Leo - Riego

Hongbin aún estaba dormido a pesar de que ya era más de medio día, su cuarto permanecía en la semi oscuridad gracias a las cortinas corridas y en la mesita de noche reposaba el plato de comida ya fría que le habían dejado hacía varias horas.

No se despertó ni siquiera cuando la puerta se abrió, aunque la luz que se coló le hizo fruncir ceño, se relajó cuando la oscuridad volvió a instalarse.

El recién llegado respiró profundo, disfrutando del dulce aroma floral que inundaba la habitación lo más que su preocupación se lo permitía. Avanzó con cuidado, también disfrutando de la imagen relajada y tranquila de Hongbin, aunque su piel se veía un poco más pálida de lo normal. Dormía sin playera y la sábana apenas cubría de su abdomen para abajo.

Con un suspiro, se sentó en un lado de la cama, junto a la cabecera, y se dedicó a acariciar con la punta de los dedos el rostro dormido.

Hongbin se quejó e hizo algunos guiños antes de por fin abrir los ojos, lo que vio sobre él le arrancó una ligera sonrisa.

—Leo hyung, ¿qué haces aquí? Estaba durmiendo —se quejó con voz amodorrada.

—Lo sé, pero N me dijo que no te sentías muy bien, así que vine a revisarte.

Su voz aguda era suave y baja en medio del silencio de la habitación, la caricia tierna se mantenía sobre la mejilla de Hongbin.

—Tranquilo, hyung, estoy bien, solo estoy cansado, quiero seguir durmiendo.

—No fuiste a cenar, y tampoco te comiste el desayuno que Jaehwanie te trajo.

—Lo siento, es que no tenía hambre, pero comeré más tarde que despierte, ¿sí?

Leo no contestó, se quedó analizando a Hongbin con cuidado, la caricia que se había mantenido en su rostro fue bajando por su cuello, su hombro y hasta su brazo, incluso en la penumbra del cuarto pudo distinguir los pequeños puntos color verde oscuro en la piel del antebrazo, marcas que apenas estaban comenzando a sanar.

—Floreciste hace poco, de nuevo —su voz tomó una nota algo más seria, cuando tocó los puntos pudo sentir el temblor que recorrió al menor.

—Está bien, solo fueron unos pocos dientes de león.

—¿Dientes de León? Así que fue Ravi-ah, debo insistirle en que no te hagan florecer fuera de tus ciclos...

Por fin Hongbin rio un poco, atrapó la mano de Leo para volver a llevarla a su rostro.

—Tranquilo hyung, ya te dije que estoy bien, no es necesario que regañes a nadie más.

—¿Y de qué te ríes? —preguntó aparentando estar enfurruñado, aunque podía escucharse la diversión en su voz.

—Me sobreproteges demasiado, hyung.

Leo hizo un puchero con los labios y le dio un golpecito con el dedo en la frente a Hongbin.

—¿Y te parece divertido preocuparme así?

—Lo siento, hyung, pero me parecen muy divertidas tus reacciones.

Hongbin sonrió entonces, entrecerrando los ojos y mostrando sus característicos hoyuelos.

—Eres incorregible. Anda, hazme espacio.

El menor estaba a punto de replicar algo, pero sabía que sería en vano así que terminó por aceptar. Leo maniobró un poco para subirse a la cama y quedar sentado con la espalda contra la cabecera, luego jaló a Hongbin para que quedara en una posición similar, acurrucado entre sus brazos y con su espalda chocando contra su pecho.

Hongbin se sintió plácidamente reconfortado, rodeado por el calor de Leo, se sentía cómodo entre sus brazos. Había vuelto a cerrar sus ojos y apenas se percató del movimiento del mayor mientras éste sacaba una pequeña navaja del bolsillo de su pantalón.

—¿Qué haces?

—Dado que no quieres comer, necesitas ser regado; y sabes que la sangre es uno de los mejor fluidos para los Floricultores, junto al simiente, pero no creo que estés de humor para eso, ¿o sí?

Sin esperar una respuesta, Leo pasó los brazos frente a Hongbin y se hizo un corte algo profundo en el antebrazo izquierdo. No era la primera vez que lo hacía, y las ligeras marcas junto a la reciente herida lo demostraban.

—¡Hyung!

—Anda, toma todo lo que necesites, antes de que se derrame.

Hongbin inspiró profundo, el aroma del fluido de un Come flores al que amaba ya lo estaba llamando, su cuerpo sabía que aquello le daría todos los nutrientes que necesitaba. Tomó el brazo de Leo y se llevó la herida a la boca, llenándose de inmediato con el delicioso sabor de su sangre, succionó para obtener la mayor cantidad posible.

Leo lo abrazó aún con su mano libre y recargó la cara en su cabeza, enterrando la nariz en su cabello para poder disfrutar de su olor.

Fueron solo un par de minutos, Hongbin no quería dañar a su hyung por mucho que disfrutara del sabor de su sangre y de la manera en que este satisfacía todas las necesidades de su cuerpo. Después de ese tiempo, presionó sus labios cerrados contra la herida para que dejara de sangrar.

—Bueno, supongo que con eso estarás bien, ahora puedes dormir todo lo que quieras.

—Bueno, pero espera un momento... —Hongbin se removió un poco y se incorporó para quedar frente a Leo.

—Binnie, no te di sangre para que florezcas de nuevo, sino para que te recuperes —volvió a regañarlo.

—Por favor, hyung, mi corazón quiere darte las gracias, solo será una lo prometo, además mira —se llevó la mano al pecho, sobre el pectoral izquierdo ya comenzaba a sobresalir un brote—, ya ha empezado, no puedo detenerlo.

Leo suspiró mientras veía como la flor salía, como si cada latido del corazón de Hongbin la empujara hacia afuera, y pronto los pétalos blancos aparecieron y se abrieron.

—¡Un crisantemo! —susurró emocionado.

—Sé que son tus favoritos, es mi manera de darte las gracias, hyung.

Se abrazó al cuello de Leo para atraerlo a su pecho, el mayor se dejó hacer, aspirando con fuerza el delicioso aroma de su Floricultor. Arrancó un solo pétalo con los dientes.

—¡Leo hyung! Es muy sensible, no juegues allí —dijo con un gemido.

—Ya, ya, lo siento. Eres tan delicioso que quiero disfrutarte el mayor tiempo que pueda.

En efecto, Leo iba arrancando los pétalos en grupos, ocasionando más jadeos en el otro. Cuando ya quedaban pocos, por fin devoró la flor completa.

Una vez que terminó, volvió a acomodarse recostado en la cama y atrajo a Hongbin para que pudiera recostarse en su pecho.

—Ahora sí, duerme y descansa, ¿de acuerdo?

—Sí, gracias, hyung —murmuró, ya medio dormido.

A los pocos minutos ambos habían sucumbido a un sueño profundo y reparador, reconfortados por la presencia y el calor del otro.

***

Uy, este capítulo me gustó especialmente, creo que este y el de Hyuk son de mis favoritos.


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