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Navidad. La mejor festividad del año junto a Halloween. Una época única que se celebra en todas partes del mundo y donde las familias se reunen para pasar un hermoso momento que recordarán por siempre.
Y es que, ¿Acaso está festividad puede ser más perfecta? Recibir regalos, comer comida deliciosa, escuchar las anécdotas de tus abuelitos acerca de hechos increíbles que siempre te dejarán con la boca abierta, mientras tu tío se embriaga y baila de una manera que te hace reír hasta doler las mejillas.
Todo suena muy lindo.
Pero hay un detalle acerca de la navidad que puede ser estresante para unos y un infierno para otros: Compras navideñas.
El lado oscuro de las épocas navideñas, es que aquella bonita festividad requiere mucha preparación; que si el árbol de navidad, que si la ropa, que si los regalos, que si la comida. De solo pensar en gastar dinero, el "espíritu navideño" desaparece de cientos de personas y pasan a detestar la festividad con cada rincón de su cuerpo.
Trunks no era la excepción.
Aquel joven de dieciséis años yacía caminando con cientos de bolsas sobre sus brazos, que a este punto ya estaban tomando un color rojizo debido a la presión que todas las bolsas de plástico impartían sobre su piel, impidiéndole a la sangre circular correctamente.
El dinero no era ningún problema para él, claro que no.
¡Ir de compras con su madre era el problema!
-Trunks, ten cuidado con mis bolsas.-comentó la mujer, sonriendo con mucha felicidad mientras posaba sus manos sobre sus caderas.
-Si, mamá...-respondió entre dientes, aguantando las ganas de mandar todas esas bolsas al diablo e irse a casa.
Bulma sonrió, comenzando su recorrido en dirección a la sección de zapatos, dispuesta a demorar una hora en probarse tan solo un par tacones.
El pelilila suspiró por quinta vez en el día, no era justo, ¡Se supone que su padre debía venir también! En su lugar, el astuto pelinegro hizo un trato con la científica; él cuidaría a la pequeña Bra, mientras madre e hijo pasaban un "rato agradable", como él mismo dijo.
Por un momento, su mal humor desapareció al sentir una constante vibración en su bolsillo, lo más seguro es que se trataba de una llamada en su célular.
No podía contestar teniendo los brazos ocupados, miró a su madre con ojos suplicantes, a lo que está hizo un ademán con su mano, indicándole que tomara asiento sobre un pequeño sillón acolchado.
Movió sus labios pronunciando un "Gracias" que hizo sonreir a la adulta y se aproximó hacía el sillón antes de que otra persona tomara su lugar.
Dejó las bolsas sobre el suelo, dándole un corto descanso a sus pobres brazos y sacó el dispositivo de su bolsillo, a este punto ya tenía cinco llamadas perdidas de alguien que, con solo ver el nombre con el que lo tenía registrado, esbozó una gran sonrisa.
"Goten ❤"
Presionó el botón verde con su dedo pulgar, llevando el célular hasta su oreja.
-¿Hol...?-
-¡Truuuunks!-el otro chico exclamó alargando la "u", con una voz chillona que aturdió sus oídos. -¡¿Dónde estás?!-
Cualquiera que escuchara los gritos del menor, pensaría que estaba en peligro o que algo malo habia sucedido. Pero este no es el caso, Trunks sabía lo mucho que su mejor amigo adora gritar al momento de saludar a alguien.
-Estoy de compras con mamá.-rió un poco, su tono alegre siempre lograba ponerlo feliz. -¿Qué tal tú?-
-Estoy solo en casa, preparando galletas.-habló con todo el humor del mundo, tratando de concentrarse en su labor.
-Eso es genial, ¿Puedo acompañarte?-se levantó de su sitio de un salto.
-¿No se supone que estás con tu mamá?-
-Nah, las compras pueden esperar.-
-Uh, si es así, supongo que puedes.-rió un poco. -¡Te espero!-
Trunks dió por concluida la llamada al recibir la afirmación por parte de su amigo. Guardó el dispositivo nuevamente en su bolsillo y tomó su abrigo que yacía atado de las mangas alrededor de su cintura. Siempre hacía frio en épocas navideñas, por lo que debía tomar medidas si no quería morir congelado.
Buscó a su madre entre la multitud de mujeres que miraban fascinadas los zapatos que probablemente la mayoria no podrían comprar y al encontrarla distraida mirando unos que otros tacones, se dió media vuelta, dispuesto a irse cautelosamente antes de que la mayor siquiera notará su ausencia.
Luego recordó las bolsas, ¿Qué pasaría si alguien las roba? Bulma se volvería loca, y lo más seguro es que lo obligaría a comprar todo de nuevo. No quería eso, miró a su alrededor en busca de alguna idea, hasta que sus ojos azulinos se fijaron en un trabajador que yacía parado en una esquina haciendo nada.
-¡Oye tú!-se encaminó hacía él. El hombre saltó en su lugar al notar al chico corriendo en su dirección, pensando que lo acusaría con su jefe por distraerse en el trabajo. -Cuida todas esas bolsas.-dijó con una orden clara y directa, señalando la pila de bolsas con su dedo índice. Aunque al hombre le fastidió recibir ordenes de parte de un niño, no tuvo de otra más que asentir con la cabeza.
Con el problema de las bolsas ya resuelto, Brief pudo salir tranquilamente de la tienda y emprender vuelo rumbo a la casa de su amigo.
-¡Finalmente llegas!-exclamó el menor en cuanto lo vio. -Adelante, adelante.-se hizo a un lado de la puerta, dándole espacio al contrario.
-Gracias, me siento en un congelador.-se abrazó a si mismo en lo que el quinceañero cerraba la puerta.
-Te acostumbrarás.-soltó una ligera risilla. -Cuando te acostumbras, ya ni lo sientes.-
-Eso espero.-el menor se acercó para tomar su abrigo, a lo que el pelilila se lo impidió. -Quiero quedarme abrigado, gracias.-
Apesar de las afirmaciones de Goten, no confiaba plenamente en la idea de "acostumbrarse" al frio, prefería mil veces derretirse en tiempos de verano.
Claro, es fácil decirlo para alguien que tiene un parque acuático en el patio de su casa.
-Como quieras.-el pelinegro se dio la vuelta, regresando a la cocina dispuesto a terminar su tarea.
Trunks le siguió en silencio, mirando con cierto asombro las decoraciones navideñas; todo parecía brillante, los colores rojo y verde se hacían notar por doquier y el árbol de navidad tenía pequeños muñequitos de cada miembro de la familia Son como adorno. Era hermoso, no iba a negarlo, sin duda le habían puesto empeño a decorar ese año.
Sus pasos se dirigieron al árbol de pino, descolgando de una de las ramas el muñeco en forma de su amigo. Realmente se parecía a él, incluso imitaba la ropa que el chico siempre lleva puesta, al igual que su cabello alborotado y los ojos de botones, la mejor parte para él, ya que imitaba aquellos ojos azabaches brillantes a la perfección.
-Videl lo hizo.-saltó en su lugar al escuchar la voz de su amigo a sus espaldas, él era muy bueno en aparecer de la nada sin que nadie note su presencia. -¿Te gusta?-preguntó, refiriéndose al muñeco.
-Si...-volvió a colgar la decoración en el árbol. -Es... muy lindo.-
Goten sonrió con gentileza, volviendo nuevamente a la cocina seguido de Trunks, quien prometió no volver a distraerse.
-¿Qué tipo de galletas estás preparando?-tomó asiento en una de las sillas del comedor, colocando sus codos sobre la mesa.
-Galletas de jengibre.-se colocó un mandil para proteger su ropa de posibles manchas en el proceso de preparar aquel postre, le hizo un moño por detrás para que no se cayera en su movimiento.
Trunks observó con diversión el mandil con estampado de fresas, probablemente le pertenecía a la progenitora del joven, pero le hacía bastante gracia que él lo lleve puesto.
-¡Trunks!-
Despertó de su pequeño trance al ser nombrado, dirigiendo su mirada anteriormente perdida hacia Goten, quien le miraba con el ceño fruncido.
-¿Qué?-
-¿No estás escuchándome?-cuestionó, amasando un poco la mezcla con sus manos.
-Eh, no... estaba pensando en algo.-
La conversación habría terminado allí, pero de pronto el menor soltó una pregunta, de esas que siempre logran incomodarlo y hacerlo temblar ligeramente:
-¿Estás pensando en tu ex novia?-
-¿Qué? ¿Cuál ex novia?-interrogó desubicado. Es cierto que en ocasiones le gusta salir con chicas para matar el tiempo, pero nunca ha sido nada serio; según Bulma, "aún era demasiado joven para tener novia", pero todos sabemos que son simples celos de madre.
-Mai.-elevó una ceja con cierta confusión, ¿Acaso no se acordaba de la chica que alguna vez "amó"?
-Vive en tu casa, ustedes deben pasar mucho tiempo juntos.-
-Ah... ella.-desvió la mirada, recordando aquel cumpleaños de su madre en el que le mintió a su mejor amigo diciéndole que la niña pelinegra era su novia, simplemente para impresionarlo...
O tal vez para darle celos.
-¿Cómo fue tu relación con ella?-pasó su brazo por su rostro, ensuciandose un poco con la mezcla de harina.
-Fue... extraña.-ladeó su cabeza ligeramente, recordando como en ocasiones tenía la sensación de que la pelinegra conspiraba en su contra. -No daré detalles.-aclaró en cuanto el menor le miró con curiosidad.
Este mismo hizo un puchero, volviendo a sus asuntos y tomando una base para darle forma a las galletas, dando por finalizada la plática.
No habían pasado ni diez segundos de estar en completo silencio, cuando el aburrimiento azotó al joven pelilila. Infló un poco sus mejillas en señal de molestia, odiaba no tener nada que hacer, hasta que escuchó al otro joven quejarse, logrando que sus orbes azulados se posaran sobre él.
Estaba teniendo unos cuantos problemas con la masa, la cual estaba muy pegajosa y se pegaba a sus manos, haciéndole imposible la tarea de darles forma.
Trunks no era bueno en la reposteria, pero podría ayudarlo.
-Espera un momento, Goten.-
Se levantó de su lugar, encaminándose tranquilamente hacia su amigo, quien se dio la vuelta al escuchar su llamado.
Sin más, las manos de Brief se posaron sobre sus caderas, abrazándolo con todo el descaro posible y sin disimular ni un poco sus "intenciones".
-Déjame ayudarte.-sonrió con serenidad, a sabiendas de lo que podía provocar.
Goten lo pensó un momento, tenía conocimiento de lo pésimo que era el contrario en hacer todo lo que implica usar la estufa, temía que pudiese ocurrir un desastre, pero... aquella sonrisa que adornaba su bello rostro no le dejaba pensar con claridad, se sentía sumido en un estado de trance con solo verlo de reojo, enrojeciéndose de la vergüenza.
Entonces, dio la respuesta que su corazón le rogaba salir de sus labios.
-Está bien.-
Ya se sentía como una estúpida muchachita enamorada al caer en la sucia trampa de Brief.
Este último rió al verlo rodar los ojos con fastidio, tomó la base de galletas y comenzó a presionarla contra la masa hasta conseguir la figura que quería.
Nuevamente ambos estaban en silencio, como si no tuviesen tema de conversación, cuando en realidad está era la primera vez en meses que podían convivir juntos sin alguna otra intención relacionada a sus familias o alguna responsabilidad.
Ciertamente tenían mucho de que hablar, pero ambos estaban tan avergonzados, que ninguno se atrevía a dar el primer paso.
Al menos eso era lo que Trunks pensaba, de vez en cuando miraba de reojo a su amigo, comprobando que este mismo parecía ocupado en su deber, sin intenciones de romper el silencio.
Bufó. Como siempre, él debía ser el valiente y tomar el riesgo antes que el pelinegro.
Goten colocó una hoja de hornear sobre la bandeja, para que "se calienten mejor" según su madre, segundos después colocó las galletas ya listas y se puso unos guantes de seda, encaminándose al horno para terminar con aquello de una buena vez.
Se giró hacia su amigo una vez hecho su cometido.
-Trunks, recuerdame sacar las galletas en exactamente quince minutos, ni un minuto más ni menos.-indicó con toda seguridad, recordando las ordenes de su madre.
-Seguro.-
Aprovechó el momento de distracción que tuvo el pelinegro para acercarse sin que este lo notase. De un momento a otro, ambas respiraciones se juntaron, al igual que las miradas llenas de emoción y vergüenza de los jóvenes, que por mucho tiempo esperaron ansiosos ese momento.
Su primer beso no había sido nada de que presumir, fue tan tímido e inocente como cualquiera esperaría de una primera muestra de amor entre dos jóvenes sin experiencia, y que encima uno de ellos no tenía mucho conocimiento de las relaciones amorosas debido a que sus padres son muy temerosos como para hablar algo como eso sin sonrojarse, cambiar de tema o, en el peor de los casos, saltar por la ventana.
Teniendo todo esto en cuenta, Trunks había decidido que, la próxima vez que se besaran, sería mucho mejor que la anterior. Se tomó el tiempo de investigar, ver tutoriales para dar el "beso perfecto", e incluso prácticar usando una naranja.
Todo eso por él.
Por su novio.
Soltó un corto suspiro, pensó que sería fácil, pero llegado el tan esperado momento, los nervios parecían estarselo comiendo. Sabía que Goten lo seguiría queriendo con o sin un beso, pero quería ser suficiente para él, dejarlo completamente loco con un solo beso y por primera vez en su vida, amar a alguien que no sea él mismo.
El alma pareció regresarle al cuerpo en cuanto sintió las frias manos del otro chico posarse sobre sus mejillas con suavidad, acercando aún más ambos rostros, a tal punto que incluso sus pestañas se habían juntado.
-Puedes...-empezó hablando, con su rostro totalmente rojo, similar a un tomate. -P-puedes hacerlo.-
Aquellas palabras fueron luz verde para que el pelilila hiciera su cometido, apartando sus nervios y llenándose de valor para cortar la poca distancia que había entre ellos.
Finalmente sus labios se tocaron con suavidad. El corazón de Trunks le martilleaba en el pecho y, casi podía sentir el de Goten contra sus dedos, mientras se aferraba a su camisa.
Son sentía que le iba a dar un infarto y que iba a morir allí mismo. Después de tantas noches soñando con aquello, finalmente estaba sucediendo, no fue para nada como se lo imaginó, pero por fin estaba pasando.
No pudo sentirse más feliz cuando sintió los suaves y cortos besos que Trunks dejaba sobre sus labios con ternura. Él nunca se caracterizo por ser alguien cariñoso, le costaba mucho demostrar sus sentimientos, sin duda era digno de ser llamado hijo de Vegeta; pero ahora, si que se estaba luciendo, demostrando una parte de él que Goten desconocía totalmente hasta ese momento.
Sentía mariposas en el estómago que lo impulsaron a aferrarse más al mayor para experimentar aún más con sus labios, apretando sus puños detrás del cuello del ajeno, arrugando un poco su abrigo en el proceso.
Todo era demasiado alucinante, ambos estaban de acuerdo al pensar que aquella escena estaba sacada directamente de algún estúpido cuento de princesas donde Son y Brief eran los protagonistas.
Pero claro, las cosas buenas no duran para siempre. Claro que no.
Un olor peculiar inundó las fosas nasales de ambos, trayendo como consecuencia que los dos híbridos abran sus ojos casi al mismo tiempo y se separen con la cara roja y sus respiraciones agitadas.
Sus cerebros aún no procesaban muy bien lo ocurrido hace unos momentos, por lo que les costó un poco asimilar que...
Olía a quemado.
¿Cuanto tiempo estuvieron sumidos en su mundo de fantasia?
La respuesta vino a ellos en cuanto vieron el reloj de pared que yacía en la estancia: treinta minutos.
Goten soltó un chillido temeroso, saliendo disparado en dirección al horno. Del miedo que se apoderó repentinamente de él, olvido colocarse los guantes de cocina y, en consecuencia, sus manos se quemaron al momento de querer abrir la pequeña compuerta que lo separaba de las galletas.
Soltó un quejido de dolor, mirando las palmas de sus manos que ahora se habían tornado rojas por las quemaduras.
-¿Estás bien?-el otro chico se aproximó poco después, siendo ignorado por el menor, quien ya se había puesto los guantes, revelando las famosas galletas navideñas.
Ni siquiera parecía galletas navideñas, más bien parecían un montón de carbones sobre una bandeja.
Ninguno pudó disimular la impresión y el asco que les produció ver aquello, y Trunks sabía que la madre del pelinegro lo mataría de saber que la única tarea que le ordenó para tener una navidad perfecta, habia sido estropeada.
Posó su mano sobre su hombro, acariciando un poco dicho lugar.
-Podemos... preparar otras galletas.-trató de sonar optimista, con una sonrisa encantadora que está vez no tuvo efecto en el pelinegro.
-E-eran los únicos ingredientes que quedaban... y ya no hay tiempo, mamá y papá llegarán pronto.-sonó asustado, y con justa razón, su madre era capaz de mucho cuando estaba enfadada, y de solo pensar en el castigo que le esperaba, sentía como el sudor bajaba de su frente a gran velocidad apesar de estar en época de invierno.
El contrario desvió la mirada, de cierta forma también era su culpa, así que debía encontrar alguna solución si no quería quedarse sin pareja.
Sacó su célular de su bolsillo, dispuesto a preguntarle a su madre si podía ordenar unas galletas de último momento.
Pero, no contaría con que el peor de los infiernos también se aproximaba para él.
Goten dirigió su mirada aterrada hacia su novio en cuanto sintió que el contrario llevaba rato sin decir o hacer nada, encontrándose con una espantosa expresión de horror en su rostro.
-¿Qué... qué pasa?-
Una vez terminó su pregunta, el mayor le mostró con la mano temblante su teléfono, donde Goten pudo ver la razón de su repentino estado de terror.
[50 mensajes nuevos de "Mamá 💕"]
[20 llamadas perdidas de "Mamá 💕"
[5 llamadas perdidas de "Papá 😎"]
[1 llamada perdida de "Bra ✨"]
Es cierto, Trunks habia dejado plantada a Bulma.
No tenía idea de cual de los dos estaba más acabado, pero algo era seguro: Una Milk y una Bulma enojadas, son mil veces peor que todos los dioses de la destrucción juntos.
Escapar no tenía ningún caso, ambos lo sabían, esas dos los buscarían hasta por debajo de las piedras y los encontrarían sin importar cuanto huyan o se escondan como un par de escurridizas cucarachas.
No quedaba de otra más que resignarse al castigo que se les aproximaba.
Aquella sin duda sería una navidad para recordar, pero no de buena manera.
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