Sacadme de aquí...



Los días metidos en una celda con una salida a un patio al día son realmente largos. Adaptarse a la oscuridad del lugar le había permitido saber qué clase de híbridos la rodeaban en esa estancia, si ya de por sí apenas hacían ruido para no llamar la atención de los guardias, el olor era importante. Pero lo malo es que todos se mezclaban entre sí, y ella se sentía mareada y débil por su embarazo. Algunos olores le daban arcadas, principalmente porque las condiciones higiénicas de aquellas celdas dejaban mucho que desear.

Y realmente, hacía calor ahí. Mucho calor. Podía ver con sus pupilas dilatadas cómo algunos híbridos buscaban el consuelo de las paredes más frías en sus cuerpos. Ella resoplaba. Lo pasaba mal, aunque tenía un trato especial. Más que los otros. Según escuchó a un soldado, era la única híbrida preñada que tenían, de momento.

Eso le daba algunos privilegios como tener más ración de comida, revisión de un médico con las manos un tanto... largas, y que a veces tenía la visita exclusiva del capitán Brown. Y diremos... ¿la visita de este imbécil era un privilegio? Sí, porque le llevaba algunas cosas que él denominaba "antojos". Estos antojos podían ir desde alguna fruta dulce y fresca hasta algún dulce con mucho azúcar. Él se pensaba que ella debía sentirse agradecida si le trataba de esa manera. Era muy creído. Zoba no quería verle, principalmente porque siempre dejaba caer algún comentario bastante malo y agresivo de su novio. Nicolas... el pensamiento de que él estaba buscándola junto a su hermano le daba fuerzas para seguir aguantando aquel calvario, y pasaba horas acariciando su barriga, levemente hinchada. El doctor le dijo que había cumplido su primer mes de embarazo y es cuando iban a llegar los mareos, angustias, bajadas de tensión, etc. Todo se le hacía cuesta arriba.

Esa noche de mayo estaba siendo realmente calurosa, y lo que quedaba todavía por pasar. El capitán Brown le había vaciado una bolsa delante de ella y se había ido sintiéndose un buen samaritano. Esa noche le había dado un puñado de caramelos de sabores. Zoba miró al techo. Anhelaba los dulces que comía con Alex. Eso era lo que ahora mismo le apetecía. Miró los caramelos. Lo bueno que tenían esos regalos de Gaston Brown, dados de esa manera, era que los podía compartir con el resto de celdas.

Los vigilantes solían hacer de todo menos vigilar, así que esa noche, desde el final de una de las dos filas de celdas volaban caramelos a su alrededor. Había en verdad pocos híbridos. La razón era que los compraban muy rápido, sobre todo a las hembras, por motivos sexuales, y se iban quedando los viejos, machos y alguna hembra que no gustaba demasiado.

¿Cuánto más sería aquella tortura? Ver a ese cabrón de Gaston Brown todos los días, escuchar llantos y gritos del resto de híbridos abusados, sus terribles dolores de embarazo y consecuencias, ese médico pervertido con insistencias en ser también ginecólogo, muy preocupado por el desarrollo de su bebé al parecer... todas esas cosas le hacían sentir sucia de nuevo. Asquerosamente usada, controlada... y anhelar a su familia, a la sonrisa infantil de su hermano y las expresiones de Nicolas... su amado Nicolas, el padre de su criatura.

*

Lo que empezó para Benriya siendo una gran motivación, el mayor caso enfrentado para ellos, rescatar a Zoba de los cazadores de híbridos, se estaba volviendo en el mayor agujero negro donde se habían metido. No tenían testigos, pistas, pruebas, alguna persona, algún vehículo. No tenían nada más que lo poco que Chad les había proporcionado.

La frustración les comía por dentro. No podían hacer nada por encontrar el paradero de la chica que había cambiado sus vidas.

No pasaba un rato sin que Nicolas se sintiese culpable por haberla perdido delante de sus ojos, sin echarla de menos, sin recordar su cara sonrojada y feliz antes de verla desaparecer. Rogaba, por primera vez, que nadie le estuviese haciendo nada malo.

*

Zoba chillaba y pataleaba todo lo que podía mientras cuatro soldados la agarraban de sus extremidades para tumbarla en una cama con las piernas abiertas. Ataron sus manos y tobillos con unas correas y uno de ellos se quedó sujetando su cola y metiendo una gran bola de tela en su boca. Su pecho subía y bajaba intentando respirar. Subieron su vestido y bajaron su ropa interior. Ella miraba con fireza a ese tuerto sonriente a su lado.

- Venga, Zoba, no armes un escándalo de nada... - dijo sonriendo de lado – Ya te ha pasado otras veces, tienes que ser fuerte y aguantar si quieres que tu bebé esté sano. Además, te daré una piruleta esta noche si te comportas.

- Ñnoh kquiueeroo tuhz pputjaah piruuuletahh... - consiguió decir con la boca tapada.

- ¿Ah, no? – él sonrió inclinándose – Entonces, si no te comportas, tendrás un castigo...

Él se quedó mirando fijamente su boca abierta llena de tela y sonrió de lado. Zoba miró rápidamente a ese hombre viejo, calvo y gordo que tenían por médico ahí. Ese tipo era realmente un baboso que se pensaba ser un experto en los híbridos sólo por el morbo que le proporcionaba tocarlos.

(No os podéis hacer una idea de la de traumas que me he llevado con este viejo y con su anime)

- Tranquila, cariño... el doctor Sasaki será bueno contigo hoy... bueno, ¿vamos a ver cómo está ese bebé bonito? – dijo mientras se relamía cogiendo un par de aparatos de ginecología.

Zoba estaba a punto de llorar mirándolo. Gritaba con su cabeza que no le dejaran sola con ese monstruo como pasó la última vez. Le hizo de todo menos revisar a su feto. Bueno si, llegó a revisarlo con la punta de su flácido glande. Si hay algo bueno en esta... asquerosa visita, es que fueron interrumpidos por el capitán, que le obligaron a separarse de la híbrida con amenazas de disparo. Lo que él usó en su defensa fue que estaba experimentando si la híbrida podía seguir siendo usada como juguete en su estado de embarazo o era un embarazo de riesgo. No fue castigado, no fue insultado, sólo tuvo la advertencia de dejarla a ella en paz.

Zoba intentaba no pensar en nada mientras duraba su sesión de ginecología, esta vez más seria, pues estaba siendo vigilado por el capitán en persona, que no dejaba de mirar la boca de la híbrida. Él acercó la mano a su cara y levantó sus labios observando sus dientes.

- Que grandes colmillos tienes... - dijo sonriendo – y que blancos... sería una pena que te portaras mal y decidiera... arancártelos con unas tenazas y hacer un collar con ellos, o unos pendientes. Valdrían un dineral. Colmillos de híbrida adulta...

Sus piernas temblaban mientras notaba la cara de ese viejo tan cerca de su intimidad y tenía la mirada fija en el techo. El doctor Sasaki se separó de ella sonriendo.

- Todo va bien... - se limitó a decir – pero tendrá que seguir viniendo seguido, hay que vigilarlo...

El soldado desató a Zoba. Ella sabía bien que no era sólo interés por vigilar a su bebé y eso le daba arcadas. La llevaron escoltada de nuevo a su celda y la dejaron encerrada, con el capitán Brown dentro con ella.

- He estado investigando sobre los fetos de híbridos... - dijo mientras se encendía un puro.

Ella le ignoró sentándose en una esquina a descansar.

- El sexo de la mayoría de las crías se sabe a los tres o cuatro meses de gestación, pero en loa híbridos no se sabe hasta los siete u ocho. Además, lo último en desarrollarse con las partes más salvajes, como la cola, orejas y eso. Nos vas a tener muy impacientes, Zobita...

Ella lo miraba callada. Sus ojos se volvieron claros y enfadados, constantemente. Su pelo se estaba desaliñando y empezaba a perder peso por los pocos cuidados. Aunque le daban un poco más que al resto, no era suficiente para mantener su cuerpo y a su bebé.

- ¿Quieres que hablemos de tus intervenciones con el doctor Sasaki? – dijo sin mirarla.

- No hay nada de qué hablar. Usted sabe perfectamente lo que pasa con él – su voz venía de la garganta, sin vocalizar con los labios, y estaba más rota.

Él sonrió.

- Tu embarazo es de riesgo, lo ha confirmado. Puedes perder al feto en cualquier momento y eso es algo que no voy a consentir, por lo menos, hasta que confirme que sí tienes un híbrido en el vientre – dio una calada mirándola.

Zoba abrazó su vientre encogiendo sus piernas.

- Estaré contigo en todo momento en esas revisiones, no toleraré otra falta así. Tú a cambio, colabora. Él ha dicho que tu vientre está vulnerable, pero no ha dicho nada de que no te la puedan meter por la boca y por atrás hasta que ambos miembros se choquen en tus entrañas, ¿comprendes?

Zoba lo miró con odio sentada. Lo que le había dicho le había dado mucho asco y reprimió una arcada. El capitán le lanzó la piruleta al suelo rompiéndose.

- Necesitas azúcar para que no te bajen los niveles de glucosa. Así que haz el favor de comerte la puta piruleta... ¡TÚ SOLA! – dijo eso gritando y mirando hacia el resto de celdas.

Zoba cerró los ojos y se tapó las orejas. Seguramente todos los híbridos hicieron lo mismo.

- Tú sigue comportándote de buena con ellos, que al próximo que pille con un papel de caramelo o algo, lo degolló y desuello delante de ti, ¿¡te enteras?!

Dicho esto, salió de la celda dando un sonoro portazo, alterando su corazón y dándole unos terribles temblores y ganas de llorar. Ella empezó a lagrimear en silencio abrazando su vientre. Todo lo que intentaba hacer era dar un poco de ayuda a los demás, intentar dar una pequeña alegría en este asqueroso infierno. Frotó su barriga suavemente con mucho cariño. Todas las cosas que estaba soportando, aguantando y resistiendo por su futuro bebé le hacían amarlo cada vez más. Una cosa tan pequeña se había convertido casi en el mayor pilar de su fortaleza, seguido de cerca por su novio y hermano.

Cerró los ojos. Se imaginó en la consulta del doctor Theo, tumbada en una camilla, con el doctor examinándole el vientre y Nina peleándose con Nicolas para que esperase fuera como todos. Lo recordaba como el primer chequeo que ella tuvo, en el cuál Nicolas no quería separarse de su lado mientras la inspeccionaban. Aquello le trajo muchos buenos recuerdos, fue muy tierno y caballeroso para ella. Se imaginó a su hermano colándose dentro también para estar con ella y hacer de una consulta privada una auténtica fiesta.

Mientras pensaba con una sonrisa, las lágrimas caían por sus mejillas. Al abrir los ojos, la fea celda gris la devolvió a la realidad.

- Nicolas, por favor... - susurró atragantándose con su llanto contenido - ... por favor, ven a buscarme... hermano, ven... por favor... sacadme de aquí...


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He regreado del mundo de los infiernos, Gangstercitas :3

Oficialmente empiezan mis vacaciones, ya puedo escribir con libertad :3

Y vuelvo de las vacaciones desfogando mi ira (de que en algunos no me han puesto lo que yo quería) en forma de este capítulo con cosas fuertecitas, por favor no me odiéis :3

Nos leemos Gangstercitas! :3


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