Destino decidido
29 de Mayo del 2062
Falmart, Imperio Saderano
Ciudad Imperial, Sadera
- ¡¿Quieres rendirte, maldito cobarde?! -
- General, si lograron expulsar a doscientos mil legionarios desde el otro lado de la Puerta y de Alnus, ¿Qué más podemos esperar de esos bárbaros, estúpido belicista?. -
- Eso no dice nada, si fueron capaces de hacer algo como eso, solo significa que deben de estar agotados. Es momento de atacar lo más pronto posible. -
- Esto solo es una pérdida menor para el Imperio. ¿Quieres que el Imperio quede en ridículo por tu cobardía? -
- Emperador, déjeme liderar las legiones en este contraataque y le prometo que tomaré Alnus en un día. -
- ¡Son unos estúpidos si planean pelear contra una fuerza como esa! ¡¿Acaso soy el único que escuchó las palabras del único hombre que volvió vivo de Alnus?! -
Pina sintió que era aplastada simplemente por el ambiente que reinaba en el senado, ayer estaban hablando de enviar más tropas hacia Alnus. Hoy se discutía como, quien lideraría la avanzada, quien expulsara a los bárbaros de la sagrada colina, que estrategia debían seguir, y sobre todo, ¿deberían llamar a los reinos vasallos?
El último punto fue descartado rápidamente, no era necesario que los ejércitos de los estados vasallos llegaran a Alnus, las legiones imperiales se encargaran sacar a los bárbaros de la colina y retomar la puerta, una vez hecho, volverán a intentar otra expedición hacia el otro lado de la puerta, sin duda, con mayor éxito que la primera vez.
Pero Pina no estaba tan segura, no del todo en realidad, enviaron 200 mil hombres tras la puerta, y hasta el momento solo había regresado uno, y no del todo completo, los horrores de los que hablo y el poder del enemigo, parecían exagerado, sin duda, pero para Pina había marcado el nacimiento de una pequeña semilla de incredulidad, una semilla de duda que estaba convirtiéndose en un árbol de miedo, ¿si lo que decía ese legionario era cierto?
¡¡PA PA PA!! Ese sonido infernal era lo único que se escuchaba a lo lejos y luego todos los hombres al frente se desplomaban de la nada. Mientras que los de más atrás eran despedazados después de que una bola de fuego se formará en medio de ellos. SON DEMONIOS...
Pina tuvo que negar rápidamente para sí misma, no era correcto que una princesa imperial, y mucho menos una caballera mostrará temor ante un enemigo, ella solo se dedicó a escuchar respetuosamente de momento a su padre y a los Senadores. Estaba esperando la oportunidad de solicitar su permiso y formar parte de la vanguardia que retomara Alnus, su hermano Zorzal tenía el reconocimiento de haber sometido a los Conejitos Guerreros, ahora era momento de que ella tuviera su momento de gloria junto a su Orden de Caballeros de la Rosa.
Sonrió pensando en eso, de ahora en adelante dejarían de ser vistos como niños jugando a la guerra a ser vistos como auténticos soldados, mejor aún Soldados de Élite del Imperio. Cerrando los ojos e imaginando por un momento las historias que se contarían sobre ella y su Orden.
Si, enfrentarse a esos demonios...
Demonios... Sus manos comenzaron temblar al recordar las palabras de ese soldado, fue suficiente para que abriera sus ojos. Por que el demonio de Alnus apareció repentinamente frente a ella.
Soltó un suspiro aterrada, se cubrió la boca, pero nadie la miraba, seguían concentrados en la discusión entre el senador y el general, se tranquilizó, la criatura que había visto era perturbadora, como mucho, en su mano sostenía un pequeño dragón que no podía representar a otra cosa que a la misma Sadera, el demonio era una combinación de seres horrorosos e indescriptibles, que parecían retorcerse de forma independiente, trato de tranquilizarse y alejar esos pensamientos, no ayudaría si empezara a decir que veía seres extraños en visiones, sería catalogada como no apta, removida del mando y su orden de la rosa entregada a otra persona.
¿En realidad estaba teniendo visiones? Por un momento lo consideró, quizá estaba enferma, un resfriado o alguna cosa del estilo, o solo cansada, es cierto que había dormido poco desde que escuchó al único superviviente, y sus palabras sonaban convincentes con ese tono aterrado en su voz.
Pero si analizaba todo con cuidado, era imposible que algún ser vivo tuviera tal poder, y estos soldados habían cruzado la puerta, habían asesinado a las personas del otro lado y... habían asesinado a las personas del otro lado, no podía decir que le asustaba más, haber provocado a un poder superior o alguna entidad desconocida, ¿si habían matado al hijo de algún noble del mundo más allá de la puerta? si eso fuera el caso, podría justificar tanto poder, pero la vida de un noble cualquiera no podría justificar tanto, tendría que ser algo que de verdad provocará el uso de una fuerza descomunal contra sus agresores.
Por un momento, la idea de que hubieran asesinado a un familiar de algún rey barbaro, y este hubiera desplegado a todos sus magos para castigar a Sadera le aterro, pero recordó la larga y orgullosa historia de su patria, desde las tribus Samnitas hasta el primer Emperador Sader, recordó las guerras Fenicias contra los Púnicos y su temible general Asdrúbal Barca, la guerra del norte, de todas esas situaciones Sadera había salido adelante, por que estaba unida, sin embargo, su mirada se desvió rápidamente hacia los senadores, donde el senador belicista recibía un puñetazo de su colega pacifista.
29 de Mayo del 2062
Colina de Alnus
Base de la Federación
Alejandro se sorprendió al llegar a la base cuando vio como parecía que se estaban formando filas y filas de blindados ligeros, camiones y tanques. Luego recordó cómo durante la primera semana que estuvieron enfrentando las cargas tontas y suicidas de estos romanos. El resto de las siguientes semanas estuvieron viendo como no paraban de entrar refuerzo en forma de más batallones de su compatriotas, y sobre todo maquinaria y buses llenos de trabajadores civiles.
Antes de que se dieran cuenta estaban agrandando el perímetro de la Colina de Alnus y limpiando los alrededores de cadáveres de seres fantásticos. Todo para que los ingenieros militares y trabajadores civiles, estuvieran más cómodos y por ende fueran más rápido en la construcción de la ahora nueva base, mientras que los soldados repelían una que otra incursión hecho por los remanentes del ejército Romano.
Fue agotador, pero nada que el ejército Federal no hubiera superado, y sobretodo, valió la pena. Ya que a la cuarta semana de iniciado esta operación, podían disfrutar el lujo de tener una cama y cuatro paredes, en lugar de dormir en tiendas de campaña.
Pasando los dos puestos de control que ahora se dividían: En un perímetro exterior que se componía por emplazamientos de ametralladoras en la entrada encima de bolsas de arena y una valla de alambre de púas que rodeaba todo la base. Detrás del perímetro exterior se encontraba un foso lleno de obstáculos para vehículos pesados, y muy posiblemente una gran variedad de minas antipersonal enterradas en ese foso. Después estaba el segundo puesto de control, esta vez con la forma de una enorme puerta de acero, rodeado por un muro de hormigón y torres de vigilancia, todavía en construcción en algunas zonas más alejadas.
Pasaron por varios grupos de soldados que llevaban a cabo los entrenamientos diarios en varios patios de entrenamiento y campos de tiros improvisados. Más adelante se encontraba todo un batallón que correteaba en círculos cantando a pleno pulmón una Arenga de la infantería que todos repetían después del Instructor, un viejo con un parche en el ojo lideraba la columna.
¡AY AY AY! ¡Señor instructor!
¡Por que cuando corro no siento el dolor!
¡Por que cuando corro ya no siento el cansancio!
¡Ha de ser!
¡Por mi moral!
¡Que el instructor!
¡Se encargará!
¡De destrozarme la moral!
¡El instructor!
¡Se encargará!
¡De no dejarme respirar!
¡OOOHI! ¡OOOHA!
¡Los infantes llegan ya!
Al girar a la izquierda llegaron hasta un edificio bastante uniforme, el primero en ser construido y terminado, aunque algo soso servía para lo que fue construido y eso era ser el lugar donde se albergaría a todos los Altos Mandos y futuras operaciones dentro del nuevo mundo.
El único vehículo en detenerse frente al edificio fue el de Alejandro, el resto del convoy se había separado a sus respectivos lugares de descanso, él por otro lado al ser Capitán tenía que presentar su informe a los Altos Mandos. Sus subordinados por otro lado bajaron y corrieron: José recibió el rifle de Alejandro para llevarlo rápidamente a la armería, Silva y Guillermo acompañaron a José para luego ir los tres juntos al comedor, Laura por otro lado no dudó en pisar el acelerador y llevar el vehículo al taller de la base en cuento los pies de todos estuvieron en tierra.
Estando solo en casi un parpadeo, Alejandro solo pudo ver cómo su equipo se iba hasta perderse de su vista. Volviendo su vista al frente miró las puertas de cristal del edificio, soltó un suspiro antes soltar unas palabras.
- Ah chambear. - se quitó el casco para acomodar su cabello
Luego caminó rápidamente hacia las puertas de vidrio, las cuales se abrieron por sí solas, dejando que su entrada fuera más rápida. Inmediatamente el ambiente refrescante del aire acondicionado le acaricio la cara, soltó un suspiro de alivio al sentir esa agradable sensación después de un mes de vivir en tiendas de campaña con olor a barro, pólvora y sudor. Se acercó a uno de los dispensadores de agua, tomo uno de los vasos de papel para tomar algo de agua fría
- Vaya, parece que el demonio de Alnus está de vuelta, y regresas con recuerdos, que considerado - Dijo una voz firme, pero a la vez impregnada con algo de humor en su tono.
- Teniente Coronel Reyes - Alejandro aplasto el vasito antes de girarse sobre sus talones y saludar a la mujer que estaba detrás de él
- Eleonora está bien, Alejandro - dijo la mujer cruzando los brazos con una pequeña sonrisa.
Alejandro bajo su brazo a la vez que le devolvía la sonrisa.
- Los viejos hábitos nunca cambia, Eleonor - Quería quedarse y conversar con su vieja amiga, pero el deber era lo primero.
Reyes frunció el ceño al ver que su viejo amigo, procedía a asentir con la cabeza para luego moverse a un lado. Probablemente iba a su oficina. Ella actuó rápido moviéndose para evitar que él la rodeara. Su sonrisa disminuyó un poco cuando ella estuvo frente a él. Alejandro solo suspiro.
- Eleonor, me encantaría quedarme a hablar, pero tengo un informe que entregar al Coronel Melgarejo - Alejandro miró a su amiga, quien sonrió levemente, como burlandose de el.
- Que curioso, porque en cuanto me transfirieron a este mundo de cuento de hadas, me dijeron que el Coronel Melgarejo estaba en un vuelo rumbo a Rusia - La boca de Alejandro se abrió un poco por la sorpresa.
- Entonces... - Reyes solo levantó una ceja. La boca de Alejandro se cerró, sus piernas comenzaron a moverse. - Enseguida le entregaré el informe, Coronel Reyes - Dijo mientras su huida a su oficina estaba en marcha. Ella volvió a interponerse frente a él.
- ¿Ni siquiera una felicidades, Alej? - Preguntó con una falso toque de indignación en la voz, cruzando sus brazos sobre sus pechos, alejandro desvió la mirada de ese lugar.
- Felicidades por su transferencia y promoción, Teniente Coronel Reyes - Dijo Alejandro en tono apresurado algo nervioso, mientras levantaba su antebrazo derecho mostrando su mano formado en un puño, luego regresó la mirada hacia Reyes, con una ligera sonrisa.
Reyes sabía que eso era todo lo que obtendría de Alejandro, porque muy probablemente esté sufriendo una embolia dentro de sí por tener a su oficial en frente y no tener listo el informe. Ella levantó su antebrazo y chocó su puño con el de su amigo, en señal de reconocimiento por su promoción. Un segundo después el Capitán del Tercer Escuadrón de Reconocimiento procedió caminar a paso rápido rumbo a su oficina. Reyes espero un momento antes de hablar, con un leve tono travieso.
- ¡Ah! por cierto, el informe lo presentarás en la sala de mando, el Teniente General Simón Borrero Ayala, está esperando - Ella no necesitó girarse, el solo escuchar la botas derrapar en los adoquines y luego continuar su camino un segundo después, era suficiente para saber que la forma tan casual en la que comentaba algo como eso, solo irritaba a su amigo aun más.
En cuanto se adentro dentro del pasillo los pasos rápidos pasaron a ser una carrera, carrera auto impuesta por el propio Alejandro. No deteniéndose hasta estar enfrente a su pequeña oficina, una caja de 3 metros de ancho y 6 de largo, no era grande, pero tenía lo necesario para gestionar a 90 hombres. Abrió la puerta la cual se deslizó suavemente hacia adentro del cuarto, entro, y busco el interruptor, una vez lo encontró encendió la luz, la iluminación le presentó su escritorio de madera marrón y un asiento de oficina para nada cómodo.
Al tomar asiento se inclinó y abrió el segundo cajón del lado derecho de su escritorio, de ella sacó una pequeña caja metálica. Levantó la caja y la puso sobre su escritorio, luego abrió la caja, lo primero que sacó fueron dos marcos con fotos dentro.
La Primera y más grande, era de él y Reyes abrazados, bueno, no del todo, ella tenía una mano sobre sus hombros y él en su cintura, los dos estaban en uniforme, y detrás de ellos estaba la antigua compañía 212, sus compañeros y hermanos de armas que lo siguieron de Estados Unidos a Rusia. La segunda foto era de su familia; Su madre y su padre estaban detrás de sus dos hermanos quienes estaban posando de rodillas;Todos estaban vestidos con ropa de civil, excepto su padre quien portaba su uniforme de gala del Heroico Colegio Militar, solo con ver esa mirada firme con el pecho en alto, cualquiera se daría cuenta de lo orgulloso que estaba ese hombre de portar ese uniforme.
Alejandro colocó ambas mirando hacia él, luego tomó la caja, devolviendola al cajón de dónde la sacó. Prendió la computadora de escritorio para hacer su informe, mientras la computadora se encendía dio una última mirada hacia ambas fotos, antes de llevar todo su enfoque a la pantalla. No tenía mucho tiempo que perder.
29 de Mayo del 2062
Falmart, Imperio Saderano
Ciudad Imperial, Sadera
Pina no lo pudo evitar, sentir esa sensación de abandono y tristeza recorrió su cuerpo, cuando el senado imperial quedó vacío, y las puertas se cerraron cuando el último senador se fue, el recinto quedó vacío salvo por ella, su padre y los pretorianos. Bueno, quizá vacío no fuera la palabra correcta, había al menos 3 docenas de pretorianos, pero comparados con los 600 senadores que albergaba el recinto, su número era nada. Pina se acercó frente a su padre, quien parecía agotado, por un momento le recordó al hombre que era cuando ella era una niña, cuando actuaba como un padre, pero Molt abrió levemente uno de sus ojos y al percatarse de su presencia, volvió a ser la figura de autoridad que siempre demostraba ser.
Ella se acercó hasta los escalones, arrodillándose antes de hablar, mostrando el respeto que el Emperador se merecía por derecho.
- Padre, se que estas cansado, pero me gustaría hacer una petición - Pina habló finalmente.
- ¿Qué necesita exactamente una hija mía? - Molt pregunto mientras le dirigía una mirada apenas interesada en lo que sea que iba a decir, su tono de voz cansado y desinteresado, solo reforzó el presentimiento de que su idea iba a ser rechazada.
- Padre, he escuchado a los senadores, y quizá sea muy pronto para solicitar tu permiso, pero deseo poder unirme a las legiones que retomaran Alnus - Pina guardó un momento de silencio, esperando la respuesta de su padre, al no obtener nada, siguió su petición - Me gustaría que mi orden de la Rosa lidere la vanguardia de esta fuerza, esto mostraría que la familia imperial está liderando al imperio hacia la victoria - declaró ella.
La postura de Molt cambió un poco, apoyando su espalda de vuelta contra su trono. Este simple acto, le había dicho a Pina que había logrado captar la atención del Emperador, tosio un poco para aclarar su voz.
- Zorzal y Diabo están a semanas de la Capital. Sería conveniente que alguien con sangre real formará parte de la reconquista de Alnus, como soy la única con sangre real que está disponible, sería ideal que fuera yo - La expresión en el rostro de Molt se mantuvo tan desinteresada como al comenzar, sin embargo, todavía no le había contestado, por lo que Pina continuó. - Nu nuestro Imperio fue vencido, algo como eso será visto como una oportunidad para nuestros reinos vasallos para declarar rebelarse en nuestra contra. Pero si alguien de la realeza formará parte de la reconquista de Alnus, daremos a nuestros vasallos, que somos capaces de remediar nuestros errores, y que podemos solucionar cualquier amenaza que se nos presente - Pina alzó la cabeza para ver a su padre, quien solo cerró los ojos y se llevó la mano a la sien para masajear su cabeza
Molt solo suspiro en un tono cansado, pareció reflexionar un poco en las palabras de Pina, le dedicó una mirada a Pina, y juntó las puntas de sus dedos, dandole un aire solemne al momento, abrió los ojos antes de dar su respuesta.
- Si tanto insistes en jugar a los soldados. Esta bien, ve -Pina sonrió, estaba nerviosa pero feliz, sería la primera vez que podría demostrar que su orden era algo más que un simple adorno, sin embargo no tuvo tiempo de expresar su gratitud - Sin embargo, no esperes que alguien recupere tu cuerpo, debes retomar esa colina o no regresaras a mi presencia, con eso, puedes partir, te deseo suerte en tu futura campaña- fue la sentencia de Molt
Las uñas de Pina se clavaron en el mármol del piso, esas palabras fueron más contundentes de lo que ella habría esperado, pero aún así las acepto.
- Gra... gracias... Padre - Pina se levantó respetuosamente, pero molt la Interrumpio
- Lleva a la sexta legión de la Guardia Pretoriana, infórmale al comandante Pompeyo de mis órdenes - Pina se inclinó levemente ante eso
- Gracias su majestad - fueron sus únicas palabras antes de salir del edificio del senado
29 de Mayo del 2062
Colina de Alnus
Base de la Federación, Centro de Mando
Al abrir la puerta, la primera vista de Alejandro fue ver a un montón de oficiales reunidos alrededor de una mesa rectangular, viendo un mapa enorme encima de ella, mientras que encima de ese mapa se encontraba una variedad de carpetas llenas de informes junto a tazas de café y artículos de oficina.
Un joven de probablemente 26 años se acercó con una mano extendida, el parche en su hombrera mostraba su rango de Teniente Primero, probablemente el asistente de alguno de los oficiales. Alejandro procedió a darle la carpeta sin ningún tipo de emoción, para luego pasar al fondo junto a los demás Capitanes.
Observó detenidamente como entre todos ese conjunto de oficiales, se encontraba un hombre en silla de ruedas. Y a diferencia de todos en la sala, él junto a quien estaba empujando la silla de ruedas, estaban vestidos con ropa civil en lugar de portar un uniforme. Alejandro frunció el ceño ante esto, ¿Por qué había civiles aquí?
- ¿Día difícil, Devine? - La atención de Alejandro cambió, giró su cabeza a la derecha, más por sorprendido que molesto, por encontrarse con otro conocido de su mismo rango.
- Yo podría hacerte la misma pregunta, Gonzáles. - Respondió por lo bajo, su atención cambió al ver el aspecto cansado de su amigo lo que lo sorprendió un poco, a pesar de tener 29 años, parecía que la falta de sueño le afectó más fuerte que a los demás. El solo se encogió de hombros, indiferente.
- Es nuestro trabajo, y nos pagan por hacerlo, así que no me quejo. - Alejandro solo asintió antes de volver su atención al frente. Los oficiales reunidos iban desde los capitanes de los equipos de reconocimiento hasta al Teniente General.
El Teniente General parecía muy fuera de lugar, de hecho, con su uniforme bien planchado, pelo raso bien cortado, y una cara bien cuidada, no como la mayoría de oficiales, que mostraban ojeras, cicatrices en la cara, los más condecorados llevaban medallas de servicio en sus uniformes, el Teniente General, solo tenía su rango, su uniforme y su autoridad para dictar órdenes, alejandro dudaba que tuviera la experiencia. Pasó un rato antes de que oficialmente comenzará la reunión.
- Caballeros. - Habló el Teniente General, haciendo que todos en la sala se pusieran firmes. - Se que este último mes ha sido complicado dado los plazos cortos que hemos tenido que cumplir, junto con la mala organización del antiguo oficial al mando. - hubo un ligero cambio de humor entre algunos oficiales de la sala ante esas palabras
El Teniente General no solo mencionó al Coronel Melgarejo y su accionar descuidado y temerario al cruzar la puerta tan solo dos días después del primer ataque a Caracas. Sino también a las medidas que han tenido que cumplir debido a la presión pública. ¿Un segundo ataque a la Capital de Federación?, el gobierno quería tener un punto fuerte que evitará cualquier incursión de los nativos a la capital. Para empeorar la situacion, había ciudadanos que habían sido catalogados como desaparecidos y luego como secuestrados, después de un extenso interrogatorio con los pocos prisioneros que se habían hecho. Esto era más que indignante. Y era obvio que la Federación iba a responder rápidamente en la búsqueda de sus ciudadanos secuestrados por estos salvajes.
- Debido a las presiones que ha tenido que soportar nuestro gobierno este último mes. Tendremos que adelantar muchos de nuestros planes para la invasión de la Capital de los invasores para la próxima semana - Esto trajo varios murmullos entre todos los que estaban en la mesa, algo que el General silencio con levantar su mano. - Pero eso no será impedimento para que organicemos un ataque en contra de estos salvajes. Tomaremos su capital, capturaremos a sus líderes, así podremos devolver a nuestros ciudadanos de vuelta a casa. - Le dio una mirada a su asistente, para luego señalar a una pantalla.
En ella aparecía fotografías aéreas que mostraba una ciudad amurallada. La pantalla hizo Zoom hacia una zona en concreto, una puerta.
- Según los informes que reunimos de los diversos prisioneros de alto estatus de este mundo,la ciudad que están viendo es Italica. Será nuestro primer objetivo. - Dejó pasar un momento de silencio, mientras buscaba entre los papeles sobre la mesa. - En palabras de cada uno de los prisioneros, Itálica es la zona de comercio más grande del continente, además del eje de operaciones de nuestros enemigos para su invasión a la capital. Tenerlo en nuestro poder nos garantiza influencia y un control férreo en la zona, además de un duro golpe a la economía del Imperio de este mundo, al dividir su territorio por la mitad. - los murmullos fueron acallados por un enérgico golpe sobre la mesa.
El teniente general, quizá no fuera querido, quizá no estuviera en su lugar con su aspecto bien cuidado, pero era un veterano de guerra, así que Alejandro supuso que su vida dependerá de lo brillante que resulte este oficial. Que Dios los ampare.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top