Capítulo 5: Batalla de Itálica - Parte 1
Disclaimer: "GATE: thus the JSDF fought there!" no me pertenece. Todo el crédito a su respectivo autor.
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Capítulo 5: Batalla de Italica (Parte 1)
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Alnus. Inicios de Abril, 1942.
Las distintas personas traídas por los equipos de avanzada o que llegaron por cuenta propia escogieron representantes y se entrevistaron con los comandantes locales. Cabe decir que, entre el choque de actitudes de Patton y Rommel, ninguno logro entender gran cosa. Quedo establecido que podrían establecerse con un pueblo o ciudad fuera de las murallas, y gozarían de protección mientras pagaran un tributo a los protectores, el cual podía ser en: minerales, metales preciosos, joyas, datos o dinero. Lógicamente, el primero serían datos.
El pueblo, bautizado como Pueblo de Alnus, acogió rápidamente a cerca de tres millares de personas. Los datos proporcionados se complementaron entre sí, logrando darles a los comandantes locales una idea aproximada del entorno más allá de lo explorado por los equipos de avanzada, además de varios datos sobre ciudades o pueblos.
No solo eso. El 5° Equipo de Avanzada, comandado por el captain Edward Butler, trajo consigo unos cuerpos morenos de fisionomía extraña. Según él eran elfos, quienes lo emboscaron a él y a su grupo mientras exploraban. Disecciones y registros demostraron que poseían capacidades físicas ligeramente por encima de lo normal a un humano promedio, pero necesitarían más datos para hacer un análisis definitivo. Otro descubrimiento misterioso fue el del 4° Equipo de Avanzada, el cual se encontró con la que decía ser una semidiosa. Tuvo que ser tomada en serio para desagrado de muchos, ya que las pruebas demostraron que cualquier daño que se le hiciera terminaría en ella curándose sola.
El 3° Equipo de Avanzada trajo otro elfo, pero vivo. Además de estar viva, ya que era mujer, era de otra especie (o así se podía suponer) al ver algunas características diferenciables, como el tono de piel y cabello, además de ropas. Al día siguiente despertó, aunque tenía un caso de pérdida de memoria. Por motivos de seguridad y lujuria de los soldados, se le prohibió salir del hospital japonés.
El 1° Equipo de Avanzada entregó, discretamente, una persona rubia a las SS. El criterio fue "Estudio sobre la posibilidad de germanización en el Nuevo Mundo". La prisionera fue trasladada de inmediato por la puerta oculta en camiones de suministro y enviada a las oficinas raciales del Reich.
A pesar de esas actividades, las cosas en la base no estaban tranquilas para varios. Había muchos españoles enrolados en las fuerzas aliadas presentes en Alnus, los cuales estaban contrarios a los españoles del grupo de la División Azul, leal a la Alemania Nazi. Ya se habían registrado varios conflictos verbales y uno que otro físico, pero nada que no fuera controlado por la disciplina.
Para la aviación era otra historia. Salir a volar prácticamente en cualquier momento, sin las tensiones internacionales o el daño a los civiles era algo milagroso para ellos, quienes aprovechaban de explotar esa libertad en cada momento. Llego un momento en el que hubo una carrera masiva de 30 aviones sobre Alnus, con cada soldado apoyando a su país. Eran extraños momentos relajados en la disciplina firme de la base, dirigida con mano de hierro para evitar conflictos entre los alemanes y los británicos, los españoles de ambos bandos y los japoneses y los soviéticos.
Pero la situación no podía mantenerse así para siempre, y por eso Patton y Rommel convocaron a los 6 comandantes de avanzada a una reunión.
-Este es un mapa de los alrededores de la zona explorada, usando los datos recopilados de los civiles-Señalo Rommel un mapa hecho a mano sobre la mesa de la sala de mando-Concretamente esta ciudad, llamada Italica, es un centro económico ubicado en el cruce de dos carreteras, una de las cuales pasa cerca de aquí. Eso la hace, además de económica, estratégica.
-Entonces, ¿sus órdenes?-Preguntó Schmidt.
-Avistarla, rodearla, aplastarla, ocuparla. Debemos ocupar la ciudad, lo cual hará que además el Imperio pierda contacto con varias localidades y bases en el oeste. Eso también provocara que esas guarniciones no sepan que está ocurriendo hasta algún tiempo después, además de neutralizar el comercio restante del Imperio.
-Aplastarlos... me gusta-Murmuró Butler entre dientes con una sonrisa. Mantenía una actitud orgullosa a pesar de estar ante dos generales muy superiores a él.
-Ustedes serán el grupo de vanguardia. Los seguirán un regimiento de granaderos panzer y un regimiento blindado estadounidense, los cuales se quedaran allí como fuerza de ocupación. Para que ustedes vuelvan a Alnus y puedan ser asignados a otras tareas.
-¿Alguna cosa en específico?-Pregunto Fernández.
-Usen la violencia lo menos posible. Traten de ganarse a la población-Indicó Rommel.
-Tendrán apoyo aéreo limitado proveniente de una base avanzada. Una escuadrilla de JU-87D y otra de Hawker Hurricane estarán listas para poyarlos en caso necesario. ¿Preguntas?
-No, señor-Dijo Butler por todos. Realizando un saludo, el grupo mixto de comandantes se retiró de la sala.
Barracones Soviéticos.
Los soldados soviéticos que formaban parte del 1° Equipo de Avanzada avanzaron cautelosos, como si siguieran sus pasos. Temerosos, llegaron hasta donde descansaba el comisario Cheminov, quien degustaba una taza de café mientras leía un diario traído la semana pasada. Entre pasos rápidos y miradas desalentadas, el grupo se aproximó a él.
-Camarada Comisario. Tenemos una petición. Nos gustaría que nos cambiara de equipo.
-¿Se puede saber por qué?-Su tono decía que hablaran rápido.
-Algunos... asuntos privados, camarada comisario.
Cheminov se giró hacia el grupo con un claro sentimiento de molestia, el cual se borró al ver sus rostros. Tenían la misma mirada abatida en sus caras que aquellos soldados que veía regresar de la Guerra de Invierno con los finlandeses. Esa mirada de que lo habían visto todo.
-Entiendo... veré que puedo hacer-Les regalo una sonrisa confortante mientras volvía a su periódico. El grupo le agradeció y se alejó mientras el cargo político pensaba como convencer a los mandos de reorganizar los grupos con la operación viniendo encima.
No fue difícil. Después de todos los grupos habían sido armados casi de inmediato. Un cambio o dos no matarían a nadie.
Dos días después.
Un proceso tedioso (al menos así lo sintieron los encargados de logística y papeleo) se llevó a cabo durante esos dos días. Los equipos se tuvieron que rearmar casi en un 50%, apareciendo un nuevo problema cada vez. Al final quedaron así.
El Primer Equipo de Avanzada estaba conformado por 2 Panzer II, 2 Panzer IV, 1 camión cisterna, 1 semioruga "251" con ingenieros alemanes y 4 semiorugas "251" con granaderos panzer. A eso se le agregaba el jeep de mando. En total 81 personas.
El Segundo Equipo de Avanzada estaba conformado por 2 M3 Stuart, 2 M4 Sherman, 1 semioruga M3 con ingenieros estadounidenses, 4 semiorugas M3 con estadounidenses y un camión cisterna, además del jeep de mando. En total 86 personas.
El Tercer Equipo de Avanzada la tuvo más difícil, ya que el Imperio del Sol Naciente no podía desatenderse de muchos vehículos al seguir de campaña en China. Sin embargo, lograron enviarles 2 Tipo 95 Ha-Go y 2 Tipo 97 Chi-Ha. Estos fueron complementados con dos camiones ZIS-5 soviéticos, los cuales les fueron (forzosamente) prestados. Además estaba el vehículo de mando, un jeep como en otros casos, y un camión cisterna. El total era de 71 personas.
El Cuarto Equipo de Avanzada estaba formado por 2 T-70 y 2 T-34, acompañados por dos ZIS-5 con tropas y un tercero con ingenieros y equipo. El vehículo de mando permanecía igual al resto. Eso sin olvidarnos del camión cisterna. En total 69 personas.
El Quinto Equipo de Avanzada estaba hecho por 2 M3 Stuart, 2 Valentine Mk. III, 4 semiorugas M3 con tropas y otro más con Ingenieros Reales. Además estaban el camión cisterna de cada equipo y el jeep de mando. En total 86 soldados e ingenieros.
El Sexto Equipo de Avanzada estaba formado por españoles con 2 Panzer II, 2 Panzer IV, 1 camión cisterna, 1 Semioruga "251" con ingenieros y 4 semiorugas "251" con infantería, además del jeep de mando. Un total de 81 personas.
La organización por países fue una bendición caída del cielo a los encargados de logística, quienes incluso llegaron al punto de mandarles cartas de felicitaciones a Rommel y Patton, aunque estos no tuvieran nada que ver.
Pero esos grupos de avanzada no estaban exentos de las influencias de sus países de origen, como muchos comprobarían más tarde. En el Cuarto Equipo entro el comisario Cheminov en calidad de espectador político, así como un suboficial seleccionado por el comandante japonés fue ubicado dentro del Tercer Equipo debido a la desconfianza hacia Itami. También los estadounidenses, soviéticos y alemanes habían enviado periodistas para que captaran imágenes sobre que pasaba allí exactamente, y sacar fotos de la base no era muy relevante que digamos. Además, discretamente para la mayoría, un pequeño kommando de los einsatzgruppen conformado por 4 personas figuraba entre los soldados el Primer Equipo. Puede que no hubiera judíos, pero el informe secreto prestado por Schmidt sobre la presencia de otras razas y su posterior transmisión a la capital del Reich "obligaron" a Himmler a enviar a esta pequeña unidad.
Era 14 de Abril en la madrugada, 6 AM hora local, y los 6 equipos salieron de la Base Alnus. Para el medio día ya estaban en la base avanzada en la mitad del camino, donde los vehículos se detuvieron a repostar. Mientras Fernández y Donoso se entrevistaban con los pilotos británicos y alemanes, Schmidt y Butler hicieron lo propio con el comandante local.
-Buenos días, mayor Carlson-Saludo Schmidt al comandante local. Butler murmuró un "Hello sir" en silencio, gesto devuelto por el mayor norteamericano. Realmente estar al mando de una base en medio de la nada y con medio millar de hombres no era la gran cosa.
-¿Ha habido alguna novedad por los caminos cercanos?-Fue Schmidt directo al grano.
-No gran cosa, aunque algunas patrullas a lo lejos. No llevan el uniforme imperial, tal vez sean bandidos. Afortunadamente para ellos, el lugar les parece una fortaleza, por lo que no han intentado atacarla. El vuelo de los Hurricane tampoco les ayudo-Suprimió una risa al recordar los gritos asustados de unos bandidos cuando un avió pasó al vuelo rasante hacia unos días.
Para mantener seguras las bases avanzadas, la Coalición las fortifico con murallas de concreto, cubriendo un área lo suficientemente grande como para mantener a un regimiento terrestre o un batallón terrestre con otro blindado, eso sin contar la pista que cortaba la base en dos y alrededor de la cual se construían los puestos avanzados. Eran la frontera del territorio de la Coalición, punto desde el cual todo aquel que lo cruzara sin motivo arriesgaba una bala entre ceja y ceja.
-¿Qué armamento tienen los aviones de aquí?-Inquirió esta vez Butler.
-Los stukas tienen bombas de 500 y 50 kilos, mientras los Hurricane tienen algunas de 250 y 500 kilos. Además de sus cañones de 20 milímetros y las ametralladoras.
-Sera suficiente. No hay un ejército en Italica después de todo.
-¿Cuál es la dotación local?
-Dos compañías de fusileros y una compañía de ingenieros, además de la escuadrilla de Hurricane y de Stukas.
-Ya veo... suficiente para aguantar un tiempo.
-Un regimiento blindado y uno de granaderos panzer pasaran por aquí mañana. Irán también hacia Italica. Cualquier otra unidad que pase nos lo notifica.
-Entiendo. Buena suerte, deberían estar llegando hoy en la tarde.
-Con su permiso-Con esas palabras ambos capitanes se retiraron de la oficina. El castaño mayor saco un cigarrillo de una cajetilla guardada y lo encendió, dirigiéndose a obtener su almuerzo que estaría listo en unos minutos más.
-¿Orden de batalla?-Pregunto Butler a su par germano.
-Designemos un líder de los equipos y que trate con quien sea que este al mando. Ya que hay 3 puertas, irán dos por cada entrada.
-Si hay reacción hostil forzamos la entrada, de lo contrario ocupamos los puntos estratégicos hasta que sea tiempo de cambiar con los refuerzos.
-De acuerdo. Reagrupémonos y salgamos en 15 minutos.
-Alto ahí. El almuerzo de la base cae ahora. Almorzamos primero. Con estómago vacío el inglés no pelea-Afirmó Butler orgullosamente dirigiéndose al resto de los equipos. Schmidt lo siguió unos segundos después, murmurando "Por cosas como esas los aplastamos en Francia". Un grito de "¡Aléjate de las municiones, Mercury!" vino a darle la razón mientras observaba que la aludida se encontraba sonriente y escondida entre las herramientas de los ingenieros.
-¿Cómo demonios nadie noto el hacha?
Italica. Atardecer.
-Equipo al este, 3 y 4 al sur, 5 y 6 al oeste. Rodeen toda la ciudad y conmínenlos a rendirse-Ordeno Butler, como si se creyera dueño de la situación.
-¿Qué hacemos con Rory?-Pregunto Chumikov.
-Parece tener algo de influencia. Manténganla escondida, si ellos se niegan díganle que hable.
-¿Quién será el escogido para hablar?-Pregunto Donoso.
-Dejemos que el nazi lo haga por hoy. Lo he escuchado y parece dársele bien-Murmuró sonriente Chumikov, provocando un gesto de molestia del aludido. El resto afirmó rápidamente antes de desplegar en las posiciones establecidas, dejándole al oficial rubio la tarea de guardarse sus quejas.
-Sera hijo de puta... bien, atentos todos-Empezó a hablar por la radio-Hay algunas armas en las murallas, no muy peligrosas para blindados pero si para infantería. Tanques manténganse en alerta y listo para volarlas. Los tanques ligeros apunten a las puertas y los soldados al borde de la muralla, pero sin descender de sus vehículos. Espero hayan traído todas sus cosas, señoritas, que no hay vuelta atrás.
-A mí me preocupa más el hecho de que esto parece un condenado campo de batalla. Digo, hay algunos cadáveres por allí, además de tierra quemada y armas y escudos rotos-Respondió Donoso.
-Por mi lado es lo mismo-Afirmó esta vez Itami.
-También se repite aquí, pero no se amedranten por eso. Manténganse firmes, llamare a la rendición.
-Your call.
-Recibido.
Schmidt respiró profundamente antes de tomar el amplificador de voz incluido en el jeep de mando y pararse a un costado de este mientras buscaba las palabras del lenguaje local para comunicarse.
-¡Este es el Ejército de la Coalición! ¡A toda la ciudad de Italica le pedimos que bajen las armas y se rindan, o nos veremos obligados a utilizar la fuerza! ¡Todas las salidas tienen tropas nuestras listas para atacar!
La única respuesta que hubo fueron unos segundos de silencio, seguidos de un grito y unas personas que dispararon la balista de la muralla. El tiro, mal dirigido, paso por sobre las cabezas de los alemanes y estadounidenses quienes se agacharon por precaución. No fueron necesarias más palabras.
-¡Panzer IV! ¡FUEGO!
La atmósfera silenciosa del lugar fue rota de súbito por el estruendo de dos cañones de 75mm, y luego la caída de madera, metal y cuerpos de la muralla hacia el interior. Pronto le siguieron 4 estruendos más desde las otras entradas de la ciudad.
-Reporte-Inquirió por la radio.
-Aquí Donoso. Volamos las balistas con los Panzer IV por precaución.
-Aquí Chumikov. Nosotros las volamos por agresión a las tropas, aunque nadie salió herido.
-Recibido-Tomo el artefacto amplificador una vez más-¡Tienen 30 segundos para rendirse! ¡Si en ese plazo no han entregado la ciudad nos veremos obligados entrar a la fuerza! ¡30! ¡29! ¡28!...
El alemán seguía contando, y los miembros de los 6 equipos se aprestaban para entrar al asalto de la ciudad amurallada. Cuando quedaban 6 segundos, sin embargo, una puerta en la puerta donde se encontraban los equipo se abrió, dejando ver a una chica pelirroja que no debía de llegar a los 20 y vestida con una armadura, acompañada de algunos hombres y mujeres con blindaje similar. Esta hizo un gesto con los brazos, aunque llevaba un semblante desesperado en su rostro. Con un gesto el oficial alemán mando a que se acercara el vehículo de mando.
-Soy el hauptmann Karl Schmidt. Identifíquese-Una de las mujeres pareció alterarse por algo, pero un gesto de la pelirroja, que parecía ser la líder, la obligo a calmarse. Esto planteó una interrogante en Karl: ¿Era ella la comandante?
-Soy Piña Co Lada, princesa del Imperio y comandante actual de Italica. Ruego se dignen de pasar para que podamos hablar más cómodamente-Imperceptible para la mayoría de ambos bandos, pero no para los oficiales, su tono de voz denotaba un ligero temor.
-Tendrá que dejar pasar a los otros equipos apostados en las otras puertas. Permanecerán en su lugar una vez estén dentro.
-C-como desee.
A una orden suya, las puertas se abrieron en unos minutos, dejando pasar a los soldados que aguardaban afuera.
-Fernández y yo estaremos dialogando en el castillo o palacio, no sé qué sea. Ustedes mantengan la guardia hasta que les diga lo contrario o ellos abran las hostilidades.
-¿No podría quedarme yo? Alguien tiene que mandar estos equipos-Señalo a los soldados que vigilaban desde sus vehículos cualquier movimiento defensor.
-Bien... iré yo, pero necesitare que me acompañen... tomaré a los soldados que van con nosotros en los jeep. Espero no te importe.
-No te molestes.
Con un gesto los 4 soldados que fueran en los jeep se bajaron y tomaron sus armas, MP 40's y Thompson's, para luego marchar en fila india detrás del oficial alemán que se dirigía al castillo de la ciudad. Delante del grupo iban la pelirroja y unas 5 personas vestidas de manera similar a ella.
Fernández esperó hasta que se perdieran por las calles antes de suspirar y echarse en su vehículo de mando
-¿Un tiempo difícil?-Preguntó el teniente estadounidense al mando de la infantería, de apellido Roebuck.
-Odio a los nazis. Luche en la guerra civil contra los nacionalistas apoyados por ellos, y sufrí de primera mano los efectos de su dichosa Legión Cóndor. Luego huí a Francia, donde me enliste en 1940 en las tropas de la Legión Extranjera, pero la suerte fue cruel y me tocó luchar contra los alemanes nuevamente. Esa vez si fue una masacre total, arrasando nuestras posiciones como si no existieran y apareciéndose en cualquier momento. Después de eso escapé al Reino Unido y después a los Estados Unidos, donde aprovechando mis conocimientos sobre la guerra me enliste en el ejército y llegue al rango de capitán. Y todo por culpa de esos nazis.
-La tiene bastante jodida.
-¿Qué es la vida sin unas cuantas vueltas? Podría haberme quedado de civil, ya que tengo título universitario, pero preferí enlistarme en el ejército y luchar. A mi querida esposa casi se le cae la cara del susto.
-Tiene suerte. Yo tengo una hermana que trabaja como enfermera del ejército. Estaba destinada en Pearl Harbor, aunque no sé dónde este ahora. Tal vez de vuelta en casa.
-¿Y en la base Alnus?
-Oh por favor, ojala que no. Quiera Dios que se aleje de la guerra.
-Bueno, esperemos que nada malo pase. Volvamos con los chicos.
-Buena idea.
-Si... espera un poco. ¡¿Se llamaba piña colada?!
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Mientras los escoltas de la Coalición tenían su espalda, Karl Schmidt pensaba en que podía ser posible discutir allí adentro. ¿Condiciones de rendición? ¿Trata de prisioneros? ¿Matarlos? ¿Ataque por la espalda? Por precaución se llevó la mano hasta la funda de su pistola.
Luego de recorrer los pasillos por unos minutos, y guiados por unas criadas (de las cuales uno de los soldados estadounidenses quedo embobado hasta que su compañero le dio un golpe con el fusil), llegaron a una sala que supuso era la sala del conde local. Tocando antes de entrar, el grupo observó como la princesa se dirigía a una niña de cabellera larga rubia de cerca de 10 años y la llamaba... ¿condesa?
-Condesa Myui, estos son el enemigo de otro mundo que apareció en Alnus. Tal vez puedan ayudarnos.
-¿Esta segura, princesa? Podrían intentar hacer algo...
-A ver, a ver, un momento. ¡¿Qué demonios está sucediendo aquí?! ¿Condesa? ¿Ayudar? ¡¿Qué mierda?!
La misma chica que antes se hubiera enojado estaba prácticamente echando espuma por la boca, provocando que el resto de su grupo la sujetara por los brazos para que no saltara contra el oficial rubio, quien tenía una mirada confundida como el resto de su grupo.
-Supongo que debería empezar con las explicaciones... Vengan aquí por favor-Con un gesto invitó al oficial a sentarse a una mesa. Una criada trajo té y algunas cosas pequeñas para comer. El oficial se sentó cautelosamente, los 4 soldados con sus armas a la espalda pero listas para entrar en acción ubicados en fila detrás de su asiento.
-Me gustaría que comience a explicar qué demonios sucede, y que se identifique nuevamente.
-Claro, señor...
-Schmidt. Hauptmann, o capitán según prefiera, Karl Schmidt.
-Mucho gusto. Soy Piña Co Lada, tercera princesa del Imperio. Ella es Myui, la actual condesa de Italica por motivo de la muerte de su padre al otro lado de la GATE de Alnus, dejándola al mando con tan solo 11 años. Según los que escaparon, su ataque fue en una ciudad que tenía banderas rojas con círculos blancos y una cruz extraña-Karl reconoció la rudimentaria descripción de la bandera del partido nazi, pero prefirió guardar silencio-Debido a los constantes combates, las tropas han sido removidas y los bandidos han asolado todo. Algunos ex-soldados del ejército aliado se volvieron bandid0os y están asediando la ciudad de Italica desde hace unos días. Aunque llegué con algunos miembros de mi unidad personal, la situación se desploma rápidamente.
-¿Entonces...?
-¿Nos ayudarían a defender Italica? Podemos solucionar cualquier problema después, pero necesito que eliminemos al enemigo rápidamente para garantizar la seguridad de los civiles que viven aquí. Si te das cuenta, casi todos son gente armada con lo que encontramos en el castillo, no soldados.
Karl Schmidt analizo todo lo dicho. Era cierto que el estado de los guardias de la puerta era pobre, y que la ciudad mostraba signos de un asedio. Además, permitía la estadía de tropas durante el tiempo necesario para eliminar a cualquiera que se opusiera a ellos, dándoles el control de la ciudad. ¿Qué harían unos cuantos caballeros contra las armas automáticas?
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-¡¿Qué hiciste qué?!-Gritó Donoso por la radio-¡¿De entre eliminarlos o retirarnos, elegiste ayudarlos?!
-Cálmate y escucha. Eso va para todos-Indicó al resto de oficiales escuchando por la radio-Nos estableceremos en las puertas y murallas de una forma similar a esta: una o dos ametralladoras en la muralla, el resto en los edificios del interior. La infantería junto con ellos, todos a cubierto. Busquen las ubicaciones más estratégicas tanto hacia el interior como exterior. Los tanques deben ubicarse en las calles alrededor de la explanada de la entrada, algo hacia el interior, de modo que no los puedan flanquear y tengan que moverse un mínimo para disparar. Según miss princess atacarán esta noche para terminar rápido con el asedio de la ciudad, de modo que preparen todas su cosas y revisen sus armas. Si tienen tiempo formen barricadas para bloquear caminos. Eso es todo.
-¿Quién es miss princess?
-La pelirroja en armadura, que resulta ser la tercera princesa del Imperio. Si se acerca a ustedes y hace cualquier amago de hostilidad, deténganla inmediatamente. Tiene demasiada información como para dejarla escapar.
-¿Qué hacemos con Rory?
-¿Rory...? Ah, la autoproclamada semidiosa. Denle libertad de acción, siempre y cuando no estorbe los planes. Si quiere ser de alguna utilidad, díganle que patrulle los alrededores con su súper velocidad o alguna cosa así.
-Recibido. Equipo fuera.
-Equipo fuera.
Karl suspiro mientras colgaba la radio y observaba la instalación de algunas barricadas en casi todas las calles y puerta que daban a la explanada tras su puerta. De ese modo, si lograban cruzar la muralla caerían directamente bajo las ametralladoras y cañones de los Panzer y Sherman, mientras eran fusilados por los soldados desde la altura. Sin embargo, había algo que le molestaba.
-¿Por qué demonios me convencí de dejarle el mando a ella...?
-¿Será debido a que es la comandante local y la gente confía más en ella que en nosotros?-Hablo Fernández mientras se acercaba a su jeep y sacaba su cantimplora.
-Tal vez... ojala ataquen esta noche. Con algo de suerte nos dejara apoderarnos de la situación para la llegada de tropas mañana.
-¿Te comunicaste con el mando en Alnus?
-Cierto, me había olvidado-Dirigiéndose a la radio de su auto, entablo comunicación con el mayor Carlson en el puesto de avanzada.
-Puesto avanzado Alnus-Itálica, este es el capitán Karl Schmidt. Comuníqueme con el mayor Carlson a la brevedad.
-De inmediato-Oyó algún ruido de fondo, para luego reconocer la voz del oficial tras un minuto de espera. Al menos no habían puesto la odiosa música de la radio de fondo.
-Carlson al habla. Dígame que necesitas.
-Italica está bajo asedio de numerosos bandidos del antiguo ejército aliado. Tenemos 2 equipos por puerta, pero es probable que se concentren solo en una. De ser ese el caso, tardaremos en concentrarnos.
-Al grano.
-Tengan los Hurricane cargados con bombas y la munición al máximo y listos para despegar. Quiero que despeguen para que estén aquí al amanecer, de modo que si no atacan, marcaremos su posición para que los machaquen. También transmítanle a Alnus que aceleren la salida de los refuerzos, ya que tenemos una situación complicada aquí. Mientras antes lleguen fuerzas considerables, mejor.
-Entendido. Los Hurricane estarán listos para salir en unos minutos, den una hora máxima de salida.
-Las 4 de la madrugada, supongo. Ustedes vean, no sé de aviones.
-Bien. Comunicare a Alnus lo dicho
-Una cosa más. Solo por precaución... tengan los stuka cargados con bombas de 50 kilos.
-Precaución... ¿no pretenderás bombardear la ciudad, o si?
-Solo en caso de que ocurra algo, lo cual no creo. Es solo una precaución.
-Entendido. Carlson fuera.
-Listo-Giró su mirada hacia los soldados que terminaban de acomodar las barricadas. Las cosas entre ellos no iban tensas, es más, se podía decir que disfrutaban pelear juntos ante un enemigo común. A mucha diferencia de los oficiales, quienes en muchas ocasiones terminaban con resentimientos o situaciones tensas que generalmente se resolvían a puños.
-Que mierda de situación. Para ahora debería estar cenando en Moscú, no en esta pobre ciudad medieval.
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-Alteza, ¿fue lo correcto?
-No lo sé Gray. Parecía lo correcto. Por último, si caíamos prisioneros, el Imperio podía negociar nuestra salida y liberar Italica más tarde. Pero si eran los bandidos, nos matarían o venderían como esclavos mientras saquean la ciudad. Resulto que nos ayudaron a fin de cuentas, así que no hay mayor problema-Explico Piña, la joven tercera princesa del Imperio de tez pálida y cabeza pelirroja.
-Es cierto, pero también hay que destacar que como "medida de precaución" han bloqueado y asegurado todas las salidas de la ciudad. Si queremos salir sin ser detectados tenemos que escapar por la muralla, además de la gran superioridad numérica. Solo tenemos aquí cerca de 10 caballeros contándonos. Aunque estemos todos bien entrenados, no podremos salir sin bajas aunque los tomemos por sorpresa-Analizo Gray, caballero algo avanzado de edad con vastos años de experiencia y una caballera canosa acompañada de una tez morena.
-¿Qué hay de sus armas o armadura? ¿Saben algo?
-Sus armas son unas extrañas varas de metal y madera, mientras que otras son unas varas solo de metal más pequeñas. No llevan casi nada de armadura, salvo su casco, y lo más blindado que llevan son sus carros. No están tirados por caballos ni nada, pero aun así se mueven. También algunos tienen otras varas de metal encima, además de unos tubos de metal que llevan algunos de ellos, de diversos tamaños y formas.
-Son un misterio, sin duda. Es frustrante, tener a tu enemigo al lado y no poder saber nada de él.
-Hablé un poco con algunos de ellos-Comento Norma, un caballero rubio con el pelo en una cola de caballo-Dicen que son 6 equipos hechos especialmente para actuar en este mundo. Se identificaron como "equipos de avanzada", diciendo que eran algo así como una especie de vanguardia independiente. Dicen que el ejército actual en este mundo es de cerca de 150.000, pero eso solo es una mínima parte en su mundo.
Piña y Gray quedaron boquiabiertos ante esa afirmación. ¿Una mínima parte? ¡¿Cuántos soldados habría entonces en total?!
-¿P-pudiste p-preguntar cuántos s-son en to-total?-Pregunto temerosa Piña.
-Ni idea, pero si tuviera que adivinar... diría que están entre números de ocho cifras-Comento con pesadez Gray. Piña casi se derrumba ante eso. El Imperio no tenía forma de reunir tal cantidad de gente, y los reinos aliados ya habían sido aniquilados en luchas anteriores contra ellos. Contando las tropas dispersas en esa zona, los alrededores de la capital, las guarniciones del oeste y las guarniciones del sur de Alnus y el Mar Azul, seguramente el Imperio no lograba llegar a un millón de soldados, todos dispersos. Si se contaban los ejércitos del lejano este y el lejano oeste, además de la Flota Imperial, quizás se llegaba a contar algo menos de dos millones, pero tardarían meses en reagrupar esa cantidad de tropas.
-¿A-alguna noticia sobre el cuerpo principal de los Caballeros de la Rosa?
-Deberían llegar mañana a primera hora. Quizá los logremos tomar por sorpresa y tomarlos prisioneros-Racionó Norma.
-Eso espero-Murmuró pesadamente Gray. Él, como soldado experimentado y veterano, había visto la mirada de muchos de los enemigos llegados. Muchas de esas miradas las reconoció como las de los veteranos de guerra o gente con mucha experiencia, la cual dudaba seriamente que fuera del combate de Alnus, y no había ninguna prueba de que ellos defendieran su mundo del ataque imperial. Venían entrenados desde antes de cruzar el portal, curtidos en combate y veteranos en sus campos. Los líderes eran los que le intrigaban más. 3 de ellos le habían llamado la atención de forma destacada por sus miradas: el rubio de tez pálida con uniforme gris, el ligeramente moreno castaño ojiverde con uniforme verde oliva, y el rubio de tez enrojecida, probablemente por el sol, que portaba un uniforme caqui. Noto que hablaban distintos idiomas y llevaban distintas armas y uniformes. ¿Acaso no eran del mismo bando? Era una rivalidad que podría ser explotada por el Imperio, así como ya lo había hecho en el pasado. Pero antes tendría que observar.
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Horas después...
-Esto es aburrido...
-Al menos no estas cuatro pies bajo tierra.
-Eso no me hace sentir mejor.
-Entonces intenta coquetear con alguna señorita local. Guardaré el secreto si lo necesitas.
-No soy esa clase de persona. Además de que sería mal visto.
-Supongo, pero siempre pasan esas cosas. Aun no encuentran la forma de detener las profanaciones.
-Meh, ya veré yo que hago. Hay una chica llamada Risa allá en casa que...
-No digas más. Entiendo.
-Pero no he ni dicho algo...
-Cuando eres consejero de tus soldados, esas cosas se entienden con las primeras palabras.
Un cómodo silencio cayó entre los capitanes ruso Khoakin Chumikov y japonés Itami Youji. Eran cerca de las 4 de la mañana y no había habido ni una señal del enemigo todavía, y los pocos soldados destinados a vigilar la muralla e caían de sueño.
-Iré a despertarlos-Indicó Chumikov mientras se levantaba pesadamente. La muralla estaba iluminada por fogatas, pero fueron en pequeña cantidad a pedido de los terrícolas. Mientras el oficial subía al muro y levantaba a los guardias a puntapiés, noto algo extraño en el campo de más allá.
-¿No viste algo moverse allí?-Pregunto a un guardia.
-Para nada. ¿No será que lo afecta el sueño?
-Tal vez. No ha sido un buen día...
-¡Vi algo moverse, por allí!-Indicó otro guardia levantando su brazo hacia un punto cercano a donde preguntara Khoakin.
-Y una mierda. ¡Iluminen el sector!-A sus órdenes, los guardias soviéticos dispararon una bengala para iluminar el terreno del alrededor del muro. Cuando la bengala ilumino cual sol el terreno, lo que vieron les congelo la sangre.
Cerca de 5.000 soldados, listos para atacar la muralla, les devolvieron la mirada. Sus arqueros estaban ya tensando los arcos, preparados para mandar a mejor vida a los centinelas del muro.
-¡TODOS AL SUELO!
La lluvia de flechas paso por encima de la muralla, clavándose algunas saetas en este, para luego caer sobre la explanada al otro lado. Los soldados se cubrieron en las casas y barricadas, algunos agachándose detrás de los camiones mientras la excesivamente larga lluvia de flechas caía sobre ellos. Cuando hubo terminado, Chumikov se giró hacia afuera y los vio llevando escaleras al muro.
Con un gesto los señaló.
-¡Qué ninguno suba! ¡Consigan tiempo mientras montamos la defensa!
-¡Si señor!
Khoakin bajó a saltos las escaleras del muro, llamando a gritos a su compañero.
-¡Itami! ¡¿Dónde carajos te metiste, joder?!
-¡Aquí estoy! ¡Es un ataque!
-¡Y uno grande! ¡Me comunicare con el resto, tu organiza una defensa! ¡Los centinelas te ganaran algo de tiempo, pero prepárate para abrir fuego sobre la puerta y la muralla!
Si perder tiempo, Itami fue pasando por entre las formaciones soviético-japonesas, indicando que calaran bayonetas y que se prepararan para disparar. Los equipos de ametralladora, apostados en los últimos pisos de algunos edificios, cargaron sus cintas de balas y se prepararon para acribillar a cualquiera que se asome. Al comisario Cheminov le indicó que permaneciera en segunda línea arengando a los soldados a pesar de sus reclamos, ya que no poseía instrucción militar. Pudo ver como un centinela tiraba abajo una escalera, y otro tiraba un coctel molotov hacia el lado exterior, lo cual arranco gritos de dolor de los bandidos. Con un gesto les dijo que se retiraran de la muralla, cosa que hicieron después de abrir la puerta para permitir el paso de los bandidos y así crear un cuello de botella.
-Eso es, perras... vengan con papá...-Khoakin hablaba en voz baja mientras se acercaba a grandes zancadas a su vehículo de mando, donde tomó la radio y llamó al resto a gritos.
-¡Oigan, señoritas! ¡Por si no se han dado cuenta, estamos bajo ataque! ¡5.000 hijos de puta atacando la puerta, y no creo que quede otro más para joder el día, por lo que les sugiero que vengan a apoyarnos!
-Recibido, iremos cuando hayamos sacado las armas de aquí.
-¿Qué tanto te atrincheraste...?
-Agh, esos bandidos de mierda, ¿es que no saben sobre modales? Atacar de noche interrumpiendo el sueño de uno...
-Espera, no me digas que estabas durmiendo mientras tenías que hacer guardia.
-Hay soldados con rol de centinela para eso, ¿sabes?
-...
-Escuchen grupo de imbéciles, los necesitó aquí en una hora a lo mucho para joder a estos cabronazos. Dudo que nuestras municiones aguanten tanto tiempo, incluso en un cuello de botella. Y en cualquier momento estos japoneses del demonio se lanzan a bayoneta limpia contra nuestro enemigo, inutilizando las armas de fuego.
-Bien, bien, ya voy. Joder, lo que le gusta joder a este hijo de pu...-La señal se cortó después de ese comentario, dejando a cada oficial en lo suyo.
-Pero si el que arruina todo eres tú...-Murmuró el oficial de origen ruso mientras tomaba su PPsH 41 y corría a la barricada más cercana. De reojo pudo observar a los japoneses manipular un par de morteros demasiado pequeños para su gusto, pero como comprobó, muy eficientes para la lucha en espacios sin mucha movilidad. Volviendo su vista a la puerta, observo que algunos milicianos corrían a tratar de cerrarla o contener a los que iban a entrar.
-¡Aléjense! ¡Dejen la puerta abierta y salgan si no quieren morir!
Los que fueron a abrir la puerta los observaron parapetados y decidieron hacerles caso. No así los que corrieron a la entrada, que fueron brutalmente masacrados por una lluvia de flechas que iban... demasiado rápido... para ser disparadas por un arco.
-Oye Itami...
-Dime.
-Si hay semidioses... ¿habría también magos?
-Tal vez. ¿Por?
-Porque creo que, con nuestra suerte perra, hemos encontrado uno-Dijo con una sonrisa macabra y su rostro oscurecido, como si deseara con todas sus fuerzas pelear con aquel ser que desafiaba las leyes del sentido común.
-Qué suerte...
No pudieron seguir hablando debido a que la primera oleada de soldados enemigos llego. Cargaban con los escudos delante y corriendo, notando en el camino que los esperaban...
...los mismos enemigos que había en Alnus.
-¡FUEGO!
Las ametralladoras Maxim y Tipo 99 abrieron fuego, vomitando constante plomo desde 4 puntos distintos alrededor de la explanada en el interior de la muralla. El infierno desatado tuvo efecto inmediato en los asaltantes, quienes fueron acribillados sin piedad y dejados como colador en el camino. Algunos intentaron retirarse a las puertas, pero entonces los soldados con fusiles y subfusiles abrieron fuego en esa dirección. Entre medio de desórdenes, los bandidos lograron escapar del lugar a un alto costo. Apenas 10 minutos dejaron cerca de 400 muertos y heridos, quienes los soldados se encargaron de rematar de una vez.
-¡Conteo de munición!
-¡Estoy bien!
-¡Igual yo!
-¡Nosotros no tenemos problemas!
-¡Qué vengan cuando quieran!
Comprobando su propia munición, Khoakin analizo la situación. Si asaltaban de forma seguida tendrían problemas para lidiar con el tiempo, pero si llegaban los otros equipos podrían mantenerse allí.
-¡Viene el siguiente asalto!
-¡Ametralladoras listas!
Corriendo con los escudos delante, los asaltantes hicieron acto de presencia una vez más. Sin embargo, ahora también había algunos en las murallas disponiéndose a disparar arcos y ballestas.
-Mierda... ¡Abajo todos!
Siguiendo sus órdenes, la mayor parte de grupo se agachó, esquivando así la lluvia de flechas. Sin embargo, eso permitió que los asaltantes que cargaban atravesaran la mayor parte de la explanada y cargaran contra ellos.
-¡Fuego a discreción!-escuchó Khoakin gritar a Itami-¡Que una ametralladora con cinco tiradores dispare a los arqueros y el resto céntrese en los que cargan!-Itami dio el ejemplo apuntando y disparando indiscriminadamente contra la masa humana que cargaba contra ellos. Los soldados soviéticos y japoneses, enemigos hacía 3 años atrás, ahora luchaban codo con codo contra el enemigo común. Sin embargo, la masa humanoide no desistía.
-Carajo. A este paso caeremos todos.
-¿Me dejarías ayudarte?-Escuchó Khoakin una voz melodiosa y sensual detrás de él. Se giró sobre sus pies para encarar a Rory Mercury, quien estaba sonrojada y tenía evidentes síntomas de lujuria y éxtasis.
-¿Crees poder hacer algo?
-Soy la apóstol de Emroy, el Dios de la Guerra. Esto es un juego de niños para mí.
Fiel a sus palabras, Rory salto dentro de la masa humana de la explanada. Su sola presencia provoco el alto de ambos bandos: los ex-soldados porque no lo creían, la Coalición porque no sabía que pensar respecto a su comportamiento. Riendo locamente, Rory empezó a ejecutar enemigos con saña, usando únicamente su hacha y su fuerza sobrehumana escondida por su tamaño. Los soldados de la Coalición observaban boquiabiertos ese despliegue de crueldad y brutalidad, mientras los bandidos trataban inútilmente de evitar la muerte en sus manos. Pronto se hizo evidente que sola no podría con semejante número de enemigos.
-¡Ametralladoras, sigan disparando! ¡Soldados, vigilen sus disparos!-Ordeno Itami-¡Rory, retírate de ahí ahora mismo!
Con una mueca de fastidio, Rory se retiró lentamente del ahora infierno en la tierra debido al fuego cruzado. Tras semejante masacre perpetuada por ella, y los estupefactos arqueros en la muralla, las ametralladoras lo tuvieron libre para despedazar a quienquiera se atreviera a asomarse a sus cañones. Fue un trabajo de limpieza brutal y efectivo, que se saldó con cerca de 700 muertos y heridos enemigos, que nuevamente los fusileros y Rory se encargaron de enviar al más allá.
-Nos habremos cargado a unos mil hasta ahora... y las municiones no darán para otros mil más-Concluyó Itami mientras analizaba con su mirada a los soldados buscar municiones a su alrededor. Antes de que los oficiales al mando pudieran hacer algo, el tercer asalto llego con fuertes gritos. Los soldados abrieron fuego de forma desesperada, cortando sus números de forma abismal. A pesar de eso, los ex-soldados aliados avanzaron rápidamente, reforzando sus escudos a semejanza de las tácticas de Alnus. Pronto se llegó al punto en el que no quedaban suficientes municiones.
Rory salto a escena.
-Les conseguiré tiempo, huyan hacia el interior-Fueron sus palabras. Itami las tradujo a sus hombres, pensando todos lo mismo.
-"¡Por nuestro honor no dejaremos que una chica tome el trabajo del Ejército Imperial!"
Khoakin vio como los soldados orientales se arrojaban al asalto de los atacantes, bayonetas en frente y corriendo a todo lo que les daban las piernas. El fuego de los cocteles molotov iluminaba la puerta y la explanada, haciendo mucho más que la escasa luz de las seis de la madrugada. Los soviéticos aprovecharon sus últimas municiones apoyando a los japoneses y derribando arqueros de los uros, pero supieron muy bien que tarde o temprano tendrían que retirarse o perecer todos. Y Chumikov decidió que ese momento era cuando se le agotaron los tiros dela pistola.
Corriendo hasta el vehículo de mando tomó la radio y abrió el canal de comunicación con los otros comandantes.
-Este es Khoain Chumikov del 4° Equipo de Avanzada. Cedemos la posición por falta de municiones. Repliéguense a una segunda línea defensiva.
El comisario Cheminov, que alcanzó a escucharlo, lo miro furioso-¿Qué crees que estás haciendo? ¡Escoria! ¡Cancela esa orden inmediatamente! ¡No nos retiraremos hasta haber perdido el último hombre o que hayan caído todos nuestros enemigos!
-¡¿Crees que me importa tu opinión, maldita paria de mierda?! ¡Solo estas aquí porque decidiste apoyar al partido! ¡Para los comandantes no eres más que una molestia sin instrucción militar y que con suerte sabe usar un arma, a la que no pueden echar debido a que es del NKVD! ¡Perdóname que te lo diga, pero durante la Batalla de Alnus fuiste el hazmerreír de todos los comandantes de la Coalición! ¡Y a diferencia tuya, yo SI valoro a mis hombres!
Hubo unos segundos de silencio después de eso, interrumpido solo por el ruido del fuego, las balas zumbando y las armas blancas enterrándose en la carne. El comisario del NKVD, totalmente rojo de rabia e ira, llevo su mano a la funda de su pistola.
-Retire esas palabras, capitán Chumikov... o las consecuencias podrían ser nefastas por...-Lo que sea que hubiera querido decir, nunca lo dijo. El característico sonido de un arma lista para disparar resonó detrás de la cabeza pelinegra del funcionario político, dejándolo helado y corriéndose a un lado para observar. El moreno y pelinegro oficial español de la División Azul, Álvaro Donoso, tenía su arma levantada y apuntando hacia donde previamente había estado la cabeza del comisario.
-Yo no lo haría si fuera tú-Dijo seriamente, para luego pasar a un tono más jovial mientras guardaba su arma-Capitán Chumikov, dígale a los japoneses que salgan de la explanada. Les tenemos una sorpresa a esos bandidos.
-¿Qué clase de sorpresa, si puedo preguntar?
Como toda respuesta, Donoso rió y apunto al cielo.
XXXXXXXXXX
Le clavó su bayoneta a bandido, justo entremedio de las costillas. Echándolo hacia atrás, utilizó una de las últimas balas de su fusil para eliminar a un enemigo que se levantaba del suelo.
Sintió algo pasar rápidamente a su lado, por lo que giró la cabeza y se encontró a una sonriente Rory con su hacha clavada en el cuerpo de un bandido a su espalda. Agradeciéndole en silencio, escuchó los ritos de dos soldados enemigos corriendo hacia él, armas listas. Una certera ráfaga de subfusil los mando a mejor vida, colocándose Itami junto a él y Rory.
-¿Estás bien, Kuwahara?-Le preguntó su comandante mientras le tendía una mano. El anciano solado la tomo y se levantó de su posición sentada, examinando el campo de batalla con ojo experto. Los japoneses combatían con saña a su enemigo, no dejándole cuartel para organizar una defensa sólida. Pero eso también jugaría en su contra con el tiempo, habiendo ya los primeros heridos cuidados por sus compañeros alrededor. No se podían mantener más de lo necesario.
-¡Itami! ¡Itami!-Escucharon los 3 una voz llamando al mayor rango jerárquico entre los 3, quien respondió luego de ubicar al comisario y a dos capitanes.
-¡Aquí! ¡¿Qué sucede?!
-¡Salgan cagando leches de ahí (1), rápido!
-¡¿Qué?!
-¡Qué salgan de ahí ahora ya!
Itami no necesitó una tercera vez para entender que habían preparado algo grande. Con gritos y señales, les indicó a sus hombres que se dispersaran por los edificios donde antes habían estado sus barricadas, llevándose con ellos a los heridos propios. La explanada lucía una imagen deprimente, con múltiples cuerpos destrozados y mutilados por la lucha sin cuartel y las pasadas de ametralladora y fusilería. Podía haber fácilmente 800 cadáveres y heridos allí, abandonados a su suerte.
-Bien, ¿cuál es la sorpresa?-Preguntó n agotado Itami a sus compañeros, una vez recorrido el camino hasta ellos. Los bandidos aprovecharon la pause para retirarse al otro lado de la muralla, creyendo que si se quedaban caerían en otra emboscada.
-Mira allá arriba y compruébalo tú mismo-Dijo jovialmente Donoso, señalando el cielo. A los pocos segundos pudieron escuchar un sonido familiar para ellos, pero desconocido para todos los habitantes de ese mundo. Al recibir el ruido con sus cansados oídos, los japoneses y soviéticos no pudieron sino agradecerle a los cielos. Estaban salvados.
A dos mil metros de altura, los 5 Hawker Hurricane empezaban a descender sobre el campo, esperando ver la señal prometida. Y apareció, en forma de múltiples luces que formaban un amplio semicírculo cuyo borde era la muralla de la ciudad. Eran los equipos 1 y 2, quienes habían salido de la ciudad y cercado al enemigo para marcar su ubicación. Los bandidos que quedaban afuera miraron al cielo, tratando de encontrar la fuente del ruido extraño. Pronto descubrieron que era.
-Esos son...
-Son los mismos que había en la base de allá...
-¡Dragones de hierro!
-¿¡O sea que no solo son elefantes de metal, sino que también dragones de hierro!?
-¡Retirada, retira...
Volando bajo para acortar el tiempo de caída de las bombas, así como para tener mayor precisión con estas, los Hawker Hurricane soltaron sus cargas explosivas de 250 y 500 kilos sobre la masa de 3.000 hombres armados con equipamientos de siglos de antigüedad. Las bombas destrozaron la tierra, la hicieron temblar y removerse, e hicieron que los pobres bandidos le rezaran a todos los dioses conocidos en una velocidad que dejaría incrédula a mucha gente.
Pero el castigo no termino ahí. Dando la vuelta, los aviones británicos machacaron a los infantes nuevamente, esta vez con sus cañones hispano de 20mm. La cantidad aparentemente infinita de proyectiles entrantes provocó la desesperación de todos los bandidos, quienes pudieron observar desesperados como sus compañeros, que sobrevivieron a la masacre de Alnus, eran volados en pedazos como meros muñecos de trapo. Presas de la desesperación, tomaron las escasas armas que no habían sido destruidas y se precipitaron al interior de la muralla, buscando su aparente protección ante el infierno desatado en el exterior y que parecía ser más un castigo de los dioses que la obra de sus oponentes.
Allí los esperaba otra sorpresa. Apenas había alcanzado los primeros bandidos la mitad de la explanada, explosiones ocurrieron a su alrededor, acompañadas de las múltiples agujas invisibles que tanto habían temido allá en Alnus. Empezaron a caer a montones, sin tener siquiera el tiempo para reaccionar a que sucedía. Era una ópera de llanto y desesperación, muerte y sangre, la cual llenaba los oídos de todos los presentes cercanos. Al cabo de 30 minutos, los Hurricane se retiraron al haber gastado su munición, dejando un terreno irreconocible tras de sí. Los equipo establecieron un puesto de mando provisional, donde empezaron a llevar a los heridos de ambos bandos y los prisioneros encontrados. Mientras los japoneses y soviéticos descansaban en el puesto de mando, los británicos buscaban heridos y prisioneros por entre los resto de lo que alguna vez fue un camino plano. Los españoles estaban junto a los comandantes de 3 equipos, quienes hablaban animadamente como si no fuera nada del otro mundo.
-Otro trabajo bien hecho-Comento satisfecho Chumikov, sacudiendo su cabellera negra, ya algo larga por el tiempo sin cortársela. Su bigote también le estaba creciendo, pareciéndosele un poco al que poseía Stalin.
-Supongo que fue un poco cruel, pero ellos se lo buscaron-Comentó Donoso por su parte, sin inmutarse ante la grotesca escena ante sus ojos.
-¡Así es, perras! ¡Sufran el poder inglés en todo su esplendor! ¡Si los jerry's no pudieron con nosotros, ¿creen que ustedes tendrían siquiera una posibilidad?!-Quién llegaba gritando a todo pulmón y con una sonrisa de oreja a oreja era Butler, quién llegaba acompañado de una estupefacta Piña que parecía en trance al relacionar todo lo ocurrido en la última hora. Se veía agitada, pero se trató de recomponer, sin éxito, para hablar con los oficiales.
-Ahí va nuestra fuerza aérea-Murmuró tranquilamente Itami, aliviándose de estar vivo.
-Reagrupémonos en el puesto de mando para ver qué problema podemos tener ahora. Los refuerzos deberían llegar en una hora más o menos-Aconsejo Butler al resto. Estos asintieron, largándose junto a los soldados que seguían cerca. Piña quedo sola, apareciendo poco después Gray y Hamilton, quien fuera una castaña que se altera cuando alguien le falta el respeto a su princesa. Ambos llegaban impresionados por el despliegue de poder realizado por sus enemigos, suficiente como para acabar con todo a su alcance. Pero fue eso mismo lo que determino a Piña a no cederles la ciudad.
-Princesa...-Comenzó a hablar Hamilton, mas Piña la corto con un gesto.
-Hemos visto lo que le han hecho a sus enemigos. No quiero n imaginar lo que le harían a esta ciudad si cayera en sus manos. Debemos defenderla de ellos, cueste lo que cueste.
-El cuerpo principal de los caballeros llego hace media hora por la puerta norte. Están camino al castillo.
-Que algunos monten a caballo para reforzar cualquier punto. Que una unidad vaya a cada puerta para protegerla, y que la bloqueen todas de ser posible. No tienen los medios para escalarlas. Defenderemos esta ciudad cueste lo que cueste.
-Y, eh, princesa... ¿qué haremos con esos pájaros de hierro que vimos?
-No vinieron por mucho tiempo, además de que ya se han ido. Aparentemente tiene que pasar un tiempo para que puedan llegar hasta aquí, y para entonces ya se habrán tenido que retirar. Un armamento tan potente no puede ser tan abundante, deben haber gastado todo en la defensa de la ciudad. Ahora cumplan mis órdenes, defenderemos Italica cueste lo que cueste.
-¿Y qué hacemos con la condesa Myui?
-Llévenla a algún refugio y que espere allí hasta que todo termine-Piña se alzó sobre sus pies, una mirada determinada en su rostro-¡Ahora vamos!
XXXXXXXXXX
Una hora después, los dos regimientos que formarían la dotación inicial de Italica llegaron al puesto de mando provisional. Las municiones y suministros traídos con ellos sirvieron para tratar a los heridos que necesitaban algo más que primeros auxilios.
-Entonces... ¿Cuál es la situación?-Pregunto Müller, comandante del regimiento de granaderos panzer.
-Ahora nos deberían dejar entrar nuevamente, teníamos un trato con la actual tercera princesa del Imperio, la cual está dentro de esa ciudad. Si no hubiera sido por los acontecimientos la hubiera tomado prisionera.
-¿Y quién está al mando de la ciudad?
-Una niña de 11 años. ¿Puedes creerlo?
-No jodas...
Ambos comandantes se acercaban en un jeep a la destruida puerta oriental de la ciudad. Los restos de los bandidos ya eran irreconocibles, y se empezaba a formar el distintivo olor a putrefacto que acompaña a la muerte en masa. Llegaron a la puerta, extrañamente ahora cerrada.
-¿Qué carajos...? ¡Piña, oye! ¡Abre la puerta, aún tenemos que hablar!
Desde el muro apareció una fila de caballeros armados con arcos y ballestas, listos para disparar, mientras una de las acompañantes de la princesa salía con un pergamino extendido, el cual comenzó a leer.
-¡Por orden de la princesa Piña Co Lada, a la Coalición se le prohíbe el paso a la ciudad de Italica! ¡Les queda absolutamente prohibido intentar acercarse y cualquier intento de eso será tomado como ofensa! Firmado, Piña Co Lada, tercer princesa del Imperio.
-¡No me jodas! ¡Sal ahora y hablemos como gente civilizada!
-¡Cállate, maldito barbará mugriento! ¡Arqueros, disparen!
-Oh mierda...-Murmuró Müller por lo bajo.
-¡Reversa, rápido!-Ordeno Schmidt al conductor del jeep. El chofer obedeció, arrancando el vehículo de una lluvia de flechas que por poco los mataba a los tres. En cuestión de minutos llegaron al puesto de mando, donde discutieron la situación con el resto.
-Japoneses y soviéticos ya han hecho mucho, pueden descansar. Ustedes, necesito que vigilen el área alrededor de la ciudad, no vaya a ser que lleguen más enemigos sin que lo sepamos-Empezó a repartir órdenes Müller a Donoso y Butler. A Chumikov e Itami los excuso por sus servicios anteriores, mientras discutía con Fernández y Schmidt lo que había que hacer.
-¿Entonces, cuál es el plan?-Pregunto Müller a los oficiales. A su alrededor se conglomeraron los oficiales de ambos regimientos, el comandante del regimiento blindado norteamericano de apellido Jackson, y los oficiales de los equipos de avanzada 1 y 2.
-Es simple. Salida diplomática, o bélica-Contesto Jackson.
-Solo hagamos lo que nos dijo el general Patton-Sugirió con una sonrisa Schmidt mientras desenfundaba su pistola, seguido de varios oficiales que entendieron su idea.
-¿Y eso que sería?-Pregunto Müller con una sonrisa grabada en la cara al igual que Jackson, sabiendo ambos a que se referían.
Todos los oficiales jalaron hacia atrás los cañones de sus armas, alistándolas para disparar.
-Aplastémoslos.
. . .
(1): Ni idea de si ya existía la expresión, pero por un desliz no se muere nadie, ¿verdad?
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