Sorpresa
Siguió de cerca a la joven que caminaba con una bolsa de papel en las manos, pero cada vez que se acercaba alguien se escondía en un callejón. Así hasta llegar al médico.
- ¡Pasa dentro! – la miró desde la puerta.
La albina negó retrocediendo y justo en ese momento un dardo se clavó en su cuello, lo que la hizo gritar.
- ¡Le di! ¡La tenemos! – un hombre desde una azotea gritaba victorioso.
La chica cayó al suelo con una gran somnolencia y mucha ira puesto que pensaba que era una traición. Antes de dormirse pudo ver cómo la niña corría hacia su lado preocupada y dos hombres corrían delante de ellas, uno con pistolas y otro con una katana para hacer frente a los degenerados que iban tras ella.
Abrió los ojos pesadamente. Su cuerpo no respondía, estaba entumecido, pero... calentito. Estaba boca abajo sobre una cama mirando hacia un lado. Notaba un asqueroso sabor en la boca a algún tipo de medicina para ella y le escocían los arañazos. Cuando pudo ver con claridad, vio que en la cama de al lado había un hombre acostado mirando al techo con un brazo tras su nuca y la otra en el vientre. Vestía colores oscuros y su semblante era serio y algo enfadado. No era guapo, no era atractivo, no era alto, no tenía una amable expresión en la cara... Podría ser como esos tipos que le quieren dar caza, pero no. Lo notaba, lo percibía. Pasó demasiado tiempo mirándole, lo que lo notó nuestro hombre y la miró de reojo. Su mirada no ve a las mujeres como un objeto sexual. Su mirada no la miraba con el fin de hacer dinero de ella. Su mirada la miraba con algo de curiosidad, pero no le haría nada. Su mirada la hacía sentir protegida, por lo que entrecerró los ojos suavemente y sonrió levemente mirándole. Su cuerpo se relajó, y su secreto apareció. De su anudado pelo salieron dos orejas felinas blancas que estaban camufladas entre los cabellos y de debajo de las sábanas apareció una esponjosa cola blanca. El hombre se levantó de la cama y se quedó sentado mirándola con más interés en la mirada. Una híbrida de gato y humano. La fantasía de miles de depravados acostada a su lado.
- Que preciosidad, ¿eh, Nic? Ya sabemos lo que buscaban esos tipos desde hace meses – habló un hombre rubio con un parche que fumaba en la ventana.
Ella giró las orejas a su dirección para escucharle, pero no apartaba la mirada del moreno.
- Seguro que querían usarla y luego venderla al burdel "Las Gatitas" haría nombre al lugar. O venderla algún rico para que fuese su mascotita. Pero es una niña, mirala...
- No, no es una niña – un médico entró en el cuarto interrumpiéndoles y fumando – Tiene cuerpo de niña, sin pecho ni zonas desarrolladas, pero tiene unos 20 años o así. Está maltratada y su cuerpo paró de crecer hace mucho. Una adulta, con cuerpo de niña... es como follarse a una niña, pero legal...
La chica bajó las orejas y se asustó de sus palabras. Escondió la cabeza bajo la almohada, ya que su cuerpo no le respondía para huir. No pudo ver la mirada de odio que el moreno le dedicó al médico.
- Perdona Nicolas... - apaga su cigarro en el cenicero – Ya te la estás llevando, Worrick, ellos saben que está aquí y me traerá problemas. Esta Nina... no puede ver a nadie herido.
- ¿Llevarmela? ¿A dónde? Oh, por favor... Nic, no me jodas tú también...
La joven notó unos brazos rudos bajo ella levantándola de la cama como un peso muerto. Nadie la había tocado en mucho tiempo, por lo que gruñó y pataleó todo lo que su cuerpo, lleno de vendas le permitió. Bufaba y gruñía como un felino enfadado, pero sólo conseguía que este hombre llamado Nic la apretase más contra su cuerpo. Sus ojos se encontraron un momento, y como si de anestesia para su cuerpo se tratase, paró de revolverse y se encogió un poco. Escondió sus orejas y cola y se resignó.
- Gracias por todo, me llevo a la bella y a la bestia a casa – Worrick sonrió cuando vio el gesto de Nic de mandarle a la mierda - ¿Qué? ¿Querías ser la bella, Nic? – se rió sonoramente saliendo del edificio delante de ellos dos.
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