capitán estaba fuera pero que regresaría al poco tiempo. Decididos a obtener respuestas, el par se quedó en la entrada bebiendo agua de sus cantimploras.
- Ot yuzhnyj morey do poliarnogo kraya
Raskinulis nashi lesa i polya.
Odna ty na svete! Odna ty takaya —
Jranimaya Bogom rodnaya zemlya!
En un determinado momento, ambos soldados giraron la cabeza para encontrar un panorama de por sí raro. Los cuatro hombres de la tripulación del IS-2 modificado que estuviera en su equipo (zug 7) se encontraban abrazados de los hombros en una fila y bailando de forma... ¿exótica?, a la vez que tarareaban (o intentaban) el himno ruso. No sería tan extraño, si no fuera por las botellas de alcohol que llevaban en sus manos algunos de ellos, y el hecho de que el hedor a licor llegaba hasta a las narices de ambos suboficiales.
- ¿Es una broma? ¿Primero sus locuras y ahora esto? Espero que la chica del equipo este bien...
- Estará bien, ella es la hermana del comandante. Seguramente le dará un buen par de golpes al que la toque - Respondió Roth con indiferencia al comentario hecho por Hans, aunque no pudo evitar sacudir su mano frente a su cara para tratar de dispersar el hedor a alcoholismo andante. Finalmente el grupo se perdió por la calle aun cantando su himno nacional, para que a los pocos minutos apareciera el comandante militar de Itálica en un kübelwagen por el camino principal. De ese vehículo bajaron Schmidt y Fehring con un semblante agotado que pedía a gritos una cama y 4 horas de sueño, dirigiéndose sin perder tiempo al castillo para ingresar a la sala de mando y anunciar a los nuevos actores en escena a la vez que los ubicaban en el mapa táctico dispuesto en aquella sala.
- Capitán, teniente - Roth y Hans se cuadraron ante sus superiores, que con un agotado gesto devolvieron el saludo - Tenemos que preguntarles algo.
- Mañana - Respondió Fehring - Ahora no hay tiempo. Ugh, maldita diplomacia de la edad media...
- Debe ser ahora - Insistió Hans - Es sobre algo que solamente ustedes nos pueden responder adecuadamente, y debemos quitarnos esta inquietud ahora. Hemos pasado mucho tiempo con ella y debemos respondérnosla.
- ¿Qué cosa es? Rápido - Contesto Schmidt en voz baja, claramente más preocupado de lo que fuera que pensaba que de lo que le iban a preguntar. Fehring, por su parte, aseguraba la funda de su pistola.
- ¿Qué sucedió en el Incidente de Kaliningrado de hace un año? - Preguntó Roth, con la expresión seria que uno usa cuando sabe que algo difícil esta por delante.
Ambos oficiales pararon sus actividades de golpe, dirigiendo sus miradas gélidas sobre el par de suboficiales.
- ¿Puede repetir la pregunta? - Preguntó Schmidt lentamente, como para asegurarse de que fue real, pero también a forma de amenaza.
- Por supuesto - Respondió Roth, sin intimidarse ante las miradas de sus superiores - ¿Qué demonios sucedió en el Incidente de Kaliningrado de hace poco más de un año?
Ambos oficiales se les quedaron mirando, antes de mirarse entre sí y avanzar sin una palabra hacia el castillo.
- ¡No huyan, sé que estuvieron allí! ¡Tienen que contarnos la verdad en algún momento! - Roth les gritó mientras se ponía frente a ellos.
- No es algo que te importe. – Respondió Schmidt, señalándole con un gesto que saliera del camino.
- ¡Claro que lo es! ¡Yo estuve allí! ¡Usted estaba en esa colina cuando me rescataron de la base rusa, dando órdenes! ¡Si usted no me da respuestas, tendré que buscarlas en otra persona! - Amenazó Roth.
- Buena suerte con eso.
- Si no quieren hablar...
- Soldado Roth.... – Habló seriamente el capitán, ignorando el rango de su interlocutor, mientras que a un gesto suyo se acercaron dos guardias del cuartel – Una palabra más y será puesto bajo arresto. No se moleste en buscar oro donde no queda nada. - Con esas palabras, ambos oficiales entraron rápidamente al castillo, dejando en la entrada a los dos suboficiales con los ánimos encendidos. Los guardias del castillo que se habían acercado observaron al par, pero evitaron decir cualquier cosa y volvieron a sus puestos, pensando que solo se trataba de una discusión para relajar tensiones.
- Ese hijo de perra...
- ¿Roth?
El par de suboficiales alemanes se dieron vuelta, encarando a una sorprendida Miho acompañada de su hermana, quien llevaba un semblante serio como de costumbre.
- ¿Miho? ¿Qué haces aquí? - Roth luchó por evitar que algo de su frustración se colara en sus palabras, consiguiéndolo eficazmente.
- Venía por algunos datos para mañana... ¿qué sucedió?
Hans no era partidario de contar lo sucedido. Al poco tiempo de despertar, días después de ser rescatados, aprendieron que tanto lo que ocurrió dentro del Incidente, como sus consecuencias, eran una especie de tabú dentro de las academias europeas. Pero Roth sabía que podía confiar en Miho, de modo que contra el consejo de Hans, les dijo:
- Es una larga historia. Vamos primero por algo de beber.
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Tras llegar ambos oficiales a la sala de mando, cerraron la puerta de golpe y Schmidt se dirigió a una caja en un rincón del lugar. Sacando dos cantimploras con alcohol dentro, le pasó una a su acompañante y ambos bebieron un largo trago, antes de dejarse caer en sus asientos.
- Hijo de perra... - Murmuró Erika mientras pegaba nuevamente la cantimplora a sus labios - Preguntar por el incidente de hace un año... ¿es que no le quedó claro que hablar de eso es tabú?
- Más bien una regla no escrita - Formuló Karl después de beber su tercer trago - No tenía idea de que él estaba allí. Había entendido que a todos los prisioneros de ese duelo los expulsaron para que no revivieran traumas.
- Tal vez se les escapó él.
- Y su amigo.
- ...y su amigo.
Cayendo en un pesado silencio, ambos se dejaron llevar por los recuerdos de lo que había sucedido hacia tan solo un año...
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- Hubo un tiempo... - Empezó a relatar Roth, el grupo ya sentado en una mesa del único local que decidiera abrirle sus puertas a la fuerza ocupadora. Su dueña, una elegante mujer de 40 años, aceptaba como pago cualquier cosa que pudiera tener una especie de valor. Con bebidas no alcoholicas, Roth y Hans se habían acomodado para contar lo suyo - ...en el que los duelos entre las academias europeas, que hasta ahora buscan simular una guerra, eran mucho más crudos que ahora. En realidad era algo desesperanzador ver lo que sucedía en esos duelos.
- ¿Cómo es que eran más... "crudos"? - Preguntó Miho extrañada.
- Varios motivos - El que contestó fue Hans - Los tiros de los tanques tenían mayor carga explosiva, en lugar de balines se usaban balines metálicos o incluso balas de fogueo, que como sabemos, siempre disparan un desecho. Aunque no era algo que fuera una costumbre, era usual que los duelos terminaran con un par de muertos o un par de decenas de heridos reales.
- ¿En serio? - La que preguntó ahora fue Maho, quien veía con curiosidad y sospecha hacia donde se dirigía la conversación.
- Sí. Los duelos solían ser más como la guerra misma, con un poco de los trauman que existen allí. Los encuentros entre academias podían durar días enteros sin que se anunciara un ganador, sobre todo en la modalidad de combate total. Si bien había sensores en el sistema para identificar a los heridos y muertos, eran más bien escasos y no muy precisos - Especificó Roth. Hans complemento lo dicho por su superior.
- Siempre que no se rompieran los tratados internacional, a los prisioneros, porque los había, se les podía... "interrogar" - Hans remarcó la palabra con los dedos, simulando comillas - Cosa aprovechada por los suboficiales frustrados que querían obtener información crítica para cambiar la batalla y ganar un ascenso, en su mayoría. Otros, simplemente querían ser la segunda venida de Heydrich, aunque no le llegaran ni a la suela del zapato-Roth rodó los ojos ante el comentario del sargento, antes de volver a la conversación con un tono más grave.
- Hasta hace poco más de un año fue así, pero luego la postura sobre cómo realizar los encuentros fue cambiada radicalmente provocándose toda una oleada de cambios en el sistema, quien vio la entrada de sensores más potentes y sensibles, una computación más conveniente para el tipo de competición, reglas más humanitarias, y una serie de cambios profundos en el modelo de juego y preparación. Antes los nacionalismos abundaban, y era difícil que miembros de academias de distintos países tuvieran una relación que no fuera la enemistad o rivalidad a muerte. Ahora han aparecido relaciones más saludables para la mente, en su mayoría de amistad o rivalidad amistosa. De esta forma se intenta tratar de olvidar, o al menos eso creo yo, lo que pasó en el pasado.
Cuando Roth finalizó su relato, un pesado silencio invadió la mesa, solamente roto ocasionalmente por el sonido de un vaso o copa golpeando la madera cuando alguien bebía algo. Las hermanas Nishizumi relacionaban todo lo dicho, mientras el par alemán recordaba aquellos turbios días en los que la prioridad era literalmente llegar al amanecer siguiente con vida.
- Éramos nuevos, sabes tú - Empezó Roth nuevamente a hablar, tras unos minutos de silencio incómodo - Hans y yo. Debíamos llevar un par de meses como mucho antes de que el sistema fuera cambiado en profundidad. Solamente dos meses y pensamos haber conocido el infierno. Eso, hasta que recordamos que hay quienes lo han vivido por más tiempo.
- ¿Cómo quiénes? - Consultó Maho levantando una ceja, imaginándose quien podría ser.
- Khoakin Petrakov, por ejemplo. El motivo por el que casi lo echan varias veces era porque se sobrepasaba con los prisioneros, o porque era especialmente cruel al pelear. Su aparente locura jugó un papel importante en sus constantes intentos de expulsión, aunque siempre se salvó de lo que le tiraran encima.
- Hmm - Fue todo lo que dijo Maho.
- Tiene sentido. Aunque no es mala persona ("si, claro," comentó Hans por lo bajo), siempre pareciera que tiene un par de tornillos sueltos - Habló Miho.
- ¿Cuánto tiempo había estado en ese mundo?
- 1 año y tanto, supongo, ya que lleva 3 años en esto de las academias y el cambio del sistema se realizó... hace 1 año y 2 meses - Contestó Roth.
- ¿Alguien más que conozcamos? Que, dicho sea de paso, es probable que tengo su propia personalidad turbia, por lo demás - Preguntó la mayor de las Nishizumi.
- Herr hauptmann Karl Schmidt - Hans deslizó el nombre casi con veneno, recordando el intercambio de palabras sostenido con el oficial hacia cerca de media hora - Para el cambio de sistema él ya estaba con el rango de capitán. Se podría decir que el cambio de sistema lo estancó, a diferencia de muchos otros que lograron subir escalafones. Su personalidad turbia, como la describes tú, sería su extrema frialdad-Acotó el sargento.
- Si hablamos de Schmidt, no podemos olvidarnos de Fehring - Habló ahora Roth - Es su segunda al mando, y lo ha sido casi desde que se conocieron. Prácticamente uno de los grupos de mando más unidos que veras por aquí.
- ¿Él también? - Maho no pudo evitar sentir algo de sorpresa - No lo imaginé de tal manera. Claro, ahora que lo dices, tiene sentido...
- Pero parece haber salido bien... al menos por afuera - Pensó en voz alta Miho - Pero ¿qué tiene que ver esto con la discusión que tenían con ellos en el castillo?
- A eso nos dirigíamos - Dijo Hans pesadamente - A la razón del cambio del sistema entero.
- Ocurrió hace 1 año con 2 meses - Habló Roth con el mismo ánimo decaído - Y aunque tiene un par más de nombres, el oficial es...
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- El Incidente de Kaliningrado - Mencionó Karl el nombre, casi con veneno, de aquel incidente donde había tomado parte - Menuda mierda de días fueron esos - Tomando el que era quizás su décimo trago en la noche, el oficial se dejó caer en el suelo apoyado contra la mesa, tratando de conciliar el sueño.
- Mis felicitaciones a Roth por evadir la oleada de expulsiones - Habló a su vez Erika desde una situación similar, solo que al otro lado de la mesa.
- Las mías no, que se pudra en el infierno.
- Sabes que si logra revelarle a alguno de afuera de la academia que estuvimos en el Incidente nos echaran más rápido de lo que podemos decir Panzerkampfwagen, ¿verdad?
- No me puede importar menos en este momento. La ciudad está llena de gente de fuera de la academia, y no por eso lo mande a encarcelar apenas menciono el tema. Seguro que esas rusas habrían tenido algo de diversión con el pobre hombre si lo hacía.
- ¿Eso fue sexismo inverso?
- ¿Qué voy a saber?
- Me acordé de los dos pilotos heridos que son pareja-dispareja. Creo que alguien los acomodó a ambos en la misma habitación de descanso.
- ¿Y?
- A solas.
- Ah - Tomando la radio, el oficial contacto con la guardia del castillo - A quien sea que este escuchando, necesito que confirme el estado de los pilotos - Se escucharon pasos venir de la radio, señal de que la radio receptora era portátil, antes de escuchar una puerta abrirse y gritos vergonzosos de las voces de los pilotos. La radio receptora cayó al suelo y el guardia, tras una disculpa acelerada, se dio a la fuga a los pocos segundos.
- ¿Estaban...? - Erika habló con voz neutra.
- Si, estaban - Karl confirmó con voz igualmente neutra.
- No tengo fuerzas ni para burlarme.
- Yo tampoco.
Pasando el rato de cualquier manera posible, ambos oficiales conciliaron el sueño a los pocos minutos. Mientras tanto, Roth y Hans aún tenían un poco que explicar...
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- ¿El Incidente de Kaliningrado? - Repitió Maho con extrañeza. No le sonaba a nada que hubiera pasado en el mundo europeo.
- No me suena de algo - Confirmó Miho.
- Es normal - Contestó Roth sus dudas - Se le bajó el perfil lo más posible fuera de los países involucrados, aunque fue inevitable que todas las academias se enteraran, siendo que era algo que cambio la forma de ver los duelos académicos.
- Peter y yo - Hans se detuvo al ver las caras de las japonesas ante el nombre extraño - El nombre de Roth es Peter - Ambas asintieron, dándose cuenta Miho de que nunca había intentado averiguar el nombre del alemán - Como decía, Peter y yo estábamos en el juego del incidente. Nos dirigíamos con nuestro equipo en un semioruga a realizar un reconocimiento armado a una base rusa cercana para ver la posibilidad de que el batallón la tomara por asalto. Las cosas empezaron mal desde el momento en el que nos alejamos del grupo.
- Empezó a llover cuando partimos, reduciendo la visibilidad - Continuó Roth - A pesar de eso, seguimos. A los 10 minutos de camino nos emboscaron los rusos, y perdimos el semioruga y a los otras 8 personas. 4 de ellas murieron. Tras un rato, Hans y yo proseguimos hacia nuestro destino, decidiendo provocar el mayor caos posible y huir de allí. Las cosas no fueron bien, y tras provocar un pequeño pánico nos capturaron e interrogaron. Al poco rato se rindieron con nosotros, pero logramos observar que había 8 prisioneros más. Tras un tiempo que desconozco, tropas nuestras se infiltraron en la base rusa y nos sacaron de allí. Yo caí inconsciente al llegar a la colina cercana donde estaban algunos de los nuestros, y donde alcancé a vislumbrar al capitán Schmidt. Por eso sé que estuvo allí. Luego no sé qué más pasó. Sin embargo, sé que Khoakin no estaba allí debido a que su academia no participó en ese duelo. Tuvo suerte, ya que si aparecía por allí seguro que lo expulsaban sin oportunidad de salvación.
Miho y Maho analizaron las palabras del subteniente. Al poco rato, Miho preguntó tímidamente:
- ¿Por qué es importante saber que pasó allí?
La respuesta de Roth se le clavó en el alma como un cuchillo afilado, cambiando para siempre la imagen que tenían ambas hermanas del frío oficial alemán:
- Porque en ningún accidente mueren más de dos mil personas.
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