Hay de celos a celos

GAMAN

Autora: Clumsykitty

Fandom: Kimetsu No Kaiba (Demon Slayer)

Pareja: Uzuren (Kyojuro x Tengen pa pronto)

Derechos: pues a fangirlear ¿qué no?

Advertencias: esto es una historia de Alfas, Betas y Omegas, ósea un Omegaverse. Al mismo tiempo, hay licencias respecto a lo que sucede en la historia original, para más placer. Por si las dudas, no es una oda al canon, es un fanfic, así que no esperen que todo pase igual porque pues no, aquí no hacemos eso. Una historia de encargo.

"Gaman", palabra japonesa que se refiere a la resistencia y capacidad de seguir intentando algo a pesar de las adversidades, o de seguir luchando a pesar de que todo parece perdido.

Gracias por leerme.


*****


Hay de celos a celos.


"El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta."

Jacinto Benavente.

"El que no tiene celos no está enamorado."

San Agustín.

"Amor sin celos no lo dan los cielos."

Refrán.



Kyojuro aguantó la risa al ver esos tres tontos correr con el peso que les había ordenado cargar, sudando profusamente entre maldiciones absurdas que se lanzaban mutuamente, compitiendo por ver quién completaba la carrera tal como lo había pedido. Los chicos estaban del todo recuperados, listos para seguir su entrenamiento, mientras él todavía estaba convaleciente bajo la amenaza de Shinobu de paralizarlo con veneno si acaso lo veía sujetar su espada aunque fuera por mero accidente. Sabía que semejante restricción llevaba un nombre oculto como mente maestra, no se quejó, contentándose con ser el tutor de esos cachorros cuyos ánimos por obedecerle podían rayar en la locura.

—¡Aceleren el paso!

—¡Sí, Señor Rengoku!

Para cuando el día terminó, esos muchachos estaban muertos de cansancio, tumbados en el suelo con Rengoku inspeccionando sus esencias. Con dos Alfas y un Beta las cosas debían relativamente sencillas. Casi estaban roncando para cuando el Pilar de Fuego quedó satisfecho con su evolución, picándolos con su pie apenas para despertarlos y enviarlos de vuelta a sus habitaciones.

—Temprano por la mañana continuaremos.

—Sí... Señor Rengoku...

—Miren por dónde caminan.

—Sí...

De Tengen y su misión no había tenido noticias, solo mensajes de su hermanito preguntando por su estado y si estaría en casa para la siguiente estación. Kyojuro estaba inquieto por saber del Omega, no para estorbarle porque estaba bien consciente de que era capaz de cuidarse y rechazar a una Luna Superior, era ahora él quien no tenía las visitas de ese cuervo adornado con joyas tan similar a su amo. El Alfa volvió a su propia habitación, esperando por Shinobu para revisar sus vendajes. La joven llegó puntual y sigilosa como siempre, dándole su medicina mientras inspeccionaba su energía.

—Esto tardará, pero estarás bien.

—Pagaré por todas las molestias.

—No es necesario, Tengen lo hizo.

—¿Qué?

—Sabe que estás mejor, si eso quieres preguntar.

—¿Contigo si está comunicándose?

—Le queda muy claro que cualquier palabra que te dirija la puedes tomar como una alerta y no desea que salgas de esta mansión con heridas sin cerrar.

—¡Me siento timado!

Shinobu sonrió. —Estás siendo timado por tu bien.

Envío a los cachorros para que afilaran sus espadas y en el caso de Tanjiro, le hicieran una nueva arma, aprovechando para enviar otro mensaje a su hermano pues al parecer su padre había preguntado por él cuando se enteró lo del tren. Como siempre, pensaba que era un Alfa inútil que solo estaban manchando el nombre del Clan al hacerse pasar por un Hashira cuando hasta una Luna Superior lo había vencido dejándolo casi inválido. Kyojuro le pidió a su hermanito que no peleara con él, no tenía caso, prefería que siguiera investigando sobre los demonios para enviarle esa información.

Días después un escándalo atrajo la atención de todos en la Finca de las Mariposas, Rengoku dejó sus lecturas y salió a ver, encontrando a Tengen Uzui a punto de hacer llorar a sus pupilos. Le sorprendió que en verdad estuviera enojado con ellos, los cachorros apenas lo vieron, corrieron para refugiarse detrás de él, temerosos del Pilar del Sonido quien bufó cuando se escondieron detrás de un sonriente Kyojuro, pues se le hizo gracioso semejante escena pese a que Zenitsu casi se desmayaba y Tanjiro estaba temblando, Inosuke solamente resoplaba, pero por la forma en cómo sujeto su yukata dedujo que moría de miedo y no era para menos. Un Omega furioso podía ser mil veces más terrible que un Alfa lleno de ira.

—Uzui —saludó, palmeando las cabezas de los cachorros para calmarlos— Buenos días.

—¿Cómo permites que holgazaneen de esa manera?

—Los envié a que restauraran sus espadas.

—¡Estaban jugando!

—No es cierto —gimió Tanjiro, mirándolo con ojos temblorosos— Solamente practicábamos saltos.

—¡Sí, eso! —afirmó Inosuke, estrujando su ropa.

—Señor Rengoku... no hicimos nada malo.

—Vayan a sus habitaciones, tienen cosas qué estudiar.

—¡Sí, Señor Rengoku!

—Me han llamado mentiroso y se los has permitido —reclamó el Omega, cruzándose de brazos todavía enfadado.

—Buenos días, por cierto, me da gusto volverte a ver.

—Hm.

Kyojuro arqueó una ceja, lo que fuera a decir se le olvidó al ver aparecer a Mitsuri, quien los saludó desde lejos, cargando consigo montones de comida.

—¡Kyojuro! ¡Qué bien te ves! ¡Tengen! ¡Tengen!

—Mitsuri.

—Estaba de pasada y me dije que sería bueno visitar a mi amigo y maestro convaleciente.

—Gracias, Mitsuri.

—Traje un poco de comida, ¿tus cachorros están en la mansión?

—Recién acaban de volver.

—¡Llámalos! No deben tener el estómago vacío siendo cachorritos o no crecerán adecuadamente.

El bufido que soltó Uzui no le pasó desapercibido a la joven Alfa, aguantando una risa y canturreando al entrar saludando a todos dentro. Tuvieron un almuerzo de lo más peculiar, porque Tengen no dejó de echar miradas asesinas a los tres chicos del otro lado de la mesa junto a su maestro quien se preguntó por qué el Omega se comportaba así con ellos cuando no habían hecho nada malo sino al contrario, acababan de demostrar con el incidente del tren que bien merecían ser cazadores de demonios. Shinobu como Mitsuri estaban divertidísimas, intercambiando miradas hasta que terminaron.

—Deben entrenar, esa comida debe pagarse con sudor —ordenó el Pilar del Fuego.

—¡Sí, señor!

—Creo que los llevaré valle abajo, deben mejorar sus técnicas de respiración —comentó el joven Alfa.

—Yo me retiro —eso fue todo lo que dijo Tengen sin darle tiempo a nadie de replicar.

—¿A ese qué le pasa?

—Vamos, Kyojuro.

—No lo sé, Mitsuri.

La Hashira sonrió de oreja a oreja. —Está celoso.

—¿Celoso?

—Porque tienes cachorros que no son suyos.

—¿De qué hablas?

—Tus pupilos te tratan más que como un maestro, Kyojuro, si les pidieras que asesinaran a todo el cuerpo de cazadores tan solo preguntarían cuánto tiempo les darías para hacerlo.

—No hables así, Mitsuri.

—Te quieren bien, como cachorros que son, pero eso ha puesto celoso a Tengen.

—No veo la relación de una cosa con la otra.

—Para él, no deberías tener más cachorros a tu lado que los suyos. Y me parece que es algo que ya has pensado, pero no quieres aceptar. Esto es interesante, me pregunto si no provocará algo más divertido.

—...

—Bueno, yo también debo partir, creo que iré a donde los herreros. Cuídate, Kyojuro, sé que ansías retomar tu espada, pero si te apresuras solo volverás a recaer.

—Te veré luego, Mitsuri, ¡gracias por la comida!

Kyojuro se quedaría con la incógnita de ese comportamiento tan poco usual del Omega, al menos lo había visto por unas horas y lo encontró bastante bien. Solo fue esa molestia lo único que lo dejó pensativo mientras iba con los muchachos valle abajo donde tendrían mucho campo libre para ensayar sus posturas y corregirlos ahora que sus espadas estaban renovadas. Fue una sensación agradable retarlos, que ellos en verdad se esforzaran mientras el día moría, aproximándose la temporada de lluvias las nubes comenzaron a juntarse cuando Nezuko -quien había estado con ellos ahora recuperada- salió de su caja como si hubiera presentido algo cuando anocheció. Rengoku no lo detectó, solo dedujo que la pequeña Omega al tener esa sangre de demonio podía detectarlos a más larga distancia.

—¡Nezuko, quédate con el maestro! ¡Iremos a investigar!

—¡Nosotros lo protegeremos maestro!

—¡Podemos hacerlo, somos más fuertes!

La mano delicada de Nezuko alcanzó la del Pilar de Fuego, sujetándola con firmeza no queriendo que tomara su espada que había traído consigo como medida de seguridad pues los demonios seguían rondando. El Alfa la observó, sonriendo al darse cuenta de que estaba dándole la mano a una chica demonio, eso jamás pensó que pudiera suceder, pero incluso había burlado a la muerte, muchas cosas podrían hacerse posible ahora.

—¡Soy el mejor maestro! —sonrió para sí.

Esos tres volverían unas horas después, habían encontrado el rastro de varios demonios, por lo que saldrían a cazarlos. Rengoku les dio sus recomendaciones, esperándolos en esa posada que habían rentado, deseándoles suerte. Los cachorros salieron a toda prisa, junto con Nezuko para darle alcance a los demonios. Una vez solo, prefirió meditar y así pasar las horas, con una ligera lluvia cayendo para la medianoche, justo cuando un aroma lo sacó de su concentración, sorprendiéndose una vez más de que Tengen estuviera ahí, y si su olfato no le fallaba, seguía enfadado.

—¿Uzui?

—No deberías quedarte solo.

—Este valle no es peligroso. ¿Qué haces aquí?

—¿Y esos mocosos?

—De cacería.

—Hm.

El Alfa se preguntó si alguien no habría puesto algo en los alimentos del Pilar del Sonido que estaba irreconocible. No dijo más, prefiriendo ver la lluvia caer por la ventana, los dos sentados a cada extremo de la habitación sin hablar, uno porque reconoció que era una estrategia inteligente no provocar al Omega tan irritable y este no queriendo aceptar los celos consumiéndolo. La lluvia se hizo más densa cuando Kyojuro abrió los ojos al percibir un cambio en el aroma de Tengen, girándose para verlo.

—Uzui...

La poca luz le dejó ver un rostro enrojecido, unas gotas de sudor perlando su frente y una respiración cada vez más errática. Su primera reacción fue salir de ahí antes de que cometiera una estupidez, no importaba qué tan bien estuviera entrenado, un Celo Omega era demasiado sobre todo si el Omega en cuestión era nada menos que un Hashira. Cuando Rengoku se dio media vuelta dispuesto a dejarlo solo, una mano tiró de él para tumbarlo sobre la colchoneta, un relámpago iluminó por breves segundos la habitación. El Alfa tumbado boca arriba con un par de fuertes manos sobre sus hombros manteniéndolo en su lugar.

—Tengen, escúchame... —hablar fue una mala táctica, el aroma caló más en sus sentidos, mareándolo.

Kyojuro alzó sus manos, tocando una piel que hervía en fiebre, erizándose a su toque. Cerró sus ojos no queriendo respirar más, escuchando un gruñido del Omega, un jadeo pesado cerca de su rostro. Su cuerpo reaccionó, sintiendo como el fuego de su esencia se agitaba.

—Tengen, Tengen...

Una boca ansiosa lo silenció, ni siquiera pensó en si estaba haciendo bien al enredar la lengua que buscó la suya mientras sus manos recorrían los costados de Uzui casi aplastándolo con su cuerpo, empujando sus caderas contra las del joven Alfa, buscando una fricción entre sus miembros ya comenzando a despertar. Kyojuro escuchó el tintineo de algo cayendo y de pronto la poca luz en la habitación fue mermada por una cabellera blanca cayendo a los costados de su cabeza, gimiendo contra los labios del Omega al estar demasiado duro tan pronto, su instinto ordenándole que tomara ese cuerpo cuyo aroma prometía vida, entrega, deseando escuchar para siempre el dulce sonido que oyera por primera vez hacía tanto tiempo en una reunión de Clanes.

Su yukata fue abierto, una lengua buscando lamer el sudor del pecho de Rengoku hasta llegar a la erección que fue envuelta por completo, casi a punto de provocarle un orgasmo al ser succionando con tanta ansiedad. Las manos del Alfa tiraron apenas de los blancos cabellos de Tengen, queriendo empujarlo al temer que se hiciera daño al casi atragantarse con él, gruñendo en placer por la lengua recorriendo su piel, el aroma inundando por completo la habitación. Otro relámpago le dejó ver al Pilar del Fuego que Uzui estaba desnudo, ¿cuándo lo había hecho? Una hermosa piel bronceada con algunas cicatrices antiguas de tiempos menos amables.

Cuando estaba a punto de terminar en la boca de Tengen, este se irguió casi ronroneando. El olfato del Alfa detectó la humedad entre las piernas del otro, sus pupilas dilatándose por ese aroma, enrojeciendo más de lo que ya estaban. Se probó a sí mismo cuando Tengen lo besó, empujándolo al haberse erguido apenas al verlo, manteniéndolo recostado en tanto se acomodaba sobre sus caderas, tallándose contra su erección. Muy apenas, Kyojuro se dijo que no debía permitirlo, pero en cuanto su miembro hinchado y tenso se perdió dentro del cuerpo del Omega, toda prudencia desapareció de su mente, sujetando esas caderas con tanta fuerza para dejar impresos sus dedos en su piel.

—Despacio —murmuró apenas, Tengen lo apretó con tanta fuerza por ser quizá la primera vez así para ambos, su instinto de protección brotando no queriendo verlo lastimado— Despacio.

Las manos de Tengen temblaron sobre sus hombros, recordando como respirar. El suave gemido que lanzó al echar la cabeza hacia atrás, enterrándose por completo en él también hizo que Kyojuro lanzara un sonido gutural de satisfacción, mirando el miembro del Omega salpicarlo al comenzar a moverse, levantándose apenas para dejarse caer hasta que cualquier molestia pasó, comenzando a montarlo con mayor rapidez. Todo lo que Rengoku pensó en hacer fue seguir sujetándolo por sus caderas, apenas una mano queriendo tocar su pecho, jadeando ronco cada vez que Tengen lo apretaba al entrar, sincronizando el movimiento de sus caderas. Gruñó cuando el ángulo de sus embestidas tocó algo en el contrario que se arqueó de improviso casi aullando, ese grito perdiéndose en otro relámpago.

El Alfa empujó con más fuerza, invitado por el aroma y esos sonidos que aceleraron el ritmo de su corazón, sintiendo como si de pronto estuvieran envueltos en llamas que cantaban. Kyojuro pudo notar cuando la base de su pene comenzó a hincharse, provocado por ese aroma entre las piernas temblorosas de Tengen, el Omega también notándolo y restregándose buscando que le enterrara el Nudo que apareció, sin negárselo con una fuerte estocada que tocó además ese punto de placer en Uzui, aprisionando la erección de Rengoku con tal fuerza que fue el turno de este de aullar, presionando hasta dejar ese Nudo dentro, entre espasmos de su miembro llenando el vientre de Tengen con su semilla. No pasó mucho tiempo para que este también alcanzara su orgasmo, manchando el pecho del Alfa con su semen, cayendo sobre su hombro donde quedó jalando aire.

Kyojuro gimió, sintiéndose pulsar tenso en el interior del Omega, todavía vaciándose con el Nudo asegurando que estuviera impregnándolo con su esencia. La lluvia comenzó a decaer, los relámpagos se alejaron con los dos quedándose así, hasta que fue Tengen quien se irguió, bien encajado con el Alfa quien lo observó fijamente, volviendo a su realidad. Al menos el aroma de Uzui volvió a la normalidad, incluso le pareció que su esencia estaba más equilibrada igual que su fuerza. No pudo negar lo hermoso que se veía con los cabellos sueltos, descompuestos y esa expresión serena, llena de complacencia.

—No te muevas —ordenó Tengen, sus manos deslizándose de sus hombros, dejándolas sobre su pecho.

—No lo haré.

De todas formas le hubiera sido imposible, estaban anudados y eso no iba a pasar tan pronto. Solo que cuando Kyojuro pensó que podría relajarse, el interior del Omega lo apretó de nuevo, casi exprimiéndolo. Respingó ante el inesperado movimiento, no queriendo reaccionar, pero haciéndolo de todas maneras. Su Omega le pedía más y era algo que como Alfa no podía negar. La noche murió con Rengoku muerto de cansancio, para cuando despertó estaba solo, apenas si el rastro de ese dulce aroma quedó como único recuerdo de su encuentro con Tengen. Tuvo un mal sabor de boca al no poder hablarlo ya con la mente más centrada, tendría que esperar y no estuvo seguro de cuánto tiempo pasaría para ello.

Luego de un baño para evitar preguntas de sus pupilos, salió a buscarlos, debían estar ya casi de vuelta. Sus carcajadas le hicieron sonreír, esperándolos a medio camino para escuchar su informe. Volvieron a la finca, los cachorros más que emocionados de notar el cambio en sus técnicas gracias al entrenamiento de su maestro, uno que no estaba prestando mucha atención a sus charlas, mirando de cuando en cuando hacia el exterior como si esperara que alguien apareciera por la puerta principal. Inosuke se encogió de hombros, Zenitsu hizo como que no veía nada, solo Tanjiro se le acercó para hablarle en nombre de los cuatro, porque incluso sintió a Nezuko preocupada desde su caja por esa expresión dolida.

—¿Maestro?

—Tanjiro, ¿decías algo?

—¿Está bien?

—¡Excelente!

—Es que...

—Me di cuenta de que mi espada está mellada, tanto rebanar esa luna le hizo perder filo. Temo que tendrán que esperarme aquí mientras...

—¡Oh, no! —Zenitsu abrió sus ojos— ¡No viajará todavía!

—Yo soy el maestro y quien da las órdenes.

—Y nosotros sus pupilos que no permitirán que le suceda algo por ser descuidados. Somos tontos, sí, pero prometimos cuidarlo y lo haremos con todo y nuestra tontería.

—Es solamente un viaje, no es que vaya a pelear con demonios.

—Lo haremos nosotros —asintió Tanjiro— Por favor, maestro, solo es un poco más, nos dará mucho gusto que vuelvas a luchar, pero deja que sea cuando tu cuerpo ya no se resienta más.

—¡Cierto! —Inosuke bufó— ¡Este viaje al valle lo debilitó, puedo olfatearlo!

Rengoku no pudo decirles que el verdadero motivo para estar cansando se debiera a otra cosa, aceptando que esos mocosos fueran a pasearse llevando su espada a ser afilada. No tuvo más remedio que pasar esos días estudiando o meditando con Shinobu dedicándole miradas maliciosas en las comidas. Los cachorros eran demasiado ingenuos para figurárselo, pero no una Hashira. Al menos contaría con su discreción, no sería la comidilla del resto de los Pilares. El Alfa ni siquiera sabía qué pensar, aquello había sido un Celo abrupto, fuera del tiempo de Tengen, pues los tenía perfectamente bien medidos de tanto haber convivido con él.

¿Por qué había presentado un Celo así cuando además estaba controlado?

Le sería imposible quitarse de la mente ese aroma tan exquisito, ni tampoco el sabor de sus labios o la suavidad de su piel, olvidar sus gemidos o la forma en cómo se movía sobre él, succionándolo con ansia. Tanjiro y los demás volverían sonrientes con su espada reparada, contándole santo y seña de todo el camino pues habían encontrado más demonios, lo que reafirmó sus palabras de que un viaje a solas todavía era algo riesgoso para él cuando su cuerpo apenas estaba por sanar al fin. Quiso decirles que había enfrentado enemigos en peores condiciones, más la ternura mostrada por los cachorros selló sus labios.

—¡Maestro! Tu espada.

—Gracias, son los mejores pupilos.

—¡Siempre te obedeceremos!

Sus cachorros rieron, coordinados como una sola mente para abrazarlo. Kyojuro se sorprendió no tanto por el gesto sino esa cosquilla en su pecho cuando lo hicieron, sonriendo paternal al tocar cada una de sus cabezas, escuchándolos reír contentos. Eran niños sin padres, que habían pasado por cosas horribles y aun así no estaban manchados con la maldad que impregnaba a los demonios, incluso Nezuko rompía esa regla, siendo la extraordinaria excepción. Todos ellos eran tesoros que no podían perder, el futuro de los cazadores de demonios yacía en su naturaleza noble, esa fuerza por luchar para hacer lo correcto.

—Te queremos, Maestro, Señor Rengoku.

—Yo creo que también los quiero, cachorros.

—Lamento interrumpirlos, pero hay misiones por hacer —Shinobu los alcanzó, sonriendo a Kyojuro— Han llegado cuervos.

—¡Estamos listos!

Mientras los tres chicos fueron a cumplir sus deberes, llegó el tiempo del Pilar de Fuego para probar sus fuerzas. Había extrañado muchísimo el tomar una espada todo ese tiempo, al sujetarla, sonrió de solo sentir que el fuego en su interior volvía a recuperar su brillo, no del todo, pero seguía viva esa flama. Podría decirse que estaba casi recuperado, ya no fue necesario que estuviera bajo la celosa vigilancia de esas amables mariposas, pero se quedó con ellas porque Shinobu siempre astuta se lo pidió ahora que también saliese a cazar demonios. Venía el momento de venganza de las lunas, así que Rengoku no dejaría pasar más días sin ayudarlos.

Fue primero con Senjuro, su hermanito casi llorando al verlo en la entrada, corriendo a abrazarlo con lágrimas en los ojos pues no pudo contenerse más después de haber recibido los mensajes de su cuervo sobre su estado de salud. Lo había extrañado muchísimo, un poco más que las imperdibles palabras de aliento de su padre cuando los escuchó en el patio con labios apretados sin reaccionar. Senjuro lo llevó a su habitación para contarle lo que había estado haciendo en su ausencia, quizá la espada nunca sería lo suyo, pero tenía una mente como ninguna para encontrar en textos antiguos lo que a otros ojos pasaba desapercibido.

—Me quedé pensando en lo que me comentaste sobre el joven Kamado, creo que tengo una teoría aunque no es precisa. Papá destruyó mucha información.

—No importa, dime qué es lo que piensas.

—Bueno, no es que tenga la razón del rey demonio para mover a sus criaturas, atacar con tanta furia a los cazadores... o esa parte sí.

—Explícame.

Senjuro asintió, acomodándose mejor. —Recuerdo que mamá una vez dijo que papá había tenido suerte de conocerla porque era una Omega fuerte.

—Sí, también me lo comentó.

—Si un Hashira puede heredar su fuerza casi en su totalidad, la siguiente generación puede aumentar su poder y así sucesivamente.

—Es lo que ha pasado con todos los Clanes, hermanito.

—Pero ¿y si dos Hashira se unen?

Rengoku parpadeó, ladeando su rostro. —Creo que ha sucedido antes.

—Oh, sí, pero ha sido entre Pilares Alfa y Beta. Hay una leyenda sobre una pareja que fue Alfa y Omega, como papá y mamá, ambos con esencias extraordinarias. Se dice que tuvieron dos cachorros cuyo poder fue tan grande que los consideraron dioses.

—¿Qué fue de ellos?

—No se cuenta, solo que me parece curioso que tenga similitud con la historia de cierto cazador.

Kyojuro abrió sus ojos, luego riendo apenas pensándolo muy bien.

—Lo cierto es que no se sabe quiénes fueron sus padres, no al menos sus castas.

—¿Qué raro, no? Conveniente si me lo preguntas.

—Entre menos se sepa, más confusión puede existir.

—Así es —Senjuro asintió emocionado— Sé que no es mucho, pero puede ayudar.

—Solo te faltó decirme qué tiene que ver esto con Tanjiro.

—¿Qué tal si es descendiente de esa línea de sangre? Puede explicar por qué su hermana no cedió a la naturaleza demoníaca.

—Es una información nueva que revisaré, gracias por esto, hermanito.

—¿Volverás?

—Tengo cosas qué hacer, pero no dudes que lo haré.

—Esperaré tu cuervo.

—Cuida de padre.

—Suerte, Kyojuro.

El Pilar de Fuego marchó de su casa meditando sobre esa teoría nada descabellada, ¿podía ser que el hijo de carboneros fuera nada menos que otro heredero del más poderoso cazador de demonios que hubiera existido? Sin entrenamiento previo había dado problemas al Pilar del Viento, logrado vencer rivales con mayor ventaja que él y ahora había enfrentado a una Luna Menguante. Pensando en todo esto, es que alcanzó la Finca de las Mariposas, escuchando un alboroto dentro, no era tiempo para que Shinobu regresara, algo más estaba sucediendo. Al olfatear cierto aroma Omega y escuchar lamentos de sus cachorros, ya no tuvo dudas de lo que estaba pasando.

—¡Son todos ustedes unos gusanos inútiles!

—¡Aaahhh!

—¿Qué está pasando aquí?

Aprendices de la finca estaban lloriqueando, Tanjiro y los demás estaban tensos ante los reclamos de Tengen ahí en plena calle frente a la entrada principal. Rengoku llegó para calmarlos a todos, mirando al Pilar del Sonido en busca de una respuesta. Tengen señaló a sus pupilos de forma acusadora.

—¡Me estorban! Tengo una misión importante, ellos se han ofrecido, pero no saben nada.

—Despacio, porque me he perdido en la conversación —Kyojuro levantó sus manos— ¿Qué misión y qué necesitas de mis pupilos?

—Infiltración al Distrito Rojo.

—¿Ha pasado algo?

—Todavía no lo sé, por eso requiero de espías, pero estos pelmazos no quisieron que tomara a las chicas y ahora dicen que no saben qué hacer.

—¡Eso lo dijo Tanjiro! —acusó Inosuke.

—Calma todos. Bien, irán con Uzui al Distrito Rojo y harán lo que él les orden ¿entendido?

—¡Sí, Maestro!

—¿Necesitas de mi ayuda?

—Estoy bien, gracias —el Omega lo miró, estaba mintiéndole a todas luces, pero no lo evidenció frente a los cachorros— Me los llevaré, ¡andando mocosos, no tengo todo el día!

—¡Ya vamos! ¡Regresaremos, Maestro!

Con una última mirada algo pícara de Tengen, este se marchó a toda prisa, los chicos salieron despavoridos tras él porque casi voló. Kyojuro solo negó, dejaría que se adelantaran antes de alcanzarlos, había detectado nerviosismo en la voz del otro Hashira, alguna de sus esposas estaba en peligro o no usaría semejantes recursos cuando prefería hacer las cosas solo. Tenía que estar alerta y cerca por si alguna de las Lunas Superiores aparecía, ya tenía idea de lo fuerte que podían ser. Una figura volvió a él, era Tanjiro quien regresó jadeando por la carrera, haciéndole una reverencia.

—¡Lo olvidaba! No quería despedirme sin antes decirle que no se preocupe, Maestro, no lo defraudaré.

—Sé que no lo harás, Tanjiro.

—Yo protegeré a su Omega, se lo prometo.

Rengoku se quedó boquiabierto, observando al descarado cachorro partir a toda prisa gritándole a sus amigos para que lo esperaran. Senjuro tenía razón, ese niño no era solamente el hijo de una familia de carboneros, si su Danza del Dios del Fuego ya lo había impresionado, que tuviera el cinismo de afirmar que Tengen era su Omega porque sabrán los dioses cómo es que detectó cierto Vínculo recién formado entre ellos, solo indicaba que era un Alfa cuya fuerza prometía ser extraordinaria. Se cruzó de brazos, haciéndose el ofendido antes de carcajearse, eso sin duda acababa de ser una lección para él.

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