¿Guerra? No. Masacré
La situación dentro del imperio de Seldera era crítica, cada día recibían información sobre nuevos pueblos y aldeas que caían ante los avances del enemigo. Las estructuras que habían aparecido sobre los cielos también habían causado el pánico entre la población, como si de un castigo divino se tratase. Sin olvidarse del hecho que el plan del emperador Molt funcionaba... de la peor manera posible, dado a que aquellos que tenían que convertirse en saqueadores para evitar que recursos llegasen al enemigo, se habían convertido en poco más que bestias y salvajes que se habían salido de su encomienda
El senado enredaba en sección y esta vez, Molt no tenía a la mayoría de los senadores de su lado, con las perdidas y desgracias constantes, no veían más remedio que la llegada a una tregua. Algo inaudito y nunca antes hecho, algo considerado un insulto en toda regla
"¡Escuchen, silencio. Hombres del senado, piensen en sus familias ¿que creen que les suceda una vez lleguen los enemigos hasta nuestras puertas? Sean capaces de ver que la situación está totalmente a nuestra contra!" Un senador anciano grito con sus fuerzas, y ante las réplicas de sus adversarios continuó "¡No tenemos ejército, no tenemos vasallos. ¿Acaso ven alternativas?!"
"¡No nos rendiremos jamás, si quieren venir que vengan. Morirán antes de siquiera llegar a nuestros muros!"
Pero aquellos que seguían insistentes en continuar con la guerra, ya eran muy pocos. Continuar era estupido y solo causaría más muerte innecesarias. Pero antes de que siquiera se diese una votación o llegasen a un acuerdo. Alguien pateo la puerta del senado con furia, entrando sin importarle las exigencias de los guardias
"¡COBARDES, TODOS, DEL PRIMERO HASTA EL ÚLTIMO!" Molt no estaba feliz, no estaba feliz en lo absoluto. Su hijo y su heredero había entrando con un maremoto de furia. Zorzal el Caesar... su mayor decepción "¡¿COMO PUEDEN SIQUIERA HABLAR DE TREGUAS Y RENDICIONES?!"
"Hijo mío, te sugeriría que te retirases ahora mismo-"
"¡No, no me iré hasta que estos inútiles dejen sus idioteces de dejar la guerra contra los bárbaros invasores!" Zorzal desenvaino su espada. A lo que la guardia pretoriana del emperador hizo lo mismo, preparados hasta lo que hiciese falta. La sala del senado se llenó de murmullos ante la acción del príncipe
"Creó que no me entendiste hijo... lárgate y deja que los adultos hablen" Molt hablo, con un tono de voz que pocas veces se escuchaban "ahora, vete"
Zorzal no podía creer lo que su padre decía "¡Bien, si ustedes no van a hacer nada YO LO HARÉ!"
El príncipe era un ser orgulloso, que había recibido todo cuando había querido desde el primer momento de su nacimiento. Un niño en armadura que quería jugar a la guerra. Un gobernante inútil e incapaz de todo... un ser Perfecto para ELLA
El príncipe sin saberlo, comenzó a escuchar voces desde hacía tiempo. Incluso durante la invasión a las tierras de los conejitos Guerreros. Siempre refiriéndose a lo mismo "¿porque no?" EL era el príncipe heredero, claro que podía cogerse a quien quisiese aunque este se resistiese. EL era el futuro emperador, esos ancianos debían hacerle caso en lo que dijese, incluso más que a su estupido padre. EL y solo EL debía acabar con los bárbaros y que viesen que de verdad era el elegido para el imperio
Zorzal el Caesar iba a maquinar sus planes, escurridizos y repulsivos planes de guerra y conquista. Sin saber que todas sus ideas, sus planes y su espíritu en si... no eran suyos, porque él dejó de pertenecerse a sí mismo desde hacía tiempo. Y la prueba era una marca que había aparecido en su espada, pero que ignoró adredemente
EL LE PERTENECÍA AL PRÍNCIPE DEL PLACER
La villa de Coda había cambiado, definitivamente había cambiado en todo. Antes lo que fue una aldea cómoda y ideal para los niños, ahora parecía una fortaleza amurallada. Los aldeanos que se habían tratado de pasar de listos obtuvieron un castigo "ideal" según los soldados de la guardia imperial, lo único que podían hacer era agachar la cabeza y obedecer a sus nuevos amos.
La eclesiarquia ya había construido un templo en nombre del Dios emperador, usando de base una choza que se caía, construyeron un templo hermoso, con acabador que retrataban las historias del señor de nuestra especie.
Casi en su totalidad se habían convertido a la nueva fe que estos habían traído. Nadie pudo resistirse, los que querían mantenerse fieles a sus dioses huyeron cuando pudieron... para darse cuenta que TODOS los pueblos, aldeas o villas ahora estaban bajo control del ministorum y se había impuesto el culto imperial. Por lo que decidían volver
Nadie les dijo nada, ni las adeptas sororitas o los misioneros les reprocharon en lo absoluto, incluso estos últimos los esperaban fuera de Coda, para darles las bienvenida de vuelta, y recibiéndoles con una oración
"Nadie puede escapar de la Luz del emperador"
Como si fuese una profecía... nadie más intentó escapar... y se convirtieron al culto imperial. Viviendo en nueva y relativa paz
O eso era hasta este día
"Te lo juro; vi un maldito monstruo volando anoche. Cuando fuiste a por agua abajo, apareció sobrevolando el cielo" dos soldados que resguardaban la puerta desde una torre sobre la muralla hablaban entre sí. Relajados por el hecho de que Coda fuese un lugar tranquilo cuyo único problema posible, eran sus habitantes más revoltosos
"Viejo... debes dejar de imaginarte cosas. Esta noche tomaré el turno por los dos, la falta de sueño te hace alucinar estupideces" su compañero le reprendió, dándole un golpe con la palma abierta sobre el casco
"¡Te juro que vi algo!" El guardia grito, pero su compañero simplemente lo ignoraba. Sin importarle lo que dijese su amigo "De seguro solo viste una nave, esas cosas rondan para apaciguar a los locales" fue lo que respondió, desestimando todas las dudas de su compañero
Perímetro infringido. 100 metros hacia el oeste. Múltiples objetivos. Hostiles
La voz de una alarma se escuchaba por los altavoces. Los aldeanos corrían hacías sus hogares con miedo, desconociendo lo que estaba pasando. Ambos guardias dejaron todo lo que estaban haciendo y apuntaron sus Lasgun en dirección de donde provenía la alerta
Silencio... solo el viento, a demás de la evidente alarma. Pero ambos seguían atentos ante lo que ocurría.
Comenzaron a ver carretas acercándose con rapidez, y seguida de estas un grupo sin identificar, pero con intenciones violentas
"¡ALTO, NI UN PASO MÁS!" El hombre que había estado hablando de monstruos voladores grito. Advirtiéndoles a los atacantes "¡SE LOS ADVIERTO, ABRIREMOS FUEGO!"
A pesar de que los atacantes supiesen que hablaban su idioma, no esperaban que lo hiciesen tan bien "¡Barbaros, somos caballeros de la Orden de la Rosa, en nombre del imperio; abandonen esta aldea y entréguense, quizás se le les dé un juicio justo!" Fue una voz femenina la que habló
Ambos guardias comenzaron a ver con más detalles, los atacantes... eran en su mayoría mujeres, utilizando armaduras y cotas de malla...
"¡Esta es la única oportunidad que se les da bárbaros, entréguense o sufran las consecuencias!" La misma voz se escuchó, y todas las mujeres desenvainaron sus espadas. Una mujer de cabello rubio y alta estatura sobresale de entre todas las demás, y apunta con un dedo acusador a ambos hombres
Los guardias se toman un segundo... y responden con claridad ante la amenaza
"¡Nosotros somos soldados de el Imperio de la Humanidad. No nos rendiremos ante un montón de salvajes así que si desean seguir viviendo LEVANTEN LAS MANOS AHORA!"
"¡Arg! Bárbaros estupidos..." la chica de cabello rubio pensó para sí misma "¡que así sea entonces!"
La mujer levantó el brazo, lista para ordenar el ataque. Pero antes de que si quiera lo hiciese, uno de los soldados disparó su Lasgun al suelo, muy cerca del pie de esta. La mujer se asustó por este acto, sabía que estos bárbaros usaban magia, pero nunca ninguna magia había hecho algo similar a esto "¡Última advertencia, abriremos fuego!" El soldado grito nuevamente su amenaza
Las mujeres se veían impactadas, pero sin recibir orden alguna de atacar "¡¿Como se atreve a atacar a lady Hamilton?!" Comenzaron a correr hacia las paredes de Coda
Habían sido advertidas, habían escuchado la amenaza. Y ahora estaban atacando... pasase lo que pasase, ambos quedarían totalmente libres de toda culpa por lo que ocurriese.
Así que ambos abrieron fuego a las mujeres que corrían directas hacia las murallas, cargando escaleras y cuerdas para trepar
Una a una comenzaron a caer, y ante las primeras bajas y la desconcertante situación, el resto de la orden comenzó a atacar "¡Alto, alto. Retrocedan!"
Pero para Hamilton ya era demasiado tarde, ninguna escuchaba órdenes
Carne desgarrada, trozos de armadura cayendo... sangre cubriendo la tierra... era un desastre provocado por dos únicos individuos.
Hamilton no podía creerlo, no quería creerlo. La princesa le había confiado a parte de las tropas para dar inicio a la reconquista de Coda pero ahora sus chicas, a las que había entrenado morían como si sus vidas fuesen nada ante la magia de esos dos hombres de armadura verde
De repente... los disparos cesaron... Hamilton miraba desconcertada el camino y los muros... sangre, entrañas... partes desmembradas.... Sus amigas, sus hermanas muertas. Miraba desesperada si alguna podía salvarse, todas las que aún seguían con vida se retorcían y lloraban, rogando a los dioses por sus vidas. Hamilton corrió hasta una de ella, tratando de ayudarla, pero esta solo lloraba por la agonía de haber perdido ambas piernas
Entre los gritos de sus amigas, no logro escuchar como ambos autoproclamados soldados parecían hablar con alguien desde el interior, se veían asustados... o sorprendidos en toda regla...
"Abran las puertas, yo me haré cargo a partir de ahora..." fue una voz femenina, con una voz amenazante y fría, sonaba casi robótica, como si hablase a travez de un casco "S- ¡Si, como ordene, serenísima hermana!"
El soldado presionó un botón y las puertas se abrieron, Hamilton miró como de estas salía una figura femenina, de gran altura y envuelta en capas rojas con una armadura negra, un casco del mismo color... y unos ojos rojos como la sangre.
Los dos soldados apuntaron sus Lasgun a las caballeras que aún se mantenían en pie, amenazantemente
"Tu... ¿tu ordenaste este ataque?" La figura femenina hablo, con una voz tosca y desprestigiante. Hamilton la miraba desde abajo, aún sosteniendo a su amiga de orden entre sus brazos "Bien..." la figura prominente desenvainado una espada... que desprendía una luz azulada "Que así sea entonces"
Tuka en el Astra Militarum, Lelei en las manos de una inquisidora y la orden de la Rosa en plena extinción. Si con esto no me matan ya no se con que
Todos viendo como los salamandras se corrompieron: VAMOS A MORIR TODOS
(Puto caos, los salamandras son sagrados)
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