Ken - Invernadero

Luego de un par de semanas, Hongbin ya estaba como si nada, y todo el grupo estaba bastante concentrado para su próximo comeback, en el cual se auguraba el mismo éxito que en el anterior, aunque también en la misma cantidad de trabajo.

Aquella tarde estaban cada uno en su cuarto, disfrutando de uno de los pocos días de descanso antes de que toda la actividad caótica comenzara.

Hongbin estaba aprovechando para terminar todas las misiones de aquel juego en su computadora, sabiendo que no podría hacerlo cuando todo comenzara. Tenía puesto el headset, así que no escuchó los golpes en la puerta ni cuando ésta se abrió.

No fue hasta que la pequeña mano se posó en su brazo que reaccionó, brincando en su lugar. La distracción hizo que el avatar en su computadora muriera. Al voltear se encontró con la sonrisa apenada de Ken.

—Lo siento, Binnie, perdón por hacerte perder, es que no me escuchabas.

Parecía realmente apenado, lo cual hizo reír al menor.

—Está bien, acababa de guardar. ¿Qué pasa?

—Ah, bueno, es que, te tengo un regalo.

Hongbin le miró con curiosidad, Jaehwan también solía ser muy protector con él, aunque no de manera tan opresiva como Leo, o seria como N; Ken solía ser más bien divertido y atento.

—¿Un regalo?

—Sí, estoy seguro que te gustará, y te será útil que es lo primordial. Ven conmigo.

—¿Ir, a dónde? No puedes solo dármelo aquí.

—No, tienes que venir, está en la azotea.

Hongbin fingió un gesto de fastidio.

—¿Hasta la azotea? Vas a arruinar mi papel de gamer sedentario.

Ambos rieron por aquello, Ken tomó el brazo de Hongbin y comenzó a jalarlo de manera juguetona.

—Anda, ven, te prometo que valdrá la pena.

Aquello ocasionó aún más risa en el menor, pero se puso de pie y sucumbió a los tirones de su mayor.

Entre risas y bromas, los dos subieron a la azotea como Ken había indicado, aunque antes de llegar al último piso se colocó detrás de Hongbin y le cubrió los ojos.

—No veas, es una sorpresa.

—Me voy a caer si no veo —se burló el Floricultor.

—Solo confía en tu hyung, te llevaré sin que corras peligro.

—De acuerdo, pero te advierto que si me tiras al vacío ya no tendrás de dónde comer flores tan ricas como las mías, ¿eh?

—¡Babo! No te dejaría caer, y no solo por tus flores, sino porque te quiero —dijo sin dudar.

Para su sorpresa, Hongbin se sonrojó un poco.

—Anda ya, no seas cursi. Mejor ya muéstrame mi regalo —murmuró, algo abochornado.

Ken rio y empujó a Hongbin para que avanzara. Contrario a sus palabras juguetonas, en realidad Hongbin sí que confiaba en Jaehwan, así que avanzó sin temor y con los ojos firmemente cerrados.

Se detuvieron de pronto y pudo escuchar una puerta que se abría, al instante un ambiente cálido y cómodo lo impactó, junto a un aroma fresco.

Cuando Ken quitó las manos, Hongbin pudo abrir los ojos y apreció el pequeño cuarto con paredes de vidrio. Había varias plantas y arbustos pequeños en macetas, lo cual alimentaba el ambiente apacible.

En el centro del cuarto había varios puff y sillones, a un lado un pequeño frigobar zumbaba casi sin hacer ruido y junto a él había otro mueble, una especie de librero de baja estatura. Fue a este último mueble al que Hongbin se acercó, bastante emocionado.

—No estaba muy seguro de cuáles comprar, sabes que no soy muy versado en cuanto a consolas portátiles, bueno, en cuanto a juegos en general. Pero el chico de la tienda me recomendó estos, y dijo que los podrías jugar con toda comodidad, sin necesidad de pantallas ni nada por el estilo.

—¡Ken, esto es increíble! —Murmuró, levantando una WII portátil completamente nueva.

—Bueno, siempre que no estamos en actividades te las pasas encerrado en tu cuarto jugando, pero sabes que tu naturaleza de Floricultor necesita de la luz del sol, al igual que del resto de cuidados, así que pensé que esta era la mejor opción.

>Aquí podrás subir a tomar todo el sol que necesites, sin quemarte o asfixiarte, para eso está el aire acondicionado. También hay varias bebidas y dulces en el refrigerador pequeño.

Hongbin dejó la consola en el mismo lugar antes de girarse y abrazar con bastante fuerza al mayor.

—¡Muchas, muchas gracias! ¡Eres el mejor! —exclamó emocionado—, Estoy seguro que este es el mejor invernadero que ningún Floricultor pueda tener jamás.

Ken sonrió bastante y le dio algunas palmaditas en el hombro.

—Anda, no es para tanto, solo pensé en lo que disfrutarías más, eso es todo. Mejor vamos a probar tus juegos, ¿te parece?

Una hora después, ambos estaban sentados en el sillón del centro, Hongbin tenía su atención centrada en el juego que estaba probando por primera vez; Ken, mientras tanto, se había sentido algo adormilado a causa del calor y de la luz de sol, por lo cual terminó durmiendo con la cabeza sobre el regazo de su menor.

Cuando se dio cuenta, Hongbin pausó el juego para poder apreciar el rostro dormido, tenía el cabello aclarado a causa del próximo comeback, junto a su piel blanca y su gesto relajado parecía más bien etéreo, como un ángel.

Hongbin sintió la presión de la felicidad en su pecho, e instantes después apareció el conocido cosquilleo en sus palmas. Aun estando dormido Ken pudo percibir el olor dulce, lo cual lo hizo abrir los ojos.

—¿Binnie?

El menor puso la palma abierta frente a él, en la que ya comenzaba a florecer el pequeño ramillete de flores blancas.

—Corona de novia, creo que es perfecto para ti —dijo con una sonrisa enternecida.

—¡Oye! ¿Qué me estás queriendo decir? —ya se estaba relamiendo los labios, aquellas pequeñas flores blancas eran sus favoritas.

—Pues que eres igual de cursi que una novia—bromeó—. Además, sé que son de las que más te gustan, pequeñas y fáciles de comer, perfectas para ti.

Ken sonrió, tomó con cuidado la mano de Hongbin para llevarla a su boca.

—Gracias.

Los pequeños pétalos hicieron cosquillas en sus labios, aspiró profundo para embriagarse de su aroma antes de dar por fin la primera mordida. Hongbin gimió bajo mientras Ken arrancaba las flores. En lugar de morder el tallo, como el resto, él solía jalar los pequeños ramilletes hasta arrancarlos, lo cual creaba una sensación más intensa en su piel.

Siguió así hasta que acabó con los dos grupos de Coronas de novia que habían florecido en sus palmas.

***

Este es el capítulo más cortito de los cinco, pero me encanta esa relación divertida que tienen ellos dos, tanto que Hongbin ni siquiera le dice hyung jajaja

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