Lunas Demoníacas
GAMAN
Autora: Clumsykitty
Fandom: Kimetsu No Kaiba (Demon Slayer)
Pareja: Uzuren (Kyojuro x Tengen pa pronto)
Derechos: pues a fangirlear ¿qué no?
Advertencias: esto es una historia de Alfas, Betas y Omegas, ósea un Omegaverse. Al mismo tiempo, hay licencias respecto a lo que sucede en la historia original, para más placer. Por si las dudas, no es una oda al canon, es un fanfic, así que no esperen que todo pase igual porque pues no, aquí no hacemos eso. Una historia de encargo.
"Gaman", palabra japonesa que se refiere a la resistencia y capacidad de seguir intentando algo a pesar de las adversidades, o de seguir luchando a pesar de que todo parece perdido.
Gracias por leerme.
*****
Lunas Demoníacas.
"Lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido."
Voltaire.
"La casualidad nos da casi siempre lo que nunca se nos hubiere ocurrido pedir."
Alphonse de Lamartine.
Este rey demonio llamado Muzan Kibutsuji no era solo un ser oscuro queriendo causar estragos por simple gusto, tenía características que lo diferenciaban de todo lo que poseían los cazadores de demonios como información. Una de las cosas que los estaba poniendo en aprietos era el poder que otorgaba a sus sirvientes, creando más demonios cuya fuerza se multiplicaba y al mismo tiempo parecía ser una suerte de comunicación entre amo y súbdito que aventajaba a los cazadores con todo y sus cuervos. Requerían de nuevas estrategias igual que la movilización de los Pilares, no bastaba con solo atender los casos más peligrosos, incluso las misiones más sencillas podrían esconder información valiosa del clan de demonios que se hacían llamar las Doce Lunas Demoníacas.
Mientras discutían este y otros detalles, Kyojuro miró de reojo a Tengen. Después de esa presentación formal donde volvió a encontrarlo, tuvo un revés en sus planes. Debió pensar, claro, que un Omega tan atractivo no iba a permanecer sin pareja por mucho tiempo, le sorprendió verlo tan bien, fuerte y con un ánimo increíble. No le convenció del todo su actitud, tampoco quiso indagar para no ser un indiscreto ni tampoco provocar problemas con sus esposas. Las chicas eran lindas, amables y se notaba el auténtico cariño que le tenían a Tengen, algo extraño entre los matrimonios shinobi porque usualmente solo cumplían con su papel de parejas para procrear y no mostraban esa clase de Vínculos.
Decir que estaba celoso, tampoco era una mentira, el Pilar de Fuego deseó otro tipo de encuentro con el singular Omega ahora convertido en Pilar del Sonido, pero ahí estaba su aroma con mayor fuerza, inundando su olfato de tal suerte que le daba la sensación de que era lo único que dominaba en la sala donde estaban reunidos los Hashira con el fin de movilizarse contra las Lunas Demoníacas. Para Kyojuro la situación era clara, debían cazarlos a todos y extraer información sobre sus madrigueras así como la forma en que su amo estaba eligiéndolos, eso era una pista para impedir que las masacres continuaran o su reputación como cazadores de demonios sería puesta en duda igual que la fuerza de los Pilares.
-¿Crees que esas Lunas sean tan fáciles de atrapar como dicen los demás?
-No, esconden algo -respondió Rengoku a su amiga Mitsuri.
-Sí, es lo que pienso. Es decir, están saliendo del patrón de comportamiento usual.
-Debemos investigar a fondo.
-Eso quiere decir que será hora de prepararnos para viajes muy largos.
-Así es -Kyojuro sonrió, sus ojos se encontraron con los de Tengen por unos segundos antes de que el Omega desviara su atención a otro Pilar.
-Habrá que avisar a los herreros, necesitaremos más espadas.
-Podrías ir a decirles, en el camino también puedes averiguar sobre las lunas.
-¿Qué harás tú?
-Hay que entrenar más cazadores, estamos cortos de gente.
-¿Tu hermano...?
-Tenemos muchos talentos, solo hay que encontrarlos.
La reunión terminó con todos dispersándose para sus respectivas tareas. Kyojuro encontró a Tengen despidiéndose del Pilar de Agua, alcanzándolo con una de esas sonrisas suyas.
-Uzui.
-Rengoku.
-Quería hablarte desde hace días, ¿tienes un poco de tiempo?
-Por supuesto, ¿en qué puedo ayudar al Pilar de Fuego?
-En muchas cosas, pero... quisiera ser sincero contigo.
-No espero menos de la gente. Te escucho.
Con un vistazo alrededor, el joven Alfa guió al otro a uno de los jardines más apartados de la mansión, de forma que estuvieran lejos de cualquier oído, pues era algo personal lo que deseaba decir. Al llegar a un pequeño puente, se detuvo, esperando por Tengen quien arqueó una ceja con una sonrisa divertida, cruzando sus brazos en espera de sus palabras. Kyojuro se permitió olfatearlo una vez más, todos ellos siempre estaban cuidando que sus aromas no fuesen tan evidentes, entrenados para incluso ocultar sus esencias de los demonios y otros enemigos, era raro que hicieran gala de ello. El Omega frente a él no tenía esa clase de problemas, más por presumir su dominio que otra cosa, si bien su aroma tenía algo impreciso, como una canción que es tocada en la nota equivocada.
-¿Y bien? No creo que me hayas traído aquí solo para ver las flores de loto.
-Deseaba obsequiarte esto.
Kyojuro sacó de su uniforme una pequeña flor de madera que él mismo había tallado, esa flor que dejara en el altar de su madre y que le recordara tanto a Tengen. Este miró el regalo como si fuese alguna suerte de maldición, levantando los ojos hacia el rostro sereno del Pilar del Fuego y de vuelta a su mano sin moverse, su sonrisa no tan segura ni amplia.
-¿Un obsequio?
-Así es. Por favor, acéptalo como una muestra de mi respeto.
-¿Por qué?
-Quiero hacerlo.
Tengen pareció entrar en un modo defensivo, su esencia se alteró. Kyojuro, siempre tan seguro de sí mismo, dio un paso hacia el más alto, alcanzando una de sus tensas manos donde puso la pequeña flor de madera, sonriendo al hacerlo.
-Te recuerdo desde aquella reunión de Clanes, y siempre estuve pensando en ti. Incluso llegué a preocuparme de que estuvieras en peligro o que alguien te hiciera daño. Es una alegría para mí saber que ha sido todo lo contrario, has formado una familia, eres increíblemente fuerte y sin duda no encontraré otro Omega igual a ti.
-Rengoku...
-Seré un Alfa que pueda estar a tu altura, me esforzaré más.
-Esto es un regalo de cortejo -Tengen casi escupió las palabras.
-Podría ser.
-Lo es, Rengoku, yo no...
-Tómalo como mi promesa de que jamás habré de fallarte, ambos somos Pilares, y cuando necesites de mi ayuda, ahí estaré. Entrenaré muy fuerte para estar listo.
El Omega se quedó ahí en el medio del puente observando una hermosa flor de madera tallada que había sido pintada con tanto cariño, se podía sentir en sus acabados, con un aroma Alfa impregnado por las mismas manos que le dieron forma. Claro que era un regalo de cortejo aunque el idiota de Rengoku lo hubiera hecho pasar por un obsequio entre compañeros de armas, como si fuese una costumbre de los Pilares estarse dando cosas solamente porque sí. Tengen estuvo a punto de girar su muñeca y dejar caer esa flor, no podía aceptarla... no la merecía.
Solo que su mano le desobedeció, apretando la flor entre sus dedos, girándose para ver la espalda de Rengoku perderse tras un muro detrás del cual caminó. Quiso alcanzarlo, decirle que él también lo recordaba a la perfección con su voz que casi lo había hecho caer de rodillas, la melodía siempre presente en su mente y corazón, un fuego impidiendo congelarse por las heridas pasadas, los fantasmas de amargas experiencias. Tengen se debatió en serio entre regalarlo a alguien más o inventarse una buenísima excusa para cuando volviera a casa con sus esposas y ellas preguntaran por esa flor.
No, mentir eso no.
Hinatsuru tomó la flor que puso en una repisa, como algo especial pese a que el Omega le dijo que solo era una suerte de amuleto de la buena suerte. Ella era la más perceptiva de sus tres esposas, sospechó que sabía algo que él no quiso aceptar tan abiertamente, dejando el asunto del obsequio a un lado pues era momento de ir en busca de esas supuestas Lunas Menguantes que ya comenzaban a aterrorizar a pueblos, familias e incluso ciudades. Realmente se convirtieron en un dolor de cabeza, como decían algunos, hallar su patrón de comportamiento como a quien estaban obedeciendo fue lo primordial. Antes de partir, Hinatsuru le puso en su muñeca otro listón a modo de despedida. Tengen sonrió a punto de acariciar su mejilla cuando notó que tenía un bordado con esa misma flor.
-¿Qué es esto?
-El amuleto de buena suerte. Regresa a casa, mi señor.
La cosa no se quedaría ahí, porque más adelante Makio, Suma y Hinatsuru le harían saber a su regreso que habían recibido algunos obsequios que les ayudaba en casa o mejor aún para sus armas, todos esos regalos provenientes de Kyojuro Rengoku. Por uno momento, Tengen estuvo a punto de ofenderse al grado de retarlo a un duelo porque creyó que estaba burlándose de él al ofrecer semejantes cortejos a sus esposas, pero tuvo la paciencia suficiente para darse cuenta de que el joven Alfa lo único que estaba haciendo era demostrarle que le agradaba tal cual era sin pedirle nada a cambio. Algo que desconcertó mucho al Pilar del Sonido, demasiado, era una aceptación incondicional que no supo cómo tomar.
-Kyojuro -Mitsuri lo llamó en una reunión posterior de los Hashira para medir sus fuerzas- ¿No quieres un turno con Tengen?
-Imposible -sonrió Rengoku mirando al Omega- No soy tan fuerte, no lo ofenderé con el nivel que tengo en estos momentos.
-Pero no es una pelea en serio.
-De todas formas, soy inferior a él, sería una falta de respeto a su persona que yo lo desafíe.
Tengen no estaba muy lejano en sus pensamientos sobre la conducta de Kyojuro, era así como este lo veía, había aprendido todo ese tiempo entrenándose solo que la vida nunca iba a darle lo que deseaba en la forma que esperaba ni tampoco cuando lo pedía, no por ello que fuese infeliz por no ver sus deseos cumplidos al pie de la letra. Le había dolido saber que el Omega de sus pensamientos ahora tuviera parejas, más se alegró porque eso significaba que tendría a alguien cuidándolo y dándole cariño en su lugar, siendo un Pilar su vida siempre estaba en riesgo, sería terrible herirlo con la soledad por su muerte. Y además resolvía el detalle del joven Alfa de no sentirse muy capaz de estar a la altura de semejante guerrero, ni siquiera era un Hashira auténtico como él.
Rengoku se prometió esforzarse todavía más para al menos ser digno de su amistad, al tiempo que le dejaría saber lo importante que era en su vida, eso siempre marcaba una diferencia, ya lo había experimentado él mismo con su madre, con su hermano menor, lo veía en los aprendices. Tener a alguien era un soporte tan valioso como una técnica de respiración. Así que cuando les tocó hacer equipo para el rastreo de las Lunas Menguantes, Kyojuro hizo gala de sus mejores modales, atento a lo que Tengen pudiera necesitar y estando bajo su mando pese a que el Pilar del Sonido ni siquiera tenía en mente el ser la cabeza de ese dúo.
-Saludos, jóvenes guerreros -una anciana vagabunda vestida de ermitaña les saludó en el camino- ¿Quieren que les lea la suerte?
-¿Puedes hacerlo, abuela?
-Claro, señor Alfa.
-Hey, Uzui, ¿deseas escuchar que te depara el futuro?
-No me interesa.
-Entonces yo seré tu cliente, abuelita.
-Dame tu mano.
La anciana acarició la palma derecha de Kyojuro con este sonriendo como siempre en espera de sus palabras, a leguas se notaba que solo lo hacía para ofrecerle sus monedas sin que pareciera como una limosna insultante.
-¡Ah!
-¿Qué pasa, abuelita?
-Ten cuidado, mi señor, los demonios te temen como te odian, estás por involucrarte en el camino de aquel que posee muchos rostros. Pase lo que pase, jamás subas a un tren que haya estado dormido, un tren que no tiene fin... o perderás la vida.
El Alfa rio, sacando una bolsita con dinero que entregó a la anciana.
-No lo olvidaré, abuelita, gracias por tu lectura.
-¡Cuídate del demonio blanco con tatuajes!
Tengen frunció su ceño, girándose para seguir su camino junto a Kyojuro con una inquietud en el corazón. Para nada le había gustado esa premonición que el otro estaba tomando con mucha calma, sin alterarse e incluso canturreando para sí.
-Rengoku...
-¿Qué sucede, Uzui?
-Eso del tren...
-No me digas que eres de los que creen en esas cosas.
-... no. No lo hago.
-Solo son palabras creadas al azar, ella conoce nuestros uniformes, sabe que somos cazadores de demonios, todos estamos viajando constantemente y más ahora por las Lunas Menguantes. Tomar un tren es de lo más obvio.
-Dijo que el demonio de tatuajes...
-Jamás he visto alguno, pero no dudo que los haya, más de uno. Es como decir que tenga cuidado de un demonio con forma de mujer hermosa. ¿Sabes cuántos hay de esos?
-De todas maneras, no me agradó eso.
Kyojuro se detuvo unos momentos, observándolo con curiosidad y luego echándose a reír al seguir caminando.
-No temo a la muerte, ni tampoco me dejo guiar por lo que otros piensen sobre mí. ¿Qué clase de Pilar sería si le temo a los trenes por las palabras de una abuela? Definitivamente no aquel que pueda estar cerca de ti para servirte con honor.
-Rengoku...
-Vamos, tengo hambre y huelo a lo lejos arroz cociéndose, con suerte están preparando algo que podamos comprar. Yo invito.
Frente a ese Alfa de cabellos de fuego, Tengen encontraba imposible hacerse el bufón y proclamarse como el dios vivo que todo mundo había escuchado. No podía, era como si los ojos rojizos de Rengoku calaran en su alma y pudieran ver lo que escondía detrás. Que lo tratara todo el tiempo como si fuese ese jodido dios tampoco ayudaba. A uno le costaba creer que alguien lo estuviera viendo con esos ojos y al otro le costaba creer que pudiera tener la oportunidad única de pasar tiempo a su lado.
Llegaron a un pueblo donde recién habían sido rescatados por cazadores de jerarquía menor, sin embargo, el cuento sobre las Lunas Menguantes atrajo su atención. Sentados en una mesa en la calle, los dos Pilares comieron casi en silencio, sin que el Alfa hiciera sus acostumbrados escándalos al comer ni el Omega exigiera lo mejor porque se lo merecía. Las palabras de la anciana no se iban a borrar de la mente de Tengen por más que se esforzara, las había sentido muy reales pues la voz de esa abuelita sonó certera, no era una charlatana cualquiera buscando estafarlos. Tenía el don de la videncia y Rengoku no estaba actuando serio con ello.
-Tu aroma tiene estrés -observó el Alfa, mordiendo un pan- ¿Qué sucede?
-Si es verdad que las Lunas están moviéndose, tendremos que viajar.
Kyojuro se detuvo un poco, levantando ambas cejas. -¿Tren?
-Yo lo haré.
-Oh, no -Rengoku rio sacudiendo su cabeza- Ya te lo dije...
-No quiero que lo hagas.
-¿Tú, Uzui, temeroso de las palabras de...?
-Ella no estaba mintiendo, sabes que poseo el oído bien entrenado para captar una farsa.
-Solo por decir algo, digamos que no te angustiaré al subirme de momento al primer tren que se me atraviese. Pero en el preciso instante en que estés en peligro y deba...
-No.
-¿A dónde se fue tu alegría, Uzui? Estás demasiado serio desde que nos topamos con la abuela.
Era verdad, Tengen había olvidado las bromas como sus modales escandalosos, estaba inusualmente serio y sí, muy estresado con la situación. Había algo en su corazón que le gritaba que debía impedir que Rengoku fuese a estar en peligro o jamás se lo perdonaría. Tal vez el pensar que esa dulce voz que aún seguía llenando de fuego su alma fuese a extinguirse por culpa de un demonio estaba poniéndolo en ese humor más oscuro, menos juguetón. Kyojuro, por el contrario, estaba buscando calmar al Omega al mostrarse ecuánime con la revelación que también sabía era verdad. Esa abuela tenía en las manos los tatuajes de adivinadores sagrados de las montañas, su madre le había contado que ellos no daban premoniciones a menos que fueran necesarias. Había recibido un aviso de los cielos, pero no iba a contárselo a Tengen por nada del mundo.
-Esas Lunas Menguantes están atacando con dos finalidades -contó el joven Alfa para cambiar el rumbo de la conversación- Quieren mermar a los cazadores, están tendiendo trampas para todos nosotros.
-¿Cuál es la otra finalidad?
-No tengo idea.
-¿Infestar a los humanos?
-No, este rey demonio es mucho más inteligente que cualquiera que hayamos visto. No está rebajándose a simples deseos de invasión y dominio de humanos, quiere algo más, me atrevo a decir que está buscando algo.
-Según nuestro señor, es demasiado poderoso ya. ¿Qué puede anhelar?
-Es lo que debemos averiguar y siento que pronto vamos a tener una idea del camino que debemos considerar todos los Pilares, los vientos están cambiando.
-Van a toparse con los más fuertes Hashira de todos los tiempos -sonrió Tengen- Y antes de que logren algo, sus cabezas rodarán por los aires por nuestras espadas mientras bailamos y brindamos por ello.
-Me gustas más cuando te alegras.
No consiguieron mucho en su viaje, de hecho, nadie de los Pilares consiguió gran cosa en sus indagaciones por los diferentes rumbos que tomaron. Eso decía nada y todo al mismo tiempo, las Lunas Menguantes no estaban actuando por mero instinto, seguían órdenes específicas que ellos desconocían. Con el número tan bajo de aprendices quienes además no eran tan buenos con la espada ni tampoco estaban alcanzando el nivel deseado para enfrentarse a esos demonios, les dejó a ellos mucho más trabajo. Rengoku ya no pudo estar más al lado de Uzui, si bien envió a su cuervo para tener noticias de su estado en la lejanía.
-Qué extraño.
El Pilar de Fuego escuchó sobre la masacre de familias dedicadas a la extracción de carbón. Llamó su atención que fuesen elegidos de forma tan particular por los demonios, cuando su inclinación por víctimas aleatorias era más que conocidas. Además de que fueron clanes enteros, incluyendo cachorros. Hambre definitivamente no era, pensó Rengoku al examinar esos hogares destruidos. Esos ataques eran buscando algo, y por lo que vio en las evidencias, debía tener importancia.
-Señor Rengoku, tenemos otra situación -llamó un sirviente- He comprado ya su boleto del tren para que pueda llegar a tiempo.
-¡Adelante!
¿Qué podría desear un rey demonio además de la extinción de los cazadores? Esa pregunta quedaría anotada en la mente de Kyojuro mientras llegaba a una pequeña estación del tren, recordando las palabras de la abuela adivinadora.
-Disculpe, amable caballero, ¿puede decirme si este tren ha estado en funcionamiento los últimos días?
-Por supuesto, señor, con los demonios atacando todos nuestros trenes están trabajando a marchas forzadas, ya nadie quiere atravesar los bosques.
-¡Gracias!
Una pista, débil, poco confiable, pero una pista al fin. Se sabía que existían diferentes tipos de demonios, todo cazador bien entrenado lo sabía, ahora había un cambio, un testigo afirmaba que había visto a dos poderosos demonios hablar sobre convertir un lugar lleno de humanos en su madriguera. El pobre hombre quien ya no estaba en sus cabales juraba que esos demonios intercambiaban sus ojos entre sí. A Rengoku le tomó mucho el poder armar su testimonio para darle sentido. Mientras su cuervo enviaba la información a su líder para el resto de los Pilares, meditó sobre la casi imposible misión de dar con un sitio tan bueno para un par de fuertes demonios donde pasaran desapercibidos.
-¡Rengoku!
El aroma Omega de Tengen lo hizo sonreír, incrédulo porque estuviera ahí mismo cuando lo suponía del otro lado del país. Kyojuro hizo una reverencia como siempre las dedicaba al Pilar del Sonido, este gruñendo molesto.
-Eres descuidado.
-Trato de mejorar, como he dicho, todavía puedo cometer errores.
-Sabes de qué hablo.
-¿Has venido hasta acá solamente porque me subí a un tren?
Lo que Tengen fuese a decir, murió en sus labios. Ambos se miraron en silencio, sin moverse ahí en el medio de una calle algo transitada con la gente pasando alrededor. Había felicidad en los ojos del Pilar de Fuego, mientras que en los de Uzui apareció cierta angustia. Kyojuro rio, usando su esencia Alfa para calmar esos temores.
-Como estás comprobando, sigo entero. Soy demasiado rudo para un tren.
-No hagas esas bromas.
-¡Ah! ¡Lo olvidaba! Tengo algo aquí para ti...
Como era usual cada que se encontraban, Rengoku sacó de su uniforme un nuevo regalo, esta vez eran tres pañuelos de algodón con iniciales que Tengen reconoció.
-Son para tus esposas. Los hilos son de la más fina hechura, los mandé bordar para que no se confundan entre sí.
-Rengoku...
-Makio me había comentado que cuando entrenan necesitan de un pañuelo mejor porque los suyos no siempre retiran todo el sudor. Estos me parecen más adecuados además de ligeros, no les estorbarán.
El Omega los aceptó observándolos un poco antes de guardarlos, se cruzó de brazos ante la sonrisa descarada o mejor dicho desvergonzada de Kyojuro.
-Hay que volver.
-¿En tren? -preguntó el joven Alfa divertido.
-Tardaríamos días de otra forma.
-Espera un poco, tengo hambre y me gustaría comprar comida para llevar. ¿Deseas algo?
-Estoy bien.
-Siempre tan fuerte y listo para la pelea, te envidio, Uzui.
O el Pilar de Fuego era un tarado o Tengen estaba cayendo en una trampa de la que no deseaba salir. Pese a que la vista de un tren no fue de su agrado, no pudo evitar reír y hacer sus bromas usuales mientras los dos guerreros acababan con toda la comida que Kyojuro compró, sin que al Omega se le perdiera de vista el detalle del tipo de alimentos puestos para él, todos de su gusto sin que alguna vez se lo hubiera comentado a Rengoku. Se sintió algo culpable porque él no había hecho lo mismo, observar mejor al Alfa para saber qué cosas podrían gustarle con todo y que eso podía indicar que estaba cediendo a lo que se suponía que no estaba cediendo.
¿Qué era eso? Mejor no nombrarlo.
Les aguardaría una sorpresa de vuelta a la mansión principal en boca del Pilar del Agua, Giyu Tomioka, quien les comentaría sobre su encuentro con un cachorro con una fuerza singular pese a no tener entrenamiento que era capaz de enfrentar a demonios. Tanjiro Kamado, y su hermana Netzuko, eran sobrevivientes de la matanza de su familia dedicada a la venta del carbón. Para Tengen, conforme escuchó a su hermano de armas, el chiquillo no merecía mucha atención, le pareció inseguro además de extremadamente ingenuo. Rengoku por su parte, llamó su atención la nobleza en el cachorro, junto con el hecho de ser de ser hijos de carboneros, esos que extinguieron sin razón alguna.
Y esa marca en su frente que Tomioka mencionó.
Tal noticia les trajo esperanza por un lado, si podían hallar más cachorros con esas características, las bajas de cazadores podrían disminuir, aunque como el Pilar de Agua mencionó, primero ese joven Kamado debía sobrevivir al extenuante entrenamiento y la prueba de muerte para ser un cazador de demonio. Si un chico como ese mostraba tal resolución, era posible que en su sangre corriera una herencia de cazadores. Eso aunado a la marca de su frente que no podía ser una mera casualidad, así lo pensó Kyojuro, quien lo comentó con Tengen una vez que la charla con Tomioka terminó y se retiraron del salón donde habían estado hablando.
-¿No te parece que hay una relación entre el ataque a las familias de carboneros y que este pequeño tenga semejante aura? -preguntó el Pilar de Fuego muy animado.
-¿Crees que tiene algo que ver con tu Aliento de Fuego?
-Sería genial ¿no es así?
-Es inferior, realmente inferior -gruñó Uzui- Dudo que pueda con el entrenamiento, terminará muerto a la primera oportunidad, sé lo que te digo.
-O quizá haya una esperanza para él y te haga arrepentirte de tus palabras.
-Tienes demasiada fe en la gente, Rengoku.
-No -sonrió este- Confío en que harán lo que su naturaleza les dicte. La fe que deposito se encuentra aquí, en mi corazón que late gustoso cuando estás cerca.
-No desvíes el tema.
-El chico me ha recordado algo, y es que no debo confiarme, debo seguir entrenando porque nuestro enemigo tiene una fuerza letal y es mi deber proteger aquello que vale la pena, a los más indefensos y con eso, la esperanza de un mundo mejor. Debemos mirar con otros ojos lo que ya hemos revisado, volver a escuchar lo que antes oímos, estamos pasando por alto algo.
-Ahora sí hablas con razón, Rengoku.
-De vez en cuando puedo sorprenderte -el Alfa amplió su sonrisa- Y eso me recuerda, deja de preocuparte por un tren o mi suerte, tienes una misión importante, tres esposas que esperan por ti. Yo estaré bien.
Tengen no replicó, bajando su mirada unos segundos y sonriendo al levantar el rostro.
-¡Bien! Entonces tomaré el rastro de los hermanos demonios. Tú puedes seguir con las Lunas Menguantes.
-Mi cuervo te enviará algún mensaje si es necesario.
-Igual el mío.
-Mi hermano... -Kyojuro se detuvo, negando aprisa y tendiéndole otro regalo al Omega- Lo hizo para ti, me pidió que te lo entregara.
-¿Tu hermano?
Uzui recibió un pequeño paquete, no era otra cosa que un mochi cuya parte superior estaba decorada con la forma de esa flor que Rengoku había asociado a su esencia. Antes de que Tengen pudiera formular una nueva queja, el joven Alfa desapareció, dejándolo ahí en esa habitación con un apetitoso postre solo para él a modo de despedida. El Pilar del Sonido se echó a reír, ese cabeza hueca no paraba con sus cosas, metiendo a su pobre hermanito en el medio. Miró el mochi que luego probó, haciendo a un lado que pese al momento tan agradable, no se pudo el desasosiego porque Kyojuro estaba en peligro.
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