Capítulo 4: Primer Contacto
Disclaimer: "GATE: thus the JSDF fought there!" no me pertenece, todo el crédito a su respectivo autor.
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Capítulo 4: Primer Contacto.
"Las diferencias en las doctrinas se notan a cada hora. Y eso provocara admiración u odio, según como se aprecien."
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Oficina presidencial, Casa Blanca, Washington D.C. 27 de Febrero de 1942.
El presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, se encontraba reunido con los miembros más importantes del senado. El tema que los había reunido tan apresuradamente era uno solo: las bajas habidas producto de la 2° Batalla de Alnus, la cual se saldó con la victoria de la Coalición y un millar de muertos, acompañado de dos mil quinientos heridos. De esas cifras, 450 muertos y cerca de 1.000 heridos eran de los Estados Unidos. El asunto era grave ya que, si perdían un millar y medio de hombres cuando se defendían en un su base, ¿qué pasaría cuando atacaran a sus enemigos?
-No sé qué decir respecto a esa pregunta, señor presidente-Hablaba uno de los senadores-No soy militar, y le puedo asegurar que ninguno de nosotros tiene una idea aproximada de la situación allí o sobre qué hacer allá. Todo lo que sabemos es debido a las comunicaciones de Cubbison, Smith y los informes oficiales de Rommel.
-Ese Rommel sabe lo que hace, sin duda-Acotó otro senador-A pesar de lo acontecido y estando sus tropas en la defensa principal, la salvó con un número reducido de heridos y muertos para lo que le tiraron encima. A diferencia nuestra logro salvar gran cantidad de sus hombres de salir heridos o muertos.
-Lo mejor que podemos hacer es buscar algún general que pueda comandar más eficazmente a nuestros hombres allí, de modo que no sucedan más cosas como esta posteriormente-Anunció el presidente.
-¿Alguien como quien, McArthur?
-Oh no, no por favor. Ni siquiera lo pienses. No será mi favorito, pero de momento es el más capaz en Extremo Oriente. Si los japoneses continúan su avance en China y atacan el sudeste asiático donde nos encontramos, él es el único que podría detenerlos.
-¿Entonces a quién?
-Pues...
La puerta de la oficina se abrió de par en par, entrando a paso agrandado el hasta hace poco más de un año ascendido a General de División George Patton, enfundado en su uniforme y casco como de costumbre.
-Supongo que están discutiendo lo que ocurrió al otro lado de la puerta esa-Sentenció mientras caminaba a paso decidido por la oficina hasta plantarse frente al presidente y entre los senadores.
-Así es, general de división Patton-Contesto Roosevelt, con un tono que dejaba en claro que no le era grata la entrada que había hecho el oficial-Actualmente estamos evaluando algo importante, así que me alegraría que se retirara y entrara cuando hayamos terminado.
-¿A quién enviar al otro lado, verdad?-Murmuró con una sonrisa. El presidente lo miro fijamente, mientras analizaba como podría haber adivinado. Llego a la conclusión de que debería estar escuchando tras la puerta.
-Así es, general. Ahora, si nos disculpa, nosotros aún tenemos cosas de las que ha...
-¡Un momento!-Patton dio un manotazo en el escritorio, sobresaltando a todos los presentes-Aquí el problema no es de mando... ¡Si no de actitud! Miren a esos alemanes. Apenas vieron la situación saltaron a ayudar a sus compañeros... ¡Con los tanques en vanguardia, arrollando a cualquier enemigo que se les pusiera en frente! ¡Esa es toda la verdad! ¡No hay que ser un genio para saberlo! ¡Tuvimos esa cantidad de bajas porque nuestros generales no saben cómo usar lo que tienen, ni cómo adaptarse al campo de batalla que los rodea! ¡Esto no requiere más análisis que saber quién sabe usar qué!
Patton se calló después de su discurso impulsivo. La habitación quedo en silencio unos segundo, el secretario observando culpablemente desde la puerta, habiendo dejado pasar al impetuoso general.
-Así que... ¿eso es lo que piensa?
-Oh, por favor. Es fácil deducirlo. Las palabras de Rommel respecto a la batalla, el hecho de que maneja una división blindada y la diferencia de bajas entre nuestros ejércitos, siendo que se enfrentaron al mismo enemigo en las mismas condiciones. Es inútil pensar que solo porque somos aliados van a ayudarnos siempre. Hasta donde tengo entendido, casi todos los países han mantenido la distancia incluso dentro de la base de Alnus.
-Ya veo...-Roosevelt analizo las palabras del impetuoso general. Al poco tiempo se dio cuenta de que tenía razón. Los Estados Unidos tenían tanques, pero no muchos oficiales que supieran usarlos, menos aún al mando de grandes contingentes. Y eso le llevó a sus siguientes palabras.
-General...-Le llamó la atención-...si le diera el mando de una división blindada... ¿iría a reparar nuestro prestigio dañado?-Los senadores miraron a Roosevelt cómo si se hubiera vuelto loco, mientras que a Patton le brillaron los ojos.
-¡Señor presidente! ¡No puede estar hablando en serio! ¡Este hombre de aquí entro de golpe a la oficina presidencial y se atrevió a plantarle cara, además de tratarlo como idiota! ¡Debemos castigarlo, degradarlo! ¡Cualquier cosa menos premiarlo!-Un senador republicano empezó a reclamar, pero un gesto del presidente lo acallo.
-Aunque tampoco me gusta admitirlo, Patton tiene razón. Necesitamos poner al mando solo a quién está capacitado para tenerlo. Así que, Patton... ¿aceptaría mi propuesta?
Patton no dudo ni un segundo. Era su sueño desde que había terminado la Gran Guerra. Esbozando una sonrisa confiada, dictó su respuesta:
-Por supuesto, señor presidente.
-Bien...-Sin inmutarse ante el gesto del general, sacó de su escritorio una lista de divisiones militares clasificadas por tipo, junto a sus oficiales al mando. Roosevelt la analizo un momento antes de dirigirse de nuevo a Patton-A partir de este momento le doy a usted, General de División George Patton, el mando de la 4° División Blindada del Ejército de los Estados Unidos. Se reunirá con su división dentro de una semana, y partirá hacia Hawaii en una y media. En menos de 3 semanas a partir de ahora debe estar ya establecido en Alnus y listo para actuar.
-¡Si señor!-Patton realizo un saludo militar y se retiró de la sala, mostrando una brillante sonrisa y riendo ocasionalmente. El presidente y los senadores se miraron.
-¿Fue lo correcto?-Pregunto uno de ellos.
-Esperemos que lo haya sido. Es quizá uno de nuestros generales de blindados más capaces.
-Aun así, no puedo evitar pensar que acabamos de darle rienda suelta a un demonio en la tierra.
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Afueras de Coda. 2 Semanas más tarde. Mediados de Marzo, 1942.
Itami observaba las ruinas humeantes de lo que alguna vez había sido un pueblo de 600 almas. Con un suspiro, repaso lo que había sucedido.
-A ver. Llegamos, nos encontramos a los imperiales discutiendo con los aldeanos y quemando sus casas. Entramos. Nos atacaron. Cargamos. Una masacre de un solo lado. El pueblo destrozado por la lucha. Los civiles detrás de nosotros.
Echando la vista hacia atrás, pudo observar a los soldados japoneses cuidadosamente seleccionados por él, para tener un equipo lo menos agresivo y cegado posible. Por otro lado, los ingleses que iban con ellos socorrían a los civiles supervivientes de la masacre perpetuada por los Imperiales, quienes había poco menos que destrozado el pueblo en el que vivían. Aunque había una barrera en el idioma notable, el casi un año de aprendizaje sobre el idioma local en Alnus rendía sus frutos. Mediante eso pudieron averiguar que el pueblo era llamado Coda, y que los Imperiales habían estado quemando muchos pueblos y aldeas de la zona.
-Tácticas de tierra quemada-Pensó Itami. Con un gesto le indicó a los soldados que volviera a sus vehículos, y se dirigió al anciano del pueblo.
-Ir. Hacía. Allá. Alnus. Ser. Seguro-Le comunicó antes de darse la vuelta, subir al asiento del copiloto del camión Opel prestado por los alemanes, y dar la orden de partida. Mientras avanzaba, se puso a pensar en que harían los otros grupos.
-Cierto, ahora que lo pienso, ¿no había otro grupo por esta área?
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Fuego. Eso era todo lo que podía observar. El bosque quemándose y los gritos de la gente llenaban la audición, mientras algunos disparos sonaban de fondo. Girando lentamente sobre sus pies pudo observar el pueblo con casas en los arboles ser quemado hasta las cenizas por sus flammenwerfer 35, mientras los soldados buscaban y ejecutaban a quien quiera que se encontraran. A veces algunos locales intentaban resistirse, por lo que los soldados tenían un corto enfrentamiento con ellos, antes de seguir la búsqueda. A ciencia cierta, podía decir que había unos 60 muertos a esas alturas, la mayoría por el fuego de los lanzallamas. Tras él, los soviéticos miraban enmudecidos ese despliegue de poder y crueldad contra el pueblo de aquel bosque. El enfrentamiento solo había provocado 3 heridos: 2 alemanes y un ruso.
Siguió girando sobre sus talones, hasta que divisó a uno de esos humanoides rubios, casi arios, corriendo con otro de ellos en brazos hasta un pozo. Desenfundando su arma de servicio, una Luger P08, se acercó a paso lento por detrás, hasta encañonarle el arma en la parte posterior de la cabeza. El individuo ya había arrojado a la otra persona al pozo hacia un momento.
-Que. Tirar. Tú.
-Ni que fuera a decirte.
La barrera de idioma no fue impedimento para el oficial de la Wehrmacht en comprender que había dicho el lugareño. Sin mayor ceremonia, apretó el gatillo y la cabeza rubia exploto en sangre, carne y hueso, para luego caer junto al resto del cuerpo dentro del pozo. El oficial se juntó luego con sus hombres, que terminaban de buscar a lo largo del pueblo. El recuento fue rápido y simple.
-Herr hauptman. Hemos eliminado alrededor de 80 aldeanos que se opusieron a nosotros armados o atacándonos directamente. Todos ellos están muertos. Además, tenemos 31 prisioneros.
-Ya veo...-El hauptmann paseó su mirada por el grupo de gente rubia y alta. La mayoría lucia miradas agotadas o de shock en sus caras, mostrando síntomas de la traumática experiencia que había sido el arrase unilateral del pueblo. Entre ellos solo uno, una rubia, parecía apta para la germanización, más que nada debido a no tener las orejas alargadas. Luego de eso observó a los soviéticos, que miraban de forma similar a los aldeanos. Decidió dejarles en claro el mensaje.
No se metan con los alemanes.
-Fórmenlos en esa zanja.
Su orden se cumplió al pie de la letra. Los prisioneros fueron colocados en una fila horizontal a lo largo del borde de una zanja de tierra, convenientemente lo suficientemente larga para la operación. Los soviéticos, que conocían las armas de fuego, tuvieron un presentimiento de lo que iba a ocurrir. Pero los locales, desconocedores de cualquier cosa que no fueran espadas y flechas, solo se quedaron allí, desconcertados.
10 alemanes se alinearon detrás de los primeros 10 de la fila con un gesto del hauptmann. Los soviéticos abrieron desmesuradamente los ojos, mientras los prisioneros escuchaban asustados los pasos de las botas de los soldados de uniforme gris. Una vez ubicados, los 10 fusileros levantaron sus armas y apuntaron a las cabezas de los humanoides al frente suyo. Uno de los soviéticos, herido durante los primeros minutos del desorden del ataque, tuvo el coraje de gritarles.
-¡Corran! ¡Corran!
Tomo unos segundos para los prisioneros entender lo que decía aquel extraño de diferente uniforme. Pero ya era tarde. Dos segundos después del grito, el oficial alemán levanto su brazo y lo dejo caer.
-¡Fuego!
Un estruendo multiplicado por diez sonó en el bosque, y diez cuerpos cayeron dentro de la zanja. Los soldados, llamados ahora Grenadiers por orden del Führer, se ubicaron detrás del siguiente grupo.
-¡Fuego!
Nuevamente el estruendo multiplicado se escuchó por el bosque. Diez cuerpos más cayeron, y los grenadiers se ubicaron tras el último grupo.
-¡Fuego!
La historia se repitió, provocando que los últimos cuerpos cayeran dentro de la zanja. La última de la fila, aquella adecuada para la germanización, se había desmayado tras la primera tanda. Con un gesto del oficial, los soldados de uniforme gris la echaron al camión ZIS-5 de los soviéticos, sin darle mucha importancia de como cayera. El resto del pueblo fue enterrado en los escombros y las cenizas provocados por el fuego y las armas de los tanques. Dentro de unos minutos estaba todo listo para irse, la zanja sellada en la tierra y los cadáveres dentro de esta.
-Ustedes-Le dijo Karl a los soviéticos que miraron enmudecidos la escena-Ni una palabra de esto-El grupo asintió asustado, con la sensación de que si se negaban serían ejecutados allí mismo por los alemanes. En todos ellos quedo el trauma de lo acontecido en el lugar, cuya única culpa fue disparar 3 flechas al convoy cuando un soldado bajó a dialogar.
Mientras los rusos, ucranianos y otros se subían al ZIS-5, el oficial alemán le hizo un gesto al médico alemán del grupo, quien atendía a los heridos de sus heridas. El mensaje, a pesar de no hablar, fue claro.
-"Elimina al que hablo."
Y así como se dijo, se hizo. El soldado, de apellido Vorchevsky, vivió hasta poco después de abandonar el bosque. Nadie pregunto por el motivo, debido a que la flecha clavada en su hígado era una sentencia de muerte segura.
Aunque nadie recordó que le llegara en primer lugar.
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2 días antes. Sala de Mando de Base Alnus.
Los principales generales se encontraban reunidos junto a 6 oficiales de los ejércitos allí presentes. Era uno de cada país, además de uno de la División Azul, una división española de la cual una parte había sido traída hace poco al nuevo mundo. Los oficiales eran:
Hauptmann Karl Schmidt por parte de Alemania.
Captain Alejandro Fernandez Garcia por parte de Estados Unidos.
Capitán Itami Jouji por parte de Japón.
Capitán Khoakin Chumikov por parte de la Unión Soviética.
Captain Edward Butler por parte del Reino Unido.
Y el Oberleutnant Álvaro Donoso por parte de la División Azul.
-Señores, les queremos encomendar una tarea-Comenzó Rommel-Para explorar y comprobar cada rincón de este nuevo mundo, hemos decidido armas unos equipos de combate avanzados que mezclen tropas de nuestros distintos países, a fin de formar una camarería entre nosotros. Ustedes, debido a diversos motivos, han sido escogidos para comandar estos equipos. ¿Tienen alguna pregunta?
-¿Cuándo partimos?-Pregunto inmediatamente Álvaro, arrancando risas del grupo salvo de los más serios. Hubiera sido algo serio, pero la mirada divertida en su cara desvanecía toda la seriedad del ambiente.
-Mañana a primera hora. Durante el día de hoy se juntaran con sus equipos. Su misión será principalmente explorar, combatir grupos dispersos de enemigos e investigar sobre el funcionamiento del lugar, aunque parezca ser de la época romana. Además, es necesario que busquen posiciones cercanas fácilmente defendibles para colocar puestos avanzados con radios y ampliar el alcance de las señales. Eso es todo, pueden retirarse.
El modelo de cada equipo era simple: 2 tanques medios, 2 tanques ligeros, 1 camión cisterna, 1 semioruga o camión con ingenieros y transporte para 20 a 40 soldados. Los primeros equipos se armaron confusamente, pero debido a la falta de tiempo salieron a la carrera. Eso explicaba diversos motivos por los cuales los equipos tuvieron problemas de suministros o municiones, los cuales fueron solucionándose a medida que regresaron.
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Itami no creía lo que veía. Un pueblo en el bosque, quemado hasta las cenizas, donde no quedaba ni podría haber de nuevo vida. Múltiples cadáveres yacían aplastados por las ruinas, y los arboles habían cedido debido a su propio peso al debilitarse sus troncos. Era un paisaje gris y deprimente.
Kuwahara, un recientemente ascendido teniente que se hubiera transformado por casualidades de la vida en su segundo al mando, no pudo evitar dar una triste referencia a las crueldades hechas por sus compatriotas en China.
-¿Quedara alguien vivo?
-Lo dudo. Esto esta arrasado hasta las cenizas. Me cuesta creer que haya sido un accidente. Seguramente los imperiales llegaron antes que nosotros y quemaron el pueblo.
-Entonces este debe ser el origen del humo que vimos anoche...-Itami se dirigió al resto del equipo-¡Iremos al pueblo! ¡Busquen supervivientes por todo el pueblo! ¡No dejen una piedra sin levantar!
El grupo obedeció sus órdenes y empezó a buscar por entre las ruinas del lugar. Itami dirigía a los hombres por los lugares donde él creía que podría haber supervivientes. A pesar de sus esfuerzos, no encontraron a nadie. Los tanques Valentine Mk. III vigilaban los alrededores, aunque dudaban que quedara alguien cerca. Tras una hora de esfuerzos infructuosos, el equipo se reunió en el centro del pueblo.
-¿Encontraron algo?
-Negativo.
-Nada...
-Esto es una pérdida de tiempo.
-Solo cadáveres destrozados.
-Esto parece más una masacre que una destrucción de un pueblo.
Mientras los suboficiales discutían entre ellos, Itami se sentó en el pozo del pueblo, preparado para echarle un largo trago de agua a su cantimplora. Mala fue su suerte de que las paredes del pozo no soportaran su peso y se fragmentaran, dejándolo caer abajo.
-¡AAAAAHHHHH!
-¡Capitán! ¿¡Esta bien?!
Los japoneses del grupo corrieron donde su oficial, mientras los británicos tomaban sus armas. Los Lee Enfield se encontraban buscando blancos en todas direcciones, y los Sten apuntaban a los arboles más cercanos en busca de hostiles. Cuando se hubieran certificado que no había enemigos, fueron de igual manera donde su oficial la mando.
-¡Estoy bien! ¡Tírenme una cuerda!-Oyeron gritar a Itami. Los japoneses no se hicieron esperar, y amarraron una cuerda a un tanque y la arrojaron al interior del pozo. Acelerando el motor subieron al capitán, quien traía consigo una mujer rubia de orejas alargadas.
-¡Encontré un superviviente! ¡Rápido, ayúdenme!
-¡Ya oyeron, muevan el culo!
-¿Dónde está el médico?
-¡Aquí estoy!
Con la ayuda del médico y los soldados presentes, lograron comprobar que la encontrada no tenía ninguna herida física. El único problema era una posible hipotermia, por lo cual se la coloco al sol sobre el motor del tanque, dándosele algunos medicamentos.
Al cabo de una hora, decidieron largarse allí y volver a Alnus. Se estaban acercando al límite de distancia y no habían encontrado nada más que un pueblo destrozado por imperiales y otro en ruinas.
-"Me pregunto cómo les habrá ido a los otros equipos"-Se preguntó Itami mientras subía a su asiento.
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Alguna parte al sur de Alnus.
Algunos locales le habían dicho que tuviera cuidado si entraba en ese bosque. Que había criaturas, elfos si había entendido bien, oscuras y que engañaban a los hombres. Guerreros que masacraban a aquel aventurero que los desafiaba, y eliminaban al ejército que, desprevenido, los molestaba.
-Solo falacias. No hay forma que algo de este asqueroso mundo nos haga daño-Murmuro para sí mismo mientras observaba su equipo. Un Valentine Mk. III, un Sherman M4, 1 Loyd Carrier con Royal Enginers y dos camiones ZIS-5 con soldados japoneses (que odiaba) y soldados británicos (que despreciaba por ser la plebe del país). Comprobó su metralleta Sten de 9mm mientras pensaba en sus opciones. Puede que ellos tuvieran la ventaja de los blindados y el poder de fuego, pero los elfos que vivían allí conocían el terreno, algo que podía costarle muy caro a quien se aventurara confiadamente.
-Señor, ¿su orden?-Pregunto su segundo al mando, de apellido Evans.
-Dile a los chinos esos que investiguen el borde del bosque. Me quedare con los tanques y la mitad de los nuestros aquí para contactar con Alnus y pedir instrucciones. Mientras tanto toma 4 hombres e investiga los alrededores, dile a Robert que tome otros 4 y haga lo mismo. Los quiero a todos de vuelta en 20 minutos.
-Yes sir!
Mientras los japoneses armados con fusiles tipo 99 y subfusiles tipo 100 se aventuraban en el linde del bosque y las patrullas británicas exploraban los alrededores, Edward Butler se sentó tranquilamente sobre el Valentine y empezó a hervir agua. Mientras tanto, le indico al hombre que usara la radio del tanque (ignoraba quien era el encargado) para comunicarse con Alnus. Espero pacientemente hasta que el agua hirviera y se sirvió una taza de té, mientras el comandante del tanque luchaba por entablar una comunicación estable con la base en Alnus.
-¿Alguien me recibe? Este es el captain Edward Butler al mando del 5° Equipo de Avanzada. ¿Me escuchan bien?
-Afirmativo, captain Butler. ¿Cuál es la situación?
-Nos encontramos con un bosque en el que según los locales hay seres peligrosos. Escuche algo de elfos, pero no es seguro debido a que no dominamos el leguaje.
-Confirme, captain Butler, ¿dijo elfos?
-Afirmativo Alnus, elfos. E-l-f-o-s.
-Un momento-Butler esperó unos minutos en los cuales supuso el operador de radio fue a comunicarse con sus superiores. Al cabo de un rato volvió-Marquen la zona para evitar que algún otro equipo entre y regresen a Alnus de inmediato. Si es posible sigan otra ruta para cubrir más terreno explorado.
-Recibido, base Alnus. Butler fuera.
Colgando la radio, Butler termino su taza de té y se dirigió donde sus hombres. Con instrucciones precisas, les ordenó colocar los carteles de aviso para evitar que algún despistado de los suyos entrara en ese bosque. Cuando regresaron las patrullas las puso a ayudar también, por lo que en 10 minutos ya habían terminado de cubrir la zona.
-Bien, nos vamos.
-¿No hay que esperar a los chinos, captain?
Butler parpadeó unos segundos, como si se hubiera olvidado de ellos. Lo más probable es que eso hubiera sido lo que pasó. Suspirando, murmuró-...sí, es cierto. Los malditos chinos. Aún no han regresado. Si no regresan en 5 minutos ya verán como yo les...
Su monologo fue interrumpido por el sonar de 4 disparos, todos provenientes del bosque. Oficiales y soldados agudizaron los oídos, pero no escucharon más. Entonces empezaron a sonar muchos más disparos saliendo del bosque, lo cual provocó que el grupo saliera a la carrera hacia el lugar.
-A saber que se habrán encontrado esos chinos de mierda...-Murmuró Butler mientras se subía al ZIS-5. El grupo avanzo atento por entre los árboles, buscando objetivos entre los árboles. De vez en cuando sonaban disparos ocasionales, los cuales redirigían la dirección del grupo. A más de un fusilero le pareció ver una sombra moverse por entre los árboles. Finalmente llegaron a un claro algo grande donde se encontraban los japoneses: estaban en una formación circular, con los heridos en el centro. Dentro de nada el círculo fue rodeado por los tanques y camiones, y todos los efectivos desmontaron y se unieron a los camaradas orientales.
-¿Qué demonios sucedió?
-Nos emboscaron. Son esos dichosos elfos oscuros que dieron los locales. No los hemos podido ver de cerca, pero uno que derribamos demostró que tienen la piel morena, suficiente para camuflarse en este oscuro bosque de mierda-Informo el teniente al mando de los orientales.
Butler examinó los alrededores del claro, observando figuras moverse por entre las sombras. Sus ojos, entrenados con años de permanencia en el sudeste asiático, rastreaban con profesionalismo los movimientos de su enemigo. Los soldados observaban sus gestos, esperando una orden pata atacar.
Repentinamente señalo un punto entre las ramas de unos árboles.
-¡Allí! ¡Fuego a discreción!
Las ametralladoras de los tanques y ligeras, además de las metralletas y fusiles se dirigieron hacia el punto señalado por el oficial y abrieron fuego, descargando su metralla. Del lugar cayeron múltiples cuerpos, y provoco un ruido en las ramas de los otros árboles que se fue alejando con el paso de los segundos.
-¡Se fueron! ¡Tomen los cuerpos en mejor estado y échenlos en los camiones para examinarlos en Alnus! ¡Nos largamos de aquí!
XXXXXXXXXX
En algún lugar al norte de Alnus.
-¿Soy yo o hay demasiados cuervos en esta zona?-Pregunto Chernov, un teniente del Ejército Rojo.
-Es cierto. No ha habido una batalla o masacre cerca, lo que hace que deje de tener sentido. Un nido tampoco justificaría esta cantidad-Respondió Khoakin, escrutando el camino con atención.
-¿Deberíamos detenernos?
-No, sigan adelante.
Al poco andar unos metros bajo la concentración de cuervos, la cual había llamado la atención de casi todo el grupo, Chernov avistó... algo...
-¿Eso es... una niña?
-¿Qué cosa?
-Eso-Dijo señalando un punto en el camino, ofreciéndole sus binoculares al capitán.
-Déjame ver-Busco por el camino hasta que la encontró. Era efectivamente una niña, con unas extrañas ropas rojas y negras y un hacha o alabarda gigante-Pues sí, es una puta y condenada niña.
-Parece tener unos 16... ¿no es muy pequeña para ir sola y armada?-Pregunto Chernov.
-¿Y por qué me lo preguntas? No soy adivino. De momento acerquémonos, o sigamos como que no la hemos visto.
El grupo se acercó, sus vehículos sin disminuir la velocidad, al encuentro de la joven que encontraron. Esta mantenía una sonrisa en su cara mientras los observaba acercarse sentada. Esperó hasta que estuvieran a unos 10 metros para plantárseles enfrente y obligarlos a frenar.
-¿¡Quién demonios dijo que frenaran!? ¡Casi se me cae la botella!-Se escuchó gritar a Khoakin desde el ZIS-5.
-¡Señor, la niña esa se nos plantó en medio del camino! ¿¡Qué hacemos?!
-¿No le pueden pasar por encima simplemente?
-¿Quiere ser juzgado por el NKVD?
-Bien jugado, pequeño hijo de puta... ya voy.
Junto a Chernov, un par de soldados y el libro traductor, Khoakin Chumikov salió del camión ZIS-5 y se plantó frente a la extraña niña, quien no paraba de observarlos con curiosidad y confianza.
-¿Quién eres tú?-A diferencia de los otros comandantes de avanzada, Khoakin había tenido mucho tiempo libre y debido a eso había logrado dominar el idioma local, con algunas fallas ocasionales y problemas de pronunciación, pero dominarlo en su mayoría.
Como toda respuesta, la niña se rio levemente unos segundos antes de responder en un tono juguetón-¿Acaso no me conoces?
-Si lo supiera no preguntaría.
-Bien. Soy la apóstol de Emroy, el dios de la guerra, Rory Mercury.
-¿Y eso significa que res...? ¿Acaso una celebridad o algún sacerdote?
Rory no pudo evitar suspirar. ¿Es que estos nunca han escuchado en todas sus vidas sobre los dioses?
-¿No conocen a los dioses?
-Muchos problemas tengo ya con los dioses en los que no creemos como para creerme los dioses de un mundo fantasioso-Respondió fastidiado Khoakin.
A Rory eso no le causo gracia.
Levanto su hacha y se dispuso a dar un paso hacia el que hubiera ofendido a los dioses, pero u sonido sonó de la nada y pudo ver como salía un penacho de tierra frene a su pie, a la vez que se aparecía un agujero que no había antes.
-Yo que tú no me acerco-Le dijo gravemente su ahora enemigo. Rory sonrío maliciosamente y se lanzó hacia adelante, atacando con su hacha. Esperaba escuchar el sonido de la carne siendo cortada y la resistencia de la tierra al partir el cuerpo en dos, pero lo que obtuvo a cambio fue el sonido de metales rechinando, su hacha impactando la tierra y como dos cosas le entraban al cuerpo y le producían heridas pequeñas. Parpadeando, vio como la persona frente a ella desvió su ataque con una pala y los dos acompañantes habían hecho lo mismo que cuando intento avanzar por primera vez, solo que hacia su cuerpo. Espero unos segundos hasta que sus heridas se curaran, logrando miradas desconcertadas de los 3 enfrente suyo, antes de volver a atacar.
El resultado fue el mismo, solo que más cerrado. Los dos hombres a los costados, que pudo identificar como soldados, volvieron a hacer sonar esas varas de metal y volvió a sentir esas pequeñas heridas en el cuerpo. Luego, el que parecía estar al mando grito algo en una idioma desconocido para ella.
-¡Nos atacan! ¡Desmonten y abran fuego!
Varios soldados con uniforme similar, y otros con uniforme verde descendieron de los carros que, ahora que reparaba en ellos, no eran tirados por caballos. Se colocaron en dos filas levantando varas de hierro similares a las que tenían los soldados frente a ella. Y una multitud de sonidos como los de antes se hicieron escuchar, y empezó a sentir una gran cantidad de heridas po todo su cuerpo. Maniobrando su hacha logro bloquear o desviar varias, pero muchas más entraban en su cuerpo. Comprendiendo que podría morir si seguía así, decidió echarse al suelo y avanzar pegada a este. Dentro de poco ocurrió una situación similar a la de arriba, solo que ahora le era más difícil bloquear los proyectiles. En un momento dado, sin embargo, la mayor parte de ellos se detuvo y empezó a hacer algo con esas varas de hierro. Rory vio su oportunidad.
-¡Eres mío!
Atacando al que claramente estaba al mando, su hacha fue nuevamente desviada por su enemigo. Luego este saco una especie de artefacto de metal, que empezó a hacer sonidos similares a los que hacían las otras varas de hierro. Comprendió que era una versión más pequeña y se retiró, a tiempo para evitar la nueva andanada del grupo principal. Era imposible acercarse.
-¡Está bien, está bien! ¡Alto! ¡Paremos! ¡Ninguno de nosotros podrá ganar si seguimos así!-Grito, comprendiendo que no podría ganar, aunque tampoco perder, contra esos desconocidos.
Con un gesto de su mano y un comando de voz, los sonidos de las armas cesaron. El que estaba al mando de acerco a ella, con toda la disposición de ser quien está al mando.
-Repito. ¿Quién eres?
-La apóstol del dios Emroy, dios de la guerra. Soy una semidiosa-Explicó al comandante, quien pareció satisfacerse algo con eso.
-Soy el capitán Khoakin Chumikov, líder del 4° Equipo de Avanzada de la Coalición contra el Nuevo Mundo-Se presentó el que estaba al mando. Rory abrió los ojos. Si era apenas un equipo de avanzada al que no le pudo ganar, ¿Qué pasaría si se enfrentaba al ejército? El Imperio no tendría oportunidad.
-¿Son ustedes magos?-Pregunto, intrigada por la "magia" que habían utilizado contra ella.
-No. De dónde venimos no existe la magia.
El Imperio estaba perdido.
-¡Oraculo! ¿Ya es seguro salir?
-¡Sshh! ¡Quédate en silencio!
Observando más allá de su enemigo, Chumikov pudo ver una gran cantidad de gente, presumiblemente civiles, escondida a los lados del camino. Miraban con ojos asustados a los extraños, y parecía que habían escapado de casa con lo puesto.
-¿Qué pasó con ellos?
-El Imperio destrozo su hogar-Contesto Rory.
-"Tácticas de Tierra Quemada..."-Pensó Khoakin.
-Pueden ir con nosotros. Alnus es seguro-Aseguró el capitán soviético al apóstol. Este le comunico la oferta a los que se escondían tras ella, que lejos de agradecerles, se asustaron.
-¡Alnus no es seguro! ¡Alnus está ocupado por los demonios enemigos del Imperio! ¡Nos mataran si nos acercamos!-Fueron algunos de los comentarios que escaparon de la plebe.
-¿Parezco un condenado demonio?-Alzó la voz Khoakin. La gente lo miró. Efectivamente, era una persona normal en una ropa de combate extraña.
-¿Pero no son enemigos del Imperio?-Preguntó Rory con desconfianza, preparándose para entrar en acción.
-Por todo lo que hemos visto, dudo que el Imperio los considere parte de su país-Dijo Khoakin mientras observaba a los civiles-Alnus es seguro para todos ellos, no serían los primeros. Mientras no nos hagan daño pueden quedarse.
La gente se emocionó. Habían perdido su hogar, pero encontraron gente que los ayudaría hasta encontrar uno nuevo. Y quizá lo más irónico, es que aquellas personas eran los enemigos de sus protectores.
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Base Alnus. Pista aérea.
-¡Ya era hora! ¡Estoy cansado de esperar que hagan estas malditas cosas! ¿Por qué se toman tanto tiempo en algo tan importante la viación?
Dejando de lado las quejas desoídas de un piloto de la RAF, el ingeniero con rango de teniente norteamericano Carson contemplo su obra. La pista de aterrizaje de la aviación costo un mundo en un terreno tan demolido por el paso de tanques y camiones, sin contar la falta de maquinaria necesaria, pero lo lograron. Podía ver las expresiones felices en la mayoría de pilotos allí establecidos, con un arsenal aéreo limitado pero eficaz: un par de escuadrillas de JU-87, una escuadrilla de de Havilland DH.98 Mosquito, Ilyushin Il-2, un grupo de Bell P-39 Aircobra, y sin olvidarse los Hawker Hurricane Mk. IIC. A pesar de todo, el arsenal aéreo estaría listo y operando e menos de una semana, listo para abatir a esos desgraciados donde se aparecieran.
Pero no todo eran buenas noticias. De sus camaradas ingleses se supo que la producción del tanque pesado Churchill fue cancelada debido a su baja velocidad. Así mismo, los soviéticos y alemanes estaban desarrollando nuevas armas que el resto desconocía. Lo que provocaba más desconfianza eran los pilotos, que comentaban cosas vagas respecto a aviones que nadie entendía salvo los de su propio país. Decían que llegaría una escuadrilla de Messerschmitt Bf 109. Aviones más, aviones menos, a él no le importaba.
Después de todo solo era un ingeniero.
. . .
N/A: Y con esto empezamos el Arco 2 de nombre "Entablando Relaciones", que tiene igualmente una duración de tres capítulos. Nos leemos.
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