《Doscientos Cincuenta (250) Años; Quinto Año en la Capital 》
(Kofeynoye__ ); aquí el contexto y lore.
Fecha: Martes 24 de Julio del 2018.
Ubicación: La Regular; En la Cama del Proxeneta de la Zona Norte: Raimundo Fergas.
-Hola, soy yo de nuevo, ya he aceptado que esto cuenta como un diario aunque las páginas estén dispersas bajo el colchón de mi sucio cuarto, ¿qué tan absurdo es que lo negará durante cinco años?; tal vez se me hacia dulce y terapéutico el hecho de que fuera una bitácora personal, pero, tomando en cuenta que ayer fue el cumpleaños de mi madre y casi mi último día en esta no tierra, un diario suena mejor al ficticio consuelo de una carta fúnebre.
-Son las dos de la madrugada, aun me cuesta retomar el aliento y calmar mi pulso cardiaco, mi corazón intentan bombear la sangre suficiente para que mi regeneración se active y mis células se descontaminen; eso no va a pasar por ahora, el agua bendita que me hizo beber aún no sale de mi sistema y se que si me duermo tal vez mi estómago se habrá debido al líquido, no puedo permitir eso. Sus fauces ardientes aún queman una buena parte de mi espalda mientras respira profundo en su letargo, la luz de la vela es lo máximo que me permite previsualizar lo que escribo con una pluma y papel que logre sacar de su tocador, mi pulso no está hecho un desastre como mi lengua y garganta; el olor de mi sangre es abundante y solo logra marearme entre la mezcla de feromonas y su desagradable rostro.
-¿Es un fetiche acaso que este "hombre" me solicite tanto?, se quien es, se que el fue el primero en tocarme como también se que él le pago a Aghasafas para tenerme aquí; este demonio me quitó la dignidad, me quitó la pureza, mi virginidad.
-Su boca aún escurre chorros sangrientos de una buena parte de mi piel y lengua, esta vez me obligó a gemirle y creo que disfruto del nuevo collar que me dio Red; aunque debería ser una vergüenza que tirara de la cadena dorada y me tratara como un perro, nunca me desare de este obsequio. No es una pena, no me demigra, tapa solo un grave error y será el recuerdo más vivido de los que no debo hacer; un símbolo, un primer paso.
-Estoy redundando, se supone que debiera redactar lo pasado entre ayer y hoy, pero, el desprecio que le tengo a esta criatura es enorme, cuando me tiene en sus brazos y desgarra mi cuerpo en largos pedazos de piel y ligamento, siento como aquellos corazones ajenos laten junto al mío y como poco a poco me quedo ciego entre su pecado materno; intento callar sus voces y lo logro gracias a que sus golpe me dejan un gran vacio mental en la inconsciencia. ¿Qué he hecho?, ¿Para qué hice eso?; ¿me volví como él?.
-En fin, ayer intenté acabar con mi vida, ¿tonto?, si, hay maneras más efectivas de exterminio y que me colgara solo demuestra lo idiota que soy por pretender que tengo más de humano que de demonio; luego de un baño y un extraño líquido el cual me cuesta recordar estaba como nuevo. Aunque, es curioso, no recuerdo cuando toque el suelo y juro que por primera vez sentí un dolor punzante que mi cuerpo no curaba junto a un frio poco común que no puedo distinguir. Estaba dispuesto a morir y borrar el pecado impuesto en mis manos al asesinar indirectamente a la mujer que ame y no pude proteger, todo fue negro y luego observé la mirada fastidiada de la sucubo mientras me desarrollaba la cadena santificada del cuello.
-Se veía molesta mientras sus lágrimas quemaban su rostro y el mío, la cadena quemó sus manos y me reclamó por ello; no parecía sorprendida y solo se acostó en el piso a mi lado. Repita una y otra vez el "No seas idiota Niño; los Demonios no pueden morir por un suicidio, mucho menos en el mismo infierno" mientras golpeaba suavemente uno de mis cuernos con sus dedos; me trata como un hijo y no puedo estar más agradecido por ello. La amo, se que mi madre biológica lo hubiera hecho por igual.
-¿Como mi mundo se derrumbó tan drásticamente?.
-Todo inicio tan corriente: Levantarme temprano, limpiar mi cuerpo de cualquier impureza nocturna, bailar en su antro, aguantar o satisfacer al proxeneta o privilegiado que me alquiló, intentar no perder el conocimiento mientras Aghata abusaba de mí en mi habitación cuando me encuentro débil, mentirle a Red de esto último mientras la ayudaba a amarrar su corset—(Casí se matan la última vez)—, consolar a Amy entre mis brazos mientras recuperaba el aliento entre el dolor que le causaba el desgarre abrasivo en su intimidad; técnicamente ser una puta más, pero, más cara, requerida y única. Una prostituta con clase, masculina y versátil, con sabor a humano y una cantidad de nutrientes que ningún demonio puede replicar; una perra exclusiva, la pequeña estrella porno de un prostíbulo costoso. Técnicamente mi vida diaria en la capital durante los últimos cinco años.
-Todo se fue vulgarmente al carajo cuando llego aquello que para mí desgracia lleva por nombre mi jefe/padre/proxeneta, odio que nos parezcamos, odio que me acorrrale en su cama, odio que me corte y envene con las cadenas que creo para someterme a su voluntad, odio que me lance a la cara el olor y esencia de los hermanos que jamás pude conocer, pero, todo cambió tan rapido: Jamás me había insultado con la voz de mi madre.
-Jamas uso sus ojos para mirarme con odio.
-Jamas había cambiado su cuerpo para parecer a ella.
-Jamas había revivido en carne propia las palabras que pensé que me diría en mis desvaríos mentales.
-Jamas utilizo el cadáver y esencia de mi madre para maltratarme.
-Ese día no amenazó con Violarme hasta que pereciera, pero, destrozó lo poco que me quedaba de estabilidad psicológica; en ese momento una buena parte de mí desapareció.
-Mis acciones fueron en automático mientras las palabras de un joven Ángel que intentó volverme una mascota se repetían en mi mente:
-"Los Demonios no tienen Alma Eliot, por eso no debes morir, ya sabes, arriesgarte a un daño irreparable, si lo hicieras dejarias de existir en todo sentido de la palabra, no podría hacer nada por ti; no se si ser híbrido te exenta de ello y tengas un Alma, en tal caso podría recuperarla del limbo y traerte a la vida con ayuda de Evelyn. Por favor, no vuelvas a asustarme asi.
- El ardor de su tacto santo fue lo único que sentí inconscientemente al recordar a Rasmadous; tal vez ser un sirviente del arcángel me hubiera lastimado menos, como él lo dijo hace tantas décadas atrás.
-Mis manos literalmente hirvieron entre el metal platino que había bañando con la sangre de ángeles que guardaban en la licorera privada del local; un manjar altamente toxico que solo los demonios de alto rango podían consumir. Colgué la larga cadena al candelabro y flote hasta la ventana más alta de mi cuarto. Ni el malestar del vértigo evito que me enrollara y amarra con una brusquedad colérica la cadena al cuello; podía sentir a flor de piel como la sangre empezaba a envenenar mi propio cuerpo y como el santificado metal fundía mi carne.
-Mis ojos a esas alturas ya estaban calcinados por las lágrimas, pero, no necesitaba ver para saber que estaba haciendo; mi ceguera era total, no solamente física, me dejé caer perdiendo todo el aire en un golpe seco de la cadena contra mi garganta.
-Eso es todo lo recuerdo y nadie sabe que intente acabar con mi vida además de Red; no deseo que Aghasafas intente sellarme como una pertenencia—(En defecto, su esposo)—, que me pongan a un parasitario pecador encima o que torturen a Red por mi culpa. Es un secreto.
-Desearia seguir escribiendo pero acabo de sentir como las garras de la criatura a mi costado acaban de pasarse por mi pecho jalando suavemente de la cadena de sumisión.
-Guardare esta hoja en mi gabardina para pegarla en mi diario después; intentare olvidar lo de mi madre por ahora. Extraño demasiado a Guzzler, Susan, Amanda, Damián, Keter y Mikaela.
-Defizio aún me busca en el prostíbulo; lo evito, no deseo recordar en estos momentos lo que me hizo y porque es mi Ex pareja. Red no va a cubrir otro intento de suicidio mío y ya todo el mundo sabe lo de su maldita orgía; soy el único Incubó en el infierno que pensó en serle fiel y aguantar por meses la crucifixión por negarse a las exigencias de un proxeneta.
Att: Eliot Smith.
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—lunes 23 de julio del 2023; 11:30 pm—
—La demonio de tez roja guardo con amargura y una leve ceguedad la nota en un libro de cuero negro, con molestia arranco entre un siseo fuerte la membrana óptica quemada de su ojo debido a las lagrimas; suspiro y tomo aire mientras escondía el libro entre sus pertenencias. La sucubo se sacudió fuertemente los cabellos mientras escuchaba como el demonio de mayor altura daba unas cuantas vueltas en el piso de abajo—.
-Maldito Aghasafas—susurró la sucubo mientras soltaba con rabia sus propios cabellos y levantaba la mirada a un espejo; notaba como se veía en la absoluta mierda. No podía salir así—.
Tardo unos quince minutos en verse decente mientras recogía con calma unos barcos de papel que habían sido su centro de distracción todo el día; faltaba menos de diez minutos para que diera la media noche.
Salió de su habitación dando pasos ligeros, contaba el numero de barcos de papel y leía los nombres en cada una de las velas; sonrió levemente al ver como todos, incluso la amargada marioneta, se habían dedicado a escribir de forma bonita y detallada un muy "Feliz Cumpleaños".
Al bajar las escaleras noto que el Incubó ya la estaba esperando.
Doce de la noche, la Sucubo mayor y el Incubó menor observaron como los barcos de papel bajaban por el río cercano y como el más grande de todos parecía liderarlos; la sucubo no pudo evitar darle unas cuantas miradas a las orejas y mirada neutra del demonio Albino a su lado.
Un nudo intenso se le formo en la garganta y en el estómago mientras su cuerpo se tensaba, pero, no necesito expresar nada; el Incubó estaba más al tanto de sus acciones de los que esta pensaba.
-Tengo razones para vivir lo que pueda o deba Red, o bueno, mamá Red—el Incubó sonrio de forma dificultosa, pero, de cierta forma era la sonrisa más sincera que habia soltado en toda la noche—hice una promesa; un caballero no rompe una, menos a una hermosa dama como tú. Estoy feliz de que esté conmigo.
La Sucubo no dijo absolutamente nada, aprovecho a acercarse y apretar con algo de fuerza el brazo del Incubó buscando entrelazar su cola con la suya como si de una cria o su cría se tratase; su tacto fue correspondido mientras el Incubo la cargaba para ofrecerle un abrazo, luego solo se dedicaron observar en la oscuridad de la noche como aquellos barcos se perdían a la distancia.
-Feliz cumpleaños mamá.
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