¡Me aburro! ¡Me aburro!
Han pasado seis meses desde que ocurrió la pelea. Worick y Nicolas no han vuelto a ver a Zoba. Ella no volvió a casa. Tampoco es que tuviese pertenencias, aparte de su ropa. Nicolas y Worick siguen con sus trabajos, manteniéndose entretenidos y ocupados. Pero al volver a casa, no pueden evitar pensar en los cálidos recibimientos que tenía la híbrida con ellos. Ella era la que siempre les abría la puerta y los abrazaba llena de felicidad.
Worick se acuerda mucho de ella cuando lee periódicos, pues era con lo que le enseñó a leer. Nicolas intenta no acordarse de ella, pero inevitablemente, sus sábanas huelen a melocotón, aún después de tanto tiempo. Tiene dentro del cajón de la mesita una foto con ella. Suele sacarla y mirarla un rato por las noches antes de dormir. No puede olvidarla, arrancársela del pecho, por más que lo intente.
Su cara llena de miedo y dolor cuando le contó la verdad y el sufrimiento que cargaban esas lágrimas aparece en su mente cada vez que cierra los ojos.
Nicolas se acostó esa noche suspirando pesadamente mirando la foto. Esa madrugada cumplirían un año juntos, si él hubiese cerrado la boca. No quedaban marcas de ella en su cuerpo, ningún arañazo, ningún resto de beso. Miró hacia la ventana. Esa primavera estaba siendo muy fría, al igual que el invierno pasado. No dejaba de preguntarse cómo estaría ella, pasando ese tiempo en la calle.
Chad les pasó hace unas semanas un nuevo informe de desaparición de híbridos. Nicolas deseó no ver a una híbrida de gato entre ellos. Pero sólo era una híbrida de ratón, e increíblemente, del cuartel militar un híbrido de rinoceronte y otro de león. Lo increíble era que el modus operandi no era el mismo que usado en las otras.
Aunque en verdad, los otros híbridos le importaban una mierda a Nicolas. Si alguna vez se encontraba con Zoba, estaba dispuesto a recuperarla. Era suya y de nadie más. Sería su chica para siempre, en una relación sin mentiras ni secretos. Le dio un beso a la foto de su chica y la guardó en el cajón. Luego, se dispuso a dormir. Mañana sería un día duro. Iban a machacar unos twilights que daban mucho por culo.
Lo que Benriya no sabía es que no sería tan fácil, pues un pequeño niño llamado Mikhail deseaba jugar ya, o se pondría muy violento por el aburrimiento. Su compañera, Erica, estaba de acuerdo. Un curioso ataque por sorpresa para poder jugar tranquilos sería lo mejor.
Al día siguiente, Nina fue al apartamento de los Benriya para dejar un pedido de Nicolas. Aparte de Celebrer, algunas cosas más. Llamó a la puerta y esperó respuesta. Nadie le abrió la puerta.
- Qué raro, siempre debe haber alguien en el apartamento, lo dijo Worick... - volvió a llamar, pero nada.
Suspiró y regresó a la clínica. Le contó al doctor Theo lo que había pasado, y le dio permiso para llamar a su apartamento con el teléfono. Nadie lo cogió tampoco.
- Algo está pasando aquí – dijo colgando y poniéndose en jarras.
- Puede que se hayan ido los tres a hacer cosas... - dijo el doctor sin mirarla.
- Ellos sabían que hoy iba a ir a llevarles el pedido en la mañana. Al menos habrían dejado a Alex...
- Luego cuando los veas, les dices que han hecho una cosa muy feeea... - él miraba el periódico.
- ¡No me trates como una niña! – dijo agitando los brazos.
El doctor se rió en voz baja. Nina seguía pensativa. Estaba segura de que había pasado algo.
- ¡Doctor! ¡Voy a volver a la casa! – dijo cogiendo una pequeña pistola de un cajón - ¡No tardaré!
- Eres una cabezota...
- Voy a asegurarme – cogió también una llave que tenía guardada en el cajón y corrió hacia el apartamento.
*
Un pequeño niño muy lindo y encantador jugaba con un frasco de Celebrer. Mecía las pastillas de un lado a otro. Sus pupilas del color de la sangre brillaron a la vez que su sonrisa mostraba una boca llena de dientes afilados.
- Así que con esto eres más fuerte, hum... a quién quieres engañar, eres un triste B/5... - dijo lanzando al aire el frasco y recogiéndolo – Aún así, quiero jugar contigo. ¡Quiero jugar mucho contigo porque estoy muuuy aburrido! ¡No puedo esperar más!
El niño movía los pies feliz sentado en una barandilla. Miraba hacia Nicolas, que, vistiendo sólo un pantalón, atados sus brazos con cadenas a su cuerpo, estaba sentado en el suelo. Worick y Alex sólo estaban atados de pies y manos con cuerdas, pero tenían la boca tapada, para que no pudiesen hablar con Nicolas. Worick también llevaba sólo unos pantalones y Alex el camisón de dormir. Nicolas miraba al niño seriamente. Era un crío, no era para tanto el espectáculo que estaba montando. A su edad, él ya había peleado y matado bastante. Pero lo de entrar por la noche y llevárselos inconscientes, fue un golpe muy sucio.
- Así que, vamos a jugar, si me aburres, te daré pastillas para que seas más divertido. Y así sucesivamente. ¡A ver hasta dónde llegas! ¡A ver cuánto aguantas! – dijo pataleando feliz.
A su lado, apoyada en la pared, estaba esa chica rubia, Erica. Ella sólo les miraba callada sin hacer nada. Mikhail le lanzó el bote de Celebrer para que lo guardase.
- Cuidalo, seguramente necesite usarlo pronto – rió divertido y bajó de un salto.
Lanzó un cuchillo a gran velocidad contra Nicolas que, de un ruido sordo, rompió una cadena. El agarre de Nicolas se aflojó y se levantó quitándose las cadenas. El chico le lanzó su katana.
- Así será más divertido, ¡vamos! – dijo dando pequeños saltos.
Nicolas sonrió de lado desenfundándola. Ese crío no sabía lo que le esperaba... o Nicolas no sabía lo que le esperaba.
Worick giró los ojos. Esto iba a acabar muy mal. Ya sólo podía quedarse a mirar esa pelea de enanos.
*
Nina había llegado al apartamento, y usando la llave, una de repuesto que le dio Worick en casos de emergencia, entró. Entró apuntando con la pistola hacia delante, por si había alguien. Cerró detrás de ella y caminó despacio.
- ¿Worick? ¿Alex? – dijo asomándose a las habitaciones.
No había nadie en ninguna de ellas. Vio que en el cuarto de Nicolas su ventana estaba abierta. Muy raro con el frío que hacía por las noches fuera, y debajo de ella, las huellas mojadas de unos pies pequeños.
- Lo sabía, aquí... pasó algo, alguien se los llevó... pero... ¿un niño? Da igual, ellos pueden estar en peligro... Ay, que haré... - ella salió del cuarto nerviosa y dio vueltas por el salón – No se dónde están, no sé con quién están... necesito a alguien que pueda ayudarme... pero no se si lo encontraré...
- Miauw~
Un maullido la hizo gritar y saltar con la pistola en las manos. Por pocas dispara en el aire. Miró jadeando y apuntando con ella a un gatito rubio claro con heterocromía dorada y azul. Estaba ricamente tumbado en un sillón, lavándose la cara con su pata, alegre de ver a alguien en la casa.
- ¡Delico! ¡Me has asustado!
El gato pareció orgulloso de su hazaña. Es el único gato callejero de los que cuidaba Nicolas que se atrevía a entrar en el apartamento y quedarse con ellos algunos días de lluvia y frío. Nina no sabía por qué era el único con nombre y al que Nicolas tenía un poco más de aprecio que al resto.
Llamó desde el apartamento al doctor indicándole que efectivamente, no estaban, y que había indicios de que alguien hostil había estado con ellos. Dejó el apartamento cerrado y corrió de nuevo a la clínica, mientras escuchaba a lo lejos venir una tormenta, y Delico corría detrás de ella.
*
- ¡Me aburro! ¡Me aburro! ¡Me aburreeees! – dijo el pequeño niño frustrado.
Miraba a Nicolas tirado en el suelo, intentando levantarse con la ayuda de su katana. Se acercó a él con el frasco de Celebrer y lo agarró del pelo echando su cabeza hacia atrás. Su cara tenía varios golpes, pero le seguía desafiando con la mirada y su sonrisa burlona. Le metió una gran cantidad de pastillas en la boca.
- Cómelas... y diviérteme... - dijo con una sonrisa amenazante.
Worick y Alex no habían perdido el tiempo mientras tanto. Aprovechando los productos de belleza femenina que Alex se echaba por las noches antes de dormir, aunque sólo sea una crema hidratante de manos, las suyas eran más pequeñas y escurridizas que las de Worick, e intentaba poco a poco sacarlas de las cuerdas. Worick la tapaba lo que podía con su cuerpo. No tenía ningún plan para cuando se quitaran las cuerdas, pues en pijama y desarmados, no harían mucho. Pero estaría genial que Nicolas usara ese momento de distracción para dar un buen golpe, esperemos que letal, a ese mocoso increíblemente fuerte.
*
Nina había regresado a la clínica. El pequeño Delico se había quedado fuera y la miraba desde la ventana pidiéndole entrar, asustado por la tormenta que veía detrás.
- Lo siento, pero no puedes entrar aquí, vienen pacientes alérgicos a los gatos... espera... saldré un poco contigo, ahora no hay nadie...
Nina salió a la calle procurando que el pequeño Delico no se colara dentro. Caminaron hasta el callejón de al lado y se sentó sobre una caja. Suspiró largamente antes de empezar a hablar.
- ¿Sabes? Vengo del apartamento de Nicolas y los demás... ellos me pidieron un pedido a domicilio pero... ellos no estaban... Así que fui a asegurarme de que todo iba bien, pero no fue así...
Miró hacia el cielo. Se estaba nublando rápidamente.
- Nadie contestaba al teléfono y a la puerta, fui armada y efectivamente, no había nadie. Ellos no se habrían ido así porque sí sin avisar, siempre se queda alguien. – miraba a Delico, que se restregaba en sus pies por hacerle compañía – En el cuarto de Nicolas, la ventana estaba abierta y había huellas que no coincidían con las de ninguno de la casa, eran muy pequeñas. Seguramente los asfixiaron o algo para llevárselos en la noche...
Ella miró sus pies tragando saliva. Delico la miraba.
- Estoy muy preocupada, en serio... en todo el tiempo que los conozco nunca ha pasado nada así... Puede que esto que te voy a decir no te guste, pero me debes una. ¡Y una muy grande! Yo... yo te salvé la vida... Por eso te pregunto... - volvió a mirar al cielo con ojos decididos - ¿Puedes olvidar tu rencor y odio hacia ellos y devolverme el favor intentando salvarlos? ¡Sólo puedo confiar en ti ahora!
Sus ojos azulados se encontraron con una silueta negra de ojos brillantes rosados que la miraban atenta en un fondo de nubes grisáceas, a la vez que se escuchaba un trueno y un relámpago iluminaba a una híbrida muy seria.
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¿Qué? ¿Pensasteis que hablaba con el pequeño Delico?
Pobre Nina, aún no está tan mal para contarle su vida a un gato XD
Sinceramente tenía unas ganas horribles de que Mikhail entrara en mi historia, me parece tan sumamente adorable y cuqui ^^
Llega a nosotros una nueva Zoba, ¡veremos cómo ha cambiado en seis meses!
Nos leemos, Gangstercitas! :3
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