Capítulo 9
El médico llegó al consultorio y la revisó de pies a cabeza, examinando con aire crítico los primeros auxilios que el héroe número dos llevó a cabo antes. A Fuyumi le sorprendió que Hawks se mostrara tan abiertamente complacido por los halagos del doctor, como un estudiante que pasa por primera vez una prueba difícil y no un héroe profesional con una agencia propia y la experiencia de una guerra a sus espaldas.
Definitivamente tenía una contusión en la cabeza, así que no le permitieron dormir por muy cansada que estuviera, pero el médico fue amable todas las veces que le pidió permiso de tocarla para ver más de cerca sus heridas. Fue muy difícil acceder a quitarse la camiseta para subirse el top de tirantes, pero la presencia de una enfermera lo hizo más llevadero.
En ese punto, Hawks le dijo que esperaría afuera en el pasillo, prometiéndole no ir lejos cuando ella comenzó a entrar en pánico.
No ignoraba lo que él quería hacer mientras ella aguardaba a que el médico y la enfermera terminaran de revisarla, pues aún si intentaba hablar en voz baja, la quietud de la clínica le permitió escuchar su conversación con su padre.
─ Sí, no te gustará cuando la veas ─estaba diciendo Hawks, el cansancio y frustración filtrándose a través de su voz─, pero tienes que evitar ser un cretino esta vez, Endeavor. Ella está... No, no intento decir eso. Sé que estás preocupado por ella. ─Se hizo un largo silencio mientras la enfermera la ayudaba a cambiarse por una bata de hospital, conteniendo la vergüenza de mostrarse desnuda y llena de golpes delante de otra persona─. Tendrás que dejar que ella vaya a su propio ritmo con eso, incluso si apoyo la propuesta de dejar al infeliz sin descendencia. Ahora mismo sólo necesita a su familia a su lado.
La voz del héroe se alejó un poco y Fuyumi no pudo seguir escuchando, pero la gratitud y la emoción burbujeaban en su pecho de un modo apenas controlable. La enfermera le sonrió y le dio un pañuelo para las lágrimas y Fuyumi se lo agradeció con una sonrisa.
Una hora más tarde, después de darle algo para el dolor y proceder con los rayos x, la enfermera la acomodó en una pequeña y linda habitación donde finalmente pudo tomarse un respiro. Hawks volvió exactamente al tiempo que la enfermera debía ir a revisar a sus otros pacientes, pero no dijo nada mientras Fuyumi levantaba la mirada al techo de la habitación.
Aunque los analgésicos estaban haciendo un trabajo maravilloso en su sistema, era cada vez más conscientes de las magulladuras a lo largo de su cuerpo. Los cardenales se marcaban sobre su pálida piel por debajo de la bata azul del hospital, por no mencionar las vendas alrededor de sus antebrazos y la terrible hinchazón en su rostro.
La luz del nuevo día llenó la habitación con una suavidad que, en cualquier otra situación, habría encontrado hermosa. Ahora sólo se sentía triste y cansada.
─ Le pediste a mi padre que viniera a verme ─le dijo a Hawks sin previo aviso, sin voltear a mirarlo.
─ Sí ─admitió él después de un incómodo silencio─. No debe tardar en llegar. Dijo que vendría con tu madre.
Los labios de Fuyumi temblaron mientras se obligaba a respirar con lentitud.
─ ¿Natsuo y Shouto...?
─ Dijo que prefería venir a verte primero, para no preocupar demasiado a tus hermanos.
Ella asintió, suspirando con cierto alivio.
Le preocupaba que sus padres la vieran en esas condiciones, pero había decidido dejar de mentirles cuando los llamó desde Shirahama. No era tan sencillo en el caso de sus hermanos menores, pues sin duda estarían muy angustiados por ella. No sabía cómo reaccionaría Natsuo y Shouto definitivamente era un misterio. El orgullo podía ser hecho a un lado, pero no por eso era menos difícil confrontar a su familia después de lo sucedido.
─ Gracias. ─Fue una simple palabra, pero la emoción desbordada hizo brotar de nuevo las lágrimas─ Gracias por venir por mí, y por cuidarme, y por no hacer ninguna pregunta...
─ No tienes nada de qué agradecerme.
Fuyumi lo miró. No sonaba modesto y casual, como estos años pasados en los que salvaba a alguna persona y denegaba los agradecimientos con una sonrisa. Sonaba frustrado y arrepentido, y Fuyumi pensó que no era la única con sentimientos de culpa ahí, sólo que no entendía cómo podía ser posible en el caso del héroe.
Como si leyera el desconcierto en su rostro, Hawks forzó una sonrisa. Sin embargo, antes de escuchar cualquier excusa, un golpe suave tocó la puerta de la habitación antes de que ésta se abriera y mostrara la expresión preocupada de Rei Todoroki.
Hawks prácticamente saltó a un lado cuando la mujer de cabello blanco se acercó a la cama de su hija. Era imposible no resaltar lo mucho que se parecían físicamente, aunque los ojos de Fuyumi eran mucho más emocionales.
─ Mi bebé.
Rei no tocó a Fuyumi inmediatamente. La comprensión era aterradora en sí misma. En su lugar, se agachó a su lado de la cama, retirando algunos mechones blancos y rojos de su frente fría.
─ Mamá ─Fuyumi no pudo contenerse, por mucho que lo intentó, pero ni siquiera el dolor de su mandíbula pudo permitirle contener el llanto desbordante, extendiendo los brazos para recibir el abrazo de su madre. Rei la sostuvo con una suavidad dulce y maternal mientras ella se desahogaba en su pecho, esperando hasta que los sollozos se hicieron cada vez más tenues─ L-Lo siento... ─susurró Fuyumi con la nariz congestionada─, lo siento tanto, tanto. Fui una estúpida. Tú sabías que yo... Tú me lo advertiste... Fui tan, tan tonta, no quise escuchar...
─ Fuyumi, no ─Rei la acalló suavemente con un chitón, acariciando su cabello como lo hacía cuando era pequeña─. No digas eso. No fue tu culpa.
Las palabras arremetieron de nuevo. Dolían de una manera muy extraña, como una barra de hierro que cauterizaba una herida y le impedía infectarse. Enterró los dedos en el suéter gris de su madre.
Sólo entonces vio al hombre parado incómodamente en la puerta, demasiado grande para pasar inadvertido.
Daba un poco de miedo, si Fuyumi tenía que ser sincera. Su expresión era la de un hombre que contenía la fuerza y el poder de una bomba nuclear, pareciendo peligroso incluso cuando iba vestido con ropa de civil. Sin embargo, ella se obligó a recordar en su voz al otro lado del teléfono cuando lo llamó desde Shirahama, tan decidido a mandar ayuda y sacarla de una situación de la que él ya le había advertido anteriormente. Sin preguntas innecesarias, sin juicios... pura y llana protección.
─ Papá... ─Fuyumi susurró apenas, sintiendo a su madre haciéndose a un lado, invitando con un gesto silencioso al torpe pelirrojo que seguía quieto en el umbral.
Entonces se dio cuenta que él tenía miedo de tocarla, de asustarla aún más, y aunque efectivamente la intimidaba su tamaño y su expresión, la necesidad infantil de ser sostenida por su padre ganó la batalla de voluntades, abriendo los brazos de la misma manera que hizo con su madre, si no es que más exigente todavía.
.
.
.
Con Shouto y Natsuo en casa por vacaciones, fue imposible salir de casa sin que ninguno de ellos los notaran. Pero aún si su hijo menor les preguntó a dónde iban con tanta prisa tan temprano en la mañana, Rei se encargó de él, diciéndole que le explicaría luego y que no se preocupara. Era una evasión injusta que seguramente tendría que solucionar más tarde, pero por el momento, Fuyumi se convirtió en su prioridad.
Tanto Enji como Rei permanecieron en un tenso silencio mientras tomaban el auto rumbo a la clínica que Hawks les nombró. Llevaban vestidos desde varias horas atrás, cuando Fuyumi los llamó, pero no podían hacer gran cosa sin causar un alboroto.
Rei se daba cuenta de la seriedad mortal en el rostro de su esposo. Una seriedad que no había extrañado en absoluto y que, si debía ser honesta, la ponía incómoda. Era la clase de concentración que como héroe le valía victorias aplastantes sobre los villanos más peligrosos, pero no quería que fuera así como se enfrentara a su hija una vez que se reunieran con ella.
─ Tienes que quitar esa cara ─dijo Rei, buscando su mirada cuando se vieron obligados a parar en un semáforo en rojo. Enji la miró como si no comprendiera a qué se refería─. Luces como si estuvieras a punto de cometer un asesinato.
─ Bueno, eso quiero ─reconoció sin culpas el pelirrojo, con sus manos aferradas con tanta fuerza que el volante comenzó a humear─. Le arrancaría la cabeza a ese gato de mierda tan sólo por alzarle la voz. Pero golpearla...
─ Tendrás la oportunidad de lidiar con Fujiwara ─Rei extendió una mano hacia sus duros nudillos, refrescándolos con una eficiencia asombrosa─. Pero ahora mismo vamos de camino a ver a nuestra hija, Enji. Nuestra hija, la cual cometió un error y fue castigada brutalmente por eso.
Él tensó con más fuerza la mandíbula, pero aflojó el agarre del volante. No arrancó de nuevo incluso cuando el semáforo cambió a verde.
─ Pude haber evitado que pasara ─Enji agachó la cabeza, tocando el volante con la frente.
Rei movió la mano hacia su nuca, arrancándole un suspiro de alivio por el frescor.
─ Tal vez ─dijo ella con tristeza─, pero entonces Fuyumi te hubiera odiado toda la vida y puede que aún entonces no viera lo que estaba pasando en su relación. Fujiwara era terriblemente convincente...
Él bufó.
─ Era un pedazo de mierda.
─ Parecía encantador ─replicó Rei, y algo en su tono herido hizo que Enji levantara la mirada hacia ella. Hasta ahora, no había notado las arrugas formadas alrededor de los ojos de su esposa. Esa expresión que reconocía tan bien, pues había sido su amarga compañera los últimos años. Culpa─. Sabía cómo cautivar a las personas a su alrededor y hacerlas bajar la guardia. O al menos... fue lo que hizo con Fuyumi y conmigo.
Enji se sobresaltó, abriendo los ojos con sorpresa.
─ ¿Qué?
El gesto de Rei se amplió y ella bajó la cabeza.
─ Él era todo lo que tú nunca fuiste ─le explicó en un susurro, lanzando una flecha envenenada a su pecho─. Amable, educado, atento y gracioso. Pensé que alguien así no podía ser malo...
Ambos guardaron silencio de nuevo mientras Enji volvía a poner el auto en movimiento y reflexionaba las palabras de su esposa.
No es que no supiera más o menos como funcionaban las relaciones abusivas, independientemente de su propio matrimonio. Como héroe, estaba al tanto del porcentaje de personas, sobre todo mujeres, que vivían dentro de una relación así. La cruel ironía era que, en el tiempo que él mismo no asumía su propia responsabilidad como un monstruo violento que presionó a su esposa al punto de caer en un brote psicótico, sus compinches y héroes colaboradores a menudo se encargaban de apoyar a la policía con casos de violencia doméstica.
Enji sabía cómo operaban los bastardos, y dolía como azufre bajo la piel saber que él había ocasionado lo mismo en su familia.
Mencionar que la actitud de Koichi Fujiwara siempre le pareció inadecuada estaba fuera de lugar. Él no había podido proteger a Fuyumi y el amargo sabor de la derrota le sabía a hiel. No importa cuánto se esforzara en cambiar, seguía siendo un lastre para su esposa e hijos.
Por otro lado, cuando llegaron a la clínica y pidieron ver a la chica que llegó con Hawks aquella madrugada, Enji no dudó en usar su nombre de héroe para agilizar cualquier trámite y evitarle más problemas a su hija. Sería muy difícil mantener el asunto en privado, con varios miembros del personal susurrando entre sí mientras los veían pasar, pero haría lo que estuviera a su alcance para darle a Fuyumi el tiempo y el espacio para procesar lo que había pasado y sanar a su propio ritmo.
Era lo menos que podía hacer por ella.
Una vez llegaron al área de habitaciones de la tercera planta, Rei entró primero. Era un verdadero alivio ver que Fuyumi aceptaba el refugio de su madre, pero Enji no se atrevió a ir más allá.
Hawks, que encontró cerca de un rincón junto a la puerta, le lanzó una mirada de advertencia.
"No te gustará lo que veas". Eso había dicho y tenía razón. Le había contado sobre la contusión, el golpe en la cara, las costillas rotas y los cortes en las muñecas, pero ni siquiera en sus peores pesadillas podría haberse imaginado lo pequeña y frágil que se vería su única hija en una cama de hospital.
Fuyumi era maestra de primaria, era amable y delicada... ¿Por qué tendría que terminar en una situación tan horrible como esta?
Ver los vendajes y la desagradable coloración oscura en la mejilla de Fuyumi le recordó lo mucho que quería atrapar a Fujiwara y carbonizarlo hasta las cenizas, pero un gesto casi severo de Hawks le recordó el regaño de su esposa y se obligó a respirar profundamente.
Vino aquí para ayudar a su hija, no para asustarla.
Sin embargo, Fuyumi parecía bastante asustada cuando lo miró por encima del hombro de Rei, los ojos todavía empañados por las lágrimas. Enji se sintió como una basura, inmerecedor del afecto y la confianza de su hija. Pensó que lo mejor sería esperar afuera, pero entonces ella habló con la misma inocencia que alguna vez tuvo en su infancia:
─ Papá.
Rei se apartó. Era obvio que quería que él diera un paso al frente e intentara consolar a su hija, pero Enji estaba paralizado de miedo. ¿Y si le hacía daño? ¿Y si le provocaba un ataque de pánico o algo así?
Entonces el labio inferior de Fuyumi tembló, al tiempo para que ella extendiera sus brazos hacia él.
Igual que cuando era muy, muy pequeña.
Alguna vez, Enji se había sentido torpe e inadecuado para cogerla en brazos, sobre todo por la forma en la que ella se quejaba de calor cuando lo había intentado. Pero resistirse y optar por huir era un camino que se prometió no volver a tomar cuando las cosas se pusieran difíciles.
Rei le había hecho prometer que lo intentaría, no importaba cuántas veces fallara... y él no pensaba romper esa promesa ahora.
Lentamente, como si temiera hacer explotar la habitación, caminó hacia la cama y se agachó lo más posible para no intimidarla con su tamaño. Sostenerla ahora, a pesar de ser Fuyumi una mujer adulta, se sintió como tratar de sostener una escultura de arena capaz de desmoronarse si no tenía cuidado.
Ella lo abrazaba con fuerza, haciéndose pequeña entre sus brazos como un animalito buscando calor en el crudo invierno. Aún así, Enji podía sentir la manera en que su cuerpo se estremecía por el dolor, por heridas que tardarían semanas en sanar del todo.
Fuyumi no volvió a llorar, pero susurraba en voz baja lo mucho que lamentaba haber sido grosera con él y Enji quiso suplicarle que no se disculpara, pues parecía aberrante que pudiera sentirse culpable aún después de todo lo que le había pasado. Por desgracia, el nudo en su garganta lo hizo imposible. Tampoco quería alzar la voz por culpa de su temperamento.
Sólo se quedaron así unos minutos, hasta que el cansancio pareció hacer efecto en ella. Enji la dejó con mucho cuidado de vuelta sobre las suaves almohadas.
─ Tengo mucho sueño ─les dijo ella con los párpados pesados.
Rei se llevó una mano a la boca.
─ No deberías dormir si tienes una contusión ─dijo Enji, tan suave como fue capaz, causando que su voz saliera áspera como una lija.
Hawks levantó la mano detrás de ellos con una expresión de poker.
─ El doctor mencionó que puede dormir una hora o dos, pero alguien debe estar con ella para vigilarla en todo momento.
─ Yo me quedaré.
A ninguno de ellos les sorprendió que Rei se ofreciera voluntaria para el primer turno, e incluso cuando Enji no deseaba apartarse del lado de su hija, asintió y prometió buscarle una silla más cómoda para cuidar a Fuyumi. Mientras tanto, él iría para hablar con el médico.
Afuera en el pasillo, Enji resopló un aliento de fuego y volvió a usar toda su fuerza de voluntad para calmarse. Su terapeuta, Setsuna Kimura, le enseñó algunas técnicas para gestionar la ira creciente, pero incluso después de meses de sesiones y terapia cognitivo conductual, era difícil.
Lo que más le sorprendió fue descubrir que Hawks estaba menos tranquilo de lo que aparentaba a primera vista.
Aunque su expresión era neutra y mantenía las manos dentro de los bolsillos de su pantalón de aviador, tenía un pequeño e imperceptible tic debajo del ojo y sus plumas permanecían ligeramente erizadas. Como un ave acechado por un gato hambriento.
— Gracias por traerla aquí —le dijo Enji mientras permitía que la rabia se desinflara un poco en su interior—. Habría tardado horas en llegar hasta Shirahama y encontrarla...
— No fue tan difícil —Hawks se encogió de hombros, pero su tono ligero no lo engañó en absoluto—. Estaba en mi agencia cuando llamaste, así que no parecía sospechoso rastrear la ubicación de un teléfono público a las tres de la mañana.
— Gracias —repitió Enji, notando la incomodidad del héroe alado frente a su sinceridad—. Debí haber ido yo, ocuparme personalmente de esa escoria... Pero eso sólo hubiese jodido más a Fuyumi.
Hawks asintió, dándole la razón, y Enji no pudo soportar más el infierno de la ignorancia.
— ¿Cómo fue?
Hawks no necesitaba preguntar a qué se refería, caminando para alejarse más en el pasillo mientras el mayor lo seguía. Enji pensó que pocas veces lo había visto tan serio y sombrío.
— No fue bueno —le dijo, repitiendo las palabras que le dio por teléfono—. Ella estaba aterrada cuando llegué, temblando y sobresaltándose cuando intenté tocarla. No es la primera vez que trato con una víctima de abuso, pero... Ella fue más fuerte que la mayoría. Creo que caminó varios kilómetros descalza hasta encontrar un teléfono, y aunque apenas podía tolerar que la tocara, me pidió que la trajera a casa cuanto antes.
Enji se sentía orgulloso por la fortaleza de Fuyumi para salir de aquella situación a pesar de sus heridas, pero la idea de que su hija tuviera que deambular por la calle sola, de noche y sin sus cosas, le provocó una oleada de náuseas.
— ¿Te dijo qué pasó?
— No —Hawks suspiró—, no quise presionarla, aunque puedo hacerme algunas ideas.
Enji asintió.
Él sabía lo fácil que era para algunos hombres perder los estribos, desquitándose con las personas más débiles a su alrededor. Fue enfermizo revivir parte de sus momentos más oscuros, viendo cómo eso amenazaba con romper a su hija. Por un breve instante su confianza vaciló, pero se recordó que debía estar ahí para ella a pesar de los sentimientos de culpa.
— El bastado debe seguir en Shirahama —murmuró mientras fruncía el ceño—. Rei me contó que irían a la playa en un viaje de parejas, pero cuando Fuyumi me llamó, dijo que su amiga ya se había ido.
Hawks ladeó la cabeza.
— Puedo ir a buscarla si me dices su nombre —sugirió, casi demasiado casual—. Nos daría una pista importante de lo que sucedió ahí.
Enji lo miró, y a pesar de las circunstancias, levantó una ceja con un gesto astuto. No era tan idiota para no notar que el rubio estaba preparado para saltarse los límites de su autoridad con tal de resolver el caso de Fuyumi. Y no es que eso le molestara, tomando en cuenta que pretendía hacer lo mismo, pero el tipo en serio debía tener un cerebro de pájaro si creía que él no se daba cuenta.
Por extraño que fuera, lo dejó pasar.
— Nishimura Umeko. —No importa lo sorprendido que siempre se mostraba Shouto al respecto, Enji recordaba el nombre de las personas cercanas a sus hijos— Es maestra en la misma escuela de Fuyumi.
Hawks asintió, descansando la espalda en la pared a pesar de sus grandes alas.
— ¿Cómo pretendes llevar el caso?
— Aún no estoy seguro —reconoció Enji con un suspiro pesado—. Lo mejor sería llevarlo al pie de la ley, pero además de obligar a Fuyumi a declarar una y otra vez ante la policía, mi intervención causaría un fuerte conflicto de intereses y en caso de llegar a un juicio, podría afectar el dictamen del juez.
— Estoy seguro que muchos jueces estarían felices de colaborar con el héroe número 1 —replicó Keigo—. Especialmente cuando el caso es tan evidente.
Pero Enji no parecía convencido sino todo lo contrario.
— La confianza del público es una cosa —le dijo en voz baja, casi gruñendo y masticando las palabras—. Pero el gobierno me tiene contra la pared desde hace meses. Con los gastos tan exorbitantes de la guerra y las nuevas legislaciones para privatizar completamente las agencias de héroes, no están muy contentos conmigo. Si no me han demandado por indemnización de daños ha sido sólo porque no quieren ensuciar más aún su imagen.
— ¿Les has dado dinero?
— Nunca he evadido impuestos, pero no me ha quedado más opción que aplacarlos con "donaciones" a favor de la reconstrucción de Musutafu —Enji sonrió con amargura—. Eso no evitó que me exigieran por tercera vez que dimitiera a mi título como héroe número uno.
Hawks se enervó, sorprendido y molesto, pero finalmente entendió la situación.
— Las instancias gubernamentales están cansadas y con los bolsillos vacíos y la gente está enojada con ellos —asintió, comprensivo—. Querrán buscar cualquier excusa para "equilibrar la balanza" a su favor, así que les encantaría manchar el nombre del número uno, argumentando que no teme pisotear el sistema judicial con tal de sacar de un apuro a su hija. —La suposición era terriblemente acertada, pero lo que siguió fue un auténtico golpe en el hígado para Enji:— Y claro, no perderían la oportunidad de recordarle al público que el apellido de uno de los principales responsables de la guerra es Todoroki.
— Sí, gracias por tu correcto análisis.
Enji casi esperaba un comentario sarcástico, pero el rubio no dijo nada. A veces olvidaba que este era todavía un chico, un adulto joven que lo había admirado desde su infancia. Puede que la razón principal por la que le era tan complicado tratar con él y su humor efervescente, fuera que no parecía correcto que alguien como él lo admirara. Era algo a lo que había renunciado con sus propios hijos, así que... se sentía incorrecto.
Pero no estaban ahí para eso. Joder, Enji ni siquiera quería ponerse a reflexionar las razones que tenía Hawks para involucrarse tanto en los asuntos de su familia.
Después de trazar un plan de acción para los siguientes días, Hawks intentó despedirse.
─ ¿No le dirás adiós a Fuyumi? ─preguntó Enji, casi como un sabueso olfateando a su presa.
El pájaro se encogió de hombros.
─ Ya los tiene a ustedes dos con ella. Y es importante que descanse ─como de costumbre, buscó la salida aérea más cercana en lugar de simplemente salir por la puerta de la clínica. Una ventana siempre sería su mejor ruta de evacuación─. Espero que el pequeño Shouto pueda manejar esto, así que tampoco les guardes el secreto, ¿bien?
Enji no dijo nada, sólo puso mala cara cuando lo vio alejarse.
En serio, no quería pensar en cualquier posible interés de Hawks por Fuyumi. No ahora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top