Capítulo 6: Batalla de Itálica - Parte 2
Disclaimer: "GATE: thus the JSDF fought there!" no me pertenece, todo el crédito a su respectivo autor.
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Capítulo 6: Batalla de Italica (Parte 2)
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Italica. 15 de Abril de 1942 (Calendario Gregoriano).
Piña estaba sentada en la sala de reuniones del castillo de Italica. Estaba cabizbaja, meditando, mientras sus caballeros se movían a lo largo de la ciudad fortaleciéndola para enfrentarse a un enemigo muy superior en número. Pero su mente no se encontraba allí, sino en el pasado...
-Solo son un grupo de niños mimados jugando a ser caballeros.
-Cállate...
-Tu grupito solo sirve para desfiles.
-Cállate...
-A ver cuando hacen una pelea de verdad. No han hecho nada en todos sus años...
-Cállate...
-Padre. Vengo a pedirte permiso para poder salir a explorar a nuestro enemigo con mi orden. Somos de lejos una de las unidades con mayor movilidad y entrenamiento que quedan en la capital.
-Pero hija, tu unidad nunca ha entrado en combate, ¿oh si?-Su comentario podría haber sido de preocupación, pero su gesto de burla decía lo contrario-Después de todo, otros nobles quieren que dejen de jugar a los soldados y cumplan con sus deberes de hijos e hijas de nobles del Imperio.
-Te lo ruego, padre. Dame esta oportunidad y demostrare que somos tan valiosos, sino más, que cualquier otra unidad del Imperio.
-Entonces, tienes mi permiso. Procura volver con noticias-La mirada despectiva de su cara dejaba claro que no esperaba nada de ella.
-¡Cállate!
Piña jadeó un poco mientras se recuperaba. Su misión primero la envió a una iglesia de Emroy, abandonada hace algún tiempo, donde se encontraban algunos soldados del Reino de Elbe. Allí pudo encontrarse con el rey Duran. El anciano y veterano guerrero estaba demacrado, con sus ojos vacíos de sentimiento alguno. Le faltaba el brazo izquierdo, y una pierna tenía una fea herida. Casi todo su cuerpo estaba con vendas, y restos de lo que se suponía era su armadura se encontraban en una mesa cercana. La sombría tarde tampoco ayudaba al estado de ánimo, y el ambiente era inequívocamente deprimente.
"-Rey Duran...
-¿Princesa... Piña...?-Alcanzó a murmurar-¿Acaso... vino... a burlarse...?
-¡Claro que no! ¡Vine a preguntarle por Alnus!
-¿Al... nus...?-Sus ojos se abrieron de golpe, llenos de una emoción de rabia-¡Esa sabandija... de Molt... lo sabía... y nos mandó igual!
Piña lo dejo descargarse con su padre mientras observaba el pésimo estado del cuerpo del anciano. Luego de unos segundos, Duran estaba echado tranquilamente mientras repasaba lo que pudiera decirle a la princesa.
-Son... unos monstruos...-Pudo murmurar por fin.
-¿Qué quiere decir?
-Sus soldados... están bien entrenados. Saben luchar bien a distancia y a cuerpo a cuerpo. Sus armas... nada que haya visto. Poderosas, fulminantes, rápidas y precisas... debes tener cuidado...
-¿Algo más?
-Carros... carros de metal y acero... que escupen fuego y llevan la muerte. Algunos grandes y lentos. Otros más pequeños y rápidos... algunos incluso parece que vuelan. No usan caballos, parece magia... magia.... Eso podría ser. De lo contrario, podríamos habernos acercado siquiera a la planicie de Alnus...
-¿Qué quiere decir?
-No pudimos llegar a la cima... estábamos por llegar... y nos masacraron...
La sala quedo en silencio durante unos minutos. Piña relacionaba lo dicho por el anciano general con las versiones oficiales, mientras Duran se alejaba de su cuerpo. De repente él tomo la muñeca de Piña y le hizo un débil gesto de silencio.
-¿Escuchas eso? Es una de sus máquinas infernales. Huye mientras puedas, no me queda mucho tiempo...
Confundida, Piña le hizo caso. Salió, se despidió de los escasos guardias y subió a su caballo, alejándose con sus 3 escoltas de la iglesia. A la distancia pudo ver como una especia de carro pequeño caía de un ave gigante que iba demasiado alto para verla definidamente. A alguna distancia del suelo, algo salió de las espaldas del cuerpo grande y de otros cuerpos más pequeños, para luego perderlos tras el bosque. Un rato después, escucho un breve sonido desconocido para ella pero similar de alguna forma al sonido del ave, para que después apareciera por el bosque un rápido carro verde sin caballos y con 4 personas con boinas rojas a bordo.
El carro se acercó a la puerta de la iglesia, donde uno de los ocupantes del carro saco un artefacto de madera y metal que despidió fogonazos y unos fuertes sonidos en la quietud del bosque. Ambos guardias de la puerta cayeron abatidos como por una hoz invisible, y los ocupantes del carro pequeño se bajaron y se dividieron en dos. Tres entraron a la iglesia, y el otro se quedó vigilando afuera. Piña podría haber intervenido, pero aun así decidió quedarse a observar que pasaba. Los 4 identificados enemigos llevaban la misma arma, un artefacto de madera y metal que pudo ver despedía fogonazos y fuertes sonidos.
En los siguientes 3 minutos pudo observar y oír, junto a sus atentos escoltas, algunos de esos sonidos y fogonazos desde dentro de la iglesia, acompañados de gritos de muerte y dolor. Al cabo de esos 3 minutos el trío que entró salió nuevamente, esta vez arrastrando el cuerpo adolorido de Duran. El anciano no se veía sorprendido, más bien resignado. El grupo se subió al carro, el cual salió a gran velocidad y se perdió en el bosque.
Piña se quedó inmóvil por unos minutos, hasta que salió corriendo hacia la iglesia. Al entrar, sus temores se confirmaron.
Muertos. Todos muertos. Todos los guaridas que seguían a Duran después del fracaso de Alnus yacían muertos por las salas y los pasillos. Eran cerca de 3 docenas de hombres, y todos yacían muertos.
Piña sintió temor verdadero. Si solo 4 de ellos asaltaban una iglesia donde se encontraba un rey, y salían sin rasguños, con el rey prisionero y su escolta masacrada, ¿qué podía hacer el Imperio contra un ejército?"
El miedo y la ansiedad de demostrar que era algo más consumía la racionalidad de Piña, mientras tomaba decisiones que probaran que podía hacer algo ella misma, sin la necesidad de que otro tuviera que intervenir. En el fondo, sol quería reconocimiento por algo de ella. Pero siempre le fue negado, y ahora tenía la oportunidad. No importaba cuántas vidas tomase, quería ser reconocida por algo suyo. Y la oportunidad de oro se le presentaba ahora, con el enemigo con escasos números y ella en una ciudad amurallada. No era tonta, sabía que la atacaría. Italica era un emplazamiento estratégico de alto valor, sería de idiotas no hacerlo. Solo debía rechazarlos, entonces ganaría el reconocimiento que tanto anhelaba y siempre se le negaba.
-Princesa Piña-Entró Gray a la sala-Han llegado refuerzos enemigos.
-¿Cuántos?
-Entre mil y dos mil quinientos soldados, con numerosos carros de diversos tipos. Parecen tener un tipo de reunión ahora. ¿Qué hacemos si nos conminan a rendirnos? Tienen fuerzas considerablemente superiores a las cuales llegaron ayer.
-Seguimos teniendo la ventaja. Solo tenemos que ser cuidadosos de no exponernos a sus armas y no dejar que suban a las murallas.
-Entendido-Gray se calló por unos momentos, como si pensara algo. Finalmente abrió la boca-Si me permite, alteza, un comentario. Tenga cuidado de a quien desafía.
-Explícate, Gray.
-Al igual que Norma, hable con algunos de ellos, y me di el tiempo de observarlos. Algunos de los soldados de ayer, especialmente 3 de sus líderes, me dieron una impresión bastante fuerte.
-¿Qué impresión?
-Veteranía. Son soldados veteranos, experimentados en el arte de la guerra. Probablemente desde antes que apareciera el Imperio.
-¿Cómo puedes saberlo?-Preguntó ahora más intranquila Piña.
-Observación. Sus gestos, manera de caminar, comandos precisos y eficaces, tácticas prácticas y pensadas en poco tiempo. No tienen dudas y se centran eficazmente en lo que tienen en frente. Son signos inequívocos de experiencia, mismos signos que he visto en mis compañeros curtidos de batallas.
-¿C-cuántos dijiste que te dieron esa impresión?
-3 de ellos. Los que llegaron hace poco son parecidos, pero no tienen la misma aura. Aun así, algunos también son veteranos. Es cuestionable que sea contra el Imperio, sin embargo.
-Y-ya veo. Esperemos que resistamos el ataque entonces-Súbitamente, la confianza de Piña se desvaneció.
-"3 de ellos, suficiente para cubrir las 3 puertas"-Fue su pensamiento.
Gray salió de la sala mientras se dirigía a la entrada del palacio. Tenía un mal presentimiento, y por ende estaba reuniendo u grupo que se quedara junto a Piña durante los enfrentamientos. También, por temas políticos, los hijos de nobles dentro de la orden, que conformaban una cantidad decente, eran las unidades de caballería que patrullarían la ciudad y reforzarían las brechas. También vigilaban a la condesa y el castillo, mientras que formarían la mayoría dela unidad que protegería a Piña.
Hamilton, Bozes, Norma y Shandy. Ellos, junto a él, protegerían a Piña de lo que fuera que pasara.
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-¿Están todos listos?
-Afirmativo.
-Hagamos esto rápido y fácil.
-Bien, comencemos.
A alguna distancia del muro, un grupo de soldados españoles empezó a realizar gestos y burlas a los soldados en los muros. Al principio no pasó nada, pero luego de un par de minutos y de cambiar de burlas a insultos, los ocupantes empezaron a devolver los insultos. Uno llego al punto de pararse en la muralla mientras agitaba su puño. Esa era la señal.
-¡Ahora!
Un grupo de fusileros, ya preparados de antemano, levanto sus fusiles y abrió fuego sobre el caballero parado sobre el muro. Las piernas de este, heridas de sorpresa, cedieron y lo dejaron caer del muro.
-¡Acelera, rápido!
Un jeep de la Coalición, convenientemente cerca, pasó a la carrera por la zona, agarrando un tripulante al caballero caído y llevándoselo antes de que les lloviera una lluvia de flechas.
-¡Listo!
-¡Tuvimos éxito!
-¡Vamos, primeros auxilios!
-¡Denle un tranquilizante!
-¡Queremos información, idiota, no dormirlo!
Entre gritos y empujones se llevó al caballero herido al interior de ua tienda-hospital, donde lo tendieron y le trataron las heridas de las piernas. Cuando se hubieron asegurado de que no moriría por pérdida de sangre, empezó el interrogatorio.
-Bien, bien, querido amigo-Lo saludo "amablemente" Fernández-Esperamos que seas cooperativo para que no te tengamos que hacer daño. Ahora, ¿puedes, amablemente si quieres, decirnos cuantos caballeros hay adentro de la ciudad?
-¡No les diré nada! ¡Púdranse en el infierno! ¡Moriré antes de decir algo!
Sus exclamaciones provocaron una ronda de risas entre los oficiales allí presentes, quienes se relajaron con la actitud del herido. Las preguntas siguieron, y las actitudes se fueron apagando y agriando a medida que el interrogado seguía negándose con las mismas frases. Finalmente, Karl Schmidt se cansó del juego.
-Mira, maldito Scheißkerl, no sé si te habrás cansado de este juego, pero te aseguro que yo sí-Con unos gestos le indicó a otros oficiales que lo sostuvieran de brazos y piernas. Una vez hecha la tarea, prosiguió-Así que te daré dos opciones-Mientras hablaba lo despojo de su armadura y ropa inferior, dejando al descubierto su miembro el que, por cierto, era minúsculo-Y no sé tú, pero yo preferiría conservar mi amiguito-Observó con una sonrisa cruel mientras desenvainaba su bayoneta. El caballero observaba aterrado el gesto de crueldad extrema que se le hacía, fuera de toda gloria y honor que creyó habría en el campo de batalla. Él no se había unido a la orden para esto. Puede haberle jurado lealtad a Piña, pero...
¡...quería vivir!
-¡Esta bien! ¡Lo diré todo! ¡Solo no me hagan daño, por favor!-Más que una declaración, parecía un lamento desesperado, lo cual no se alejaba mucho de la realidad.
Sonrientes, los oficiales lo soltaron, dejándolo volver a colocarse sus ropas y armaduras de un modo desesperado y humillante. Lo observaron en silencio, con sus caras sin emoción visible salvo esa sonrisa burlona. Cuando hubo terminado de arreglarse, el prisionero se sentó en la mesa en la que casi era castrado y empezó a relatar todo lo que sabía.
-La ciudad está guarnecida por el cuerpo principal de la Orden de Caballeros de la Rosa. El cuerpo principal está compuesto por el 90% de los miembros de la orden, y cuenta con cerca de 360 miembros. Los miembros restantes son la guardia personal de la princesa Piña, que es la líder de la orden, o en la guardia del Palacio de Jade, también propiedad de la princesa. La orden mezcla 3 tipos de soldados: soldados veteranos cercanos al retiro, pero en buen estado físico; soldados nuevos con buenos resultados en las pruebas de ingreso al ejército; y finalmente hijos e hijas de nobles del Imperio. Muchos de ellos se unieron para escapar de la vida de nobles, y tienen una armadura distinta a la del resto de los caballeros.
-¿Cómo es esa armadura?-Pregunto Müller.
-Es una armadura con blanco, gris y dorado, y sus ropas son de colores parecidos y calidades superiores. Generalmente son los comandantes.
-¿Y sobre la defensa de la ciudad, que puedes decir?-Inquirió esta vez Butler.
-¿No he dicho ya suficiente?
-¿Quieres quedar sin descendencia?
-Está bien, está bien. Cerca de 80 por puerta, dos de ellas comandados por nobles los cuales son Beefeater E Caty, Panache Fure Kalgi. Hay un cuerpo de caballería de reserva que protege la ciudad, y en su mayoría son nobles. En la muralla hay pocos. Los últimos deberían estar en el castillo, siendo la princesa y sus escoltas, los cuales son nobles en su mayoría debido a amistades.
-Eso será suficiente. Llévenlo con los prisioneros.
El caballero fue llevado sin mucho cuidado con los demás prisioneros, ex-soldados aliados, ahora bandidos. La llegada de un caballero imperial provocó algunas burlas, pero en su mayoría fueron silenciadas con golpes y advertencias.
-Entonces, ¿el plan de batalla es...?-Müller avanzaba junto a Schmidt, Butler y Jackson.
-Que los tanques irrumpan por las puertas, previa limpieza de los muros. Avanzamos por las calles hacia el castillo, eliminamos resistencia y avanzamos al castillo. Les pedimos que se rindan, y si se rinden entramos-Explicó Schmidt-El general Patton ordeno aplastarlos, y le daremos el gusto. Traten de no tener bajas y eliminar a la mayor cantidad posible.
-¿Y los nobles?-Pregunto Jackson.
-Vivos preferentemente. Sirven como fuente de información de gran importancia. Cualquier noble tendrá gran conocimiento sobre la región, y siendo el Imperio la fuerza dominante, es de esperar que estos hijos de noble sepan más que ese rey que capturamos hace algunas semanas-Explicó Butler calmadamente mientras cargaba su Thompson.
-Avancemos calmadamente y de forma segura. Demostrémosles que no tenemos prisa por aniquilarlos-Ordeno Müller.
-El ataque inicial llegara en 20 minutos. Tienen hasta entonces para reubicar a las tropas-Indicó Schmidt.
-Entonces, por la puerta intermedia entraran los equipos 1 y 2. Por las otras puertas entraran nuestros batallones, una mitad por lado. Los equipo deberán cubrir las salidas y asegurar el muro. Eso es todo, nos vemos más tarde-Con ese orden de Jackson, el grupo se dispersó. Con un toque en el hombro, Müller mantuvo a Schmidt en su lugar.
-Traigo unas maravillas de casa, chico. Están saliendo desde hace poco, y créeme que son una maravilla para las tropas mecanizadas.
-¿Qué cosa?
-Una nueva arma de infantería. Se llama Maschinen Karabiner 42, ensamblado por Henel. Una maravilla a media y corta distancia.
-¿Qué la hace tan especial?
-500 balas por minuto a 600 metros de distancia con 30 balas de cargador.
Karl Schmidt pudo sentir su quijada caer al suelo. ¡¿Una carabina con 500 balas por minuto?!
-Traje varias para tu unidad. El Oberkommando der Wehrmacht quiere que tu unidad pruebe el arma para estudiar su producción en masa y adaptabilidad al ejército.
-Entendido. O sea, este es su bautizo de fuego.
-Exacto. Que la disfrutes-Müller se alejó riendo alegremente, mientras el impresionado oficial de la Wehrmacht regresaba con su unidad. Al llegar pudo ver que efectivamente, las nuevas armas ya habían sido entregadas. Incluso había una para él.
-Voy a amar este día-Murmuró a sí mismo mientras se colocaba el arma a la espalda y ordenaba el movimiento de la unidad frente a la puerta. Un ruido de motor en la altura le indicó que el "encargo" había llegado.
-Justo a tiempo-Dicho eso empezó a reírse a carcajadas, mientras la "sirenas de Jericó" llenaban el ambiente de un sonido agujo y aterrador que helo la sangre de tanto aliados y enemigos.
El JU-87 "Stuka" había llegado a escena.
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-¡¿Qué es ese ruido?!
-¡No lo sé, princesa!
-¡Miren, son esos pájaros de hierro!
-¡¿No son diferentes de antes?!
-¡Sí, además van directo hacia el suelo y hacia cada puerta!
Piña tuvo un mal presentimiento.
-¡Díganle a todos que co...!
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¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM!
-"Muy tarde, princesa Piña"
3 de los 5 Stuka descendieron rápidamente sobre las puertas, liberando su carga explosiva de 50 y 250 kilogramos sobre estas. La destrucción y muerte llevadas por estas provocó un caos en las 3 puertas de la ciudad, donde los caballeros paralizados por las "trompetas de Jericó" sufrieron de primera mano el efecto de uno de los bombarderos en picado más precisos del mundo.
Los alemanes y estadounidenses no esperaron mucho después de eso.
-¡Avancen! ¡Tomen prisioneros a los nobles, eliminen o capturen al resto!
Los tanques Sherman y Panzer IV avanzaron y atravesaron las puertas como si de tela se tratase, arrollando a los que se mantuvieran tras estas. Los soldados avanzaron inmediatamente después, disparando a quien quiera que opusiera resistencia. En menos de 10 minutos las puertas habían caído, y dos nobles habían caído: las identificadas Beefeater y Panache.
-Tenemos las puertas. ¿Ahora qué?
-¡Seguir avanzando! ¡Hacia el castillo!
Los soldados de la Coalición eran respetuosos con los civiles. Pero si estos ayudaban activamente a los imperiales, eran considerados enemigos. Y era debido a esto que, cuando en una calle encontraron una barricada con civiles armados con cuchillos y lanzas amenazándolos, no dudaron en cómo proceder.
Los cañones de 75mm de los Sherman y Panzer IV los volaron en pedazos. Y los soldados pasaron sobre sus cadáveres, ejecutando a los pocos supervivientes. Los que se rindieran eran tomados prisioneros, pero el que luchara, que resultó ser la mayoría, murió allí mismo. Alemanes y norteamericanos avanzaban con igual dedicación, sin mucha diferencia sobre cómo proceder.
En otra parte del camino, Jackson se encontró con una casa convenientemente fortificada en una esquina del camino al castillo. Apenas se acercaron, las ventanas se abrieron y cuatro caballeros con ballestas dispararon sus flechas. Dos soldados cayeron heridos. Como agradecimiento, Jackson ordeno el cañoneo de la vivienda con los tanques hasta asegurarse de que no quedaban más que ruinas humeantes. Las municiones HE (Alto Explosivo) hicieron su trabajo, nivelando al suelo lo que alguna vez fue una vivienda de tamaño decente. Los caballeros en su interior, de los cuales ninguno resulto ser noble, terminaron aplastados y desfigurados. Uno incluso perdió ambas piernas antes de morir.
Por otro lado, Müller avanzaba sobre un semioruga en una calle de Italica. A pesar de lo estrechas de las calles, las cuales en muchas ocasiones no permitían más que el paso de un tanque o semioruga a la vez, se dispersaron en las calles adyacentes, con los tanques adelante y la infantería apoyándolos a los costados.
-Un momento-Hizo la señal de alto mientras examinaba el camino. Vio un cuerpo de caballería al galope-¡Cuerpo de caballería delante, seguramente de nobles! ¡Tómenlos prisioneros o hiéranlos, pero no los maten!
-¡¿Cómo quiere que hagamos eso?!
-¡Dispárenle a las piernas, que sé yo!
Las ametralladoras de los tanques, semiorugas y soldados abrieron fuego contra las patas de los caballos. Los caballeros cayeron unos sobre otros, aplastándose y arrollándose. Cuando hubieron caído casi todos, los soldados avanzaron. Amarrándolos, golpeándolos, noqueándolos y empujándolos, los hicieron prisioneros a casi todos. Designando un grupo para que los llevara al puesto de mando, el resto siguió su camino al castillo. Los caballos demasiado heridos fueron sacrificados, mientras que los que aun podían servir fueron enviados al puesto de mando para poder ser usados después.
-Este es Müller. Nos encargamos de los nobles a caballo. Nos dirigimos al castillo, fuera.
Mientras eso ocurría, Fernández avanzaba con un grupo de fusileros por la calle. De un par de casas más adelante salió un par de caballeros con espadas alzadas, listas para atacar. Recorrieron dos metros, antes de ser brutalmente abatidos por los fusileros. Dejándolos irreconocibles, los semiorugas pasaron por encima de ellos mientras los soldados adelantaban camino. Algunas calles más adelante, las ametralladoras de los tanques borraban de vida las calles con civiles hostiles, que inútilmente desafiaban las máquinas de acero con rastrillos, espadas, cuchillos y lanzas.
1 Hora después de la entrada, la Coalición había rodeado el castillo. Los caballeros restantes, así como un número reducido de civiles armados, se refugiaron en este, vigilando desde las torres con ballestas y fortificando las entradas. Pese a eso, estaban rodeados.
-¡Princesa Piña, esta es la Coalición! ¡Tiene un minuto para declarar su rendición incondicional! ¡De lo contrario, entraremos a la fuerza!-El minuto paso y no hubo más respuesta que el silencio y la provocación ocasional de los caballeros ocupantes-¡Fue advertida, atiéndase a las consecuencias!
Con una orden de radio, los 2 Stuka que seguían cargados con bombas se dirigieron al suelo, lanzando al aire su sonido aterrador. Los caballeros en el exterior se paralizaron, y lentamente alzaron sus miradas. Allí arriba, aquella ave de acero descendiendo, con su coro demoníaco como himno, traía la muerte de todos ellos.
Los JU-87 soltaron su carga de bombas, borrando de la existencia a aquellos caballeros que permanecieran en el exterior. Las torres de vigilancia fueron brutalmente destruidas, y partes del castillo fueron expuestas al exterior, donde toda persona que fuera vista armada fue abatida a la brevedad. Luego de la caída de las bombas, la infantería recibió la orden de entrar.
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Karl Schmidt caminaba con su MKb.42 (H) seguido de sus hombres. Los pasillos del castillo estaban lleno de escombros, y de vez en cuando un cadáver. También aparecía de repente un par o un grupo de soldados que iban algún prisionero, por lo general un noble noqueado.
También era común pasar por los pasillos donde los soldados se colocaban en pares o en grupos junto a las puertas, las cuales abrían y arrojaban granadas, para luego cerrarlas, esperar la explosión, y entrar eliminando a cualquier que se opusiera. Eso solo se hacía en las salas con enemigos, por supuesto. Las salas con los civiles eran vigiladas, más no atacadas. Además hubo un par de grupos que se hicieron fuertes en salas de piedra, en las cuales decidieron arrojar granadas incendiarias para terminar rápido el trabajo. Los gritos se escapaban de las puertas, y los disparos eran la música del día.
Junto a 10 soldados bajo su mando caminaba por los pasillos sin prisa, arma al brazo, observando todo el panorama y viendo a los soldados correr de un lado a otro.
-¿Cuántos?-Pregunto un teniente acercándose a una puerta.
-6 caballeros, 1 noble. Habitación de piedra-Informó un sargento.
-Entendido. A un lado.
El teniente abrió la puerta de una patada, lanzando al interior un cuerpo cilíndrico. A los pocos segundos, el interior de la habitación estalló en llamas, de las cuales se escapaban gritos de agonía. Tras unos segundos los granaderos panzer entraron a la destrozada habitación sacando y echando al suelo a una caballera con armadura de noble.
En otra parte, una cerradura era hendida por las culatas de las carabinas automáticas alemanas, lanzando al interior una granada de gas tóxico. Toses llegaron desde adentro, y los soldados alemanes, con máscaras antigás, entraron y sacaron total y brutalmente golpeados, a los 2 nobles que había al interior, los cuales echaron al piso boca abajo. Los caballeros que estaban con ellos murieron por efecto del gas en los siguientes minutos. El oficial a cargo tomó la cabeza de uno de los nobles mientras le hablaba con una sonrisa.
-Eso obtienes por luchar contra Alemania-Dicho eso, le soltó la cabeza, haciendo que impactara con el suelo, para luego darle una fuerte patada que dejo al noble inconsciente. La noble que estaba al lado se echó a llorar, aunque los soldados no le hicieron nada por temas morales.
Karl caminó indiferente a las escenas alrededor suyo, acercándose a una puerta doble en la cual estaban esperando otros granaderos panzer.
-¿Listos?
-Sí señor.
-Prepárense.
Antes de entrar a la puerta, Schmidt se giró hacia 3 de los 10 hombres que iban con él. Eran 3 de los 4 einsatzgruppen que habían sido ubicados en su unidad, y los únicos miembros de las SS allí. El cuarto miembros se había quedado con el resto de la unidad.
-Sé cuál es su tipo de trabajo, pero ahora estamos en combate. No hagan nada fuera de mis órdenes, o puede que no tengan tanta suerte como hasta ahora.
Había algo en su orden, tal vez su tono o expresión, incluso puede que la presión grupal, que hizo que los 3 hombres asintieran nerviosamente. Con el asunto resuelto, el hauptmann Karl Schmidt se ubicó frente a la puerta.
-Listos... ¡Ya!
Dos granaderos volaron las chapas de la puerta con las culatas de sus carabinas, abriendo otros dos la puerta de una patada. El resto entró como una tromba. Los ocupantes del interior, aunque esperando un asalto, fueron tomados por sorpresa y solo dos intentaron atacarlos, siendo fusilados por el fuego automático en segundos. Los granaderos formaron una línea paralela a la puerta a ambos lados de esta, con el oficial rubio en uniforme gris en medio con una sonrisa cruel.
-Bueno, bueno, princesita Piña, creó que para ti, se acabó el juego.
-¡No le harás daño a la princesa!
-¡Norma, no...!
El caballero rubio con cola de caballo, ahora identificado como Norma cargo de improviso desde un costado de la puerta, pasando por detrás de los granaderos y corriendo hacia el oficial rubio.
Cuando estuvo a punto de golpearlo, Schmidt lanzo un codazo hacia atrás, golpeándolo en el estómago. Cuando Norma se inclinó por la falta de aire, el oficial se dio una vuelta y le dio una patada, arrojándolo al suelo, tras lo cual le dio otra más que lo dejo boca arriba. Luego se agachó apoyándose en una rodilla mientras sacaba su arma de servicio, la cual apoyo en la frente del aterrado caballero rubio y jaló el gatillo.
Sangre, músculo, masa cerebral y hueso salieron despedidos de la cabeza de cabellera rubia. Piña y su escolta observaron atónitos como Norma, uno de los caballeros de la escolta de Piña, moría ni siquiera como un ser humano, sino como un animal más. Schmidt, ahora con sangre adornándole una parte del uniforme, se levantó mientras apuntaba su arma a Pila, su expresión ahora seria.
-Ríndase ahora.
-¡Princesa, no lo haga por favor! ¡Todavía podemos...!-Empezó a hablar una caballero de pelo castaño corto, mas fue interrumpida por Piña.
-¡Silencio! ¡¿No puedes ver la verdad?!-Con una expresión derrotada, inclinó la cabeza mientras caía de rodillas-Está bien, nos rendimos. Pedimos clemencia, por favor-El resto de lo que iba a decir se perdió entremedio de sollozos entrecortados. Con una sonrisa de suficiencia, Schmidt ordenó la inmediata captura y traslado de ellos hacia la base avanzada. Cuando los movían, noto algo.
-Princesa... ¿Dónde está la condesa?
Piña mostró algo de resistencia a decirle, pero el recuerdo de la muerte de Norma le asaltó la cabeza y decidió ceder.
-Escondida en un refugio subterráneo del castillo.
Schmidt esperó a que se fueran, antes de reunir a sus hombres y darles nuevas órdenes-Vamos en busca de la condesa. Nadie dispare hasta que se diga lo contrario. A quien habrá fuego sin provocación o una orden mía arriesga un consejo de guerra o que lo fusile aquí mismo. ¿Entendido?
-¡Jawohl mein herr!
Caminando por los derruidos pasillos, saludándose con soldados u observando a los muertos, los 10 soldados y el oficial buscaron el escondite de la condesa Myui. Tras encontrar la entrada al subterráneo, se dieron cuenta de que no tenía muchos lugares para esconderse. Registraron todo, hasta que llegaron a una puerta algo más grande que las demás, escondida bajo una alfombra que encima tenía un estante. La razón por la que pudieron encontrarla fue debido a que el soldado Albert tropezó solo cayó sobre el conjunto, dejando al descubierto la entrada.
-En serio, ¿Cómo te pudiste caer solo? Estas a otro nivel.
-Al menos fui útil, a diferencia tuya.
-Silencio los dos o les mostrare lo que es otro nivel.
-...
-Sí señor.
Levantando la trampilla e iluminando con una lámpara, los alemanes pudieron observar a la condesa, acompañada de 5 criadas. Dos de estas estaban listas para saltar al ataque, pero gestos del que claramente estaba al mando les dijeron que no les harían daño. Eso no evitó que desconfiaran del olor a sangre que emanaba de este.
-¿Condesa Myui?
-¿S-sí?
-Soy el hauptmann Schmidt. La batalla termino. Pueden salir, nadie les hará daño.
-¿Cómo puedes decir eso? Masacraron a los caballeros imperiales, y están en guerra con el Imperio.
-Exacto. Nuestra guerra es con el Imperio, no con ustedes. En este sistema, si la condesa promete y firma un tratado en el que se comprometa a ayudar a la Coalición, puede recibir nuestra ayuda. Se lo sugiero debido a que a su edad, puede que Piña haya tomado todas las decisiones. Pero lo dejare a su juicio. Claro que, si decide oponerse, tendremos que tomarla prisionera. Y le puedo asegurar que no les gustará.
Tras pensarlo unos tensos segundos, Myui accedió. Ayudando al grupo a salir de su refugio, el capitán alemán reparo en las orejas de algunas de las criadas.
-¿Y esa apariencia...?
-Al conde Colt le gustaba tener un servicio doméstico lo más variado posible. Por eso las criadas solían ser de diversas especies. Ella-Señaló a una chica con orejas de gato, colmillos, lentes pequeños y cabello púrpura largo-Es una chica-gato. Se llama Persia. Ella es Mamina-Ahora era una chica de cabello rubio largo con orejas de conejo y ojos rojos-Que es una guerrera conejo. Luego tenemos a Aurea, que es una mitad medusa-Cabello rojo algo más allá de los hombros y ojos amarillos adornaban su cara-Y por último Mohmu, ella es humana-Tenía el pelo negro corto, similar a un japonés-Yo soy Kaine, y soy la líder de las criadas del can formal-Se presentó con una reverencia.
Schmidt podía sentir las ganas de los einsatzgruppen de abrir fuego contra las humanoides, pero se impuso colocándose frente a ellos y lanzándoles una mirada sobre el hombro.
-Vamos a una sala para hablar con los otros comandantes.
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-¿Has visto a esa chica con pierna de ave? Dicen que es una maga.
-Habrá sido ella la que impulsaba las flechas. Según los rojos, esas flechas iban demasiado rápido incluso para ballestas. La verdad tengo curiosidad sobre cómo lo habrá hecho.
-¿Maga, o alguien con poderes? Ya que por lo que se puede ver, dudo que sea una humana.
-Sí, si, como sea.
Dietz caminaba a una distancia del par de oficiales que hablaban. Esos eran los comandantes de los equipos de avanzada 5 y 6, Edward Butler y Álvaro Donoso. Ambos caminaban por la entrada central de la ciudad, en su mayoría en ruinas por las bombas, con sus armas a la espalda: una Sten y una Kar 98k.
Dietz solo era un fotógrafo incluido en los equipos de avanzada. Pese a sacar bastantes fotos del combate y la ciudad, que posiblemente serían usadas como propaganda contra el Imperio después, no tenía mucho que ofrecer en cuanto al otro lado se refiera. Algunas fotos de soldados luchando, soldados victoriosos, enemigos abatidos o prisioneros, hospitales con heridos sanados. Nada que fuera algo prometedor. En su visión periférica apareció una chica de cabello celeste corto con una especia de báculo o bastón. No supo porque, pero algo, instinto tal vez, le dijo que preparara su cámara. Y eso hizo.
Lelei la Lelena vio todo el combate. Cómo los soldados del Imperio, que se jactaban de ser el mejor ejército del continente, fueron brutal y violentamente abatidos por armas que no comprendían. Y ella tenía curiosidad respecto a esas armas. Quería saber cómo funcionaban, por cuanto tiempo, que hacían, todo. Por eso se dirigía hacia algunos soldados después de que terminara la lucha pero todos parecían estar ocupados. Entonces, decidió ir hacia donde iban todos los prisioneros, donde tal vez podría encontrar algo de ayuda. Pero no se fijó bien, y tropezó con un escombro. Tan mala suerte tuvo, que justo otros escombros de la casa que estaba al lado empezaron a caer. Cerró los ojos esperando el impacto.
-¡CUIDADO!
Que nunca llego.
Lelei sintió como algo la tomaba y llevaba lejos. Al abrir los ojos, se encontró con un moreno en un uniforme gris con una de esas armas que parecían bastones a la espalda. Su casco redondo también era gris, y dio un suspiro al ver que se había salvado del derrumbe.
Apoyándose sobre una rodilla, el soldado se quitó algo de polvo mientras le pregunto:
-¿Estás bien?
-Sí-Respondió Lelei desde el suelo. Todavía estaba echada mientras examinaba la apariencia y uniforme de este soldado.
-Eso estuvo cerca-En una postura agachada pero apoyado en una rodilla, le extendió una mano para que se levantara.
-Vamos. No querrás estar en el suelo siempre, ¿o sí?-Lanzó una risa amistosa, para luego dejar una sonrisa amable en su cara. Lelei lo miró perplejo un momento.
-"¡Ahora es!"-Usando su cámara con gran profesionalismo, Dietz tomó una foto que inmortalizo el momento. El que estuviera en blanco y negro lo hacía quedar mejor.
Una ciudad destruida por los combates. Al fondo, soldados caminaban llevando prisioneros. En segundo plano, un oficial aliado con su arma a la espalda vigilando los alrededores de la escena principal. Y en primera plana, un oficial de la Wehrmacht extiende su mano a un civil afectado por la guerra. El lado cruel y amable de la guerra, en una foto.
Lelei tomo la mano que le era extendida, levantándose con ayuda del soldado. Se sacudió el polvo de su ropa, y siguió su camino. La interacción no fue mucha, pero el momento quedo inmortalizado. Y tendría grandes proporciones en el futuro.
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En la sala de reuniones del castillo, que milagrosamente no tenía casi ningún daño por el ataque, actualmente se encontraban varias personas. Müller, Jackson, Schmidt, Fernández, algunos soldados, Myui y Kaine. Actualmente, los oficiales de la Coalición discutían la viabilidad de un tratado, como había propuesto Schmidt.
-No tenemos el poder para firmar un tratado.
-Lo tenemos según las circunstancias, y esto lo amerita. Podemos explicarlo después.
-¿Cómo piensas convencer a los mandos de que es buena idea?
-¿Qué es mejor, una ciudad subyugada o una que se une voluntariamente?
-No hay garantía de que nos apoyen.
-No nos apoyan porque creen que somos cómo los imperiales. Hay que demostrarles lo contrario.
-Aun así...
-Yo me hare cargo. Ustedes solo firmenlo.
El grupo se giró ahora hacia la condesa, quien observaba asustada de lo que estaba por venir.
-Tranquila, condesa Myui. Firmaremos ese tratado. ¿Tiene papel y algo con que escribir?
El semblante de condesa y mucama se relajó visiblemente, mientras la maid iba a buscar las cosas pedidas. Debido a la urgencia de la situación, se redactó un tratado muy rudimentario, pero que cubría los aspectos básicos:
1) Italica quedaría bajo la protección de la Coalición, así como esta manejaría su política externa.
2) Italica tendría un manejo autónomo independiente, salvo en lo que a militar y seguridad se refiere, y en ese aspecto solo entra en consideración lo que diga la Coalición.
3) Italica solo abriría rutas de comercio con los sectores establecidos por la Coalición como no enemigos.
4) Italica permitiría la instalación de una base de la Coalición, pagada por esta.
5) La Coalición tendría exención de impuestos para el comercio. Esto no aplica a los soldados, solo a compras de la entente.
Con esas 5 cláusulas, el tratado se firmó entre los 4 oficiales allí presentes y la condesa Myui. El protectorado de Italica nacía oficialmente. Mientras, en la base avanzada de afuera, Piña y sus caballeros eran arrojados junto al resto de prisioneros, sin distinción de clase social o estatus. Despojados de toda dignidad, los caballeros se esperaban lo peor.
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Base Alnus. 24 de Mayo de 1942.
Cómo hubieran supuesto, el Tratado de Italica desencadeno múltiples reacciones cuando se dio a conocer. Entre las figuras políticas y militares, hubo muchos que lo rechazaban y pretendían tomar la ciudad por la fuerza. Solo debido a acciones de múltiples generales y oficiales, a la vez que de distintas figuras políticas, que se logró mantener el tratado. Así, sin saberlo, Italica se salvó de la exterminación. Karl Schmidt fue amonestado con la cancelación del ascenso que se le tenía preparado para su regreso, dejándolo como capitán.
Pero todos esos sucesos permanecían ocultos para los prisioneros. El hecho de que los Caballeros de la Rosa estuvieran formados por hijos de nobles fue un gran golpe de suerte para los servicios de inteligencia de la Coalición, o al menos así se vio en un principio. Pero resulto que la testarudez de sus miembros era alta, y se negaban a soltar la información sobre lo que sabían. La mayoría de ellos apelaba a la princesa Piña y su lealtad a ella, de modo que se dedujo que la mejor forma de hacerlos hablar era "romper" a la tercera princesa del imperio. Pero era algo que ningún organismo de inteligencia allí presente había logrado hacer, ni siquiera la Gestapo.
Hasta ese día.
Bajándose de su vehículo descapotado, Heinrich Heydrich, con su alto porta y su cabello rubio, su tez blanca y su mirada fría como el hielo, caminó hacia el edificio de mando. La encarnación del concepto de "Nazi Ario" caminaba ahora por la Base Alnus, y con él, el SD.
Pasando rápidamente por las oficinas, Heydrich toco la puerta y, tras recibir el permiso para entrar, la "bestia rubia" se sentó frente al escritorio del hace poco ascendido Generalfeldmarchall Erwin Rommel. Ambos líderes se miraron durante eternos segundos, analizándose entre sí.
-Herr Rommel.
-Herr Heydrich. ¿Fue placentero su viaje?
Ambos saludos no fueron más que una formalidad. A pesar de estar en el mismo bando, tenían altos cargos que representaban a dos ententes diferentes: la Wehrmacht, y las Schutzstaffel.
-Hubiera preferido algo más iluminado-Comentó quedamente, aun analizando al mariscal de campo enfrente de él.
-Están trabajando en un tendido eléctrico para iluminar el camino, pero eso no tiene mayor relevancia-Desestimó el tema Rommel-¿Qué lo trae por Alnus? Lo hacía en Bohemia-Inquirió, curioso (y precavido) por el motivo por el cual la "bestia rubia" se pasaría por Alnus.
-Allá estaba, hasta hace poco. Están pensados en trasladarme a otros países ocupados donde haya resistencia al partido, pero nada concreto aun. Sin Francia, Holanda, Bélgica y Polonia, no hay muchos lugares donde ir-Respondió desanimadamente-La RSHA no tiene mucho trabajo en este momento, al menos dentro de las fronteras del Reich.
-Eso me recuerda, ¿Qué fue de Noruega, Francia y los dos países bajos? No he sabido de su respuesta al referéndum.
-El referéndum se tuvo que aplazar algunas semanas por diversos motivos. Noruega voto para unirse militarmente al Reich, principalmente como resentimiento al abandono inglés, además de que a muchos oficiales les gustaron nuestras tácticas y el régimen nazi los favorece. Los daneses son "ciudadanos ejemplares" según decreto del führer, y los polacos son obedientes como nada. Los Países Bajos y Bélgica decidieron seguir su propio camino, e Italia fue derrotada en su invasión a Grecia y termino con la ocupación griega de Albania. Están negociando la llegada a una paz. Francia, por su parte, está evaluando sus posibilidades, aunque si me preguntan seguirá su propio camino-Informó el líder del SD.
-Ha estado movido.
-Bastante. Los bolcheviques están con su industrialización militar en su mayor punto. Producen tanques, excelentes T-34, casi como si ya estuvieran en guerra. Sin embargo, hemos podido averiguar que su doctrina es anticuada, y las unidades blindadas, muy grandes. Les faltan radios, receptores, oficiales, todo. De momento los Panzer IV deberían bastar, pero pronto necesitaremos algo más potente. Esos KV e IS serán un problema. También tienen muchas armas decentes, como un fusil semiautomático con 10 tiros de cargador. Ojala nuestro G41 sirvieran durante algo más de tiempo que un par de meses antes de estropearse-Observó mientras suspiraba un poco-Nos salvamos al haber aparecido los GATE. Los bolcheviques tienen muchas más divisiones de las que esperamos, y su resistencia habría sido un problema. El führer está molesto por el aplazó a la invasión, pero lo convencimos diciéndole que sería mejor asegurarse las materias primas que podría haber aquí.
-Es comprensible. Ya ha pasado un año y medio desde la aparición de las GATE. En cuanto a Italia y Grecia, ojala lleguen a una solución pronto-Expresó tranquilamente Rommel.
-Sin embargo, las cosas se pondrán agitadas aquí también. Llegará un mariscal de campo británico. Montgomery-Rommel no pudo evitar cambiar su semblante ante la mención del oficial británico que se escapó de Francia durante su ataque.
-Pero puedo suponer que no vino solo a ponerme al día de lo que sucede-Le indicó con un semblante serio, de vuelta al perfil profesional.
-Supone bien. Me dijeron que había un prisionero que no quiere hablar.
-La tercera princesa del Imperio, llamada Piña Co Lada. Tenía una orden de caballería, de la cual una buena parte eran hijos e hijas de nobles. Podemos decir que tenemos una buena moneda de cambio, o una gran fuente de información. El problema es que ninguno quiere hablar, aferrándose a la figura inquebrantable de su líder. Por eso llegamos a la conclusión de que hay que "quebrar" a la princesa para que hablen.
-Entiendo. ¿Dónde está? Me hare cargo de esto. Traje un par de oficiales expertos en interrogación-Rommel pudo observar intranquilo la pequeña sonrisa formada lentamente en el ario rostro de Heydrich. Asintiendo, Rommel se paró mientras le indicaba la puerta con un gesto de la mano.
-Lo guiare. Sígame.
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El par de altos cargos, uno alemán y el otro nazi, avanzaron por la base, camino al edificio de la policía militar. Varios soldados les hacían el saludo militar, mientras ambos pasaban entre ellos. Luego de entrar, Rommel condujo a Heydrich hasta una celda subterránea donde era mantenida la tercera princesa. La mayoría de los prisioneros nobles miraban desafiantes, e incluso soltaban provocaciones de vez en cuando, mientras otros parecían confundidos.
-¿Qué les pasa?
-Creen que somos como ellos, que violamos y nos retorcemos en la sangre de nuestros enemigos y prisioneros. Para muchos en raro que haya más de una comida al día y no violen a las mujeres cada hora. Tenemos guardias armados atentamente seleccionados debido a un incidente que ocurrió hace algún tiempo.
-¿Qué ocurrió?
-Un grupo de soldados, dos soviéticos, un americano y un alemán de las SS, intentaron aprovecharse de las prisioneras. Un comisario del NKVD pasaba por allí y escucho los sollozos, corriendo mientras llamaba a otros hombres. Ejecuto al soviético allí mismo de un tiro en la cabeza, mientras que los otros que estaban fuera de su jurisdicción fueron arrestados por los otros soldados. Están en otras celdas, más arriba.
-Ya veo...
-Aquí es.
Heydrich pudo observar con atención a una pelirroja de edad cercana a los 20 años dentro de la celda. Tenía las manos esposadas, con las muñecas en carne viva de tanto intentar quitárselas, y tanto ella como sus ropas estaban sucias y desarregladas, aunque sin duda en su día fueron regias vestimentas. Apenas sintió los pasos de botas frente a su celda levantó la mirada enfurecida, pero enmudeció de inmediato. La figura rubia que la miraba fríamente desde arriba le quito la palabra, como si buscará desde el fondo de su alma todos sus pecados y crímenes, teniendo a su disposición toda su vida en sus manos. Piña sintió eso y mucho más, pero aun así mantuvo su mirada desafiante. Sin embargo, incluso esta comenzó a flaquear ante la mirada de hierro del rubio en uniforme gris.
-Interesante...-Murmuró Heydrich, observando a la prisionera ceder-¿Quién fue el que la capturó?
-Hauptmann Karl Schmidt, líder del 1° Equipo de Avanzada. Fue el que propuso el tratado de Italica, el que negocio la defensa de Italica contra los bandidos, y el que capturo a la princesa. Su castigo fue negarle el ascenso que se le tenía preparado para su regreso-Hablo sin mirarle Rommel, más atento al informe de campo de un equipo de avanzada y al hecho de la llegada de un mariscal de campo enemigo.
-¿Dónde está?
-Aquí en Alnus. La burocracia aún está muy agitada como para dejarlo ir como si nada.
-Llévame con él.
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Llevaba semana haciendo las pruebas. Conseguir el permiso de Heydrich fue quizá lo más difícil de todo, pero empezó a experimentar con la Maquina Enigma alemana para sus comunicaciones. Ahora las pruebas eran irrefutables.
-Estos malditos británicos...-Su rabia apenas cabía en palabras-¡...Descifraron enigma!
. . .
N/A: En el capítulo original en FFN también digo lo mismo, pero la verdad esperaba más de mí mismo para este capítulo. La última parte sale muy acelerada y poco explicativa, y me faltó cabeza en su momento al escribirlo. En toda justicia, era el segundo o tercer capítulo en un mes, en mitad de los exámenes finales. Me sorprende que siquiera hubiera podido escribir todo esto.
Pero la verdad, este capítulo prometía para más. Quería remarcar más la brutalidad y eficacia de la Coalición en Italica, la actitud fría de Heydrich o la desesperación por reconocimiento y aprobación de Piña, pero no soy bueno con las emociones.
Ahora, hay que recalcar: este fue el resultado de la decisión de Piña el capítulo anterior. Italica se ha convertido en un protectorado, algo parecido a lo ocurrido con República Checa con la Alemania Nazi (solo que sin los nazis en el poder). Myui se salvó de la matanza y Piña obtuvo una fuerte humillación en lo que será su primera y última batalla en esta guerra contra la Coalición.
Nos leemos,
RedSS.
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