Capítulo 12
El cuerpo inerte de Randy permanecía rígido en un sillón de orejas desvencijado.
Tenía las piernas estiradas, los brazos sobresaliendo por los reposaderos del sillón, la cara cubierta de sangre seca, los ojos abiertos y un agujero en la frente.
Tabita obligó a sus pies a moverse. Pero los obligó con más ahínco a ir dentro de la habitación y no a salir corriendo de allí. Entró con cautela seguida de Donny. Aquello olía más a humedad que ha cadáver, ella no sabía mucho del tema pero a la vista resaltaba que no lo habían matado hace mucho.
La luz dentro era vaga, provenía de un tubo fluorescente pequeño anclado a la pared, protegido por encima por otro tubo de plástico duro.
Ambos se acercaron al muchacho muerto contemplando sin palabras esa barbarie.
-Dios, Randy... -Musitó Donny.
Tabita lo observó con infinita pena. Decidió dejar de mirar al cadáver y echar un vistazo a la habitación.
No era muy grande, mediría unos quince metros por cinco con forma rectangular. Había contra la pared izquierda una mesa metálica con bolsitas de plástico desparramadas sobre ella, un par de cajas de cartón pequeñas, cinta adhesiva, un cúter y una grapadora.
Contra la pared anterior estaba instalada la consola PS4 a un televisor más grande que el suyo y un portátil, todo sobre una mesa baja. El suelo estaba regado de envoltorios de hamburguesas y snacks.
Además de eso solo estaba el sillón, que parecía haber sido arrastrado de su posición desde delante del televisor, en ese momento se encontraba en medio del todo.
Aparte de los muebles, estaban allí dispuestas las máquinas en desuso del edificio, formaban cuatro hileras que se extendían hacia la pared posterior, dos hileras estaban dispuestas contra las paredes y dos en medio, como las estanterías de un supermercado.
-Tengo que avisar a Sam. -Dijo Tabita al fin. Así que se puso a rebuscar entre las cosas del fallecido.
-¿Crees que tiene esto que ver con los rusos? -Interpeló Donny con voz monótona. Él sabía que sí, pero no pudo evitar preguntar.
-Puede ser. A mí ya no me sorprende nada. Pero si estás en esta vida cualquier cosa puede pasar.
-Pero él no era un drogadicto. Solo traficaba, eran trabajo. Quería pagarse la universidad. -Comentó con pena.
-Yo también trabajo Donny, pero no traficando con drogas. Hay opciones. Ya ves como acabó la suya. -Agregó con tono reprobatorio.
-Pero aún así no merecía morir de esta manera. Era un bien tipo.
Tabita entonces miró a Donny y recordó a O'Conell con sus historias en la celda. Luego observó a Randy. Ella no conocía a ese chico, solo está dejando hablar a sus prejuicios. Si Donny está diciendo eso es que es cierto y tenía razón, Randy no merecía morir así.
Se acercó a su amigo escarmentada y tocó su hombro.
-Si fueron los rusos, nos encargaremos de que paguen por esto aún más caro que por todo lo demás. -Donny solo suspiró y asintió.
Tabita volvió a buscar por todas partes un móvil, un bíper o una paloma para comunicarse con Sam.
-No deberíamos tocar nada. Es un escenario del crimen. -Musitó Donny.
-Pues que separen nuestras huellas Don, venga ayúdame a buscar un móvil. -Apremió.
Entre los dos recorrieron toda la estancia y no encontraron nada. Solo quedaba un sitio donde mirar.
El sillón y a su ocupante.
Se miraron, tragaron saliva y se dispusieron a inspeccionar a Randy.
Su cuerpo seguía templado. Donny llevó su temblorosa mano hasta los ojos de Randy y los cerró.
-Lo tengo. -Anunció Tabita.
Se alejaron enseguida del cadáver y Tabita manipuló el teléfono. Por suerte tenía batería, marcó el número de Sam y esperó.
-¡¿Tabita?! -Contestó con dureza.
-Sam...
-¡¿Por qué no contesta ninguno al móvil?!
-Pues porque están en el fondo del Lake Union junto a mi coche.
-¿Qué? Donde estás. Y Donny.
-Calla y escucha. -Ordenó-. Nos han perseguido dos coches y nos dispararon. Hemos tenido que tirarnos al lago con mi coche y hemos venido a buscar refugio en un concesionario clandestino en Montgomery. Y... hemos; encontrado a Randy. -Contó despacio-. Está muerto Sam. Le han disparado y no hace muchas horas de eso. -Su interlocutor no respondió.
Permaneció en silencio durante un instante.
-Tabita, salid de ahí inmediatamente. -Ordenó con voz turbia.
-Te he dicho que nos persiguen. Están armados. Estamos agotados. Adónde vamos a...
Donny cubrió la boca de Tabita con la mano de repente callándola.
Estaban de espaldas a la puerta y se volvieron despacio hacía allí.
Unas voces llegaban desde el salón del concesionario clandestino junto con un haz de luz proveniente de linternas.
Donny retiró la mano de la boca de Tabita y escucharon atentos durante un instante hasta que las voces lejanas callaron.
Ahora solo se oía la respiración entrecortada de ambos.
-¡¡Tabita!! -gritó Sam por el teléfono-. Qué ha sucedido... -insistió.
Tabita levantó el teléfono hasta su oreja y contestó.
-Creo que tenemos visita. -susurró al tiempo que las voces se pronunciaron otra vez.
Donny fue acelerado hasta la puerta y la cerró con cuidado. Miró a Tabita, su rostro era pura angustia.
-¡Buscad otra salida ya! -ordenó Sam. Pero allí no había otra salida. Era una habitación subterránea.
Tabita fue hasta las filas de máquinas y se colocó tras una.
-Esperaremos a que se vayan -susurró Donny.
Apagó la luz. Tabita apartó el móvil de la oreja para indicar el camino a Donny quien fue a colocarse junto a ella.
-Quizá no sean mala gente -aventuró Tabita.
-No pienso averiguarlo -masculló Donny.
Tabita no podía quitarse la mala sensación que tenía de saberse acompañada de un cadáver en una habitación cerrada y a oscuras. Suspiró apretándose el pecho; tranquilizando su estado anímico alterado, valiéndose de la contra idea de tener a Donny con ella y a Sam al teléfono.
Pero no era fácil estarse tranquila al saber así también que al otro lado de la puerta pudiera haber un asesino potencial.
Los pasos resonaron en las escaleras que descendían hasta allí. Los mismos se detuvieron ante la puerta. Abrieron la puerta de repente y los chicos tras la máquina se mantuvieron inmóviles y con la respiración contenida.
Volvieron a cerrar la puerta enseguida.
Parecían haber echado un simple vistazo y listo. Al parecer el cadáver no les suponía un cuerpo extraño en medio de la oscuridad.
<<...Tenían que ser los ejecutores de Randy...>>-observó ella con estupor.
Los pasos subieron las escaleras y se alejaron.
Pero allí dentro, un pitido agudo e intermitente empezó hacerse oír. Los muchachos estaban muy atentos y se pusieron rígidos al notarlo.
Ambos sabían que ese pitido solo puede reproducir ciertas cosas: como los monitores de constantes vitales, los camiones en marcha atrás y algo en lo que ni siquiera se atrevían pensar.
Donny corrió a encender la luz. Ambos se pusieron a buscar con la esperanza de que allí dentro cupiera un camión haciendo marcha atrás o hubiera un monitor multiparamétrico robado en funcionamiento.
Más no era así.
Con el temor palpitando en sus venas, Donny se agachó y miró bajo la mesa de la consola. Allí abajo había un dispositivo con un marcador en cuenta regresiva.
-Es un explosivo -informó Donny con la voz estrangulada.
-Sam... -habló Tabita por el móvil-. Va a haber mucho ruido aquí... -susurró.
Donny se echó sobre la puerta intentando abrirla, pero estaba trancada. Miró a Tabita absolutamente mortificado.
-¡Buscad un refugio! Estoy yendo para allí. Sigue en línea -ordenó.
Donny y Tabita se miraron temblando del terror y la anticipación. Se devanaban los sesos pensando en un refugio.
Enseguida se miraron ojipláticos.
-La nevera. -Pronunciaron al unísono.
Había una nevera después de las máquinas en la pared del fondo. Echaron a correr sin vacilar. Abrieron la nevera vieja y sacaron todas las baldas de cristal junto con el contenido, después Donny tiró la nevera al suelo tumbándola de lado, dando el frente hacía la pared, levantó la puerta y Tabita se acurrucó dentro, Donny se apretó a ella y cerró la puerta.
-¡¿Cuánto quedaba?! -interpeló Sam por el móvil.
Cuando Donny iba a contestar, el estruendo ahogó su voz.
La explosión fue ensordecedora, reverberante y dolorosa.
El efecto empujó la nevera y arrugó su estructura. El golpe los dejó a ambos noqueados por largos minutos.
-¡¿Chicos?... ¡¿Estáis bien?! -gritó Sam tras disiparse el ruido.
Esperó la respuesta de sus interlocutores con el corazón en un puño.
Al fin, al cabo de unos interminables minutos los escuchó quejarse de dolor. Sam nunca pensó de alegrarse por que se estuvieran quejando de dolor.
Donny empujó la puerta con el pie a pesar de los músculos entumecidos. Intentó levantar la puerta pero esta se rompió sin más, entonces la empujó a un lado y salió de la nevera rodando sobre sí mismo y luego se incorporó a duras penas.
Tabita salió a rastras detrás de Donny, él intentó levantarla pero Tabita se abstuvo negando con la cabeza.
-La espalda... -articuló.
Donny le dio su tiempo y a cambio tomó el teléfono de sus manos. Se cubrió la nariz y boca con la camiseta por la turbidez del aire.
-Sam, no puedo decir que estemos bien. Pero estamos vivos.
El interpelado no necesitó oír más.
-Llevaré una ambulancia. Te dejo que, debo pedir refuerzos.
Tabita se incorporó despacio. Donny le pasó la mano para levantarla.
-¿Cómo es que sigue habiendo luz? -Nada más terminar la frase empezó a toser por causa de la atmósfera irrespirable que los rodea. Enseguida se cubrió las vías respiratorias con su camiseta al igual que hizo Donny.
De pie, el uno junto al otro observaron los estragos de la explosión.
Las máquinas seguían en pie pero lo demás quedó devastado. Echaron a andar hacia la puerta y al dar unos pasos encontraron trozos del cuerpo de Randy. Se detuvieron en seco.
Levantaron la vista para ampliar el área de visión. Habían partes del cuerpo de Randy por todas partes. Algunos trozos eran reconocibles y otros solo eran meros pedazos de alguna parte de su anatomía.
Un brazo entero reposaba entre los escombros justo delante de ellos. Podía verse el extremo del húmero sobresaliendo entre la carne y la piel chamuscada.
-Joder -masculló Donny.
Tabita no pudo reprimir las arcadas, se alejó de allí y vomitó irremediablemente. No echó más que bilis y saliva, en todo el día sólo había bebido un vaso de leche, por ello le dió la impresión de que se le caerían las tripas.
Donny siguió andando hasta la puerta. Palpó el metal, estaba caliente y enclenque. Apoyó la oreja pero no escuchó nada.
-Debemos salir de aquí o nos asfixiaremos -agregó Donny tosiendo.
Tabita se estaba acercando a él cuando de súbito un disparo perforó la cerradura de la puerta.
Seguidamente alguien terminó de abrirla de una patada.
Donny fue envestido por la puerta metálica y cayó tras esta. Tabita estaba paralizada por el susto. Y por un segundo, tal vez menos, tuvo la seria esperanza de que fuese Sam quien llegó enseguida con su poder de teletransporte para salvarlos.
Pero Sam no era un X-Men y no tenía super poderes, por ello en cuanto la puerta se abrió y el cañón de un fusil de asalto asomó apuntando hacia ella, Tabita no esperó para echar a correr hacía la hilera de máquinas.
Antes de llegar, un disparo pasó rozando su pantorrilla y le rasgó la piel. El asesino avanzó implacable hacía ella.
Dos cosas ocurrieron entonces a la vez:
Donny se abalanzó sobre la espalda del hombre armado. Ella divisó desde su posición lo que se escondía en el interior del congelador de la nevera cuya portezuela había cedido.
Sin pensárselo se precipitó hacía allí y cogió la preciada pieza. Un arma. Colocó una de las cargas de las que allí abundaba. Quitó el seguro, amartilló y empuñó firme.
El hombre fornido ya estaba estrangulando a Donny, ella con aplomo disparó primero al suelo para que liberara a Donny y luego sin miramientos disparó directo al pie del agresor. Este terminó de soltar a su amigo quejándose del dolor al tiempo que ella llegó hasta ellos y apostándose delante del hombre le propinó una patada de derecha directa en la sien. La misma que le otorgó el cinturón negro en kárate.
El hombre cayó noqueado y Donny se incorporó.
-Gracias -musitó Donny con la voz casi ausente.
-De nada -dijo haciendo una mueca de dolor por la herida en la pierna.
-¿Te han dado?
-No es nada. Un raspón -tranquilizó.
-¿Qué hacemos con él?
-Quítale el fusil. Veré si Randy tenía aquí unas esposas -terció ella.
Volvió hasta la nevera y encontró más cargas para la pistola y por suerte unas esposas. Se la entregó a Donny quién esposó al hombre a unos tubos gruesos de cobre y Tabita le hizo un torniquete en el tobillo para que no muriera desangrado. Debía responder por lo que hizo, pero en vida, pensaban ambos chicos.
Donny se echó al hombro el asa del fusil y emprendió salida seguido de una Tabita que sentía un hormigueo incómodo en la mano que sujetaba la pistola mágnum.
Cuando empezó a jugar a la consola con su padre, no pensó en engancharse con el juego. Cuando se enganchó, no pensó en conseguir dinero con ello. Y cuando consiguió dinero, no pensó en ir a vivir sola tan pronto, y menos pensó en conocer a Sam. Menos aún pensó en que acabaría metida en un lío entre narcotraficantes y el FBI. Pero definitivamente, jamás se le habría cruzado por la mente disparar una mágnum para salvar una vida.
Ambos caminaban en silencio a lo largo del pasillo vagamente iluminado. Ambos temían que apareciera alguien por allí puesto que en ese pasillo desnudo no había donde cubrirse de darse el caso.
Avanzaron por el viejo aparcamiento sembrado de coches. No se veía nada nítido a un palmo de la nariz.
Para alegría de Tabita llegaron a la primera puerta metálica, Donny la abrió y esta causó un estruendoso eco allí dentro.
En cuanto Donny dió un paso hacia afuera alguien se pronunció.
-¿Mijaíl? -preguntó alguien.
Desde luego el susodicho al no enctrotrar a quien esperaba se puso en guardia inmediatamente.
Donny retrocedió raudo y empujó a Tabita hasta caer tras un coche ya en medio de una ráfaga de disparos sucesivos.
En cuanto se incorporó, Tabita palpó algo húmedo y tibio en el hombro derecho de Donny.
-¡Estás herido! -observó con voz estrangulada.
Tabita de pronto se vió envuelta en el terror. Habían disparado a su amigo y los acechaba un asesino experimentado sin que la ayuda haya mostrado ninguna señal de haber llegado.
Desde luego el panorama invitaba a entrar pánico.
-Presiona -musitó entre sollozos.
-Debes salir de aquí. Yo te cubriré.
-No jodas Donny, no me iré sin ti.
-Sam llegará en cualquier momento.
-Pues más le vale.
Un disparo rompió de súbito los cristales del coche tras el que estaban escondidos.
Tabita profirió un grito del susto. Pero enseguida se dio cuenta de su error. No debía atraerlo hacia ellos. No debía atraerlo hacia Donny.
Debía hacer algo. Debía ayudar...
-Hazte el muerto -odenó al herido y se alejó de él.
-¡¿A dónde vas?! -Donny era presa de la alarma.
-Los muertos no hablan -terció ella antes de desaparecer en la oscuridad.
<<...Debo hacer algo. Debo ayudar... >>-Su mente repetía esto como un mantra.
Avanzó agachada por detrás de los coches, deslizando la mano izquierda por los laterales para saber a dónde iba. No sabía muy bien lo que hacía pero quedarse llorando no ayudaría a nadie.
Elevó ligeramente la cabeza por encima del capó de un coche y observó.
Notó movimiento y sin mediar tiempo disparó hacía allí sin dirigirse directamente al objetivo. La respuesta no tardó en llegar. Dispararon hacía ella pero con intención de acertar.
Ella ya estaba escondida nuevamente.
Siguió adelante con el mismo movimiento. Cuatro coches más después, se elevó y disparó. Otra ráfaga de balas de respuesta.
Retrocedió contando siete coches y volvió a observar pero esta vez lo hizo meticulosamente antes de disparar. Apretó el gatillo en una ráfaga de cuatro disparos hacía una sombra en movimiento.
<<...Ojalá no sea Donny...>>
Escuchó una queja en respuesta a sus disparos y algo que golpeaba el suelo. No estaba segura de sí lo había herido. Se mantuvo atenta.
De repente los cristales del coche tras del cual se escondía volaron envestidas por un sin fin de disparos sucesivos tirando sobre ella los cristales rotos.
<<...¡¿Tiene una jodida metralleta?!...>>
El hombre recorrió el arma por varios coches destrozándolos al paso de sus disparos. Tabita se tiró al suelo y reptó para ponerse a cubierto.
Los disparos sesaron al fin.
Ella miró por debajo de un coche y escuchó al ruso acercarse pisando las esquirlas de cristal. Tabita se mantuvo inmóvil.
<<...Dios, mataría por unas gafas de visión nocturna ahora mismo...>>-Pensó notando al instante la acidez corrosiva de esas palabras. Una ironía mordaz que le dio que pensar en medio de la contienda a dos que jugaban allí dentro.
El ruso que la acechaba estaba dispuesto a meter una bala en su cabeza sin preguntarle siquiera si tenía unas últimas palabras-. <<...¿Pero y yo, estoy preparada para hacer lo mismo?... ¿Estoy preparada para matar?... ¿Podré cargar con ello?...>>
Una voz lejana se alzó en todo aquel silencio.
-Alexei... Alexei... -gritó.
Era el otro ruso que esposaron Tabita y Donny al tubo de cobre. Parece que había despertado.
<<...Mijaíl y Alexei, menudo par de cabrones...>>
Tabita era consciente de que naturalmente Alexei no iba a contestar pegando un grito que lo delatara. E inoportunamente el móvil que había tomado prestado de Randy empezó a sonar en su bolsillo delatandola a ella.
-Maldita sea...
En cuanto terminó de articular esto el ruso amartilló su escopeta.
<<...¡¿Ya la ha cambiado otra vez?! Pero cuantas armas tiene encima...>>
Tabita escuchó perfectamente dónde estaba el hombre. Exactamente a sus pies. No obstante la oscuridad la respaldaba, entonces hizo deslizar el móvil por el suelo lo más lejos que pudo rogando al cielo que el ruso picara...
Notó los sigilosos pasos del cazador alejarse de su lado y sin titubear emprendió huida manteniéndose agachada.
-¡Alexei! -gritó nuevamente el otro ruso con la voz ronca de impaciencia.
Los tiros retumbaron de repente ahogando el timbre del teléfono que no paraba de sonar y luego solo quedó el eco...
El hombre profirió algo en ruso con tono enfurecido. Seguidamente elevó sus armas y empezó disparar a diestro y siniestro haciendo trizas los cristales de todos los coches a su paso.
El sonido era ensordecedor.
Enseguida desde algún lugar en aquel salón resonaron tiros de respuesta hacía el ruso.
<<...Donny...>>-Pensó Tabita esperanzada.
Aprovechó la cobertura para alejarse de allí más rápido tanteando los coches.
Pero más disparos contra ella, venidos desde otra dirección la detuvieron...
Una de esas balas pasó rasgando su cuero cabelludo justo encima de la zona temporal. El impacto y la impresión la tiró de espaldas contra un coche.
Aunque aturdida por el golpe; se palpó la cabeza casi enseguida. Una humedad tibia empapó sus dedos trémulos...
Presionó la herida comprobando asi su superficialidad y procuró recomponerse rápidamente.
Para ese entonces el tiroteo era ya incomprensible.
Al parecer el hombre de las mil armas tenía un amigo o quizá hasta más de uno y no dejaban de disparar.
Y ella estaba a ciegas.
Pero contra todo pronóstico en solo pocos segundos una luz reflectora iluminó el recinto a través de los amplios ventanales a la altura del techo.
<<...Un helicóptero. Ojalá sea la policía. Y no más malos...>>
Tabita se irguió levemente de su refugio y con la luz proveniente de fuera pudo apreciar el tamaño de aquel lugar. Era un salón de unos ciento cincuenta metros cuadrados o tal vez más, efectivamente lleno de coches, ahora destrozados. Pero también pudo apreciar la posición de sus enemigos. Uno estaba muy cerca de Donny quien la estaba mirando agachado tras un coche y hacía señas sin parar. En milésimas de segundo se organizaron.
<<...Tú a la derecha y yo a la izquierda...>>-decía él.
Apostando los brazos sobre el maletero de un coche apuntó a la derecha. Soltó cuatro tiros sucesivos y logró dar al recién llegado en el hombro.
Pero como si de un hombre de hierro se tratase, este ni se inmutó y a su vez arremetió a balazo limpio contra ella.
Donny se enfrentaba de igual manera al primero.
Tabita lejos de amedrentarse buscó acercarse al enemigo. Volvió a disparar una vez a sabiendas de que le quedaban nueve balas en esa carga.
Se agachó y disparó por debajo de un coche. Logró dar en el pie del hombre. Este enfurecido disparó al suelo y luego disparó hacía los ventanales para ahuyentar al helicóptero que allí fuera sobrevolaba.
El aparato se alejó un poco mientras Tabita se erguía para observar, la luz era sibilante y no llegaba a distinguir bien, pero pudo ver más o menos que el maldito llevaba unas enormes gafas de visión nocturna.
La luz del helicóptero volvió casi al instante. Entonces Tabita se incorporó y avanzó hacía el hombre aprovechando su ceguera momentánea a causa de la luz del helicóptero que daba contra sus gafas volviedolas inútiles. Empuñando su arma firmemente entre las dos manos, disparó hasta vaciar su recámara.
Volvió a resguardarse tras un coche, apretó el botón, cayó la carga vacía y encajó la nueva, amartilló su mágnum dispuesta a seguir la pelea, pero antes de darse cuenta, el hombre llegó donde estaba ella.
Desprevenida sintió ser brutalmente arrastrada por los pies y soltó sin querer su pistola.
Propinó una patada a quién quiera que fuera quién la arrastraba consiguiendo que la liberara un instante. Tabita fue a gatas a por su pistola pero el captor volvió a la carga y antes de llegar a su arma la sujetó del cuello con tremenda tenacidad haciendo una llave con sus fornidos brazos.
Ella se debatía inútilmente ante un hombre que cuadriplicaba su fuerza. La presa alrededor de su cuello era tenaz y la ahogaba más y más. A cada segundo que pasaba ella se debatía menos.
<<...¿Aquí se acaba todo?... ¿Así muero?... ¿Me convierto en una cifra más en la lista de asesinatos de este Hércules de los infiernos?...>>
Los pensamientos se agolpaban a medida que su cuerpo ya no respondía a su intención de lucha.
No obstante, a pesar de la inminente llegada de su inconciencia, pudo sentir algo más camino a la luz...
La presa en torno a su cuello iba deshaciéndose... La sensación de liberación siguió hasta que finalmente Tabita sintió caer.
Percibió vagamente cómo sus rodillas impactaban contra el suelo y seguidamente su cuerpo se dirigió hacia delante. Se obligó a proteger su integridad y llevó las palmas por delante para detener su caída. Se sentía totalmente aturdida y sin aliento.
Cuando la supremacía del instinto de supervivencia la instó a volverse hacia atrás a pesar de su estado para observar lo acontecido. Vió allí a su potencial asesino tumbado en el suelo en medio de convulsiones, sangrando a borbotones por la garganta.
<<...Alguien le ha practicado una traqueotomía a distancia...>>
-¡Tabita! Tabita... -escuchó su nombre ser pronunciado a lo lejos.
Su cuerpo se movía pero no era ella quien lo hacía. Alguien más la levantaba. La agarraba de una forma muy diferente a como lo hacía el asesino potencial. Buscó reconocer a quién lo hacía...
<<...Sam...>>
Sam había llegado.
No dudó ni un segundo en echarse a su cuello y aferrarse a él con la endeble fuerza de su cuerpo.
Tabita volvió a mirar al hombre que yacía en el suelo, tenía dos disparos, uno en medio del músculo del bíceps y otro en el cuello.
<<...¿Como lo habrá hecho si estaba yo delante?...>>
Tabita notó que entraba más luz en aquel sitio además de más personas. No les disparaban a ellos así que debían de ser amigos, pensaba ella.
Los tiros fueron sucesivos hasta que de pronto todo cesó en un sepulcral silencio.
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