Sola para traerte


Habían pasado casi dos meses desde que Zoba se había mudado allí. Se encontraba de 9 meses, la cuenta atrás empezaba. El médico, uno bueno al que no le importaba en absoluto atender a híbridos, le había dado unas indicaciones a Zoba sobre cómo sentirse mejor con el nuevo peso adquirido en su pequeño cuerpo, ya que aparte de tener al bebé, había cogido peso en estos dos meses en los que Alexy y Nikita la habían consentido mucho. Le dio indicaciones sobre cómo dormir para que no le doliesen los riñones, cómo comer para no sentir antojos, cuándo es mejor beber agua, que clase de ejercicios debe hacer, etc.

Además, también hizo unas radiografías y pudo ver al bebé de Zoba. Pudo saber su sexo y su raza, pero sin embargo, ella decidió no saberlo hasta el momento del parto. Ya no quedaba tanto.

En ese tiempo, descubrió más cosas de sus compañeros de piso, como que Alexy no era un híbrido de cabra, era un híbrido de carnero, obvio, pero como le quitaron los cuernos para venderlos en un tiempo que estuvo preso, tras ser rescatado por ellas dos e incorporado a la familia, Warning cuando está enfadada le cambia el sexo a cabra, por tener cuernos pequeñitos, y que se encarga de limpiar y hacer la comida, además de conducir el camión.

De Nikita y Warning, que se conocían desde hace mucho tiempo y siempre han estado juntas, haciendo trabajitos juntas y sobreviviendo como podían. Había muchas cosas de esos tres que les recordaba respectivamente, a su antigua familia, a la que aún añoraba.

Nikita la obligaba a dormir con ella todas las noches, dejándola a ella toda la almohada para que acomodase su cuerpo y la abrazase y ella cogiendo un cojín, que a mitad de la noche le daba también a Zoba para ponerla cómoda. Ella se apoyaba en su brazo acostada de lado, mirándola durante un buen rato con una sonrisa, y a veces, apartando suavemente el pelo de su cara. Cada día le gustaba más, y nunca lo admitiría, pues ella espera un bebé de un hombre al que todavía ama. A Zoba no le atraían las mujeres, o eso pensaba Nikita.

Aun así, sin importar eso, se había dejado llevar por su linda cara, sus finos gestos a la hora de hablar con ella, su pelo suave, su amabilidad y comprensión y sus ganas de ayudar aunque no le dejaran, ya que tenía que reposar esa tierna barriga que siempre respondía al tacto de Nikita..También notó que tenía su genio, era determinante, sabía manejar armas y sabía lo que era el sufrimiento. ¿Dónde estuviste todo este tiempo, pequeña híbrida que me llena de felicidad?

Era entrados diciembre, y no, ellos no celebraban la Navidad tal cual, pues no tenían fechas especiales. No decoraron la casa, no pusieron un árbol, ni un Belén... pero lo que si hacían todos los años era hacer una gran comida para todos antes de acabar el año

Fuera había nevado muchísimo y los dos últimos meses fueron realmente fríos y lluviosos. Warning, Nikita y Alexy se abrigaron bien para salir a hacer unas últimas compras.

- No tardaremos mucho, ¿de acuerdo? Si ocurre algo, te dejamos un teléfono en la mesita – le dijo Alexy poniéndose unas orejeras.

- Sí, por favor, tened cuidado, hay mucho hielo y ventisca – dijo ella con una sonrisa, mientras colocaba bien la bufanda de Nikita, que la miraba con una pequeña sonrisa.

- Si, si, ya... que nos hablarás a nosotros de tener cuidado – dijo Warning encendiéndose un cigarrillo - Si te pones a parir haz el favor de no marchar las sábanas, que la sangre y eso viscoso no se quita.

Zoba rio un poco. Su relación era algo tensa, pero menos que al principio. La estaba tolerando.

- No creo que suceda nada así, pero si me duele, llamaré al doctor con el teléfono – dijo sonriendo.

Ellos asintieron y se marcharon. Nikita se giró a verla antes de que cerrara la puerta, y le dijo adiós con la mano. Zoba le respondió feliz, lo que le dio otro pequeño sonrojo a Nikita, que siguió a sus compañeros al jeep. Zoba cerró la puerta y fue al salón a encender la lumbre para que la casa estuviese caliente a su regreso.

Se puso de rodillas en una alfombra delante de la chimenea y metió unos pequeños palos para hacer unas brasas. Luego unos palos más grandes que dejó arder tranquilamente. Mirando el fuego, recordó la chimenea de su refugio, y con ello aquella noche en la que rescató a su familia de ser secuestrados, cuando Nicolas la siguió hasta ahí y le invitó a pasar adentro a calentarse. Ella se había tumbado delante de la chimenea a moverse delante del fuego, en celo, bajo la atenta mirada de su novio. Un día después, ocurrió esa noche mágica para ambos, después de tanto tiempo sin sentirse el uno con el otro, se reconciliaron y juntos crearon al mayor regalo que la vida le pudo haber dado a una chica que no creía en ningún lugar donde la trataran bien y para un hombre que ya había asumido no conseguir una familia nunca.

Zoba acarició su vientre sonriendo y recordando todo eso. Suspiró feliz. Empezó a imaginar cómo serían las cosas si ella ahora mismo estuviese en su hogar. Nina seguramente iría todos los días a verla, a recoger información sobre su estado y a que Nicolas le tirada de las mejillas un rato. Worick se pondría mandón con su hermana. Le diría todo lo que tiene que hacer y todo lo que no, como si él ya hubiese parido a unos cuantos, y Alex le restaría importancia y le compraría ropa y cositas así para el bebé. 

Nicolas no se apartaría de ella un momento, la llevaría en brazos a todas partes, tendría el cuarto lleno de envoltorios de los dulces que su chica tuviese antojo y no le permitiría pasar ni un solo mareo. A la noche, se tumbarían juntos a hablar con su bebé del día. Eso sería mágico, pues Nicolas podría saber cuándo su bebé le estaba prestando atención a su padre cuando le hablaba contestando con golpes en su barriga. Seguro que su chico se emocionaría al saber que incluso sin llegar a nacer, su bebé puede hablar con golpecitos, y serían las primeras señas del futuro lenguaje que aprendería para hablar con su padre.

Zoba abrió los ojos después de pensar todo eso. Notó las mejillas húmedas y cómo las lágrimas corrían por sus mejillas. Se secó con la palma de la mano.

- Oh dios... - dijo sonriendo - ...hubiese sido todo tan bonito...

Cuando fue a levantarse, se dio cuenta de que sus mejillas no eran lo único húmedo. Estaba sentada sobre un pequeño charco. Levantó su vestido para verse mejor.

- Ay, no... ¿Zoba se hizo pipí sin darse cuenta? Warning va a pegar a Zoba y gritar mucho como no lo limpie...

Al levantarse y ver todo lo mojado que estaba, tocó entre sus piernas para asegurarse, y se miró la mano con una sustancia viscosa que seguro que no era pis.

- Ay... no... no... bebé no, que estoy sola, por favor...

Ella intentó mantener la calma y respirar profundamente mientras iba caminando despacio hacia el cuarto en busca del teléfono para avisar al médico de que había roto aguas. El bebé llegaba en la noche más fría del año. Cogió el teléfono sujetándose el vientre con nervios y buscó el contacto del médico. Marcó y se lo puso en el oído. Le contestó la teleoperadora diciendo que el teléfono no tenía saldo disponible para hacer una llamada. Ni para el doctor ni para avisar a los demás.

- ¡¡ALEXY!!

*

A muchos kilómetros de ahí, en una oficina amplia con otra chimenea calentita, un hombre tomaba tragos de su copa con los pies puestos sobre la mesa de su despacho. Jugaba con una cadena entre sus dedos, con una N y una Z. La venta de esa híbrida embarazada había sido buenísima, y como le pagaron al momento, no se molestó mucho porque su cliente no recibiese el pedido, ya que ese asalto al tren impidió la llegada de todas las compras a sus dueños. Pero eso ya no era asunto suyo. Ahora sólo importaba el dinero, que gracias a ella viviría de lujo hasta que se muriese. Incluso iba pensando en jubilarse, cobrar más dinero y vivir de mucho lujo hasta morir, puliéndose hasta la última moneda. Total, no tenía a quien dejar herencia. ¿A su hijo Nicolas? No me hagáis reír, anda...

Llamaron a su puerta, y dio permiso para entrar dando una larga calada a un puro. Un hombre muy delgado con gafas entró en el despacho.

- ¿Me llamó, señor? – preguntó con voz acatarrada.

- Si... - el capitán Brown lanzó la cadena hacia las manos del hombre – Tásame eso a ver que vale...

El hombre se sentó y sacó una pequeña lupa de un estuche. Se puso a analizar la cadena, y no tardó unos pocos segundos en adivinarlo.

- Nada – dijo guardando la lupa.

- ¿Nada? ¿Nada de nada? – preguntó bajando los pies de la mesa.

- Nada de nada, no es plata, es falso. Una baratija – dijo poniéndolo encima de la mesa.

- Muy bien, puedes retirarte – dijo recogiendo la cadena y mirándola de cerca.

El hombre delgado, muy seguramente un joyero, se marchó rápidamente. No eran fechas para estar perdiendo el tiempo con semejantes tonterías. Gaston Brown observó bien la cadena dejándola colgar entre sus dedos.

- Para una puta novia que tienes, si es que se puede llamar así, y vas y le regalas una puta mierda sin valor como esto – dijo riendo y echando humo sobre la cadena – Ya me extrañaba a mí que la gata tuviese algo de valor en el cuello, cuando lo único que tendría que tener es un collar con un cascabel.

Dicho esto arrojó la cadena al fuego de la chimenea y se quedó mirando cómo se iba derritiendo. Para él sólo se estaba quemando un colgante sin valor alguno, pero para las dos personas representadas en él, se estaba quemando la unión que había mantenido a Zoba pensando en Nicolas todo el tiempo que estuvieron peleados tras revelar que él fue quien asesinó a su madre, se estaba quemando el símbolo de que habían pasado seis meses amándose, todo por la avaricia de este hombre que pensó poder sacar unas cuantas monedas por algo que tiene mucho más valor que lo que se puede vender en el mercado.

*

A muchos kilómetros de distancia de ahí, en un apartamento se estaba cocinando algo que olía realmente bien para cenar. Alex no había perdido facultades. Worick estaba leyendo el periódico en el salón y Nicolas encerrado en su cuarto. Fechas tan señaladas y no poder disfrutarlas plenamente era duro. Nicolas estaba sentado en su cama dándole la espalda a la puerta, como de costumbre, mirando por la ventana, mientras bebía un botellín de cerveza con la mirada perdida. A su lado, sobre la cama, tenía un pequeño calendario y un rotulador con el que iba tachando días. Llevaba 9 meses exactos tachados, pues no es muy difícil saber en que estaba pensando nuestro chico.

Efectivamente, su chica, estuviese donde estuviese, estaba dando a luz a un hijo de ambos. Él no había podido hacer nada durante todo este tiempo. Salió a buscarla cien veces y siempre regresó a casa con las manos vacías, y sofocaba su frustración golpeando sacos, entrenando, haciendo ejercicio, y bebiendo. Llevaba meses sintiéndose inútil. Puede que ella estuviese bien, que su embarazo estuviese yendo correctamente y que tuviera médicos a su disposición... o puede que ella estuviese encerrada en una celda sufriendo sola y en silencio.

Todos esos pensamientos le quemaban por dentro y lo único que podía hacer era apretar los puños hasta que sus palmas se volvían blancas. Notó reventar la botella de cerveza en su mano, y esta empezó a sangrar por el corte de los vidrios. Con el alcohol, escocía. Miró su mano sin importarle mucho y volvió a girar la cabeza hacia la ventana. Su pelo era un poco más largo y había perdido peso.

Lo único que le podía devolver a su estado anterior era la sonrisa de su chica regresando a su lado con un bebé en sus brazos.

*

Zoba se agarraba el vientre jadeando. Pegó un largo grito mezclado con un maullido de dolor cuando sintió el dolor de la primera contracción. Era horrible, enfermizo, la cabeza le daba vueltas. No paraba de susurrar palabras avisando a su bebé de que no era momento de llegar, pero la vida no entiende de estas cosas y llega cuando tiene que llegar. Zoba comenzó por romper su ropa interior quedándose con el abrigado camisón que usaba para dormir mientras se apoyaba en la cama jadeando.

Algo le habían explicado a ella de que hacer en estos casos, pero su mente estaba borrosa y demasiado nerviosa para pensar. Además, el miedo de la llegada de otra contracción así le aterraba. Empezó por inspirar hondo, oxigenando su cuerpo, tratando de calmarse y pensar con claridad. Cuando lo estaba consiguiendo, otro dolor llegó de su intimidad y le cruzó la espalda entera, lo que la hizo gritar y sollozar asustada. Empezaba a dilatar y salía líquido de entre sus piernas, y lo único que podía hacer era llorar, pues no podía llamar a nadie y sus compañeros se fueron hace poco. Se encontraba sola para traer a su bebé al mundo.

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No se si os habéis dado cuenta de lo mucho que me gusta el drama y el suspense, o son imaginaciones mías...

Bueno, ya hemos visto en que situación se encuentran Zoba, Gaston y Nicolas, ¿Qué va a pasar con ellos? 

¿Zoba podrá ser capaz de salir adelante sola en una situación así? 

¿Gaston se jubilará y vivirá a buena vida hasta su muerte?

¿Nicolas tendrá noticias de Zoba y su estado?

Nos leemos, Gangstercitas! :3

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