Capítulo 13
En la ambulancia un par de paramédicos ponían a punto a Donny para llevárselo al hospital. Iba ya sentado en su camilla a bordo de la camioneta sanitaria cuando Sam se acercó para hablar con su primo.
-Bonito chaleco -exclamó Donny al verlo ataviado con el peto antibalas que llevaba grabada las siglas del FBI.
-¿Cómo estás?... -preguntó tras un suspiro de alivio porque al fin el tormento haya acabado. Tanto Donny como Tabita estaban ya a salvo.
-Sobreviviré -contestó con cierto esfuerzo.
-Anda que gran idea la de venir aquí eh... -reprendió Sam con tono tranquilo.
-Sam yo... -habló Donny consternado.
-Has sido muy valiente Donovan. -Lo detuvo Sam de disculparse.
Donny miró a su primo emocionado.
-Yo solo quería escapar de los rusos y vine derecho a meterme en su parque temático del crimen -comentó irónico y apenado.
-Estoy orgulloso de ti Don. Serás un gran agente tío -alabó.
Los paramédicos se acercaron a ellos dispuestos a llevar a Donny. Sam les dejó paso.
-Oye Sam... ¿Sabes dónde aprendió Tabita a disparar? Lo hacía muy bien ahí dentro. Yo he flipado.
-Su abuelo tiene un campo de tiro en Carson City. Él le enseñó lo que sabe.
-Lo lleva en la sangre eh... -Sam asintió en silencio de pronto con aire ausente.
Los paramédicos cerraron las puertas de la ambulancia y se llevaron a Donny para ser intervenido.
Sam observó la ambulancia de su primo alejarse entretanto se armaba de valor para ir a ver a Tabita a la otra ambulancia donde la atendían.
No sabía de qué modo lo trataría. Temía que lo estuviera odiando por todo lo que ha debido pasar y que lo rechazara cuando intentase acercarse a ella. Sus sentimientos se contradecían con sus pensamientos, se desafiaban en una contienda privada en su pecho y su mente.
Estaba feliz porque ella estuviera bien, pero no podía apartarse de la cabeza la imagen de ese maldito hijo de puta estrangulándola.
Tuvo que aunar toda su fuerza de voluntad, rebuscarse hasta en los recónditos más oscuros de su ser por la concentración para hacer aquel disparo contra el ruso, puesto que ante sus ojos la mujer que quería más que a su propia vida luchaba por seguir viviendo.
Suspiró profundamente con los ojos cerrados y luego dió los pasos que lo acercaban a ella.
La sangre emanada de su cabeza cubría un lateral de su rostro. Sintió un escalofrío recorrer su columna al verla así, tenía el pelo apelmazado y la mejilla junto con la oreja derecha cubierta de sangre...
-Me recuerdas a "Carrie" con tanta sangre en la cara -comentó haciendo una gracia para llamar su atención.
Tabita sonrió y asintió al tiempo que bebía un refresco concentrado en glucosa desde un botellín para reponer azúcar en su cuerpo.
Un paramédico estaba limpiando la herida de su cabeza, tenía una brecha importante y esta vez ella sí estaba haciendo muecas de dolor. El técnico sanitario limpió la herida muy bien y después colocó cuatro clips para sellar la herida. Sam permaneció allí de pie todo el tiempo.
Al acabar con la cabeza de Tabita, el paramédico siguió con la pierna, con unas tijeras cortó el pantalón en vertical sobre la herida de la pantorrilla y la limpió al igual que la otra. Luego lo cubrió con gasa y leukoplast ya que esta brecha al ser más grande necesitaría puntos de sutura y debía ir al hospital.
Mientras tanto, los compañeros de Sam trabajaban dentro del edificio.
Habían tres rusos allí dentro. Dos de los ellos fueron arrestados y el tercero que fue abatido por Sam. Los dos arrestados estaban heridos pero no de forma grave, a ambos les había disparado Tabita. Los criminales staban siendo atendidos por los paramédicos para después ser llevados al hospital y seguidamente a las celdas del FBI para su interrogatorio.
Los forenses intentaban recuperar los restos desperdigados del pobre de Randy...
Cuando los paramédicos acabaron de curar a Tabita, ella se dispuso a bajar de la ambulancia, Sam tomó su mano y la sujetó por la cintura contra su cuerpo para así evitar que pisara con la pierna herida.
-Sam... -interpeló ella pegada a él-. Quiero pedirte disculpas por enfadarme contigo antes.
-Tenías razones. Y ahora deberías estarlo aún más.
Ella inspiró y soltó un largo y catártico suspiró.
-No ha sido culpa tuya. No directamente al menos. Si no del sistema -desdeñó.
-Eres demasiado benevolente Tabita. Esa tal vez es tu peor cualidad. Pero debo añadir que de no ser por eso, ahora ya no me estarías dirigiendo la palabra. Por ende tal vez sea también tu mejor cualidad.
-Gracias. Creo... -rio ella.
-Yo te quiero pedir disculpas por todo lo que has pasado. Y esto que ha ocurrido aquí... Dios, no quiero pensar siquiera en que pudo acabar mal -bufó.
-Dejemoslo en que ha sido solo un desafortunado incidente. Todo acabó bien no...
-Menos mal que sabias disparar.
-Golpe de suerte -desdeñó ella.
-No seas modesta, sé que sabes hacerlo. Aunque no sabía que tan bien.
Tabita lo miró de refilón. Ese dato era un secreto.
-Olvidaba con quién hablaba -comentó agachando la cabeza-. ¿Hay algo que no sepas de mí?
-Lo que no se pueden leer en los informes de investigación -declaró.
-No se lo digas a mis padres. Eso es entre mi abuelo yo -pidió.
-No te preocupes. Soy bueno con los secretos -sonrió a la vez que le guiñaba un ojo, coqueto.
Tabita observaba a aquella persona. Se parecía a Sam pero era muy distinto al Sam que conoció. Esta era una nueva personalidad. O tal vez él fue siempre así y ella solo no conocía ese aspecto suyo.
Sam parecía más adulto. Mucho más centrado. Bastante más serio. Más fuerte y estricto. Y pensándolo bien, fue la exacta impresión que le dió en primer lugar el agente Dennis.
Sam abrió la puerta del coche negro y ayudó a Tabita a sentarse en el asiento del copiloto y le entregó un paquete de toallitas húmedas higiénicas.
-¿Por qué han matado a Randy? -preguntó ella con gran inquietud mientras abría el paquete y sacaba una toallita con olor a talco.
Tenía las piernas fuera del coche con los pies en puntillas, Sam se puso a su altura sentándose sobre sus talones. Depositó sus brazos cruzados sobre las rodillas de la Tabita con una relajación e intimidad impropios de él.
Tabita ahogó un suspiro por su acercamiento tan espontáneo.
-Randy era un informante para nosotros. Lo conocí al poco de empezar. Le propusimos ayudarnos a cambio de ayudarlo a él a salir de esto. Aceptó ayudar pero no quiso dejarlo.
-¿Por qué?... ¿Quién quiere vivir así?
-Alguien que no conoce otra vida Tabita. -Sam hablaba con la pena de la pérdida hacia un buen amigo.
-Y si no quiso salir... ¿Entonces a cambio de qué ayudó al FBI?
-De que no abrieran un expediente contra él. Y protegerlo por si un día lo descubrían.
-Alguien no ha cumplido su parte -acusó ella cabizbaja.
-Lo intentaron. Lo buscaron por todas partes. Pero los rusos lo encontraron antes. Lo han traído aquí solo para matarlo -masculló entre dientes.
Tabita tragó saliva al ver pasar una diapositiva con la imagen de Randy muerto en el sillón y otra imagen con sus trozos esparcidos tras la explosión.
Cerró los ojos intentando borrar la imagen.
-Donny dijo que era un buen amigo para ti -comentó calcando la pena de Sam en la voz.
-Sí. Era un buen amigo... Decidió quedarse en el clan por mí -musitó mirando a lo lejos-. Se quedó allí para acompañarme sin que tuviera la necesidad de hacerlo... Y ahora está muerto.
Tabita acercó una mano a la de Sam y le dedicó un apretón solidario.
-Lo siento mucho Sam... -susurró ella turbada. Sam estaba realmente afectado por la muerte de su amigo-. ¿Y ese desastre del centro comercial? A que ha venido... -continuó intentando distraerlo.
-Eso fue cosa de Karen. Está loca. -Simplificó encogiéndose de hombros-. Es capaz de todo ya la has oído.
-¿A confesado algo ya?
-Nada, pero encontramos al hacker que ha rastreado la terminal y él si confesó todo, no era más que un chaval de diecisiete años. Ya tenemos pruebas suficientes contra ella. Irá a la cárcel. Pero sus hermanos son otra historia.
-Vaya... -exhaló Tabita pensativa mientras se limpiaba el rostro manchado de sangre, su cara estaba oliendo entre a óxido y culito de bebé.
-¿Qué es lo que Karen hacía de importante en el negocio de sus hermanos? -inquirió ella.
-Ella era la enviada por los jefes a cerrar los tratos, hacer las transacciones más complejas. Su último "acompañante" -gesticuló las comillas con los dedos de una mano-, acabó muerto y los jefes buscaban a otro con las mismas características para reemplazarlo. Ahí es cuando entré yo. He tenido que engatusar a Karen para conseguir el puesto, bueno, fue un precio a pagar.
-¿Engatusarla?
-Sí. Ella convencería a sus hermanos para aceptarme como nuevo acompañante, pero primero debía de convencerla yo a ella -elevó las cejas con severidad.
-¿Y qué es lo hacíais?
-Karen y yo aparecíamos como una pareja de novios en todas las reuniones. Pasábamos desapercibidos entre la gente por nuestra apariencia.
-¿Qué es eso de acompañante?...
-Yo era algo así como su protector. Ella hablaba y yo cuidaba sus espaldas. Randy iba con nosotros de vez en cuando -añadió-. La última vez le mandaron portar una cámara y filmar un ajuste de cuentas, ese fue nuestro último trabajo juntos.
-¿Qué significa eso?
-¿Ajuste de cuentas? -Tabita asintió confusa-. Consiste en cargarse a quién se la juega a los jefes, grabarlo y difundirlo. Lo han hecho muchas veces.
-¿Tú lo has hecho?... ¿Cargarte a alguien para ellos?...
-Nunca -aseguró-. Solo me tocó hacerlo una vez pero no lo maté. Nos organizamos con la unidad para salvar su vida y que colaborara con nosotros.
Tabita tuvo una sensación de reconocimiento sobre esos datos...
-Espera. ¿Conoces a un tal O'Conell? ¿Un criminal múltiple que le gusta llevar camisas llamativas?
-Sí... -Sam entornó los ojos.
-¿Le has disparado tú?
-Sí y luego lo arrestaron. ¿Cómo sabes tú de él?
-Bueno, es que me hizo compañía cuando estuve de huésped del FBI. Ha dicho que le caes bien -añadió.
-Genial. Lo que más me gusta en la vida es caer bien a los criminales -comentó Sam con ironía y Tabita le rio la gracia-. Te estás codeando con la créeme de la créeme eh Verón... -bromeó él.
-Espero que no se haga costumbre. -Rieron juntos algo más relajados.
-¿Y te has hecho novio oficial de Karen por el camino? -continuó ella curioseando.
-Nunca fuimos nada oficial, ya te he dicho; está loca, aunque es muy lista cuando quiere. Solo le hice la pelota para conseguir entrar, pero está visto que ella nunca aceptó lo evidente. -Tabita lo escuchaba con la mirada puesta en la tarea de limpiarse los dedos ensangrentados-. Cuando te conocí en el rellano, íba de camino a mi primer trabajo sabes... Y con trabajo digo crimen. -Tabita levantó la vista hacia él y clavó su mirada en él-. Me sentía angustiado, muy agobiado, hasta que te vi allí. Ese momento fue como un bálsamo que hacía a la angustia disiparse en el aire -agregó Sam con tono apagado, con los ojos clavados en los de ella.
<<...¿Cuánto habrá padecido tras esa gente? La magnitud de su sacrificio es inmedible. Tan sólo podía ser recompensado tras esto...>>-pensaba Tabita.
-Me alegro de haber ayudado -musitó-. Tu trabajo es muy arriesgado Sam. Valeroso pero muy peligroso.
-Yo lo elegí.
Tabita sonrió, se sentía muy bien ahora que ya conocía toda la verdad.
-Sabes... Esto ha sido toda una experiencia en treinta y seis horas. Es una cura de humildad muy grande para quien no sabe como trabaja la ley y siempre les está criticando. Yo era una de ellas -admitió con vehemencia.
-Por eso te admiro Tabita -rio Sam de su confesión-. Has vivido un suplicio y sin embargo; estas igual que siempre. Maravillosamente.
-Yo no diría eso -señaló su aspecto.
Rieron quedamente juntos sentados cara a cara.
-¿Ya no seguirás trabajando para esa mafia verdad? -inquirió ella con aprensión hacia esa idea.
-Desde luego que no. Me han descubierto. -Dicho esto se puso en pie-. Y ahora deja de preocuparte por eso, para tí ya se acabó. Te llevaré al hospital y llamaremos a tus padres por el camino. Están preocupados.
-¡¿Se lo has contado?!
-Si yo no sé nada -dijo con una mueca de disculpa.
Ayudó Tabita a entrar en el coche y se agachó encima de ella para abrochar su cinturón.
Tabita contuvo el aliento. El rostro de Sam estaba tentadoramente cerca.
-Aún tienes sangre en la cara -observó él en un susurro. Tabita tan solo asintió, más no podía pedírsele.
Tras unos implacables segundos de duda Sam se retiró y cerró la puerta del coche. Tabita soltó el aire contenido recriminándose su falta de iniciativa.
Sam cogió su teléfono móvil y marcó mientras rodeaba el coche por delante. Se llevó el teléfono a la oreja, apoyó la mano en el tirador de la puerta del coche cuando...
Dos disparos lejanos arremetieron contra su chaleco y Sam cayó de espaldas al suelo como si su cuerpo pesara una tonelada.
Tabita miró la escena cuando Sam recibió el segundo disparo. El tiempo de pronto para ella ralentizó, el corazón dio un golpe de efecto en su pecho y sus nervios arrancaron feroces junto a su sangre que bullía sin control.
-¡¡¡Sam!!! -gritó Tabita luchando contra su cinturón y saltó al asiento del piloto. Vio a Sam contra el cristal.
-¡Quédate ahí! -articuló él con expresión de dolor en el rostro.
Ella lo ignoró y tiró del pestillo para abrir la puerta mientras que los agentes allí presentes con las semiautomáticas en mano ya se estaban acercando con rapidez mirando y apuntando por todos lados.
Sin embargo, otra otra vorágine de acontecimientos se preparaba para sucederse a continuación.
A pesar de estar dentro del coche; Tabita pudo oír un fuerte zumbido acercándose vertiginosamente a ellos.
Se detuvo con la puerta medio abierta en mano al darse cuenta de lo que era.
Un lanzacohetes...
-¡A cubierto! -gritó alguno.
El impacto del proyectil hizo que todo volara por los aires en medio de un ruido estruendoso y un fuego infernal que lo engullía todo. Tabita desvió el rostro al tiempo que los cristales del coche explotaron dentro, efecto de la onda expansiva.
Inmediatamente; una camioneta paró detrás del coche dónde estaba Tabita. Bajaron unos hombres y se apostaron con sus armas a disparar hacia el siniestro antes que nadie se recuperara del golpe
Cuatro de ellos fueron a por Tabita y Sam.
Dos hombres abrieron las puertas del coche a ambos lados acorralando y apuntándo a Tabita con las 38. Uno de ellos la tomó del brazo y la arrastró hasta sacarla del coche. Otros dos levantaron a Sam del suelo sin ninguna delicadeza.
A Tabita la siguieron arrastrando hasta tirarla dentro de la furgoneta. Ella se debatía y gritaba pero no recibiría ayuda de nadie. Los hombres subieron con ella y cerraron la puerta, no sin antes permitirle contemplar con verdadero horror cómo vapuleaban a Sam a golpes. Hasta que un culatazo en la nuca la dejó inconsciente...
Sam no pudo más que ver como se llevaban a Tabita.
Estaba completamente aturdido por los disparos en su pecho, era incapaz de moverse. Dos hombres lo levantaron del suelo solo para propinarle golpes.
Sus compañeros estaban atrapados al otro lado de la camioneta blindada, impedidos de llegar en su ayuda por el tiroteo incombustible que creaban los recién llegados.
-Tráenos a Karen y la entregas tú -ordenó el sicario de los rusos contra su cara ensangrentada.
El otro que lo sujetaba torciendo sus brazos en la espalda lo soltó y Sam cayó de rodillas. Lo remató con un culatazo en la nuca al igual que hicieron con Tabita.
Los sicarios subieron de inmediato a la camioneta. Los otros que disparaban lo hicieron también y la camioneta emprendió huida derrapando sobre el asfalto y perdiéndose en la oscuridad.
Y así como el comando hostil llegó, se largó sin que nadie pudiera hacer nada, dejando tras de sí un alto saldo de heridos y muertos. Entre ellos uno de los suyos que descansaba en la ambulancia explosionada.
Los agentes reponiéndose rápidamente llamaron ambulancias, refuerzos y mandaron localizar la furgoneta con helicópteros.
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