Capítulo 10: Como fino cristal

Disclaimer: "GATE: thus the JSDF fought there!" no me pertenece, todo el crédito a su respectivo autor.

N/A: Aunque esto se puede decir de varios otros capítulos y momentos en esta historia, al menos en mi cronología y si tuviera que considerar uno solo, diría que este capítulo (junto con el siguiente) son el mayor punto de "inflexión" (por decirlo de alguna forma) de la narrativa. En la Nota de Autor del final del siguiente capítulo dejaré una breve explicación (con algunos spoilers igual) del por qué, pero lo digo para que lo tengan en mente.

Ah si, y aviso que hay un time-skip de seis meses. Que puedo decir, no tenía muchas ganas cuando escribí esto.

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Capítulo 10

Como un fino Cristal

"No sé cuándo fuimos más estúpidos. Si cuando dejamos a los alemanes en paz tras la conquista de Polonia, o cuando dejamos al Imperio de Sadera rearmarse tras Itálica.
-Oficial británico, 1944"

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Alnus, Noche de la firma del Tratado de Paz

Álvaro Donoso se encontraba en una de las cantinas de la ciudad construida por los civiles refugiados en Alnus. Era una de las más populares, lo que usualmente provocaba una gran clientela, pero debido a la larga noche que se avecinaba y a la firma del tratado de paz, el lugar estaba lleno de tropas de todos los países, Coalición e Imperio por igual, que buscaban alargar la celebración y la ingesta de alcohol todo lo posible. Pero a diferencia de la mayoría alrededor suyo, que bebía a la salud de celebrar la añorada paz, él solo estaba sentado en la barra con una jarra de cerveza para olvidar, y de alguna forma rogar perdón por sus pecados.

-¿Qué hace aquí, teniente?-Preguntó una voz junto a él. Girando la cabeza, el español pudo observar a un sargento castaño sentarse a su lado, recibiendo al mismo tiempo una cerveza de una de las meseras.

-Es capitán ahora-Comunicó Donoso. Al girarse el sargento para recibir la bebida alcohólica, Donoso pudo comprobar el parche con forma de escudo con los colores españoles que llevaba bordado en el brazo-Me ascendieron hoy.

-Vaya noticia-Le respondió el castaño subalterno inclinándose de hombros-¡Celebremos por eso entonces! ¿O acaso es de los santos que piensan que beber mucho es de bárbaros e incivilizados?

-Para nada-Respondió el pelinegro-Simplemente esperaba poder expiar mis acciones...

-... ¿Al fondo de una jarra de cerveza? Amigo, creo que deberías ir a la iglesia en lugar de a un bar-Comentó el sargento, cambiando su mirada a una más preocupada. Ciertamente, se habían construido iglesias para los soldados de las diversas religiones, siendo los españoles los principales activistas para construir una (al inicio) pequeña capilla católica, algo que los alemanes católicos agradecieron en silencio.

-Probablemente esté llena o cerrada esta noche. Hay demasiado desorden en las calles como para pensar en que permanecería en pie si se abriera.

-Tienes un punto ahí-Ambos cayeron en un profundo silencio, pese al bullicio que había en los salones del bar-Y dime, ¿Qué te acompleja?

-Las cosas que hice allá en Rondel. Torturar gente inocente no es lo mío... y en realidad la tortura en general me desagrada.

-¿Y por qué lo hiciste?-Aunque no tenía idea de lo que decía, el sargento sabía que siempre era mejor descargar parte del peso.

-Órdenes son órdenes. Rómpelas y reza porque solo te amonesten.

La conversación se vio interrumpida por el grito de un ruso, quien llamaba a alguien a gritos.

-¡Joseba! ¡¿Dónde carajos te has metido, hombre?!-El que gritaba a pleno pulmón no era otro que el capitán Khoakin Chumikov, comandante del Cuarto Equipo de Avanzada, quien avanzaba con dos jarras de cerveza, una botella de vodka y una expresión de borrachera pura.

-¡Aquí! ¡¿Qué sucede?!-Respondió el sargento, ahora identificado como Joseba.

-¡Tengo a un inglesito que cree que puede tomar más que tú y seguir con la cabeza cuerda!

-¡¿Dónde está?! ¡Iré a mostrarle con quien no meterse!-Antes de abandonar el mesón, el sargento se acercó al capitán deprimido-No dejes que te afecte. A fin de cuentas, lo que hiciste puede parecer cruel, pero en base a las cosas crueles pueden nacer cosas increíbles. Piensa eso-Y con esas palabras, el sargento se desvaneció entre la multitud, para aparecer junto al oficial ruso y un sargento británico. El bar empezó a llenarse de voces que apostaban a cualquier de los dos, mientras el capitán español terminaba su cerveza, pagaba, y se dirigía a la ahora iglesia en toda regla. Quizá ya era hora de darle una visita al padre local.

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En alguna parte de Alemania. Finales de Julio, 1942.

Los gritos de dolor llenaron la celda una vez más. Pese a que la mayoría de las celdas para prisioneros políticos de ese pasillo estaban vacías, varias mostraban señales de uso reciente. Y no era para menos: en casi todas esas celdas se encontraban anteriormente nobles del Imperio, prisioneros que formaban parte de la sección alemana de prisioneros valiosos obtenidos por la Coalición. Pero, nuevamente, no estaban todas vacías.

Las herramientas que aplicaron la electricidad sobre el delicado cuerpo femenino de una noble del Imperio se retiraron nuevamente a la batería que le proporcionaba energía, mientras que en la celda de enfrente un par de soldados con las "SS" rúnicas lanzaban dentro un cuerpo masculino inconsciente igualmente noble del Imperio, el cual exhibía marcas de quemaduras y golpes.

Ernst Kaltenbrunner observaba como la noble se negaba a hablar una vez más, suspirando con un gesto de cansancio. Sin embargo, un murmullo proveniente de la única mujer en el lugar llamó su atención.

-¿Qué dice?-Preguntó al intérprete. Este escuchó a la chica acercándose para tener mejor audición.

-Dice... '¿Dónde llevaron al resto?'-Tradujo.

-Pregúntale si hablará si le decimos-Ordenó. El SS traductor así lo hizo, recibiendo una sorprendente respuesta afirmativa de la prisionera.

-La princesa duró mucho más e hablar, al igual que varios otros-Comentó un miembro del SD allí presente.

-No puedes comparar al líder con los subalternos en una orden medieval. Usualmente ellos solo siguen a su líder para poder ascender o por lealtad, no por una causa. Quitas al líder-Hizo referencia a cuando la princesa Piña soltó su información-Y empiezan a caer-Dirigió su mirada a la celda de enfrente-Ese sujeto fue bastante resistente. Si logramos romperlo, podemos usarlo como agente contra los rojos o británicos.

-¿No debería decirle a ella lo que sucedió con sus compañeros?-Preguntó el intérprete.

-Cierto, cierto. Me olvidaba-Recomponiéndose, se preparó para hablar al igual que el traductor-Mire, señorita. Es simple. Firmamos la paz. Decidimos devolver a los nobles prisioneros al Imperio como una muestra de buena fe, y en parte como un intercambio para que nos devolvieran a nuestros ciudadanos capturados-Cuando el traductor terminó de traducir, la mirada de alivio que tenía la prisionera cambió a una de duda, la cual manifestó al intérprete sin tardar.

-Pregunta porqué ellos dos siguen aquí si devolvieron a los prisioneros.

-Muy simple, "noble"-A pesar de no entender, la chica de solo 16 años sufrió un escalofrío ante el sentimiento de superioridad que manifestaba el alemán-Ustedes no son prisioneros. Solo son... "desaparecidos"-La sonrisa se vio como algo increíblemente oscuro y tenebroso para la joven noble, que solo pudo dejar escapar un leve grito antes de caer inconsciente, aparentemente entendiendo lo que ese estatus significaba para su porvenir.

-Esperen a que despierte y vean que sabe. Eso es todo-Y con eso, el alto mando de inteligencia se retiró de la sala sin demora.

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Afueras de Rondel. Inicios de Agosto, 1942

-Entonces, ¿qué necesitas Zorzal, príncipe heredero del Imperio?-Preguntó uno de los ancianos del Consejo de Magos de Rondel. Frente a él y otros de su tipo, en una de las casas de seguridad para reuniones secretas, se encontraba el mismísimo heredero de la corona imperial, Zorzal el Caesar.

-Muy simple, señores. Sé de lo increíble que es la magia, y que tiene un potencial exorbitante. Sin embargo, debo disculparme antes que nada ante la actitud previa del Imperio hacia ustedes.

-Podrían comenzar por dejar de arrebatarnos a los buenos magos de combate-Comentó uno por lo bajo, más un codazo en las costillas de uno de sus compañeros lo hizo callar.

-Ya han conocido al enemigo invasor de otro mundo. Y como tal, seguramente sabrán de la ventaja tecnológica que posee. Necesito su ayuda para diseñar algo que pueda darnos aunque sea una igualdad en combate contra ellos.

-¿Y qué le hace creer, príncipe heredero, que le ayudaríamos en su peligrosa empresa? El invasor de otro mundo, como usted lo llama, se ha acercado pacíficamente e incluso nos ha propuesto una cooperación en temas académicos. No entiendo porque puede ir tan lejos como para pedir nuestra ayuda casi a espaldas del Emperador-Cuestionó uno de los ancianos.

-Se han acercado pacíficamente a ustedes porque son magos, y ellos no poseen magia. ¿Acaso habéis visto, o siquiera avistado de reojo, las armas enemigas?

-Cuando vinieron no poseían más armas que unos barrotes de hierro o madera, aunque sus carros me parecían curiosos-Indicó uno.

-Os puedo asegurar, señores, que no es así. Sentémonos, y les contaré la verdadera crueldad de nuestro nuevo enemigo.

Zorzal, rodeado por los más influyentes ancianos de Rondel, empezó a relatar las batallas habidas entre la Coalición y el Imperio, usando tanto relatos propios de la Primera Batalla de Alnus, como de varios soldados enfrentados contra la Coalición en el caos alrededor de la entonces frontera de facto. Lógicamente, Zorzal exageró los relatos, demostrando las cualidades demoniacas de las armas enemigas y exaltando las cualidades de los propios soldados al defenderse de tan monstruoso enemigo. Sobraba decir, que los ancianos empezaron a quedar cada vez más asombrados por lo que relataba el príncipe, olvidándose de con quien estaban lidiando. Y para rematar su historia y ponerle una jugosa guinda al pastel, Zorzal declaró su oferta.

-Viéndose el Imperio en tan precaria situación, es cuando vengo a rogar que nos presten sus servicios para combatir a este enemigo. Obviamente, no solo tendrán una lujosa recompensa. El Imperio se compromete a dejar de atraer magos para sus filas de combate, pagar por cada modelo fabricado, y darles facilidad a ustedes de acceder a la mayoría de los archivos que el Imperio tiene resguardados en su biblioteca, entre ellos varios volúmenes de una única copia. ¿Qué dicen? ¿Creen que podemos llegar a un acuerdo?

Los comentarios de aprobación llenaron la sala, los que no aprobaban toleraban. Pronto se llegó a un consenso general.

-Esta de suerte, príncipe Zorzal. Si podemos hacer algo como lo que usted dice que hace el enemigo, tengo a una chica aquí en Rondel que podría realizar un muy buen trabajo sobre eso. Solo hay que darle un pequeño empujón y ya está podría trabajar dedicadamente sin problemas.

-Me encargaré de darle ese incentivo. Llévenme con ella.

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Agosto, 1942-febrero, 1943

Aquel periodo de 6 meses fue lo más pacífico que conocieron múltiples soldados y civiles de la Coalición que entraron en ese mundo al otro lado del GATE. Con la paz alcanzada y la Operación "Market" finalizada (consistente en asegurar por las armas los alrededores de Alnus e Itálica), las misiones diplomáticas y comerciales se extendieron por varios reinos y ciudades autónomas, aprovechando los terrícolas la escasa tecnología para conseguir lucrativos precios (normalmente en materias primas, metales preciosos o grandes cantidades de alimentos). La Coalición, pese a las libertades comerciales, controló férreamente el control de la tierra adquirido por terrícolas, limitándolo a terrenos no muy amplios y que estuvieran en las cercanías de la frontera (a forma de escudo).

De igual forma, al producirse ataques a los comerciantes al considerarse sus productos "milagrosos", la Coalición se vio obligada a proporcionar misiones de escolta a los diversos negociantes que cruzaban el portal en búsqueda de recursos baratos (los soldados no pusieron muchas quejas, con tal de salir del aburrimiento diario). Las misiones de escolta fueron otorgadas a unidades de reconocimiento de la infantería regular, usualmente con caballería (a muchos civiles locales les sorprendió saber que, pese a las poderosas armas, aun existiera la caballería, provocando que los partidarios locales de la caballería ganaran más puntos a favor), mientras que las misiones diplomáticas y de exploración oficiales fueron otorgadas a los Equipos de Avanzada, considerados los más veteranos en cuanto a desenvolverse con los locales y las situaciones combativas potenciales.

Varias naciones establecieron tratados comerciales con la Coalición, siendo la única excepción notable el Imperio de Sadera, que pese a las guardias establecidas aun sufría de un contrabando serio que provocaba que productos terrícolas llegaran incluso a manos de los nobles lo suficientemente abiertos de mente para ellos. Pero del príncipe Zorzal y sus "Escuadras de Zorzal" no se había oído nada más que rumores desde que pasó 1 mes desde la firma del tratado y Zorzal pasara por las capitales de los 5 países atacados. Simplemente pareciera que se habían hecho humo.

Otro factor desconocido para la Coalición era el Ejército Imperial. Salvo las maniobras públicas, poco se sabía de él desde las humillantes derrotas de Alnus y las guerrillas de Itálica. Simplemente no había noticias, cosa que poco preocupaba a la Coalición debido a su superioridad tecnológica y material. Por ende, las cosas para los soldados, políticos y comerciantes fueron pacíficas y sin noticias durante todos esos meses.

Sin embargo, las cosas no estaban tan tranquilas al otro lado del GATE. 6 meses sin la necesidad de la alianza habían empeorado las ya delicadas relaciones del eje Londres-Berlín-Moscú, al punto que varios generales con sus regimientos y divisiones habían sido movilizados "en ejercicios" a zonas cercanas a las fronteras, de forma que oficiales de alto rango como Rommel y Montgomery ya no se encontraban en Alnus, siendo reemplazados por los generales Gotthard Heinrici y Michael O'Moore Creahg respectivamente. Los residentes de Polonia y de Francia, así como los de Dinamarca, Noruega, Países Bajos y Bélgica, temían ya un resurgimiento de las hostilidades aún más agresivo que antes. Y pese al tratado de no-agresión soviético-japonés, todavía existían soldados de ambos bandos vigilando atentamente la frontera, como si los actos de camarería en Falmart no hubiesen existido. Y para colmar las paciencias, cada día más gastadas, los japoneses continuaban con su lento y sangriento avance por China.

Las armas, por supuesto debían seguir ese desarrollo político-bélico. Entre las varias que llegaron, se encontraban armas cortas como el subfusil M3 norteamericano, el PPS 43 soviético, la carabina M1 norteamericana y el fusil semiautomático G43 alemán, entre otros. El desarrollo blindado, mientras tanto, no había avanzado mucho aun, fuera de algunos prototipos o planos. Stalin había vuelto a realizar una purga entre los oficiales que dudaban de la capacidad del ejército rojo (aunque esta vez mucho más controlada), mientras que los altos mandos alemanes y británicos seguían siendo parcialmente dominados por sus respectivos líderes (Adolf Hitler y Wiston Churchill respectivamente).

Y este panorama tan complejo fue el que estaba a la vista de todos cuando, aquella tarde del jueves 4 de marzo de 1943, el Sexto Equipo de Avanzada al Mando del capitán Álvaro Donoso se encontraba en aquel pueblo al este de Itálica con una columna...

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Pueblo de Lancia. 4 de Marzo de 1943.

Eran cerca de las cinco de la tarde. El Sexto equipo de Avanzada se encontraba en el lugar identificado como Lancia, un pueblo sin nada especial salvo un paradero y algunas hosterías donde los viajeros que iban hacia la capital imperial podían descansar. Esto se debía a la ubicación del pueblo: siendo por muchos kilómetros el camino más corto y directo, la forma más rápida de llegar a la capital imperial desde el centro del continente era mediante el paso por las montañas allí existente, provocando que el negocio de la hotelería floreciera en la región, aunque fuera de forma pequeña.

De esta forma, Lancia se convertía en un lugar estratégico tanto para la defensa del centro del continente (Dominado por la Coalición) como para lanzar un ataque al corazón del Imperio. El pueblo no se encontraba en el paso montañoso en sí, sino que estaba en una de las colinas vecinas en dirección a Itálica. Por el contrario, el bosque que se hacía presente entre las montañas dejaba poco espacio para construcciones, y nadie dudaba que ya se hubiera usado en el pasado para emboscar ejércitos invasores con extrema facilidad.

De por si el hecho de que un Equipo de Avanzada se encontrara fuera de la base era algo raro. Desde el asentamiento de la paz en el continente, los soldados que los conformaban quedaron como los más veteranos en lidiar con los problemas y enfrentamientos de la región debido al tiempo que estuvieron desplegados (aunque gran parte de ellos simplemente arrasó lo que se les interpuso enfrente), por lo que fueron destinados a labores de escolta de diplomáticos y otros asuntos oficiales. Por ende, para cualquier oficial de la Coalición, ver a los ibéricos uniformados de gris y con el escudo amarillo y rojo en el brazo en un pueblo sin un embajador o algún otro cargo importante extrañaría hasta al más despistado. Lo único que añadía cierta distracción a este hecho era la maga que iba acompañando al grupo en su "viaje".

Sin embargo, la misión (o la aparente falta de esta) que traían los españoles justificaba esta extraña conducta. A pesar de pertenecer al Heer al igual que los miembros del Primer Equipo de Avanzada, el hecho de que fueran españoles le daba un punto a favor a los altos mandos que quisieran un equipo no-afiliado a una de las 5 potencias al otro lado del portal para encargarse de los trabajos sucios o arriesgados. Precisamente por eso es que estaban siendo ellos desplegados y no otro de los cuatro disponibles (el equipo británico fue enviado al límite del Bosque de Schwarz, por lo que no estaba disponible).

La misión en apariencia era simple: ir y recoger a un informante que traía a un desertor imperial. Si bien era algo que incluso una de las patrullas normales de la Coalición podría hacer (cosa que normalmente no levantaría la atención sobre el grupo), lo que lo convertía en algo importante era el tipo de información que ofrecía. El desertor estaba dispuesto a arrojar luz sobre el oscuro miasma que había caído sobre el Ejército Imperial, y eso lo convertía en algo con lo que la Coalición no se jugaría sus posibilidades.

Eso nos trae a la situación actual: en una pequeña casa en el centro del poblado con todas sus ventanas cerradas y un fuego medio agitándose en la chimenea, y en cuyo centro se encuentran tres personas de uniforme gris, dos de uniforme negro y tres con ropas de civil. El fuego, a cierta distancia del grupo, apenas alumbraba rostros y objetos.

Las tres personas de civil se encontraban en sentadas en una mesa, mientras que las 5 personas en uniformes gris y negro estaban de pie frente a ellas. Durante unos segundos nadie habló, hasta que uno de los civiles, una chica rubia de generoso cuerpo, mostró una insignia con un grabado tosco pero reconocible: un escudo con la sigla N.W.I.A. Esta insignia era la que le identificaba como agente de inteligencia de la Coalición, y al igual que sus similares, tenía cierto terminado tosco de fábrica por si se intentaba replicar. Una vez identificada su persona, la sala se relajó hasta cierto punto.

-Mi nombre es Eliel-Habló la informante en el idioma local de Falmart-Vengo directo de Sadera. Él-Señaló a un joven que llevaba el rostro cubierto, pero por su estatura debía ser bastante joven-Es el informante que declaró querer revelar información.

- ¿Segura? ¿No querrá seguirnos para guiarnos a una trampa o atraer a los imperiales? -Preguntó Donoso.

-Revise el camino durante todo el viaje, y nunca aparecieron soldados. Solamente algunos guardias locales. Ha sido así durante meses-Explicó la espía-Y, además, la información es demasiado importante como para mantener todo el protocolo de traslado.

-Entiendo, pero aun así es preocupante que los hayan podido seguir. Por precaución deberían quedarse aquí unos días para que comprobemos si...-Súbitamente fue interrumpido por el joven desertor, quien se quitó su capucha para hablar.

- ¡Escúcheme, por favor! ¡No tenemos tiempo para esto! ¡Los imperiales no tardarán en darse cuenta de que hui, y entonces se lanzarán a perseguirme como lobos a su presa!

Donoso se sintió empujado por una fuerza abrumadora de repente. Aquel sujeto era igual de joven que aquel mago que había asesinado a las afueras de Rondel, y la verdad era que guardaba cierto parecido. Recomponiéndose, se ajustó el casco y se dirigió a la salida, realizándole gestos a los otros cuatro uniformados y al desertor para que lo siguieran.

-Entonces nos iremos de inmediato. Eliel, tú te quedarás por algunos días para despistar posibles patrullas enemigas-Y tras eso, los seis individuos salieron a la calle bañada por el sol del atardecer, donde se dirigieron a uno de los semiorugas que los estaba esperando unos metros más allá. Su dotación, reducida a la mitad para hacer espacio a los pasajeros que llevaba desde el campamento a las afueras del pueblo, se encontraba fumando cigarrillos perezosamente o intentando ligarse a una chica local. Al ver acercarse a su superior, los que se encontraban fuera del vehículo se formaron a la brevedad, mientras que los que se encontraban afuera simplemente se llevaron la mano a la sien. Ninguno apagó su cigarrillo.

-Al campamento-Le indicó el capitán al conductor, quien asintió antes de encender el motor e indicarles a los soldados que seguían afuera que subieran a bordo. Durante la travesía, comenzó el interrogatorio preliminar.

-¿De dónde vienes?

-De Rondel-Otra punzada afligió a Donoso.

-¿Eres un mago?

-Sí. Hasta hace algunos días trabajaba para el Imperio, pero aproveché nuestro viaje a Sadera para escapar.

-¿Nombre?

-Rothol al Villiem. Me gradué en Rondel con especialización en piedras mágicas y elementos. Rango imperial de capitán de sección de ingeniería.

-¿Capitán de Sección?-Preguntó Donoso, confundido.

-Es parte de lo que les pienso explicar. Resulta que el ejército imperial se está rearmando y reorganizando, y producto de eso han surgido nuevos rangos para comandar subdivisiones que antes no existían o eran mayores. Esto tiene que ver con el armamento que están adoptando. También han introducido rangos nuevos para ramas nuevas del ejército, que antes no existían o estaban de forma limitada como mero agregado-Tomo aire para continuar, esta vez en un tono mucho más bajo, como si temiera que alguien fuera del semioruga pudiera escucharlo por sobre el ruido del motor-El príncipe Zorzal el Caesar y sus generales afines han prácticamente tomado control del ejército. Fue un golpe pacífico tan sutil y controlado que probablemente el emperador no lo haya notado aún.

Donoso empezó lentamente a alarmarse por esto. Si alguien era tan astuto como para tomar el control de todas las fuerzas terrestres de un país sin que su líder se enterara, y mantenerlo tan en secreto que las mismas operaciones de la fuerza son desconocidas en casi toda la nación, entonces significaba que se podía producir un ataque en cualquier momento.

-¿Nuevas armas? ¿Como cuáles?

-Ese es el tema. Son armas similares a las de ustedes. No puedo explicarlo bien ahora, pero si me proporcionaran algo en lo que garabatear...-Su explicación se vio interrumpida por un profundo estampido, llenando el lugar con un silencio abrumador. Donoso solo atinó a una cosa.

-Acelera, ¡ahora!

El semioruga, que se encontraba a punto de salir del pueblo, aceleró el poco trecho que el quedaba, llegando en cuestión de segundos al campamento establecido a las afueras del pueblo. Apenas llegaron, el panorama fue tan sorpresivo que ninguno atinó a hablar por unos segundos.

Un Panzer IV. Destruido. En llamas. Sus tripulantes, tan atónitos como ellos, simplemente trataban de escapar de la máquina infernal. En meros segundos el depósito de munición estalló, dejando escapar solamente al comandante y artillero con vida.

Allá, a lo lejos, camino del pasaje entre las montañas que llevaban a Sadera, se alzaba una solitaria columna de humo blanco, lentamente subiendo al cielo en lo que diminutas figuras se movían alrededor del cuerpo cilíndrico horizontal.

Y en ese momento, en ese preciso momento, el capitán español Álvaro Donoso se dio cuenta de que nada volvería a ser como antes, y que la paz se había quebrado como un fino cristal.

Nada más que como un fino cristal.

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