Jugando con gatos
Después de hablar, Nicolas durmió tranquilo y profundamente en la camilla. Worick había salido fuera llevándose los colgantes de Twilight, pensando en cómo una chica así había podido contra 3 de ese rango. Hubiera disfrutado viendo a su hermanita peleando contra esos tipos. Vio en el suelo un frasco de Celebrer y lo cogió. Estaba empezado. Era el que se le había caído a Zoba de Nicolas.
Worick se sentó mirando el frasco. No le habían contado nada a Zoba sobre esas pastillas, y tendrían que hacerlo tarde o temprano. Pensó sobre lo que Zoba había dicho. Si se la llevasen con ellos, no se sentiría triste en casa. Ellos podrían protegerla, ella podría protegerlos. Siempre y cuando nadie supiera que es una híbrida, no le veía ningún problema. Además, si Zoba estaba en el equipo, les sería más fácil enfrentarse a enemigos poderosos si es una buena francotiradora, lo que supondría más victorias, que serían menos pastillas para Nicolas. Todo acabaría en un equipo más fuerte, con un Nicolas más sano y una Zoba más contenta.
Y los contras, tendría que pensarlos, pero el primero sería Nicolas.
Dentro de la habitación, Zoba se había tumbado en una camilla al lado de la de Nicolas mirándole. Bostezó cansada, pero quería cuidar de su chico. Estaba vendado y lleno de heridas. La situación le hizo recordar a la primera vez que se vieron. Una persona herida en una camilla, y a su lado una tumbada mirándola. Zoba se sonrojó al recordar lo tranquila que se sintió en el momento en el que él la miró al despertarse. Desde ese momento, ella sintió algo especial. No lo llamaría amor, pero si admiración.
Cerró los ojos muerta de cansancio, pero se mantenía alerta. Esa noche, ella protegería a su chico.
*
Nicolas estaba caminando con Zoba por la calle. Ella llevaba un vestido ligero azul y algunas flores en el pelo. Todo se sentía maravilloso. Ella daba saltos delante de él con una gran sonrisa. De repente, se paró y se giró felizmente a mirarlo, mientras sujetaba su sombrero en su cabeza.
- ¡Nicolas, quiero decírtelo ya! – dijo sonriente.
Él miró al frente. Detrás de ella, a varios metros, había un hombre vistiendo una gabardina y sombrero negro. De buenas a primeras no le gustó nada. El hombre dejó caer rodando al suelo como el que lanza una bola de bolos hacia Zoba una pequeña bola negra con una lucecita roja. Zoba se giró mirando la bola. Nicolas sabía que era, pero su cuerpo no respondía al querer ir corriendo hacia ella. Sólo observaba.
Su corazón se detuvo cuando vio que se ella se llevaba las manos a los oídos con dolor y se quejaba. Luego una luz blanca lo envolvió todo. Nicolas esperó y esperó a que se disipara, sin poder moverse, para ver que en la calle se encontraba solo. Se habían llevado a su híbrida.
*
Abrió los ojos incorporándose de la camilla con un grito de dolor, que hizo dar a Zoba un sobresalto en la camilla de al lado con la cola erizada.
- Nicolas... - se levantó acercándose.
Él la miró jadeando con una mano en el vientre donde le dolía. Suspiró aliviado y tomó su mano acercándola.
- Solo fue una pesadilla... has tenido un mal día... - ella acarició su flequillo con cariño – No es nada...
Nicolas suspiró y puso su cara en su cuello para respirar su aroma a melocotón, que había vuelto a ella. Ella frotaba sus brazos suavemente y acariciaba su pelo. Levantó su barbilla despacio para que la mirase.
- ¿Qué has soñado?
- Que te perdía...
- Ay... - ella sonrió con ternura y besó su cara.
Para Nicolas no era algo pasajero como aquella vez que recordó en su sueño cómo mató a la madre de la chica que ahora le consolaba por su pesadilla. Era algo que de verdad temía que ocurriese. Zoba dio un pequeño beso a sus labios.
- Vuelvete a dormir, Zoba jura que no se irá a ningún lado – acarició con cuidado su herida del vientre que le dolía dándole un pequeño masaje.
Nicolas volvió a tumbarse sin dejar de mirarla. Sólo había de luz la que entraba por la ventana. No se cansaba de pensar en lo preciosa que era su chica. Una señorita dulce y tierna que puede volverse una bestia salvaje por las personas que le importan. Se preguntaba cómo había podido volver a confiar en humanos después de todo lo que le hicieron. Ella besó su mejilla y se acostó a su lado cerrando los ojos.
Nicolas la miraba desde su camilla. La palabra "monstruo" apareció en su mente. ¿Puede que Zoba... se haya acercado a él porque... es un monstruo? Su padre le llamaba así de pequeño. El pequeño asesino que no hablaba bien, el sordo al que podías insultar a sus espaldas y reírte de él. Los humanos se reían y burlaban de los híbridos cuando querían. ¿Puede que Zoba haya sentido empatía con Nicolas por eso?
Él negó con la cabeza. Imposible. Zoba no sabe nada de su pasado. Todo son coincidencias que han acabado en una relación amorosa.
Sin embargo, ahora no podía quitarse de la cabeza su pasado. Empezó a recordar cuando conoció a Worick, la cara que se le quedó cuando le dijo que él no podía oír; aquel libro con el que aprendieron lenguaje de señas juntos, que fue a pedirle ayuda porque nadie se había molestado en enseñarle a leer y a escribir; cómo leían juntos aquel único tomo que tenían y cómo siempre usaban la misma excusa de "me caí" cuando alguno aparecía con nuevas heridas; las peleas que tenía con los demás mercenarios, el capitán, su padre, llamándolo monstruo...
Cerró los ojos fuertemente, y sintió un tacto suave y cálido sobre sus labios que adoraba. Zoba le dio otro beso y se separó de él.
- Nicolas a dormir, dije. Estás pensando en cosas feas y así Nicolas no podrá descansar... - dijo mientras acariciaba cariñosamente su rostro.
Lo mal que le había tratado la vida, tantos abusos, burlas, intentos de asesinato, humillaciones... le había traído de recompensa a esa pequeña híbrida que se portaba maravillosamente con él.
- Prometeme... - dijo en voz baja y lentamente - ...que estarás conmigo... en el futuro...
Zoba soltó una risita feliz.
- Incluso sin prometerlo, no tengo intenciones de separarme de ti...
Nicolas levantó un brazo, dejando sitio para que ella pudiese acostarse con él en la camilla. Ella lo hizo sin tocar ninguna de sus heridas y él pasó su brazo por encima.
- Te amo... - dijo mirándola.
Zoba levantó la cabeza mirándole. Sonrió con ternura.
- Yo también te amo...
*
A la mañana siguiente, Zoba había salido de los brazos de Nicolas antes de que el doctor viniese a verle, cosa que a él le molestó, pero estaba bien seguir guardando las apariencias.
- Que envidia de Twilights... - dijo el doctor mirando a Nicolas de pie – Os recuperáis muy deprisa, ojalá todos mis pacientes fueran asi...
Zoba sonrió orgullosa mirándole. Llevaba en su cuello el colgante que le regaló, escondido bajo la ropa. Le ayudó a vestirse con la ropa nueva que le trajo Worick esta mañana y salieron caminando despacio los tres hacia casa.
- Hermano Worick – dijo Zoba tomando su mano - ¿cuando es el cumpleaños de Zoba?
- Mmm... a ver, día de planes, más una semana... - Worick se calló cuando Nicolas le pellizcó el brazo – Eh... no me acuerdo.
Estaban entrando en terreno y temas tabús.
- Zoba, yo no estaba presente el día que naciste, nos separaron...
- Oh... - dijo bajando la mirada.
- No te preocupes, ni Nicolas ni yo tenemos de eso – dijo sonriendo – Aquellos que son hijos no legítimos, pues... no se les tiene consideración como para tener cumpleaños, hermanita...
- ¿Los tres somos hijos ilegítimos? – dijo mirándole.
- Esto... si, así eso...
- ¿No nos querían? ¿Ni nuestra mamá ni nuestro papá?
- Bueno... - Worick se rascó la nuca con la mano libre. Miró a Nicolas pidiéndole ayuda, que fue denegada – A Nicolas y a mí no, la verdad, pero tu mamá sí que te quería mucho.
- ¿Y entonces por qué no me cuidó? ¿Por qué... Zoba tuvo que estar sola hasta encontrar a Nicolas y hermano Worick?
- Zoba, basta de preguntas... no lo sé... - suspiró intranquilo.
Algún día, todas estas mentiras les pasarían factura.
- ¡Pues si Zoba algún día tiene un hijo, lo querrá mucho! ¡Mucho mucho!
Nicolas y Worick sonrieron un poco.
- Zoba, no es por eso... verás, a veces las mujeres tienen hijos de hombres que no quieren, y otras veces los hombres se quedan con hijos de mujeres que no quieren. O directamente no pueden hacerse cargo de hijos.
- Pero mi mamá... si me quería... y Zoba quería a mamá... Mataron a mi mamá, ¿verdad? Por eso no pudo cuidar de Zoba...
Worick mordió el cigarrillo de sus labios y Nicolas bajó la vista. Ellos de verdad se sentían incómodos. Nicolas se estaba ahogando entre querer serle sincero a su novia y el miedo a que le odiase. Su futuro juntos se iba a derrumbar, pero le dolía el pecho de esconder mentiras.
Un gato cayó del cielo sobre su cabeza y le hizo sobresaltarse. El gato ronroneaba y se frotaba en él. Nicolas lo cogió con cuidado de no arañarse y lo bajó a sus brazos.
- Ah, Nicolas y el encanto que le provoca a los felinos... - Worick sonrió poniendo sus brazos detrás de la nuca.
Zoba lo miró y frunció el ceño un poco al verlo acariciar otro gato. Después, otro gato le cayó en la cabeza a ella, negro con los ojos verdes. Sonrió tomándolo y acariciándolo. Nicolas frunció el ceño mirándola. Zoba lo miró y frunció el suyo. Worick los miró dejando de caminar. Los gatos se frotaban y ronroneaban en los brazos que habían escogido. Mientras, ellos se miraban serios.
- "Suelta al gato" – indicó Nicolas.
- Suelta tu a esa gata – le respondió Zoba.
- "No quiero que hagas eso" – dijo mientras la veía rascar suavemente la barbilla del gato negro.
- ¿Y tú si puedes mimar a otra gata delante de mis narices? – la gatita blanca con ojos miel de Nicolas le enseñaba la barriguita en su regazo pidiendo mimos.
- "Ese macho te está marcando, sueltalo" – le indicó con un dedo que el gato negro estaba restregando su boca contra ella, dejando saliva y hormonas masculinas.
- Y esa gata te está seduciendo – dijo señalando que la gatita movía mucho la cola.
- "Que lo sueltes"
- Que lo hagas tú.
Worick los miraba sonriente. Pensaba que su Alex-chan se estaba perdiendo mucho. ¿De verdad estaban celosos de unos gatos?
Se cambiaron los gatos lanzándolos despacio contra el otro. La gatita blanca miró a Zoba, el gato negro miró a Nicolas. Ambos bufaron y se tiraron al suelo para salir corriendo.
Nicolas y Zoba se miraron unos instantes seriamente. Nicolas acabó sonriendo de lado.
- Celosa... - le dijo mirándola.
- Te has enfadado porque otro macho me estaba marcando, ¿y la celosa soy yo? – dijo cruzándose de brazos.
- El único macho que puede marcarte... - dijo acercándose y tomándola por los brazos - ... de la manera que tú sabes... - dijo deslizando una mano por su cuello, hacia donde estaban las marcas moradas de sus mordiscos - ... soy yo.
- Celoso... - dijo ella sonriendo de lado, mientras pasaba la punta de su cola por la barbilla de Nicolas seductoramente.
Worick les miraba feliz. Tenía hambre, pero si les interrumpía o les decía algo, seguramente le tiraran un gato encima.
Llegaron a casa y mientras comían, Zoba contaba lo que hizo esa noche. No contó nada después de que dijo que se quedó durmiendo con Nicolas, ni que tuvo una pesadilla ni nada de eso. Nicolas se sintió incómodo cuando hablaron de nuevo de los niños que nacen sin que sus padres los quieran y el tema de los cumpleaños.
Luego, Nicolas y Zoba bajaron juntos al callejón al lado de casa, donde muchas veces se reunían algunos gatos callejeros fans de Nicolas y de sus buenos tratos con ellos. Les llevaban pienso y los desperdicios del día. Al llegar, el callejón estaba desierto, pero en cuando Nicolas dejó escapar un suave siseo de sus labios, empezaron a aparecer gatos felices con su cola levantada de todas partes. Zoba sonrió maravillada. Había de muchos colores y tamaños, con diferentes tipos de pelaje. Repartieron cuencos con leche y comida y se sentaron en una caja a verlos.
Algunos después se acercaban a ellos a agradecerles y a buscar caricias. Esta vez no se pusieron celosos por unos gatos. Tenían algo mucho mejor. Se tenían el uno al otro.
- ¿Tienen nombre? ¿Alguno? – preguntó ella mirándolos.
Nicolas negó suavemente acabando el cartón de leche en un cuenco, que no tardó en llenarse de gatos otra vez. Zoba miró un gato rubio que estaba sentado en una esquina mirando a los demás. Se esperaba para comer el último. Zoba lo puso en su regazo mirándolo. Sonrió feliz.
- Delico...
Nicolas la miró y ella le enseñó el gato, con un ojo ámbar y otro azul. Giró los ojos y le acercó un cuenco de leche.
Un poco después, las pupilas de todos los felinos se agrandaron al ver a Nicolas sacar un palo fino y elástico con unas plumas en la punta para jugar con ellos. Los gatos saltaban queriendo atraparlas, mientras él los miraba tranquilo sentado en las cajas de madera. Incluso el pequeño Delico se atrevió a saltar a por esas plumas de colores tan atractivas. Nicolas le dijo a Zoba sin dejar de mirar los gatos...
- "¿Quieres intentarlo tú un poco?"
Luego la miró. La híbrida estaba preparada para saltar hacia el palo de juegos con las pupilas dilatadas y rostro juguetón.
- ¡Zoba no aguanta más! ¡Zoba quiere esas plumas!
Se lanzó encima de Nicolas a quitarle la vara y lo derribó al suelo. Los gatos se apoderaron del juguete y Nicolas abrazó a Zoba en su pecho. Se había olvidado que su chica también era una gatita juguetona.
Al cerrar los ojos, la angustia volvió a su pecho irremediablemente. La angustia de estar mintiendo a su pequeña. Zoba se quitó de encima yendo con los gatos a por el juguete y Nicolas se levantó sacudiéndose el polvo. Si tanto le quería... ¿podría perdonarle?
- Zoba... - le llamó serio.
Ella le miró levantando el juguete con plumas para que los demás gatos no llegasen.
- ¿Si? – le dijo.
Sus colmillos asomaban apoyados en sus labios y su mirada estaba llena de felicidad por poder jugar.
- "Zoba, tu madre... te quería, aún después de todo..." – gesticulaba lento y dudoso.
- ¿A que viene eso ahora, Nicolas? – dijo dejando el juguete a los gatos más pequeños.
- "Pero ella lo pasó mal..."
- Nicolas...
- "Sabes lo que cuesta que un híbrido se quede embarazado de un humano en contra de su voluntad..."
- Amor...
Nicolas no pensaba decir exactamente la verdad, sino... que cargaría con él toda la culpa y se lo diría con sus palabras, no en señas.
- Yo... yo fui el que mató a tu madre... hace 20 años... lo siento...
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