Capítulo 12

GATE y Girls und Panzer no me pertenecen.

Capítulo 12
Near the end
We shatter and say goodbye

.

.

.

War Room, Base Alnus, Coalición Académica
Día D+74
09:47 hrs

El ambiente era tenso. No, decir aquello era una equivocación. Eso era porque uno difícilmente podría describir el ambiente que se encontraba presente en el War Room de Alnus como "tenso" siendo que varios de los oficiales allí presentes parecían estar a punto de arrancar partes de los muebles de la sala solo con la fuerza que imprimían en estos.

El Teniente Coronel Karl Schmidt había ya terminado de informar todo lo pertinente a la expedición a Itálica y, lastimosamente para el grupo, el consenso general parecía ser el más realista posible a su situación.

"Estamos jodidos."

Scott, general británico que estuviera a cargo de la artillería durante la Batalla de Alnus, suspiró pesadamente mientras se pasaba la mano por la cara, limpiándose una inexistente mugre, antes de carraspear levemente para llamar la atención del resto en la sala. Cuando lo hubo hecho (no era una tarea muy difícil en ningún sentido), procedió a aproximarse a la mesa central con el mapa de Falmart desplegado y las fichas con banderas ubicadas según correspondiera a los últimos reportes de inteligencia.

- Señores... - Comenzó a hablar. – Creo que no es necesario decir... que estamos metidos con la mierda hasta el cuello. – Varios asentimientos nerviosos le respondieron. – Sin mencionar que ahora está la posibilidad de que Rondel, cuando menos, se vuelva hostil contra nosotros, y cuando más, nos declare abiertamente la guerra. El que nuestro único nexo con la ciudad cortado y tengan ellos a alguien que sabe de nuestras capacidades, aunque sea a medias, es peligroso para nuestra posición en el continente. El Imperio podría confiarse y tratar de atacarnos nuevamente, y con el estado concentrado de las tropas en Alnus, cualquier otra ciudad, pueblo o puesto avanzado es vulnerable a un ataque mayor a los cinco mil hombres, que sabemos muy bien, pueden sacar en cualquier momento.

A la mención de Rondel, algunos oficiales lanzaron miradas de reproche al oficial a cargo de la expedición, pero este les devolvió unas gélidas miradas que terminaron por matar cualquier intento de acusación severo.

- ¿Cuál es su punto, general Scott? – Preguntó el general ruso a cargo de la Comrade's Academy.

- Es bastante simple, general Isakovich. Acérquense al mapa por favor. – Ante su pedido, el grupo de oficiales se aproximó al mapa de gran tamaño en el inglés comenzaba a explicar. – Rondel ya debe saber nuestras capacidades: saben que somos fuertes, hasta cierto punto. El Imperio quiere expulsarnos, pero debido a las bajas sostenidas y su precario sistema de comunicación no saben nuestro verdadero potencial. Esto nos deja una salida complicada y arriesgada, pero que bien puede valer la pena.

- ¿Cuál? – Preguntó el general Kessler, comandante en jefe de la Preussichen Akademie, aunque varios oficiales empezaron a entender la idea del británico.

- Atraer a nuestro enemigo, o sea, el Imperio, a una sola batalla decisiva y a gran escala, en la que le infrinjamos una derrota tan grande, humillante y absoluta, que su capacidad militar entera quede paralizada por varios meses. La mejor formar sería debilitándolos en combate y luego rodearlos, a fin de cortar la retirada, aniquilarlos y que sea una victoria total. De esa forma, aplastamos su habilidad y voluntad de luchar, y logramos provocar miedo en Rondel, adonde seguramente llegarán los rumores de una batalla de tan magna escala a nuestro favor. Si logramos firmar la paz luego de la batalla multiplicará el efecto.

- Eso involucraría muchas tropas, probablemente todas las que hay en Falmart ahora. – Observó Hermann, general de la Panzer Akademie, mientras inspeccionaba el mapa y hacía cálculos en su cabeza.

- Olvídalo, tendremos que traer más soldados desde Europa para un movimiento tan grande. No tenemos suficientes siquiera para cubrir nuestro actual territorio – habló Isakovich haciendo un pequeño cálculo mental.

- Dejaríamos algunas guardias aquí y allá, para proteger los puntos importantes, y crearíamos cuellos de botella para economizar soldados, pero la mayoría deberá desplegarse en la operación. El resto de nuestras fuerzas se quedaría sin ningún tipo de reserva. Necesitamos ganar esa batalla a toda costa si queremos aplastarlos nosotros a ellos y no ellos a nosotros.

- ¿Tiene algún lugar en mente? – Preguntó Schroeder, general a cargo de la Iron Kross Akademie desde la destitución de Meller, y por ende de la fuerza académica entera.

- De hecho, si – El británico señaló un punto en el mapa, pasada la cadena montañosa de las Montañas de Romalia, hacia el este de Itálica. – En esta ubicación hay varias colinas cercanas, formando una fortaleza natural. Las alturas superan los seiscientos metros. Si a eso le agregamos nuestras victorias recientes y la cercanía con la capital imperial, al atrincherarnos...

- ...Planea provocar al enemigo para atacarnos con toda su fuerza. – Entendió Schroeder.

- Bingo.

- ¿Y la fuerza que vaya a embolsar a las tropas imperiales? No nos olvidemos de que aún tenemos que tomar el paso de Romalia, que dudo que esté precisamente indefenso. – Indicó esta vez el general Laundraff.

- La fuerza de rodeo deberá cruzar más al sur, por un paso que se está investigando ahora o por el sur de las montañas, por la ruta ya asegurada por Woods. Sobre el paso de las montañas, pensaba dejárselo a las paracaidistas japonesas y a las Fuerzas Especiales, a fin de agilizar el proceso y que para los vehículos sea un "llegar y pasar." ¿Qué opina, señorita Anchovy?

La aludida apareció de entre las sombras de la sala, sorprendiendo a más de un oficial, mientras avanzaba hacia la mesa con el mapa. Llevaba su uniforme normal de escuela, al que agregaba su capa que acostumbraba a usar en su situación de líder de Anzio. De un vistazo analizó lo que le pedía, determinando si era efectivamente posible.

- Si nos coordinamos con las Fuerzas Especiales y tomamos una buena hora... debería ser posible. – Murmuró tranquila pero seriamente. Scott asintió a lo dicho por ella.

- Ahí lo tienen. Escuché que ella y sus chicas fueron entrenadas por un ex Ranger de los Estados Unidos que se encuentra ahora en Alnus, así que saben lo que hacen. La mayor preocupación sería el apoyo a las tropas en dicha operación.

- Eso lo podemos ver cuando veamos bien el terreno. Aún tenemos los aviones británicos ensamblados. Le pediré a unos pilotos que hagan vuelos de reconocimiento.

- Bien. Esto sería todo... pero estén preparados. Estaremos haciendo reuniones seguidamente, para poder de una vez darle fin a esta maldita guerra como debimos haberlo hecho ser hace tiempo.

XXXXXXXXXX

Pueblo de Alnus
Algo más tarde...

Risa Tsukamoto apenas se creía que hubiera funcionado. Pero la prueba era ella misma: liberada en Alnus, ya no sentía los ojos de los militares siguiéndola cada vez que se movía por las calles o se cruzaba con alguna patrulla. Pareciera que el descubrimiento de la operación Ars Goetia nunca hubiera sucedido, lo cual le hizo intuir que algo efectivamente había pasado.

Sentada en un bar con su propia multitud adentro, uno de sus compañeros del MI6 le resumía lo ocurrido en su "ausencia."

- Estábamos metidos con la mierda hasta el cuello. – Relataba – Pensábamos que sería algún oficial vengativo, pero cuando conseguimos una pista y la seguimos, llegamos incluso hasta altos cargos de la iglesia anglicana.

- ¿Estaba la familia real involucrada?

- No, gracias a dios. Aunque dudo que no supieran, su involucramiento debe ser nulo. Lo mismo va para el emperador japonés. Parece haber salido de un acuerdo secreto entre las iglesias anglicana y ortodoxa, a partir de donde los rusos y británicos presionaron para realizar el exterminio. Estados Unidos nunca hubiera realizado un plan diseñado por los rusos – bueno, tampoco estaba dentro de sus intereses, así que el alto mando alemán cayó en medio al ser uno "neutral" y que tuviera buenas relaciones con ambos, sin pertenecer a ninguno de dichos países. Esa sería la historia. Apenas los gobiernos se enteraron de que las iglesias estaban en la mira de inteligencia, supimos que la orden se cursó para cancelar la operación. Que tan cerca estuvieron de realizarla no lo sabemos, ya que cuando intentamos averiguarlo de este lado del GATE, los archivos y posibles diarios de campaña, así como reportes e informes, fueron borrados o destruidos. Solo quedan los reportes orales, y buena suerte tratando de que un soldado se los sepa, menos aún que te los quiera decir.

- Pero ¿no podrían entrevistar de igual forma a los soldados? Deben saber dónde estaban y que se les ordenó hacer, además de que algunos oficiales podrían querer hablar o algo así.

- Buena suerte buscándolos. Hace unos días el Regimiento de Avanzada, el que debía llevar a cabo dicha operación, fue desbandado, y sus efectivos devueltos a sus academias correspondientes. De por sí eran pocos hombres y mujeres, y ahora están dentro de un mar de miles de personas. Lo peor es, que al ser la operación secreta y cancelada, el orden de batalla desapareció, y los registros de personal pertenecientes al regimiento fueron destruidos tras la disolución. Solo tenemos el archivo con la fuerza autorizada y en papel, además del comandante de campo y las japonesas dentro del regimiento. Cualquier otro registro sobre el personal fue borrado.

- Tch. Eso es casi menos que nada.

- De igual forma, los altos mandos han suspendido la investigación por presiones de las fuerzas armadas. Esta información es extremadamente delicada, y por ende no se tiene almacenada nada más que en papel. Borramos ya casi todos los archivos de video, solo quedando los originales que grabaste tú. Los tenemos en dispositivos de almacenamiento portátiles, y los folders con los archivos en físico los tiene la CIA.

- De alguna forma lograron tener el control de nuevo... como sea. ¿Hay alguna otra misión?

- Ninguna de momento. Las agencias, mandos y gobiernos están a la espera de que planean hacer ahora los generales académicos, así que tenemos libertad de acción. – Se terminó de un trago lo que le quedaba de cerveza – Yo iré a ver las maniobras militares. Dicen que la escuela japonesa Anzio hará una demostración de paracaidistas esta tarde – Y con esas palabras, ambos agentes de inteligencia pagaron y se retiraron.

A algunos metros de ellos, un camión sellado que se sacudía ocasionalmente estaba haciendo las revisiones para traspasar la puerta. Dos de los policías militares que vigilaban la entrada conversaban mientras vigilaban el vehículo.

- ¿Qué hay ahí dentro? Pareciera haber una bestia.

- Según lo que escuché, al parecer es un oficial ruso que se volvió loco. Parece estar relacionado con esas chicas heridas que vimos pasar el otro día. Escuché también que tuvieron que ponerle dos sedantes directo a la vena para dormirlo.

- Vaya suerte.

- ¡No pueden detenerme! ¡Suéltenme e iré a matar a esos putos imperiales! ¡Suéltenme les digo, carajo! – Se escuchó desde el interior del vehículo. Un rubio oficial alemán cercano de la Panzer Akademieapresuró a los guardias del GATE a que aprobaran el paso del vehículo.

- ¡Saquen a este loco de aquí rápido! ¡No quiero perder otra maldita operación por su culpa! – Presionó a los guardias mientras golpeaba el suelo con el talón de su bota. Los policías militares solo pudieron suspirar ante la escena que provocaba el atrapado y alocado oficial ruso.

- Mal día para ser soldado.

- Huoah.

XXXXXXXXXX

War Room, Base Alnus
Día D+77
10:24 hrs

- Aquí están las fotografías de reconocimiento de los Panavia británicos. Como se puede observar aquí, tenemos una gran cantidad de colinas relativamente cercanas de decente altura, en algo que se pareciera a una doble hilera. Pese a eso, la disposición es irregular. Si seguimos con el plan anterior, está colina de acá – Señaló una de las colinas de la fotografía aérea – Sería la colina central, donde se establecería el HQ y la artillería. La disposición de las colinas nos permite establecer una doble línea de defensa, aunque en ocasiones la primera y la segunda se combinen, y preparar una última en la colina central.

Tras el análisis de Scott, los generales y otros altos cargos empezaron a vigilar el terreno, revisando y comparando las situaciones.

- ¿Y el campo aéreo? – Preguntó Schroeder.

- Pensaban preparar uno al otro lado de la cordillera de Romalia, aprovechando la protección que ofrece y el hecho de que las montañas allí son bajas.

- Una parte considerable de nuestras tropas son blindadas o mecanizadas. ¿Tiene una idea de que harán? – Preguntó por su parte Laundraff.

- Usaremos varias para la fuerza de rodeo y bloqueo. El resto tendrá que atrincherarse lo mejor que pueda en las posiciones que no tengan segunda defensa, aprovechando el mayor poder de fuego que tienen. Las tropas de infantería usarán el atrincheramiento común, pero darán prioridad a las defensas terrestres en caso de falta de tiempo. Probablemente solo debamos preocuparnos de las flechas y uno que otro mago por ahí.

- ¿Y las otras posiciones en Falmart? No nos olvidemos de la misión de Woods. – Preguntó esta vez Kessler.

- Reforzaremos varias de ellas, al menos las estratégicas, y destruiremos o bloquearemos las menos importantes para redistribuir las tropas. Debido a que no tendremos reservas, las posiciones restantes deben tener suficientes efectivos para aguantar cualquier tipo de ataque. En cuanto a la misión del coronel Woods, tendremos que quitarle algunas tropas e indicarle que asuma posiciones defensivas... aquí. – Señaló con su dedo un río que cruzaba el norte de Elbe – Y eso sería todo. ¿Preguntas?

- No creo que alguien aquí las tenga. Estamos fuera de opciones. – Señaló Isakovich.

- Bien, ahora tendremos que ver que tropas utilizar en esta operación para que rol, y cuales se quedan detrás para cubrir el resto del territorio, así como quienes tomarán el paso de Romalia. Desde este instante, la operación "Bulge" es oficialmente aprobada. – Sentenció Schroeder, antes de, en un papel previamente impreso con las directrices generales, colocar su firma.

No había vuelta atrás.

XXXXXXXXXX

Área de Anzio, Barracones Japoneses, Base Alnus.
Algo más tarde.

Miho caminó temerosa por los pasillos de los dormitorios de las alumnas de la escuela Anzio. Ya había experimentado de primera mano lo alocadas que podían ser, y vigilaba cada esquina en caso de que se le apareciera alguna japonesa con no tan nobles intenciones. No pudo evitar soltar una risa al recordar algunas cosas que sucedían entre ambas escuelas, provocando que su hermana, quien iba a su lado, y Erwin, quien iba a su otro lado, la miraran con una ceja levantada.

Recomponiéndose, llegó finalmente hasta la única oficina del bloque "residencial," la cual era el centro de mando de Anchovy para dirigir a sus alumnas en... lo que fuera que hicieran. Siendo honesta, Miho no se había dado el tiempo de averiguar a que se dedicaban las alumnas de Anzio, debido muy en parte al poco tiempo que había pasado en compañía de otras japonesas que no fueran las que estaban dentro de su equipo. Supuso que deberían hacer alguna actividad pronto para compensar eso.

Tocando la puerta dos veces, esperó a que la conocida voz de Anchovy le respondiera antes de entrar en dicha oficina. Allí, se encontraba Anchovy en conjunto con un hombre que ya debía estar en sus cuarenta, cabello rubio y tez algo asoleada. Vestía un uniforme de servicio militar, y por un momento las tres visitantes se sintieron atemorizadas. Llevaba las mangas arremangadas, permitiéndoles ver una venda.

Anchovy las miró confundida, antes de reparar en el efecto que la presencia de aquel hombre provocaba en sus tres connacionales.

- No se preocupen por él, es un amigo. Es el ranger que nos ayudó a preparar nuestro cuerpo paracaidista. – Indicó, provocando el subsecuente efecto de que ambas Nishizumi se relajaran y que Erwin se teletransportara hasta la posición del militar para empezar a hacerle emocionadas preguntas. Disculpándose por el comportamiento de la comandante del StuG (quien se calmó gracias a una de las miradas de Maho), el trío de visitantes se sentó en las sillas frente al escritorio mientras el militar, quien se identificó como James Johnson, se apoyó en la muralla en el costado.

- Gracias por recibirnos, Anchovy-san. -Comenzó hablando Miho.

- No hay problema, aunque me deberá disculpar si no he tenido tiempo de visitarlas. He estado... algo ocupada aquí... - Admitió – Uno pensaría que el entrenamiento militar les haría bien, pero siguen siendo las mismas desordenadas de siempre... ¡al menos la calidad de la pasta está igual! – Terminó sonriendo tan brillantemente que los demás presentes sintieron la necesidad repentina de cubrirse los ojos.

- Lo de la disculpa va para ambas partes... - Murmuró lentamente Miho, esperando que su interlocutora dejara de "brillar."

- ¿Y? ¿Qué te trae por aquí? No es usual que venga gente, aunque siendo tú y tu repentina fama podría ser cualquier cosa. – Bromeó, haciendo referencia indirectamente a la noticia de cuando Miho obtuvo su rango oficial en las academias pese a no ser una alumna, un caso único en su propio derecho, y que había ocurrido hacia apenas un mes atrás.

- Tampoco pedí ese rango... espera, no es eso a lo que vine. – Miho se enderezó, y su tono se volvió algo más serio – Anchovy-san, tu estuviste en las reuniones de oficiales que han tenido en los últimos días, ¿no es así?

- .... Sí... ¿por?

- ¿Qué ha pasado exactamente? Nos han tenido sin noticias desde que volvimos de Itálica – Mho recordó el consejo (u orden, no estaba segura aun) de guardar silencio sobre la aventura en Rondel hasta nuevo aviso – Y desde que se llevaron a Khoakin y su tripulación nos han tenido aquí dentro. Incluso ha habido rumores de que nos mandarán de vuelta a casa con nuestros tanques y todo.

Miho se sorprendió cuando vio la mirada indecisa de la líder del equipo de tanques de la escuela italiana, la que luego pasó a ser una mirada, si bien no decidida, realizada – No se si les han dicho esto aun Miho, pero... las japonesas se van a casa.

Miho no comprendió que quería decir al principio, pero luego, recordando a que se referían los europeos con "irse a casa," empezó a alterarse notoriamente. Anchovy, dándose cuenta de lo que pensaba Miho, se corrigió rápidamente.

- No me refiero a eso. Quiero decir que literalmente se van a casa. Todas las miembros de las dos brigadas japonesas que están en Alnus tienen la orden de volver a Japón. Dicen que tiene que ver con el hecho de que han perdido muchas clases, pero hay algo más aquí que motiva eso.

- ... ¿Sabes... que es? – Preguntó tímidamente Miho.

- Me hago la idea de porque las quieren fuera de Falmart. No es porque sean un estorbo, sino más bien... porque Falmart se va a prender en fuego, y uno muy violento.

- ¿Qué quieres decir? – Interrumpió Maho, dándole a Anchvy una mirada que señalaba que no se iría hasta que le dijera que pasaba (y dándole a la líder japonesa un susto de por vida en el camino).

- Aunque no sé si deba decir esto... el alto mando planea una última batalla con los Imperiales, a fin de derrotarlos de un golpe y terminar la guerra aquí. Habrá muchos cambios en la organización y prioridades, y quieren estar seguros de todo. Las estudiantes de Oorai son confiables para ellos, y actúan según tus órdenes porque confían en ti y siempre estás con ellas. Las chicas de otras escuelas... no tanto.

- ¿Qué sucede? No entiendo. – Preguntó Erwin, metiéndose ahora en la conversación.

- No todas las líderes de escuela japonesas pueden ordenarles a sus alumnas disparar a matar y esperar que lo hagan de buenas a primeras. Ustedes se la pasan en misiones, por lo que no lo saben, pero el resto de las chicas aquí no lo tiene tan fácil. El grado de fiabilidad de cumplir la misión es variable, y ha habido revueltas no violentas entre las alumnas. Muchas quieren irse de vuelta, además de que la idea de matar no les es agradable.

- ¿Entonces han...

- No han matado a casi nadie, si es lo que preguntas. – Se apresuró en afirmar – Normalmente les dan misiones como ocupar un pueblo sin enemigos y mantenerlo, relevándose entre ellas. A veces ir como guardias a Itálica. Hasta ahí todo bien, pero en una ocasión se hallaron con un pueblo ocupado por bandidos. El pánico las invadió, y cuando los bandidos intentaron agredirlas les dispararon con todo. Lógicamente ganaron las nuestras, pero terminaron traumatizadas. Varias vomitaron cada vez que les recordaban el incidente, y casi todas se han ido utilizando la famosa "Sección 8" para volver a sus escuelas. – Miho tomó la expresión del rostro de Erwin como una señal de que debía preocuparse - Otro grupo, liderado por Erika, logró tomar otro pueblo ocupado por imperiales hace unos días, abriéndose paso a sangre y fuego. Pese a algunos traumas que tengan ellas, no hubo mucho conflicto posterior con los psiquiatras de la base. Como puedes ver, el cómo actúan varía mucho, y el mando no quiere tener algo tan impredecible protegiéndole las espaldas. Esa es toda la razón.

- Sección 8... es el nombre de la sección de condiciones para retirarse del frente en las directrices estadounidenses en la segunda guerra mundial. Significa "efectivo no apto para combate por crisis nerviosa" o similar. – Clarificó la rubia.

- ... ya veo...

- ¿Y ustedes? – Preguntó Maho a la comandante de la escuela italiana - ¿También regresan? Hablas como que se quedaran.

- Porque nos quedamos. – Ante las miradas de ambas hermanas, Anchovy se apresuró a continuar – Nosotros hemos ya asaltado un par de pueblos. No hemos tenido esos problemas, al menos no es cantidades destacables, y las tropas paracaidistas han sido bienvenidas por el mando, así que seremos empleadas en la siguiente operación. – Explicó – Pero todas las demás se irán a casa.

- Eso tiene sentido. – Indicó Erwin – Después de todo, son líderes militares. No quieren tener problemas en su retaguardia cuando se acerca la gran batalla.

- ¿Eso nos incluye a nosotras? Estamos dentro del Regimiento de Avanzada después de todo...

- Miho, ¿no te has enterado? – El trío miró a su interlocutora, quien tenía la ceja levantada y una pequeña expresión de asombro – El regimiento de avanzada fue desbandado. Tu unidad ya no existe.

.

.

.

.

.

- ¿No fuiste un poco dura con ella? Se veía como que apenas podía caminar después de lo que le dijiste. Podrías haber sido más delicada. – Comentó James, después de que las tres japonesas salieran de la sala.

- ¿Qué querías que hiciera? Es la verdad. En cualquier caso, es mejor para ella que se vaya con el resto. No creo que quiera estar para lo que sigue.

- Me gustaría recordarte que ella lleva más tiempo que tú en esta guerra.

- Es verdad. Pero también sé que solo han sido escaramuzas contra bandidos y el incidente contra ese dragón, que es una bestia que actúa por instinto. Y las batallas en las que ha estado han sido todas aniquilaciones sistemáticas. Ella no ha experimentado aun lo que es una batalla propiamente tal, donde la persona que está enfrente tuyo va con toda la intención de matarte junto a un grupo de los suyos. Y no quiero que lo experimente.

- Veo que te preocupas mucho por ella.

- Le irá mejor fuera que aquí adentro. Al menos no ha tenido repercusiones por las vidas que debe de haber tomado. Ha estado muy ocupada para eso. – Anchovy suspiró, para luego proceder a sacar de su escritorio unos palitos de pan y empezar a masticar uno – Ahora, veamos para lo que te llamé. Esto es lo que nos encargaron, y creo que podría utilizar algunos consejos. – Indicó, señalando el mapa desplegado en el escritorio debajo de papeles puestos encima para evitar que lo vieras las visitas.

- Claro. ¿Cuál es el problema?

- Me ahorraré los detalles. Para ahorrar tiempo, nos utilizarán a nosotras y a las fuerzas especiales para tomar el paso montañoso de Romalia y que los blindados no tengan que perder tiempo allí. El problema es que la zona está llena de árboles y bosque, salvo el camino principal y el pueblo, y necesito algo de ayuda para ver qué hacer. Sé que hay dos misiones principales: asegurar el paso propiamente tal y el pueblo cercano. Debemos ver cual tomar.

- La operación en sí en la clásica táctica de provocar al enemigo y provocar la batalla, mientras que ustedes tienen que permitir que eso pueda pasar... bonito lo tienen. – Bromeó el veterano ranger – Pues bien, viendo el terreno, sugeriría que...

XXXXXXXX

El grupo de Miho caminó lentamente hasta llegar a los cada vez más vacíos barracones del Regimiento de Avanzada, donde se instaló en la habitación de Miho mientras esta se recuperaba. Erwin se retiró al poco tiempo para juntarse con su equipo y darles las noticias, mientras Maho reconfortaba a su hermana menor, tratando de no pensar en que el lugar se veía más vacío que cuando salieron hacia el bosque de Schwarz, producto de los soldados muertos en la expedición a Rondel. Cuando todos los miembros del regimiento fueron llamados a la entrada, ambas hermanas ya presentían de que se trataba. Y en efecto, era lo que esperaban.

En frente de todos los soldados estaba el Oberstleutnant Karl Schmidt, a sus lados sus ayudantes de campo Fritz y Fehring. De forma breve y precisa, sin entrar en detalles, el comandante de la unidad anunció la desmovilización de esta, indicándole a los soldados que desde ese momento volverían a reportarse a sus unidades originales y que los barracones serían desocupados en un plazo de cuatro días. Terminó su pequeño discurso con unas pocas palabras de agradecimiento por su servicio, para luego girarse y salir del lugar. Los soldados comentaron por lo bajo mientras se dispersaban, quedando en su lugar las pocas estudiantes japonesas que quedaban sin un lugar cierto al que ir.

- ¿Qué haremos? No tenemos lugares en los dormitorios japoneses... - Fue el comentario de Saori hacia sus compañeras. Las tripulantes del Panzer IV de Miho, el Tiger de Maho y el StuG de Erwin junto con sus comandantes se quedaron todas juntas sin saber a ciencia cierta que se supone debían hacer ahora. Habían pasado ya por mucho, e incluso las estudiantes de dos escuelas rivales como lo eran Kuromorimine y Oorai eran amigas tras las aventuras y penurias compartidas.

- ¿Miho Nishizumi? – Se escuchó una voz conocida para todas. Acercándose al grupo estaba Erika Fehring, uno de los ayudantes de campo de su ex comandante – Comunicado del cuartel general. Tú y las estudiantes japonesas en el Regimiento de Avanzada – Aparentemente no se detuvo a ver si estaban todas allí antes de hablar, y tampoco se molestó en averiguarlo – Serán trasladadas a la Primera Brigada Japonesa, de la cual asumirás el mando temporal, para luego ser trasladadas al otro lado del GATE de vuelta a Japón. Felicidades, su servicio ha terminado. Irán a casa. – Pese a sus palabras con falsa amabilidad, la pequeña sonrisa que les dio les permitió vislumbrar un atisbo de compasión por el abatido grupo de estudiantes orientales. Era una señal de que agradecía las penurias por las que la habían acompañado.

- Las academias las recompensarán por sus servicios. En una semana irán a casa. Adiós, y esperemos no nos crucemos en circunstancias similares. – Dicho eso se dio la vuelta y procedió a alejarse a paso lento. Era el clavo que faltaba en el ataúd mental de Miho.

Empezó a ver todo gris. Levantó sus manos levemente, y de repente las empezó a ver rojas manchadas de sangre. Las palabras de Anchovy sobre las alumnas traumadas por la muerte la alcanzaban lentamente, pero pasaron a hacerlo a un ritmo vertiginoso. Empezó a recordar todos los rostros que vio, que ordenó eliminar sin mucha compasión bajo el pensamiento de "si no son ellos soy yo." Se le apareció el rostro de un imperial que murió bajo el fuego de su tanque en Clunia. Luego pensó en la cara de un cadáver que vio en Ligs. Pasó a pensar en los elfos oscuros asesinados por ella y su equipo en el bosque de Schwarz. Sus pensamientos pasaron a las peleas por Itálica, y los incontables muertos que hubo allí.

El olor a carne quemada inundó sus fosas nasales. Sus pensamientos viraron hacia el pueblo de Coda, donde ella misma dio la orden de resistir a toda costa mientras disparaba a discreción sobre la masa humana que se le venía encima. Su mirada viajó hacia la ladera de Alnus, donde apoyó en la defensa de la base recién hecha, en un campo lleno de cadáveres y sangre, partes humanas y cráteres humeantes.

- ¿Nishizumi-dono?/¿Miho-san?/¡Miporiin!/Miho... - Hablaron sus compañeras de tanque, pero apenas sintió que la llamaban.

Y antes de todo eso, de toda esa masacre, estaban los muertos que dejó a su paso en Bélgica. Cómo, al ver la muerte de algunas de sus compañeras, perdió el control y se lanzó a asesinar a sangre fría a todo imperial se le pusiera por delante, sin pensar en las consecuencias. Su cuerpo empezó a temblar cuando empezó a recordar las caras de todos los asesinados por su mano o su orden en cada una de las ocasiones. Las voces de sus compañeras se escuchaban distantes en la bruma, mientras las caras de todos aquellos caídos la miraban con odio y sus oídos se llenaban de una risa maniática y burlona. Su temblor pasó a ser incontrolable, y la sangre de sus manos llegó hasta sus codos, manchando todo su uniforme. Alguien intentó agarrar su brazo, pero de un brusco empujón se quitó a quien fuera de encima. El mundo seguía gris, y había comenzado a ser negro cuando sucedió.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH!

Miho Nishizumi se había quebrado. Tras un largo grito y tratar de librarse del agarre de sus compañeras un par de veces, cayó inconsciente sobre las miembros de su equipo y su hermana, quienes la miraban preocupada. El resto de las japonesas miraban lo que sucedía, afectadas, pero sin atreverse a intervenir.

Al interior de los barracones, el antiguo oficial del grupo suspiró antes de tomar un teléfono interno de la base y decir – Oberstleutnant Karl Schmidt. Necesito una fórmula de retiro por Sección 8. Miho Nishizumi. Fuera.

.

.

.

Base Alnus.
Día D+80

Era oficial. El quiebre mental y probable retiro de Miho Nishizumi, otrora la respetada comandante de la Compañía de Vanguardia del Regimiento de Avanzada había provocado una desmoralización general entre las japonesas que quedaban, quienes empezaron a apresurar los preparativos para irse de vuelta a su hogar. La mayoría no sabía cómo serían recibidas, pero eso poco efecto tenía ya en el abatido psique de las estudiantes. Y mientras otro grupo cruzaba el portal que las llevaría de vuelta a su mundo, los generales y otros oficiales en el War Room afinaban los últimos detalles de la ofensiva que sería realizada dentro de poco.

- Esto parece más un éxodo que un traslado. – Comentó uno de los oficiales, mirando por la ventana. Algunos le dieron un asentimiento o un gruñido de confirmación, pero la mayoría siguió en lo suyo. Se estaban analizando los planos y fotografías de la zona para ver quien iría donde y hasta que nivel habría independencia de mando.

- Viendo la cantidad de posiciones, la unidad táctica básica deberá ser el batallón. La más pequeña a nivel de maniobra deberá ser la compañía. – Comentó Schroeder.

- En la radio asignaremos un nombre a cada regimiento, si se le agrega un número será un batallón y con dos números será una compañía. Igualmente, el mando de brigada tendrá otro nombre según el país. – Respondió Scott.

- ¿Tenemos el número de tropas? – Inquirió Kessler a este último.

- Han estado trayendo muchos efectivos desde el otro lado solo para esta operación. Considerando todos los países involucrados, y si agregamos al personal aéreo y de fuerzas especiales que desplegaremos... a eso debemos sumarle los efectivos que tendremos en el resto de Falmart y la fuerza de rodeo... ¿unos 25.000?

Gestos y ruidos de sorpresa se manifestaron a lo largo de toda la sala. Desde luego, pocas veces se había realizado un enfrentamiento con tales proporciones, y aun así eran muy escasos en la vida de las academias desde su creación en la década del '50. Esta sería, por consiguiente, el primer enfrentamiento en mucho tiempo que reuniera a semejante cantidad de personal por la parte académica. Y era, por supuesto, el primero en el que se enfrentarían a un enemigo total.

- Según los últimos informes, el ejército imperial casi llega a poco menos de medio millón de efectivos en toda la extensión de la nación, de los cuales podemos deducir hay cerca de la mitad en la capital y alrededores. La batalla será dura. – Señaló Kessler.

- ¿Ese informe es fiable? No quiero sorpresas nuevamente, sobre todo con algo tan importante en juego.

- Según el último reporte de inteligencia, el Imperio tiene sus tropas dispersas por los reinos del sur, el Mar Azul, Bellnahgo, la Peninsula de Glass, Sadera, la Telta, Proptor y Tanska. No sabemos los números exactos, pero podemos hacer estimaciones más o menos fiables basándonos en los testimonios de la gente. Y a diferencia de Sadera, podemos decir que el Imperio no tiene sus efectivos muy concentrados en el resto del territorio. Demasiado terreno para ser eficientes. – Contestó Kessler a la duda de Isakovich.

- ¿Orden de batalla? – Preguntó Hermann.

- Todavía discutimos los detalles, pero sabemos que habrá unos 2 regimientos alemanes, 2 regimientos rusos, 1 regimiento británico y 1 regimiento estadounidense. Las tropas auxiliares latinoamericanas formarán la reserva de 2 batallones. La fuerza de bloqueo serán 2 regimientos blindados y 1 regimiento mecanizado. – Comunicó Scott – El resto de las tropas en Falmart irán siendo rellenadas acorde la disponibilidad e importancia. Nos replegaremos al eje Ligs-Itálica-Alnus-Elbe defendido por 4.000 hombres en total.

- Las tropas que tomarán el paso montañoso de Romalia suman dos compañías, lo que por ahora son menos de quinientos hombres. Eso terminaría el conteo de tropas. – Informó Kessler al resto – ¿En cuánto tiempo estaremos listos para lanzar la operación?

- En unos días si todo marcha bien. Para el día D+88 deberíamos estar listos para lanzar la operación.

- Sugiero que lo hagamos en el día D+90. Quedaría bien lanzar la última operación cuando se cumplen 3 meses de haber entrado a este mundo. – Comentó un oficial. El resto lo miró con una expresión de duda en el rostro o simplemente levantando una ceja en un gesto de incredulidad. - ¿Qué? Quedaría bien en los reportes.

XXXXXXXXXX

Barracones Japoneses
En esos momentos...

Katyusha, acompañada por Nonna y Klara, se encontraba en la habitación que hacía de oficina para la primera. Estando a cargo de la Segunda Brigada Japonesa (o lo que quedaba de ella), Katyusha, como comandante del equipo de Sensha-do de la escuela Pravda, era la más calificada para asumir el mando de las estudiantes japonesas. Pero por eso mismo se veía ahora en un dilema.

- Muchas estudiantes, junto a sus tanques, se han ido de Alnus a estas alturas. Las únicas escuelas que siguen con todas sus alumnas son Pravda y Kuromorimine, aunque esta última podría empezar a tener deserciones pronto. – Informó Nonna. Katyusha se mordió el labio mientras veía los papeles frente a ella.

Las dos "brigadas" japonesas estaban comandadas por Erika Itsumi, segunda al mando y encargada del equipo de tanques de Kuromorimine ante la ausencia de Maho Nishizumi, y Katyusha, comandante del equipo de tanques de Pravda. Cuando Miho cayó enferma de los nervios (o eso era lo que alcanzó a escuchar en los pasillos), al igual que las estudiantes de Oorai, Maho se negó a separarse de su lado, ocurriendo algo similar con Erika, quien apenas se despegaba de las hermanas (aunque permanecía más apegada a Maho). Esto provocó un vacío en ambos grupos de estudiantes japonesas, cuyo mandato paso a recaer exclusivamente en la pequeña comandante.

Tampoco ayudaba que la organización de ambos grupos fuera un desastre, producto de los retiros y deserciones.

- No nos podemos mantener así. Como ya no tenemos un rol claro, nos irán echando poco a poco hasta que nos vayamos. – Comentó con pesadez Katyusha – Si tuviéramos algo que les sirviera como lo tiene Anzio...

- Podríamos ofrecerles algo. – Habló Klara – Podríamos ofrecernos como fuerza rápida de relevo para ayudar a las chicas de Anzio cuando salten. Son muy pocas como para durar mucho tiempo solas, y los europeos saldrán muy tarde para apoyarlas si pasa algo...

- ¡Excelente! ¡Muy bien, Klara! – Felicitó la rubia a la peli platino, quien sonrió amablemente ante el halago ante un apenas perceptible gesto de molestia por parte de Nonna.

- Pero tendremos un inconveniente – Señaló la pelinegra – Y es que no todas las japonesas estarán de acuerdo. Varias se querrán ir pronto.

- Es verdad – Reconoció Katyusha – Por eso tendré que preguntarles hoy mismo. Puede que las Nishizumi estén fuera... - Se paró de un salto, dirigiéndose a la puerta seguida de ambas chicas altas – ...pero en Pravda nunca hemos jugado igual que ellas. Puede que Erika haya mantenido a las chicas de su escuela juntas con disciplina y orden, pero nosotros lo haremos con resolución y coraje. – Antes de salir de la sala, activo el llamado a reunión de todo el dormitorio japonés. Sin perder más tiempo se dirigió al patio, ya contando en su cabeza quienes faltarían al importante evento.

.

Sección médica, dormitorios japoneses.

Maho podía escuchar el murmullo que eran las palabras amplificadas de Katyusha a lo lejos. Internamente agradecía lo que hacía la pequeña líder: le dolía no poder estar para sus compañeras de escuela y el resto, pero más le dolía ver a su hermana en tal estado. Era por eso mismo que agradecía en silencio y con pequeñas sonrisas las acciones de Erika, quien siempre estaba cerca de ella y Miho y tratando de que no pasaran malos ratos.

Miho era apenas un cascarón desde aquel fatídico día. Apenas era consciente de su alrededor, casi no comía, y cuando no estaba mirando a la nada murmurando cosas era cuando estaba dormida. Sus compañeras de Oorai intentaron, sin éxito, interactuar con ella: solo su equipo y su hermana lograban sacarle alguna reacción, por más pequeña que fuera. La puerta de la sala se abrió, y el sonido de las botas militares le dio a entender a la mayor de las dos hermanas que quién había entrado no era una compañera de ellas.

Girando la parte superior de su cuerpo, Maho se encontró con Fehring. La major de la Panzer Akademie se acercó sin prisas hacia donde estaba Maho, quién estaba sentada al lado de la cama de Miho, antes de entregarle unos pocos papeles. La mayoría observaciones, era el primero el que le llamó la atención por el "Aprobado" estampado allí.

- ¿Qué es esto?

- Una solicitud de retiro por Sección VIII.

- ¿Sección ocho?

- En la Segunda Guerra Mundial, la Sección VIII del reglamento médico estadounidense para retiro del frente indicaba que el paciente era mentalmente incapaz de seguir en la lucha, y era retirado de la primera línea o incluso del servicio activo. O algo así era. Las academias recogieron eso para simplificar el asunto de estrés mental o quiebre nervioso, pero nunca pensaron que habría tanta gente pidiéndolo. – Explicó – Miho Nishizumi ha obtenido un retiro por Sección VIII aprobado. Mañana puede ser trasladada al otro lado del GATE e irse de vuelta a Japón. Puedo hacer los arreglos para que vaya con ella si lo deseas. – Ofreció la oficial alemana. La mayor de los Nishizumi parpadeó un par de veces, asimilando la información, antes de darle una cálida sonrisa de agradecimiento.

- Me gustaría que lo hicieras. También que incluyas al resto del equipo de Miho.

- Veré que puedo hacer. Con tantas alumnas japonesas volviendo y la cantidad de gente y equipo ingresando, el tráfico por la puerta está congestionado. Será complicado sacarlas a todas en el mismo grupo, hay más gente pidiendo volver. – Se encogió de hombros antes de seguir hablando – El alto mando, aunque no lo diga, agradece lo que hace Katyusha: aunque sea por unos días, si dejan de presionar para irse pronto el tráfico se hará más fluido y pueden despejar antes el paso.

- ¿Cómo está el otro lado? En cuanto al GATE, me refiero.

- Parece una bodega gigante. Está lleno de equipo y suministros, y cada día llegan nuevos soldados para venir aquí el día siguiente. Es una pesadilla logística hacer pasar todo eso sin un ferrocarril y en orden.

- ¿Y tú? ¿Volverás al combate? Escuché que planean una última gran batalla para terminar la guerra...

- Me gustaría, pero parece que no están muy dispuestos a perdonarme los errores... - La comandante alemana se permitió una pequeña risa de autocompasión – Tras la disolución del Regimiento de Avanzada, fue asignada como oficial administrativo. Dudo que vea acción por un laaargo tiempo.

- Ya veo... supongo que nos estamos retirando uno a uno entonces... - Comentó la mayor de las Nishizumi – Es irónico. Partimos como un equipo desunido, y cuando por fin logramos funcionar como unidad, tenemos que separarnos. No solo eso, cada uno toma un camino distinto que se aleja de lo que nos reunió aquí en primer lugar...

- Es deprimente viéndolo desde ese punto de vista. Pero mucho no puedo decir: soy un soldado, esta es la vida que escogí y no me quejaré más de lo necesario para mantener la cordura.

- ¿Qué sucedió con el resto del Regimiento?

- La mayor parte de la tropa volvió a sus unidades de origen. Con los oficiales... fue algo diferente. Los estadounidenses y chilenos volvieron a sus unidades como si nada. – Maho no pudo evitar girar los ojos ante la simplicidad del estamento – Aquí es donde empiezan las noticias. Louis, de la primera compañía blindada, está muerto junto a su cargador, como debes saber a estas alturas. Boomfield, de la tercera mecanizada, terminó su periodo de intercambio y regresó a su academia, vistiendo ahora los colores estadounidenses en Alnus. Schmidt tomó el mando de un batallón mecanizado. Fritz volvió a su puesto como observador aéreo y de artillería. Petrakov se volvió loco y lo sacaron de Alnus camino a un hospital psiquiátrico militar en Siberia, su tripulación retirada del frente mediante Sección VIII. La hermana de Petrakov, Sasha, y Chloe, la artillera de Louis, están ambas críticas en el hospital con heridas y envenenamiento. Creo que eso es todo. El resto de los oficiales volvió a sus unidades normales sin mucha novedad. – Terminó su conteo.

- Vaya...

- Lo sé. Pensar que todos éramos parte de lo mismo y ahora están todos dispersos en un mar de gente... - Fehring revisó su reloj de muñeca – Debo irme. Te encargo que le des la noticias a Miho y al resto. Yo debo seguir con mis tareas.

- Hasta luego y gracias.

- No hay de qué. Adiós Maho.

Y con eso dicho, la oficial alemana se retiró de la sala, dejando nuevamente solas a ambas hermanas.

XXXXXXXXXX

War Room
Horas más tarde.

- ¿Qué es esto? – Preguntó el general Schroeder. En sus manos tenía una lista de tanques y tripulaciones, enmarcados dentro de lo que se podría considerar un precario orden de batalla.

- Son las estudiantes japonesas que aun quieren luchar. Sabiendo que ustedes harán una última batalla, no es justo que nos quedemos a un lado. Iremos y apoyaremos a nuestras compañeras de Anzio y a sus fuerzas especiales cuando asalten el paso montañoso. – Declaró la pequeña comandante rubia. Schroeder no pudo evitar sonreír animadamente ante el seguro estamento de la japonesa, quien se notaba a kilómetros no aceptaría un "no" por respuesta.

- Supongo que nada puedo hacer ante tal decisión de ustedes. Confío en que todas son voluntarias y comprenden a lo que van.

- Por supuesto. Es por eso que nos tomó tanto tiempo decidir quienes irían. No los defraudaremos. – Aseveró Katyusha, inmutable y con una sonrisa confiada en su rostro.

- Bien. – El general alemán se paró de su asiento, llevándose la mano a la sien – Aunque sea por poco tiempo, será un placer trabajar con usted, capitana.

- Igualmente, general. – Imitó la aludida el gesto, una sonrisa completa en el rostro – "No dejaremos que tus esfuerzos sean en vano, Miho. Terminaremos esto, aunque tú no estés con nosotras para verlo."

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top