Capítulo 4
GATE y Girls und Panzer no me pertenecen.
Capítulo 4
Itálica
Base Alnus. Día D+28
- ¡Rápido, rápido! - Gritaban los miembros de los equipos de apoyo aéreo mientras los dos pilotos de aviones de combate de las academias del aire corrían con sus trajes ya puestos. En lo que subían a sus cabinas los aviones terminaban de recargar su combustible y armamento y en pocos minutos ambos estaban en el aire camino a Italica.
- Royalty 1 y Phoenix 1, aquí Mando - Se escuchó la voz del general Meller desde la torre de control - Según información actualizada por el mando de la División Avanzada, los bandidos que atacaban la ciudad han huido, pero todo es debido a la situación y por eso recurrimos a ustedes...
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Un día antes...
Residencia de la Familia Formar. Italica, Dia D+27
Los estudiantes que ingresaron a la ciudad de Italica habían entrado en un pequeño shock al ver el estado de la ciudad, ya que las casas más próximas a la puerta que recién habían pasado tenían daños evidentes de que había ocurrido una lucha hacia poco tiempo. Roth, Miho y Hana notaron que había aun muchos cuerpos esparcidos en la explanada, de al parecer una mezcla de soldados y ciudadanos. Al momento de entrar fueron recibidos por un soldado mayor de edad madura, tez oscura y cabello canoso, quien vio con interés a estos "visitantes" no mayores que niños.
- ¿Qué es lo que buscan? - Les preguntó elocuentemente, algo que no gusto a Roth debido al tono que uso.
- Nosotros venimos de lejos. Venimos de... Alnus - Respondió Miho sin mucha dificultad, ojeando el libro traductor por si las dudas. Al escuchar eso aquel soldado retrocedió sorprendido.
- ¿Alnus? - Miró más detenidamente a estos jóvenes, quienes no debían pasar los veinte años, antes de girarse hacia uno de los milicianos - ¡AVISEN A LA PRINCESA!
- ¿Señor? - Preguntó extrañado uno de los subordinados, quien partió de inmediato ante un arrebato del hombre.
- Obedece - Dijo el peliblanco seriamente, aunque se veía en shock - "Son de la gente que ha logrado aniquilar a millares de tropas imperiales, y lo peor de todo... ¡es que son solo niños!" - Pensó al indicarles que lo siguieran, camino de la residencia Formar, nombre del clan que dominaba aquella ciudad - Síganme por favor.
- Atención - Habló Roth por su radio - El plan se mantiene, mas consulten por una reducción del perímetro de defensa y estén alerta.
- Recibido – Recibió su respuesta del otro lado de la línea de comunicación.
- ¿Roth? - Miho tenía sus dudas ante esa orden, pero Hana le hizo ver que probablemente tenía sus razones, comprensibles para aquellos que tenían instrucción militar. Fuera del muro, los tanques y semiorugas transmitían el mensaje al equipo de mando y, tras recibir confirmación, se posicionaban en semicírculo.
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Fuera de Itálica, equipo de mando.
- Herr Hauptmann - Le llamó la atención el operador de radio del semioruga de mando - Mensaje del interior de Itálica.
- ¿Qué dice?
- Dice que se mantiene el plan aunque hayan entrado pacíficamente, pero piden que reduzcamos el perímetro.
- Mmm... - El rubio oficial empezó a ver una fotografía aérea de la zona de Itálica extendida sobre sus piernas mientras bebía un refresco de una lata - Díganles a los equipos medios que tomaran la patrulla del perímetro. Redúzcanlo a 8 kilómetros por el este y oeste, y coloquen el puesto de mando a 4 kilómetros al sur de la ciudad. Que los equipos ligeros se alisten para forzar su entrada a la ciudad y apoyar a los miembros del equipo de exploración. En caso de combate, apenas entren que se pongan bajo el mando de Nishizumi. Los equipos de mando y mecanizados a la espera.
- Entendido - El soldado empezó a transmitir la información por la radio mejorada del semioruga, en lo que el oficial terminaba su refresco y observaba un reloj de bolsillo.
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Mansión Formar
La joven princesa del Imperio, Piña Co Lada, salía de su habitación asignada lo más rápido posible mientras una de las doncellas aun le acomodaba sus ropas y armadura - "Esto sí que es malo. Los enemigos de Alnus han venido hasta aquí y en un muy mal momento" – Pensaba – "¿Qué puedo hacer?" - Se preguntó a si misma al detenerse ante la puerta donde le esperaban los visitantes – Mmm - Pensó un poco mas pero no lograba alguna idea.
- ¿Princesa? - Era aquel hombre mayor de la puerta de la ciudad, quien la esperaba junto a la puerta.
- ¡Gray! - Exclamó buscando ayuda, pero el verlo tenso no fue el mejor indicio. Piña solo trago saliva y entro dando la mejor imagen posible.
- ¡Su majestad la tercera princesa del Imperio, Piña co Lada, hace acto de presencia! - Anunció uno de los sirvientes ante lo que la mayoría de los presentes hizo una reverencia o inclinó la cabeza. La princesa se dirigía hacia una de las sillas de los gobernantes la cual era elegante pero a la vez bastante sencilla, manifestación de las costumbres del clan local. Sentada a lado estaba la joven heredera Myui Formar, quien no era más que una niña de unos diez u once años la cual vestía de acuerdo a su status y, al igual que Piña, se encontraba nerviosa. Sin embargo, y para temor de todos los presentes, la risa de Roth rompió todo protocolo, arrancando miradas desencajadas de los locales y de sus propios acompañantes.
- ¡Roth! - Le susurró Hana - ¡Silencio!
- ¡Lo siento, pero esto es muy estúpido! - Roth se reía a rienda suelta. Los imperiales lo veían con ojos descolocados, como si le hubiera crecido una segunda cabeza. Entremedio de sus risas, la joven comandante pudo escuchar cosas como "¡Se creen la gran cosa!" o "¡¿Qué clase de presentación es fue esa?!" Miho tomó valor y decidió hablar sobre la falta de su subalterno.
- ¡Disculpe la grosería de parte de mi compañero, pero su nombre en nuestro mundo tiene un significado diferente a lo que ustedes pueden creer! - Dijo rápidamente pero con un poco más de dominio de la lengua local. Seguido a eso, le dio un pequeño golpe a Roth que lo hizo callarse, aunque la sonrisa burlona seguía presente allí.
- ¡No-no hay problema! - Respondió con disimulo Piña mientras apretaba su mano contra la silla. Respirando profundamente, se calmó lo suficiente como para hablar sin que le temblara la voz - Ya he sido informada de donde proceden pero ¿Qué intensiones tienen con Itálica?
- Queremos formar una alianza con Itálica, además de querer establecer una ruta de comercio de beneficio mutuo - Respondió con calma Hana con un tono relajante y manteniendo la compostura, cosa que levantó algo de tensión del ambiente mientras sus dos acompañantes se calmaban y la sala tomaba una atmósfera de concentración. Su respuesta causo reacciones de sorpresa en sus interlocutores.
- ¿En verdad es todo lo que buscan? - Intervino Gray sorprendido.
- Sabemos que la ciudad es un valioso enclave económico, además de que poseemos muchas cosas que podemos intercambiar con ustedes. Ya sabe, cosas de nuestro mundo - Informó Miho dejando interesados a todos los locales al declarar eso - Queremos también empezar un canal de dialogo diplomático con Italica y posteriormente con el Imperio, ya que... - Roth detuvo a Miho a quien le susurro algo al oído. Ante lo dicho por Roth, Miho solo pude murmurar - Espera, ¿es en serio?
- Si gustas puedo decirlo yo - Sin esperar confirmación, Roth se adelantó dos pasos al grupo y se plantó frente a la princesa y la condesa.
- Para ser francos, nuestras naciones y otras naciones amigas quieren que se nos paguen y compensen por los asesinatos, violaciones y otros cometidos por sus tropas en nuestro mundo. Y de no llegar a un acuerdo, pues... bueno, ¡PODEMOS PARA TOMAR ESTA CIUDAD Y HACERLA DESAPARECER DEL MAPA! - Roth lanzo una carcajada cruel, la cual combinada con su uniforme gris le hacían parecer amenazador. Hana solo le veía con lastima ya que al no manejar bien el idioma no entendieron bien lo que dijo. Por su parte, Miho miró aterrada las reacciones de sus interlocutores, relajándose al ver que no entendieron del todo y repitiendo lo dicho, omitiendo, obviamente, algunas cosas.
- Entiendo. Sus gobiernos claman justicia ante lo hecho por nuestros ejércitos en su mundo... - Piña se mostraba algo reacia a aceptar lo que le contaban que hicieron los profesionales ejércitos del Imperio, pero teniendo al enemigo en frente le decía que era mejor no contradecirlos.
- Princesa - Gray se acercó a ella - ¿Qué clase de gobierno mandaría a tropas tan jóvenes al frente? Son apenas niños - Le susurró al oído.
- No lo sé Gray, pero algo me dice que quizás tienen mucho más poder de lo que parece - Respondió ella. La atención de ambos volvió a los invasores cuando el pelinegro que iba con ellos carraspeó para llamar su atención.
- Para dejar en claro mi punto - Habló ahora profesionalmente, buscando las palabras en el libro traductor y sin elevar demasiado la voz a diferencia de la vez anterior - Me gustaría que se acercaran a la ventana, si es posible. Espero no les moleste esperar un poco - Curiosos, Gray, Piña y Myui se acercaron a la ventana señalada por Roth, la cual daba hacia una colina cercana, con Miho y Hana detrás de ellos, curiosas también de ver que había preparado el oberfeldwebel (subteniente).
- ¿Qué piensas a hacer, Roth? - Preguntó Hana, preocupada de lo que podría pasar.
- Solo una pequeña demostración de fuerza - Respondió tranquilamente, abriendo Hana los ojos pero sin hacer nada para detenerle. Aprovechando la atención momentánea del grupo nativo sobre él, encendió su radio y se comunicó con el resto del equipo fuera.
- ¿Hola? ¿Me recibe alguien?
- ¿Roth? ¿Qué diablos necesitas? Estoy tratando de dormir en este horrible horno llamado tanque - Respondió la molesta voz de Khoakin Chemikov.
- Levanta a tus hombres, necesito una demostración de fuerza.
- ¿Hum? ¿Qué quieres que hagamos?
- Levanten el cañón del tanque y apunten a la colina al suroeste de la puerta. Distancia aproximada de tu posición: 300 metros. Munición HE - Informó precisamente lo que requería. Escuchó algunas voces de fondo, hasta que Khoakin volvió a retomar la radio - Tienes suerte de que estaba cargado el alto explosivo. De lo contrario hubieran sido 30 segundos de laaarga recarga - Se quedó en silencio unos segundos, en los cuales toda la sala clavó su mirada en Roth, expectante - Estamos listos.
- Bien, espera confirmación.
Roth volvió a carraspear, buscando en el libro traductor las palabras adecuadas - Princesa Piña - No pudo evitar que se le escapara una sonrisa al pronunciar el nombre - Cómo una muestra de cortesía de parte de nosotros, el séptimo equipo de exploración, le quiero mostrar una pequeña parte de nuestro poder - Señalando el cerro a la distancia, llamó por la radio al IS-2 - Ahora.
- ¡Fuego! - Se escuchó gritar a Khoakin. Unos segundos después, la cima de la colina estalló en una gran explosión, abriendo los ojos de Piña y sus acompañantes. El sonido y la onda de choque llegaron un segundo después, complementando la demostración de poder destructivo.
- Tenemos cerca de 40 carros, y todos tienen un poder similar. Además, cada uno puede realizarlo varias veces. Como pueden ver, con una palabra de cualquiera de nosotros, este lugar cae - Terminó su sentencia con una sonrisa y una mirada amenazadoras, asemejándose a un miembro de cierta fuerza paramilitar de la Alemania Nazi...
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Puesto de Mando.
- ¡¿Quién demonios dio la orden de disparar?! - Gritó Schmidt por la radio mientras los soldados en el puesto de mando entraban en actividad febril y comunicándose con otros equipos.
- Recibí la orden desde el interior, con instrucciones precisas de donde y cuando disparar - Informó Khoakin al otro lado de la línea de radio - Puede que sea algo de intimidación, pues pidieron explícitamente munición HE contra la colina a la vista del castillo.
- ¡¿Fue Nishizumi quién dio la orden?! - Recibió una negativa del ruso - ¡¿Quién demonios dio la orden?!
- ...Oberfeldwebel Roth, de los granaderos - Contestó el oficial tras unos segundos de silencio. Schmidt se giró hacia unos soldados que manejaban los datos de los equipos.
- Zug 7, infantería, Oberfeldwebel Roth – Uno de los soldados buscó entre los papeles del mencionado equipo hasta hallar la ficha del mencionado, para luego pasársela al capitán. El oficial volvió a la radio tras ojearla brevemente - ¿Tienes alguna forma de contactarme con él ahora?
- Eeehm... tal vez... pero no creo. Y no me preocupa mucho que digamos.
- Escucha bien maldita basura comunista, vas a contactarme con el malnacido de Roth o te aseguro que esta ciudad destrozada será lo último que veras en tu vida militar. Y no te atrevas a querer desafiar mis palabras - Un silencio del otro lado del canal fue todo lo que necesitó – Perfecto - Lanzando el comunicador de la radio de vuelta a su lugar, el oficial salió de la tienda que hacía de puesto de mando masajeándose el puente de la nariz y murmurando maldiciones sobre la mitad del árbol genealógico del granadero. Sus subalternos los vieron salir silenciosamente.
-Herr hauptmann, tengo una información que... - Una chica rubia que le llamaba y acababa de entrar a la tienda lo observó pasar junto a ella y salir en silencio con una cara estoica. Se giró hacia los soldados preguntando con la mirada que le había pasado.
Uno de ellos señalo la radio.
- Ah, está enojado - Concluyó mientras giraba los ojos y suspiraba.
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Sala de Reuniones
Roth seguía observando a los aterrados nobles y caballeros de la sala, cuándo su comunicador sonó. Atendiéndolo, se encontró con que era Khoakin.
- Hola. ¿Alguna novedad por allá? No es normal que llames porque si - Habló con sorna, arriba de una nube de confianza y arrogancia por sus acciones.
- Pues... herr hauptmann Schmidt se enteró de tus órdenes... y no está muy feliz que digamos. Quiere hablar contigo lo más pronto posible - La ilusión de confianza de Roth se quebró con un sonido de cristales rotos, y su cara cambió de una sonrisa confiada a una mueca de terror mientras palidecía.
- ¿Qu...que tan enojado está?
- Hablé con su segundo al mando después. Dijo que salió de la carpa de mando murmurando maldiciones contra ti y la mitad de tu árbol genealógico - Comunicó el ruso.
- Estoy jodido...
- Al parecer.
La mueca de Roth no pasó desapercibida por las dos japonesas, quienes se acercaron al alemán sigilosamente en lo que los nobles discutían entre ellos.
- ¿Qué paso, Roth? – Preguntó Miho, curiosa.
- El capitán Schmidt se enteró que yo di la orden... estoy jodido - El pelinegro se llevó la mano al cuello, como si sintiera una soga enredándose alrededor de este. Miho y Hana solo lo observaron tratando de quitar su mueca de terror, con mediano éxito.
- ¿Roth? ¿Sigues ahí?
- S-sí.
- Te digo esto como compañero de equipo más que porque me preocupe por ti, pero te sugiero que bajes inmediatamente de allí y vuelvas al zug. El hecho de que la orden fue dada por ti, un miembro de academia europea, y sin consentimiento del oficial a cargo, hace que él puedo usar sobre tu persona el castigo que quiera.
Roth tragó saliva.
- Scheiße... Miho, Hana, las dejo con los nobles estos. Tengo que llevar mi culo allá si quiero seguir conservándolo al final del día - Se excusó apresuradamente antes de salir corriendo de la sala. Afortunadamente para ambas japonesas, el grupo local todavía no había terminado de discutir, provocando que la rápida salida del alemán pasara desapercibida.
- Señorita... - Comenzó a hablar Piña, dirigiéndose hacia Miho.
- Miho Nishizumi.
- Señorita Nishizumi. Ruego disponga de algo más de tiempo, necesario para que nosotros podamos contarle la situación aquí en Italica y, en base a eso, tomen una decisión - Habló la princesa en lo que hacía un gesto hacia las sillas. Mientras, unas criadas traían una bandeja con té y galletas.
- Bien. Díganos lo que tenga que decir.
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Puerta sur, exterior.
Roth llegó a la carrera, algo sudado por el aventón de adrenalina combinado con el sudor frío que tenía desde que se le comunicó la noticia. Tembloroso, salió de la ciudad y se reunió con el resto de su equipo, donde algunos parecían saber que pasaba y otros... pues estaban en su mundo.
- Veo que llegaste - Comentó sarcásticamente Khoakin, asomado desde la torreta de su tanque.
- No hables tan normal tras decirme que están tras mi cabeza - Le recriminó el suboficial nerviosamente.
- Normalmente te diría que no es así, pero creo que es una buena comparativa... por cierto, ahí viene - Señalo el ruso un punto a la distancia. A medida que se acercaba, pudieron notar que se trataba de un kübelwagen alemán descapotado. Sobre él iban 4 personas: el conductor y el hauptmann (capitán) Schmidt adelante, y un ametrallador con el asistente de ametralladora por atrás.
El vehículo ligero se detuvo a unos metros del ruso y el alemán, descendiendo el oficial a bordo lentamente. Su uniforme había cambiado respecto a anteriormente debido al cambio de su rol: ahora llevaba el uniforme gris germano del rango de capitán, mientras su cabeza rubia ahora era adornada por el casco de combate estándar del Heer. La tripulación del kübelwagen llevaba uniformes oscuros estándar de combate.
-Oberfeldwebel Roth - Murmuró en voz baja, aunque todavía podía ser escuchado por ambos - Imagine mi cara cuando estoy viendo mapas de la zona y de repente escuchó un cañonazo de tanque, el cual ni siquiera fue apuntado hacia el enemigo, cuando se supone que debemos tomar la ciudad pacíficamente y mientras nuestras tropas aún estaban adentro. Por no decir, que no había motivo aparente para ordenar tal cosa y USTED no tiene la autorización para hacerlo - Mientras hablaba daba una vuelta alrededor del aterrado suboficial, quien permanecía clavado en su lugar - ¿Tiene alguna excusa de porque ordeno realizar semejante acción? Sangre ha corrido por mucho menos.
- ¡N-no señor! ¡Solo fue para dar una muestra de poder hacia los nobles enemigos presentes! - Afirmó rápidamente Roth.
- ¿Ah sí? ¿Y quiénes son esos nobles presentes?
- ¡La condesa Myui, regente de la ciudad, y princesa del Imperio Piña Co Lada! - Habló rápidamente producto del nerviosismo. Pero el daño ya estaba hecho. Y mientras Karl levantaba una ceja (y Khoakin se caía del tanque dando vueltas producto de la risa) por el inusual nombre, la radio del IS-2 sonó.
- Oye, hermano - Habló desinteresadamente Sasha desde dentro la torreta del tanque - Están llamando desde el centro de mando. Quieren que los comuniques con el comandante o algo así.
Apoyando su bota sobre el cuerpo del oficial ruso que soltó una palabrota entre risas, Karl subió de un salto al chasis y tomó la radio - Aquí hauptmann Schmidt. ¿Quién es? Ok. ¿Hmm? Sí, sí, que vengan. ¿Piden noticias de Itálica? Diles que la situación se está desarrollando. Tenemos un pez gordo cerca de la red. No diré más, que se jodan. Reduce el cerco a 6 kilómetros a la redonda, pero establezcan puestos de vigilancia en lugar de patrullar para no gastar combustible. Eso es todo, fuera - Cayendo sobre el oficial ruso que volvió a soltar un insulto, el oficial alemán se acercó a su coche. Se detuvo a mitad de camino, como reparando en el hecho de que había pisado a alguien dos veces. Suspirando, se empezó a dar la vuelta cuando uno de los soldados del auto lo llamó.
- ¡La radio está sonando! ¡Es la kommandant Nishizumi desde dentro Itálica!
- "Al fin" - Pensó el oficial mientras se acercaba al carro y tomaba la radio - ¿Sí? Así es. ¿Qué sucede?
- Tenemos... un problema aquí.
- ¿Intentaron capturarlas? Dime que sí, para entrar de una vez a la ciudad y encargarnos de este asunto de una vez.
- No, no, el problema es que la ciudad estaba siendo asediada antes de que llegáramos por unos bandidos. Son ex-soldados del ejército aliado, cerca de 3.000, e intentaron atacar la ciudad sin éxito. Su campamento debe ser aquello que vimos en las fotos aéreas.
- ¿El punto es...?
- La princesa y la condesa nos piden que aplacemos cualquier negociación hasta que nos hayamos encargado de los bandidos. Dice que volverán durante la noche.
- ¿Quieren que protejamos la ciudad en su lugar? - La incredulidad no alcanzaba dentro de las palabras del oficial rubio.
- Algo así... quieren que hagamos una tregua para encargarnos de los bandidos.
- Tienes que estar de coña... - Suspirando, el oficial volvió a la radio - Diles que iré en unos minutos al castillo. Primero debo encargarme de cierto asunto. Fuera.
El oficial rubio se giró hacia el oficial ruso que se estaba parando. Dándole una mano con la acción, le dicto sus siguientes órdenes.
- Tomas el mando del Zug 7 hasta que regrese Nishizumi. Los dos Zug ligeros vienen en camino para colocarse en las otras puertas, se pondrán bajo tus órdenes también. Formación de ataque, pero no disparen a menos que yo haya dado la orden o se confirme la muerte de cualquiera de nosotros. Manténganse a la espera.
- Bien, bien. Como digas - A pesar del tono quejumbroso, se llevó la mano a la sien para luego subir al chasis de su tanque y empezar flojamente a dar órdenes. Paralelamente, Schmidt entraba a la ciudad tras declarar que entraba como comandante de los que habían entrado anteriormente (y asustando al guardia en el proceso) y su vehículo se desplazó hasta el castillo en medio de la quietud de la ciudad asediada. Aparcando en la entrada, el oficial y el asistente de ametralladora descendieron y entraron a las salas del castillo, siendo guiados por criadas hasta la sala donde se encontraban sentadas las nobles y las japonesas.
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Sala de Negociaciones
- Saludos - Habló mientras caminaba al interior del salón. Varios caballeros se tensaron ante su entrada, pero no dejo que eso ralentizara su marcha - Princesa Piña Co Lada, supongo - Inquirió a la pelirroja, quien estaba rodeada por dos caballeros que tenían sus manos en la empuñadura de sus armas.
- Así es-Respondió la peliroja - ¿Y usted es...?
- Karl Schmidt - Habló tranquilamente. Se colocó delante de los asientos de las dos japonesas, al tiempo que le indicaba a Miho que hiciera de traductora. Su escolta se ubicó un par de pasos atrás del oficial.
- Entonces; princesa Piña, él es el comandante de nuestras tropas aquí en Itálica. Herr hauptmann, ella es la tercera princesa del Imperio, Piña Co Lada - Presentó Miho a ambos líderes. La sala permaneció en silencio unos segundos, ambos líderes analizándose mutuamente, hasta que Miho volvió a hablar - La princesa Piña solicitó nuestra ayuda con el tema de los bandidos, quienes son cerca de 3.000 y están asediando la ciudad desde hace 2 días.
- ¿Puedes pedir detalles de la situación?
- Sí. Princesa, al comandante le gustaría saber detalles sobre la situación en Italica.
- Claro. A Itálica le quedan cerca de 800 milicianos, junto a 5 caballeros de mi tropa de caballería que me acompañaban cuando llegamos. Los enemigos son algo menos de 3.000, la mayoría antiguos soldados del ejército aliado. El problema es que los milicianos no tienen experiencia ni disciplina, y caen más con cada asalto. De los 800 milicianos, solo 500 pueden luchar, pero tenemos poco armamento para apoyarlos. Por eso queremos pedirles ayuda - Miho tradujo todo lo dicho al oficial alemán, quien se encontraba pensativo.
- Princesa Piña - Empezó a rebuscar las palabras en el libro traductor mientras hablaba - Lastimosamente, las ordenes que recibí fueron las de tomar Itálica por cualquier medio posible, siempre y cuando tomará la ciudad. Podría preguntar por la autorización para hacer una tregua con ustedes y atacar a los bandidos, pero eso tardaría días, que asumo ustedes no tienen - Miho le ayudo traduciendo las partes que no sabía cómo decir, dudosa de sus intenciones - Dicho esto, mis órdenes son de tomar y proteger Itálica. Si usted me cede la ciudad, puedo movilizar a todas mis tropas según estime conveniente y eliminar a los bandidos sin problemas. La decisión es suya.
Por supuesto, lo que había dicho no era totalmente verdad. Mientras que sus órdenes efectivamente eran las de tomar Itálica, no había nada que le prohibiera encargarse de los bandidos que la asediaban. Por otra parte, la comunicación con el mando en Alnus solo tomaría unos minutos. Simplemente aprovecho la ignorancia de los nativos para colocarse en una mejor posición. Si aceptaban, tomarían Itálica sin disparar un tiro (salvo por la imprudencia de Roth, claro está). Si no aceptaban... pues tomar una ciudad medieval con tanques y armas de fuego no sería mucho problema si avanzaban con precaución máxime si era contra bandidos.
- ¿Nos... darían algo de tiempo? - Preguntó Piña tímidamente. Miho tradujo para el oficial, quien le dio un asentimiento antes de hacerle un gesto al soldado detrás de él.
- Si quieren hablar conmigo, díganles a los soldados de afuera. Adiós - Sin perder tiempo, el grupo germano-japonés se retiró de la sala, con ambas orientales dando una pequeña inclinación a las nobles antes de cerrar la puerta.
- ¿Por qué no les dijo que no? - Pregunto Norma, un caballero rubio de la escolta de Piña.
- Porque no estoy segura de poder luchar contra los bandidos sola.
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Puesto de Mando. Horas más tarde.
El castigo de Roth fue fácil de decidir después de eso. Al ver que pasaba el tiempo y no recibía respuesta de la princesa, Karl asumió que había decidido rechazar la oferta. Debido a tal cosa, Roth y sus granaderos terminaron cavando el bunker de mando con visión a la ciudad en la parte alta de una colina. Con la estructura ya acaba y asegurada con algunos soportes, además de un par de ametralladoras MG42 instaladas, los mapas, planos, fotografías y otras cosas de la tienda y el semioruga de mando fueron llevados al lugar. Al pie de la colina de leve inclinación se hallaba el componente blindado del zug de mando, mientras los infantes permanecían en el interior de la estructura. Además de eso, los zug mecanizados se hallaban a los costados del cerro, mientras los zug medios habían instalado sus propias posiciones de observación a cierta distancia de la ciudad. Los zug ligeros y el zug de exploración estaban uno en cada una de las 3 puertas de la ciudad, esperando órdenes.
- ¿De verdad vamos a esperar que los aniquilen para luego entrar? - Mientras que a varios de los soldados no les agradaba la táctica que iban a utilizar, todos ellos se mantenían callados en orden a la disciplina.
- Tampoco me agrada la estrategia, pero si entramos y salvamos la ciudad de los bandidos, la gente no mostrara oposición contra nosotros. Lastimosamente así será - Anunció el oficial a cargo.
- Son casi las cero horas-Informó uno de los soldados del bunker.
- Entendido. Notifíquenles a los equipos cercanos a las puertas que se retiren para no quedar atrapados en el fuego cruzado - Cuando el soldado se empezaba a dar la vuelta para transmitir la orden, otro de los encargados llegó.
- Señor, mensaje del zug 7. Dicen que la princesa los contacto.
- ¿Qué dice?
- Dice que entregara la ciudad a cambio de que garanticemos la supervivencia de sus ciudadanos.
Le tomo un segundo asimilar la información. Y le tomo otro empezar a dar órdenes - Díganle a los zug 1, 2 y 7 que entren a la ciudad y se atrincheren ligeramente en cada puerta. Los zug medios a 5 kilómetros de las puertas este y oeste, los zug mecanizados a 5 kilómetros al sureste y suroeste! ¡Que se queden ocultos y esperen órdenes!
- ¡Si señor!
- Tropas listas para combate mecanizado y motorizado. Blindados cargados con munición HE y denles prioridad a las ametralladoras. Que los zug dentro de la ciudad abran fuego ante el primer enemigo que intente entrar, tienen permiso para disparar a discreción. Si se presenta la oportunidad por cualquier motivo, por más pequeño que sea, arresten a la princesa o a la condesa. ¡Y que alguien me traiga un maldito café!
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Día D+28. 4:30 A.M.
- Y así es como termina...
- ¡Andanada de flechas!
- ¡Al suelo todos!
Los ocupantes del puesto de mando, infantería mecanizada y soldados de mando por igual, se arrojaron al suelo ante la que vendría a ser la cuarta descarga masiva de flechas que entraba por las ventanas del bunker. Una de estas flechas destrozo una de las luces del interior, sumiéndolo algo en la penumbra.
- ¡Hijos de perra! - Gritó un estudiante antes de volver a tomar la MG42 y descargar su furia con una lluvia de balas. El ocupante de la otra ametralladora hizo lo propio, y los panzergrenadiers abrieron fuego con sus StG44 sobre los bandidos. Más abajo, en la explanada, se encontraban cerca de un millar de bandidos con arcos, acompañados de una chica-pájaro de cabello verde que, de alguna manera, modificaba el viento para crear un escudo y provocaba que las balas hicieran menos daño.
- ¡Me cago en su puto escudo de viento! - Grito un artillero de MG42 mientras disparaba su arma.
- ¡Alguien dígale a la maldita princesa que aprenda a contar! - Gritó otro mientras recibía mensajes de radio de los distintos equipos.
- ¡¿Cuántos son?! - Pregunto Schmidt.
- ¡5.000 en el último conteo!
- ¡Mensaje a todos los equipos! - Ordenó el hauptmann mientras se agachaba para evitar la siguiente andanada de flechas - ¡Ofensiva mecanizada, arrasen con todo! ¡Guerra sin restricción!
- ¡Que saquen los lanzallamas y los quemen en el puto infierno! - Acotó un suboficial que pasaba por allí para atender a un soldado herido.
- ¡Sí, eso también! ¡Quémenlos a todos! - Añadió otro soldado.
- ¡Dile a los blindados al exterior de Itálica que pasen a la carrera por la planicie! ¡Eliminen a todo el que no lleve uniforme! ¡Asalto mecanizado a todas posiciones! ¡Munición HE y ametralladoras cargadas! ¡Vamos, vamos, vamos!
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Interior de Itálica, puerta sur.
- ¡¿No se acaban nunca?! - Preguntó Hans mientras disparaba su MP40 sobre la puerta.
-¡Piénsalo cómo los soviéticos en Finlandia!-Respondió Roth mientras hacía lo propio sobre los bandidos en el muro. El equipo de fuego se había emplazado en el medio del borde del semicírculo que formaba la barricada al interior de la puerta, y el equipo de asalto se encargaba de apoyarlos para que no los flanquearan o atacaran desde el muro. Más atrás, por las calles, los blindados se encontraban disparando constantemente sobre la puerta y el muro para evitar cualquier posibilidad de que los granaderos quedaran abrumados por el número.
- ¡Viene otra del IS-2! - Informó un granadero.
- ¡Mierda, al suelo!
Los defensores alemanes se echaron al suelo segundos antes de que una gran explosión sacudiera la tierra y elevara un coro de gritos adoloridos por parte de los atacantes. Los granaderos volvieron rápidamente a sus labores, mientras medio centenar de cadáveres y heridos se unía a los ya presentes.
- ¡¿Cuánto hemos matado ya?!
- ¡Ni idea, pero quedan muchos más!
- ¡¿Teníamos que ser los que estaban más cortos de infantería?!
Mientras algunos granaderos se quejaban de su suerte, algunos disparos de otras armas se unieron al traqueteo de la ametralladora, los subfusiles y los fusiles. Khoakin y 2 de su tripulación, llegaron llevando PPsH 41 y uniéndose a la defensa con una risa maniática. La potencia de fuego traída por los nuevos subfusiles fue suficiente como para frenar el intento de avance de los bandidos, quienes se retiraron al otro lado de la puerta tras perder cerca de 700 hombres.
- ¿Logramos frenarlos? - Murmuró Roth mientras se dejaba caer de espaldas sobre la barricada.
- En parte. Acaban de ordenar un asalto mecanizado sin restricciones - Comunicó Khoakin. Roth palideció. Miho, que llegaba acompañada por Yukari, preguntó a qué se refería con asalto sin restricciones.
- Significa libertad de acción - Indicó Roth - Los soldados pueden hacer lo que quieran con tal de eliminar al enemigo. Varios podrían romper las leyes impuestas en los tratados de Ginebra, aunque dudo que se pueda hacer con tan poco material.
- En la radio se escuchó de fondo que varios querían quemarlos - Anunció Khoakin. Los ojos de Roth se abrieron.
- Tienen lanzallamas... esto se va a poner feo... - Predijo antes de dejarse caer al suelo, regulando sus respiraciones. El mensaje caló hondo en los presentes, salvo Khoakin que subió al muro a ver el espectáculo con fuego que ocurría al otro lado.
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El exterior de Itálica no se diferenciaba mucho de un campo quemado después de la orden. Los ingenieros de asalto rusos y sus pares alemanes, armados con lanzallamas, arrasaron con todos lo que encontraron por delante. Los blindados destrozaron formaciones con su munición explosiva, y las grandes agrupaciones fueron diezmadas por las ametralladoras. Aproximadamente se enfrentaron 8.000 bandidos contra la División de Avanzada, saliendo victoriosa esa última con algunos heridos de mediana gravedad. Lo bandidos fueron eliminados en su mayor parte, pese a las suplicas de piedad y de rendición. Apenas dos centenares, entre ellos la chica pájaro que provoco pesadillas a los del bunker de mando, lograron salvar la vida. Las puertas y alrededores de Itálica eran un baño de sangre de un solo lado, con el campo machacado por las orugas y el fuego.
- Creo que con esto podemos decir misión cumplida - Anunció Karl mientras examinaba el escenario desde la parte superior de la colina de mando. Los soldados llevaban a los escasos prisioneros al interior de la ciudad, donde los encerrarían en el castillo hasta que llegaran tropas para transportarlos. Los equipos de avanzada en su mayoría se encontraban descansando en los mismos lugares donde combatieron, algunos comiendo un precario desayuno en lo que esperaban a la 1° Brigada Japonesa que tomaría la guardia de la ciudad.
Mientras Karl tomaba un café enlatado, una nube se atravesó en el sol, dejándolo en una fresca y agradable sombra. Cómo la nube permaneciera demasiado tiempo en su lugar, se giró a ver qué demonios pasaba.
- Me estas... - Escuchó venir de un soldado al lado suyo.
- Scheiße - Alcanzó a murmurar antes de lanzar la lata a un lado y colocarse su casco.
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Presente.
- Royalty 1, Phoenix 1. Confirme que está viendo lo mismo que yo - Habló Rick por la radio, apenas formulando las palabras.
- Phoenix 1, Royalty 1. Afirmativo, objetivo confirmado. Prepararse para enfrentamiento - Le respondió la voz de Mary mientras esta alistaba su avión para maniobrar en combate.
- Si, pero... ¡¿Es que qué demonios es esto?! - Exclamó el norteamericano antes de preparar su propio avión para el combate.
Delante de ellos, e interponiéndose en su ruta a Itálica, se encontraba un gran dragón de más de 100 metros de altura y escamas rojas.
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