Politica Extranjera
10 de Junio del 2062
Ciudad de Caracas, Provincia Capital
Capital de la Federación de Repúblicas Americanas
Entrando en el despacho presidencial, el ministro de defensa procedió a pararse enfrente del escritorio antes de hablar.
- Señor presidente, nos informan que la ciudad, conocida como itálica, ha sido capturada. - Anunció sin rodeos mientras dejaba la carpeta en el escritorio.
- ¿Italica? - preguntó Augusto, algo confundido por el uso de aquel nombre, mientras abría la carpeta.
- Es una ciudad al otro lado de la puerta señor - Aclaró el ministro, a lo que Agusto asintió. - Según los informes era una ciudad clave económicamente para el Imperio. -
Asintió sin miramientos, mientras leía. - Bien, que buena noticia, ¿algo más que reportar? - preguntó el hombre.
- Sí señor presidente, el embajador de Azania se ha pasado por el departamento de asuntos exteriores, dice que; Nuestro gobierno pide que la puerta sea abierta al mundo en general. - Esta noticia hizo que, el presidente de la primera potencia mundial, levantará su rostro en ceño fruncido en señal de molestia.
- ¿Los negros han dicho eso? - el ministro de defensa asintió ante las palabras del hombre, Agusto sacudió la cabeza con molestia. - Los africanos juntan unos cuantos países en un pequeño club y ahora se creen lo suficientemente poderosos para reclamar algo ajeno. - Refunfuño. - Diles que se vayan a vender sus relojes en otra esquina, la Puerta es solo de la Federación y sus aliados. - Habló haciendo una seña con su mano.
- Señor presidente, por favor, el ministerio del exterior me solicitó que hablara de esto con usted, dado que es asunto que involucra la soberanía nacional tanto como asuntos extranjeros... - El presidente le indicó al ministro de defensa que se quedara callado levantando su mano.
- Rafael, tú sabes mejor que nadie sabe que Azania no debe meter sus hocicos donde no los llaman, dígale al embajador que su petición es rechazada, ¿Ha entendido? - Preguntó el hombre, inclinando levemente su cara con una ceja levantada en señal de desafío.
- Sí señor presidente, entonces me retiro - El hombre asintió antes de realizar un rápido saludo militar y salir de la oficina presidencial, encontrándose con Samantha, la secretaria del presidente - Permiso, buenas tardes - Fue el único intercambio de palabras que tuvo el Ministro de Defensa con la mujer antes de salir al pasillo.
- ¿Ocurre algo Samanta? - Fue la nueva pregunta del Presidente, ante la presencia de la mujer.
- Señor, el agente especial Earl Greco acaba de llegar. - Anunció la secretaría.
- Que pase. - Dijo Agusto sin rodeos, antes de inclinarse sobre su silla.
Un momento después de que la secretaría saliera un hombre entró en la oficina, iba vestido con una camisa marrón claro junto con un caso encima del mismo color, junto con unos pantalones vaqueros y unas botas rancheras también de color marón. El hombre caminó deliberadamente despacio hasta una de los sofás que estaban enfrente del escritorio, dejó su sombrero vaquero en la mesa, dejando ver su cabeza cabello con canas, antes de hablar.
- Señor Presidente. - Saludo primero con su tan característico acento sinaloense, con un ligero asentamiento.
- Earl. - Le devolvió el saludo sin formalidad, antes de hacer una seña para que continuará.
- Lamento tener que informarle que la actividad guerrillera en Estados Unidos, específicamente en la Confederación de Louisiana ha tenido una actividad significativa. Tal parece que algo está revolviendo las cosas arriba. - Earl dejó pasar un momento de silencio para que se asimilara su informe, mientras se pasaba su mano por su bigote de oruga antes de continuar. - Inteligencia cree que pueden ser "los Fantasmas". - Dijo sin rodeos.
- Los ghost... - Hubo cierta incomodidad al pronunciar estas palabras por parte del hombre más poderoso de la federación y probablemente de la Tierra en esos momentos. - Hace tiempo que no escuchaba ese nombre, fueron un grano en el culo para muchas operaciones durante la guerra, por lo que se... todos murieron durante la batalla en el Desierto de Atacama. -
- Tal parece que Rorke no hizo un buen trabajo, Señor Presidente. - Dijo Earl sin molestarse en ocultar su tono burlón. - Después de todo dejó vivo a uno de los Fantasmas, para que sirviera como su mascota. -
- Y lo convirtió en un activo importante para la Federación, si los Ghost siguen vivos, debemos eliminarlos, contacta de inmediato con el MFEN, y solicita que desplieguen a "los Vaqueros" en Louisiana - El agente asintió.
- Sí señor - Antes de irse, el agente Earl hizo una solicitud. - Señor, ¿podría tener carta blanca para operar en los territorios ocupados? - Pidió el agente, mientras alcanzaba su sombrero en la mesita de invitado. - Aparte de la actividad reciente en Louisiana, también ha habido algo de movimiento en la frontera de Nueva Vizcaya. - Dijo Earl, haciendo referencia al nuevo territorio tomado de los ahora extintos Estados Unidos.
- ¿Quieres una cacería de brujas, Earl? - Preguntó, a lo que el agente asintió antes de ponerse su sombrero. - Hecho, pero nada de baños de sangre, son malos ahora que estamos en tiempos de paz. Ya tenemos suficiente con la opinión pública quejándose sobre los atentados en nuestras zonas ocupadas y el trato con los civiles gringos. -
- Lo entiendo perfectamente, señor presidente. - contestó Earl con un chasquido de dientes.
10 de Junio del 2062
Nueva Orleans, Capital de la Confederación de Luisiana
Confederación de Luisiana
Hesh observó detenidamente al hombre, con una camisa hawaiana celeste, unos pantalones azules, lentes negros y un cabello negro rebelde, el hombre no destacaba entre la multitud salvo por su acento canadiense, que no era tan fuerte como para ser notado, en especial por los miembros de la Policía militar de la federación que vigilaban el lugar. Tanto esfuerzo y sacrificio para llegar a esta situación, con los latinos ocupando su país y la gente aceptando las migajas que la federación les daba. Quitando esos pensamientos de su mente, Hesh tomó el asiento frente a su contacto, quien le sonrió antes de levantar su taza de café y darle un sorbo al líquido amargo antes de hablar.
- ¿Café? - Preguntó el hombre con una sonrisa amigable que desentonaba con su alrededor.
- No gracias, vine a hablar sobre "ese" asunto - Le indico, a lo que el canadiense asintió mientras dejaba su sonría.
- Ya entiendo, bueno, en cuanto a eso, no pude dejarlo en el lugar de siempre, la policía militar hizo una redada en el viejo almacén y capturaron a mi contacto, tuve que cambiarlo a unos viejos almacenes - Le aclaró el hombre.
- ¿Es lo mismo de siempre? - Pregunto Hesh.
- Si, todo eso y aquello, incluso he agregado un poco de desodorante como cortesía para ti y tus amigos. - Bromeo el canadiense, a lo que Hesh solo gruño molesto. El hombre levantó sus palmas de la mesa en señal de paz. - Ya se, broma de mal gusto, pero debes sonreír, o la gente empezará a preguntarse por qué debe seguir apoyando causas perdidas. - Le sugirió el hombre descaradamente.
- Te pagamos por lo que vendes, no para tus consejos de canadiense retrasado, gracias. - Contestó Hesh irritado.
- Dios, un hombre ya ni puede darle sugerencias a sus clientes... un MP. - le indico rápidamente el canadiense a Hesh, quien evitó girarse para ver al policía militar acercándose a sus espaldas.
- Documentos por favor - Les ordenó el hombre en un inglés tosco, a lo que Hesh sacó su identificación falsa, secundado por su contacto, durante un momento el policía leyó sus documentos, los miro y luego se los devolvió. - Disculpen las molestias, buenas tardes. - Terminó el policía militar antes de entregar nuevamente sus papeles, dar media vuelta y dirigirse a otra mesa.
- Creo que voy a querer ese café justo ahora. - el Canadiense asintió, y llamó la atención a la mesera.
- Un café para mi amigo - le indicó a la mujer, la cual asintió y se marchó a la cocina - Bueno, ya que no quieres mis consejos de marketing. Tengo noticias que... te pueden interesar. - Le indico el hombre con una pequeña sonrisa cómplice.
- ¿Tiene un coste adicional? - Ante la pregunta el canadiense simplemente se rio.
- Hesh, hemos hecho tratos desde que tu gobierno cayó, y, claro te he despojado de casi todo lo que tienes de valor, pero sigo aquí a pesar de que todo lo que te queda es tu patriotismo y tu alma. Sigo aquí porque somos amigos, más que eso, somos hijos y hermanos de Norteamérica. - Le indico el hombre con un tono de convicción que hubiera engañado a más de uno.
- Metete ese discurso de mierda por tu culo de escocés inmigrante. - Escupió venenosamente Hesh, con total repudio ante el falso discurso. - ¿Me dirás la información gratis entonces? - Pregunto.
- Si, considéralo algo de amigo a amigo, bueno, no del todo, me deberás un favor a cambio. - Le aclaró el hombre.
- ¿Qué tipo de favor? ¿Otro asesinato? - pregunto Hesh más aburrido que molesto por la actitud de su contacto.
- Asesinato es una palabra fuerte, llamemoslo... Menos competencia en el libre mercado. Como dicen nuestros amigos Federales. - Aclaró con una sonrisa descarada, a lo que recibió otra mirada poco amigable de Hesh - Vale, otra broma mala, pero en fin, ¿quieres la información? -
- Si, ¿qué es? - Chasqueo los dedos. - ¿Otro oficial Federal se metió demasiado en los pantanos de este lugar? - Preguntó.
- Nada de eso... Es acerca de un ataque en Caracas, probablemente un ataque terrorista. - Comentó un poco incrédulo.
- ¿Quién te dijo eso? - Pregunto Hesh, tratando de no denotar su interés.
- Un amigo en la Federación, obviamente. - Hesh golpeó la mesa, controlando su fuerza solo para que ellos dos lo escucharán, ante esas palabras.
- Como pue... - El canadiense se detuvo a mitad de la oración cuando la mesera regresó con su café.
- Su café - le indico la mujer dejando la taza humeante sobre la mesa.
- Gracias - Contestó el ghost viendo alejarse a la muchacha, tomó su taza y le dio un rápido sorbo, luego miró a su "amigo" - ¿Cómo puedes estar seguro de esa información? ¿Es fiable? - Pregunto Hesh de forma inquisitiva.
- ¿Dudas de tu amigo? - Preguntó el Canadiense con un tono falso de indignación, para su diversión. - Mi contacto está en la Federación, más no es de la Federación, ¿Si me entiendes? Su información es fiable. - Hesh asintió mientras reflexionaba sobre esta nueva información, hubo un momento de silencio entre ambos hombres antes de que Hesh hablara.
- ¿Y ya? ¿Eso es todo? - Pregunto claramente molesto. - ¿Al menos sabes de qué naturaleza o quién organizó tal ataque?
- No seas exigente, la Federación sabe controlar los canales de información incluso de su propio país, agradece que te dijera eso, ya es mucho más de lo que tu puedes conseguir de ellos - Hesh asintió, frustrado internamente por no poder saber más.
- Está bien, supongo, ¿cuál es el trabajo? - Pregunto queriendo terminar con esto de una vez, mientras bebía el resto del café.
10 de Junio de 2062
Imperio Saderano
Mansión Formal
Viendo la ciudad de Italica desde la enorme ventana de su nueva oficina temporal, Reyes negó levemente con la cabeza soltando un suspiro de cansancio, la enorme ciudad que hace unos días debió de haber sido un lugar hermoso, ahora parecía una chimenea gigante. Se llevó una mano a la frente, una parte de ella se preguntó si hubiera hecho una diferencia, el gritar más fuerte a los comandantes de los escuadrones aéreos, a la hora de decirles que no usen misiles a la hora de destruir edificios en donde se atrincheraron las pequeñas células de defensa, que había durante y después de la incursión.
Sacando ese tema de su cabeza, después un momento. Volvió su atención a la enorme pila de solicitudes e informes que había en su escritorio. Solo habían pasado cuatro días desde que iniciaron esta guerra relámpago, y como era de esperar, la logística era su peor enemigo.
Con la toma de Itálica, la rendición incondicional y lealtad jurada a la Federación, del aparente gobernante de la ciudad, el Conde Colt Formal, y los líderes locales. Tenían que lidiar con una nueva situación, dado que las "negociaciones" habían incluido la prohibición de formar cualquier tipo de milicia de defensa local en Itálica, la Federación sería el nuevo protector de esta ciudad, con los costes beneficios incluidos que ello conllevaba.
Esto se traducía en dejar que la segunda división se quedará en la ciudad y en las afueras, temporalmente, hasta que las Brigadas de la Policía Militar llegarán para tomar el mando de la seguridad y el orden. Mientras tanto, debido a las órdenes de avanzar, la primera división tendría que seguir sola hasta llegar a la Capital.
Ella suspiro por el cansancio de los últimos días, como ella supuso antes de llegar a la ciudad, hacer que tres compañías irrumpiesen hasta llegar al centro de la ciudad, era una mala idea. No por lo loco y arriesgado que era, sino por el hecho de tener a los vehículos entrenados desde todas las entradas, provocaría que ninguno tuviera forma de salir.
Eso fue en el primer día y, afortunadamente se pudo solucionar ese mismo día. Lo malo es que tuvo que movilizar a la primera división para que siguiera avanzando, si esos hombres ya de por sí cansados, estaban enojados con ella, no quería saberlo. El segundo día tuvo que movilizar a la segunda división para que sirvieran como fuerzas del orden dentro de la ciudad, al parecer los esclavos estaban más que deseosos de provocar caos. Al mismo tiempo que usaba a la segunda división como conserjes del enorme desastre provocado por la incursión, lo bueno fue que con solo un par de días de estar aquí, la ciudadanía se dio cuenta que ellos no estaban aquí para saquear y violar. Lo que significó en una ayuda más que bienvenida por parte de los locales.
Por lo menos tendría todo listo para que la Policía Militar y ayuda humanitaria pudiera llegar e instalarse sin muchos problemas. Así podrían usar esta ciudad como una base de avanzada, mientras se encargaban de avanzar aún más dentro de este mundo de fantasía.
10 de Junio de 2062
Italica
Mansión Formal
"Nosotros no hemos venido a traer más destrucción, sangre, esclavitud o saqueos de lo que Sadera ya ha impuesto a este mundo, la Federación no es ese tipo de nación, nuestro país surgió para evitar esos mismos problemas, nosotros liberamos, ayudamos y salvaguardamos a todos aquellos que no pueden protegerse así mismos o a sus familias. Somos el amparo de los oprimidos, por lo que la Federación sabe, muchas de sus razas han sido oprimidas, esclavizadas y perseguidas a lo largo de Sadera, siendo empujadas lentamente hacia la extinción. La Federación se dispone a acabar con eso, con nuestra ayuda podrán gozar de libertad, seguridad y derechos que se les han negado, solo les pedimos su cooperación."
Delilah miró y frotó sus muñecas nuevamente al recordar las palabras de los federales, poco después de que tomaran la mansión. Como ella lo había vivido en carne propia, esperaba que después de tomaran la ciudad y la mansión, los hombres comenzarán a saquear y desatar sus más bajos instintos en contra de ellas, pero para sorpresa no fue así. Ningún de los hombres siquiera las voltearon a ver más de una vez, los pocos que lo hicieron solo parecían mirarlas con asombro y curiosidad, en lugar de lujuria.
Ahora que habían pasado dos días desde que los federales se habían apoderado de Italica, la mansión Formal se había convertido en un especie de base de operaciones, sea lo que sea que eso significa. Lo que sí podría decir es que el lugar había cambiado, con carruajes de hierro estacionados en la entrada de la mansión, junto a otros más en los muros exteriores de la mansión, tiendas de campaña en los jardines y docenas de hombres y mujeres deambulando entrando los pasillos, mientras salían de las distintas habitaciones que ahora ella y sus amigas tenía prohibido entrar sin permiso.
Naturalmente como sirvientas y como forma de mostrar devoción a sus ahora nuevos amos, el Conde Formal las había puesto a disposición de los federales preparando toda la comida necesaria. Pero la mujer a cargo de todo este gran ejército, había declinado esa petición, por lo que ella y sus amigas continuarían con sus labores como sirvientas, claro que con ahora ciertas restricciones. Los labios de Delilah amenazaron con curvarse en ceño fruncido, al recordar como líder del Clan Formal, mostraba miedo y nerviosismo al ver que su forma de ayuda había sido rechazada. Colt Formal había demostrado ser diferente a otros líderes, con sus buenos tratos a las razas no humanas. Delilah le debía su vida, y, tal señal de desprecio le pareció inconcebible.
Soltando un pequeño suspiro saco esos pensamientos de su mente, luego miró a los hombres que estaban en la cocina, a pesar de ser relegadas de su labor en la cocina, un hombre joven les había pedido de favor algo de comer a él y otros más que había llegado en esos pájaros de hierro que descendían y ascendían en vuelo en los jardines de la mansión. Aquel hombre y los que lo acompañaban descentonaba del resto que ellas habían visto en los últimos dias, a diferencia de esas armaduras y uniformes verdes, él llevaba un pantalón negro, una camiseta blanca de mangas cortas y una especie de armadura para el pecho de color negro, con unos extraños lentes negros colgado en el cuello de la susodicha pechera.
Las chicas les habían atendido, pero al percatarse de la ansiedad que muchas de ellas tenían, él les dio ese pequeño discurso y logró tranquilizar a las chicas, que siguieron con su ahora nuevo trabajo, atendiendo a los conquistadores de itálica.
Sin embargo, la ansiedad de Delilah había sido transformada en algo más, algo que no quería admitir del todo, esperanza. Realmente no quería creer que su pueblo podría volver a ser libre, habían sido conquistadas y desplazadas de sus tierras ancestrales, sin posibilidad de volver, ahora, sin embargo, estos extraños invasores les daban palabras de ánimo y esperanza, con su increíble poder ofensivo y sus extrañas criaturas de hierro, ese deseo podría ser más real de lo que ella creía, Delilah decidió que no tenía más que perder, por lo que se acercó a la mesa.
Estando en una sala enorme sala de invitados, que ahora había sido llenada con aparatos que brillan y parpadean, ella y sus amigas dejaron la comida en una de las mesas grandes donde casualmente estaba aquel hombre que había hablado antes, que se fijó rápidamente en ella. Podía sentir la mirada del hombre con su extraña vestimenta y armadura, no una mirada de lujuria, podía hasta cierto punto, como si la estuviera evaluando, como si la consideraban una amenaza. Al ser una ex-asesina en su antigua nación, Delilah siempre estaba alerta y procuraba tener un perfil bajo, aun así, no se permitió mostrar algún sentimiento que pudiera alertar a los hombres.
- Disculpen... - empezó, aunque rápidamente se arrepintió del tono que había usado, sonaba como una tarada. - Caballeros yo... -
- Señorita, ¿Que necesita? - Preguntó el chico, mientras extendía su brazo para agarrar una de los alimentos recién preparados en las bandejas.
- Bueno, en realidad quería hablar sobre ustedes de cierto asunto. - explicó ella de forma breve, no queriendo llamar más la atención.
Se percató que el hombre con chaleco le estaba sonriendo, casi satisfecho de que fuera ella la primera en acercarse, y Delilah por primera vez no pudo ver las intenciones del hombre. Casi como un juego, el hombre dio el segundo paso después de llevar un trozo de pan a su boca, extendió su brazo y se presentó
- Rodolfo, agente del Departamento Federal de Seguridad Nacional, para servirle señorita -
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