《The Demon (🔥) And Angel (🧿): Primer Acto》

—Por ahora no hay dibujos; es más Lore que nada—.

—Pasado—

(P.O.V Narrador OMS):

A lenguas de los siete Círculos del Páramo—(O infierno)—recorría con fuerza el rumor sobre un hibrido de humano/Incubó, Albino y de ojos bicolor que vivía en la tierra mortal y había empezado una especie de exterminio a demonios de bajo rango relacionados a su pecado origen, la confusión era notable entre los residentes del inframundo junto a un morboso sentimiento de curiosidad; no era común al final de cuentas que un demonio de puro y de segunda generación como Agazafas dejara clavos sueltos en la tierra mortal.

El pensamiento regular de los conocedores de su existencia era bastante simple: "¿que tenía de especial el Incubó de doce (12) años de edad?".

El número de víctimas hizo su existencia una realidad innegable, pero, aún y con las exhaustivas búsquedas de ciertas criaturas, demonios y entes de los siete círculos capitales, encontrar al híbrido era como buscar una pequeña aguja Blanca en un enorme pajar de sangre y vísceras ; siempre lograba llevarles dos pasos por delante y era poco probable sobrevivir a la letalidad de las trampas que desarrollaba.

El cómo consiguió "tecnología" de aquellos llamados "Cazadores Nocturnos" era un misterio rotundo, pero, con la cantidad de armamento que cargaba encima era entendible la amenaza; la situación era algo irónica y su hibridación podría explicar porque aún no se había volado el mismo algún órgano importante.

Apesar de las circunstancias, a declaraciones de los pocos sobrebibienyes que habían  vuelto y logrado tocarlo, juraban por sus inexistente Alma que no solo olía a humano, también tenía el sabor de una, incluso mucho más fuerte y delicioso; la posibilidad de que tuviera un Alma se volvió el mayor tema de interés entre la burocracia de los prostíbulos, bares, casas de apuestas y mansiones conformados por demonios de sangre pura.

Parecía que hablaran de una de las perras más famosas del segundo círculo capital.

A base de esa declaraciones, todos querían probar un poco de ese Incubó y el hecho de ser considerado oficialmenteun traidor por dos de los siete pilares capitales era una invitación a buscarlo; el Incubó era inocente al escándalo que se estaba armando por su existencia en el infierno. Estaba más centrado en cumplir con su cometido central; Mataría a la mayor cantidad de demonios de su rigurosa lista para crecer sin necesidad de consumir vitalidad o parte del organismo humano.

Era curioso que para ser alguien tan joven se encargaba y lograba informarse lo suficiente de sus futuras víctimas demoníacas; las mayores masacres parecían ser para los demonios que tenían Iglesias dedicadas a Asmodeus.

Sus problemas eran muchos; lastima que no eran los demonios no eran los únicos al tanto de su existencia.

La muerte de la señora Agatha Smith hubiera pasado para los residentes del reino santo como otra muerte desafortunada, pero, los llamados ángeles le tenían puesto un ojo encima desde que la humana había iniciado el primer mes de embarazo; el nacimiento de Eliot hizo estremecer una buena parte de los residentes Arcanos ocultos bajos las alas de su deidad. Hablaban de la fallecida madre del Demonio como una alma pérdida gracias a la manipulación del propio gobernante de las tinieblas y de su cría como el hijo del pecado original; temían que fuera uno de los jinetes o reyes del conocido "Apocalipsis".

Los hijos del llamado "Sr.Luz" veían a Eliot como un peligro monumental que debía ser exterminado del mundo terrenal; la mayoría pensaba que su padre pensaba igual, pero, jamás hizo algun comentario al respecto.

La entidad de miles de ojos no pensaba igual de aquella criatura que desprendía parte del alma de una de sus hijas, no podía verlo con asco o odio aunque lo intentara; era sangre de una de sus creaciones al final de cuentas, sabia que él pequeño no tenía la culpa de la desesperada decisión de su madre y mucho menos de nacer, era solo la segunda víctima de aquella criatura de cuernos de color negro que desgraciadamente era su padre. Le lastimaba de cierta forma no poder tenderle la mano sin realmente hacerle daño, pero, no es como si pudiera desafiar las propias leyes que dicta su existencia—(al menos no de forma sencilla)—; aquella enorme criatura lo estaba protegiendo al no dar la orden, era lo mejor que podía hacer por él hasta los momentos.

Angel o Demonio el prejuicio entre especies era el mismo al final de cuentas, los hijos de estas entidades cargaban mucho más odio y rencores que los propios seres "padre" ; ambos estaban conscientes de los eventos que se podrían desencadenar entre la "maldad" y el "bien", pero, después de tanto tiempo de disputas sin ningún tipo de sentido aparente, dejaron de verle sentido a ese malestar eterno.

Pero, ¿acaso esos votos de paz entre aquellos llamados "Sr.Oscuro" y "Sr.Luz" iban a evitar que sus hijos tomaran el mismo camino?; por supuesto que no. Si fuera así tal vez el llamado Eliot no debería lidear con fuerzas santas.

El daño, aunque no quisieran aceptarlo, estaban hecho y era muy grave, tanto que a espaldas de su padre un grupo de seis seres bajo al plano terrestre, aquellos Angeles esperaron a que cayera la noche mientras le pisaban medianamente los talones al pequeño demonio; era una misión fácil: esperar a que se durmiera profundamente para luego matarlo. Estaba lo suficiente desnutrido y debilitado como para poder defenderse, llevaba días sin dormir bien al final de cuentas. Esa noche usaría como refugio la húmeda oscuridad debajo de un puente de piedra.

El pequeño quedó profundamente dormido y el objetivo de las fuerzas santas parecía casi cumplido, lastima que aquello llamado casualidad es una de las cosas más comunes y jodidas que puedan existir.

Un grupo de seis Demonios pertenecinete al circulo de la ira también fueron por él joven aquella noche y apenas cruzaron miradas con los seres de casi mil ojos con alas enormes, no fue posible resolverlo de forma pacífica; se dio inicio a una pequeña masacre.

El pequeño fue despertado gracias al ruido, se vio en la obligación de refugiarse entre la cuna arbórea conjunta al puente, gracias a la luna llena podía observar con algo de claridad como se despedazaban entre sí, los gemidos y gritos de ambos bandos le causaron horribles escalofríos mientras intentaba huir sin ser visto; la suerte del hibrido no era muy buena.

Se llevó tres zaparsos profundos en el abdomen gracias a una de las extrañas criaturas y sin darse cuenta ya le habían dado un corte limpio a su pequeño cuello, claro está que estás herida mortales lo dejaron en un estado moribundo mientras intentaba no ahogarse con su propia sangre; su regeneración estaba siendo tardía últimamente. No podía moverse pero intentaba hacerlo mediante el arrastre.

No pasó mucho hasta que todo quedó en silencio, intento ignorar el punzocortante dolor en sus extrañas para intentar levantarse; no era posible pero valía su esfuerzo y perseverancia.

Pudo moverse luego de una hora y media de intentos sin perder la consciencia de por medio.

Estaba asqueado, asustado y notablemente conmocionado por la cantidad exorbitante de partes que habían sido desparramadas por todos lados; la sangre de las yugulares chorrenates de esas enormes criaturas aladas habían tintado e irónicamente purificado el río a su costado, la tierra se tragaba en un vapor ardiente los cuerpos de lo que reconoció como Demonios hasta que quedó solo; herido pero por lo menos más seguro.

Con la vista borrosa y llena de lágrimas amargas se dedicó a recoger con mucha dificultad lo que estuviera intacto de sus pertenencias, se obligó a partir en medio de la noche usando de apoyo una rama gruesa que encontró entre los escombros, no obstante, un gemido y lloriqueos de agudo dolor lo detuvieron en el acto; otro escalofrío le recorrió por todo su pequeño ser.

El híbrido no sabía que eran las criaturas blancas, pero, en medio del desastre y bajo un cadáver monumental se encontró con una que aún vivía a pesar de sus piernas y alas rotas.

Dudo sobre lo siguiente que debía hacer, pero, esa lagrimas y vulnerabilidad lo hicieron acordarse de la única razón por al que aún seguia vivo; lo hizo acordarse de su difunta madre.

(...)

La sed y el hambre empezaban a consumirlo al grado de dificultarle el paso, pero aún y con las ganas de parar seguía adelante, cargaba sobre su espalda al único y "pequeño" sobreviviente de esas criaturas blancas aladas; por alguna razón su olor lo mareaba pero el tacto era agradable, era bastante suave a su parecer.

-¿Qué será este joven?—su voz estaba algo entrecortada debido a su mal estado físico, pero, no le quedaba que seguir pisando firme la tierra con sus extrañas pezuñas—nunca he visto algo o a alguien igual, su olor es peculiar también; tanto como yo—el joven albino observó sobre su hombro los ojos cerrados en ese rostro tan blanco como el suyo; era claro que ni apariencia humana tenía, pero, su complexión era similar–espero no estar cometiendo un horrible error.

A una hora de caminata tuvo la suerte de encontra una cueva natural muy bien escondida cerca de un lago con agua limpia, al entrar no noto inestable y podía captar el sonido de más liquido vital fluyendo más atras; tal ves seria un escondite temporal.

De madrugada comió la pocas reservas que le quedaban, pero solo una parte miserable; dio mayor cantidad a su inconsciente "huésped". Tal vez la carne triturada podía tener un aspecto asqueroso, pero era una forma segura de dejarle algo en el estómago, si es que tenía uno.

Eliot se encargó de limpiarlo, inmovilizar ambas piernas con el arcaico equipo "medico" que tenía para luego dejarlo acostado sobre una piedra caliza limpia—(necesitaba revisar sus alas al final de cuentas, aunque las plumas le causarán un pequeño ardor)—; decidió darle su única frazada y almohada para que pudiera descansar mejor. Era todo lo que podía hacer por el hasta los momentos

Logro hacer una pequeña fogata para observar mejor al inconsciente desconocido, el cansancio lo estaba consumiendo al grado de dejarlo casi dormido; e rindio a brazos de morfeo y pudo tener unas cuantas horas de sueño, pero, el sonido de movimiento lo despertó de forma inmediata.

Apesar de tener ambas piernas rotas y las alas en un estado inservible, de alguna forma logró arrastrarse hasta su posición y montarse sobre el.

Por primera vez vio sus diversos ojos azules, aunque, no espero que lo vieran con tanto odio y rabia.

-¡Blasfemia!—fue lo primero y último que planeo decirle aquella juvenil voz de la criatura macho mientras lo tomaba del cuello e iniciaba a ahorcarlo—¡los tuyos mataron a mi padre!; ¡Monstruo, horrible y vil monstruo!.

Okey, tal vez ese angel era producto de incontables sesiones y repeticiones de demonología básica y errada, aunque, no era tan estupido, sabía que no podría matarlo así, digamos que era un intento de desahogo antes de "morir", porque si, el pensaba que lo trajo a sufrir ahi; lo que ese angel de catorce (14) años nunca se espero es que aquel demonio Albino al que satanizaban de una forma peor que el propio anticristo empezara a derramar lágrimas gruesas mientras buscaba aflojar su agarre sin lastimarlo. Estaba indefenso.

Tal vez y solo tal vez si no hubiera decidido venderlo y limpiar sus heridas hubiera tirado a matarlo directamente, al menos eso quería pensar; se sintió tan sucio como el propio lucifer al ver ese única pupila azul irse para atrás por la falta de aire de la cual era responsable.

¿Por qué lloraria?, los demonios no lloran; ¿verdad?.

-P-Por f-favor—el sonido un poco grueso de su voz lo estremeció, pero, no porque como todo Incubó tuviera el arte de la seducción; era por lo débil y lastimado que se podía oír—y-yo, n-no q-quiero m-morir, a-aun n-no; s-solo q-queria ayudarte—el demonio bajo su cuerpo empezaba a perder ahora su propia consciencia y por consiguiente, a morir, pero, si iba a hacerlo, no lo haría con las manos manchadas esa noche; eso era demasiado horrible a su parecer—.

En sus últimos momentos de aliento el Angel lo soltó de forma tan brusca como lo tomo, por instinto los brazos secundarios del pequeño lo empujaron con temor sacándole un quejido de dolor al impactó, mientras el ser de Alas se acomodaba en el piso rocosos el de cuernos se alejaba con dificultad entre tosidos ahogados intentando recuperar parte de su aliento; las lágrimas negras del Demonio ahora bajaban hasta su cuello ensuciando su ensangrentada camisa café—.

Ambas criaturas estaban en lo suyo, el Demonio intentaba opacar sus lamentos mientras se abrazaba a si mismo y el Angel buscaba una forma de recomponerse y sentarse—(aunque era inútil)—; la caída le dolió más de lo que pensó, pero, él se lo busco.

En algún punto se rindió quedando inerte en el piso mientras intentaba recuperar el aliento y de calmar sin éxito el creciente dolor, sentía la mirada del Demonio sobre él y cuando dejó de escuchar sus hipos intento fijarse en su direccion; no era posible.

En un momento observó sus pequeñas y extrañas pezuñas a su lado, no eran ni rojas, negras, café o grices como decían, eran tan celeste como el cielo y eso no pudo hacerlo sentir más extrañado, su mirada múltiple fue subiendo por sus pantalones sucios de color negro, pecho algo descubierto con algunos hematomas y cuello enrojecido que seguía acariciandose; él Incubó tenía una expresión incómoda y algo asustadiza, pero, parecía observarlo con lástima.

-Deja de mirarme y acaba con esto de una buena vez—el Angel no quería seguir siendo "humillado", si debía morir lo haria, pero siempre pensó que lo haría de una forma más digna—.

Él incubo tardó algo de tiempo en responderle, pero su expresión confundía hablaba por él—N-no v-voy a matarlo–su voz estaba ronca pero salía notoriamente clara—s-si eso quisiera ya lo h-hubiera hecho; ¿no lo cree?—sus manos secundarias aún lo abrazaban y mantenía una distancia considerable; aunque no quisiera creerle, el Angel pudo sentir su sinceridad—pero, s-si vuelve a h-hacer algo así, joven, m-me tendré que defender—solto su cuello para cruzarse de brazos y mostrar notoria molestia; su cola se movía de lado a lado mientras su pupila parecía sacar una iris en su ojos negro—.

El Angel bajo la mirada al suelo tierroso con notable irritación y cierto asco hacia su situación actual, el Incubó pudo escuchar como chasqueaba con fuerza su lengua—Solo muévete y levantame—le ordenó con rabia la criatura alada al joven frente a él—y digo lo mismo, Hijo de Satanás.

Él Incubó parpadeo un par de veces mientras frucia él seño, soltó un pequeño bufido para agacharse y señalarlo con una de sus pequeñas garras—Lo h-hare joven, pero s-solo porque yo l-lo deseo, n-no porque u-usted lo diga; m-maleducado— no le intereso la desagradable mirada que le dio el ser de su misma tez, se acercó con sigilo para girarlo con cuidado hasta quedar boca arriba; el Angel se quejaba notoriamente, pero aún seguía sin importarle—.

-Cuidado donde agarras Incubó Pecador—el Demonio lo llevaba de forma nupcial con notable dificultad nuevamente a la piedra caliza, el Angel estaba bastante alerta mientras escondía en la palma de sus manos parte de sus largas uñas esperando un movimiento extraño del contrario ; El pequeño demonio solo podía mirarlo con confusión—¿qué tanto miras?—escupió secamente mientras lo dejaba sobre su almohada de plumas y cobija/manta/sabana—.

-¿Q-qué e-es un Incubó?—el Demonio se alejo notablemente apenas lo dejo estable, pero, no por ello no intentaría preguntarle; sabia que parecía no agradarle, pero, por pecador entendió que tal vez era importante—.

El Angel quedó enmudecido un momento mientras lo veía fijamente; él Demonio empezaba a perturbarlo—¿Qué cosa se supone que eres?—expreso sin pelos en la lengua el ser divino—.

Al Incubó le dolió un poco esa pregunta tan seca y cortante.

-No soy una "cosa"—(creo)—, pienso que soy un "híbrido y tengo nombre por si le interesa saber—él Demonio volvió al lugar en donde se encontraba en un inició sin apartar sus únicos dos ojos de los que supuso eran los centrales del contrario—.

Entre los dos quedó un silencio tenso mediante el contacto visual que compartían, el ambiente se tornaba algo pesado y el Demonio fue el primero en apartar la mirada, a los pocos minutos el Angel le dio con dificultad la espalda para no mirarlo más; parecía que ahí terminó la extraña conversación. Al Angel parecían quedarles unas cuantas palabras más—Se tu nombre, Eliot; si te interesa también, yo soy Rasmadous.

Luego de eso fue una noche tranquila, claro, si tranquila es la perturbación de apuntar precisamente a la cabeza de una posible amenaza mientras te consume el sueño y las heridas profundas; al menos sabia su nombre ahora.

Eliot aguantó unas dos horas más hasta que los rayos del sol lo despertaron primero; solo quedaban cenizas de la fogata y el día a su parecer no podía estar más hermoso.

(...)

Eliot estaba intentado leer aquel extraño libro que le había regalado su difunta madre, aún le costaba el Latín pero aprendía rápido; buscaba a orillas del lago aquella palabra que dijo el llamado Rasmadous la noche pasada.

Mientras leía el Demonio no podía evitar sentir cierto miedo de la criatura que por cuenta propia decidió recoger; gracias a los eventos de anoche ya no quería mucho tener algo que ver con él. Lo ayudaría lo más que pudiera y luego se iría; no estaba obligado a cuidarlo al final de cuentas, ¿verdad?. Sentía que era un poco egoísta, pero, hasta el necesitaba cierta paz; ya tenía suficientes problemas como para arrastrar a uno que no dudaría en tirar a matarlo.


Observo por un momento sus ropas húmedas sobre la piedra; había aprovechado para darse un baño y lavar aunque sea un poco sus prendas. Necesitaba unas nuevas y también tela para hacer más vendaje practico.

Se rindió con el libro apenas sintió el gruñido en sus entrañas, tal vez llevaba ocho días en lo que no comía bien y su cuerpo empezaba a hacerselo saber; arriba del lago captaba la presencia de animales. Si tenía suerte se haría con algo de buena carne, pero la cuestión ahora era si dejaba a la criatura sola o no; no sentía seguridad de dejarle sus cosas, menos las que no eran muy seguras.

Eliot camino hasta la cueva con notable precaución, por pena y cortesía se había colocado sus pantalones aunque estuvieran húmedos, logró ubicar al de enormes alas todavía acostado pero boca abajo; tal vez dormía pero no se confiaría. El Demonio caminó con el mayor silencio posible hasta uno de los sacos que por los momentos le servían de mochila; saco primero la daga de plata blanca que tenía, luego una especie de pistola demasiado desarrollada para la época y por último una especie de rifle y escopeta que ni siquiera deberían existir. Les saco a cada una la munición y solo se llevo la daga, tal vez se hubiera retirado tranquilamente sino fuera por la pesada mirada del ser que lo observaba.

Nuevamente habia una tención incómoda entre los dos, pero, al parecer del Demonio el Angel estaba algo apenado.

-Ponte una camisa—desvía parte de su mirada con notable incomodidad—(o vergüenza claro esta)— pero sus ojos centrales se ubican en la daga y el saquito que tenía lleno de la carga—¿Mataste a un Cazador Nocturno?—el Angel conocía esa tecnología y como fue a parar a manos de aquellos peculiares humanos, lo que no sabía es como un simple demonio manejaba algo así sin matarse en el intento—.

-Yo no he matado a ningún humano, mucho menos a un Cazador–el muchacho se cruzo de brazos escondiendo un poco su pecho por el comentario; ¿qué quería?, ¿qué se enfermara por andar con ropa humedecida?—dudo que me crea, pero, me las regaló una dama—luego de eso emprendió camino siendo seguido por la mirada del Angel—.

-¿A donde vas?–¿ahora resulta que desea ser amistoso?, ¿o es que se dio cuenta de lo jodido que esta?, el Demonio no sabía que tenía el ser en la cabeza—.

Obviamente no le diría a donde iría específicamente, pero, por respeto y educación al menos le daría una respuesta—Volveré antes de que se cierne el sol de mediodía—dijo sin mirarlo para seguir su camino; tenía algo de prisa, le estaba ganando el hambre—.

El Angel lo perdió de vista sintiéndose curiosamente inseguro; después de todo, de los dos el Demonio era el único que podía caminar y si no lo había matado el, seguramente alguien más lo haría sin pensarlo mejor.

(...)

Bueno, no trajo carne de conejo porque le dio pena los pequeños animalitos, tampoco de vaca por el mismo hecho, mucho menos de ciervo o caballo, así que como siempre quedo en clásico y simple pescado; no lo hacían sentir tan culpable. Todo era más fácil cuando recibían la carne del vecino de su madre o de ella misma.

Cuanta falta le hacia.

Por lo menos además de pescado consiguió fruta, mucha fruta, estaba satisfecho así que se encargaría de deshidratar la carne del pescado para conservarla mejor para adelante; carne de pescado, libre de culpa o remordimientos.

Descolgó de su espalda a los ensangrentados animales acuáticos para lavarse las manos y dejar en un lugar seguro la fruta que encontró, su ropa estaba seca pero no tenía intenciones de ensuciarla, al menos no por ahora; dirigió su mirada por un momento a la cueva dando un suspiro tenso.

Bueno, al menos cumplió con volver antes del mediodía.

Se asomo levemente captando la atención del Angel gracias a sus cuernos, noto el olor a sangre pero era distintiva; lo hizo entender que fue a buscar alimento.

-Estoy de vuelta—dijo algo bajo el Demonio sin cambiar su posición—yo, estaré afuera, haré algo–pero sus palabras fueron interrumpidas por un quejido del contrario—.

-Sacame—escupió de forma directa y con notable desánimo, pero, el Incubó no se movió de su lugar, más bien parecía algo molesto; entendió que tal vez debería cortarle dos rayitas a su actitud—por favor.

El Incubó pareció pensarlo por un momento, pero, al final termino cediendo a su petición; volvió a comentarle lo de la camisa pero igual lo cargo y saco al exterior. Lo colocó contra la sombra de un árbol mientras el iniciaba a destripar las vísceras del pescado.

Al menos ya no sangraba y aunque ambos sabían que tenía los huesos rotos todo permanecería adentro y sin riesgo de infecciones.

No se habían comentado nada en un buen rato y de cierta forma era pacifico, pero, el Angel aún tenía muchas preguntas y pocas respuestas; nada de esto era normal para él.

Veía como las garras tan filosas como un cuchillo cortaban sin ningún problema la carne en filetes mientras se deshacía de las espinas, nunca lo ha lastimado, ¿acaso cortan cuando el lo desea?, tampoco comprendía bien la apariencia del Incubó; de aterrador no tenía nada y apenas le llegaba por el pecho. También tenía demasiados atributos humanos como para ignorarlo.

Ante sus ojos estaba uno de los seres más temidos de su hogar y solo parecía querer azar algo de pescado; ¿esto era una sucia jugarreta?.

La criatura alada se encogió de hombros con algo de confusión; pensó muy bien sus siguientes palabras—Oye, ¿de verdad no sabes qué es un Incubó?—el Angel observo como detuvo sus acciones y pasaba a mirarlo, se notaba un poco sorprendido, pero, paso a solos darle un simple "No" y seguir con lo suyo—Los Incubós son hijos de uno de los pecados originales, la lujuria, como las sucubos se dedican a engañar a vírgenes o almas puras para llevarlas al camino del pecado hasta consumir su esencia vital; su alma—el Angel ve como el Demonio vuelve a detenerse mientras parece fijarse en un punto aleatorio del suelo; lo ve tenso pero aún le quedaban palabras—Tu eres un Incubó, o bueno, mitad incubó por lo que veo; tu padre-—y ahora al que interrumpieron fue el, pero, más que con su voz fue con la filosa mirada que le dedico—.

-Ese señor no es mi padre, es un asesino; yo no soy hijo ni seré nunca hijo de un monstruo de su categoría. Solo tuve una madre, su nombre era Agatha y ella fue al mismo tiempo mi padre, así que, para lo que concierne, yo no tengo ningún familiar paterno; le agradezco que no lo nombre en mi presencia, ¿entendió?—el Incubó se irritó notablemente, pero, no por eso no le presto atención a las palabras del Angel; asi que eso era parte de su sangre, un Incubó. Por lógica también el era uno; sintió cierto asco de si mismo, pero solo por un momento—.

Luego de eso hubo silencio junto a un pequeño "si" que soltó el Angel, Rasmadous ya no lo veía, tal vez por pena o vergüenza, quien sabe; lo seguro es que el Angel por primera vez consumió de forma tan seca la carne.

(...)

En la oscuridad profunda y en la luz más intensa se podían ver varios pares de ojos colosales que observaba al Demonio y al Angel.

El ser de las tinieblas Temia por aquel de cuernos blancos como la nieve y el de la luz por los dos; solo podian observar y esperar lo mejor.

—Presente—

El Incubó de doscientos cincuenta años fumaba con notable amargura su quinto cigarrillo aquella noche estrellada mientras por instinto sus manos secundarias tocaban las cicatrices de zarpazos en su abdomen.

Soltó parte del humo con un notable color fucsia mientras sentía un poco de ardor en su pecho; debía parar por ahora a no ser que quisiera desarrollar algún tipo de asma temporal.


Apago el cigarro con la lengua para dejar los restos en el cenicero y volver a su cama; el estrés no lo dejaba dormir bien desde hace unos cuantos días.

Las cosas no terminaron bien entre los dos, eso esta claro, se supone que ni siquiera debería estarlo buscando, pero, vaya sorpresa se ha llevado al conseguir diversas plumas blancas que podía reconocer en cualquier lado; sabia lo que él Angel era y no podía preocuparle más no saber cuales eran sus intenciones.

Apenas iba a recostarse unos toques suaves a su puerta lo levantaron notablemente, suspiro algo cansado pero paso a colocarse su camiseta para ver quién era.

La pequeña Amy parecía secarse unas cuantas lagrimillas que bajan por su ojos mientras abrazaba a un peluche de patito con fuerza; el Incubó ya se veía venir las razones.

-¿Una pesadilla otra vez querida?—el demonio se posó en cuclillas para limpiar las saladas lágrimas de las más chica, la sucubo asintió con rapidez mientras buscaba seguridad y afecto entre los brazos del más grande—Comprendo, bueno, vamos a dormir, es media noche pequeña—Eliot le dio un pequeño beso en la frente a la Sucubo azul para cargarla y cerrar la puerta con su cola—

Espero a que la sucubo de menor tamaño se quedara profundamente dormida esa noche, Amy necesito muchos mimos y caricias en su cabeza para volver a dormir, se había acurrucado como una niña pequeña en el pecho del Incubó y por alguna razón parecía no querer alejarse.

La cosa es que algunas veces las pesadillas de Amy tenían cierta toque premonitorio; catástrofes, desgracias y accidentes invadían su mente. No la sacaban de la cama como en aquella noche, pero no era para menos, esta vez tenía mucho miedo.

Miedo de perder a ese hibrido que parecía su padre y hermano mayor.

En su pesadillas lo vio rodeado y amarrado con cadenas completas de un rosario ardiente mientras era llevado bajo una tela negra por un ser enorme y de alas blancas.

Soño como lo volvían un esclavo; soño como ese Angel lo arrastraba a la luz como si de una mascota se tratase.

La pequeña Sucubo se aferraba con fuerza a las ropas del Incubó deseando que todo lo que vio fuera una simple y horrible pesadilla.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top