Capítulo 11
GATE y Girls und Panzer no me pertenecen.
Capítulo 11
Rondel
Una destrucción en el presente y una mirada al futuro.
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Pueblo de Ligs.
Día D+64
8:00 horas.
Miho, acompañada de Huxley, Roth, Maho y Khoakin, observaban a los soldados patrullar desde la plaza central de lo que alguna vez fue un pueblo llamado Ligs. Ahora, no eran más que un montón de ruinas que adornaban el centro de un puente algo dañado por el combate habido allí. Mientras que el cuarteto observaba preocupado las reparaciones de emergencia hechas allí para sostener la estructura, Khoakin maldecía no haber estado allí.
El daño había sido casi total. El campamento se había montado a las afueras, detrás de los cerros, y había un puesto avanzado al otro lado del río con vigías expectantes. Sin embargo, en los dos días siguientes al ataque al pueblo no había habido respuesta imperial, por lo que poco más se podía hacer. Miho descubrió también que faltaban soldados en el regimiento.
El grupo caminó la distancia que los separaba del campamento donde estaba el resto de su compañía, dirigiéndose de inmediato a la tienda de mando. Allí, el oficial a cargo de las tropas discutía sobre unos mapas con dos capitanes, quienes se excusaron tras ver llegar al grupo. El oberstleutnant se irguió levemente, corrigiendo su postura, antes de relajarse ligeramente y sentarse en una silla plegable. Invitó con un gesto a que el resto hiciera lo mismo, aunque solo Mho y Maho lo imitaron, el resto siguiendo de pie con la excusa de que eran damas y debían cuidarse.
- Veo que llegaron. ¿Percances en el camino? - Preguntó Schmidt casualmente, en lo que se quitaba la gorra y se rascaba un poco la cabeza.
- Ninguno. El camino fue bastante rápido la verdad - Respondió Miho de forma igualmente casual - He notado que hay menos gente aquí en la tropas que antes de partir.
- Ah sí, eso. Bueno, hubo unas pocas bajas en el ataque. Ese comandante imperial sabía lo que hacía, por lo que no puedo evitar preguntarme como acabó en un agujero como este. Como sea. Los faltantes que mencionas son los que fueron heridos o murieron, y los que llevan los cuerpos y a los heridos, además de los prisioneros, de vuelta a Itálica y traerán refuerzos. Los estamos esperando a ellos y a ustedes para seguir adelante.
- ¿Hacia dónde iremos? - Preguntó Maho.
Karl suspiró - Justamente eso hablaba con los oficiales, pero les daré la situación resumida - Señaló la mesa, específicamente el mapa donde había algunas fichas sobre la imagen de un pueblo - Este es un mapa de la zona en la que operaremos, hecho para fines militares en Alnus. Donde están las fichas es donde estamos nosotros, el pueblo de Ligs. Tenemos que llegar a Rondel, aquí - Señaló con una vara la ciudad entremedio de un cordón montañoso - Una vez allí, hay que hacer un análisis de la magia y comprobar si es viable usar el lugar como ruta de flanqueo a gran escala contra el Imperio - Trazó la ruta superficialmente, dando una idea de cuál era dicha posible ruta - Más al norte está la ciudad imperial de Bellnahgo, que tiene un camino hacia un puente que está cerca de Sadera y Telta, pero si seguimos al este de Rondel podríamos llegar a ese camino sin tener que tomar la ciudad, y de paso, la aislamos. Eso sería todo.
Miho y el resto analizaron el mapa con lo dicho por el oficial superior, pensando en las fallas que podía haber - ¿Solo nosotros? ¿Sin ninguna unidad de apoyo? Es un terreno bastante grande para ser cubierto solo por un regimiento, sobre todo el nuestro que es bastante pequeño - Preguntó Roth, sin despegar sus ojos del mapa mientras sus pupilas trazaban una y otra vez el recorrido y los (pocos) caminos disponibles – Sin mencionar que la mayor parte de nuestras tropas es mecanizada o blindada, limitando nuestro movimiento en bosques y montañas como los que parece haber cerca de Rondel.
- Lastimosamente, el apoyo irá más bien dirigido a la misión del coronel Woods en Elbe. Está más cerca, es más fácil llegar y la prensa puede llegar en un día - Se inclinó de hombros como quien no quiere la cosa - Estaremos solos en esta misión. Los únicos refuerzos que recibiremos serán tropas de ocupación, yendo cualquier otra unidad de apoyo que no esté en el ataque a Elbe a la fase de preparación para la operación contra Sadera – Explicó - Eso también significa que, salvo la misión contra Elbe, las otras misiones en curso son todas para evaluar el camino a Sadera, como la nuestra, que busca un camino alternativo por detrás de las montañas. La prensa va a amar esto - Terminó resaltando dicha palabra y con un toque sarcástico – Rondel es neutral contra el Imperio, así que no debería haber partidas de guerra cerca. Como sea, eso es todo. ¿Preguntas? - El grupo meneó la cabeza - Bien. Instalen su campamento con el resto, saldremos dentro de 72 horas. Retírense.
El grupo se retiró de la tienda, iniciando el camino de vuelta hacia sus hombres, cuando Khoakin les llamó la atención respecto a algo.
- No notaron al alemán ese muy... ¿amigable? - Preguntó extrañado, viendo de reojo la tienda de mando de donde acababan de salir y donde en ese momento entraban otros oficiales.
- ¿En serio? Yo no note mucha diferencia - Indicó Miho. Huxley esquivó la pregunta con un "Apenas lo he visto desde que llegué," dejando más en el aire la duda ante la ceja levantada de Maho. Solo Roth contestó algo coherente sobre el asunto.
- Es verdad. Usualmente no usa tantas expresiones faciales o gestos, menos aún en una conversación informal como la de recién - Analizó, ante la atenta mirada del comandante ruso y extrañada del resto - Una de dos: o está muy distraído, o algo sucedió mientras no estábamos.
- Tienes razón. Un pueblo arrasado no puede ser la excusa, ya llevamos demasiados como para que sea de importancia... - Meditó Khoakin unos momentos - Ahora que lo pienso, ¿nadie ha visto a Fehring, la rubia que era su segunda al mando? Es raro que no esté aquí ya que movilizaron a todo el regimiento para la operación, a menos que... - Murmuró Khoakin, sus ojos entrecerrándose mientras procesaba la información. Roth llegó a la misma conclusión que él.
- No movilizaron a todo el regimiento. Un grupo debió haberse quedado, seguramente bajo el mando de Fehring... ¿pero dónde?
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Base de Itálica. En esos momentos.
Erika Fehring, major de la Panzer Akademie,se encontraba ahora avanzando entre las celdas del edificio de la prisión, destinado a mantener encerrados a aquellos prisioneros relevantes o peligrosos que no se podían dejar con la soldadesca prisionera común. El hecho de que casi todo fuer prefabricado no parecía importarle al mando, ya que eso permitía una gran velocidad de despliegue de los edificios de las bases.
La oficial, cuya apariencia combinada con la versión femenina del traje de servicio de oficial de la Wehrmacht le daban una imagen deseada por muchos fanáticos militares y de las mujeres, se detuvo frente a una de las pocas celdas ocupadas del lugar. Extrañamente, esta era una de las únicas dos celdas que tenía 2 guardias dedicados, que, dicho sea de paso, no eran de la dotación de la base o de la misma unidad que los otros guardias.
Ambos guardias eran del Regimiento de Avanzada, pertenecientes a la Panzer Akademie al igual que su superior jerárquico allí presente. Dentro de la celda, ya empezando a ser afectada por los días de prisión, se encontraba la agente de la PSIA Risa Tsukamoto. Su cabello ya estaba hecho un desastre y sus ropas arrugadas, un atisbo de ojeras en su cara y de vez en cuando sobándose los sitios donde los soldados le golpearon con las culatas de sus armas cuando fue arrestada.
Aparentemente, Risa todavía no procesaba el que fue atrapada, mirando a la nada y repitiendo cosas sinsentido sobre las academias militares en Falmart.
- Patético. Y pensar que ella fue la que engañó al guardia y se infiltró en el edificio de mando... - Erika se agachó para quedar al nivel de la agente, que la encaró pese a no procesar bien su situación - ¿Sabes cómo te encontramos? Porque en este edificio, nadie deja cerrado con llave las áreas de uso común. Está prohibido para poder atrapar a sucios espías como tú - La observó por unos segundos - ¿Por qué hablo con alguien que perdió la cabeza como tú? - Se incorporó lentamente, para luego dirigirse a los guardias - Si muestra algún cambio en su conducta, avísenme inmediatamente - Ambos guardias asintieron antes de que la oficial se alejara por el pasillo. Risa suspiró internamente mientras la veía alejarse. La mantendrían vigilada un tiempo más.
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Cuartel Secreto, ubicación secreta cerca de Sadera, Imperio.
Los escasos miembros de la nueva unidad estaban formados frente a él. Debían totalizar 400 en total (pese a que el grupo que fuera a actuar en los siguientes días no superara los 10 miembros) y no eran ni de lejos los más fuertes o vistosos como era usual entre las unidades de élite del Imperio (para eso uno podía dirigirse a cualquier guardia personal de la nobleza). Oh, no había que confundirse, cada uno estaba en buena forma física, solo que no destacaban por eso. No tenían nada más que una apariencia común o promedio en el ejército.
Y era por eso mismo que fueron escogidos.
Siendo un grupo tan promedio, podían hacerse pasar por casi cualquier ciudadano normal en el vasto territorio de Falmart. Eran ideales para el propósito por el cual había sido creado dicha unidad, la cual había sido levantada en secreto de su padre y hermanos. Era una pena que una parte importante de los caballeros de la Rosa hubiera desertado del Imperio, para deshonra de las varias familias a las cuales pertenecían sus miembros, pero eso eliminaba a otro actor que podría quitarle el protagonismo. Ahora, las primeras Escuadras de la Noche (nombre que se jactaba de escoger el mismo, para incomodidad de sus subordinados) del príncipe Diabo estaban listas para salir al campo y demostrar que su tarea era una que podían cumplir y no era tan descabellada como la hacía parecer su simple planteamiento. Su bautismo de fuego había sido decidido gracias al último mensaje recibido del comandante Jiuns hal Fersen, comandante de la plaza Imperial de Ligs, enviado a gran velocidad gracias a un mago que estaba dispuesto a llevar rápidamente el mensaje.
Ya que, después de todo, no siempre hay que enfrentarse al enemigo cara a cara, ¿verdad?
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Día D+66...
Hacía unas horas habían salido de Ligs, dejando en aquel lugar nada más que un montón de ruinas y cenizas junto a un puesto de guardia que se encargaría de mantener el control del estratégico puente mientras estuvieran al otro lado. Dicha guardia era una compañía de la Köln Academie, cuya infantería estaba motorizada acababa de llegar al nuevo mundo, y al ser esta academia la rival de la Panzer Akademie, los oficiales de la segunda que pertenecían al Regimiento de Avanzada apresuraron la salida todo lo posible para evitar encontrárselos cara a cara, so pena de provoca una pelea innecesaria. Actualmente el regimiento avanzaba por la "Ruta Imperial," una carretera en excelente estado que atravesaba el Imperio de este a oeste y que conectaba las principales ciudades por aquella latitud, además de ser parte importante de la infraestructura estratégica de la nación. Pese a que estaba conformada por adoquines o piedra, era definitivamente mejor que mover los pesados blindados a campo traviesa, permitiéndoles además contemplar la maravilla tecnológica local (los comandantes sospechaban fuertemente del uso de magos en su construcción). Por ende, terminó siendo el trayecto usado para la segunda parte del viaje (siendo la primera parte el llegar y asegurar Ligs).
Tras avanzar un largo trecho en dirección norte se acercaron una bifurcación hacia el noreste, acampando justo antes de aquella para continuar rápidamente su camino al día siguiente, cosa que se realizó en procedimientos automáticos y practicados por todos, con pocas penurias y beneficiados por un clima templado y tranquilo. Se movían con rapidez y con escasa guardia, cosa que mantenía a los soldados y suboficiales más experimentados ansiosos o con los nervios de punta. Esperaban que la velocidad de su avance, con poca o nula vigilancia y en medio de una ruta principal en tierras enemigas, atrajera grupos hostiles que quisieran darles caza.
Pero como indicaran los oficiales, no apareció nadie.
Los Imperiales parecían haberse hecho humo. Si fue por la brutal batalla que hubo en Ligs, en la cual parecían haberse jugado todas las fuerzas del sector, o si fue porque las tropas prefirieron replegarse para proteger las ciudades y localidades importantes, no se sabía. Los bandidos, por su parte, aparentaban haber sido cazados por los legionarios saderianos, si las fosas comunes avistadas de vez en cuando eran alguna indicación sobre su destino. Independiente de cual fuera la razón, era un hecho que los campos a los lados del camino estaban sospechosamente tranquilos, sin avistarse ni un alma salvo el campesino ocasional por allí. Era todo demasiado extraño para los soldados de la Coalición Académica, quienes hasta el momento llevaban más de tres meses, desde el ataque en Flandes, de actividad febril.
Detrás de una colina estaba situado el nuevo campamento al final de la segunda jornada desde Ligs. Los vehículos estaban como protección alrededor, y las tiendas y fogatas estaban al interior de la barrera de acero. La atmósfera estaba calma, y la falta de presión de un enemigo empezaba a enervar a los soldados. La noche les daba la bienvenida con su paz y armonía, y varios que no estaban de guardia decidieron simplemente quedarse dormidos.
En este clima de paz nocturna se escuchó débilmente, como para no irrumpir la atmósfera de calma, el llamado a reunión de oficiales. El músico a cargo repitió el llamado dos veces antes de callarse, escuchándose solo las botas, algunas rápidas y otras lentas, de los convocados a la tienda de mando.
- ¿Para qué crees que nos llamaron? – Le preguntó Maho a su hermana menor. Miho solo se encogió de hombros para posteriormente restregarse los ojos. Era cerca de medianoche y ella, al igual que muchos otros, había caído en los brazos de Morfeo antes de ser despertada por la llamada. Ambas Nishizumi entraron al lugar, donde vieron que Roth, ayudante de Miho para todo efecto práctico, ya estaba allí al haber sido más rápido que ellas, para encontrarse luego en el lugar con cerca de una veintena de personas entre oficiales, ayudantes o segundos al mando. Pese a eso, varios comandantes vinieron solos, no queriendo molestar a sus subalternos en su momento de descanso. Maho notó que el suyo era el único equipo que llevó 3 personas, pero lo atribuyó a su falta de experiencia.
- Buenas noches caballeros y señoritas - Saludó Schmidt cuando el último oficial entrara - Antes de que se vayan a dormir, les comentaré la información que hemos recaudado de los locales en las últimas horas - mientras hablaba, desplegó el mismo mapa de operaciones que estuviera analizando en Ligs, solo que sin las fichas de unidades - Nosotros deberíamos estar por... aquí - Señaló con su dedo un punto cerca de la bifurcación del camino a Rondel, para luego desplazarlo hasta dicho cruce - Y según lo que escuchamos, el enemigo está aquí, en el pueblo de Clunia.
- ¿Y lo que nos quiere decir es...? – Preguntó uno de los oficiales.
En este punto, Karl desplegó la vara metálica plegable que usaba para señalar - Nuestra información nos decía que la zona entre Ligs y Bellnahgo estaba despejada, poco habitada y que Ligs apenas tenía una guarnición confunciones aduaneras con comandantes poco capaces. Por lo que experimentamos en ese condenado puente, no es así. Entrevistando a algunos campesinos locales para corroborar datos, aparentemente el pueblo en la encrucijada, de nombre Clunia, vio su antigua guarnición imperial restaurada por las tensiones diplomáticas habidas anteriormente entre el Imperio y la ciudad autónoma de Rondel. Desconocemos cual sea el tamaño de esta guarnición, pero desde luego no será ni tan numerosa ni tan bien armada como lo fue en Ligs. Sin embargo, tenemos que evitar que nos detecten y avisen a Bellnahgo - Señaló dicha ciudad en el mapa - Un solo mensajero que llegue y tendremos a la guarnición de una ciudad entera encima.
- Esta información también nos dice otra cosa - Habló ahora Walther, el ayudante de campo del teniente coronel - Los magos de Rondel, o cuando menos los cabecillas, estarán alertas. Deberemos tener cuidado cuando nos acerquemos a Rondel, o podríamos ser confundidos con enemigos y atacados apenas nos asomemos.
- El tema es el siguiente - Volvió a llamar la atención Karl - Tenemos que eliminar a la guarnición de Clunia en un día como mucho y evitar que envíen un mensajero a Bellnahgo. ¿Ideas que no sean un asalto frontal o la destrucción de todo el pueblo?
La tienda permaneció en silencio unos segundos, cada oficial pensando en una forma de completar dicha tarea que no fuera el cómo habían realizado las cosas hasta entonces. Largos segundos pasaron, y nadie habló.
- Parece que será el asalto frontal después de todo - Murmuró uno de ellos con un suspiro, recibiendo cansinas afirmaciones de varios de sus compañeros.
- Tengo una idea - Habló por fin Louis, uno de los oficiales de las compañías blindadas y miembro de una academia británica - Busquemos sus edificios claves, como cuarteles de oficiales, y bombardeémoslos. Mientras tanto, los rodeamos y los obligamos a rendirse. Si no se rinden, intentarán salir a presentarnos batalla, donde usaremos la oportunidad de que estén atrapados en la ciudad para poder aniquilarlos. Así evitaremos que envíen un mensajero y además podemos eliminar a la guarnición en un solo movimiento. Si se resisten a ser vencidos, seguiremos bombardeándolos en el pueblo hasta que acepten la realidad.
El plan recibió aprobación de la mayoría de los presentes. La mayoría.
- Pero... de esa forma estarían arriesgando la vida de los civiles. La artillería no es tan precisa como para derribar los edificios al primer tiro, y atacarlos en la ciudad podría matar a muchos de ellos - Comentó Miho, preocupada.
- Estamos en guerra, señorita - Le observó Louis, calmadamente y sin intención ofensiva visible - A menos que tenga otro plan, sugeriría ir con este.
- Pues... - Miho sintió como le presión de la sala se tornaba sobre ella, algo no muy placentero debido a las miradas expectantes que llegaban. Estuvo a punto de rendirse en buscar una solución, cuando llegó su salvación en una forma familiar.
- Tenemos algunos tanques pesados en el regimiento - Su hermana mayor, Maho, salió al rescate de la atrapada oficial honoraria - Podemos usar su munición HE para derribar los edificios de forma precisa y más directa. Bastará con que tenga una buena línea de tiro. Luego, solo es cuestión de ver si se rinden. Si no lo hacen, podemos esperar a que salgan del pueblo y atacarlos desde tres lados para aniquilarlos más rápida y seguramente, ya que atacarlos en la ciudad podría darles protección por los edificios y escombros, sin que tengamos forma de comprobar si siguen vivos.
- ...es una buena idea - Aceptó Louis tras unos momentos, meditando con la mano en el mentón - Puede funcionar con eso.
- ¿Alguna otra observación? - Preguntó Schmidt. Nadie habló - Bien, la operación empezará mañana a las 0800 horas. La compañía de vanguardia se encargará de derribar los objetivos designados para dar comienzo oficial. Las compañías blindadas se colocarán lo más alejadas posibles de la compañía de vanguardia y entre sí, formando un triángulo de fuego en cuyas aristas se formarán los otros equipos. Las compañías de apoyo se situarán en las alturas que encuentren, en lado opuestos del pueblo - El oficial revisó la hora, viendo que faltaban cuatro minutos para la medianoche - Hemos terminado. Pueden retirarse.
La operación, al día siguiente, fue rápida y sencilla. Demasiado, dirían algunos. Los imperiales en Clunia no tuvieron ninguna advertencia previa sobre lo ocurrido en Ligs, y, por ende, fue una total sorpresa para ellos cuando, poco después del amanecer, una fuerte explosión derribó los barracones de oficiales, eliminando de un plumazo a casi todos. Estaban rodeados. Unos pocos ataques certeros más, y los imperiales, desorganizados, salieron al campo a presentar batalla. El 80% no sobrevivió, y los restantes fueron encerrados en los sótanos del pueblo y puestos bajo la vigilancia de una compañía motorizada, la que vigilaría el lugar hasta que llegara el relevo de la Köln Akademie.
Salvo ser un cruce de caminos, Clunia no poseía el valor estratégico de Ligs, por lo que la dotación era más pequeña. También, quizá como signo de desgaste del Imperio, no eran tropas de calidad decente, sino soldados de segunda línea movilizados para la ocasión. Más aun, la dotación tampoco había sido reforzada como había ocurrido en Ligs, por lo que la diferencia era aún más grande. La tropa local imperial era, en todo sentido, solo una demostración de fuerza contra Rondel, enviada con el único propósito de preparar al pueblo para la llegada y pasada de los ejércitos imperiales, si aquella llegara a producirse. Los 300 imperiales supervivientes que se rindieron fueron rápidamente apresados, vigilados por la compañía motorizada chilena. El resto se tomó solamente el tiempo de echar los cadáveres en fosas comunes y salir a la brevedad por el camino de tierra endurecida que llevaba hacia Rondel. Ya habían gastado varias horas en Clunia; no tenían más tiempo que perder.
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El valle de Rondel era un lugar que, aunque amplio, daba esa sensación de estar atrapado gracias a la visión de las dos cadenas de montañas que se hallaban a ambos lados, dándole esa denominación geográfica. Había suficiente espacio hacia los lados del camino como para moverse libremente por un buen trecho, pero aun así las elevaciones lejanas parecían venirse encima más y más por cada metro que avanzaban.
Apenas cruzaron lo que estaba delimitado como la frontera entre el Imperio y la Ciudad-Estado de Rondel (un abandonado puesto avanzado con unos pocos carteles de instrucciones e información en deplorable estado), el camino pasó a ser adoquinado nuevamente. El viaje se volvió más llevadero producto de esto (disminuyendo drásticamente la cantidad de fallas entre los vehículos) y el contacto con los locales fue, en su mayor parte, pacífico.
El valle de Rondel contaba con varias pequeñas aldeas, la mayoría sin superar la barrera de los 200 habitantes. Algunas eran más grandes y alcanzaban el nada desdeñable tamaño de hasta 1.000 personas, pero eran una rareza, generalmente llegando a las 600 como mucho. Casi todos los pobladores se dedicaban a la agricultura o la ganadería de subsistencia, salvo algunos que se dedicaban a hacer otras cosas de necesidad, como el fabricante de ropa obligatorio en cada pueblo, y unos pocos de negociar su producción con la ciudad de Rondel u otros pueblos vecinos. No hubo ningún símbolo de militarismo u hostilidad en todo el camino.
El trayecto se vio interrumpido cuando se encontraron con un grupo de lo que claramente eran académicos, si es que las notas y equipaje que llevaban eran algo por lo cual guiarse. Recordando los comentarios de que Rondel era una famosa ciudad académica, los alumnos escondieron el convoy y un grupo se acercó a pedir indicaciones más exactas de cómo llegar a dicha ciudad. Pese a que los uniformes provocaron la desconfianza de los locales (no era difícil deducir que había habido conflictos con los militares imperiales, basados en su reacción frente al uniforme pese a ser desconocido para ellos), al final la curiosidad pudo con los locales y propusieron un intercambio de información: las direcciones a Rondel y una mini guía que incluía un mapa con los edificios más importantes de la ciudad, a cambio de una demostración de lo que hacía una pistola (la cual fue cargada con balas de fogueo para engañar a los curiosos espectadores, haciéndoles creer que solo era un espectáculo de luz y sonido). Al final del día les faltaba todavía una parte del trayecto, por lo que decidieron armar el campamento en un claro al costado del camino oculto por unos arbustos y terminar la jornada.
La atmósfera era apacible ahora que se sabía con certeza que no había imperiales a los alrededores, y si no hubiera sido por unos pocos oficiales, hasta los vigías se hubieran quedado dormidos en sus puestos.
Y mientras el grupo descansaba confiado, descartando cualquier posible alerta bélica ahora que estaban fuera del territorio del Imperio, desde lejos un hombre encapuchado, junto a varios otros igualmente vestidos, observaba atentamente, anotando todos los datos posibles a simple vista del convoy que sin mayor cuidado en el mundo había entrado al territorio de Rondel.
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Celdas, Base de Itálica. En esos momentos...
Con los días pasando, su ventana de oportunidad se ampliaba y acortaba. Decidió que no podía seguir esperando, por lo que haciendo aún la despistada (y cuando estuvo segura de que la oficial a cargo no llegaría en un rato más) pidió permiso para ir al baño. Allí fue, escoltada por ambos guardias, que en esta ocasión eran un hombre y una mujer.
Luego de hacer sus "necesidades" (la guardia mujer no prestó mucha atención a lo que ella hizo, lo que le permitió prepararse), salió lentamente del cuarto de baño. Los guardias empezaron a moverse, el hombre detrás de ella y la mujer delante. En ese momento procedió a efectuar la primera parte de su escape.
Frenó un poco su paso, hasta que estuvo a punto de chocar con el guardia detrás de ella. Este se preparó para recibir el golpe del cuerpo de ella, razón por la que solo pudo observar con sorpresa como la agente de la PSIA daba media vuelta rápidamente y mandaba una fuerte patada a su cabeza.
El guardia cayó inconsciente.
En medio de la caída del guardia, Risa desenfundó la pistola de este y la apuntó hacia su otra captora, quien se acababa de dar vuelta para ver que sucedía. Sorpresa se grabó en sus facciones al ver a su compañero tirado en el suelo y a la prisionera con una pistola apuntándole. Mordió su labio por un momento, antes de dejar su fusil a un lado y levantar las manos, odio en sus ojos.
Risa no perdió tiempo en desarmarla de su arma de servicio también - ¿Cuándo sale el siguiente transporte hacia Alnus? – Preguntó durante el proceso.
- No llegarás allá antes de ser descu...
- Dije cuándo.
La guardia se mordió el labio con rabia antes de responder - Dentro de 5 minutos saldrá un helicóptero. Un convoy con prisioneros saldrá en 20 minutos.
- Bien - Dicho eso, la agente procedió a dejar inconsciente a su otra guardia mediante un golpe seco con la culata del arma y salir a la brevedad. Camino a los hangares pudo ver el susodicho helicóptero, para después proceder a meterse dentro y esconderse aprovechando la cobertura de la noche. Para su fortuna, nadie revisó dicho aparato. Parecía que estaban confiados en la seguridad de la base. Los pasajeros del helicóptero (que resultaron ser otros 2 periodistas) no tardaron en subir, escoltados por un oficial ruso que se encargaría de que no tocaran nada y una japonesa rubia que logró identificar como Kay, encargada del transporte aéreo al ser el suyo uno de los pocos helicópteros disponibles. Ambos pilotos subieron y el aparato despegó. Risa respiró tranquila. Había escapado de Itálica.
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Alnus. Algo más tarde.
El helipuerto donde aterrizó el helicóptero ya se había despejado en su mayor parte. Risa se bajó lentamente del vehículo aéreo y procedió a esconderse en las sombras que la noche proporcionaba, fuera del alcance de las luces. Salvo la ocasional patrulla de vigilancia, apenas había personal en esa zona de la base.
Risa procedió a caminar escondida hasta que llegó a la zona "residencial" de la base, forma en la cual las estudiantes japonesas y la prensa llamaban a la zona con los barracones de lo estudiantes. Allí dejó de esconderse tanto, aunque siguió pasando desapercibida en su mayor parte, hasta llegar a los alejamientos de las alumnas japonesas. Por su parte, la mayoría de los guardias ni siquiera le prestaba atención.
- "Tal parece que no se han corrido noticias de mi arresto" – Pensó la agente de la PSIA.
Las alumnas japonesas, desde la llegada del cuerpo paracaidista de la Escuela Privada Anzio, se sintieron con la suficiente relevancia como para pedir que le dejaran la labor de vigilar sus propias barracas. Dado el permiso, fue de conocimiento casi público que la rigidez de la vigilancia cayó en picada, las nuevas patrullas más preocupadas de evitar que algo pasara a que las alumnas se escaparan a divertirse a la pequeña ciudad de refugiados o con algún soldado europeo que hubiera llamado su atención. Las tareas de vigilancia recayeron casi exclusivamente en la escuela Anzio, por ser las más entrenadas en cosas militares.
Para Risa no fue difícil avistar una ventana abierta y entrar a la edificación, de donde empezó a buscar las habitaciones del reducido grupo de la escuela Saunders. Encontrándolas, no fue difícil ubicar a Kay y arrastrarle sin dejarle hacer preguntas a un sector aislado.
- ¿Una admiradora? -Preguntó pícara y confundidamente la rubia japonesa - Aunque no suelo hacer estas cosas, si te gustan las de tu mismo género tampoco debería importar mucho-
- Escucha - El tono de voz de Risa le dejó claro que no era tiempo para bromas - Necesito que hagas un favor por mí.
- ¿Quién eres? – Preguntó Kay tras unos segundos de duda, decidiendo de momento seguirle el juego.
- Risa Tsukamoto, PSIA - Respondió la agente mientras mostraba la identificación que logró evitar le arrebataran al caer detenida al esconderla apropiadamente - Responderé lo que pueda, pero es importante que me lleves a cualquier lugar donde se reúnan los reporteros que estén en Alnus.
- S-seguro, sígueme.
Kay guio a la agente por el camino al establecimiento de refugiados, donde se habían instalado varios negocios atendidos por civiles. Aunque supuestamente el alcohol estaba prohibido, bajo la excusa de las bebidas no alcohólicas incluso las tabernas lograron cierta prosperidad gracias a los ocupantes de la base militar, lo que no indicaba, sin embargo, que no se traficara alcohol por debajo de las mesas.
- ¿Me puedes decir que sucede? - El tono de Kay cambió a uno serio, sabiendo que tenían enfrente a una agente probablemente en misión secreta de su propio país - No creo que haya necesidad de tanto secretismo.
- Lo haré breve - Respondió la castaña al revisar sus alrededores inmediatos. Nadie se fijaba en ellas y no se veían guardias a la vista - Vi algo que no debí y ahora el Regimiento de Avanzada está tras mi cabeza. Fui detenida en Itálica al ver unos documentos secretos, pero al parecer la noticia no ha sido divulgada. Si así hubiera sido, ya estaría de nuevo tras las rejas. Aun así, no puedo confiarme de seguir con mi misión sola. Tengo que encontrar a un contacto mío que seguirá con el trabajo, pues, aunque no me atrapen, es casi seguro que los vigilantes de la puerta estarán atentos a un intento mío de huir. Mi ventana de oportunidad es hasta que llegue el convoy con prisioneros desde Itálica y vean que no estoy allí. Entonces comenzarán en serio con mi búsqueda.
- ¿Cómo sabes todo eso? Lo de tu búsqueda, digo.
- Cuando estás en este oficio, esos patrones se hacen conocidos. Por muy entrenados que sean, no tienen la experiencia en infiltraciones como la tengo yo. Cuento contigo.
Ambas mujeres llegaron hasta un restaurante, donde tras revisar rápidamente con ojo experto, Risa indicó que siguieran buscando. El siguiente lugar fue una taberna pequeña pero familiar, donde varios reporteros comían o bebían con amigos o compartían experiencias del trabajo. Risa analizó los grupos hasta que encontró a quien buscaba.
- Ese de allí. Ropa de viaje beige, lentes de sol colgando del cuello y pelo castaño corto a los costados de la cabeza. Última fila de la izquierda, tercera mesa desde el final - Kay avistó sin problemas a la persona que buscaban, bebiendo una cerveza con un par de reporteros de apariencia norteamericana y europea - Los otros dos también son de inteligencia. MI6 y CIA respectivamente.
- Entonces... ¿Qué haremos?
- Cuida esto - Risa le pasó sus lentes a Kay, antes de sacar un par similar que robó de los dormitorios y ponérselos - Puedes ponértelos sin problemas, no son ópticos. La razón es porque tienen una cámara integrada en las patas de los lentes. Ayudan mucho a recolectar evidencia visual - Kay prestó atención mientras se acomodaba los lentes, probando su nuevo look en su reflejo en las ventanas - Si algo me pasa, dáselo al hombre que te describí. Ahora vamos.
Ambas japonesas entraron en la taberna ligeramente separadas, sin llamar demasiado la atención – además del hecho de que la mayoría de la gente estaba ocupada bebiendo o comiendo. Habían recorrido la mitad del camino hasta la mesa cuando dos soldados se les interpusieron: era una de las patrullas de guardia, que había entrado por una puerta lateral.
- Miss Tsukamoto? - Habló uno de los dos uniformados de café, identificables como soldados británicos. No esperaron a que la agente respondiera para seguir hablando - You are under arrest for the leaking of sensible documents. Please come with us, and don't dare to bloody move.
Risa levantó las manos en el aire lentamente bajo la atenta mirada de los británicos, dándole a Kay una oportunidad de escapar del radar de los militares. Cuando se la hubieron llevado (caso que no llamó la atención en la bulliciosa taberna, por raro que suene), Kay logró escabullirse hasta dicha mesa, dejándose caer relajadamente sobre la silla con una expresión amistosa a la vez que pedía algo para beber a una camarera. Ninguno de los 3 ocupantes de la mesa cuestionó el que se les uniera alguien, siendo común que los grupos se agrandarán sin aviso previo para compartir relatos y cervezas. Lo que les avisó que esto no era una casualidad fue que, cuando la camarera hubiera traído el pedido de Kay y se retirara, y tras unos pocos minutos de charla amena, la rubia japonesa repentinamente se pusiera seria y preguntara, en voz baja y apenas audible:
- So... are you the guys from foreign Inteligence?
Las miradas de los 3 adultos jóvenes se volvieron, de golpe, igual de serias, y el ambiente en aquella mesa cambió.
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Valle de Rondel. Día siguiente.
Lelei la Lelena se encontraba expectante.
Un par de horas antes del mediodía la avanzada de la columna, la compañía de vanguardia, avistó las casas a las afueras de la ciudad de Rondel. El regimiento entero se reagrupo y los oficiales de más alta graduación (salvo Miho, por algún motivo) empezaron a planificar la entrada a la ciudad de una forma que, a los ojos de Lelei y el resto de los oficiales, fue demasiado seria para lo que era. La extrañeza pasó a más cuando de las palabras pasaron a los susurros y gestos, usando palabras clave que de las que nadie parecía conocer su código. Era algo extraño para Lelei, pero, habiéndose acostumbrado algo a lo raros que eran los militares (o estudiantes militares) del otro mundo, le restó importancia y esperó pacientemente hasta que la llamaran por su conocimiento sobre la ciudad, habiendo estado en esta antes.
Mientras esperaba, empezó a comparar silenciosamente el planeamiento del grupo de oficiales con el que exhibieron antes de los asaltos a Ligs y Clunia. Había una sutil diferencia en el ambiente de la tienda de mando y en el intercambio de palabras, lo que le dijo a Lelei que había otra cosa en juego, quizás política o instrucciones específicas de sus mandos. La forma en la que hablaban y la atmósfera eran secretas y opresivas, en contraste con la junta del asalto a Ligs, que fue mucho más animada, y la de Clunia, que era una de agotamiento y resignación. Luego de unos minutos, como ella predijera, fue llamada por el grupo frente a un plano de la ciudad.
Aunque la mayoría en Falmart lo describiría como un muy realista y extraño mapa, en realidad aquello era una fotografía aérea de Rondel. Lelei pudo distinguirlo por la calidad del detalle que presentaba. Habiendo ya aprendido que eran las fotografías (en Alnus, los militares ofrecieron un servicio de pago para obtener tu propia fotografía, algo muy lucrativo con los locales), sus pensamientos divagaron a como sacaron una a tanta altura. Lo relacionó con los pájaros de hierro que poseían, que ellos llamaban aviones, y la duda salió de su mente por el momento. Pasó, entonces, a describir lo que le pidieron, que fue de forma apresurada, pero quizá... demasiado amable para la situación.
- Aquí está la Sala de Reuniones donde se hacen las presentaciones mágicas. Hay varios centros de estudios, pero el más importante y que probablemente quieran visitar es este, en el centro del Distrito de Investigación Académica - Iba señalando a medida que hablaba, sacando las varias ubicaciones desde su memoria - La sabia Mimoza La Mer vive cerca del edificio donde se hacen las presentaciones mágicas. El edificio donde se reúne el consejo es el Ayuntamiento, que es este de aquí. Debo destacar que en Rondel es muy complicado moverse debido al poco orden en su construcción. Pese a que las viviendas fueron levantadas con magia y por ende son espectaculares, el poco control de urbanización dejó un caos para las calles y caminos. Por eso hay muchas posadas aunque no reciba muchos turistas, para los que se pierden o no logran volver a casa antes del anochecer - Finalizó su relato de la ciudad. Los oficiales asintieron a lo dicho, antes de discutir un poco más entre ellos para luego volverse al resto de los presentes en la tienda (o sea, Miho, Lelei y los segundos al mando).
- Vistos los hechos, debemos ver quienes irán a la ciudad. El resto se quedará vigilando el regimiento y levantando un campamento cerca de aquí, pero algo alejados de la ciudad. A esta entrarán 3 camiones, uno con tropas alemanas y dos con estadounidenses. Levanten el campamento en un lugar desde el cual puedan observar la ciudad, en caso de que entremos en problemas o encontremos tropas imperiales y debamos defendernos - Schmidt fue señalando a los oficiales correspondientes sus respectivas tareas, designando de paso a Louis como comandante provisional del regimiento hasta que él regresara. Los oficiales y suboficiales presentes se cuadraron, no habiendo más que discutir. Schmidt se llevó la mano a la sien - Eso es todo. Retírense.
El grupo contestó al saludo antes de salir a la carrera.
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Rondel
Los 3 camiones avanzaron lentamente por las calles de Rondel, atiborradas de gente y carretas. No parecía haber un patrón común en las vestimentas, salvo las ropas de los magos, y aun así estos presentaban tal variedad entre sí que era difícil establecer uno. Los civiles parecían indiferentes en su mayor parte a lo perteneciente al mundo de los magos, sentimiento mutuamente compartido por estos. Además, la estrechez de las calles hacía en ocasiones incómodo el paso de los vehículos de los soldados (tampoco ayudaba que de vez en cuando algunos se congregaran a preguntar sobre sus "misteriosos" medios de transporte). Salvo unos cuantos magos con parches cosidos a sus ropas, no parecía haber señal alguna de una milicia o policía pese a los conflictos políticos recientes con el Imperio.
- No parecen tener una fuerza de defensa - Le comentó Schmidt a Lelei, que iba en su camión.
- No es necesario. Rondel solo tiene una fuerza pública para mantener el orden en la ciudad en caso de que los duelos mágicos se descontrolen.
- ¿Y si el Imperio atacara?
- Hace muchos años que las cosas no han escalado hasta dicho punto. Por el tiempo que les demora llegar hasta la ciudad, los magos suelen ya organizar cuerpos de voluntarios para defender Rondel y expulsar al Imperio.
- ¿No dijiste que eran muy poco organizados? ¿Cómo logran formar una milicia?
- Es un misterio hasta el día de hoy.
El pequeño convoy llegó hasta la casa de gran tamaño donde vivía la sabia que Lelei conocía. Tocando la puerta, la joven estudiante procedió a abrirla con una llave que llevaba encima para luego invitar a la pequeña comitiva a pasar. El grupo reducido de Schmidt y su ayudante de campo Fritz, Miho, el capitán estadounidense Grant y Lelei se encontró entonces en una biblioteca de tamaño considerable, llena a rebosar de libros con títulos apenas entendibles, varios de ellos en una lengua indescifrable para los soldados. Lelei se dirigió a una habitación interior, de donde salió un bullicio y al poco rato apareció nuevamente la peliceleste con el cabello y ropas algo revueltas (cosa que nadie se molestó en mencionar) junto a una anciana de cara amigable y cabello canoso. Tras las presentaciones de rigor, la que se presentó como Mimoza les indicó unos asientos desparramados por el lugar para que se sentaran con ella en la mesa central de la biblioteca.
- Lily, querida (me llamo Lelei), ¿puedes ir y traer algo de té para nuestros invitados? Las cosas están donde siempre.
Lelei se retiró a la cocina con una cara malhumorada (cosa que no fue notada por los visitantes ni por la anciana), dejando a ambas partes solas. Aunque Mimoza seguía con una sonrisa amigable, debajo se notaba la curiosidad que tenía respecto a los extraños extranjeros.
- Bien, ahora que estamos solos... ¿pueden decirme de dónde provienen? También puedo decir que las ropas que llevan parecen ser uniformes, aunque desde luego no son algo que haya visto en mi vida y tampoco es algo muy usual que digamos – Preguntó la anciana.
- Somos del Equipo de Avanzada, que es una unidad conjunta entre una serie de academias que en cierto modo se parecen a las academias mágicas que poseen aquí – Fue la respuesta que recibió por parte de Karl, sin preocuparse de lo poco que entendiera la anciana de aquello – Y venimos de Alnus, donde está nuestra... sede.
- ¿Alnus? ¿Los dejaron establecerse allí? La última noticia que supimos de allí fue que el Imperio había prohibido el acceso a la zona por motivos militares – Preguntó la sabia al alemán.
- Se... podría decir que sí. No fue fácil, por supuesto, pero logramos convencer al Imperio de que nos dejaran establecernos en el área. No en la colina propiamente tal, por supuesto, pero cerca. Era importante para los directores que así fuera. Sobre nuestros uniformes, son para diferenciar a los miembros de las academias. Partió como una práctica para separar a los estudiantes elitistas de cada una, y terminó siendo algo común para diferenciarnos entre escuelas.
- Ya veo, ya veo. No es algo muy común, pero puedo ver la lógica detrás de eso – Respondió Mimoza dejando escapar una extraña risa.
- Por sobre todas las cosas quiero que evite pensar que somos del Imperio. Aunque tenemos sedes en su territorio, nos mantenemos alejados de Sadera y de otras ciudades importantes, salvo Itálica por el tema del alimento. Nos ubicamos principalmente en el sur del país, entre Alnus y Elbe, y somos autosuficientes en su mayor parte. Mantenemos contacto con el país, obviamente, pero no el suficiente como para que se considere que somos dependientes de la capital.
- ¿Y para defenderse? Hay varios bandidos en la zona.
El teniente coronel no pudo evitar sonreír ante la ironía de lo que iba a decir – Armamos a algunos voluntarios con armas compradas para nuestra defensa, con las cuales entrenan. Sin embargo, cuando hay personal del ejército imperial, dejamos que ellos se encarguen de la defensa y el entrenamiento. El lugar es tranquilo, de todos modos. No hay mucha actividad de bandidos.
La conversación siguió después de que Lelei apareciera con algunas tazas y una tetera, más el tema de la conversación siempre fue desviado cuando Mimoza intentaba averiguar sobre el misterioso grupo. Lo último que se supo en Rondel sobre Alnus, logró averiguar Schmidt, fue que hacía unos 6 meses (3 meses antes del ataque imperial en Flandes) el ejército Imperial había cercado el lugar y prohibido el paso, por lo que, junto al hecho de que los ciudadanos del Imperio no se acercaban a Rondel, provocaba que todos los habitantes de la ciudad se mantuvieran a oscuras respecto a cualquiera cosa que hubiera ocurrido allí. Pero los tiempos descritos hacían algo de sentido con la historia sobre los académicos, siendo que hubiera sido posible (aunque no probable) que el área cercada fuera en parte para asegurar la instalación de dichas academias.
Acordando reunirse después con parte de la cúpula administrativa y directiva, así como con parte del Consejo de Magos, ambas partes se despidieron, saliendo el grupo a las afueras de la ciudad hasta alcanzar el hace poco instalado campamento cercado con alambrada de espino. Lelei prefirió quedarse con Mimoza, pensando en decirle algunas de las cosas omitidas por parte de los visitantes y ver a su hermana tras un largo tiempo.
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Día Siguiente. Día D+69.
Los sabios y dirigentes de la ciudad de Rondel se hallaban entrevistándose con algunos de los oficiales del Regimiento de Avanzada. Mimoza se hallaba entre ellos, pero Lelei no pude al ya no vivir en la ciudad. Ella esperó poder contarle algunas cosas a su antigua maestra, pero esta estuvo gran parte del día anterior ocupada arreglando la reunión como para poder prestarle atención. Poco antes de que volviera a su hogar, la hermana de Lelei apareció, decidiendo ambas hermanas salir de paseo perdiendo la noción del tiempo. Pese a haber varias peleas, las cosas no escalaron a nada serio en dicho momento (aunque si hubo un duelo mágico porque Arpeggio pensó erróneamente que los estudiantes extranjeros que llegaron estaban relacionados con Lelei en forma de guardaespaldas, malentendido que se logró explicar tras un combate a distancia y varias casas derribadas).
Lelei seguía afuera del Hall donde se podía escuchar a los oficiales y directivos hablar de diversos temas, principalmente de posibilidades de cooperación científico-académica, mientras descansaba sentada con Arpeggio a un lado, esta última bebiendo furiosamente un refresco y sin atreverse a mirar a su hermana a la cara tras la derrota del día anterior. Fue solo porque Lelei se paró súbitamente y la tomó del brazo que se dignó a dirigirle la mirada, viendo nuevamente su rostro estoico, pero con un gesto... ¿preocupado?
- ¿Estás bien?
- ¿Escuchas eso? – Preguntó la peliceleste. Arpeggio agudizó el oído, escuchando a uno de los extranjeros extrañamente vestidos hablar sobre el viaje para llegar hasta Rondel y como evadieron a las belicosas patrullas de bandidos y asaltantes, para luego volver a hablar sobre términos de cooperación entre ambas facciones académicas.
- ¿Sí...? Bueno, esa descripción fue algo corta y vaga, pero no puedes decir mucho más de varios días de viaje por el campo para venir a esta ciudad en medio de las montañas. – Respondió la castaña.
- Exacto. – Respondió Lelei – Por eso mismo sé que algo está mal. Yo vine con ellos. El camino no fue así.
- ¿Ah sí? – Respondió Arpeggio mientras se inclinaba ligeramente sobre su silla, procediendo a estirarse - ¿Y cómo fue? ¿Ocurrió acaso algo interesante?
Lelei se tensó mientras decía las palabras – Es cierto que el camino fue pacífico en su mayor parte. Sin embargo, no fue todo así. No fue el agradable paseo por el campo eludiendo soldados o bandidos que describen. – Sus ojos se iban abriendo a medida que llegaba a una realización.
- ¿Uhm? ¿Pasa algo? ¿Qué es eso que dices que pasó en el viaje?
- Estos "estudiantes" – Dijo, remarcando dicha palabra – No eludieron las bandas de saqueadores. – Arpeggio se giró a mirar a su hermana menor, preguntándose qué quería decir – Aniquilaron a las guarniciones imperiales de Clunia y Ligs. Y son muchos más de los que dicen que son. En Clunia sacaron a la guarnición de la ciudad y la obligaron a presentar batalla. Fue violento, pero la población fue salvada. En Ligs... no fueron tan amables.
Ah. Ahí estaba.
Arpeggio tragó saliva por un momento, tratando de imaginarse en silencio como es que un grupo así de reducido podría haberse encargado de una guarnición imperial completa - ¿Cuántos son en total?
- No lo sé, pero deben ser más de 300 en total. Algunos se quedaron en Clunia con los prisioneros. No vi que pasó en Ligs, pero... el pueblo en sí ya no existe.
Arpeggio se detuvo de golpe, mirada fija en su hermana - ¿No... existe...? ¿A qué te refieres con eso?
- Lo que dije. – Sentenció Lelei sombríamente – Ligs ya no existe. Lo destruyeron por completo durante la batalla. Clunia se salvó de correr el mismo destino, pero los cerros estaban pintados con sangre al terminar el combate. No creo que lo hagan en Rondel, sería un suicidio para ellos. Pero...
- Temes que hagan algo más. Puede que incluso intenten atacar, ya que no saben de qué es capaz la ciudad en su totalidad. Nunca a sido necesario que se defienda desde la última guerra con el Imperio – Sentenció la castaña. Arpeggio era muy llevada por sus emociones, eso era algo que cualquiera sabría al verla, pero la seriedad de su hermana fue suficiente para evitar que por una vez irrumpiera en gritos y enojos - ¿Qué quieres hacer con esa información? No dudo que traten de eliminarte, ya que ya les mostraste el camino a Rondel y deben saber cómo volver. No hay mucha más información que puedan sonsacarte y no les conviene dejarte viva.
- Le contaré a Mimoza... cuando esto – Señaló al Hall – Termine. Nada es seguro y no quiero arruinar una posible buena relación por una sospecha. Después de todo, siguen teniendo tecnología más avanzada que nosotros, y nos podemos beneficiar mucho de ella.
Poco sabía Lelei, que el siguiente día se probaría como un contraargumento a su lógica. Más concretamente, la noche de aquel día le sería marcada en la memoria como uno de los episodios más trágicos y traumáticos de su vida, e incluso con su máscara de indiferencia, siempre recodaría con escalofríos y miedo.
Aún faltaban unas horas para un mini-infierno cerca de Rondel.
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Rondel. Día D+70...
Algunos oficiales llegaron a Rondel por el día. Sus vehículos, esta vez mostrados abiertamente al público, fueron objetivo de interés de varios magos, fascinados por la simpleza aparente de su funcionamiento y solo algunos comprendiendo la explicación que les dieron sobre su funcionamiento. En dicha visita, que más corta que la del día anterior, se afinaron lo que llegarían a ser algunos detalles sobre una próxima visita, y los extranjeros pudieron probar parte de su conocimiento mediante observaciones sobre enfermedades y como tratarlas. La información, desconocida largamente en Rondel gracias a la confianza que se le tenía a la magia, fue como un golpe directo a la cara para los sabios de la ciudad, quienes vieron sus preciados conocimientos refutados en algunos casos totalmente, a la vez que explicaba a los estudiantes magos porque algunas enfermedades no podían sanarse mediante la aceleración de la sanación natural del cuerpo.
Era ya de tarde cuando Lelei y su hermana Arpeggio consiguieron por fin hablar a solas con Mimoza, quien estaba en un estado entre emoción y enojo por lo acontecido en el día. Pese a todo, logró hacerse unos minutos para hablar con ambas hermanas, encontrando encantador que pudieran estar una cerca de la otra sin pelearse como usualmente terminaban sus reuniones ocasionales.
Pero cuando llegó a su casa y se encontró a ambas con semblantes serios, no pudo evitar sentir que aun pasaría otro tiempo hasta que pudieran ser amigables una con la otra. O al menos, eso fue lo que asumió por la escena.
Tomando asiento mientras Arpeggio servía la cena, empezando a hablar con Lelei, quien se hallaba frente a su persona.
- ¿Por qué me llamaste, Lily? No es usual que lo hagas, aunque también es cierto que no te he prestado mucha atención estos días, pese a que por fin regresaste de tu viaje – Reconoció – Lamento haberte dejado de lado, solo que esas personas que trajiste son muy... peculiares. No están muy afiliados al Imperio, tienen grandes conocimientos y lograron recorrer todo el camino hasta aquí prácticamente por su cuenta. Es sorprendente en todo sentido. Solo faltaría que me dijeras que son los amos del cielo y la tierra y juegan a ser mortales, jajajaja – Se rio de su propio mal chiste. Lelei hizo una pequeña sonrisa, antes de volver a su cara estoica de siempre y empezar a hablar a su vez.
- De lo que iba comentarte es precisamente sobre esos invitados que traje a Rondel. Quería hablarte de lo que hicieron... y lo que no contaron – Sentenció, siempre con su cara estoica. Arpeggio sirvió los platos, antes de agarrar las mejillas de Lelei sin previo aviso y empezar a tironearlas.
- ¡DEJA YA DE JUGAR A SER LA MISTERIOSA! ¡A ti no te sale, ¿entiendes?! ¡Solo ve y dile lo que sabes! – Las quejas de Lelei cayeron en oídos sordos en lo que Mimoza suspiraba con una sonrisa. Algunas cosas no cambiaban. Sin embargo, una de las cosas que dijo Lelei le causó curiosidad suficiente como para romper el, según su juicio, tiempo de "calidad" entre las hermanas.
- ¿A qué te refieres con "lo que no han contado"?
- Eso quería decirte. Ellos cuentan que son solo estudiantes, y no están mintiendo, pero... la verdad son más que meros estudiantes. Y todo comienza por una cosa. ¿Recuerdas la historia sobre la puerta que aparece en Alnus?
-... cuéntame...
Entonces, Lelei procedió a contar todo lo que recordaba. Contó sobre su encuentro con los estudiantes en el pueblo de Coda, donde estudiaba con el maestro Cato. Recordó primero que un caballo le pasó por encima, siendo el animal asesinado al segundo después y ella rápidamente tratada, pasando a mencionar luego el misterioso vehículo que vio en varias ocasiones, pero nunca comprendió del todo cómo funcionaba y que ellos llamaban "helicóptero." Luego contó sobre su estadía en la base Alnus, diciendo de paso que ellos estaban, a diferencia de como mencionaron, establecidos en la colina misma.
- Espera un momento. ¿No que el ejército imperial controlaba Alnus? ¿Cómo lograron pasar y establecerse? ¿De verdad consiguieron permiso? – Interrumpió Mimoza, curiosa.
- Ellos – Hizo alusión a los jóvenes extranjeros – Vienen del otro lado de la puerta. El Imperio lanzó una invasión hace más de tres meses, y ellos han sido organizados como fuerza de respuesta.
- ¿Ellos? ¡Pero son solo niños!
- Lo mismo pensé. Resulta que son estudiantes de academias de guerra. Aunque en su mundo no hay magia, la diferencia de tecnología es tan grande que ha permitido que en su reducido número hayan abatido al ejército imperial en repetidas ocasiones. La primera vez fue en su mundo, en algo que llaman la "Batalla de Flandes," también conocido como "Incidente de Flandes." La segunda vez fue en la "Batalla de Alnus," un mes después, donde en un lapso de una semana destrozaron a los restos del ejército imperial y a los países aliados del Imperio de Sadera. Luego de algunas expediciones, llegaron a la ciudad de Itálica, donde ocurrió el entre ellos infame "Incidente" y posterior "Combate de Itálica," donde aparte de imponerse sobre una columna de refuerzos imperiales y muchos bandidos, lograron espantar a un Dragón de Fuego. En una operación posterior, aunque no sé los detalles, lograron finalmente matarlo.
- ¡¿Cómo?! – Mimoza prácticamente saltó de su asiento. Ahuyentar a un dragón de fuego era algo que pocos grupos en la historia, incluso de los magos, podían presumir, siempre con pérdidas. ¿Y este grupo de adolescentes lograron matar a uno? - ¿Por qué es infame? Que yo sepa, el mero hecho de ahuyentar a uno es cosa de orgullo.
- Hubo muchos muertos entre los suyos. Aparentemente provocó mucho revuelo en su mundo, ya que no esperaban muertes en este mundo. Tras eso se reorganizaron y fortalecieron, y se hicieron más... militaristas, diría yo. Luego de eso, realizaron una operación hacia el Reino de Elbe y otra hacia Rondel, que es la que me trajo. Pese a que están en guerra con el Imperio y sus vasallos, no parecen ser hostiles al resto. Formaron un pueblo con refugiados y han realizado algunas labores humanitarias.
- ... ¿Y el camino hacia aquí?
- Asaltaron el pueblo de Ligs por ser el único puente capaz de soportar sus vehículos en un largo trecho. Lo justificaron diciendo que estaba en mnos imperiales, o sea, su enemigo. Luego llegaron a Clunia, donde exterminaron a la guarnición imperial. Dejaron a algunos de ellos vigilando a los prisioneros y luego vinieron acá. Desde que llegaron a las cercanías de Rondel no han mostrado ni sus armas ni sus vehículos armados. Los carros en los que los han visto no son más que transportes comunes de ellos para llevar gente y cosas.
Mimoza se quedó digiriendo esa información, súbitamente relacionando lo que habían dicho con lo que le decía Lelei. Pese a que la versión de los estudiantes era más que verídica, el hecho de no tener noticias, la presencia que daban los pocos que se presentaron era efectivamente la que daban los líderes militares del Imperio las pocas veces que hubo conflicto abierto entre ambos. También, pese a ser claramente uniformes, se veían poco prácticos para ser SOLO estudiantes. También era poco creíble que hubieran atravesado toda la zona infestada de bandidos sin armamento para protegerse, por mucho que hubiera guarniciones imperiales, y nada de eso había sido mostrado. Además, el Imperio nunca dejaría pasar a ciudadanos comunes hacia Rondel, no ahora que había tensión entre ambas comunidades.
- ¿Cuántos son? ¿Dónde están?
- Tienen un campamento cerca de aquí. Hay alrededor de 400 en total. Conozco a algunos de los oficiales, por si quieres hablar con ellos – Hacia rato ya que Lelei y Arpeggio habían comenzado a comer. Mimoza apenas había tocado su plato.
- Llévame con ellos luego de la comida. Me gustaría preguntarles algunas cosas – Y con esas palabras, la anciana sabia empezó a comer ávidamente. Lelei suspiró internamente, en lo que Arpeggio se emocionaba de poder ver, lo que ella consideraba, "elegantes y apuestos hombres versados en las artes de la guerra y diplomacia" que la acompañaron en el camino. Ni siquiera se molestó en corregirla, y solo comió en silencio.
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Más tarde. Anochecer...
Tienda de Mando, Campamento del Regimiento de Avanzada.
Día D+70
En la tienda de mando se encontraban algunos de los oficiales del Regimiento de Avanzada. Con los rostros serios o sombríos, el ambiente era tenso y sin atisbo de relajo alguno. Entre aquellos oficiales estaban Karl, Louis, Boomfield, entre otros, como los oficiales de artillería. El tema de la reunión era simple pero delicado: el inicio del ataque a Rondel.
En el centro de la tienda había un dispositivo de radio a través del cual se estaban comunicando con otro oficial que se encontraba con su equipo dentro de la ciudad en dichos momentos: era el teniente británico Charles Spencer, oficial de la SAS estudiantil y que actualmente se encontraba con su equipo en el interior de Rondel, habiendo viajado de incógnito con el regimiento y habiéndose infiltrado e instalado durante los días anteriores.
- Mi equipo y yo estamos instalados para bloquear o controlar con mediano éxito los puntos estratégicos de entrada y profundización. Desconocemos todo su potencial, pero tenemos muestras visuales de sus capacidades. Salvo volar por ahí, la mayoría de los magos solo parece poder aumentar su resistencia y lanzar hechizos elementales o de limitada fuerza cinética. Eso podría ser distinto con los más poderosos, sin embargo.
- Será prioritario aniquilarlos con el primer golpe. Busquen las viviendas donde es más probable que estén y márquenlas con infrarrojos para que la artillería y blindados las golpeen. No correremos con la suerte aquí.
- Les recomiendo tener cuidado. Aunque no haya milicia, hay algunos guardias en la ciudad. La mayoría parece ser solamente para contrarrestar magos y luchas que escalan demasiado alto y no tienen capacidad combativa real, ya que especializan en anular magia. Lo malo es que tienen una buena red de comunicación.
- Aunque hagamos pasar la artillería por accidentes, ellos podrán avisar del ataque... bien, trataremos de aniquilarlos al primer ataque. Usaremos tiradores para los que estén al descubierto y tanques contra los que estén en edificios. La artillería se encargará de sus cuarteles una vez elimine a los magos más peligrosos. ¿Algo más?
- Nada relevante. Creo que nuestra anfitriona – De más estaba decir que la "anfitriona" era Lelei – Salió de la ciudad con un par de personas hace cosa de una hora en dirección este, aunque con destino desconocido.
- No es importante. De todos modos, intentaremos averiguar hacia donde se dirigen. No sería agradable que alguien se encontrara con los preparativos.
- ¿Alguna noticia del apoyo aéreo? – Preguntó Spencer.
- Nada por ahora. Las montañas bloquean la comunicación, pero deberían pasar hoy por la noche las primeras naves para contactar por radio. Supuestamente sería la RAF quien nos proporcionaría apoyo – Comunicó Fritz.
- Eso es todo – Indicó Karl.
- Recibido. Bravo 4-0 out – Y con esas palabras, la comunicación se cortó. Los oficiales esperaron por unos segundos, como para intentar descifrar si alguien había escuchado la conversación, para que luego el clima de tensión se relajara algo y sus músculos se destensaran.
- Bien, ya todos escucharon. Empiecen a preparar a sus hombres para la operación. Ya todos saben sus posiciones. Comenzaremos a las 2300 horas. – El grupo asintió casi simultáneamente, para luego empezar a salir de la tienda. Karl retuvo con la mirada a Louis, quien captó el mensaje y se quedó hasta que el resto, excepto el ayudante de campo del alemán, hubieran salido.
- ¿Qué pasa?
- La compañía motorizada chilena que dejamos en Clunia, al mando del capitán Silva, fue relevada por los de la Köln Akademie hoy en la mañana. Llegarán pronto. Quiero que vayas a su encuentro y los guíes al campamento, donde veremos si están en condición de unirse a la ofensiva o quedarán en la reserva. La otra opción posible es que vigilen los caminos, como harán las japonesas.
- ¿Cuándo y dónde?
- Saldrás de aquí en 10 minutos. Los encontrarás en esta intersección. Hasta que los encuentres, silencio de radio, excepto ante emergencias, a fin de no interrumpir los preparativos. Irás solo con la tripulación de tu tanque. También tienen prohibido abrir fuego, a menos que el ataque comience antes de que lleguen o sea en defensa personal. ¿Entendido?
- Sí, todo bien. Nos vemos. – El británico realizó un saludo, se dio vuelta y salió de la tienda.
- ¿Estará bien no decirle nada a la Compañía de Vanguardia? – preguntó Fritz una vez hubiera salido Louis.
- No necesitan saber nada. – El oficial alemán dirigió su mirada hacia el mapa de la zona local, fijándose en un símbolo sobre el camino que salía de Rondel y se dirigía a la otra salida del valle. – Le daré las instrucciones especiales a los comandantes europeos de la compañía de vanguardia sobre como actuar. Las órdenes para las japonesas serán simplemente de bloquear el camino y vigilar que no aparezcan tropas imperiales.
- Eso debería mantenerlas fuera. ¿Les doy las órdenes?
- Si. Que salgan a las 2200 horas para que estén en posición cuando comience el ataque.
- Si señor.
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Tiempo después...
Camino a Clunia.
Louis y su equipo habían recién llegado a una colina cerca de una intersección en el camino que llevaba desde Rondel a la frontera con el Imperio. El lugar, aunque espaciado, no estaba a mucha distancia del campamento principal: después de todo, solo era un punto de encuentro, y con solo un camino principal, solo había que buscar una referencia para guiar a los chilenos al campamento.
Como aún faltaba un buen rato hasta la hora estimada de llegada del grupo sudamericano, cada uno de los 4 integrantes de la tripulación del vehículo buscaba una manera de matar el tiempo. Louis, el capitán y comandante, se entretenía leyendo una revista de historia que se trajo consigo antes de cruzar el GATE, echando miradas periódicas al camino. Klaus, el cargador con el rango de sargento, se encontraba haciendo algo similar, aunque en lugar de leer una revista leía un libro de emboscadas, haciendo rayones ocasionales en un boceto que tenía al lado suyo.
- Vaya, Klaus es muy tranquilo cuando no habla con la gente, ¿no creen?
Quién había hablado era Chloe, la sargento del tanque con el rol de artillera. Esta se encontraba sentada en el chasis del vehículo con una cámara fotográfica, probando distintas opciones para sacar fotos aprovechando que ya estaba oscuro. La respuesta del aludido fue solo un gruñido quedo antes de seguir con lo suyo.
- Supongo que es fácilmente enojable. – Comentó a su vez Sasha, la hermana de Khoakin, quien era la conductora provisional del Firefly británico.
- Olvídate de hacerlo reaccionar, está concentrado en lo suyo. – Comentó Chloe, sacudiendo su cabello castaño largo mientras negaba con la cabeza – Tengo una mejor pregunta: ¿Cómo demonios aprendiste a manejar el tanque tan rápido? Digo, ninguno de nosotros logró tener tal dominio en semejante tiempo.
- Los rusos tenemos esa habilidad de que todo lo relativo a lo mecánico se nos hace fácil. Es como un sexto sentido. Sabemos que hacer y cuando. – Respondió la castaña más joven. Esta se encontraba dando algunas vueltas alrededor del tanque en su aburrimiento, sin nada mejor que hacer. Chloe siguió con lo suyo.
- Hablando de facilidades mecánicas, ¿sabes por qué cuesta tanto disparar esto? El gatillo requiere mucha fuerza para ser accionado – Preguntó la británica mostrando un revólver a Sasha. Era un revólver Webley, una clásica arma de mano británica durante la primera mitad del siglo XX.
Sasha analizó el arma rápidamente, no encontrando ningún desperfecto.
- ¿Estás segura de que tiene fallos? Muéstrame como la usas. – Le dijo a la vez que le devolvía el arma. Luego pudo observar, para su sorpresa, como la castaña mayor intentaba disparar el revólver así sin más. – Tienes que estar de broma... - Murmuró en ruso.
- ¿? ¿Pasa algo?
- Dime por favor que no hiciste el curso de armas de mano. – Habló la rusa con una cara de póquer.
- Creo... que me quedé dormida... - Confesó la mayor en voz baja.
- Eso explica muchas cosas. – Respondió Sasha antes de volver a tomar el arma. Luego de eso, instruyó a Chloe en cómo disparar el revólver, haciendo especial énfasis en tirar atrás el tambor antes de disparar. Por mucho que la británica quisiera disparar para poner a prueba sus conocimientos, Sasha le cortó la intención en seco.
- ¿Eh? ¿Por qué?
- Recuerda que tenemos prohibido hacer ruido hasta regresar al campamento o que haya disparos.
- Verdad....
- ...
- Oye... ¿puedo hacerte una pregunta?
- Dispara.
- ¿De verdad tú y el ruso loco ese son hermanos? Digo, apenas se parecen en nada.
- Normal. No somos hermanos de sangre.
- ¿Uno de ustedes es adoptado?
- Yo, para ser precisa. Hace algunos años, mi padre murió en servicio y mi madre en un accidente. Conseguí un beneficio de estado para estudiar en una academia militar, donde conocí a la familia de Khoakin. Aún estaba cuerdo en aquella ocasión, y era más agradable que ahora.
- ¿Qué le pasó para quedar con la cabeza así de... loca?
- Los duelos no regularizados lo dejaron así, o al menos en parte. ¿Recuerdas la cicatriz que tiene en la frente?
- ¿Tiene una cicatriz en la frente?
- Bueno, se la tapa el pelo. El punto es que en un duelo tuvo que desmontar para juntarse con otros comandantes de tanque para planear el ataque a un pueblo. Un observador alemán los encontró, y la artillería se encargó del resto. Algo de metralla o algún escombro se le debió clavar en la cabeza, provocando que terminara de enloquecer.
- ¿Y su tripulación cómo lo aguanta?
- Algunos lo hacen por pena. Otros por comprensión. Sus varios compañeros de equipo han tenido distintas razones, y no conozco bien las razones de sus compañeros actuales para seguirlo.
Mientras ambas hablaban, los dos hombres del equipo en el interior del tanque hablaban de sus propias ideas sobre su situación.
- Hey Louis. – Rompió el silencio el cargador del tanque - ¿Crees que hay algún otro motivo para mandar un regimiento entero en una misión diplomática a una ciudad académica? Algo no cuadra.
- ¿Quién sabe? Podría ser simple precaución. Encontramos dos guarniciones imperiales en el camino, además de que si lo piensas detenidamente, somos un regimiento bastante pequeño. – Al igual que varios oficiales, Louis no había compartido aun la información sobre la operación con sus subordinados, por recomendación del comandante del regimiento. - Tenemos las compañías y batallones necesarios, pero nos faltan muchos hombres para ser uno de verdad.
- ¿Solo eso? Suena como que enviaron o muchas o muy pocas tropas para la tarea.
- Tenemos que hacer un reconocimiento de fuerza del otro lado del valle. Si hay fuerzas imperiales, necesitaremos tropas. El terreno no nos ayuda precisamente. Sabes que el mando superior en Alnus ha prohibido grupos pequeños para evitar que sean abrumados por los números enemigos.
- Tienes razón, pero... como que algo no calza...
- Tal vez. Tu sigue en lo tuyo. Solo esperaremos a los chilenos y nos iremos al campamento. – Louis se asomó por la escotilla para encarar a Chloe. – Tampoco me fío de que tengas ese revólver. Dame eso.
- ¡Hey! Esto es mío.
- Es una orden, Chloe. – Con un puchero, la aludida entregó el arma. – Solo mantén esto por si sucede cualquier cosa, aunque lo dudo. – Dijo, entregándole otro objeto.
- ... ¿es en serio? – Preguntó la chica con cara de póquer.
- No me mires así. Incluso hoy en día se puede utilizar como arma. – Le respondió el comandante antes de volver a entrar.
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El extraño vehículo enemigo estaba a la vista. Sus accesos estaban cerrados, pero aunque pudieran sellarlos, dudaban que fueran a abandonar a las mujeres de su equipo allí afuera en caso de que algo pasara. No estaban alertas. En su lugar, el relajo era casi observable en su escaso actuar, y solo parecían fijarse en el camino cercano, a la espera.
Una de ellos patrullaba el perímetro, otra vigilaba y los otros dos estaban sin visión aparente. El líder del grupo indicó con gestos que prepararan su nueva arma, fruto de la investigación y muerte de incontables alquimistas y magos imperiales, y desenfundaran sus arcos y dagas. Su objetivo: eliminar a los equipos enemigos en silencio, uno por uno.
XXXXXXXXXX
Algunos minutos habían pasado. Sasha había vuelto a sus rondas alrededor del tanque, más concretamente alrededor del borde del claro donde este se encontraba. Chloe seguía sobre el chasis, jugueteando con su cámara y encargada de vigilar el camino por si aparecían los soldados sudamericanos. Klaus y Louis estaban dentro del tanque, el primero dormitando y el segundo usando su teléfono celular. La noche seguía en calma.
Chloe estaba aburrida. Los chilenos seguían sin aparecer, Sasha parecía querer cavar una trinchera alrededor del tanque de tanto desgaste que su caminar dejaba y los dos hombres del equipo se habían desentendido del asunto, dejándole el trabajo a ella.
- "Bien podrían ayudarme, aunque sea un poco." – Pensó para su misma antes de rodar los ojos y fijarlos nuevamente en el camino.
La noche era tranquila y pacífica. La rusa del grupo había nuevamente desaparecido de su campo de visión, y solo un quedo ruido en las plantas de atrás suyo la sacó del sopor en el que estaba cayendo. Recomponiéndose algo en su asiento, agudizó algo el oído, pero siguió sin escuchar nada. Lo desestimó como algún animal salvaje de la zona.
- Hey, Sasha. ¿Escuchaste algo? Pareció ser un animal salvaje. – Le comentó a su acompañante. No recibió respuesta. Pensó que simplemente esperaría a que terminara su ronda por la zona para preguntarle de nuevo, pero a medida que pasaban los segundos y la susodicha castaña no aparecía en su rango de visión, empezó a preocuparse. Girándose, encaró al otro lado del tanque, donde suponía estaba su conductora.
- Oye Sasha, si crees que esta broma es divertid-
Apenas se dio vuelta, se encontró cara a cara con legionarios imperiales a los pies del tanque. Ambas partes se quedaron mirando unos segundos, para que luego la británica intentara gritar.
- ¡Aah-¿hmf?!
Palabra clave: intentara.
Un imperial llegó de un par de ágiles movimientos a la parte superior del chasis del Firefly. Con una mordaza silenció a la británica, quién intentó liberarse mientras sacaba lo que le diera Louis algunos minutos atrás. Más el objeto cayó al suelo de un manotazo del legionario, para luego sentir una punzada de dolor en la espalda inferior: el soldado imperial la había apuñalado con una daga. Sintiendo las fuerzas fallarle repentinamente, no tuvo más opción que dejarse caer gracias a un empujón de su enemigo. La caída desde la torreta del alto perfil del Firefly no fue para nada agradable, y sintió como el aire le faltaba al llegar al suelo. Quedó frente al cuerpo de una inconsciente o muerta Sasha, no estaba segura, una pequeña piscina de sangre formándose alrededor de ambas chicas.
XXXXXXXXX
Louis sabía que algo andaba mal cuando sintió el peso de alguien subir rápidamente al tanque. Desenfundando su arma, sacudió a Klaus para que despertara también. Ambos esperaron en silencio, escuchando a continuación un objeto metálico golpear el chasis junto a un cuerpo cayendo al costado del tanque. Escucharon también, gracias a la silenciosa noche exterior, otros pesos subir al vehículo, y luego como intentaban descifrar el cómo abrir la escotilla. Sabiendo que si la aseguraban estarían atrapados (y podrían dejar morir a sus compañeras, si es que estas seguían vivas en el exterior), Louis decidió dejarles descifrar el mecanismo. En cambio, preparó para disparar el tambor de su arma, un revólver Webley, y se situó en la parte baja del vehículo con visión de la escotilla. Klaus sacó su propia pistola, se ubicó al lado contrario de su comandante y se preparó para disparar igualmente.
Cuando los imperiales por fin abrieron la escotilla, un legionario se asomó por esta. Fue todo lo que necesitó Louis para apuntar y proceder a jalar el gatillo. El proyectil entró en la cabeza del soldado imperial entre ceja y ceja, propiciando una lluvia de sangre y sesos para los demás en el exterior. Uno que se asomó por el lado contrario sufrió similar destino gracias a un disparo de Klaus, mostrando la coordinación no hablada y ensayada incontables veces por ambos. Si todo iba bien, podrían seguir así un tiempo más.
Claro que nada sería tan fácil.
Otro imperial dejó caer un objeto en el interior del tanque. Al principio, Klaus lo examinó, extrañado, en lo que Louis vigilaba la entrada. Parecía una bolsa cargada de polvo, inofensiva en aspecto, lo que le hizo bajar la guardia al escocés. Pero luego de ver una corta mecha encendida y conectada al contenido del interior, comprendió al instante de que se trataba. Y no le gustó para nada.
- Grenade!
- What?
- Grenade! Clear the area!
Ambos británicos lograron lanzarse incómodamente a los lugares más alejados a su alcance antes de que la artesanal granada explotara, alcanzando Klaus por poco a tapar las municiones con su cuerpo. La explosión, aunque no logró matarlos, si los dejó heridos y aturdidos. Klaus soltó su arma, y Louis aflojó su agarre de esta.
Los legionarios imperiales descendieron nuevamente por la escotilla, esta vez sin disparos de por medio. El primero que bajó agarró a Klaus de una pierna y lo arrastró hasta la escotilla, donde junto a otro allí situado lo subieron para que otras manos invisibles lo sacaran. Un grito ahogado y el sonido de un cuerpo cayendo fueron toda la respuesta que necesitaba Louis para comprender el frío y cruel destino que había recibido el cargador de su tanque. Apretando su agarre en el revólver y cerrando sus ojos, sintió como era arrastrado igualmente hasta la escotilla. Sacando fuerzas de la desesperación, manipuló nuevamente el gatillo aprovechando el punto ciego de cuando lo jalaron hacia arriba, atravesando la entrada de la escotilla.
Cuando alguien lo tomó de los brazos y lo sacó al exterior, visualizó a un imperial con la espada corta ensangrentada, seguramente de apuñalar a Klaus. Y se preparaba para apuñalarlo a él. Con una pequeña sonrisa y musitando un silencioso insulto en británico, levantó su arma y apretó el gatillo.
- See you on hell, wanker.
La sangre salió disparada por la espalda del legionario. Los ojos sin vida de este, habiendo recibido un tiro directo en el corazón, pronto dejaron de enfocarse en Louis mientras caía de espaldas sobre el tanque y rebotando luego hacia el suelo. Louis sintió que lo arrojaban, y pronto se encontró cayendo violentamente al piso, golpeándose duramente y quedando de espaldas. Dolía como el infierno y le faltaba el aire, pero siguió con su sonrisa burlona incluso cuando sintió otra espada clavarse en su estómago. Con sus últimas fuerzas levantó su mano realizando un insulto antes de caer finalmente muerto.
XXXXXXXXXX
Desde que había sido lanzada al suelo con la puñalada en la espalda, los siguientes minutos fueron constantes viajes entre la consciencia y la inconsciencia. Logró ver como algunos imperiales eran abatidos por disparos desde adentro del tanque, luego en medio de la oscuridad sintió un ruido como de una explosión ahogada o silenciada, para luego ver como su comandante daba otro disparo a un imperial desde la escotilla y era arrojado desde lo alto. Cuando por fin logró recuperar la consciencia, fue justo para ver como otro imperial le clavaba una espada a Louis. Lo habían logrado.
Habían eliminado a su equipo.
- "¿No hay nada que pueda hacer?" – Fue la pregunta que se hizo la británica. Habían caído ante imperiales de una forma tan sencilla pero bien ejecutada, que le daba vergüenza admitir que habían sido vencidos. Pero, aun así, debía atenerse a los hechos de que los habían aniquilado aprovechándose de su confianza.
- "Vaya forma de despertar a la realidad..." – Pensó para sí misma amargamente. Viendo como los imperiales tenían una sonrisa burlona en sus rostros, sin embargo, provocó que se le encendiera la sangre. Tal vez ella no pudiera hacerles nada en su estado, menos aún alguien de otro equipo, pero...
Lentamente, arrastró su mano derecha. Fue en silencio, como para no alertar a sus captores. Sin llamar la atención, logró tomar el objeto que le entregó Louis antes de que todo empezara, el cual se asomaba debajo del cuerpo de Sasha. Empezó a extraerlo, cuando uno de los legionarios la vio y pegó un grito de advertencia. Algunos del grupo la rodearon y alguno le dio una patada, la cual, si bien dolió, le permitió terminar de sacar el objeto. Gracias a la oscuridad y a tener un color parecido a la sangre, el grupo no se dio cuenta de lo que tenía en sus manos, porque de haberlo distinguido bien la hubiera ejecutado allí mismo.
No se puede ganar en todas, pensó la británica.
- ¿Qué deberíamos hacer con ella?
- Va a morir independiente de lo que hagamos. ¿Por qué no aprovechar? – Propuso uno de ellos. Varios aprobaron la idea.
- Podríamos aprovechar con la otra también. Parece seguir viva pese a las dos flechas y a la daga envenenada que le clavamos.
- Le diste en la rodilla, imbécil. ¿Esperabas que muriera con eso?
Mientras el grupo discutía, Chloe atrajo para si su mano derecha con el objeto en esta. Cuando estuvo frente a ella, lanzó una pequeña oración y luego soltó una pequeña risa. Cuando uno del grupo de imperiales se acercó por la extraña acción, esta solo levantó su brazo mientras decía, voz burlona pese a su situación:
- Game over, twats.
Accionó el gatillo. La pistola roja disparó.
La bengala alumbró el cielo nocturno como si hubiese sido de día en el sector. Los imperiales miraron impresionados el despliegue de lo que ellos consideraban magia, para luego alarmarse. Un sonido muy similar a los vehículos que su enemigo utilizaba se acercaba, y con aquella luz, incluso la gente de Rondel sería alarmada. Rápidamente giraron sus miradas a la causante de tal despliegue, que solo alcanzó a darles una última mirada antes de perder la consciencia.
XXXXXXXXXX
Campamento del Regimiento de Avanzada.
Minutos Antes...
- Oye nazi. – Llamó Khoakin a Karl, cuando logró encontrarlo rondando por el campamento. Por alguna razón, varios efectivos habían empezado a movilizarse en el último rato, pese a que aparentemente no había ninguna operación en marcha. Su propia unidad había recibido instrucciones de prepararse, pero aun no sabían para qué.
- ¿Sí? – Respondió el aludido, sin detenerse ni mostrando reacción alguna por el apodo dado.
- ¿Dónde está el equipo del imbécil británico?
- ¿Quién es...? Ah, ellos. Los envié a encontrarse con los chilenos que vienen de Clunia. Deberían estar de vuelta en unos minutos.
- ¿Solo ellos?
- ¿Algún problema?
- Es arriesgado.
- No hay presencia imperial en la zona. Tampoco deberían levantar sospechas hostiles por parte de los locales. Como puedes ver, todo está en orden.
- Pues yo creo que debes mandar más hombres.
- No puedo. Tengo a todas compañías ocupadas y no me sobran hombres para enviar como guías de una columna motorizada precisamente.
- ¿Y qué está haciendo el resto del regimiento, entonces?
- Patrullas, principalmente. Algunos están haciendo reconocimiento.
- Patrullas te creo, pero... ¿tantas? ¿Y reconocimiento nocturno? ¿No crees que es algo estúpido?
- Si quisiera tu opinión te la habría pedido.
- Pues envía a mis hombres. Todavía estamos disponibles.
- No. La compañía de Vanguardia está de reserva en caso de que algo suceda hasta que sea la hora de que salgan también. Creo que ya les dieron sus órdenes.
- ¿Qué podría suceder en un lugar sin presencia enemiga? Además, las instrucciones no fueron claras en absoluto.
- ... - El oficial alemán se paró en su lugar y miró a su alrededor antes de hacerle un gesto al ruso, diciéndole que se acercara. – Aunque esto es preliminar, hay reportes de locales que han dicho ver partidas imperiales cerca. No tantas como para ser una amenaza para el regimiento, pero definitivamente no un número que se pueda pasar por alto como si nada. Recuerda que nuestra presencia en Rondel debe ser secreta, o tendremos imperiales llegando desde la ciudad al norte de Clunia.
- ¿Y siendo que hay partidas imperiales decidiste mandar a un solo tanque a buscar a una columna?
- Todos los reportes indican que están al lado contrario de Rondel. No hay motivo para creer que hay presencia enemiga al otro lado.
- Insisto, manda a mis hombres.
- No es no. Fin de la discusión.
- ¡Insisto en que envíes más gente! ¡Aunque sea solo a mi tanque!
Schmidt se giró para mirar a Petrakov fríamente, hablando con una calma aplacadora.
- Ich. Bin. Der. Kommandant. – el ruso se petrificó en su lugar ante el inusual pesó que cargaron las palabras dichas por el alemán - No es no. Fin de la discusión. – Y con esas palabras, el teniente coronel siguió con su ruta alrededor del campamento. El capitán ruso se quedó allí, hirviendo de una furia que ventilaba mediante respiraciones fuertes, temblores e insultos, hasta que logró calmarse algo y volver a pensar racionalmente. Sin perder más tiempo, salió en dirección a su tanque.
- Gente, preparen el tanque. Saldremos dentro de poco.
- ¿Tenemos órdenes?
- Yo doy las órdenes ahora. Aunque el mismísimo general en Alnus venga a detenernos, le daremos por el culo y saldremos de aquí. Tengo un mal presentimiento.
Y como confirmando sus palabras, dos tiros sonaron a la distancia. El campamento quedó en silencio, hasta que Khoakin gritó un "Rápido" que apresuró al grupo. En cuestión se segundos habían salido del perímetro del campamento, acelerándo camino del sonido de los disparos. Cuando una bengala se disparó hacia el cielo, esta solo les hizo redirigir su rumbo a uno más preciso del que ya llevaban. Iban, o al menos su comandante lo estaba, decididos a enfrentar lo que se encontrarán allí.
Karl Schmidt estaba terminando su ronda de inspección cuando los primeros disparos sonaron. Descartándolo como algo relevante y pensando en que sería algún ruido similar, solo prestó atención gracias al pedido de su ayudante.
El siguiente disparo fue claramente distinguible gracias al súbito silencio que pareció envolver al campamento. La dirección por la cual parecía venir el sonido le daba un mal presentimiento. – Preparen mi semioruga. – Ordenó a su ayudante y escolta. La bengala elevándose en el cielo al poco tiempo solo aumentó su mal presagio. – ¡Rápido!
XXXXXXXXXX
Presente.
Cuando Khoakin llegó al lugar de los hechos, desmontó del tanque apenas este entró al claro, subfusil en mano, y disparó a discreción sobre cualquier armadura que vio. Luego de abatir a un trío de imperiales que parecían estar en retirada, inspeccionó el lugar con la mirada en lo que su tripulación observaba los alrededores. Lo que vio no le gustó.
Primero se encontró con el cadáver de Klaus, el cual tenía marcas de quemadura, algunas heridas diminutas y un estoque de espada, del cual nacía un tajo que llegaba hasta el costado. Ya estaba muerto. Dando una vuelta alrededor del tanque, gracias a lo cual pudo observar a dos cadáveres imperiales, se encontró con el cuerpo de Louis. Una espada aun clavada denotaba la causa de muerte, pero la sonrisa burlona y el cadáver imperial frente a él le indicaron que no murió sin luchar. Siguió revisando con la mirada, lo que le permitió ver otro cadáver imperial, tras el cual estaban...
Al verlo se le encendió la sangre.
Una junto a la otra, estaban los cuerpos de Sasha primero, Chloe después. Corriendo hasta el lugar y quitando sin mucha contemplación a Chloe, sin pensar que podría todavía estar viva, examinó el cuerpo maltratado de su hermana adoptiva.
Tenía un flechazo en la parte trasera de la rodilla. Tenía otra punta de flecha en el estómago, lo cual acompañaba de un corte de espada que le cruzaba justo en medio del pecho. Para rematar, tenía un corte en una mejilla, no muy grande, pero del que sangraba aún sangre.
No respiraba.
Muy profundo dentro de Khoakin, tan profundo dentro de su psique que ni el mismo se creía el que existiera algo cuerdo todavía, algo hizo crack.
Se levantó lentamente. Mijail, su nuevo artillero, se acercaba a él, cuando lo apartó de un empujón y se dirigió al legionario que sobrevivió la ráfaga de balas que le mandó cuando llegó al claro. Decir que el soldado imperial estaba asustado sería una subestimación de su situación actual.
- ¿Dónde están?
- ¡N-no sé!
- Dime y te entregaré como prisionero. Niégate y considérate muerto.
- ¡C-cambiamos de base cada cierto tiempo! ¡Nuestra última base estaba en un pueblo pequeño en dirección contraria a Rondel, no muy lejos de aquí!
- Bien. – Khoakin no pensó dos veces el apuntar y jalar el gatillo de su pistola semiautomática Tokarev TT-33. El legionario imperial quedó allí, inerte y sin vida, como otra pieza más de aquella demostración de que tal cruel podía llegar a ser la guerra.
- Todo despejado. Deberíamos esperar a que lleguen otros para... - Lo que iba a decir murió cuando vio la calmada expresión de enojo que tenía su superior. Tragando saliva, ya sabía que su comandante no estaba de humor para escuchar razonamientos. O al menos ninguno que no fuera el suyo, claro está.
- Iremos a ese pueblo. Y luego al siguiente. Y al siguiente. Y así hasta que hayamos aniquilado a todos los imperiales que queden en este maldito valle.
- Escucha, creo que ya enojamos al nazi ese lo suficiente. ¿Por qué no nos calmamos y esperamos a que-
- ¡¿Me veo calmado para ti?! ¡Claro que no estoy calmado maldito pedazo de mierda! – El capitán ruso apuntó su arma al artillero de su tanque. – ¡Ahora iremos todos al siguiente pueblo o les volaré la cabeza e iré yo mismo!
Mijail levantó lentamente las manos en un gesto de rendición, para luego caminar lentamente al tanque e indicarle a los otros dos que debían dirigir al tanque en cierta dirección, bajo la mirada y audición de Khoakin. Ambos hicieron preguntas, pero un gesto de Mijail, junto al enojado semblante de Khoakin y el arma que este llevaba fueron suficientes para acallarlos.
En el trayecto, Mijail les contó lo que encontraron en el claro, junto al lugar específico hacia donde iban.
- Está loco. – Dijo Ivan. – ¿No podemos llamar al mando y decirles donde estamos?
- Lo intenté. – Respondió Mijail. – Pero cortó la antena. No tenemos radio.
- Carajo.
Cuando llegaron a las afueras del pueblo destinado, Khoakin les hizo parar el tanque. Echando una rápida mirada por el lugar, indicó con poca preocupación una gran vivienda que era sin duda la central del lugar.
- Vuélenla.
- ¿Qué?
- ¡Vuélenla les digo! – Repitió apuntando su arma hacia ellos. Asustados por el súbito arranque de ira de su superior, tan atípico de los usuales (y mucho más violento también, llegando a amenazarlos directamente), Mijail le indicó con un gesto a Ivan que cargara el arma. Luego de eso, algo desviado a propósito, el tiro salió.
Una explosión ocurrió en el centro del pueblo cuando cayó el proyectil. Los ciudadanos que no murieron pulverizados o quedaron heridos mantuvieron un silencio por un par de segundos, hasta que el pánico empezó a cundir entre ellos. Khoakin dejó inconscientes de un culatazo a su tripulación, antes de sacar un cajón de granadas y empezar a arrojarlas al pueblo. Una casa en específico tenía dos banderas imperiales, y la hizo explotar con el cajón entero.
- ¡Vamos mierda! ¡¿Dónde están los imperiales, eh?! ¡Muéstrenlos, muéstrenlos!
Un hombre armado con un palo fue a intentar detenerlo, pero de un golpe lo dejó tumbado en el suelo. No contento con eso, procedió a masacrarlo a quemarropa con su arma. Los disparos de la PPsH resonaron en la noche junto a las explosiones y el fuego que se empezaba a formar, y Khoakin se permitió darle rienda suelta a su enojo descargando su cargador redondo contra cualquier que se cruzara en su vista. El pueblo no era muy grande, y pronto había un rastro de cadáveres de hombres, mujeres y niños, siguiendo la solitaria y furiosa figura del capitán ruso Khoakin Petrakov. Este seguía con su masacre, inconsciente del caos a su alrededor. Su mente solo tenía un objetivo: vengarse.
De una casa apareció un imperial con su armadura completa. En sus manos había una lanza, una espada y una daga al cinto. El imperial se abalanzó de sorpresa contra Khoakin, quien de un rápido golpe de su arma le arrebató la lanza. El imperial de un manotazo le quitó su subfusil, para luego ser aniquilado a quemarropa por los disparos que llevaban todas las balas del cargador de la pistola del oficial. Recuperando su arma y enfundando la otra, Khoakin murmuró una maldición y se lanzó hacia la casa de donde había salido el legionario. Adentro había una familia de un padre, una madre y dos hijas, ninguna de aquellas superando los 14 años. Sin pensarlos dos veces sacó al padre de la casa a golpes y a las mujeres a gritos, apiñándolos contra una pared vecina.
- ¡P-piedad! ¡Por favor! ¡No hemos hecho nada!
- ¿Dónde están los imperiales? Dime y tal vez no los mate.
- ¡No lo sé! ¡Llegaron y ese se quedó en nuestra casa! ¡Salieron hace horas del pueblo!
- Mientes. Dime donde están.
- ¡Y-ya lo dije! ¡No sabemos dónde están!
Khoakin suspiró con rabia y apuntó su arma al grupo.
- Veo que están del lado de los imperiales entonces... Si no van a cooperar, mueran. – Y dicho eso, procedió a apuntar su arma.
¡THUD!
Para luego caer inconsciente al suelo.
Atrás suyo estaban Karl Schmidt junto a varios soldados. El oficial de alto rango tenía su fusil ligeramente levantado, evidenciando que había derribado al ruso de un culatazo de este. Los soldados detrás de este eran todos alemanes, y junto al oficial, la mayoría llevaba expresiones frías, algunos despectivas o de asco.
El oficial le dirigió una breve mirada a la familia antes de, con un gesto de su brazo derecho, ordenarle a sus hombres que retiraran el cuerpo de Petrakov. Dos soldados se desprendieron del grupo, aprisionando cada uno con un brazo uno de los del oficial oriental, para luego arrastrarlo lejos de allí. La familia quedó allí, olvidada y petrificada, ante la indiferente y violenta acción de primero el loco ruso, y ahora los "imponentes" alemanes.
Schmidt se había girado para intercambiar algunas palabras con sus hombres, cuando se acercó otro soldado. Aunque el uniforme de este era similar al de los alemanes, tenía algunas diferencias como los símbolos o algunos colores. Era un teniente chileno de la compañía motorizada chilena, quien llevaba el uniforme de tradición alemana que usaban la academia chilena, siguiendo la tradición universal de usar uniformes antiguos del ejército con el fin de preservar la historia.
- Herr Oberstleutnant. Mi capitán Silva me manda a comunicar que sus hombres ya rodearon el pueblo y han atrapado a los civiles que intentaron escapar. Están todos agrupados en el centro del pueblo. – Informó mientras se llevaba la mano a la sien. El teniente coronel alemán asintió con la cabeza. – Pregunta también si hay otras órdenes que deba llevar a cabo.
El oficial alemán inspeccionó sus alrededores, inspeccionando el pueblo con algunas llamas y varios cadáveres. También vio varias personas heridas o asustadas, cayendo sus ojos finalmente sobre la familia asustada enfrente suyo de sus hombres.
- No pueden quedar testigos de nuestras acciones o de nuestras capacidades. – Dictaminó, por fin. – Preparen una fosa común y ejecuten a los civiles dentro. Incendien el pueblo después. No quiero ningún superviviente. Silencio sobre toda esta acción, si alguien pregunta fue un ataque imperial. Tiren los cadáveres de armas de fuego en la fosa común también. Maten a algunas personas con las bayonetas para que parezcan víctimas imperiales. – Ordenó sin dudar.
- Entendido. – El teniente hizo un saludo militar, sin la mayor duda o señal de aflicción, antes de retirarse por donde había venido. El alemán señaló a la familia con la mano antes de retirarse, dos soldados siguiéndolo. El resto del grupo se formó frente a la familia, preparó sus armas y disparó.
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XXXXXXXXXX
Lelei, Mimoza y Arpeggio observaban desde los arbustos impresionadas el despliegue de crueldad efectuado por los estudiantes que, al menos dos de ellas, creían inofensivos. Lelei los había visto luchar, pero siempre en campos de batalla, y nunca los había visto realizar una muestra de crueldad tal como la vista ahora.
Todo comenzó cuando encontraron el solitario tanque de Khoakin. Llegaron pronto al pueblo, donde pudieron comprobar el caos y destrozos provocados por el oficial ruso. Gracias a las palabras que le dijo a la familia, supieron que buscaba seguramente venganza, pues sus violentas y a veces sinsentido acciones permitían figurarse eso. Pero antes de darse cuenta, el ruso había sido noqueado por el alemán y el pueblo había sido rodeado. No entendieron lo que dijeron los soldados y el superior, pues hablaron en su idioma natal, pero sintieron que no sería nada bueno.
Permanecieron ocultas un tiempo, hasta que, dándose cuenta de que empezaban a apretar el cerco, debían irse si no querían ser descubiertas. Decidieron separarse, tomando cada una ruta distinta. Lelei y Mimoza llegaron al punto de encuentro, pero no vieron a Arpeggio en la zona. Volviendo sobre sus pasos, la vieron siendo atrapada y empujada por dos soldados, sus artículos mágicos sueltos en el suelo tras ella, para luego ser lanzada a una pequeña zanja de tierra. Los soldados apuntaron sus bastones de madera y metal y los destellos y ruido las sorprendieron y asustaron. El cuerpo inerte de la hermana mayor de Lelei cayó al fondo de la zanja, y los soldados pusieron rumbo a los materiales mágicos de la ejecutada. Mimoza tuvo que taparse la boca para evitar gritar, e incluso la estoica Lelei tuvo que morderse el labio para no soltar un grito, no evitando que discretas lágrimas se deslizaran por sus ojos. Nunca pensaron que no traer sus equipamientos mágicos les costaría tan caro, confiadas en que el que Lelei conociera a algunos de los comandantes las salvaría de cualquier problema.
Mimoza fue la primera en recuperarse. Jalando a Lelei, la sacó de los arbustos y pusieron rumbo a Rondel. Debían avisar lo antes posible del peligro inminente. A sus espaldas, el pequeño y masacrado pueblo empezaba a arder por acción de las granadas incendiarias y un solitario lanzallamas.
XXXXXXXXXX
Karl estaba cerca de su semioruga con algunos de sus hombres y otros chilenos. El pueblo ya ardía, las órdenes de la Compañía de Vanguardia estaban canceladas y los soldados chilenos se estaba reagrupando con su grupo cuando la radio empezó nuevamente a sonar. Atendiéndola un miembro de la dotación del semioruga, supo que era el esperado contacto con la aviación.
- Herr Oberstleutnant, veo que tuvieron acción allí abajo. Esa luz es demasiado grande para ser solo una fogata.
- Así fue. ¿Qué sucede? ¿Tendremos apoyo aéreo?
- Negativo. Traigo noticias. Se cancela la operación, repito, se cancela la operación. Código AM-18, cambio.
- ¡¿Cómo?! – Exclamó el oficial, sorprendido Los soldados alrededor suyo se giraron al ver semejante reacción no característica de su persona. - Ya tenemos todas las piezas en posición para el asalto. ¡Nos tomó días llegar hasta aquí sin levantar sus sospechas, estamos a 4 minutos de empezar la ofensiva, ¿y me dices que pare?!
- Aparentemente, alguien abrió el pico. Los de inteligencia se enteraron, y aunque está solo en las altas esferas de poder por ahora, se está esparciendo el conocimiento de esta operación. El cómo consiguieron las pruebas no lo sabemos, pero se ha llamado desde arriba para parar la operación lo antes posible.
- ¡Aun estamos aquí! ¡Nuestra salida apenas ocurrió y no hay registros de nuestra estadía! ¡Podemos atacar ahora y decir que la orden llegó demasiado tarde!
- Herr Oberstlautnant, la orden viene desde muy arriba. Directo desde el Militärischer Führungsrat. No puede negarse.
- ... Bien. Lo que sea. Downfall 0 fuera. – El oficial colgó la radio, dando entonces una fuerte patada a unos restos de madera quemada de una casa del pueblo. Los soldados a su alrededor se hicieron los desentendidos, unos pocos acercándose en espera de órdenes o palabras de quien estaba al mando. Justo entonces sonó el comunicador de corto alcance que llevaba al cuello, con un mensaje desde una parte del equipo SAS infiltrado.
- Aquí Bravo 4-3. Tenemos a nuestra anfitriona en la mira. Parece ir con una anciana, y van corriendo hacia la ciudad. Solicito permiso para disparar, cambio.
- ... Bravo 4-3, Downfall 0. Permiso para disparar denegado.
- Disculpe, Downfall 0, creo que hay fallo en la comunicación. Repita respuesta.
- Dije permiso denegado. Se cancela la operación. Órdenes directas del mando en Europa. – El teniente coronel no pudo evitar suspirar de forma pesimista ante el hecho de que la misión había sido cancelada en el último momento. – Los magos deben estar alertados de todas formas por el tiroteo. Perdimos el elemento sorpresa. Reagrúpense con Bravo 4-4 y mantengan la posición hasta que los otros equipos salgan de la ciudad. Luego, retírense rápidamente al campamento. Nos largamos de Rondel.
- Recibido, Bravo 4-3 fuera.
La comunicación se cortó. Schmidt hizo un último gesto a los soldados ubicados a su alrededor para luego indicar la dirección general al campamento. Mientras partían, mandó un mensaje general a todos los efectivos del Regimiento de Avanzada, aun no creyéndose él y sus hombres la situación en la que de repente se encontraban.
- Downfall-Actual a todo el Regimiento de avanzada. Repliegue al campamento, listos para retirada. Operación cancelada, repito, operación cancelada. Nos vamos.
Colgó la radio y se relajó en su asiento por lo que quedaba de viaje. Ya había enviado un equipo a recuperar el tanque Firefly británico, y la tripulación rusa de Khoakin ya se había despertado y era capaz de conducir su tanque. Resultó que las dos chicas del equipo británico de Louis estaban vivas, pero no por mucho tiempo si no recibían ayuda médica pronta. Estaba dispuesto a dejarlas morir para no comprometer la operación, pero con esta cancelada no tenía mucho más que hacer. Con un suspiro, se cubrió los ojos con su gorro y dejo que el ruido de los motores ahogara su impotencia, y la de sus hombres, ante la rabiosa situación.
Después de todo, él solo era un soldado y se limitaba a seguir sus órdenes.
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