Capitulo 6 Batalla de Italica (Parte 2) Entablando Relaciones

Horas después...

Teniente Itami: Esto es aburrido...

Capitan Khoakin: Al menos no estas cuatro pies bajo tierra.

Teniente Itami: Eso no me hace sentir mejor.

Capitan Khoakin: Entonces intenta coquetear con alguna señorita local. Guardaré el secreto si lo necesitas.

Teniente Itami: No soy esa clase de persona. Además de que sería mal visto.

Capitan Khoakin: Supongo, pero siempre pasan esas cosas. Aun no encuentran la forma de detener las profanaciones.

Teniente Itami: Meh, ya veré yo que hago. Hay una chica llamada Risa allá en casa que...

Capitan Khoakin: No digas más. Entiendo.

Teniente Itami: Pero no he ni dicho algo...

Capitan Khoakin: Cuando eres consejero de tus soldados, esas cosas se entienden con las primeras palabras.

Un cómodo silencio cayó entre el Capitan Sovetico Khoakin Chumikov y  El Teniente japonés Itami Youji. Eran cerca de las 4 de la mañana y no había habido ni una señal del enemigo todavía, y los pocos soldados destinados a vigilar la muralla se caían de sueño.

Capitan Khoakin:  Iré a despertarlos

Indicó Chumikov mientras se levantaba pesadamente. La muralla estaba iluminada por fogatas, pero fueron en pequeña cantidad a pedido de los terrícolas. Mientras el oficial subía al muro y levantaba a los guardias a puntapiés, noto algo extraño en el campo de más allá.

Capitan Khoakin:  ¿No viste algo moverse allí?-Pregunto a un guardia.

Guardia: Para nada. ¿No será que lo afecta el sueño?

Capitan Khoakin:  Tal vez. No ha sido un buen día...

Otro Guardia: ¡Vi algo moverse, por allí!

Indicó otro guardia levantando su brazo hacia un punto cercano a donde preguntara Khoakin.

Capitan Khoakin: Y una mierda. ¡Iluminen el sector!

A sus órdenes, los guardias soviéticos dispararon una bengala para iluminar el terreno del alrededor del muro. Cuando la bengala ilumino cual sol el terreno, lo que vieron les congelo la sangre.

Cerca de 54.000 soldados, listos para atacar la muralla, les devolvieron la mirada. Sus arqueros estaban ya tensando los arcos, preparados para mandar a mejor vida a los centinelas del muro.

Capitan Khoakin: ¡TODOS AL SUELO!

La lluvia de flechas paso por encima de la muralla, clavándose algunas  en esta, para luego caer sobre la explanada al otro lado. Los soldados se cubrieron en las casas y barricadas, algunos agachándose detrás de los camiones mientras la excesivamente larga lluvia de flechas caía sobre ellos. Cuando hubo terminado, Chumikov se giró hacia afuera y los vio llevando escaleras al muro.

Con un gesto los señaló.

Capitan Khoakin: ¡Qué ninguno suba! ¡Consigan tiempo mientras montamos la defensa!

Soldados: ¡Si señor!

Khoakin bajó a saltos las escaleras del muro, llamando a gritos a su compañero.

Capitan Khoakin:  ¡Itami! ¡¿Dónde carajos te metiste, joder?!

Teniente Itami Youji: ¡Aquí estoy! ¡Es un ataque!

Capitan Khoakin:  ¡Y uno grande! ¡Me comunicare con el resto, tu organiza una defensa! ¡Los centinelas te ganaran algo de tiempo, pero prepárate para abrir fuego sobre la puerta y la muralla!

Sin perder tiempo, Itami fue pasando por entre las formaciones soviético-japonesas, indicando que calaran bayonetas y que se prepararan para disparar. Los equipos de ametralladora, apostados en los últimos pisos de algunos edificios, cargaron sus cintas de balas y se prepararon para acribillar a cualquiera que se asome mientras que mando un Soldado hacia el  Comisario General Volodia. Cuando el Soldado Japones Llego he informo de la Situacion al Comisario Inmediatamente dio ordenes.

Comisario General Volodia: Quiero que las tropas se preparen y que los de la 2ª Linea  de Tropas esten Listos para apoyar a las Tropas del Frente de las Puertas en caso de que sea Superados y diganle a los Malditos medicos que se cuiden y esten atentos a posibles Heridos,diganle que no podemos perderlos. De ultima diles que tal ves haga una Politica de No tomar Prisioneros. Ahora avisales 

El Soldado japones Asintio con el Saludo Militar y se retiro a Informar a todas las unidades. Volodia  se fue a Su Camion y Agarro una PPSH-41 e iria  apoyar a sus Tropas, despues de todo, no le gusta estar en e este momento en la Retaguardia y prefiere ayudar a sus Soldados a combatir contra estos bandidos, salio Corriendo y ordeno a un radio operador que lo acompañara, pues  asi estaria al tanto de lo que ocurre asi dar ordenes. Al llegar vio pudo ver como un centinela tiraba abajo una escalera, y otro tiraba un coctel molotov hacia el lado exterior, lo cual arranco gritos de dolor de los bandidos. 

Volodia Con un gesto les dijo que se retiraran de la muralla, cosa que hicieron después de abrir la puerta para permitir el paso de los bandidos y así crear un cuello de botella.

Capitan Khoaki: Eso es, perras... vengan con papá...

Khoakin hablaba en voz baja mientras se acercaba a grandes zancadas a su vehículo de mando, donde tomó la radio y llamó al resto a gritos.

Comisario General Volodia: ¡Oigan, Camaradas! ¡Por si no se han dado cuenta, estamos bajo ataque! ¡5.000 hijos de puta atacando la puerta, y no creo que quede otro más para joder el día, por lo que les sugiero que vengan a apoyarnos!

Capitan Krevenko: Recibido, iremos cuando hayamos sacado las armas de aquí.

Comisario General Volodia: ¿Qué tanto te atrincheraste...?

Teniente Butler: Agh, esos bandidos de mierda, ¿es que no saben sobre modales? Atacar de noche interrumpiendo el sueño de uno...

Capitan krevenko: Espera, no me digas que estabas durmiendo mientras tenías que hacer guardia.

Teniente Butler: Hay soldados con rol de centinela para eso, ¿sabes?

Capitan Krevenko: ...

Comisario General Volodia: Ok escuchen grupo de imbéciles, los necesitó aquí en una hora a lo mucho para joder a estos cabronazos. Dudo que nuestras municiones aguanten tanto tiempo, incluso en un cuello de botella. Y en cualquier momento estos japoneses del demonio se lanzan a bayoneta limpia contra nuestro enemigo, inutilizando las armas de fuego.

Teniente Butler: Bien, bien, ya voy. Joder, lo que le gusta joder a este hijo de pu...-La señal se cortó después de ese comentario, dejando a cada oficial en lo suyo.

Comisario General Volodia: No se ni porque Putea el maldito britanico si el es le que estaba de Vago. Espero que los Americanos no sean Igual de Relajados.

Murmuró el oficial de origen ruso mientras tomaba su PPsH 41 y corría a la barricada más cercana. De reojo pudo observar a los japoneses manipular un par de morteros demasiado pequeños para su gusto, pero como comprobó, muy eficientes para la lucha en espacios sin mucha movilidad. Volviendo su vista a la puerta, observo que algunos milicianos corrían a tratar de cerrarla o contener a los que iban a entrar.

Comisario General Volodia:¡Aléjense! ¡Dejen la puerta abierta y salgan si no quieren morir!

Los que fueron a abrir la puerta los observaron parapetados y decidieron hacerles caso. No así los que corrieron a la entrada, que fueron brutalmente masacrados por una lluvia de flechas que iban... demasiado rápido... para ser disparadas por un arco.

Capitan khoakin: Oye Itami...

Teniente Itami: Dime.

Capitan Khoakin: Si hay semidioses... ¿habría también magos?

Teniente Itami: Tal vez. ¿Por?

Capitan khoakin: Porque creo que,con nuestra suerte de perra, hemos encontrado uno

Dijo con una sonrisa macabra y su rostro oscurecido, como si deseara con todas sus fuerzas pelear con aquel ser que desafiaba las leyes del sentido común.

Teniente Itami: Qué suerte...

No pudieron seguir hablando debido a que la primera oleada de soldados enemigos llego. Cargaban con los escudos delante y corriendo, notando en el camino que los esperaban...

...los mismos enemigos que había en Alnus.

Capitan khoakin: ¡FUEGO!

Las ametralladoras Maxim y Tipo 99 abrieron fuego, vomitando constante plomo desde 4 puntos distintos alrededor de la explanada en el interior de la muralla. El infierno desatado tuvo efecto inmediato en los asaltantes, quienes fueron acribillados sin piedad y dejados como colador en el camino. Algunos intentaron retirarse a las puertas, pero entonces los soldados con fusiles y subfusiles abrieron fuego en esa dirección. Entre medio de desórdenes, los bandidos lograron escapar del lugar a un alto costo. Apenas 10 minutos dejaron cerca de 400 muertos y heridos, quienes los soldados se encargaron de rematar de una vez.

Capitan Khoakin: ¡Conteo de munición!

Soldado Ashido¡Estoy bien!

Soldado Sahrinko¡Igual yo!

Soldado krunenko:¡Nosotros no tenemos problemas!

Soldado Volonia: ¡Qué vengan cuando quieran!

Comprobando su propia munición, Khoakin analizo la situación. Si asaltaban de forma seguida tendrían problemas para lidiar con el tiempo, pero si llegaban los otros equipos podrían mantenerse allí.

Teniente Itami: ¡Viene el siguiente asalto!

Capitan Khoakin: ¡Ametralladoras listas!

Corriendo con los escudos delante, los asaltantes hicieron acto de presencia una vez más. Sin embargo, ahora también había algunos en las murallas disponiéndose a disparar arcos y ballestas.

Capitan Khoakin: Mierda... ¡Abajo todos!

Siguiendo sus órdenes, la mayor parte del grupo se agachó, esquivando así la lluvia de flechas. Sin embargo, eso permitió que los asaltantes que cargaban atravesaran la mayor parte de la explanada y cargaran contra ellos.

Tenienet itami: ¡Fuego a discreción!

escuchó Khoakin gritar a Itami

Teniente Itami:  ¡Que una ametralladora con cinco tiradores dispare a los arqueros y el resto céntrese en los que cargan!

Itami dio el ejemplo apuntando y disparando indiscriminadamente contra la masa humana que cargaba contra ellos. El Comisario General Volodia iba dar las Mimsas ordenes pero decidio dejar que ellos 2 lo dieran. Ademas...  soldados soviéticos y japoneses, enemigos hacía 3 años atrás, ahora luchaban codo con codo contra un enemigo común, para el sin duda seria algo que no podria creer  o que fuera posible pero.. estaba pasando y era mas que seguro que es este tipo de Camaderia era lo que el queria para el resto de los paises aunque aun claro.. bajo el ala Comunista..  aunque se replantearia algunas cosa smas adelante tras ver esto.

Por otro lado  la masa humanoide no desistía.

Capitan khoakin: Carajo. A este paso caeremos todos.

???: ¿Me dejarías ayudarte?

Escuchó Khoakin una voz melodiosa y sensual detrás de él. Se giró sobre sus pies para encarar a Rory Mercury, quien estaba sonrojada y tenía evidentes síntomas de lujuria y éxtasis.

Capitan Khoakin: ¿Crees poder hacer algo?

Rory mercury: Soy la apóstol de Emroy, el Dios de la Guerra. Esto es un juego de niños para mí.

Fiel a sus palabras, Rory salto dentro de la masa humana de la explanada. Su sola presencia provoco el alto de ambos bandos: los ex-soldados porque no lo creían, la Coalición porque no sabía que pensar respecto a su comportamiento. Riendo locamente, Rory empezó a ejecutar enemigos con saña, usando únicamente su hacha y su fuerza sobrehumana escondida por su tamaño. Los soldados de la Coalición y sus Superiores observaban boquiabiertos ese despliegue de crueldad y brutalidad, mientras los bandidos trataban inútilmente de evitar la muerte en sus manos. Pronto se hizo evidente que sola no podría con semejante número de enemigos.

Teniente itami: ¡Ametralladoras, sigan disparando! ¡Soldados, vigilen sus disparos!

Ordeno Itami

Capitan Khoakin: ¡Rory, retírate de ahí ahora mismo!

Con una mueca de fastidio, Rory se retiró lentamente del ahora infierno en la tierra debido al fuego cruzado. Tras semejante masacre perpetuada por ella, y los estupefactos arqueros en la muralla, las ametralladoras lo tuvieron libre para despedazar a quienquiera se atreviera a asomarse a sus cañones. Fue un trabajo de limpieza brutal y efectivo, que se saldó con cerca de 700 muertos y heridos enemigos, que nuevamente los fusileros y Rory se encargaron de enviar al más allá.

Teniente Itami: Nos habremos cargado a unos mil hasta ahora... y las municiones no darán para otros mil más

Concluyó Itami mientras analizaba con su mirada a los soldados buscar municiones a su alrededor Khoakin estab por pedir Ordenes a Volodia para saber que ahcer pero antes de que los oficiales al mando pudieran hacer algo, el tercer asalto llego con fuertes gritos. Los soldados abrieron fuego de forma desesperada, cortando sus números de forma abismal. A pesar de eso, los ex-soldados aliados avanzaron rápidamente, reforzando sus escudos a semejanza de las tácticas de Alnus. Pronto se llegó al punto en el que no quedaban suficientes municiones.

Rory salto a escena.

Rory Mercury: Les conseguiré tiempo, huyan hacia el interior

Fueron sus palabras. Itami las tradujo a sus hombres, pensando todos lo mismo.

Teniente Itami:  ¡Por nuestro honor no dejaremos que una chica tome el trabajo del Ejército Imperial!

Khoakin y Volodia vieron como los soldados orientales se arrojaban al asalto de los atacantes, bayonetas en frente y corriendo a todo lo que les daban las piernas. El fuego de los cocteles molotov iluminaba la puerta y la explanada, haciendo mucho más que la escasa luz de las seis de la madrugada. Los soviéticos aprovecharon sus últimas municiones apoyando a los japoneses y derribando arqueros de los uros, pero supieron muy bien que tarde o temprano tendrían que retirarse o perecer todos. Y Chumikov decidió que ese momento era cuando se le agotaran los tiros dela pistola. mientras Volodia, ya sin tener Municiond e su Ppsh-41. Agarro Su pistola y se dirigio corriendo hasta el vehículo de mando tomó la radio y abrió el canal de comunicación con los otros comandantes.

Comisario General Volodia: Este es Volodia kazlovich al mando de momento del 4° Equipo de Avanzada. Estamos cediendos la posición por falta de municiones. Repliéguense a una segunda línea defensiva.

Soldados: Entendido!

Capitan Donoso: Aqui  las fuerzas del 3ª Equipo de Avanzada. Hemospreparado la 2ªLiena de Defensa. cuando puedan retrocedan nosotros le Cubriremos

Comisario General Volodia: Entendido Capitan Donoso,me alegro que haya preparado esa 2ºLinea.Espero que avise a sus Soldados que hay peligro cerca entre aliados y enemigos

Capitan Soldado: Afirmativo general. Estamos Conciente de ello

 Comisario General Volodia: En ese caso.Corto.

Capitan Donoso: Comisario Volodia. Aviso que tal vez esten cerca los Aviones.

Esto abrio los ojos, recordando (y  notando que lo olvido) que habia pedido apoyo Aereo.,Esto francamente Dibujo una Sonrisa en su Rostro

Comisario General Volodia: Entendido Capitan. Gracias por avisarme. Corto

Comisario General Volodia: Soldado Ivaniov

Soldado Ivaniov: Si Camarada Comisario!

Comisario General Volodia: dígale a los japoneses y a esa tal Rory que salgan de la explanada. Les tenemos una sorpresa a esos bandidos.

Soldado Ivaniov:¿Qué clase de sorpresa, si puedo preguntar?

Como toda respuesta, Volodia rió y apunto al cielo.

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Le clavó su bayoneta a bandido, justo entremedio de las costillas. Echándolo hacia atrás, utilizó una de las últimas balas de su fusil para eliminar a un enemigo que se levantaba del suelo.

Sintió algo pasar rápidamente a su lado, por lo que giró la cabeza y se encontró a una sonriente Rory con su hacha clavada en el cuerpo de un bandido a su espalda. Agradeciéndole en silencio, escuchó los ritos de dos soldados enemigos corriendo hacia él, armas listas. Una certera ráfaga de subfusil los mando a mejor vida, colocándose Itami junto a él y Rory.

Teniente itami: ¿Estás bien, Kuwahara?

Le preguntó su comandante mientras le tendía una mano. El anciano soldado la tomo y se levantó de su posición sentada, examinando el campo de batalla con ojo experto. Los japoneses y algunos soldados Sovieticos combatían con saña a su enemigo, no dejándole cuartel para organizar una defensa sólida. Pero eso también jugaría en su contra con el tiempo, habiendo ya los primeros heridos cuidados por sus compañeros alrededor. No se podían mantener más de lo necesario.

Capitan khoakin: :¡Itami! ¡Itami!

Escucharon los 3 una voz llamando al mayor rango jerárquico entre los 3, quien respondió luego de ubicar al comisario Sovietico y al capitan Khoakin con el Capitan Donoso.

Teniente Itami: ¡Aquí! ¡¿Qué sucede?!

Capitan Khoakin: ¡Salgan cagando leches de ahí , rápido!

Teniente itami: ¡¿Qué?!

Capitan Khoakin: ¡Qué salgan de ahí ahora ya!

Itami no necesitó una tercera vez para entender que habían preparado algo grande. Con gritos y señales, les indicó a sus hombres y a los Soldados Sovieticos que estaba apoyandolos a que se dispersaran por los edificios donde antes habían estado sus barricadas, llevándose con ellos a los heridos. La explanada lucía con una imagen deprimente, con múltiples cuerpos destrozados y mutilados por la lucha sin cuartel y las pasadas de ametralladora y fusilería. Podía haber fácilmente 800 cadáveres y heridos allí, abandonados a su suerte.

Tenienet itami: Bien, ¿cuál es la sorpresa?

Preguntó  agotado Itami a sus compañeros, una vez recorrido el camino hasta ellos. Los bandidos aprovecharon la pausa para retirarse al otro lado de la muralla, creyendo que si se quedaban caerían en otra emboscada.

Capitan Donoso: Mira allá arriba y compruébalo tú mismo

Dijo jovialmente Donoso, señalando el cielo. A los pocos segundos pudieron escuchar un sonido familiar para ellos, pero desconocido para todos los habitantes de ese mundo. Al recibir el ruido con sus cansados oídos, los japoneses y soviéticos no pudieron sino agradecerle a los cielos. Estaban salvados.

A dos mil metros de altura, los 5 Hawker Hurricane empezaban a descender sobre el campo, esperando ver la señal prometida. Y apareció, en forma de múltiples luces que formaban un amplio semicírculo cuyo borde era la muralla de la ciudad. Eran los equipos 1 y 2, quienes habían salido de la ciudad y cercado al enemigo para marcar su ubicación. Los bandidos que quedaban afuera miraron al cielo, tratando de encontrar la fuente del ruido extraño. Pronto descubrieron que era.

Bandido: Esos son...

Bandido: Son los mismos que había en la base de allá...

Bandido: ¡Dragones de hierro!

Bandido Capitan: ¿¡O sea que no solo son elefantes de metal, sino que también dragones de hierro!?

Bandido: ¡Retirada, retira...

Volando bajo para acortar el tiempo de caída de las bombas, así como para tener mayor precisión con estas, los Hawker Hurricane soltaron sus cargas explosivas de 250 y 500 kilos sobre la masa de 3.000 hombres armados con equipamientos de siglos de antigüedad. Las bombas destrozaron la tierra, la hicieron temblar y removerse, e hicieron que los pobres bandidos le rezaran a todos los dioses conocidos en una velocidad que dejaría incrédula a mucha gente.

Pero el castigo no termino ahí. Dando la vuelta, los aviones británicos machacaron a los infantes nuevamente, esta vez con sus cañones hispano de 20mm. La cantidad aparentemente infinita de proyectiles entrantes provocó la desesperación de todos los bandidos, quienes pudieron observar desesperados como sus compañeros, que sobrevivieron a la masacre de Alnus, eran volados en pedazos como meros muñecos de trapo. Presas de la desesperación, tomaron las escasas armas que no habían sido destruidas y se precipitaron al interior de la muralla, buscando su aparente protección ante el infierno desatado en el exterior y que parecía ser más un castigo de los dioses que la obra de sus oponentes.

Allí los esperaba otra sorpresa. Apenas había alcanzado los primeros bandidos la mitad de la explanada, explosiones ocurrieron a su alrededor, acompañadas de las múltiples agujas invisibles que tanto habían temido allá en Alnus. Empezaron a caer a montones, sin tener siquiera el tiempo para reaccionar a que sucedía. Era una ópera de llanto y desesperación, muerte y sangre, la cual llenaba los oídos de todos los presentes cercanos. Al cabo de 30 minutos, los Hurricane se retiraron al haber gastado su munición, dejando un terreno irreconocible tras de sí. Los equipo establecieron un puesto de mando provisional, donde empezaron a llevar a los heridos de ambos bandos y los prisioneros encontrados. Mientras los japoneses y soviéticos descansaban en el puesto de mando, los británicos buscaban heridos y prisioneros por entre los resto de lo que alguna vez fue un camino plano. Los españoles estaban junto a los comandantes de 3 equipos, quienes hablaban animadamente como si no fuera nada del otro mundo.

Comisario General Volodia: Otro trabajo bien hecho. Capitanes y tenientes. Debo decir Capitan Donoso que la Coordinacion que ha hecho con el teniente Butler y con el Capitan Krevenko ha sido Magnifica. Francamente si estuviera en mi Mano le daria la medalla de heroe de la Union Sovietica por tal Hazaña. Ademas han hehco un buen destrozo contral el enemigo tienen Francamente Mi gratitud.


Capitan Donoso: Gracias por esa Afirmacion. Ahora Supongo que fue un poco cruel lo que hicimos  pero ellos se lo buscaron

Comentó Donoso por su parte, sin inmutarse ante la grotesca escena ante sus ojos.

Teniente Butler: ¡Así es, perras! ¡Sufran el poder inglés en todo su esplendor! ¡Si los jerry's no pudieron con nosotros, ¿creen que ustedes tendrían siquiera una posibilidad?!

Quién llegaba gritando a todo pulmón y con una sonrisa de oreja a oreja era Butler, quién llegaba acompañado de una estupefacta Piña que parecía en trance al relacionar todo lo ocurrido en la última hora. Se veía agitada, pero se trató de recomponer, sin éxito, para hablar con los oficiales.

Teniente Itami: Ahí va nuestra fuerza aérea

Murmuró tranquilamente Itami, aliviándose de estar vivo.

Teniente Butler: Reagrupémonos en el puesto de mando para ver qué problema podemos tener ahora. Los refuerzos deberían llegar en una hora más o menos

Aconsejo Butler al resto. Estos asintieron, largándose junto a los soldados que seguían cerca. Piña quedo sola, apareciendo poco después Gray y Hamilton, quien fuera una castaña que se altera cuando alguien le falta el respeto a su princesa. Ambos llegaban impresionados por el despliegue de poder realizado por sus enemigos, suficiente como para acabar con todo a su alcance. Pero fue eso mismo lo que determino a Piña a no cederles la ciudad.

Hamilton: Princesa...

Comenzó a hablar Hamilton, mas Piña la corto con un gesto.

Princesa Piña Co Lada: Hemos visto lo que le han hecho a sus enemigos. No quiero ni imaginar lo que le harían a esta ciudad si cayera en sus manos. Debemos defenderla de ellos, cueste lo que cueste.

Gray: El cuerpo principal de los caballeros llego hace media hora por la puerta norte. Están camino al castillo.

Princesa Piña Co Lada: Que algunos monten a caballo para reforzar cualquier punto. Que una unidad vaya a cada puerta para protegerla, y que la bloqueen todas de ser posible. No tienen los medios para escalarlas. Defenderemos esta ciudad cueste lo que cueste.

Gray: Y, eh, princesa... ¿qué haremos con esos pájaros de hierro que vimos?

Princesa Piña Co lada: No vinieron por mucho tiempo, además de que ya se han ido. Aparentemente tiene que pasar un tiempo para que puedan llegar hasta aquí, y para entonces ya se habrán tenido que retirar. Un armamento tan potente no puede ser tan abundante, deben haber gastado todo en la defensa de la ciudad. Ahora cumplan mis órdenes, defenderemos Italica cueste lo que cueste.

Hamilton: ¿Y qué hacemos con la condesa Myui?

Princesa Piña Co Lada: Llévenla a algún refugio y que espere allí hasta que todo termine

Piña se alzó sobre sus pies, una mirada determinada en su rostro

Princesa Pìña Co Lada:¡Ahora vamos!

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Una hora después, los dos regimientos que formarían la dotación inicial de Italica llegaron al puesto de mando provisional. Las municiones y suministros traídos con ellos sirvieron para tratar a los heridos que necesitaban algo más que primeros auxilios.

Teniente muller: Entonces... ¿Cuál es la situación?

Pregunto Müller, comandante del regimiento de granaderos panzer.

Capitan Schmidt: : Ahora nos deberían dejar entrar nuevamente, teníamos un trato con la actual tercera princesa del Imperio, la cual está dentro de esa ciudad. Si no hubiera sido por los acontecimientos la hubiera tomado prisionera.

Teniente Muller: ¿Y quién está al mando de la ciudad?

Capitan Schmidt: Una niña de 11 años. ¿Puedes creerlo?

Teniente Muller: No jodas...

Ambos comandantes se acercaban en un jeep a la destruida puerta oriental de la ciudad. Los restos de los bandidos ya eran irreconocibles, y se empezaba a formar el distintivo olor a putrefacto que acompaña a la muerte en masa. Llegaron a la puerta, extrañamente ahora cerrada.

Capitan Schmidt: ¿Qué carajos...? ¡Piña, oye! ¡Abre la puerta, aún tenemos que hablar!

Desde el muro apareció una fila de caballeros armados con arcos y ballestas, listos para disparar, mientras una de las acompañantes de la princesa salía con un pergamino extendido, el cual comenzó a leer.

Hamilton:  ¡Por orden de la princesa Piña Co Lada, a la Coalición se le prohíbe el paso a la ciudad de Italica! ¡Les queda absolutamente prohibido intentar acercarse y cualquier intento de eso será tomado como ofensa! Firmado, Piña Co Lada, tercer princesa del Imperio.

Capitan Schmidt: ¡No me jodas! ¡Sal ahora y hablemos como gente civilizada!

Hamilton: ¡Cállate, maldito barbaro mugriento! ¡Arqueros, disparen!

Tenienet muller: Oh mierda...

Murmuró Müller por lo bajo.

Capitan Schmidt: ¡Reversa, rápido!

Ordeno Schmidt al conductor del jeep. El chofer obedeció, arrancando el vehículo de una lluvia de flechas que por poco los mataba a los tres. En cuestión de minutos llegaron al puesto de mando, donde discutieron la situación con el resto.

Comsiario geenral Volodia: En general los Japoneses y  mis soviéticos ya han hecho mucho, pueden descansar. Ustedes, necesito que vigilen el área alrededor de la ciudad, no vaya a ser que lleguen más enemigos sin que lo sepamos

Empezó a repartir órdenes a  Müller, Donoso, Schmidt y Butler. A Khoakin e Itami los excuso por sus servicios anteriores, mientras discutía con Fernández y Schmidt lo que había que hacer.

Teniente Muller: ¿Entonces, cuál es el plan?

Pregunto Müller a los oficiales. A su alrededor se conglomeraron los oficiales de ambos regimientos, el comandante del regimiento blindado norteamericano de apellido Jackson, y los oficiales de los equipos de avanzada 1 y 2.

Sargento Jackson: Es simple. Salida diplomática, o bélica

Contesto Jackson.

Capitan Schmidt: Solo hagamos lo que nos dijo el general Patton

Sugirió con una sonrisa Schmidt mientras desenfundaba su pistola, seguido de varios oficiales que entendieron su idea.

Teniente Muller: ¿Y eso que sería?

Pregunto Müller con una sonrisa grabada en la cara al igual que Jackson y Volodia, sabiendo ambos a que se referían.

Todos los oficiales jalaron hacia atrás los cañones de sus armas, alistándolas para disparar.

Capitan Schmidt: Aplastémoslos.

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