27. Depilación amistosa
Ya anocheció cuando regreso al departamento. Las luces están encendidas, pero no hay señal del coach ni su nieta. Por un momento me alivio, lo cual lleva a que me enoje un poco conmigo mismo. Siempre me llena esta tranquilidad temporal al posponer los problemas, pero tengo que dejar de aferrarme a eso e intentar encontrar una paz más estable.
Sin embargo, al oír la ducha, esa serenidad se desploma.
Necesito que la persona que esté tras la cortina del baño sea Billy Anne por dos motivos: en primer lugar porque quiero contarle la verdad, y en segundo porque si llega a ser Bill y veo algo que no tengo que ver, me hará salsa con su PFG 500 con pilas recargables al sol.
Al tocar la puerta oigo un murmullo ininteligible, y sin estar seguro de si fue un «Pasa» o «Vete, zoquete», golpeo más fuerte.
—¡Entraré y vea lo que vea se quedará conmigo para siempre, así que, por favor, cúbrase! —Aclararía que no es necesario si fuera ella, pero de ser el abuelo quien oyera me pondría a correr unos tres años seguidos.
—Aterrizando en un sueño, voy navegándome la vida. Hoy me regalo este nuevo día, ¡sí, sí, la luna siempre me guía! —canturrea Inko. Su voz es inconfundible—. ¡No siempre entiendo el presente, pero le busco la salida! ¡Mejor estar herido que ausente, mejor soñar que echarse a la suerte, mejor la vida cuando se siente!
Sonrío a través del vapor. No sé qué hace tomando una ducha en mi baño, pero tanteo la pared hasta llegar al retrete, bajar la tapa y tomar asiento.
Cuando la vida te da un concierto gratis, lo tomas.
—Que haya aprendido un par de insultos en español no significa que esté preparado para cantar una canción de Juanes, primor —dice Bernardo—. Eso es nivel universidad y yo no fui ni al primer día del kinder. Házmelo más fácil, canta algo que pueda pronunciar.
Me cubro la boca con la mano, no queriendo maldecir en voz alta por la sorpresa. ¿Están en la ducha juntos? Dos posibles explicaciones: me ocultaron su nivel de amistad y confianza demasiado bien —a mí nadie me invitó a tomar un baño a dúo—, o Inko no es tan heterosexual como estaba creído.
—Se me cayó el jabón, espera que lo recojo —informa Bernardo.
Mis ojos se tornan dos grandes rosquillas. Estoy pasmado. Tal vez es la segunda opción. No queriendo estar presente mientras hacen lo suyo, me pongo de pie y camino de puntillas a la puerta.
—¡Al fin te dignas a hacer acto de presencia, Jaden Parker Ridsley! —grita Inko, haciendo que me sobresalte con la mano a punto de alcanzar el pomo.
—Los quiero mucho, pero entiendo la referencia sexual de «recoger el jabón» gracias a la cantidad de series sobre reclusos que mira Billy Anne. Les daré privacidad.
La cortina de la ducha se corre de un chasquido y Bernardo enarca una ceja y abre los brazos, evidenciando que está solo. Me cubro los ojos con una mano y poso la otra en mi cadera.
—¡Estamos haciendo una videollama, sucio! —Se carcajea Inko—. Recógeme, estoy sobre el lavamanos.
—Lo haré cuando la Bernaconda vuelva a su hoyo.
La cortina se cierra con otro chasquido y me permito reír.
—De todas formas se dan cuenta de lo raro que es que hagan videollamada mientras están en la ducha, ¿verdad? —Tomo el teléfono y deduzco que Inko apoyó el suyo en una repisa, porque solo se ve de su ombligo al norte—. Hubiera sido más normal haberlos encontrado juntos.
—La normalidad es un concepto anticuado y sobrevalorado en esta sociedad —dice un tranquilo Bernardo—. Además, me gusta hablar con Inko y a él conmigo. Nadie cambió de orientación sexual sin avisarte.
Odio esto. Cuando no filtra una excesiva euforia o dramática tristeza en su tono, es porque está incómodo. Puede estar desnudo a un paso de distancia usando mi baño sin invitación, pero la única incomodidad que sufre es la que deviene de la conversación que tenemos pendiente.
Vuelvo a tomar asiento en el retrete y nadie dice nada por un tiempo. El agua cayendo llena el silencio e Inko deja de enjabonarse los brazos para señalarme con el índice y luego a un lado. «¡Háblale!» gesticula, a lo que contesto de igual forma «¡Él está en mi baño, le toca empezar!». Niega con la cabeza, cansando, y luego vuelve a su tarea del aseo.
Bernardo y yo suspiramos a la par.
—Empezaré yo —me rindo—. Sin intentar justificarme, quiero que entiendan el contexto. Agnes y yo no nos queríamos. Evitábamos hablarnos y fingíamos frente a los demás. Era un convenio silencioso, ninguno de los dos quería ser el que terminara la relación. Ella porque creía que sería una persona horrible si me dejaba luego del accidente, y yo por... —Busco palabras que no hieran, pero al no encontrarlas salto esa parte—. No éramos una pareja, y sé que estuvo mal dormir con Billy sin haber roto con Agnes, pero es mi error y yo tenía que solucionarlo. No debiste hacerla aparecer en mi puerta. Forzar a alguien a hacer algo que no está listo puede lastimar a todos, Bernardo. Tuve suerte porque Agnes es comprensiva y Billy no sabe aún, pero podría haber sido un desastre.
Uno del tamaño de Canadá.
Con explosivos.
—Pero... —continúo—, sé que lo hiciste porque eres una persona honesta que solo quiere que todos sepan la verdad y no sufran con mentiras. Entiendo que creyeras que no iba a tener coraje para hacerlo solo y que necesitaba o merecía el empujón. Tal vez no lo hubiera enfrentado, pero en el futuro me gustaría que hablaras conmigo en lugar de actuar primero. —Inko ha dejado de enjabonarse y levanta sus pulgares hacia mí con la expresión de un padre orgulloso—. Lamento no haber pensado en cómo te afectaría. Prometí romperle la cara al idiota que te fue infiel y me terminé convirtiendo en uno. No quise herir tus sentimientos.
No hay respuesta inmediata, pero de la cortina asoma su cabeza. Tiene el cabello espumoso y lleno de burbujas, peinado en un pico que se estira en el centro, haciendo que crezca diez centímetros. Sus ojos muestras agradecimiento y vergüenza.
—Siento haberme dejado llevar por lo que sentía y hacer girar tu problema en torno a mí. Es tu vida, no tendría que haber tomado otro rol que no fuera el de mejor amigo que te hace entrar en razón con una patada entre las nalgas. Me excedí y quiero reafirmar nuestra amistad y profundizar este perdón con un abrazo, ahora mismo. —Extiende sus brazos y la parte de la cortina que mantenía cubierto su pecho cae y revela todo lo que no debería, pero esta vez lleva ropa interior de espuma—. Estoy acostumbrado a que recurras a mí para solucionar cosas, pero aprenderé a estar donde me quieras. No deseo decirte cómo vivir, solo quiero que vivas sabiendo que me tendrás ahí para lo que necesites, tío.
Le doy el abrazo asegurando que su zona sur no se encuentre con la mía.
—Nunca pensé que diría esto, pero me hubiera gustado meterme a la ducha con Bernardo. Ahora no tengo a nadie para abrazar —se queja Inko, tomando la botella de shampoo a falta de otro ser humano.
Cierro los ojos y la lluvia de la regadera me salpica el rostro. Cuando inhalo el aroma del acondicionador de coco cada músculo de mi cuerpo se relaja. Dejando de lado la desnudez y el hecho de que esto podría volverse incómodo si mis compañeros de departamento abrieran la puerta, es uno de los mejores momentos de la semana.
—Los quiero, siento haber apestado como amigo últimamente.
—No apestas en ese aspecto, pero en el corporal dejas mucho que desear, cielo. —Se ríe contra mi axila.
Lo dejo ir y vuelvo al trono, como oí que llamaba el entrenador al retrete una vez, pero me quedo a media sentadilla de concretar la acción cuando la cortina se abre nuevamente con un brusco chasquido.
—Espera un segundo... —Bernardo me señala con una máquina de afeitar. Voy a tener que desecharla luego. No sé qué zona se estaba depilando con ella—. Cuando hablé con el bebé dinosaurio, ella parecía saber lo de Agnes, pero tú dices que no le dijiste.
—No, espera tú un segundo —le contesta Inko—. ¡¿Cómo puede ser que me hayas tenido cantando Juanes por media hora sin notificarme semejante chisme?!
—¿Tú te crees que somos ricos y el agua es interminable? —espeto a Bernando, frunciendo el ceño—. ¡¿Cómo que hace media hora que estás en la ducha?! ¡La boleta del próximo mes le dará un ataque al corazón al dinosaurio adulto, y el bebé me comerá por eso!
—Como si no quisieras que te comiera... —Sonríe con picardía en respuesta, haciendo un ademán con la máquina como si fuera la garra de un felino mientras emite un ronroneo.
—¡Concéntrate, Bernardo! —pedimos con el acompañante virtual.
—Tal vez se dio cuenta sola. Si se graduó antes de tiempo y sabe sumar dos más dos puede que lo haya deducido, pero no tuvimos mucho tiempo para hablar al respecto porque ella y Shepard salieron corriendo de aquí.
—¿Dijeron a dónde iban?
Por cada minuto que pasó y no le dije la verdad puede que se cavara un centímetro de mi tumba. No puedo imaginar lo enojada y decepcionada que está, pero sé lo que se siente que la culpa te envuelva el corazón en un puño. Me siento fatal y quiero correr y explicarle que desde afuera es lo que parece, pero por dentro no es ni tan blanco ni tan negro.
—Mencionaron a Tyra, solo eso. Me quedé comiendo helado esperando que regresaran, pero como no lo hicieron me aburrí y terminé aquí. —Saca una pierna a través de la cortina—. Miren lo suave que quedó. Soy depilador profesional no certificado.
—Mierda —interrumpe Inko, escondiendo el rostro entre las manos para luego pasarlas a través de su cabello. Clava la mirada en el techo por unos segundos antes de dirigirla a nosotros—. Creo que es mi culpa lo de Tyra.
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Capítulo express porque me dieron ganas. 😂 ¿Qué planes tienen para hoy? ¿Alguno involucra socializar?
1. ¿Alguna vez tomaste una ducha con alguien?
2. ¿Prefieres que envíen mensajes, llamen, hablen por audio o hagan videollamada? Ordena del que más cómodo te resulta al que menos.
3. ¿Cómo conociste a tu mejor amigo? ¿Lee en Wattpad?
Con amor cibernético y demás, S. ♥️
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