✨EXTRA NAVIDEÑO 1/2✨
—Según la Organización de las Naciones Unidas, hay alrededor de 7700 millones de personas en el mundo, y de todas ellas, me enamoré de la única que lee listas de abajo hacia arriba. —Sostengo el papel entre los dos—. Sabes que está escrita para establecer el orden de prioridades, ¿verdad?
—Sí, y tú sabes que tiendo a desordesar tu orden para divertirnos un poco. Añade eso a las razones porque la que te enamoraste de mí, Beasley.
Me quita la lista y reprime una sonrisa antes de dar media vuelta y empujar el carrito por el pasillo del supermercado.
—¿Estás diciendo que soy aburrido? —La alcanzo—. Porque hace años que estamos juntos y pareces más que satisfecha en cuanto al entretenimiento marital se refiere.
Levanta el brazo para señalar un caja de cereal que está en el estante más alto. La bajo y la acomodo en el carro, que organizo como un tetris para que todo esté ordenado, sin que diga nada.
—Ser divertido y ser bueno en asuntos de alcoba son áreas totalmente diferentes —defiende poniéndose en cuclillas para buscar unas galletas—. Además, te recuerdo que hay fallas en el segundo asunto, ¿u olvidaste la vez que nos caímos de la cama?
Entrelazo las manos a las espalda y me inclino para susurrar en su oreja:
—Bram Stoker, el escritor de Drácula, dijo que aprendemos del fracaso, no del éxito.
Al ponerse de pie, me echa una divertida mirada sobre el hombro.
—Bill se disfrazó de Drácula el último Halloween y dijo que si llegábamos tarde a un lugar, nos patearía el trasero. —Lanza las galletas al carro y lo empuja con la bota antes de empezar a caminar tras él—. Así que menos charla y más acción.
Con dos rápidos pasos, estoy frente al carrito. Lo detengo.
—Ya no creo que lo de patearle el trasero a la gente sea una amenaza. Lo dice tanto que se convirtió es su saludo de buenos días personalizado —argumento—, y no seríamos unos desconsiderados impuntuales si siguieras la lista. Los productos están organizados según su ubicación en el supermercado. Hubiéramos acabado hace diez minutos si no fueras tan terca como para darme la razón.
—No hubiera podido pasar diez minutos más a solas con mi esposo si te hubiera hecho caso —replica maniobrando el carro para pasar por mi lado. Al hacerlo, me abraza por la cintura y envuelvo un brazo alrededor de sus hombros para avanzar—. Te recuerdo que las fiestas son sinónimo de asfixia social. Necesitaba recuperarme antes de volver a esa casa de locos.
Deposito un beso en su sien.
—De acuerdo, me gusta tu terquedad —reconozco.
Dejamos de avanzar y nos sostenemos la mirada en el pasillo de los lácteos. Sus ojos son mi lugar favorito; cuando la miro, todo es atemporal, como mi forma de amarla. Es un gesto tan corriente mirar a alguien. Sin embargo, de lo ordinario a lo extraordinario siempre hay solo paso. Si estamos dispuesto a darlo, no hay día que no tenga restos de magia en él.
—¿Malcom?
—¿Sí?
—¿Cuál es la diferencia entra la mantequilla, la manteca y la margarina y por qué diablos debemos llevar una de cada una? —Levanta la lista que escribí entre nuestros rostros.
—Creí que nunca me lo preguntarías. —Sonrío.
El romance no ha muerto. Le estoy por dar un beso antes de proseguir con la explicación, cuando se oye un silbido.
—¡Oigan, encontré al gemelo de Timberg! —grita Bill apareciendo por el pasillo y agitando un salamín en el aire—. En mis vacaciones en Argentina, aprendí que se le dice salame a los torpes.
Pasa entre nosotros para separarnos y se adueña del mando del carrito antes de señalarme con el salamín.
—No importa cuántos años pasen y que ya me hayan regalado descendencia. Las demostraciones públicas de afecto con mi hija están prohibidas hasta que me vaya al infierno, ¿entendido, Beasley?
Además del romance, evidentemente el entrador no ha muerto.
—¡Papá, mira lo alto que puedo saltar! —grita Silvestre desde el trampolín.
—¡Mejor mírame a mí! —Frida empuja a su hermano.
—¡No, Blake, mírame a mí! —chilla Zoe, apoyando las manos en las cabezas de los niños para ganar impulso y saltar más alto.
—¡Mamá! —reprochan los mellizos, a lo que ella ríe y los toma de la mano para saltar los tres.
Echo una mirada alrededor de la juguetería. El empleado nos mira con desaprobación.
—¿Qué dices, Travis? ¿Nos echarán de aquí antes de que rompan algo o será luego de que lo hagan y deba pagarlo? —pregunto a quien cargo en la mochila porta bebés, contra mi pecho—. Espero que tú te parezcas más a mí. Necesito refuerzos responsables para encargarme de esos tres.
El niño agita las piernas y los brazos con emoción al ver a su madre y sus hermanos jugar al canguro.
—Sí, creo que no serás muy tranquilo. —Beso su frente.
Se supone que los niños no vienen a comprar los regalos con los adultos, pero Frida y Silvestre fueron lo suficiente inteligentes como para descubrir que Santa Claus no existía cuando tenían 5. Les bastó con escribir el nombre del sujeto en Google —buscaban su número de teléfono porque querían hacer un reembolso de regalos— para hallar la verdad.
Negociaron con nosotros. No matarían la magia navideña de sus compañeros de la escuela si prometíamos traerlos con nosotros para que eligieran sus propios regalos.
Son pequeños manipuladores. Pasan demasiado tiempo con mi madre.
—¿Sabes lo atractivo que te ves mirándome comportarme como una niña con esos lindos globos oculares que tienes? —Zoe baja del trampolín con la respiración acelerada y el cabello hecho un desastre—. Bueno, no es como si pudieras verme a través de tus codos o tu ombligo. Fue una obviedad —reflexiona.
Travis extiende la mano y toma un mechón del pelo de su madre. Lo desenredo de sus pequeños dedos con paciencia y lo coloco detrás de la oreja de mi conductora favorita y menos confiable.
—Tus obviedades son tiernas, como nuestros hijos —aseguro—. Pero a diferencia de ellas, las cosas que creamos también son peligrosas.
Hago un ademán con el mentón al trampolín. No se de qué estante sacaron las espadas de juguete o cuándo metieron el oso de peluche dentro de la red, pero están a dos segundos de decapitarlo como en el siglo XVII.
—¡Niños, la violencia no es la solución! —espeta Zoe.
—Según el abuelo Bill, sí lo es —señala Frida, sin parar de saltar.
—Y el abuelo Bill es sabio —justifica Silvestre.
Supongo que compraremos un oso decapitado como regalo para ellos.
¿El nuestro? Santa nos traerá pintura, porque los queridos hijos rayaron todas las paredes de la casa. Zoe dice que no me puedo quejar porque son artistas, aunque de los más caóticos.
—Jaden —gimo—, más rápido, por favor.
—¿Más rápido? —dice con la respiración acelerada, limpiando el sudor de su frente con la mano libre.
No hemos cambiado de posición en los últimos diez minutos. Me estoy retorciendo contra la pared y mis muslos están tensos. Necesito sentir la maldita liberación, pero él sigue sin dármela.
Siento que voy a estallar en cualquier momento, pero cuando creo que me dará lo que necesito, para.
—Hasta el fondo, vamos —lloriqueo.
—No entra más, amor...
—Empuja con más fuerza.
—¡No tengo con qué empujar! ¿Cuánto crees que mide?
—¡La estarás usando mal! Si la usas bien, tiene que cumplir con... ¡Oh, Dios, estoy por...! —Aprieto los muslos.
—Resiste, todavía no termino...
Empuja con fuerza.
Una.
Dos.
Tres veces.
Una cuarta.
Siento que estoy por desmayarme cuando gruñe con frustración:
—¡¿Qué demonios comió el entrenador como para tapar el retrete así?! —Se rinde soltando la sopapa de baño.
Me apoyo contra la pared. Si no descargo mi vejiga, explotará.
—Haré pis en el patio —decido.
Doy media vuelta y bajo por las escaleras de la vieja casa de Betland. Estamos solos, en la espera de que nos vengan a recoger para ir al centro comercial y hacer las compras navideñas. La familia entera ya está allí, pero el abuelo había dejado una galletas en el horno —después de décadas logró robarle la receta a la señora Hyland— y alguien tenía que vigilar que no se quemaran.
Jaden creyó que tendríamos sexo mientras tanto. Sin embargo, beber tanta agua —verifiqué que no fuera vodka porque las jarras que hay en la nevera de este lugar tienen una larga historia— tuvo consecuencias.
Me desprendo los pantalones y hago una sentadilla entre los arbustos.
—¡Ahí no, están las petunias del coach, amor! —advierte Jaden asomando medio cuerpo por la ventana del baño.
Miro hacia abajo y veo que tiene razón. Me muevo a la derecha.
—No puedo creer que estás velando por las flores del abuelo.
Que se hayan hecho mejores amigos por trabajar codo a codo desde que Ridsley decidió ser su aprendiz, tiene pros, contras y proscontras. Que sea tan considerado, detallista y protector con lo relacionado a Bill, como con el asunto floral, es un proscontras porque es lindo pero a la vez no es la persona que tiene que deslizarse con el trasero al aire en su patio.
—¡Atenta, mi receptora!
Al levantar la vista, lo veo de pie bajo el umbral de la puerta, al que llegó corriendo. Tiene un rollo de papel higiénico en la mano. Se pone en posición y lo lanza tal balón de fútbol.
Levanto las manos. Agradezco estar en la penumbra. No porque esté él, sino por una cuestión de auto-humillación. La realidad es que ya no hay cosas que me den vergüenza con Jaden. Creo que nunca las hubo, y si así fue, tuvimos tres años de amistad para hacerlas desaparecer.
—¡Touchdown! —celebra cuando lo atrapo, y lo hace como si estuviera en el campo recibiendo una ovación—. ¡El equipo Jabilly vuelve a anotar!
Reprimo una sonrisa.
Desde que soy pequeña me enseñaron que todo se trata de trabajar en equipo: la familia, los amigos, y los desconocidos en muchas circunstancias. Incluso nosotros mismos somos nuestro propio equipo, porque los contradictorios pensamientos y sentimientos funcionan como distintos integrantes que deben cooperar para ganarle a los enemigos que nos inventamos o la sociedad crea.
En el ámbito del amor, es lo mismo. El abuelo dice que todos necesitamos de alguien que nos apoye, anime, presione para mejorar, y regale una pequeña patada en el trasero de ser necesario; se precisa una persona que te cubra la espalda, te ayude, y con la que puedas celebrar los partidos ganados y lidiar con los perdidos.
Algo importante es que los equipos se pueden renovar cada tanto, por más que uno no lo quiera. Algunos jugadores encuentran un nuevo lugar donde encajan mejor, quieren tomarse un descanso o son expulsados. Otros se retiran, y nuevos llegan con interesantes propuestas.
Pensar en eso, por más que sea una regla de juego no escrita, me asusta un poco.
—Me gusta mi equipo —susurré la Navidad pasada, mirando con nostalgia la mesa familiar—. Ojalá nada tuviera que cambiar por un largo tiempo.
—En lugar de pensar en la próxima temporada, concéntrate en esta. Prometo que agradecerás estar tan presente como puedas —aseguró Bill—. Aunque si quieres cambiar a tu compañero amoroso, no me opongo.
Me hizo reír.
—Jaden se queda —sentencié.
—¿Debido a que se quita la camiseta y los pantalones para festejar cada anotación?
—No, o tal vez sí... Se queda porque... —Hice una pausa y busqué al susodicho.
Estaba haciendo reír a mis padres con alguna tontería, mientras llevaba a Frida sobre los hombros y a Silvestre colgando de su cuello.
—Se queda por muchas razones. Podría hacer una lista, pero incluso así no podría explicarlas todas. Es como señalar que mires la jugada que se está llevando a cabo bajo un reflector. Si la luz se apaga, solo los jugadores sabrían lo que está ocurriendo.
—Oye, ¿te quedarás con el trasero en el aire toda la noche? —pregunta Jaden, sacándome del recuerdo—. Porque, a pesar de que era lo que pretendía que sucediera, no imaginé que sería de esta forma.
Reprimo una sonrisa.
Ridsley se queda por las miradas de complicidad. Por las de entendimiento. Por la sincronización mental. Por la física. Por los detalles pequeños. Por los gestos grandes. Por lo que pasó, lo que pasa y lo que podría pasar. Por todo lo que es en solitario y también cuando está conmigo.
Conozco muchísimos equipos, pero el que hacemos él y yo, es imbatible.
🏈🏈🏈
¡Último día del 2020 y nos despedimos con los mejores!
1. ¿Cómo calificarían su año del 1 al 27?
2. ¿Cómo calificarían sus lecturas del 2020 del 1 al 31? Dejen libros que leyeron esto año y amaron. 💕
3. ¿Parte favorita de lo que va del extra? ¿A qué personajes extrañan/extrañaban?
4. Por si no sabían, ¡Touchdown y Extra Point ya están en físico y en digital! EP con un montón de material, escenas extras y cambios. (Adjunto foto de una lectora 🥰) ¿Game Over le sigue? Hagan sus apuestas, como diría Gabe Hyland...
Con amor cibernético y demás, S. ♥️
Pd: No se rindan con sus sueños, zoquetes.
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