Capítulo 16


Los padres de Tabita estaban hechos un mar de confusión y sorpresa al enterarse de todo lo ocurrido.

Pero estaban aún más sobrecogidos y literalmente con la boca abierta ante quien los estaba informando de forma oficial sobre lo ocurrido.

El mismísimo agente Sam Lambert ni más ni menos.

Pasaron por alto el hecho de que utilizaran a su hija como falsa posición cibernética para su conveniencia; valorando por encima de todo que fueran a rescatarla de manos de los rusos.

Sam ya era el niño de sus ojos antes de saber quién era en verdad, pero con este detalle se añadía puntos extra en la familia Verón-Sanders.

Tabita recibiría su alta del hospital al día siguiente. Tan solo necesitaba reponer fuerzas tras perder tanta sangre.

Pero Sam tuvo que ser intervenido para poder retirarse el casquillo de su muslo.

Por la noche Tabita ya se sentía recuperada y... Bastante ansiosa por ver a Sam.

Tabita había recibido una llamada importante esa misma tarde, una llamada que venía deseando recibir desde hace años. Pero a pesar de haberse visto realizado un anhelo de su vida; la llamada lejos de alegrarle, lo que logró fue angustiarla.

Definitivamente necesitaba ver a Sam. Él era la única persona que podría disipar la niebla que la obnubilaba.

Se puso en pie y se calzó las zapatillas. Los pantalones del conjunto de pijama celeste que su madre le compró de la tienda de regalos del hospital le quedaban anchos y largos y la camiseta le sobraba por todos lados. Pero tenía en el pecho el dibujo de un osito azul que dormía plácidamente sobre una nube y era muy bonito.

<<...Ya me gustaría estar tan tranquilo como tú osito...>>

Sam no podía dormir. Tenía demasiadas cuestiones en la cabeza dando vueltas a la vez.

Eran las nueve, hacía una hora que los padres de Tabita vinieron a despedirse al acabar el horario de visita. Luck se mostró profusamente agradecido con él, diciendo que se alegraba de que Tabita lo tuviera en su vida. Y justamente fueron esas palabras las que estaban causando una repercusión inconmensurable en él.

Tabita fue víctima de un desastre tan solo por el hecho de haberlo conocido a él, esa era la verdad.

Si él hubiera sido cauteloso se habría mantenido alejado de ella desde el principio. Su trabajo le exigía completa entrega, no había un apartado en las normas que dijera que podía hacer amigos y mucho menos conservarlos. Ella lo conoció mientras él vivía una mentira. Él no tenía el derecho de destrozarle la vida.

<<...Joder, si incendiaron su casa. ¡La secuestraron!...>>

Pero se dejó llevar por sus sentimientos, se acercó a ella atraído por su magnetismo y las circunstancias hicieron el resto. Él fue quien provocó todo aquello. Él tuvo que haberse apartado de Tabita cuando aún era pronto.

No podía borrarse la imagen del sótano de la cabeza. Tabita estaba allí. Esposada, golpeada, llena de polvo y sangre, hecha una mugre.

La realidad es que él no supo mantenerla a salvo.

Y el temor ardiente en su pecho crecía ante la idea de que se volviera a repetir. De que volvieran a hacerle daño por su culpa. No. No podía hacerle eso, a Tabita no.

La quería demasiado. Tanto... Tanto, que dolía.

En ese instante escuchó la puerta de su cuarto abrirse. Miró atentamente y no pudo evitar sonreír ante la imagen de su preciosa Tabita caminando hacia él.

-Hola...

-Hola... -contestó él con la misma ternura que ella.

-¿Cómo te encuentras? -consultó ella acercándose a él con cierta cautela.

-Más o menos -dijo.

Pero Sam no se refería a su pierna ni a ningún otro dolor físico.

-A mí me dejan ir mañana por la mañana.

-Yo estaré un día más.

Tabita se sentó en la orilla de la cama de Sam. Esta se inclinó levemente con su peso, Sam sintió el desnivel y se resistió para no dejarse llevar hacía ella.

Tabita guardó silencio un momento observando el pie de suero que goteaba con tremenda lentitud para nutrir a Sam.

Sam la observó a ella. Sus labios estaban muy claros, necesitaba reponerse mejor de todo lo sucedido.

Sam quería volver a verla radiante como siempre, inspiradora con su actitud positiva. Ver brillar las esmeraldas de sus ventanas, sentir su piel tibia, embriagarse de su aroma a caramelo...

Definitivamente, los dos estaban metidos en una vorágine de sentimientos.

-Me han llamado desde Activisión -anunció de repente rompiendo el silencio con una sonrisa forzada en los labios. Sus ojos rebosaban ansiedad.

Sam abrió mucho los ojos.

-¡¿Los que crean los videojuegos?!

-Sí, sus sagradas majestades se acordaron de una humilde plebeya -terció con una risita nerviosa.

-¿Y qué te han dicho?

-Me ofrecen trabajo. Probar prototipos y ayudar a mejorar calidades y esas cosas -desdeñó.

-¡Eso está genial!... ¿No?

-Sí... -vaciló-. Llevo queriendo conocer el cuartel general desde hace años -desvió el rostro y se colocó el pelo tras la oreja.

Sam entornó los ojos. Conocía ese gesto suyo a la perfección.

-Pero algo no va bien -adivinó.

-Es que debo ir a Santa Mónica para hacer la entrevista y una prueba. Y si me aceptan, pues; tendré que ir a vivir a California. Pero han dicho que la prueba es un formalismo de la empresa, que si me voy es para quedarme -comentó sin ánimo alguno.

<<...Definitivamente no va bien...>>-pensó Sam.

-¿Cuándo tienes que irte?

-El viernes de madrugada. Por la tarde tengo la prueba -su voz denotaba un desgano absoluto.

-¿Y no quieres ir?... -preguntó cauteloso.

Tabita lo miró al fin.

-No estoy segura de querer irme.

-Pero es tu sueño Tabita. Trabajar con esa gente.

-Lo sé. Pero mi vida está aquí. No me siento preparada para irme. Tú... ¿Crees; que debería irme? -preguntó titubeante desviando la mirada.

Sam notó el golpe en su interior ante la imagen que se mostraba ante él. El golpe lo provocó su corazón que se había tirado en salto base y se dió bruscamente con la boca de su estómago.

Se tomó un instante para contestar.

Tabita esperaba algo de él viniendo a verle y mostrando esos ánimos machacados. Ella no quería irse. Ella quería quedarse. Suspiró al darse cuenta de sus sentimientos. Estaban más que claros. Se percibían en el aire y lo estaban sofocando porque él sentía exactamente lo mismo.

El temor ardiente que lo fustigaba momentos antes se cebó con él otra vez. Debía ser sensato y pensar con la cabeza. Ese era el momento de decidir.

No podía decirle que debía quedarse porque estaría siendo egoísta, además de estar aprovechándose de la vulnerabilidad que Tabita estaba soportando tras todo lo sucedido.

Así también, si ella se quedaba; él no soportaría mantenerse lejos de ella, de verdad que no.

Pero si ella se marcha se alejarán y él no soportará la vida sin ella.

Ambas eran malas opciones, insoportables...

Y debía encontrar otro argumento que no incluya el egoísta verbo: soportar.

Como que si ella se queda, corre el riesgo de seguir bajo el peligro que supone estar a su lado. Y si se marcha, estará segura y construirá una vida lejos de las calamidades que giran en torno de un agente del FBI, lejos de él.

El dolor en su pecho aumentaba intensamente al pensar en las palabras que iba a pronunciar.

...

-Creo que debes irte.

<<...Como duele...>>

Ella lo miró calcando el mismo dolor en su rostro. Sam ya no podía mirarla.

-¿Ah sí?... -contestó ella con la voz quebrada.

Sam simplemente asintió para corroborar sus palabras.

Tabita se aclaró la garganta carraspeando y se puso en pie despacio.

Él la miró pero ella le daba la espalda.

-Es una gran oportunidad Tabita. Tú te lo mereces. Unas pocas dudas no te lo deben echar a perder. -Se obligó a rematar.

-Ya lo sé... Solo que... Yo creía que... -calló al fin.

A Sam se le estaba rompiendo el corazón al notar a Tabita luchar para no llorar.

<<...¡¿Dios como puedo ser mismo el causante de tamaña injuria contra quien tanto quiero?!... Por qué...>>

-De acuerdo -continuó ella-. Tienes razón. Por qué iba quedarme aquí, si no hay nada para mí verdad... La cobardía no lleva a ninguna parte -dijo esto último a modo de reproche.

<<...Esa te la tienes merecida Sam...>>

-Tabita... yo... -Tabita se volvió y lo miró expectante.

Ella esperó, pero Sam ya no supo que decir. Los ojos de Tabita se opacaron enseguida.

-Gracias por ayudarme a decidir. Adiós Sam.

Dicho esto se fue, marchándose de la habitación como una exhalación.

No lo volvió a mirar. No se volvió acercar. Se fue y dejó tras de sí para tortura de Sam la estela de su tristeza.

<<...No quiero que te vayas...>>-Pensó. Esas eran las palabras que él quería decir, las que ella quería escuchar. Las que los habría hecho felices al momento, las que disiparían todos los dolores y las angustias.

La imagen de Tabita estaba por toda la habitación, todos los rincones lo hacían pensar en ella...

¿Qué iba a hacer a ahora si hasta al cerrar los ojos la encontraba tatuada en el interior de sus párpados?...

En algún punto entre la certeza de su correcta decisión y el arrepentimiento absoluto al final se quedó dormido.

<<...¿Por qué debía ser todo tan complicado?...>>

A la mañana siguiente despertó a las diez. Los dolores, esta vez físicos interrumpieron un sueño que de por sí ya fue muy difícil conciliar con su estado nervioso tras la charla con Tabita.

Se preguntaba si Tabita ya se habría marchado a casa. Quería verla.

<<...¿Pero qué iba a decirle?... ¿No es conveniente que estemos juntos pero te quiero?... ¡Venga ya!...>>

Llamó a las enfermeras y pidió analgésicos. No tardaron en venir. Mientras le suministraban el calmante alguien más entró en la habitación.

Dennis se quedó parado al pie de su cama con las manos unidas por delante observando paciente a la enfermera trabajar. Esta acabó su tarea de atender al enfermo y se marchó.

-Acabo de ver a Tabita con sus padres. Tiene el alta -comentó Dennis con tranquilidad.

<<...No ha venido a despedirse...>>

-Ha dicho que te dijera que había venido antes pero estabas dormido.

<<...Claro, no pensaba venir después...>>

-Gracias. ¿Cómo va todo en la base? -preguntó para desviar el tema.

-Bien. Te he traído para que firmes el informe oficial -dijo alcanzándoselo.

-¿Ahora eres el recadista? -bromeó mientras firmaba.

-Adopto varias competencias. No soy quisquilloso -caminó con tranquilidad hasta la ventana.

-¿Qué pasa con tu cargo temporal?

-Esperarán a cerrar el caso para hacerme oficial. Al parecer ya me quedo aquí.

-Felicidades señor.

-Gracias.

-Listo. -Sam cerró la carpeta y la dejó a un lado.

-Me ha dicho Tabita que irá a California -comentó devolviendo a Sam a su triste realidad.

-Sí, le ofrecieron un trabajo por allí.

-Curioso que se marche.

-Lógico, diría yo. Ella es muy capaz y merece esa oportunidad.

-No me refería al trabajo -se acercó para recoger la carpeta.

Hizo ademán de marcharse pero se detuvo nuevamente al pie de la cama de su agente subordinado.

-Sabes Sam, tú y yo somos muy parecidos en la actitud. Y lastimosamente también en los errores.

Sam lo miró con sorpresa.

-¿Qué quieres decir?

-Sé que no es de mi incumbencia pero me siento obligado a decirte esto. -Sam lo observó sin decir nada otorgándole la palabra-. Conocí a una mujer a la que amé desde el primer día -sonrió con tristeza-. La dejé escapar por tomar las decisiones equivocadas. Creí haber estado mirando por su bien, o eso me decía a mí mismo. Y descubrí muy tarde que por quién en verdad miraba era por mí. A veces pensamos que la solución a un problema consiste en decantarte por no hacer nada. Ten cuidado Sam, puede que lo que estés haciendo con Tabita, en verdad sea simple cobardía.

Dennis se marchó y cerró la puerta tras de sí.

El eco de sus palabras quedó flotando en el aire de la habitación una vez más saturándolo con las dudas.

Sam se sentía sobrecogido por la tremenda franqueza de su nuevo jefe. Pero aún más estaba sobrecogido por el giro que estaban tomando sus pensamientos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top