Capítulo 6

¡¡¡Gracias por las visualizaciones!!!
Para mí es una grandísima recompensa encontrar un número más cada vez que abro la aplicación. Los esfuerzos cobran sentido.


Sonó el móvil de Sam. Él reconoció el número enseguida, era la madre de Tabita. Sin mediar espera atendió la llamada.

-Diga...

-Hola Sam... ¿Tabita está por si acaso contigo? -Su pregunta sonó vacilante, como si temiera la respuesta.

-No señora Verón. Yo estoy fuera de la ciudad. -Se oyó un suspiro angustioso.

-Sam, no sabemos dónde está. No apareció por la tienda esta tarde y debía encargarse ella hoy. Es impropio de Tabita ser irresponsable.

-¿A pasado algo?... -Preguntó envarándose.

-No lo sé. Solo sé que no contesta el móvil y que en su piso no está. Ayer salió de nuestra casa con el coche de su padre por la noche y lo dejó aparcado delante de su edificio pero ella no está por ninguna parte.

-¿Su piso está en orden? -Sam empezaba sentir la tensión apoderarse de él.

-Sí, pero faltan cosas. Todos sus aparatos del videojuego ese; han desaparecido. Menos el televisor. Faltan estuches de discos en las baldas de los estantes. Esas cosas que tanto le importan no están y ella tampoco. No entiendo nada. Perdóname Sam, pero eres la primera persona a quién se me ha ocurrido preguntar. -La madre de Tabita contenía los sollozos.

-Lo entiendo perfectamente señora Verón.

-Bueno, llamaré a sus otros amigos a ver si alguien la ha visto.

-Por favor manténgame informado señora Verón.

-Claro que sí. Y si ella te llama, por favor avísame. -Rogó.

-Por supuesto.

-Gracias...

Sam estaba consternado. Totalmente descolocado.

<<...¡¿Tabita no está?!...>>

Sus entrañas se contrajeron ante una idea pavorosa e inconcebible. Tabita se ha esfumado... Y solo podía pensar en la de horas que podrían haber pasado sin que nadie se diera cuenta.

Su mente; tornándose enemiga, hilaba pensamientos frenéticamente, uno más macabro que el otro mostrando las distintas posibilidades que podrían estar tras su desaparición.

Y de pronto, para empeorarlo todo, empezó a martirizarlo el hecho de que lo último que hizo cuando estuvo con ella fue decepcionarla.

No podía siquiera tragar saliva de la preocupación. La angustia crecía irremediablemente. Sus articulaciones parecían a punto de desensamblarse.

<<...¿Y si se ha largado?...>>

Miró su móvil con desconfianza, pero aun así buscó el número al que tanto evitó llamar en toda la noche anterior y toda esa mañana.

Simplemente no quizo importunarla y resistió el ansia de oír su voz pero ganas no le faltaron. Inmediatamente lamentó de forma indecible no haber llamado antes.

Sam esperó constante tono tras tono, llamada tras llamada. Cuatro intentos después se sentía peor que antes. Su corazón latía desbocado.

<<...Debo ir a buscarla...>>

-Sam... ¿Estás bien? -Inquirió Alicia al volver a la mesa de la cafetería donde descansaban recién llegados a su destino. Sam estaba en la inopia-. ¡Sam!... -Alicia lo llamó otra vez meciendo las manos delante de su cara hasta que al fin pestañeó.

-Disculpa. Es que estoy abrumado.

-¿Por qué, qué te ocurre?... -Preguntó sentándose.

-¿No dijiste que ibas a ir a la tienda de la madre de Tabita antes de encontrarnos esta mañana?

-Y he ido... -Sonrió alegre.

-¿Y la has visto a ella allí? ¿Estaba trabajando?

-La verdad es que estaba cerrada y compré cosas de otra tienda para no perder el tiempo.

<<...Madre mía. Y yo sin saberlo...>>

-Alicia; tengo que volver a casa ahora. -Comunicó sin preámbulo.

-¿Ahora?... Pero si acabamos de llegar. Tengo mucho que enseñarte por aquí. -Reclamó haciendo pucheros de niña.

-Lo siento, tal vez otro día. -Musitó Sam sin ánimo de sonreír.

-¿Es que ha pasado algo?

-Acaba de llamarme la madre de Tabita. No la encuentran por ninguna parte. -Se lo contó a sabiendas de que se preocuparía porque es su amiga también.

-Ah... Y ahora debes volver por ella. -. Masculló disgustada.

Sam encontró desagradable su comentario, una reacción tan contraria a la que él esperaba.

-Nadie la encuentra. Debo ir a buscarla. -Insistió él.

-Seguramente está bien. -Alicia intentó sonreír para desdeñarlo pero su rostro no la ayudó.

-Esperamos que así sea. -Masculló el contrariado.

-Así que te vas entonces. -Cuestionó la joven.

-De inmediato. -Afirmó tajante.

-De acuerdo. Ehm... -Suspiró profundamente recomponiendo su semblante-. Llámame cuando la encuentren y luego vuelves. Te esperaré y pasamos juntos el fin de semana.

<<...Definitivamente, no...>>

-Ya hablaremos. -Sam se levantó de la silla más.

Le dió la espalda sin decir nada más, encabritado por esa reacción tan egoísta.

-Para ti ella es más que una amiga verdad... -Comentó Alicia, o más bien reprochándoselo.

Sam se detuvo en seco y la miró cómo si fuera su propia conciencia la que acaba de hablarle.

-Tengo que irme.

Otra cosa que también lamentaba en ese instante era el haber pensado llevar una relación verdadera con Alicia. Creyó que sería más fácil, menos compleja que con Tabita.

<<...Craso error. Nunca encontraré a nadie mejor ni peor que mi Tabita... "Que soy para ti" preguntó ella. Ella lo es todo para mí...>>

Pero Sam sentía que no debía someterla a su vida. No, mientras todo estaba enrevesado tras una confusa cortina de humo.


Una pequeña pelota de goma rebotaba en la pared gris y volvía a sus manos. Rebotaba una y otra vez con suma precisión. Las primeras cuarenta tiradas sirvieron de práctica.

Después de horas realizando la misma jugada, tumbada en un camastro dentro de una celda poco iluminada de cuyas cuatro paredes solo una era de rejas, cualquiera se torna un experto en lanzamiento de pelotita de goma robada.

<<...Sí, la he robado...>>-El agente que la custodiaba no se percató de que la cogió-. <<...Soy más lista que un inspector...>>-Se jactaba de ello constantemente.

Y así está desde entonces. Tirando y volviendo a tirar la bendita pelotita hasta que decidieran soltarla de su prisión.

La secuencia de los hechos hasta este momento fue la siguiente:

Después de haberse quedado dormida en el todoterreno, simplemente Tabita despertó allí dentro. No sabía qué hora era, no había ni una sola rendija para ver si seguía siendo de noche o si ya era de día. No tenía ni un solo recuerdo aunque fuera vago de cómo llegó hasta allí.

En cuanto abrió los ojos en aquel lugar descubrió que le habían dejado una bandeja sobre una mesilla angosta con comida que consistía en un botellín de zumo de naranja, un sándwich bien grande y una manzana. Le pareció genial, estaba famélica.

Después de lo que pareció ser una eternidad, vino uno de los tipos del todoterreno a sacarla de la celda. Ella lo siguió en silencio pero un tanto amedrentada.

El agente de traje negro la llevó a través de un salón sin ventanas, sembrada de escritorios sin ningún ocupante en las sillas.

Entonces fue cuando sus ojos se fijaron en una de las paredes del salón que la dejó paradójicamente atónita y tranquila de una sola vez.

Admiró un enorme escudo circular. Era de fondo azul marino con una inscripción alrededor que rezaba, Departamento de Justicia. Oficina Federal de Investigación. Dentro, trece estrellas rodeaban a un par de palmas a ambos lados de una insignia con franjas rojas y blancas y la balanza de la justicia muy bien nivelada. Al escudo lo flanqueaban las banderas de los Estados Unidos en sus mástiles. Todo puesto en un lugar de honor en medio de la pared revestida en madera.

<<...Soberbio... >>-Pensó. Sintió algo parecido a un golpe en el estómago al verlo-. <<...Si hasta el suelo estaba cubierto de moqueta azul como en las películas...>>

Entonces dos planteamientos se le cruzaron por la cabeza-. <<...El gobierno ha ido a por mí... Soy un blanco...>>-. Pensó primero sonriendo con suficiencia. No obstante enseguida lo pensó bien-. <<...El gobierno ha ido a por mí... Soy un blanco; tal vez no vuelva a salir de este sitio...>>

De pronto estaba aterrada.

Al final del salón, después de un corto pasillo vió la placa en la puerta anunciando el servicio para señoras. Aparcó su temor ante la sensación de alivio de ir al baño por un momento.

Luego el agente la condujo hasta unas oficinas cerradas. Entró y allí estaban los que le hablaron delante de su edificio. En la luz diáfana de la oficina los observó bien.

El primero, el mayor, tal vez de unos cincuenta años poseedor de una voz muy profunda, curtida por el tabaco y el wiskie, es el agente Rogers. Dijo que harían preguntas sobre sus prácticas electrónicas.

El segundo, el agente Dennis, el amable y más joven e infinitamente atractivo; sonrió y dijo que serían preguntas fáciles.

Tabita aprovechó a preguntar cómo es que acabó en la celda y sin recordar nada. Los agentes reconocieron haberla sedado arguyendo que todo era por seguridad, porque nadie debía conocer el paradero de aquel sitio.

<<...Paranóicos...>>

Esa era la palabra que los describía.

-¿Y cuándo demonios me sedasteis? Porque yo no me he enterado...

Rogers dejó el despacho sin disponerse a contestar. Enseguida Dennis empezó con las preguntas. Tabita las sintió como si fueran solo para corroborar algo. Para comprobar si sus respuestas coincidían con lo que encontraron. Porque seguramente han estado hurgando entre sus cosas. Sus tesoros.

Tuvo que explicar en qué consistía su trabajo. Y negó en rotundo haber hackeado nunca el sistema del gobierno. Y prometió con su vida no hacerlo jamás ni prestar sus capacidades a cualquier enemigo del país.

Cuando terminó el interrogatorio, el agente Dennis se ofreció a llevarla de vuelta a la celda.

-¿Cuándo van a dejarme ir? -Preguntó y su voz hizo eco en el pasillo por el que caminaban.

-¿Por qué? No estas cómoda con nosotros... -Ironizó Dennis deteniéndose para esperarla.

-Bueno, prefiero una habitación menos claustrofóbica solo eso. -Sonrió sarcástica.

-Te prometo que al final de esto te llevaremos a casa sana y salva.

-¿Eso significa que no vamos aún al coche verdad? -Preguntó conocedora de la respuesta poniéndose a su lado.

-Lo siento, aún no. -Sonrió el agente y unas diminutas arrugas poblaron las comisuras de sus ojos.

Dennis era un hombre de unos treinta y cinco años como poco. Su trabajo no es el más relajante de todos que digamos, el estrés y la responsabilidad pasan factura en la apariencia, pero Dennis no perdía nada con eso pensaba Tabita. Era fornido, erguido, caballeroso.

<<...Con un aire a Pierce Brosnam pero en joven...>>

Cuando pasaban por el salón con los escritorios desocupados, fue cuando Tabita atisbó en una de las mesas la pelotita de goma. Era de esas que sirven para desestresarse girándola y apretándola.

<<...Si tengo que pasar más tiempo allí dentro...>>-Elucubraba ella.

Y rezagándose unos pasos lo cogió. Lo metió en el bolsillo de su chaqueta y volvió a ponerse a la altura de Dennis cuando alcanzaba otro pasillo.

-¿Por qué eres tan amable? -Inquirió ella. Dennis la observó interrogante-. ¿Lo eres con todos los detenidos en plan poli bueno?... ¿Es para conseguir mayor colaboración?...

Dennis rió quedo ante su ocurrencia.

-No. Es porque me resultas inofensiva. Me inspiras empatía. Si no fuera así, el trato sería distinto.

-Que bien por mí. Y solo por curiosidad... ¿Cómo tratas a los ofensivos?

El agente la miró de soslayo con una sonrisa torcida...

De pronto sin preámbulo, en dos pasos acorraló a Tabita contra la pared sujetándola de los brazos con demasiada firmeza. La pierna de Dennis fue a parar como por arte de magia entre las de ella que tenía abiertas. Él se inclinaba delante suyo con la cara pétrea a solo dos centímetros de su rostro.

Tabita contuvo la respiración.

-¿Así coges a la malos? -Preguntó en un susurro al ver que Dennis no cambiaba de expresión.

-Algo así... -Contestó sin moverse de su posición-. Sabes Tabita, me ha intrigado tu forma de ser... -Comentó mirándola insistente-. Suelo calar a la gente muy rápido, pero tú eres imprevisible. Como si todo lo vieras con otros ojos.

Dicho esto la soltó con suavidad y se alejó despacio de ella. Tabita se mantuvo pegada a la pared, como una mosca aplastada de un manotazo.

-Te aseguro que no lo veo todo color de rosa. -Intentó recomponerse pero la voz le salió aguda y temblorosa.

-Es como si lo que afectara a los demás de una forma, a ti te lo hiciera con anestesia. Me gusta esa actitud.

-Gracias... Creo... -Dennis rio quedamente.

El agente la llevó hasta su celda, la encerró y consoló diciendo que en unas horas saldría libre.

-Te he dejado algo ahí. -Indicó hacia la mesilla angosta.

Ella se giró y vió su bolsa de chocolatinas. La felicidad en unos cuantos paquetitos al alcance de su mano.

-¡Gracias! -Eclamó.

Había también un botellín de agua. Tomó su bolsa y el agua y se volvió hacia Dennis.

-De verdad, gracias. -Dijo con vehemencia.

Él no dijo nada. Tan solo se quedó allí parado con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones, observándola.

-No iras a quedarte ahí mirándome no...

Entonces él apoyó las manos en las rejas.

-Eres una mujer extraordinaria Tabita. -Manifestó el agente-. Me recuerdas a alguien que he perdido... Espero que aquel que se gane tu corazón, te sepa cuidar bien.

Y luego simplemente se fue.

Tabita inmóvil escuchó el sonido de sus pasos alejarse. Hasta después de deshacerse el eco de la puerta al cerrarse no hizo amago de moverse y fue hasta su camastro a buscar apoyo.

<<...¿El que tiene mi corazón?... El que lo tiene no siente lo mismo por mí...>

Después de este episodio ya habían vuelto a pasar lo que a Tabita le parecieron horas y horas y horas...

En ese tiempo ya había terminado con sus chocolatinas. Leído las descripciones de los envoltorios. Pensado en las palabras que no entendió y vuelto a leer los envoltorios.

Y a estas alturas ya había causado abollones en las paredes y en el techo por arremeter con furia contra ellas con la pelotita de goma.

Se estaba frustrando y enfadando poco a poco.

Entonces escuchó la puerta abrirse al final del ancho pasillo. Dejó de tirar la pelotita y se incorporó rápidamente del camastro.

Atentamente contó dos pares de pasos que se detuvieron de repente y se dio cuenta de que no venían a por ella. Aún así siguió atenta a los movimientos.

Escuchó una cerradura. Más pasos. Y de vuelta la cerradura. Luego, tan solo un par de pasos se alejó por el pasillo hasta salir por la puerta.

Tabita sentía curiosidad sobre a quién metieron en la celda. Se levantó de su camastro con cautela y miró al otro lado del pasillo. Había alguien en la celda contigua a la que estaba delante de la suya a la derecha. Ella intentó ver algo en la media luz. Nada. Hasta que un hombre se asomó de repente a las rejas.

Tabita dio un respingo.

-Eh tú... ¿Tienes un cigarrillo? -Habló el recién llegado.

-Ehm... No. No fumo. -Dijo ella disculpándose.

-Lástima. -Su voz sonaba gruesa y rasposa. Sin acento conocido.

Había mucho silencio. Las palabras hacían eco allí dentro.

-¿Te dejan fumar aquí?... -Por extraño que resultara, Tabita quería seguir hablando con el extraño hombre.

-No. Pero necesito un cigarrillo. -Las palabras del hombre salían sin prisa, parsimoniosamente.

-¿Y cómo ibas a encenderlo? -Curioseó ella.

-No puedo. Solo iba a olerlo. Estoy intentando dejarlo.

-Ah... Eso está bien...

Callaron, pero el hombre seguía apoyado en las rejas. Observando desde la sombra.

-¿Tú que has hecho para estar aquí? -Preguntó el hombre.

-Es por un error. Me están investigando, creen que soy una espía informática o algo así.

-¿Y lo eres?

-No. Ya te he dicho, es un error.

-Todos somos inocentes hasta que estos sabuesos te pillan.

-A mí no. Estoy limpia.

-Muy bien... -Consedió arrastrando las palabras.

Se volvió y esta vez apoyó la espalda en las rejas.

-¿Tú por qué estás aquí?... -Inquirió Tabita.

-Soy traficante de drogas. Y he matado a gente. A mucha gente. Además, he cabreado a estos capullos.

-Oh... Vaya. -Tabita no se esperaba toda esa franqueza.

-Ya te digo.

-A ti te han drogado verdad... -Consultó ella, porque desde luego lo parecía.

-Suero de la verdad. -Confirmó el hombre.

Tabita conocía las características de una persona bajo los efectos del suero de la verdad. Su abuelo le había trasmitido el interés por las armas, y por ello le gustaba indagar sobre la realidad armamentística tanto de fuego como química que aparecía en los videojuegos ya que estos siempre se remitían a la realidad.

-Qué pasada. Debes de saber mucho para que te inyecten eso... -Alabó ella sin poder evitarlo.

-Sí... ¿Quieres que te lo cuente?...

-Bueno yo... -Iba a negarse.

-Te lo contaré. -Decidió el hombre sin darle opción-. Después de lo que hice, estos tipos retiraron el trato anterior. -Empezó a decir-. Y yo no quería hablar gratis, por eso me chutaron el suero, ha sido su último recurso. Era esto o la tortura. Personalmente prefiero esto. Deja menos secuelas marcas, ya me entiendes...

Tabita soltó una risa nerviosa. Nunca había estado hablando con un criminal múltiple. Menos con uno que parecía perturbado.

-Tú debes de estar pasándolo mal, así, consiente. -Continuó-. Es mejor estar colocado sabes... Ellos te meten aquí y te dejan olvidado como a esas pruebas embolsadas en los depósitos.

-En realidad no se han olvidado de mí. Y debo añadir que no es lo peor que me ha pasado hoy. -Desdeñó ella.

-Entonces es que le caes bien a alguien.

-Bien por mí. Ya llevo una mala racha.

-Tú al menos tienes quien se preocupe por ti allí fuera.

-Sí... Mis padres, tal vez. Si no están dale que te pego otra vez por toda la casa.

-Es difícil creer eso.

-Es verdad. Mis padres son como mandriles en selo. -Manifestó con aversión.

-No hablo de eso. ¿De verdad no tienes a nadie esperándote ahí fuera?. Como un noviete y esas cosas...

-Es triste, pero no. -Contestó suspirando.

-¿Cómo eso es posible?

-Es que no tengo atractivo suficiente. Soy la amiga sabes. Solo la amiga.

-Te has disgustado con algún chico y hablas por despecho. -Observó el hombre.

-Solo digo la verdad.

-¿Quién te ha hecho sentir así?... Nadie debería hacer enfadar a una chica tan bonita. -El hombre la escudriñaba desde su celda en la penumbra, favorecido por la luz que la enfocaba a ella.

-Es mi mejor amigo. Pero para mí siempre fue algo más. Lo que pasó es que descubrí que para él yo apenas siquiera era una amiga. -Añadió con voz apagada, sin embargo aliviada de poder decírselo a alguien.

-Menudo gilipollas.

-Yo sí que lo soy.

-Por si te sirve de algo, yo te habría invitado a salir y me acostaría contigo el mismo día. En mi opinión eres muy guapa. Del tipo de chica que conquista a quien sea. Y conste que estoy obligado a decir la verdad

Tabita entornó los ojos inesperadamente conmovida por las sinceras palabras del hombre.

-Eso es halagador. Gracias. -Sonrió ella con la autoestima recargada, pero un tanto inquieta por el hecho de que se lo decía un criminal múltiple.

-¿Cómo te llamas? -Solicitó el hombre.

-Tabita. ¿Y tú?...

-Soy O'Conell.

-Por aquí la gente no usa mucho los nombres eh.

-Los agentes de la CIA no tienen nombre hasta que se mueren. La afición se me ha pegado de tanto oírles.

-Dirás del FBI.

-No... He dicho CIA.

-Me han dicho que eran del FBI.

-Pues te han mentido bonita. Pero mejor no les digas que lo sabes, o no volverás a salir de aquí. -Rio por lo bajo el hombre.

Tabita se lo quedó mirando un momento al oírle decir aquello. Pero pensándolo bien... -<<...Bahh, que más da. Mientras me suelten me da igual que sean los ayudantes de Santa Claus quienes ne tienen retenida...>>

-¿Puedo preguntarte que has hecho para cabrear a los del FBI? -Curioseó ella otra vez.

-Son de la CIA. -Reprendió el hombre.

-Por supuesto. -Atribuyó rápidamente.

-Yo, me relaciono con gente muy chunga. Esa gente mandó asesinarme y estos me salvaron la vida. Hicimos un trato para reducir mi condena a cambio de información. -<<...Ahí está el trato del que hablaba...>>-. Yo acepté, pero aún así me escapé del hospital. Es que no me gusta la cárcel. -Explicó con desdén-. Es muy claustrofóbica, y yo necesito espacio. -Explicó-. Lamentablemente me encontraron los malos que me creían ya muerto y me obligaron a confesar lo que estaba haciendo la poli contra ellos. Casi me matan de verdad tras eso... Conseguí deshacerme de los malos y me dejé arrestar otra vez para intentar salvar mi vida. Y ahora estoy aquí, drogado y con abstinencia de tabaco. Es un asco...

-Vaya...

-El problema es que con la información que solté, ya había causado la muerte de un par de agentes de incógnito. El mal ya estaba hecho. -Lamentó encogiéndose de hombros-. Por eso, estos están cabreados conmigo, aunque en realidad "cabreados", es quedarse corto.

Calló un instante permitiendo a Tabita digerir su historia contada como si tan solo de una mala película se tratase.

-Aunque a un agente que trabajaba de incógnito en esta ciudad no lo delaté. -Prosiguió con un deje de orgullo de sí mismo-. Es el chico a quien ordenaron que me matara. Me disparó tres veces. Dos proyectiles eran de goma y una de verdad. Me dio con la verdadera justo debajo de la clavícula. Estaba medido. Ese chico sí que sabe disparar. Me caía bien. Pero lo descubrirán como a todos. Espero que lo saquen de allí a tiempo. En cambio el que llevaba la cámara aquel día no era poli pero cuando lo pillen los rusos, lo matarán a palos por ayudar al chico. -Opinó meneando la cabeza.

El hombre parecía estar divagando. Hablaba más para sí. Tabita ya no quiso preguntar detalles.

-No me gusta mi destino, pero estoy en manos de los jefes ahora. Pero bueno, prefiero un encierro a que me maten a golpes o me descuarticen vivo. Duele que te cagas.

Tabita lo oía anonadada. Sabía que la vida criminal podía ser dura, mas oírlo así al detalle le helaba la sangre.

O'Conell calló, recostado por sus barrotes, mirando el techo gris. Tabita sintió pena por él.

<<...¿Cuál sería su suerte dadas sus condiciones? Ni siquiera yo sé cuál será la mía propia... >>-Eso la hizo preocuparse por un detalle.

Aprovechando el efecto de su obligada sinceridad preguntó.

-Solo por curiosidad... -Rompió ella el silencio-. Si luego del efecto de la droga te entran ganas de atar cabos, ¿No iras a por mí no?...

-No... Yo de aquí no saldré. No tienes de qué preocuparte.

-Gracias.

-A mandar.

Tabita decidió entonces dejarlo tranquilo.

Fue a sentarse sobre su camastro sin perder de vista al misterioso hombre.

Vió a O'Conell incorporarse de los barrotes y echar a andar hacia el interior de su celda. La escasa luz del pasillo le permitió distinguir algo de él: era enjuto y llevaba una camisa hawaiana.

¿¿¿Alguien se ha dado cuenta del detalle de la descripción de O'Conell???
¡¡¡Premio 🏆 para quién lo descubra!!!
😁😁😁


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