Elfos y nuevas órdenes

28 de Mayo del 2062
Falmart, Imperio Saderano
 Aldea de los Altos Elfos

Sus orejas se movieron al captar el ruido de algo extraño que se escuchaba desde afuera de su casa, levantándose del sofá de la sala miró a alrededor y vio a su padre en la ventana, él también noto ese sonido, no, sonidos en realidad.

Tuka tembló un poco, ese sonido... era como un rugido... ¿Un dragón?

- Papá... - Ella se movió a paso rápido para estar al lado de su padre. Él se quedó en silencio un momento.

- Quédate en casa... - Solo dijo eso antes de salir de casa con su arco listo.

Pasó un rato hasta que los extraños sonidos se detuvieron. Desde la ventana, Tuka pudo ver como más de su gente salía de sus casas para ver lo que ocurría abajo. Ella resistió el impulso, pero su curiosidad fue aún mayor.

Pasó corriendo por los puentes que conectaban con los demás árboles, sirviendo como un camino para evitar tocar el suelo. Ella continuó hasta llegar a lo que era la plaza de su pueblo, viendo hacia abajo noto tres grandes carruajes y de ellos saliendo a varios hombres. Una primera impresión la hizo pensar que eran soldados, pero era extraño, estos hombres no llevaban armaduras o espadas o arcos.

Levantó su mirada y vio a los guerreros de su tribu en las cimas de los árboles, ocultos entre las ramas, listos para actuar en caso de peligro. Mirando los rostros, no vio a su padre en ningún lado. Regresando abajo fue cuando lo vio entre la multitud de su gente que se había reunido alrededor de los extraños hombres.

Uno de los guerreros lanzó una flecha cerca del pie de esos soldados, provocando nerviosismo entre ellos. Uno de esos soldados estaba por levantar una especie de vara oscura, pero fue detenido por otro. La advertencia estaba hecha así estos extraños, luego uno de los ancianos de su tribu preguntó cuáles eran sus intenciones y de donde eran.

Mientras eso pasaba, Tuka bajo junto a otras chica para tener una mejor vista. Moviéndose entre la multitud hasta estar lo más cerca posible, ella vio como uno de esos hombres buscaba frenéticamente palabras en el pequeño libro que tenía en sus manos, si estaba sudando por el esfuerzo o los nervios, no lo sabía bien, ella podía comprender algunas palabras que estaban escritas en la tapa del libro, tenía unos cuantos libros en su casa, pero no eran como este, eran demasiado grandes y pesados, y necesitabas las dos manos o dejarlos sobre un lugar sólido para leer, este por el contrario, podía ser sostenido con una sola mano

- Soy amigo, puerta venir, cocina... - el hombre se detuvo cuando dijo lo último para soltar unas palabras en su extraño idioma, él volteo a mirar a sus compañeros en busca de algún tipo de ayuda. La única respuesta que recibió fueron encogimientos de hombros.

Tuka le encontró gracia a la situación, siempre había encontrado a los hombres como seres orgullosos, todos los que pasaban por su bosque, ya sea perdidos o intencionalmente se mostraban altivos y orgullosos, amenazando a su gente, aunque se mostraban temerosos en cuanto tensaban sus arcos, a veces había buenos hombres que llegaban a comerciar con ellos, aunque nunca conocía a unos tan extraños como ellos, que apenas y podían hablar la lengua común del continente

Tuka miro como de repente, sin previo aviso dos empezaban a pelear, fue solo unos instantes pero la pelea se debía a que uno quería el libro, y el otro, un humano de piel negra se lo negó con varios manotazos a las manos, la pelea acabó tan rápido como empezó, con el primero de los hombres cruzando sus brazos resignado, y el negro tratando de auxiliar a su líder.

- Estos humanos son extraños - murmuró uno de los jóvenes que acompañaba al grupo - yo digo que los matemos. Visten todos de forma extraña pero igual, como todo soldado. - dijo con cierto resentimiento, al recordar como los últimos dos días grupos de soldados trataron de asaltar su bosque..

- Son casi cien - murmuró uno de los guerreros adultos.

- Nosotros somos casi 300 - replicó otro joven señalando a los que estaban en las ramas

- Si cuentas a los niños y los ancianos que no pueden combatir, si, somos casi 300. - Señaló el viejo guerrero. - ¿Quieres pelear contra estos hombres que tienen bestias extrañas en su poder y se mueven solas? - preguntó con una mirada severa, los demás se quedaron en silencio apartando sus miradas.

- Ser amigo, venir de lejos, puerta - el hombre quien había hablado primero indicó, y luego señaló hacia Alnus, todos conocían el lugar por las leyendas contadas por sus padres y abuelos - Queremos amistad, no enemigos - hubo un pequeño murmullo entre los elfos.

¿Vienen del otro lado de la puerta? ¿Entonces la profecía de la Sagrada Montaña de Alnus ha empezado? ¿Estos hombres eran los responsables los alocados soldados imperiales que gritaban a todo pulmón sobre las masacres y el fin de los tiempos?

Algunos elfos se mostraron más amistosos tras descubrir eso, no era que les agradara los extranjeros o sintieran lealtad por el imperio, todo lo contrario, muchos reinos humanos deseaban exterminar o esclavizar a los elfos, otros destruyen sus hogares, y el Imperio Saderano los desplazaba, esclaviza y masacraba siempre que podía, por lo que los elfos no sentían lastima por los locos que pasaban por sus bosques gritando sobre el fin de los tiempos.

Por otro lado, si estos pocos hombres de verdad fueron capaces de acabar con una Legión entera, siendo estas las fuerzas más poderosas de Falmart. Significa que debían ser poseedores de un poder inimaginable.

- Eso es curioso, ¿cómo podemos ayudarles? - preguntó uno de los ancianos evitando mostrarse sorprendido por lo que escucho del hombre del cuaderno. Se sintió aliviado, cuando aparentemente el hombre se sintió tranquilo al ver que lo pudo entender, por primera vez no necesito el libro para hablar.

- Necesitamos ayuda, información, podemos pagar - mencionó con un acento marcado, lo que hizo que unos cuantos se pusieran nerviosos, otros hablaron de lo mismo antes de atacarlos.

- ¿Información? Si si, se la daremos - uno de los ancianos se giró hacia el padre de Tuka - Merlish ¿podrías conseguir algunos mapas para estos hombres? - el elfo asintió.

- Por supuesto - Tuka observó a su padre alejarse nuevamente hacia la aldea, y los ancianos volviendo a hablar con los extraños visitantes, cuyo líder había vuelto a recurrir al libro para entender la conversación.

Laura observó como los Elfos murmuraban entre sí, algunos recelosos, otros más confiados. Ella miró a su Capitán con cierto aire arrogante en su postura, mirando de vez en cuando a los elfos con desprecio, 

- No se ofenda Capitán, pero suena igual que los gringos cuando intentan hablar nuestro idioma con su ridículo acento - comenta con sorna, el Capitán le mira con cierto desprecio

- No te he dado permiso para hablar Soldado, así que mantén tu boca cerrada y todo lo que vayas a decir metido en el culo por que hablas pura mierda, ¿Entendido? - Laura se pone tensa ante las órdenes de Alejandro, pero se limita a asentir

- Si señor, boca cerrada y las palabras por el culo - Bufo molesta Laura

Cuando se enlisto, ella estaba esperando intensos combates en los desiertos de Texas, Nueva Argentina (Utah), California, Nuevo México y Solano (Oklahoma), disparar a los estadounidenses y cimentar las bases para una colonización y asimilación Latina, quería ser parte de un futuro próspero, en vez de eso acabó en una unidad de guarnición en la capital, mientras los hombres luchaban en el norte empujando a los gringos hasta su capital y luego marchando a Europa a pelear contra los rusos, y ella perdiéndose la pelea.

Cuando la asignaron a la compañía 212° y se encontró con el capitán Alejandro, un Veterano de la guerra, esperaba que fuera decidido, valiente y completamente arrojado y creyente de la causa, se encontró con un hombre concienzudo, pragmático y racional, que le cerraba la boca cuando sugería lo que deberían estar haciendo, matar a los estadounidenses y borrarlos de la faz de la tierra de una vez, luego ir a por el resto del mundo.

- Me encantan las miradas de los anarcocapitalistas cuando se enteran que tienen un sistema nervioso centralizado - José se rio despues de su propio chiste, Laura lo miró confundida por el comentario 

- ¿A qué viene eso? - pregunto

- Es un chiste, es algo que la gente hace para no tener tu cara - le explicó José

- No todos tenemos la inteligencia de un mono - Laura contestó irritada por la actitud de su compañero quien se llevó una mano al pecho aparentemente indignado

- Laura, eso es ofensivo, no todos somos Silva - contestó con una sonrisa a expensas del brasileño

- ¿eu que? - preguntó el negro confundido por la repentina mención de su nombre quien aparto el diccionario buscando una explicación

- Nada importante, sigue en lo tuyo - contestó José, Silva los miró un momento en silencio, luego se encogió de hombros y regresó a su lectura

Laura se desesperaba con cada día que pasaba, estar atrapada entre esta panda de idiotas no era lo suyo, en absoluto, y luego estaban estos desgraciados salvajes romanos, bueno, no eran romanos, y lo cierto que no han intentado matarla, pero no les agradaba, había algo en ellos que simplemente no encajaba, quizá era por el hecho de que eran criaturas completamente extrañas, aunque similares a los humanos eran totalmente distintos a la vez.
Por lo menos con los gringos tenía la certeza de cómo sería el enemigo, con estos nativos no, por amor de Dios, había dragones, ogros y quién sabe qué más en este mundo, le asqueaba pensar en lo que pudiera estar escondido en los rincones más oscuros de los bosques.

- Deberíamos matarlos a todos - murmuró con cierto grado de asco en su voz

- Nadie pidio tu opinion - le contestó Guillermo, el otro paraguayo y médico del equipo, mirándola con algo que rozaba el odio y el desprecio - Así que por favor sigue las órdenes del capitán y cierra la boca - Laura volvió a soltar un bufido de frustración

En verdad odiaba todo este asunto, odiaba todo, odiaba a las razas que habían oprimido a su gente, odiaba el sentimiento de superioridad blanco, su moralismo, sus leyes y cultura, estos nativos algún día se volverían arrogantes simplemente por su color de piel, esclavizarán a alguien, mataran y explotaran, lo mejor sería cortar con eso rápidamente, desde la raíz antes de que creciera más, pero nadie le hace caso, la ignoran, solo esperaba que el gobierno no fuera tan estúpido como para dejar vivos a los nativos.

28 de Mayo del 2062
Falmart, Imperio Saderano
Ciudad Imperial, Senado

- El enemigo cruzó la puerta solo dos días despues de nuestro ataque, no estabamos preparados, tratamos de expulsarlos pero fuimos rechazados una y otra vez sin éxito alguna, nuestro legado murió en batalla, y no hubo forma de reorganizar el ejercito, los bárbaros acabaron por apoderarse de la sagrada colina de alnus - el hombre pareció dudar, atormentado por algún pensamiento que cruzó por su mente a juzgar por su mirada perdida - desde entonces he estado caminando para entregarles este mensaje, su majestad Molt - indicio el centurión mientras alzaba su mano derecha la cual terminaba en un muñón envuelto en vendajes sangrientos

- Puedes retirarte - indicó el senador Cassel, el centurión asintió, se puso de pie y se fue, el senado estaba en silencio, el senador Cassel se giró para ver al emperador, haciendo una leve reverencia -  ¿mi señor? - pregunto

Molt mantuvo el silencio, durante un momento sopesó sus opciones, había enviado un ejército de 200 mil hacia la colina de Alnus, con el propósito de conquistar las tierras más allá de la puerta, esperando recibir noticias sobre los éxitos que estaban teniendo al someter a los bárbaros,  durante un mes no obtuvieron más que silencio y silencio de las tropas, hasta que recientemente un centurión apareció frente a las puertas de Sadera deseando hablar con el emperador.

La historia que contó fue, en muchos aspectos, fantástica, aterradora e incoherente, dos días despues de que la primera fuerza atravesará el portal, un grupo de bárbaros salió de la puerta, si bien, eran bárbaros, incluso debieron haber preparado algún tren de equipaje para hacer campaña, y eso llevaría días en el mejor de los casos, meses en el peor, por lo que la historia de que repentinamente atacaron solo dos días despues fue ante todo, increible, por lo que a Molt se le pasó por la cabeza la posibilidad que el tiempo pasara diferente en el mundo más allá de la puerta, lo que podrían ser dos días para ellos, para el enemigo podrían ser semanas, meses o incluso años, si fueran años... los dioses sabrían cuantas fuerzas habrían amasado para la invasión, pero no era más que una teoría loca de un viejo.

- Cassel, ¿enviamos a 200 mil hombres a la colina no? - preguntó el emperador, el Marques Cassel, senador y líder de la facción pacifista asintió

- Así es su excelencia, el 20% de nuestras fuerzas totales - Molt soltó un gruñido de aprobación, no le agradaba Cassel, se oponía en gran parte a sus planes de guerra, cuando informó al senado sobre su ataque a más haya de la puerta se opuso firmemente argumentando que podrían estar enviando a sus hombres a morir en un infierno ardiente

- En ese caso, nos quedan 800 mil hombres disponibles para el combate - Molt se puso de pie y miró hacia los senadores, señalado a todos en un amplio movimiento del brazo - Senadores y ciudadanos del Imperio, durante 600 años nadie ha desafiado al imperio, hemos dominado el continente sin oposición y nuestra palabra es ley, enviaremos a 66 legiones a recuperar Alnus, 400 mil hombres, aplastaremos a los bárbaros y recuperaremos la puerta, aprenderán que nadie puede desafiarnos y salir impunes - declaró, algunos senadores alzaron la voz en señal de aprobación, aclamando a su persona

- Mi señor, enviar a la mitad de nuestras tropas disponibles sería simplemente una locura, ya perdimos 200 mil hombres, eso solo incrementará el número de muertos - comentó Cassel tímidamente mientras sus colegas pacifistas aclamaban a Molt, este le sonrió desdeñosamente

- Senador Cassel, no tema, los bárbaros quizá hayan derrotado a una parte de nuestras fuerzas, pero son brutos e indisciplinados, festejaran la victoria y bajarán la guardia, los aplastaremos tan rápido que no se darán cuenta, el imperio nunca será derrotado - más aclamaciones y gritos a favor de Molt, Cassel se estremeció presintiendo que la desgracia se cierne sobre el imperio

28 de Mayo del 2062
Falmart, Imperio Saderano
Aldea de los Altos Elfos

Alejandro solo se sintió estúpido tras ver todo lo que llevaba, eran algunos libros, muchos pergaminos, mapas, y una cuantas cosas de las cuales desconocía su utilidad, la última vez que había cargado tantas cosas fue en el proyecto final antes de graduarse en la preparatoria, estaba subiendo las cosas a la parte trasera de uno de los Transportes, cuando apareció su subordinado, un Salvadoreño de nombre Carlos

- Mensaje de la base Señor, tenemos que regresar tan rápido como podamos - indicó el hombre

- ¿Ahora que ocurre? - preguntó Alejandro, Carlos se encogió de hombros

- Son nuevas órdenes de despliegue, parece que tomaremos la iniciativa, y aplastaremos a los salvajes - explicó Carlos, Alejandro negó suavemente con la cabeza

 - Ni siquiera hemos terminando de construir la base y vamos a realizar una ofensiva, los del alto mando están locos o muy entusiastas - Carlos sonrió ante el comentario de su superior - Bueno, avisa a todos que nos vamos de regreso - indicó Carlos asintió

- Si señor - fue la única respuesta de Carlos

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