Capítulo 6
El inicio de vacaciones trajo consigo la paz y el descanso que Fuyumi tanto necesitaba. Casi parecía que, una vez estuvo libre de las clases, la revisión de exámenes y tareas y la constante organización del plan de estudio, todo se había resuelto por arte de magia.
Pero sabía que no podía ser tan ingenua al pensar que las cosas iban bien.
Ciertamente Koichi también estaba pasando por los efectos secundarios de estar lejos de la escuela, mucho más relajado y con un ánimo ligero y cariñoso que le hacía pensar a Fuyumi que sus malas actitudes pasadas eran debido al estrés del trabajo.
Sin embargo, podía ver la decepción en su mirada cuando le decía que no pretendía invitar a Endeavor a los almuerzos familiares.
No quería pensar en ello, pero sabía que estaba ahí.
También se había vuelto más difícil manejar la situación con Shouto, ahora que él y Natsuo habían vuelto de la escuela para pasar las vacaciones en casa. Finalizada la guerra, la UA se había vuelto un poco más laxa con las reglas de los dormitorios, así que los estudiantes podían ir con sus familias hasta el regreso a clases.
Y eso significaba que Fuyumi pasaría todos los días pisando cáscaras de huevo alrededor de Shouto y su padre, ignorándolos durante el desayuno y evitándolos el resto del día.
Su madre, quien sin duda no lo había pasado por alto, la llevó al porche trasero de la casa mientras ambas bebían mucho de aquel té helado de limón. En conjunto, ambas habían optado por ropa más bien ligera, pequeños crops de algodón y shorts de mezclilla cortos.
— Bueno, ¿quieres contarme qué está pasando contigo, tu padre y Shouto? —Le preguntó Rei, mientras se recargaban cada una contra los postes de madera que sostenían el tejado.
Fuyumi observó el vaso con té que tenía en la mano, recordando la ternura con que su padre intentó cuidarla el otro día.
— Pasa que el ego de papá es más grande que su cabeza, y Shouto, por alguna razón, ha querido seguir su ejemplo.
A pesar de todo, Rei se echó a reír al escuchar tal descripción.
— Tu padre siempre ha sido arrogante, pero no diría que su ego sea tan grande. —Le dijo, tomándola por sorpresa.— En realidad, parte de su terquedad proviene de la idea de que no puede dormirse en sus laureles, ya que siempre podría existir alguien más fuerte que le de una patada en el trasero.
Fuyumi resopló.
— ¿Dices que papá tiene un complejo de inferioridad?
— ¿Quizás? —Rei se encogió de hombros— Eso lo sabrá su terapeuta. ¿Qué pasó exactamente?
Fuyumi le contó a su madre sobre la discusión de Shouto unos meses atrás, así como la desastrosa visita a la agencia de su padre, el golpe de calor y la discusión sobre Koichi.
— Así que, o el ego de esos dos es del tamaño de un dirigible, para pensar que siempre serán el centro de atención de mi círculo social... —La expresión molesta de Fuyumi dio paso a un tono herido e inseguro— O realmente no creen que yo valga lo suficiente para atraer a alguien por mí misma.
— Oh, Fuyumi. —Rei dejó su bebida a un lado, atrayéndola en un abrazo que combinó la frescura de sus pieles sensibles al calor.— Para empezar, tú eres una joven hermosa que no necesita ningún estímulo externo para ser amada. Eres inteligente, amable, cariñosa y cualquiera querría tenerte a su lado.
Puede que aquellas palabras fueran las mismas que cualquier madre cliché tuviera para su hija, pero descubrió que de todos modos lo necesitaba con urgencia. Descansó la mejilla en el pecho de su madre mientras ella le acariciaba el cabello y lo acomodaba sobre su hombro, despejando y refrescando así su espalda.
— Sobre Enji y Shouto... —Rei suspiró— Honestamente, no creo que sea ni una cosa ni la otra. Ambos saben que eres una mujer perfectamente capaz, y aunque no lo creas, ninguno de los dos se da tantos aires como la prensa suele asumir.
Fuyumi sabía que su madre tenía razón, pero eso sólo la dejaba más confundida.
— Están preocupados por tí, eso es obvio.
— ¿Has hablado con alguno de ellos de esto? —Fuyumi levantó la mirada, encontrando cierta incomodidad en el rostro de su madre.
— Sabía que tenías algún problema con Shouto, pero él no quiso decirme nada. —Respondió, no sin cierta frustración.— Sobre Enji... Me di cuenta que estaba usando esa estúpida táctica de evitar todo aquello que le incomoda, así que le pedí que me dijera qué le estaba molestando.
Fuyumi no estaba segura de querer saber la versión de su padre, pero igualmente preguntó.
— ¿Y qué te dijo?
— Para empezar, me dijo que detesta a Fujiwara, lo que no fue ninguna sorpresa. —Rei rodó los ojos al recordar la expresión de su marido, como un enorme oso haciendo rabietas infantiles— Ya que yo le había pedido que fuera educado con Fujiwara, hizo el intento de no ponerse pesado contigo... Pero al parecer, pasar tiempo con tu novio sólo le confirmó que no le daba buena espina.
Fuyumi se apartó del abrazo de su madre. Ella ya sabía todo esto, pero no quería escuchar las críticas contra Koichi de nuevo.
— ¿Sólo porque Koichi elige de vez en cuando mi comida? —Bufó, casi acusatoriamente— Hasta tú dijiste que era algo lindo.
— Claro. —Rei se mostró calmada, sin alterarse por la molestia de la menor─ Pero entonces pensé que era algo de una sola vez. Debes reconocer que, siempre que están juntos, él ni siquiera te pregunta por tu opinión.
"No, no pienso reconocer eso".
— Y no es sólo la comida. —Continuó Rei, ahora mostrando esa misma preocupación de Enji y Shouto— Tú siempre has sido una chica amable y considerada con los demás, pero sueles defender tus creencias cuando alguien hace algo que no te parece justo. Cuando estás con Fujiwara... Bueno, siempre estás de acuerdo en todo con él.
— No tengo nada de qué discutir con mi novio, eso no es algo malo.
Fuyumi tenía que hacer un gran esfuerzo para no pensar en Koichi criticando a las fuerzas policiales, sabiendo que después de aquella discusión, él había mencionado cosas por el estilo en una que otra ocasión posterior. Y ella no volvió a cuestionarlo.
La vergüenza de saber que estaba directamente mintiendo a favor de su novio, la hizo voltear la situación y enfocarla en su propia madre.
— Además, ¿no te parece un poquito hipócrita criticar mi relación cuando tú misma viviste una situación de abuso doméstico? Y elegiste, por encima de toda lógica, seguir con él.
Se arrepintió apenas las palabras salieron de su boca, pero más allá de una ligera sorpresa, Rei no se alteró en absoluto.
— No pretendo criticar tu relación, Fuyumi. —Le dijo su madre, mucho más seria que antes— Mi propia experiencia me deja saber que tú, y sólo tú, puedes elegir qué hacer con tu vida. No sé si yo habría tomado las mismas decisiones que tomé sin la presión de mis padres, pero sé que no lo hubiera hecho de la misma manera.
Fuyumi apenas se atrevía a mirarla, un poco asustada y avergonzada, pero también sorprendida. ¿Su madre pensaba cómo hubiera sido su vida de no ser por las obligaciones con su familia?
— ¿Te arrepientes de haberte casado con papá?
La respuesta debía ser obvia y aún así, Rei sonrió con una extraña calidez, sorprendiéndola.
— No. Y no sólo porque gracias a tu padre tuve cuatro maravillosos hijos a los cuales siempre amaré con locura.
Fuyumi sacudió la cabeza. Era imposible entenderla ahora.
— Te preocupas por mí, ¿pero no te parece que tú misma estás en una posición arriesgada?
— No niego que elegir quedarme con tu padre fue algo difícil... Y algo en lo que sigo trabajando actualmente. —Rei asintió, casi con sabiduría.— Sé lo que se siente tener a todo el mundo diciéndote que estás cometiendo un error, que no sabes lo que haces y te arrepentirás tarde o temprano.
Las lágrimas se acumularon en los ojos de Fuyumi, detrás del cristal de sus anteojos.
— Entonces, ¿por qué no me apoyas?
Rei se inclinó hacia adelante, acariciando su rostro con la mirada cargada de amor.
— Siempre voy a apoyarte, mi amor. —El suave ceño en su frente le hizo saber que vendría algo más.— Por eso me interesa que seas sincera contigo misma y te hagas estas preguntas: ¿A Fujiwara le interesa tu opinión y tus sentimientos? ¿Puede reconocer que está equivocado alguna vez?
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Al caer la noche, Rei se tomó una larga ducha bajo el agua caliente. Normalmente no disfrutaba de aquella temperatura, pero la conversación con Fuyumi la dejó un poco inquieta.
Contra lo que debían creer sus hijos, no saltaba de terror cada vez que Enji entraba a una habitación, pero tampoco olvidaba lo que había sido su matrimonio antes del internamiento en el hospital.
Estaba viviendo este proceso día con día, consciente del pasado y trabajando en su futuro. Y sabía que eso no hacía feliz a sus hijos, que sin duda habían esperado que su primera acción después de la guerra fuera solicitar un "sano divorcio". "Tal vez sí soy un poco hipócrita con Fuyumi", pensó mientras dejaba que el agua le recorriera el cuerpo, pero luego se recompuso con una bocanada de aire y salió de la ducha.
Las dudas eran normales, pero no debía dejarse llevar por ellas.
Le había costado muchas reflexiones y muchas citas con su terapeuta para poder afrontar su decisión, pero al final del día sabía la importancia de repetirse una y otra vez que eso era.
Su decisión.
Aún podía recordar la sorpresa y la incredulidad al encontrar a su terapeuta tan tranquilo, cuando le mencionó que deseaba retomar una relación con su esposo.
"¿No va a regañarme y decirme que estoy loca?" Ella le había preguntado.
"¿Quiere que le diga que está loca?" Él le devolvió la pregunta, paciente, y ella ni siquiera tuvo que pensarlo.
"No".
A veces olvidaba que era una mujer adulta, con alta hospitalaria, que no debía pedir permiso para cada uno de sus pasos. Entendía por qué era tan importante para Fuyumi elegir por sí misma todo lo relacionado a su relación...
Pero eso no disminuía su preocupación.
Cuando Enji volvió del trabajo, tarde pero a una hora mucho más razonable que en años pasados, Rei ya llevaba un rato leyendo en la cama.
— ¿Cómo te fue? —Ella le preguntó, conteniendo una sonrisa cuando él gruñó en respuesta, sacándose los zapatos antes de dirigirse al baño. Ni siquiera parecía mantener los ojos abiertos, cabeceando como un zombie— ¿Tan mal?
No hizo falta salir de la cama para escuchar el agua de la ducha corriendo. Si a ella se le antojaba el agua caliente de vez en cuando, Enji solía optar por el agua bien fría.
Rei lo esperó pacientemente, pero su silencio inicial le indicó que algo no iba bien.
Habían estado trabajando en gestionar más eficientemente su comunicación, pero Rei sabía que aún ahora, Enji encontraba difícil abrirse y mostrarse vulnerable.
El hecho de que siguiera intentando, por más incómodo que fuera, le motivaba a hacer lo mismo.
— Hoy Fuyumi no vio ninguno de mis mensajes. — Él dijo finalmente, saliendo del baño con pantalones de chándal, una camiseta sin mangas y la toalla todavía alrededor de sus hombros— No me sorprende, después de la discusión del otro día en la agencia, pero quería saber que todo estuviera en orden.
— Me dijiste que pasaste algo similar con Shouto cuando recién entró a la UA. —Le recordó Rei, conociendo aquella anécdota también de parte de su hijo— Dale tiempo.
Enji suspiró, dejándose caer suavemente en el otro extremo de la cama.
— Lo sé, es sólo que... No estoy seguro de cómo manejar esta situación. Shouto siempre me mostró su desprecio, así que al menos podía trabajar con eso. Pero que Fuyumi corte toda comunicación me preocupa.
"A mí también", pensó Rei, pero no lo mencionó.
— Ella habló conmigo hoy. —Le dijo a su esposo en su lugar— Piensa que tú y Shouto creen que la única razón por la que Fujiwara está con ella es porque quiere congraciarse con ustedes. Que ustedes asumen que ella no es lo bastante buena para que una persona la quiera por sí misma.
— ¡E-Eso no es...!
— Pero debes admitir que da esa impresión. —Insistió Rei con seriedad— No debe ser fácil para Fuyumi ser la hija del héroe número 1 y la hermana de uno de los héroes en formación más famosos del país.
— Yo sé que no, y sé que Fuyumi tiene las virtudes necesarias para ser querida y admirada por su cuenta. —Enji resopló, casi con desdén.— Es más, diría que ella tiene muchísimas más virtudes que yo. Cualquiera que piense acercarse a ella, debería entender que Fuyumi es el plato fuerte y yo, con suerte, una galleta de la fortuna rancia con un mal presagio que deberías dejar en la mesa antes de pedir la cuenta.
Rei no pudo evitar reírse de la alegoría, pero volvió a ponerse seria al ver la expresión afligida del pelirrojo.
— Pero piensas que no es el caso de Fujiwara, entonces.
Enji asintió, recorriéndose para estar más cerca de su esposa.
— Va más allá de una cuestión de ego, Rei. Reconozco a los fanáticos cuando los veo.
— ¿Crees que él es un fanático de Endeavor?
— No. —Enji la miró con un profundo ceño fruncido, casi molesto— Si fuera el caso, un simple fan, sería extraño pero podría manejarlo. No, creo que Fujiwara está deslumbrado por los héroes... Y de una manera no muy sana. Me preocupa que pueda volverse un peligro para Fuyumi tarde o temprano.
La preocupación de Rei, que había mantenido en proporciones controladas, aumentó significativamente.
Entonces, se le ocurrió algo que la puso en alerta.
— Enji Todoroki, no estarás investigando al novio de tu hija, ¿o sí?
A pesar de todo, Enji tuvo la decencia de parecer incómodo... Aunque no arrepentido.
Y Rei podía querer enojarse con él, recordarle sobre los límites personales y todo eso. En su lugar, no pudo evitar que su preocupación de madre saltara primero.
— ¿Qué averiguaste?
.
.
.
— Fukuoka, no. Está decidido.
Fuyumi ni siquiera necesitaba mirar a Umeko para saber que la decisión de Koichi, porque sin duda no era la de todos los demás, la tenía molesta y decepcionada.
Aunque el plan inicial había sido salir a la playa para disfrutar el sol y alejarse un poco de las responsabilidades del día a día, Umeko se había emocionado mucho investigando las zonas turísticas de Fukuoka.
Más allá de las playas, la costa occidental de Fukuoka contaba con un montón de centros comerciales y turísticos y actividades al aire libre para parejas sin hijos.
En broma, también había mencionado su esperanza de encontrarse con Hawks, ya que junto a Mt Lady, era su héroe favorito.
— Pero si te encuentras con Hawks, él te verá desde el cielo y caerá rendido a tus encantos y te llevará volando a su nido y nunca volveré a verte. —Le reprochó Ryu en una de tantas ocasiones, siguiendo su juego con una expresión dramática.
Entre risas, Umeko había besado en los labios a su novio, ocasionando que Fuyumi se sonrojara frente a ellos.
— No te dejaré por Hawks si me compras un funko de él. —Dijo Umeko mientras seguía repartiendo besos a lo largo de su rostro.
Fuyumi sonrió cuando Ryu murmuró algo acerca de que eso sí podía hacerlo, pero todo su cuerpo entró en tensión cuando Koichi, a su lado, siseó por lo bajo un desdeñoso: "mandilón". Había rezado porque ninguno de sus amigos lo escuchara.
Para cuando tuvieron que elegir el destino y las fechas para el viaje, reunidos todos en casa de Ryu, Fuyumi pudo sentir la apatía entre su novio y su amiga, que se miraban no muy contentos el uno al otro.
Fuyumi sabía que Umeko no era irracional, pero podía ponerse muy pesada si creía que alguien estaba intentando imponérsele, así que intentó emplear un argumento convincente.
— Estuve viendo algunas opciones en Shizuoka y los alrededores, y encontré playas preciosas y muy limpias. —Le dijo a su amiga, mostrándole los blogs de viajes que había encontrado el día anterior.— ¿Ves? Yumigahama, Atami, Tatadohama... Todos estos lugares son paradisíacos, Ume-chan. Y con lo que nos estaríamos ahorrando en los pasajes de avión, podríamos hospedarnos en un lugar muy bonito o hacer alguna actividad extra.
La conversación siguió un poco más en aquella dirección, y para fortuna de Fuyumi, Umeko accedió luego de plantearle diferentes actividades que no requerían viajar a Fukuoka.
Después de unas horas, eligieron Shirahama, una playa tranquila en la prefectura de Wakayama. No estaba en Shizuoka, pero la distancia era mucho más corta y el lugar era, de hecho, bastante accesible para sus bolsillos.
A Umeko al menos le llamó la atención los baños onsen de agua salada y las expediciones de buceo.
Para cuando Fuyumi y Koichi se despedían de sus amigos y colegas del trabajo, la noche había caído sobre Musutafu.
Aunque no era fin de semana, Koichi la invitó a pasar la noche en su departamento y ella aceptó sin reclamos. No le apetecía mucho volver a casa, de todos modos.
— Me encanta tenerte aquí conmigo. —Le dijo Koichi, alcanzándola con un beso en la mejilla mientras la tomaba desde atrás por las caderas.— Las vacaciones son geniales, pero más que nada porque puedes quedarte aquí incluso entre semana.
— Sí, reconozco que es agradable no tener que madrugar y trabajar en todas las tareas sin revisar para el día siguiente. —Fuyumi se echó a reír cuando sintió los labios de su novio sobre su cuello— ¡Ah, pero no sigas! Tengo que preparar la cena.
— De acuerdo. —Koichi rió también, liberándola no sin antes darle otro beso ahora en los labios— Ay, pero esta parte también me encanta. Adoro que cocines para mí. Eres probablemente la mejor cocinera que haya conocido jamás.
— Gracias. —Fuyumi sonrió, sacando de la alacena todos los ingredientes que necesitaba— Tuve bastante experiencia en casa. Con mi madre en el hospital, aprendí a cocinar para mis hermanos y mi papá. Afortunadamente, ahora ellos también saben hacerlo por su cuenta.
A Fuyumi le gustaban esos momentos tranquilos, lejos de peleas y conflictos, donde podía contarle cosas de su vida a Koichi.
— Me agrada mucho tu madre. —Le escuchó decir mientras ella empezaba a cocinar— Sin duda te enseñó mucho... A pesar de su condición.
Fuyumi pensó en las palabras de su madre del día anterior. "¿A Fujiwara le interesa tu opinión y tus sentimientos? ¿Puede reconocer que está equivocado alguna vez?". Pero ella no quería pelear. No quería ver todo lo malo que claramente tenía Koichi al decir cosas como esas.
— Mi madre es una mujer muy fuerte, a pesar de todo. —Dijo, intentando mantener el buen humor en todo momento— No lo tuvo fácil, y aún así es la persona más amable que conozco.
Koichi asintió, pero no continuó por esa línea, lo que por otro lado fue un alivio para Fuyumi. Incluso bajo el acondicionamiento al que inconscientemente estaba sometida, no quería hablar del infierno que vivió su madre cuando ella era niña. Era algo muy personal, y aunque se había enfadado un poco con ella el día anterior, no deseaba que nadie se metiera en su vida ahora.
Cuando se sentaron en el comedor a cenar, Koichi sonrió apenas probó su comida.
— Fuyumi, tienes que mudarte conmigo. No sé qué haré si vuelvo a comer algo que no hayas preparado tú.
El comentario fue casual, pero Fuyumi sintió un nudo en la garganta al pensar en ello.
Sí, Koichi era más agradable que nunca, pero la realidad es que Fuyumi hacía todo lo posible para aprender cuales eran los interruptores que podían desencadenar una discusión con Koichi... Y tarde o temprano, él volvía a cambiar el orden, confundiéndola y llenándola de angustia.
No estaba segura de querer vivir con eso todos los días.
Esa noche, el sexo fue un poco mejor que de costumbre... Pero apenas terminaron, Fuyumi sintió el desconcertante deseo de volver a su casa con su familia.
"Debo estar volviéndome loca", pensó mientras observaba el techo de la habitación de Koichi.
Y así pasó otra noche en vela, incapaz de superar la ansiedad que le provocaba su maldita relación.
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