❥︎ꨄ︎ C. 002 ☀︎︎
El pelinegro se mordía el labio constantemente, soltaba sus feromonas dulces luego de haberlas reprimido tanto tiempo en presencia del omega. Debía evitar que ambos lobos volvieran a marcarse.
No podía permitir que aquello se repitiera cuando fueran a reunirse. Y aunque fue difícil llegar a una tregua con Jum, por suerte, el lobo cedió en cuanto se le mencionó una especie de mentira piadosa sobre el omega.
A todo esto, debía conseguir supresores de ahora en adelante, no podía permitir que su lobo intentara calamidades para atraer a Byeol. No, no podía como si nada llegar y provocarle severos problemas al castaño Kim.
Jum lo reclamaba como su luna, no era de esperarse. El dominante estuvo por tantos años en aislamiento por parte del pelinegro, quien lo reprimía constantemente al intentar sobreponerse a la alfa fémina, en comparación de Tae, con quien siempre fue afectuoso incluso bajo el efecto del celo.
La rivalidad entre el lobo de Leah y Kook era ilimitada, ambos supieron llevar su relación de forma amena, fuera reprimiendo a sus lobos o intentando hacerlos convivir; mas no funcionó. Solo lograron que pudieran convivir, mínimamente, cuando Eun llegó a sus vidas.
Los niños, a veces, eran los pilares de regularización entre las parejas de misma casta u con una en ventaja o desventaja de rango por la otra.
Se decía que los niños lograban cambiar completamente la vida de los progenitores, por ello, ambos decidieron tener un cachorro en su momento; fue ese un intento de buscar armonía interior, porque...
Jeon, para Leah, fue el epitome de hombre y alfa perfecto que nadie jamás debería poseer. Y Leah, para Kook, era aquel encanto femenino bien expresado en todos los aspectos.
Ahí la diferencia entre quien amó sanamente, en cuanto al egoísmo de posesión; pero, ¿eso también no es amor?
Quién sabe, solo los ilusos, podrían corroborarlo.
¿JungKook podría decir que su exmujer lo amó? Definitivamente.
Ante sus ojos, ella fue el amor de sus días. El dulce de las mañanas, la frialdad del día y la calidez de la noche. El reproche de su vida, la esencia de intacta complejidad, como el odio de cada día.
Era un eximir demonio con piel de ángel. Un ángel. Un ser desterrado de los cielos, pero también del infierno. En un plano no existencial, con sus propias reglas y creencias.
¿Qué tanto estropicio pudo causar un ser ajeno a su mundo?
EunYeong miraba a su progenitor conducir apacible al lado contrario que les dirigía a su casa, sus ojitos mostraban confusión espontánea por el cambio de lugar. Ella esperaba llegar a su hogar para jugar con sus primos y retomar charla con su papá, no ir a otro lugar.
—Papi Koo —llamó al de orbes celestes.
El pelinegro, no concentrado del todo, asintió con un sonido gutural para que ella hablara. La menor apenas alcanzó a escuchar el sonido, pero aún así, se atrevió a seguir con su pregunta respectivamente con la ubicación destinada.
—¿Iremos a otro lado antes de ir a casa? —Preguntó, su preciosa mirada se encontró con la del otro por el espejo retrovisor.
El adulto volvió al mundo real cuando vio que su hija no dejaba de verle. Mirando repetidas veces a la nena, para después centrarse en la carretera.
—¿Qué decías, princesa? —Preguntó, ella puchereó.
—¿Iremos a otro lado antes de ir con el tío Gi, Yeyo y Wonie? —Volvió a repetir, el de iris celestes asintió con una sonrisa.
—Debemos ir por nuestros amiguitos en el campo de entrenamiento, amor. Hoy es el día —corroboró a su hija, viendo brevemente la sonrisa de la pelinegra ampliarse.
—¡Sí! —Festejó emocionada.
¡Al fin iba tener a los perritos en su hogar! Desde que su padre los mandó al campo de entrenamiento privado, Eun contaba los días para que su padre le diera aquella noticia.
Decir que no estaba feliz por ello era una completa falacia, puesto que finalmente tendría a Bam, Dong y Bum a su lado. Sus tres cachorritos finalmente irían a vivir con ellos.
Moviendo sus piecitos con inquietud, mantuvo una charla amena con su papá sobre las cositas que deberían ir a comprar tan pronto como fueran de regreso a su hogar.
Lejos de la carretera, llegando a su hogar para cambiar su vestimenta e irse en compañía de su cachorro a la tienda de artesanías que había decidido abrir dos años atrás para distraerse.
No iba a mentir que fue difícil, dado que su hijo apenas tenía un año con meses cuando decidió por fin dejar de lado las planeaciones para ir al siguiente nivel.
EunWoo le había apoyado bastante al momento de buscar el local adecuado, todos sus ahorros desde que empezó a trabajar y tener el objetivo de una tienda donde pudiera ofrecer hermosas tazas o jarrones, inclusive cualquier otro tipo de objeto a moldear que se le viniera a la mente.
Cuando él trabajaba por las mañanas, su hermano se encargaba de velar por el local y vender sus artesanías, también su esposo era quien veía la tienda cuando los dos omegas estarían ocupados.
—Mami —llamó el rubiecito al castaño, viéndolo alistar la mochila con destreza.
—¿Necesitas algo, amor? —Preguntó volteando a verle con una dulce sonrisa.
El cachorrito negó, no necesitaba nada, pero cuando estaban en el aula, le pareció olfatear en su mami feromonas decaídas cuando habló con el papá de la niña de ojos bonitos; además, cuando estaban en recreo, sintió el peculiar aroma de otro alfa que no era su padre, ni de la tía Yuqi.
—¿El papá de Yeong-ssi te hizo sentir mal cuando hablaron en el salón? —Cuestionó, mientras subía a la cama de sus padres a brincar en el colchón, en espera de que su mami terminara para que le ayudara a sacar su ropa del mueble que era demasiado pesado para que él solito obtuviera las prendas.
El repentino interés de su hijo por su aroma detuvo sus acciones, comenzó a idear una forma de explicarle al niño lo que pasó en ese momento, pero él tampoco sabía qué pasaba con ese efervescente sentir.
—No es así, cariño. Simplemente tuve un recuerdo en el momento —respondió con suficiencia, pocos detalles y sin incluir a JungKook.
Eso debía bastar para el niño, mas fue todo lo contrario, porque más dudas surgieron.
—¿Recordabas al papá de Yeong-ssi, mami? —Indagó extrañado, el castaño estaba por contestar, pero el niño se apresuró a hablar—. ¡¿Entonces el papá de Eun-ssi es tu amigo?! —Preguntó con euforia, sorprendido por descubrir que su mami tenía otros amigos aparte de sus tíos Yuqi y Gyu.
El de iris lila sonrió nerviosamente, no sabiendo qué decirle al niño saltando en su cama, emocionado al saber que probablemente podría visitar a la cachorrita Jeon, como lo hacían con sus otros amigos.
Sus manos temblaron levemente. JungKook fue un amigo, pero no un simple amigo, porque antes de eso, estaba la etiqueta de pareja. ¿Qué se suponía debía decir ante eso?
—¡Hay que decirle a papá sobre ir casa del nuevo tío, quiero visitar a Eun-ssi, mami! —Gritó ilusionado, lanzándose a la espalda del castaño que apenas alcanzó a cargarlo por estar pendiente de unos cajones al lado de la cama.
—SeokMin, por favor, deja de aventarte, te puedes lastimar —reprendió, sentándose en el colchón para dejarlo allí.
Su hijo se bajó, pero no se relajó en ningún instante al descubrir por cuenta propia que la pelinegra podría ir, al igual que él a su hogar.
Tae miró a su cachorro. No dejaba de saltar eufóricamente. Le dolía el corazón de solo pensar en que no podía ni debía acercarse demasiado a Jeon JungKook.
Por suerte, el aroma de Koo logró sacárselo de encima apenas se enteró, y aunque no fue la mejor opción, era la más viable al estar en la institución educativa. Su amiga no estuvo tan de acuerdo con ello, pues marcarlo con sus feromonas, era retar a EunWoo como potencial alfa para el omega.
Mas ahora, no tenía de qué preocuparse, pues tan pronto terminara de alistar la ropa de cambio, ayudaría a su hijo a ducharse y seguidamente limpiaría cada rastro de aroma en su cuerpo de los dos alfas.
Cha casi no debatía el tema con el castaño cuando se trataba de su mejor amiga, pero eso no significaba que no le hiciera replantearle el que oliera a otras personas, específicamente alfas, puesto que se sentía retado por mucho que fueran conocidos de ambos o solo uno.
El respeto del espacio matrimonial como amoroso, era fundamental para no provocar sentires indeseados en el otro. Era el trato que pactaron cuando Byeol se reveló para rechazar a EunWoo como su pareja.
—Bebé, no podemos visitar a Eun-ssi. Quizás en un futuro, pero no por el momento —comentó tratando de ser apacible para no dañar abruptamente la emoción de su hijo.
El pequeño rubio que estuvo parloteando hasta por los codos sobre la niña extranjera, cambió su rostro de euforia a uno de confusión, su mami no era de decir esas cosas cuando se trataba de sus tíos.
Entonces... ¿Por qué con su nuevo tío era así? Su rostro se tornó confuso, así que, pronto empezó con el interrogatorio directo, pucheros y acciones melosas para convencer a su progenitor.
El omega simplemente rodó los ojos al verlo actuar para conseguir lo que quería. Algo que había aprendido de su marido.
Aquello solo les retrasaría el trayecto, por ello, le hizo constantes bromas a su hijo con la finalidad de que se le olvidara para poder asearse y llegar a tiempo para cambiar turno con su hermano.
—¡EunYeong, no corras! —Gritó el adulto no alcanzando a detener a su hija corriendo por el prado, en busca de los caninos adoptados.
Su entusiasmo se desbordó por completo cuando el encargado del lugar les dijo que podían ir juntos por ellos.
JungKook estaba pendiente de las recomendaciones del otro hombre, al igual que los movimientos de su hija yendo dos cuerpos por delante.
Los dos hombres aceleraron el paso cuando la niña también lo hizo, pues JungKook no podía dejar de preocuparse por que su hija fuera a lastimarse o tropezar con algo y caer, ya que ella solía ser torpe ocasionalmente, pero especialmente en campos.
Los adultos alcanzaron a la menor, justo cuando llegaron a la cerca donde iniciaba una nueva casa, el encargado les pidió esperar justo afuera de la misma y procedió a emitir un silbido, que tan pronto se realizó la acción, una manada de perros llegó entre ladridos, eran característicos en distintos tamaños, razas, como algunos que no poseían una.
La niña brincó efusivamente al ver demasiados perritos juntos; eran su adoración. Y le pidió a su padre que la cargara para observarlos en altura, porque algunos no podían ser visualizados por su baja estatura.
—Sentados, lindos —pidió al momento en el que los perros movían su cola con alegría—. Bam, Bum y Dong es hora de irse —les habló, dos de ellos se pusieron en sus cuatro patas, caminando hacia el encargado que les instruyó durante sus días pasados.
Abrió la puerta del cercado, no sin antes mostrarles un peluche con el aroma de sus dueños, para que finalmente, los dos primeros salieran fuera del lugar, acercándose rápidamente a JungKook y su hija.
—Dong —llamó el hombre entre la multitud de perros, puesto que no era el único Rottweiler al que debía entrenar.
El perro tuvo que obedecer apenas se le llamó con un tono de voz elevado, acercándose con sigilo a su cuidador temporal, olfateando el peluche y finalmente, saliendo de la cerca a regañadientes.
El hombre rubio, de apariencia inglesa-coreana sonrió apenas vio a los otros dos cachorros juguetear con la niña de su cliente; mientras tanto, el otro perro les miraba con indiferencia, pero al fin y al cabo, dejándose acariciar por la pelinegra.
—Dong suele ser renuente muchas veces, pero obedecerá siempre y cuando se le trate con firmeza moderada —informó al pelinegro en cuanto salió del espacio.
—Lo tendré en cuenta, gracias, YoonDo —extendió la mano, ofreciendo una despedida al otro.
—Ha sido un placer, JungKook —sonrió con orgullo, aceptando el gesto—. Cualquier duda o inconveniente, pueden contactarme —ofreció viendo a la hija de su cliente juguetear con los cachorros.
Padre e hija se despidieron, subiendo a los perros al auto, y aunque tuvieron complicaciones con uno de los perros, no hubo percance que les hiciera detenerse en el regreso a casa.
Se detuvieron en una tienda de mascotas, comprándoles correas adecuadas a la talla y edad para cuando quisieran ir de paseo, también compraron tazones que solicitaron fueran personalizados con el nombre de los tres, por consiguiente, algunos objetos de entretenimiento, juguetes, entre otras cosas más.
Al volver a subir al auto, el problema no fue Dong, sino Bum, puesto que el cachorro era demasiado curioso con los alrededores. Así que, JungKook tuvo que cargarlo para subir al auto.
Cuatro horas se fueron desde que Eun salió de clases, por tanto, ninguno llevaba pensamiento sobre las curiosidades de la niña acerca de lo que le ocurría a su padre en estos días; al menos no hasta que YoonGi le habló a JungKook, obligándolo a colocarlo en altavoz.
—Basta, Yoon. Estoy manejando y llevo a mi hija, arreglemos esto después, no hay que arruinar un día de convivencia entre nuestros hijos por problemas del pasado —respondió cortésmente al omega, tratando de no volverse apático con su hyung.
—Lo siento —suspiró, haciendo que Jeon sostenga con más fuerza el volante al escucharlo sentirse arrepentido—. Les esperaremos, por el momento he adelantado la condimentación de la carne y el corte de vegetales, además de frutas; tus empleados me ayudaron bastante —agregó para alivianar el trato entre ellos cuando llegaran a casa.
Intrigada, EunYeong escuchaba la conversación, no entendía porqué su papá se comportaba así con su tío, hace semanas los dos se trataban con cariño; aunque recuerdos vagos iluminaron aquellas dudas al respecto, pues cuando recién volvieron de Manhattan recuerda a su padre tratar a su hermano con indiferencia.
Primero el aroma de su progenitor en el de su maestro, luego estaba el hecho de que le sonriera con un brillo especial en los ojos, un poco parecidos con el cual él le miraba a ella, pero al fin y al cabo, distintos.
Luego estaba la maestra Yuqi, que según su maestro Tae, era amiga de su padre, no dejando atrás el hecho de que JungKook hablaba poco de su madre, solo si ella se lo mencionaba le respondía al respecto, él no la nombraba para nada.
Seguido, el que no sabía acerca de los problemas que retenían a su mamá en otro país, pues sus abuelos maternos y paternos, solían no mencionar nada al respecto. Por último, pero no menos importante, cuál era el motivo que hacía a su tío disculparse con JungKook.
Era tanto que estaba segura no sabría cómo hablarlo con él. Era un desorden todo lo que estaba experimentando, era completamente desagradable tener muchísimos temas para abordar en el trayecto de volver a casa.
Se abrazó a Bam, sopesando en todo lo que estaban viviendo ella y su padre, el cachorro no era demasiado grande, por lo que encerrarlo entre sus pequeños brazos no era tan difícil como se podría imaginar; los otros dos perros se mantenían en su sitio a la espera de llegar a su nuevo hogar.
Permaneció unos minutos más, reflexionando aquello que ansiaba indagar con su progenitor hasta que, en un impulso de no soportar la incertidumbre, le preguntó directamente al alfa.
—¿Papi, amas al maestro Tae? —Su tono fue alto, sin que el pelinegro pudiera pasar por alto su cuestionamiento.
JungKook que estaba concentrado en doblar en una esquina para finalmente colarse en la calle que les llevaría a la entrada del fraccionamiento, casi se le va de las manos la dirección por la repentina interrogante, si no fuera por sus reflejos, diría que por poco y se llevaban un susto peor.
Miró a su hija por el espejo, ella le veía de vuelta, esperaba respuesta. Suspiró sabiendo que su hija algún día se daría cuenta de su actitud con el castaño omega, y haría una suposición unívoca; pero no pensaba que eso sería actualmente, a su corta edad, lo intuía en un futuro, no en ese instante.
Aunque ahora que se lo planteaba en voz alta, sabía perfectamente que era imposible sentir tal clase de sentimiento por el recesivo.
¿Fue su más grande amor? Totalmente. TaeHyung marcó un antes y un después, un pasado y un presente; su lobo siendo el más arraigado a ello.
Jum amaba a Byeol, y Byeol amaba a Jum. Jum era parte de Kook y Byeol de Tae. Kim era el ser más divino para Jeon, y JungKook era el hombre de ensueño del otro.
Un paradigma total que, posiblemente, era clave en el instante que liberó aquel pesar por no saber cómo o cuándo volvería a comunicarse con su... ¿amigo?
«Nuestro omega.» Recalcó su lobo con determinación. Sin dar lujo a discusión.
Kook resopló, no queriendo discutir con el animal prefirió no contradecirle. Era un dolor de cabeza, y difícilmente –jamás– cambiaría su opinión sobre el de iris lila.
Por otro lado, volviendo a la incertidumbre del pasado que arrastraba con la compañía de su examor. Le provocaba ansiedad no saber qué lugar ocupaba actualmente, tanto él para sí, como JungKook para TaeHyung.
—Es algo que no puedo resolver, amor; mas hay algo que puedo asegurar —respondió con honestidad, sintiendo su espalda sudar repentinamente—. Antes de que tú nacieras, y yo conociera a tu madre, él fue mi preexcelso amor —confesó.
Y con aquella confesión de aceptación sobre el lugar que ocupó el educador, EunYeong bombardeó al pelinegro de innumerables preguntas sobre el amor que su padre tuvo con Tae, pidiendo que le contara todo, al derecho y al revés; desde cómo lo conoció, hasta por qué terminaron.
Aunque JungKook intentó negarse, la infante le puchereó incansablemente, buscando convencerle de relatar su relación con el omega castaño, con quien indudablemente, en su interior, se negaba a aceptar la corazonada más evidente hacia su inseguridad sentimental.
—¿Por qué lo marcaste con tu aroma, papá? Me dijiste que me marcabas con tu aroma porque me amabas, pero dices no amar a teach Tae —replicó con astucia.
—Yo no he dicho que no, Jeon EunYeong —respondió, la niña rió ante la contradicción de su progenitor.
—¿Entonces, si? —Inquirió.
JungKook le dio una breve mirada a su hija, suspirando, sacando su tarjeta de ingreso al fraccionamiento para mostrarla frente al lector de ID que se mostraba a los residentes para verificar su identidad.
La pelinegra se alejó de Bam luego de que su padre no respondiera y siguiera el camino a su hogar, asomó su cabeza en medio del asiento de conductor y acompañante, mirándole fijamente por evitar responderle.
Que extraño era este asunto. ¿Cómo su padre no podía darle una respuesta a su pregunta? Era fácil, solo debía decir sí o no. No era tan difícil, ¿cierto?
Todo era sencillo, simplemente no entendía lo complicado que era dar una respuesta concreta a una pregunta sobre el amar o no a una persona. Ella no juzgaría a su padre si amaba a su maestro, pues su padre le había dicho que todos eran libres de amar a quien quisieran, sin importar su apariencia.
Era incapaz de comprender aquellas indecisiones. Y estaba bien, pero excesiva inocencia en un mundo tan grande, difícilmente perduraba y, como bien se sabe, cada ciclo es un cambio drástico de desarrollo en distintos ámbito.
Todo acto humano era plenamente anacrónico y sincrónico. Cuando una generación avanzaba, otra seguía intacta, cuando la estoicidad de aquella se desplazaba, la otra permanecía impasible; solo suprimían o adquirían matices.
Entonces, el descendiente un día comprendería al ascendente, completando un ciclo que formaba parte de la vida humana.
EunYeong un día entendería lo que era no saber responder a un cuestionamiento como lo era el amar o no a alguien.
Cuando JungKook ingresó al estacionamiento de la casa, finalmente se dirigió a su hija, intentando aclarar la incógnita.
—Las respuestas exactas no pueden ser respuestas fáciles de dar, cariño. Ahora no sé qué es lo que siento, y tampoco tomaré una respuesta fácil, ¿queda claro, jovencita? —Interrogó al final, la lección dejando de ser seria por su tono.
—Mmh, está bien —asintió ella, reprochando con la mirada al adulto.
JungKook quitó el seguro para niños, su hija inmediatamente abrió la puerta, pero antes de que ella bajara le llamó.
—Princesa, agradecería que guardaras el secreto —pidió a su unigénita, ella frunció el entrecejo no entendiendo.
—¿Eso significa no contarle a nadie? —Preguntó, Jeon alfa asintió, así que ella volvió a cuestionar—. ¿Ni a los abuelos, ni al tío Gi o mis primos?
—A nadie, corazón. Es una situación que requiero pensar con serenidad —añadió.
La cachorra comprendió, asegurándole a su progenitor que no contaría su secreto, que ella cuidaría muy bien de ello, al igual que juraba exponer su secreto si no le contaba sobre su amor por el maestro Tae en el pasado.
JungKook sonrió por la advertencia, prometiendo contarle una vez la visita se marchara a su hogar.
Los dos bajaron del automóvil, JungKook sosteniendo las compras y Yeong guiando a los tres perritos al interior de su hogar.
El pelinegro alfa les vio desde atrás, sonriendo con la hermosa vista de su pequeña familia. Suspirando por los recuerdos que su hija le obligó a memorar con su obstinada curiosidad por saciar el saber.
Su lobo estaba emocionado por la curiosidad de la niña en quien consideraba su pareja, no había nada más grato de felicidad para el animal que el que ella supiera del omega al que reconocía como su luna.
Justo cuando ingresaron por la puerta, un empleado apareció para ayudarle con las bolsas que restaban en la cajuela del auto, informando brevemente sobre el estado de la comida; Kook le agradeció, finalmente llegando a la cocina.
Tan rápido como ingresó al espacio, visualizó a su hermano casi tragándose a su cuñado con la boca, carraspeó intentando llamar su atención.
—Mi casa no es motel, y agradecería que mi cocina mantuviera su pureza —agregó, uno de sus empleados en el fregadero aguantó el sonido de una risa por el comentario de su jefe a los invitados.
La pareja se separó sonriendo con inocencia, pero siendo el alfa Park el que mantuviera un sonrojo de vergüenza por lo directo que JungKook llegaba a ser. En cuanto al omega Jeon, a él verdaderamente no le interesaba, pues bien sabía que su hermano peores cosas hizo en el pasado, en el hogar de sus padres.
—Tu doble moral me hiere, querido hermano —soltó el pelinegro mayor de los dos hermanos, mofándose implícitamente de años atrás.
El alfa menor rodo los ojos, negando. El descaro de su hermano era incomparable. Simplemente era un desvergonzado de primera categoría.
—¿Dónde está JungWon y YeonJun?
Justo cuando preguntó por el paradero de sus sobrinos, el menor de los dos apareció corriendo con su ropa mojada, escurriendo agua por la cocina debido a que Eun le correteaba por detrás acompañada de Bum, el cachorro más travieso de los tres.
Los adultos, los dos alfas como la beta, aguantaron una risa, mientras que YoonGi reprendía a su sobrina e hijo por andar corriendo cuando podían caerse y lastimarse a su paso.
—¡Pero es culpa de Eun, papá! ¡Ella me está persiguiendo con el perro! —Chilló quejándose.
JungKook negó suspirando, atrayendo a su sobrino para que dejara de lloriquear por el pánico, a su paso, le dio una mirada de severidad a su hija; la niña hizo un puchero, colocando los mismos ojos de borreguito que a Gi le recordaba a los de su hermano cuando era más joven, esos que eran un encanto y que si su hermanito usaba con él, cedía a sus peticiones porque le daba miedo la facilidad con la que reemplazaba su aura varonil y paternal a una dulce e infantil. Su dualidad era increíble.
—Ese amiguito no te lastimara, Won —se acuclilló a la altura del niño, limpiando las lágrimas y señalando al perro con su índice, el cual tan pronto fue señalado, se acercó para lamer la mano de su dueño—. Así que, no corras, menos cuando estas empapado; y señorita, deje de corretear a sus primos o la castigaré con no beber malteadas —aseveró con amabilidad, acariciando al perro que buscaba mimos de su dueño, a la vez acercando al can al niño para que dejara de temerle.
Ambos infantes volvieron al jardín trasero cuando JungKook le pidió a la única mujer en la cocina que les llevara a la piscina, y que su hija obtuviera un cambio de vestimenta. JungWon partió más tranquilo con la presencia del perro, y Yeong simplemente le dejó en paz.
El otro empleado llegó a la cocina, acomodando las bolsas en un costado de la mesa de mármol adherida al suelo, pues pertenecía a los canes.
Luego del pequeño percance, los familiares en la cocina se dispusieron a preparar varios platillos del agrado de los mismos; JungKook cambió sus prendas formales por un conjunto sencillo y hogareño, en todo momento teniendo presente que debía mandarle mensaje al maestro de su hija tan pronto culminara el almuerzo.
Pero antes de seguir con dichos pensamientos, el celular de su hermano timbro por una nueva llamada, él inmediatamente atendió saliendo de la cocina.
Unos segundos después, el bolsillo del pantalón de Kook vibró, había recibido mensajes, obtuvo el móvil y se fijó en la bandeja.
Era MinGyu, su mejor amigo de la fraternidad, el cual le pedía que le facilitara el acceso al condominio privado porque estaba llegando en compañía de su familia.
JungKook le pidió a los dos empleados que terminaran ellos de cocinar por él, pues debía hacer una llamada importante. Cuando salió, el otro pelinegro regresó a la cocina, cuestionando a su esposo la repentina ida de su hermano.
El alfa Park se encogió de hombros, estaba demasiado concentrado en cortar vegetales para preparar la ensalada niçoise que su cuñado le había recomendado probar y, que desde que la degustó por primera vez, jamás la había dejado de preparar al igual que dos tipos de ensaladas más.
En sus años en el extranjero, JungKook había aprendido a cocinar variedad de platillos, su pasatiempo se convirtió en visitar restaurantes de alta cocina, como en degustar la comida callejera que le pareciera apetecible. Aparte de ser un abogado apasionado por su oficio, era un aficionado por la comida.
JungKook era digno de admirar para JiMin, eso sin contar que el alfa rubio era menor por un año, obligatoriamente le debía respeto y aprecio fuera del ser familia; pero el pelinegro también era su amigo, solo que quizás su relación amistosa cambió mínimamente cuando se convirtió en su cuñado. No sabía bien qué cambió.
Siempre fue un hombre centrado con sus objetivos, imperturbable e incapaz de ir en contra de lo que su propio juicio dictaba. JiMin no estaba seguro, pero quizás el hecho que, de la noche a la mañana Jeon YoonGi estuviera persiguiéndole, fue abrumador igual que lo fue para sí mismo.
La pareja casada prosiguió con los preparativos de la comida, moviéndose de un lado a otro para culminar antes de que las personas que JungKook había invitado llegaran a la mansión.
El alfa de orbes celestes esperaba a su mejor amigo en la entrada al estacionamiento de su hogar, puesto que como pasarían por un largo rato en su casa, lo ideal sería que parqueara su auto dentro, al costado de sus dos autos con el de su cuñado.
Por mera coincidencia o por azares del destino, Kim MinGyu trabajaba en el mismo bufete que él, solo que este estaba asignado únicamente al área corporativa, que a comparación de Kook ocupaba cuatro áreas; en una asesoraba y en las otras tres ejercía, además de aspirar a estudiar otro posgrado para incrementar su valor monetario en la empresa.
Ambos hombres habían tratado de contactarse de una u otra forma, pero jamás pudieron dar con el número del otro; mucho menos cuando Min perdió contacto con su familia, pues desde que Koo se fue al extranjero, el grupito de cuatro se dividió y desintegró con la ausencia del alfa puro.
Al menos, eso fue lo que Min le dijo cuando entablaron una breve charla en el pasillo de regreso a la sala de juntas con vasos de café en manos y, obviamente, Jeon no desaprovechó la oportunidad de invitarlo al almuerzo, que por el rumbo que llevaba todo, también sería cena.
El auto del invitado se detuvo justo frente a la verja eléctrica, saludando apenas con un ademán para luego indicarle mediante la misma acción que ingresara en este mismo.
JungKook siguiéndole por detrás al auto acomodándose al costado izquierdo, se limitó a esperar que la pareja descendiera del auto, especialmente porque estaba intrigado por saber qué persona había logrado acaparar el amor de su casanova mejor amigo.
Aunque lo que menos espero, fue encontrarse con una mujer de cabellos castaños, orbes miel y aroma relativamente particular.
Este reencuentro iba a ser demasiado especial, incompleto, pero finalmente algo de plenitud habría ese día con la presencia de seres queridos que jamás dejarían de ocupar un lugar en su corazón; porque si algo era valioso para el alfa, era el amor de la amistad a través del tiempo y la distancia.
Holi. ¿Vieron? Me puse un límite de tiempo y no funcionó, mi cerebro fue demasiado rebelde, aparte de que tenía muchos asuntos académicos y de salud bastante feos. :(
Pero bueno, lo importante es que ya pude actualizar luego de casi un mes, y espero hacerlo antes de inicios de abril, porque sí, ya tengo escrito mitad de siguiente capítulo, pero como soy fan de ser detallista, me tardo más, también porque ya estamos entrando de forma superficial en la vida que han llevado tanto JungKook, como TaeHyung.
¿Quién creen que sea el/la cónyuge de MinGyu? La verdad es que es muy sencillo de adivinar. 👀
Les iba a comentar algo más al respecto, pero siempre pasa que me olvido de todo lo que quiero escribir aquí como notita. 😭 Así que, mejor nos vemos luego y yo les comentaré, si me acuerdo, qué era en el siguiente capítulo. :3
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