Profecías caóticas (3-1)
Tras haber escapado de aquella emboscada, el Elsior continuaba navegando por el sistema Lanza. A pesar de que no habían tenido problemas desde la última batalla, Takuto no veía la hora de que llegaran al siguiente punto donde podrían iniciar el Chrono Drive, y con eso tener algo de tranquilidad sabiendo que no podrían ser emboscados por el enemigo en ese tiempo. Finalmente, tras mucho aburrimiento, decidió pedir un reporte de estado para romper un poco el silencio en el puente.
– La ruta está despejada, y los obstáculos gravitatorios se encuentran dentro del rango de tolerancia. – dijo Coco. – Por ahora, seguimos en navegación normal.
– Entendido. – respondió Takuto. – Uff, un poco de paz y tranquilidad nos vendría bien.
– Eso dilo después de que la guerra haya terminado. – le regañó Lester. Takuto rodó los ojos en respuesta. ¿Por qué Lester nunca podía relajarse un poco?
– Ya van dos días desde la última batalla... – dijo Almo. – Es lo más que hemos podido relajarnos desde que el Comodoro Luft se fue.
– Bueno, no hay de qué preocuparse. Su nuevo comandante estará a la altura, tenlo por seguro. – se jactó Takuto. Almo pareció hacer una mueca incómoda y asentía algo reacia.
– Aunque sea efímera, esta paz que estamos disfrutando es gracias al Comodoro Luft. – dijo Lester cruzándose de brazos. – Me pregunto... ¿qué habrá sucedido con él?
– ¿No dijo que no planeaba echar su vida por la borda? – replicó Takuto. – Estoy seguro de que se encuentra bien.
– Supongo... – Lester se encogió de hombros. – La verdad yo tampoco creo que se deje matar tan fácilmente por la flota de Eonia.
– Por los movimientos actuales de la flota de Eonia, no hay indicios de que nos hayan detectado. – señaló Coco.
– ¿Lo ven? – sonrió Takuto. – Entonces no tenemos nada de qué preocuparnos.
– Sin embargo, la información que hemos recolectado no necesariamente es precisa. – continuó la operadora de radar. – No podemos bajar la guardia todavía.
– Bueno, cuando entremos en el Chrono Drive, no tendremos que preocuparnos por que nos ataquen. – dijo Takuto tratando de mantenerse relajado. – Preferiría que lleguemos a Rhome con la menor cantidad de incidentes posible.
– Con suerte, todo irá bien. – dijo Lester. – ¿Cuánto falta para el siguiente Chrono Drive?
– Deberíamos estar llegando a la posición designada en cincuenta minutos. – respondió Almo.
– Entendido. Takuto, estás libre hasta entonces. – dijo Lester. – Yo puedo hacerme cargo de todo hasta que entremos en Chrono Drive.
– Gracias. – Takuto se levantó de la silla y se estiró un poco. – Hmm, en ese caso, me tomaré un pequeño descanso mientras tanto. Si me disculpan...
– Un momento. – Lester le puso la mano en el hombro cuando se disponía a salir del puente. – Sólo para que quede claro, puede que estés descansando, pero técnicamente sigues de servicio. Así que mantente alerta por si algo sucede y tienes que volver aquí.
– Sí, sí, ya entendí. – respondió el comandante. – A todo esto, ¿sabes en dónde está la Brigada Angel?
– De camino aquí, las vi en el salón de té. – respondió Lester. – No sé qué estaba pasando, pero todas parecían muy emocionadas por alguna razón.
– Entendido. En ese caso me pasaré por allí.
– Por favor hazlo. – Lester volvió a cruzarse de brazos y se giró para ver de nuevo por los ventanales del puente. – Yo jamás entenderé ese tipo de atmósfera.
– Estricto como siempre, ¿no, Lester? Por favor sigue manteniendo esa actitud mientras estés a cargo. – bromeó Takuto. – Bueno, ya me voy.
Y con eso se fue del puente, dirigiéndose al elevador para luego ir al otro bloque. A pesar de haber pasado sólo unos pocos días, por fin había logrado aprenderse la estructura de la nave y ya no se perdía cuando quería ir a un lugar en específico. Lo cuál era muy útil considerando que uno de sus deberes cuando estaba fuera de batalla era patrullar los corredores y supervisar al resto del personal para asegurarse que cumplían con sus actividades.
Ya llegado al salón de té, tal como le dijo Lester la Brigada Angel se encontraba allí, murmurando entre ellas y sonando a que estaban divirtiéndose mucho. A excepción de Vanilla que se encontraba ausente, estaban todas sentadas alrededor de su mesa habitual, así que fue a acercarse para ver qué hacían.
– Muy bien, ahora es mi turno. – decía Milfie emocionada.
– Hola, ¿qué están haciendo? – las saludó. Milfie de inmediato se volteó a verlo.
– Ah, Takuto-san. Ranpha está chequeando nuestros horóscopos en esta revista.
Efectivamente, Ranpha tenía una revista digital en la mano y la miraba con muchísimo interés. Takuto se puso detrás de la rubia para espiar un poco, y notó que le parecía un poco a la que le vio el otro día cuando se encontró con ella y con Forte en el salón de los elevadores.
– A ver... La guía de Madame... – No supo pronunciar el nombre, así que se lo salteó. – ¿"El camino hacia un futuro brillante"?
– Es increíblemente precisa. – comentó Forte. Esto le extrañó un poco, ya que según recordaba la pelirroja parecía algo escéptica con eso de la fortuna el otro día, pero quizás había reconsiderado sus opiniones.
– Por supuesto que lo es. – dijo Ranpha con orgullo. – Es la guía de Madame Guapre para leer la fortuna, después de todo.
– Madame Gua... ¿quién? – preguntó Takuto. Así que así se pronunciaba el nombre de la adivina.
– ¡Madame Guapre! – repitió Ranpha molesta. – ¿No me digas que no la conoces? Es la mejor adivina de todo el imperio, con una precisión del 99%.
– La revista que compré era una edición especial sobre fortunas. – dijo Milfie.
– Ranpha-san investigó sobre cómo hacer predicciones, así que ha estado contándonos a todas nuestras fortunas. – agregó Mint.
– Hmm... ya veo. – dijo Takuto intrigado. – A todo esto, ¿Vanilla no está con ustedes?
– Vanilla-san está ayudando en la enfermería. – dijo Mint. – Forte-san y yo ya tuvimos nuestras lecturas, así que ahora le toca a Milfie-san.
– Bien, Milfie, chequearé la tuya. – dijo Ranpha, levantando la revista de nuevo. – Tu constelación es Libra, ¿correcto?
– ¡Sip! – replicó la pelirrosa, todavía muy alegre y emocionada.
– ¿Y tu pasatiempo es cocinar?
– Bueno, supongo que sí lo es.
– Y tu comida favorita... – Ranpha se puso pensativa. – Bueno, conociéndote debes estar pensando en algo dulce, ¿no?
– Hmm... supongo que me gustan las crepas, y el helado, y también...
– Una vez que empiezas, no vas a parar. – la detuvo Ranpha. – Bastará con decir dulces.
– Tengo la sensación de que ya sabías todo eso de Milfie, ¿no Ranpha? – comentó Takuto. Parecía que la rubia conocía bastante bien de antemano toda esa información de la pelirrosa.
– Ranpha-san y Milfie-san son especialmente cercanas. Ellas ya se conocían incluso desde antes de unirse a la Brigada Angel. – explicó Mint.
Takuto asintió. Así que ya debían de ser amigas desde hacía mucho tiempo. Aunque al comandante le dio la impresión de que Ranpha siempre andaba molestándose con Milfie por algo, ya fuese porque a veces la pelirrosa fuese un poco lenta para entender las cosas, o algún desastre ocasionado por su suerte. De cualquier manera, Ranpha empezó a deslizar los dedos por la pantalla de la revista, seguramente para introducir los datos.
– Hm, hm, esto va aquí, y esto acá... lo que significa...
– ¡Qué emocionante! – exclamó Milfie con estrellitas en los ojos.
– ¡Oh, ¿qué es esto?! – dijo Ranpha con expresión de asombro. – ¡No lo puedo creer!
– ¿Cuáles son los resultados? – preguntó Mint intrigada.
– Ranpha, date prisa y dínoslo. – agregó Forte. – No nos tengas en suspenso que eso me preocupa.
– Hey, hey, ¿qué dice? ¡Déjame ver! – Milfie se paró de su asiento para ponerse detrás de Ranpha y observarlo. Su sonrisa inmediatamente fue reemplazada por una mueca de preocupación. – No, no puede ser... "Vas a morir mañana, así que prepara tu testamento". ¡Nooo, eso no puede ser!
– Vamos, Milfie, cálmate. ¿Quién haría una predicción como esa? – dijo Takuto tratando de tranquilizarla. Tenía el presentimiento de que Ranpha sólo lo hizo para molestarla, y así fue, pues casi de inmediato se rio de ella por su rostro asustado.
– *Ejem*, perdón, ahora sí va en serio. – dijo la rubia. – Aquí vamos. Para este Libra...
– ¿Sí, sí? – dijo Milfie, ya un poco más tranquila pero todavía lloriqueando por el susto.
– Hmm... Tendrás la peor suerte con el sexo opuesto. – leyó Ranpha. Milfie soltó un chillido en respuesta y Ranpha prosiguió. – Alguien que te desagrada te causará muchos problemas. Ten mucho cuidado especialmente con un encuentro inesperado. Eso es todo.
– Wow. Eso suena como una predicción bastante intensa. – dijo Forte.
– ¡Gaaaahh! Quizás un poco impactante. – dijo Milfie.
Takuto miró a la pelirrosa, y al ver su rostro preocupado, decidió que quizás fuese mejor tratar de desviar el tema, aunque fuese para calmarla un poco. Él no era tan aficionado a esto, pero quizás entrarle un poco serviría para aliviar la tensión.
– Oye, Ranpha, ¿qué tal si me lees mi fortuna? – le dijo.
– Muy bien. No creí que te interesarían este tipo de cosas. – dijo la rubia con una gran sonrisa.
– Bueno, sólo un poco. – dijo él, rascándose detrás de la cabeza. – Bien, mi constelación es Aries.
– Entendido, déjame buscarla. – dijo Ranpha. – Ahora, ¿tu pasatiempo y comida favoritos?
– Mi comida favorita son las tortillas. Y de pasatiempos... supongo que dormir la siesta. – admitió él sin mucho reparo. También le gustaban los juegos de mesa como el ajedrez de vez en cuando, pero no sabía si eso entraría en una revista de ese tipo. Aunque eso pareció tener el efecto deseado en Milfie, ya que se rio cuando lo dijo.
– Jajaja, eso suena como tú, Takuto-san.
– Dormir la siesta no es una opción. – dijo Ranpha. – Bueno, lo más cercano es "relajarte en tu cuarto". Ahora, veamos los resultados...
Hizo una pausa extendida, quizás para efecto dramático o sólo para ponerlo impaciente. Tras unos segundos, Ranpha procedió a leer, sonriendo con cierta satisfacción.
– Un malentendido con alguien de otro signo. Cuida tus acciones y te ganarás su corazón. Eso es lo que dice.
– ¿Cuidar tu comportamiento para mejorar las cosas? – preguntó Forte extrañada. – ¿Eso no suena contradictorio?
– A mí más me preocupa lo de "ganarme su corazón". – comentó Takuto. – Esta es una revista para mujeres, ¿verdad?
– Pues es obvio, ¿qué esperabas? – replicó Ranpha. Las otras Angels se rieron por lo bajo ante lo tonta que sonó la pregunta, pero afortunadamente Forte decidió desviar el tema de inmediato.
– De acuerdo, Ranpha, ahora es tu turno. – dijo la pelirroja.
– Si recibes peor suerte que Milfie-san, estaremos en problemas. – bromeó Mint.
– Ja, yo no nací bajo una estrella rara como Milfie. – dijo Ranpha. – Seguro que tendré la mejor fortuna, ya verán. Muy bien, signo Leo, mi comida favorita son las cosas picantes, y mi pasatiempo es leer la fortuna... ¿eh?
Después de insertar los datos, Ranpha dejó de sonreír y de repente se quedó congelada. De hecho, por un momento a Takuto le pareció que su cara perdía el color. Milfie y Mint trataron de asomarse para ver, pero Ranpha no las dejó y trató de alejar la revista de su mano. ¿Tendría mala suerte?
– ¡Déjanos ver, Ranpha, no seas mala! – pedía Milfie, pero Ranpha la empujaba con el brazo para mantenerla a raya. Mientras estaba distraída, Forte se le coló por detrás y le quitó la revista.
– Si te vas a poner así, yo la leeré por ti.
– ¡Ah, Forte-san, espera! – exclamó la rubia, pero esta vez fue la pelirroja la que la alejó con el brazo mientras sujetaba la revista con la otra. Forte tenía la ventaja en estatura por lo que se le hizo mucho más fácil contener a Ranpha de lo que a ella se le hizo con Milfie.
– ¿Qué es esto? "En este momento los vientos de tu destino están cambiando. Te volverás muy cercana con alguien inesperado del sexo opuesto en un lugar inusual. No hay forma de detenerlo...". Es lo que dice. Jajaja, creo que es una muy buena fortuna.
– ¡Wow, sorprendente! – exclamó Milfie emocionada. – ¡Felicidades, Ranpha! ¡Esa fortuna suena increíble!
– Oye, tú no me hables de buenas fortunas, digo. – dijo Ranpha. Ahora en vez de estar pálida, Takuto se percató de que estaba... ¿sonrojada?
– Pero ¿quién podrá ser esa persona inesperada del sexo opuesto? – preguntó Milfie.
– Si estamos hablando de los hombres en la tripulación del Elsior, no hay muchos... – dijo Forte pensativa y llevándose la mano al mentón. Takuto podría jurar que desvió los ojos hacia la esquina y lo estaba mirando a él. – Ah, me pregunto si será...
– Hey, ¿a mí por qué me miras? – preguntó Takuto. Forte sólo intensificó su mirada y sonrió, mientras que Mint se llevó la mano a la boca para disimular pobremente una risita pícara, mientras sus orejas telepáticas se agitaban.
– Me pregunto si la persona inesperada del sexo opuesto podría ser Takuto-san...
– ¿Eh? ¡¿D-de qué están hablando ustedes?! – exclamó Ranpha frenéticamente. – ¡No hay forma de que pueda ser él! ¡Tendría que ser alguien mucho, muuuuuucho mejor!
– ¿Alguien como yo...? – Takuto no pudo evitar sentirse un poco herido por ese comentario. Sabía que de buenas a primeras no le había caído bien a Ranpha en su primer encuentro, y aunque pudo probarle sus credenciales como comandante en batalla, parecía ser que todavía no le tenía en muy alta estima.
– ... C-claro, no puedes ser tú. – insistió, aunque Takuto podría haber jurado que le vio todavía un cierto tinte rojo en las mejillas. – Definitivamente no...
– ¿Qué sucede, Ranpha? – preguntó Forte burlonamente. – ¿Acaso hay algo malo con la apariencia del Sr. Comandante?
– ¿Eh? No, no realmente... – dijo la rubia, que parecía querer que la tierra se la tragara. – Ah, recuerdo que necesito hacer algo, ya me voy. ¡Nos vemos!
Y salió rápidamente del salón. Apenas lo hizo, las otras tres se rieron de ella, pero Takuto, sin entender mucho lo que estaba sucediendo, decidió ir a pedir un café y un pastel para tener una entrada antes de la hora del almuerzo. Cuando volvió a la mesa, todas las demás se habían marchado, y se dio cuenta que en la prisa habían dejado su revista digital en la mesa.
El joven comandante la cogió de nuevo, y se puso a deslizar hasta encontrar la sección de los horóscopos. No entendió del todo la parte de predecir la fortuna que Ranpha estaba usando antes, pero no pudo evitar pensar en la mirada que le echó Ranpha cuando las demás Angels sugirieron que él podría ser esa persona con quien ella.
– Pero si es verdad lo que dice de esa Madam... como se llame, que tiene 99% de aciertos, ¿qué tal si realmente fuera yo?
Por supuesto, era cierto que él no era el único hombre a bordo del Elsior, aunque hubiese pocos. Estaba el tendero, Kuromie en la sala de la ballena, y por supuesto Lester. Este último era con quien más interactuaba la Brigada Angel, descontándose obviamente a sí mismo, y en la academia él había sido bastante popular entre las mujeres, aunque nunca le importó o quizás no se daba cuenta. Y Takuto admitía estar un poco celoso de eso.
Después de terminarse el café el pastel, decidió irse a la tienda de conveniencia por un rato. Ver la revista que dejaron las chicas le hizo recordar que allí tenían catálogos de compras, así que pensó en ver qué cosas podría ordenar una vez que hubiesen terminado con la misión.
Sin embargo, al entrar vio que había alguien más, inmersa en la lectura de su propia revista, tanto que no se percató de su presencia hasta que se le acercó.
– Hey, Mint.
– ¡Oh, Takuto-san! D-discúlpame, no noté que habías entrado. – se disculpó cortésmente.
– Hmm, parecías muy absorbida en esa revista, ¿no? – comentó él. – ¿Qué estabas leyendo?
– Oh, es el "Club Mensual de los Dulces". – dijo Mint. – Siempre compro esta revista y me quedo atrapada leyéndola.
– Ya veo, suena muy apropiado para ti. – dijo Takuto, recordando el gusto que tenía la peliazul por los dulces en general. – Pensé que estarías leyendo más sobre leer la fortuna y esas cosas.
– Jejeje, a veces tomo prestados algunos libros sobre eso de Ranpha-san. – confesó Mint con una gran sonrisa.
– Así que ¿sí te gusta leer la fortuna después de todo?
– No tanto como a Ranpha-san, a decir verdad. En vez de eso, me gusta leerlo como un método para comprender la psicología humana.
Takuto levantó las cejas. No creía entenderlo del todo, pero sonaba bastante interesante visto desde esa perspectiva, si era honesto. Mint entonces prosiguió:
– Por cierto, Takuto-san. ¿Quieres intentar leer tu fortuna con dulces como lo sugiere esta revista?
– ¿Se puede leer la fortuna con dulces? – preguntó él. Eso no se lo esperaba. Había oído de leer la fortuna con cartas, hojas del té, o la palma de la mano, pero eso de los dulces era nuevo para él.
– Claro. Acompáñame por aquí.
Intrigado, Takuto siguió a Mint hacia donde estaba una máquina dispensadora de caramelos masticables, de esas que había que insertarles una moneda y girar la palanca para dejarlos salir, y con un enorme frasco transparente del tamaño de una pecera llena de dulces hasta el tope.
Pero, ¿de verdad se podía leer la fortuna con ella?
– Y... ¿qué hacemos ahora? – preguntó él.
– Es muy sencillo. Mientras imaginas a alguien en quien estás interesado, gira la palanca. El color del caramelo que salga te dirá si tus sentimientos han alcanzado a esa persona. – dijo Mint.
– Hmm... bueno, la fortuna se lee de muchas formas. – dijo Takuto cogiendo la palanca y preparándose para girarla. – Así que, debe ser alguien en quien estoy interesado...
– Sí, sólo necesitas pensarlo y darle vuelta a la palanca. – dijo Mint sin dejar de sonreír.
Y fue entonces que Takuto se percató de algo. Parecía que Mint estaba tratando de contener una risita, y sus orejas telepáticas estaban levantándose ligeramente. Un momento... ¿telepáticas?
– Espera un minuto... si pienso en eso... ¿no estarás leyendo mi mente cuando lo haga? – cuestionó Takuto, mirándola con los ojos en rendijas.
– ¿Oh, te diste cuenta? – se rio Mint. – Tal como esperaba de ti, jejeje.
– Me lo suponía. ¿Estabas burlándote de mí? – inquirió el comandante en tono muy serio. Mint simplemente se encogió de hombros.
– Bueno, no trataba de molestarte. Sólo estaba jugando. – dijo ella, sin perder la sonrisa ni por un momento.
Takuto se forzó a reír. No tenía el corazón para enojarse con Mint, ya que fue una bromita bastante inofensiva, aunque un poco indiscreta. Cuando se lo contó por primera vez, no se imaginó que ella fuese a utilizar su telepatía para algo como eso, viendo que su primera impresión fue la de una señorita educada y refinada. Por lo visto había mucho más en ella de lo que asumió inicialmente.
– Pero igualmente, me intriga saber ¿en quién ibas a pensar para probar la lectura de la fortuna?
– ¡E-en nadie! ¡No iba a pensar en nadie en particular! – exclamó él, y fue entonces que se percató de algo. Si trataba de NO pensar en algo, su mente iría directamente a pensar en ello, y Mint podría leerlo. – B-bueno, creo que es mejor que me vaya. ¡Nos vemos luego!
– ¡Que te vaya bien! – alcanzó a ver que Mint se despedía con la mano, todavía riéndose. – Y con esa persona también, quienquiera que sea.
Takuto no perdió ni un instante más. Lo estaba jalando por la nariz, metafóricamente hablando. Mejor tener cuidado con lo que pensaba en frente de Mint a partir de ahora, no quería que lo pillara teniendo pensamientos indiscretos o inapropiados.
Al ir por el corredor, el estómago empezó a gruñirle, y viendo que se acercaba la hora del almuerzo decidió ir por algo rápido a la cafetería. No había más nadie todavía, así que al menos se ahorraría un poco esperar en fila.
– Veamos, el menú de hoy tiene... ¿curry de keema y oden? – Este último llamó la atención de Takuto. Ese menú era bastante inusual para un menú de cafetería, pero sonaba bastante bien. No estaba tan hambriento como para ordenar todo el plato, pero quizás podría probarlo. – ¡Disculpe, quiero pedir un plato de oden, por favor!
– Un oden saliendo. ¡Aquí tiene, buen provecho! – La señora llegó al instante y se lo sirvió en una pequeña cajita. Era un paquete pequeño, pero bastaría para saciarlo.
Antes de ir a buscar un asiento, Takuto decidió examinarlo un poco. Realmente estaba muy caliente, y tenía rábano dentro del pastel de pescado. Se veía realmente apetitoso. Hora de comer.
– ¡Oh, eso se ve delicioso!
Una mano de repente se alargó hacia donde él estaba y cogió uno de los palillos. La persona en cuestión empezó a masticar con muchas ganas y a deleitarse antes que él.
– ¡Aah! ¡¿Forte?! ¡¿Cuándo llegaste aquí?! – exclamó él al ver a la pelirroja, que se estaba comiendo su palillo de oden con mucho gusto.
– Hmm, esto está *chomp*, definitivamente *chomp* buenísimo. – decía sin prestarle atención mientras masticaba. ¿Qué no le enseñaron a no hablar con la boca llena?
– Sí, bueno, la comida es la recompensa por el esfuerzo, ¿verdad? – dijo Takuto. – ¿Y qué hay de mí?
– Claro, entiendo perfectamente a lo que te refieres. – dijo Forte encogiéndose de hombros antes de coger otro palillo.
– No estoy tan seguro de eso. – replicó él. – ¡Y no te comas la comida de otros sin permiso!
– Ah, vamos, sólo una mordida. Y me quedo también con el rábano.
– ¡Hey, esa no fue una sola mordida! ¡Y mi pastel de pescado! – protestó, pero ya era demasiado tarde, pues desapareció en la boca de la pelirroja, sin que él pudiera hacer nada al respecto. – Forte, qué mala eres, ese era mi oden...
– Jajaja, lo siento. – se disculpó, rascándose detrás de la nuca. – No puedo evitarlo, es que me encanta el oden.
Takuto miró su cajita. Todavía quedaba un poco, y Forte lo veía como si todavía quisiera el resto pese a que se lo había comido casi todo ella sola. Ya no parecía tener mucho sentido que se lo comiera él, y de nuevo las palabras del Comodoro Luft sobre llevarse bien con la Brigada Angel vinieron a su cabeza.
– ¿Sabes qué? Por mí puedes acabártelo. – dijo tratando de contener las lágrimas mientras le pasaba la cajita.
– ¿Oh, en serio?
– Sí, no tengo tanta hambre de todos modos. – mintió él.
– ¿De verdad? Bueno, en ese caso no pienso contenerme. – dijo Forte cogiendo la cajita y terminando de comerse lo poco que quedaba. Por lo menos ella parecía estar contenta, si veía el lado positivo.
– Oye, si de verdad te gusta tanto deberías pedir un poco para ti. – dijo Takuto.
– Por supuesto que lo haré, a la hora de la comida. – respondió Forte. – Después de todo no sirven esto todos los días en el menú, ¿sabes?
– ¿Y no puedes comprarlo en la tienda de conveniencia? – preguntó Takuto. Ya sabía que allí vendían los ingredientes si preferías cocinar tu propia comida, como lo hizo Milfie cuando tuvieron el picnic de bienvenida. Forte chasqueó la lengua.
– El que venden en la tienda no le llega al que hacen aquí. – replicó. – El sabor no es el mismo.
– ¿En serio? – En eso, el estómago le gruñó, pues no había podido comer nada desde que pasó por el salón de té, y Forte acababa de devorarse su oden. – Diablos, todavía no he comido nada.
– ¿Qué? ¿Todavía no has comido? Bueno, en ese caso esta vez te invitaré. – dijo Forte.
– Invitarme, ¿de qué hablas? Pero si la comida de aquí es gratis. – señaló él.
– Por eso mismo, jajajaja. – Forte se rio con ganas. – Descuida, te lo pagaré algún día, te lo prometo.
Y sin decir más, la pelirroja le guiñó el ojo y fue a pedir otra cajita de oden para sí misma. Afortunadamente él también pudo pedir otro, pero cuando fueron a sentarse, Takuto sólo como precaución se colocó a dos asientos de distancia, sólo por si se le ocurría alargar la mano y robarle un poco de la suya cuando no estuviera mirando.
– "Nota personal, más vale comerme mi oden deprisa a partir de ahora, por si Forte está cerca." – pensó.
Mientras estaban comiendo, Vanilla también llegó a la cafetería. Forte la saludó y le dijo que viniera a sentarse con ellos, y tras ordenar, vino hacia su mesa, tomando asiento al lado de la pelirroja.
– Con permiso. – les dijo. – Forte-san, lo siento. No la encontré.
– ¿En serio? – replicó Forte. – Tch, que lástima, y con las ganas que tenía de saberla.
– ¿Saber qué? – preguntó Takuto. – ¿Qué estabas buscando, Vanilla?
– Ah, la revista que estábamos leyendo en el salón de té. – explicó la pelirroja. – Si recuerdas, Vanilla no tuvo oportunidad de que le leyeran su fortuna. Seguramente la recogerían los de la limpieza.
– ¿Hablan de esta revista? – Takuto se la sacó del bolsillo. – Disculpen, fui yo el que la recogió cuando la dejaron en el salón. Pensé en devolvérselas, pero se me había olvidado.
– Oh, gracias. – Forte la tomó. – Ahora sí podremos leerte la fortuna después de todo, Vanilla.
– Qué bien. – dijo la peliverde en su tono monocorde. – Pero mejor comamos primero.
Ninguno de los tres dijo más nada por el momento, y se terminaron sus almuerzos. A pesar de que Takuto se mantuvo alerta todo el tiempo, Forte no hizo ningún intento de robarle su porción de oden, y pudo terminárselo sin ningún problema. Realmente estaba bueno, así que comprendió por qué no pudo resistirse a coger el suyo cuando entró a la cafetería.
De nuevo, si ella se lo hubiera pedido, él con gusto se lo habría dado. No tenía que robárselo de esa forma, aunque le pareciera divertido.
...
Después de haber terminado el almuerzo, Takuto se fue a dar una vuelta por los corredores del Bloque C. Visitó brevemente a Milfie mientras estaba preparando algunos sándwiches para ir de picnic al parque galáctico, y aunque le dolió hacerlo tuvo que informarle que de momento el parque se encontraba cerrado ya que estaban reparando el sistema contra incendios, luego del incidente con la barbacoa. Aun así, la pelirrosa le ofreció algunos, y siendo él alguien que nunca desperdiciaba buena comida, los aceptó de buena gana, planeando comérselos después.
En ese momento pasó frente al cuarto de Ranpha, y aunque la puerta cerrada, pudo escucharla hablando consigo misma adentro. ¿Tendría algo que ver con lo que sucedió antes, que la hizo salir corriendo luego de leer su fortuna?
– ¡No puedo aceptar un resultado como ese! – decía. – ¿Quién querría a un tipo como él? ¡Tiene que haber alguien mucho mejor!
Sip, definitivamente así era. Todavía estaba preocupada por la predicción, y seguramente eso le estaba dando vueltas en la cabeza. Quizás él debería decir algo para tranquilizarla un poco, después de todo eso era también parte de su deber de mantenerla a ella y al resto de la Brigada Angel en óptimas condiciones.
– Hey, Ranpha. – dijo mientras tocaba su puerta. – ¿Tienes un momento?
– ¡¿Takuto?! ¿Qué estás haciendo aquí? – Sonaba a que se había sobresaltado al oírlo. No era una sorpresa, si en ese momento estaba hablando de él.
– Bueno, nada en particular. – dijo él. – No deberías gritar tanto, que te puedo escuchar desde aquí afuera.
Aunque la puerta estaba cerrada, pudo escucharla suspirar brevemente, antes de que decidiera salir. Estaba un poco ruborizada, lo cual era bastante obvio considerando que justo estaba hablando de él cuando apareció.
– ... Te escucharé por el momento. – dijo mientras evitaba mirarlo a los ojos. ¿Qué debería decirle, por dónde empezar? El asunto con ella venía obviamente de todo el rollo con la predicción, después de todo.
– Ranpha, ¿por qué te preocupas tanto por los resultados de tu fortuna? – le dijo finalmente. – Eso no te hará ningún bien, ¿no lo crees?
– ¿Tú qué sabes? – dijo ella. – ¡Las predicciones de Madame Guapre tienen un 99% de acierto! ¡Seguro tiene que haber alguien en esta nave con quien estoy destinada a juntarme!
– Um... bueno, supongo que esa es una forma muy excitante de verlo. – dijo él.
– ¡No es sólo que lo esté pensando, estoy segura de que así es! – La rubia se cruzó de brazos y se le puso tan cerca de la cara que lo obligó a retroceder un poco.
– Sí, sí, te entiendo. Entonces, ¿quién crees que sea?
– Si lo supiera no estaría preocupada. – admitió. – Si te lo pregunto a ti, ¿quién crees que podría ser?
Tratando de pensar en algo, quizás la mejor manera sería desviar la atención de sí mismo hacia alguien más. Takuto sabía que al menos de momento no le caía del todo bien a Ranpha, pero no era como si él fuese la única opción de un hombre con quien ella podría juntarse a bordo del Elsior.
Por un momento, se le ocurrió sugerir a Eonia a modo de broma, pero eso quedaba descartado viendo que naturalmente no estaba a bordo de la nave, además de que era su enemigo. Sin embargo, había alguien más que podría ser una opción viable. Mentalmente pidió perdón a su mejor amigo por lo que estaba a punto de decir.
– ¿Y qué me dices de Lester? – sugirió. – De todos los hombres en la nave, y descontándome a mí, es a quien más sueles ver, ¿no?
– ¡Eso es! ¡Quizás tengas razón, Takuto! – exclamó Ranpha, sonriendo de oreja a oreja. – Sí, el Subcomandante Coolduras es muy apuesto, y todo un profesional. Sí, definitivamente cumple mis estándares.
– ¿Tus estándares...? – preguntó Takuto con curiosidad, haciendo que Ranpha volviera a enfurruñarse.
– Eso a ti no te concierne. Ahora debo volver a leer mi fortuna y ver si el Subcomandante Coolduras es mi persona destinada... – Empezó a rebuscar entre los bolsillos de su uniforme. – ¡Ah, mi revista no está!
– La dejaste en el salón de té. Se la di a Forte y Vanilla para que te la entregaran, aunque querían seguir leyendo sus fortunas.
– Bueno, gracias por decirme. – dijo Ranpha. Sorprendentemente no sonó sarcástica en su agradecimiento. – Aun así, puedes ayudarme dándome información. ¿Cuál es el signo del Subcomandante Coolduras y su grupo sanguíneo?
– Eh, veamos... – Takuto recordó que el cumpleaños de Lester era el 2 de febrero, lo que lo hacía Acuario si el cálculo no le fallaba. – Su constelación es Acuario, creo, y en cuanto a su grupo sanguíneo... lo siento, eso no se lo he preguntado.
– ... ¿Qué? Eres un inútil. – dijo la rubia molesta. Ese comentario lo hirió un poco, pero se esforzó por no mostrarlo.
– Perdón por eso. Pero en fin, ¿estás segura de lo que dices? Digo, él nunca ha estado muy interesado en cosas románticas.
– ¿Así que es un tipo duro? Eso está bien para mí, significa que será un reto. Como sea, si se trata de alguien del sexo opuesto que está cerca de mí, tengo que pensar más en ello.
– Bueno, si es lo que quieres hacer... – dijo Takuto con resignación. Al menos parecía estar de mejor humor, en eso había logrado su objetivo. Aun así, Ranpha lo miró con los ojos en rendijas.
– No vengas a molestarme mientras pienso en ello. Nos vemos luego.
Y sin más, la rubia se fue por el corredor, desapareciendo detrás de la esquina. Después de un momento, él decidió que no tenía mucho sentido seguir allí, así que se fue de vuelta a los elevadores para regresar al Bloque D. Pasando frente a la enfermería, decidió entrar para saludar a la Dra. Kera.
– Hola, buenas tardes. – saludó.
– Buenas tardes... – Vanilla también estaba allí, en eso Takuto se dio cuenta que estaban sentadas mientras la doctora tejía algo y Vanilla sujetaba un par de rollos de lana.
– Oh, buenas tardes, Comandante. – dijo la doctora. – ¿Se siente mal? Sólo déjeme limpiar un poco.
– Ah, no, no se preocupen, no es que tenga nada. – dijo él, mientras observaba los rollos de lana sobre el escritorio. – ¿Están tejiendo?
– Para pasar el tiempo, ya que no tenemos pacientes. – dijo la doctora. – Debo agradecérselo a usted, Comandante. Ya que nadie ha salido herido he tenido bastante tiempo de tejer, y enseñarle también a Vanilla.
– Oh, eso me alegra. – dijo Takuto. Siendo ese el caso debía esforzarse para evitar que hubiese heridos durante las batallas que tendrían por delante. – ¿Y qué están tejiendo?
– Un suéter. Debería estar terminado para cuando lleguemos a Rhome. – La doctora miró a Vanilla. – Es también mi forma de agradecerle a ella por todo lo que me ayuda aquí, después de todo.
– No, no es nada. – dijo Vanilla con modestia. – Sólo es parte de mi trabajo.
– Por cierto, ¿planeaban regalarle ese suéter a alguien en particular? – preguntó Takuto. La doctora se puso pensativa ante esta pregunta.
– Pensándolo bien... no se me había ocurrido. Pero si lo voy a hacer para alguien, sería mejor conocer su talla para que le quede bien.
– En ese caso, ¿por qué no se lo da a Vanilla? – sugirió el comandante. – Seguro que le quedaría muy bien.
Aunque fue breve, la cara normalmente inexpresiva de Vanilla se tornó de sorpresa. La Dra. Kera por su parte pareció complacida con la idea.
– ¡Qué buena idea! ¡En ese caso me aseguraré de hacerle un lindo diseño!
– No, yo... – Vanilla parecía querer protestar, pero la doctora volvió a interrumpirla.
– No seas tan modesta. Considéralo un regalo de mi parte por toda tu ayuda.
– Cierto. – la secundó Takuto. – Siempre estás ayudando mucho, te mereces un regalo.
Vanilla no dijo nada por un rato, pero por un breve instante pareció sonreír y asintió. – Entiendo... muchas gracias.
– No te preocupes, lo hago porque quiero. – sonrió también la Dra. Kera. – Pero me alegro mucho, ahora lo haré con más entusiasmo.
– Espéralo con ansias, Vanilla. – dijo Takuto. – Ahora, si me disculpan.
Sin nada más que hacer, el comandante abandonó la enfermería, dejando a Vanilla y a la doctora continuar tejiendo.
De vuelta en el corredor y todavía con algo de tiempo libre antes de tener que regresar al puente, aún no había decidido qué más hacer hasta entonces, aunque al pasar en frente de la puerta del gimnasio, oyó el ruido del saco de arena siendo golpeado, y no tardó en deducir que Ranpha debía estar adentro. No estaba seguro, pero algo le impulsó a entrar.
En efecto, la rubia estaba allí, con su ropa de entrenamiento y practicando sus golpes y patadas con el saco, y no tardó mucho en percatarse de su presencia.
– Ah, pero si es Takuto. – le dijo al verlo. – ¿También vienes a entrenar?
– No realmente, sólo pasaba por aquí. – confesó él.
– Esa no es una buena actitud. – dijo Ranpha. – Te pareces mucho a Milfie, ella también necesita disciplinarse.
– ¿Acaso Milfie no hace ejercicio a menudo? – preguntó Takuto con curiosidad.
– Desde que la conozco, siempre ha sido así. – Ranpha se encogió de hombros. – No importa cuánto se lo diga, simplemente se salta sus rutinas.
Ahora que pensaba en ello, Ranpha ya sabía el signo y el pasatiempo de Milfie cuando estaban leyendo las fortunas en el salón. Las otras habían mencionado que ellas dos ya se conocían desde antes de unirse a la Brigada Angel, y Takuto sentía curiosidad de saber más al respecto.
– Hablando de eso, ¿las otras dijeron que tú y Milfie ya se conocen desde hace tiempo? – le preguntó. Ranpha desvió ligeramente la mirada.
– B-bueno, sí... la conozco desde que estábamos en la academia. – admitió la rubia. – No es la gran cosa, la verdad.
– No estaría tan seguro. – dijo Takuto. – Ustedes dos parecen ser muy buenas amigas. Cuando las veo, se nota que realmente confían mucho entre ustedes, ¿o me equivoco?
– Oh, vaya, no empieces. – Ranpha volvió a desviar la mirada. – Es que no puedo escapar de ella.
– Igual que yo con Lester. – comentó Takuto. – Ustedes dos me recuerdan mucho a nosotros, si les soy sincero.
Quizás Ranpha no lo admitiera de dientes para afuera, pero Takuto podía ver que detrás de su actitud agresiva, la rubia se preocupaba mucho por Milfie. A pesar de que en combate se la pasaba regañándola y gritándole, cuando notaba que estaba en problemas acudía sin dudarlo en su ayuda.
– Bueno, si soy sincera, es como si Milfie y yo siempre hubiéramos estado juntas. – admitió finalmente.
– Son el dúo perfecto, ella es la torpe y tú la lista. – dijo Takuto, conteniendo una risita. En el caso de él y Lester, Takuto era el torpe, aunque más por ser un holgazán, y Lester se la pasaba tratando de disciplinarlo.
– Ja, es un poco molesto escuchar eso. – Ranpha se cruzó de brazos algo enfurruñada. – Usualmente, soy yo la que la pasa mal por culpa de la suerte de Milfie. Pero es inevitable. Milfie siempre se la pasa siguiéndome sin darse cuenta de lo que pasa. Qué remedio, pero alguien tiene que cuidarla.
– Aun así, ustedes hacen un buen equipo. – insistió Takuto. Ranpha simplemente rodó los ojos y siguió con su entrenamiento.
En vista de que la rubia parecía no tener más ganas de seguir hablando, Takuto tomó eso como su señal para retirarse, y la dejó seguir con su entrenamiento. Aunque no lo dijo, admiraba su dedicación y disciplina. y podía ver que, por más que lo negara, realmente se preocupaba por Milfie. Después de todo, teniendo él experiencias similares con Lester desde la academia, no le era muy difícil ver a través de la fachada que Ranpha realmente apreciaba a Milfie, por más que intentara negarlo.
– Bueno, supongo que podría seguir dando otra ronda por el pasillo antes de volver al puente. – dijo mientras miraba el reloj. Todavía le quedaba algo de tiempo antes de tener que volver a su puesto, pero al menos había cumplido su cuota de socialización con la Brigada Angel. Y eso siempre sería algo bueno.
...
Faltando poco menos de cinco minutos para llegar al punto designado para el Chrono Drive, Takuto decidió que sería mejor volver al puente. No quedaba mucho más por hacer luego de dar su ronda por la nave, almorzar y pasar algo de tiempo con la Brigada Angel. Y eso además le ahorraría regaños de Lester por no llegar a tiempo. Que no dijera que no se tomaba su deber en serio.
– ¡Ya estoy de vuelta! – se anunció apenas puso un pie de regreso.
– Oh, Takuto. Volviste antes de lo que pensé. – comentó Lester. – ¿Ya terminaste con tu descanso?
– Sí, eso creo. Igual, todavía no llegamos al punto designado, así que no te pares por mí. – se rio Takuto, haciendo que Lester se encogiera de hombros y rodase los ojos.
En eso, Takuto se percató de que Almo y Coco no estaban en sus estaciones, sino que parecían estar cuchicheando entre ellas. La curiosidad le ganó y bajó para escucharles mejor. Lester no parecía muy interesado, ya que se quedó firme en su lugar al lado de la silla del comandante.
– Hola, ¿de qué hablan ustedes dos? – preguntó.
– Ah, Comandante Mayers. Eh... no, no hablábamos de nada importante. – dijo Almo.
– Almo, ¿por qué no mejor le preguntas ya que está aquí? – dijo Coco. – Después de todo, el Comandante Mayers debe ser su persona más cercana, ¿no?
– Eh, cierto, pero...
– ¿Preguntarme qué? – inquirió Takuto.
Coco miró hacia la parte superior del puente, concretamente hacia donde estaba Lester, que continuaba indiferente, y le indicó que viniera con ellas un poco más abajo en el puente. Un presentimiento le dijo que querían permanecer fuera del radio de escucha de Lester, pero ¿por qué?
– Bueno, lo que quería preguntarle es... – Almo empezó a hablar en voz muy baja, mientras jugueteaba con sus dedos. – ¿Sabe si el Subcomandante Coolduras... está saliendo con alguien?
– ¿Eh? ¿Si Lester sale con alguien?
– ¡Shhhh! ¡Comandante, baje la voz por favor! – lo regañó Coco.
– Perdón. – se disculpó Takuto. Tras superar la sorpresa inicial, le echó una mirada a Almo. La oficial de comunicaciones estaba ligeramente ruborizada, y tras echar un breve vistazo hacia arriba, no le tomó mucho juntar dos y dos.
Así que Lester se había ganado otra posible admiradora dentro de la nave, no sólo Ranpha. No era de extrañarse: incluso desde sus días en la academia su amigo había sido bastante popular con el sexo opuesto (y aunque no lo admitiría de dientes para afuera, él le tenía un poco de envidia), pero nunca le dio importancia a eso. Siempre había sido un tipo duro y parecía estar casado con su trabajo, ya que nunca le vio interesado en una relación.
Bueno, Almo era una chica simpática y encantadora, así que no habría ningún daño en echarle un pequeño empujón, para ver si sacaba a Lester de su zona de confort de una vez, ¿cierto? Con eso en mente, el joven comandante del Elsior sonrió.
– Bueno, Lester no tiene novia, y desde que lo conozco nunca la ha tenido. – le dijo. Almo se llevó las manos a las mejillas y sus ojos se llenaron de estrellitas.
– ¿De verdad? ¿Nunca ha tenido? ¡Oh!
– ¿No estás feliz, Almo? – dijo Coco, sonriendo también. – Significa que tú podrías ser su primera.
– Sí, ah cielos, qué ilusión. – replicó la otra operadora, que parecía haberse puesto a soñar despierta. – Bien, en ese caso, voy a esforzarme. Si me disculpan, debo reportarme ahora mismo con el Subcomandante Coolduras.
Almo subió por los escalones rápidamente y fue a hablar con Lester. Vaya, eso fue bastante rápido. ¿Acaso planeaba confesársele de una vez? ¿Sería un caso de amor a primera vista? ¿Cómo iba a responder Lester?
Para su desgracia, ninguna de esas interrogantes recibiría una respuesta. En ese momento empezó a sonar la alarma. Sin perder tiempo todos regresaron a sus puestos, incluyendo a Takuto que volvió a la silla del comandante.
– ¿Qué está sucediendo, Coco? – le preguntó a la operadora del radar.
– ¡Un misil enemigo se aproxima rápidamente al Elsior! – exclamó mientras tecleaba en su estación. Eso los puso a todos en alerta máxima. – ¡No podremos esquivarlo!
– Maldición, ¿una emboscada? – gritó Takuto. – ¡Almo, alerta a todos en la nave!
– Entendido. – replicó la oficial de comunicaciones. – ¡Atención a todo el personal! ¡Un misil enemigo se dirige hacia nosotros! ¡Prepárense para impacto directo!
Segundos después, el proyectil finalmente impactó contra el casco de la nave, sacudiéndolos a todos. Takuto tuvo que sujetarse de su silla para no caerse, y Lester se tuvo que hacer lo propio aferrándose con ambas manos a la baranda.
– ¡Reporte de estatus! – gritó el subcomandante.
– El misil impactó en el hangar en el bloque D. Daño desconocido. – dijo Almo.
– Naves enemigas se están acercando a nosotros. – agregó Coco. – Análisis completo, son dos cazas de alta velocidad, se estaban ocultando detrás de los asteroides.
– ¿Así que nos estaban esperando? – dijo Takuto. – Y yo creyendo que ya nos habíamos sacudido a los perseguidores.
– No es momento de bromear. – lo regañó Lester. – Date prisa y ordena a los Emblem Frames que vayan a interceptarlos.
– Ya que el ataque impactó en el hangar, tomará algo de tiempo preparar los Emblem Frames. – informó Almo.
– ¿Cómo dices? – Inmediatamente Takuto cogió su terminal de comunicaciones y abrió el canal hacia el hangar. – Aquí el Comandante Mayers. Brigada Angel, ¿se encuentran bien? ¿Cómo están sus Emblem Frames?
Forte fue la primera que respondió. – Los Emblem Frames no fueron dañados, afortunadamente, pero el brazo que coloca a mi nave en posición de lanzamiento necesita ser reparado. No podré moverme todavía.
– Tch. ¿Alguna de ustedes puede moverse? – preguntó Lester.
– ¡Sí! ¡Aquí el Lucky Star, puedo despegar sin problemas! – dijo Milfie.
– Yo también puedo salir, estoy bien. – agregó Ranpha.
– El Trick Master no puede despegar. – informó Mint con gravedad.
– ... Solicito que remuevan los escombros alrededor de mi nave. – concluyó Vanilla.
Estaban en una situación grave. Tres de los cinco Emblem Frames no podían despegar. Por otro lado, si sólo eran dos naves enemigas que venían a interceptarlos, probablemente con Milfie y Ranpha sería suficiente, al menos para entretenerlos hasta que el resto estuvieran listas para salir.
Con eso en mente, Takuto tomó su decisión.
– De acuerdo, Milfie y Ranpha, ustedes saldrán primero. – declaró. – Las demás terminarán en cuanto terminen las preparaciones.
– ¡Entendido! – dijo Milfie. – ¡Voy saliendo de inmediato!
– ¡Espera un minuto! – exclamó Ranpha indignada. – ¡No creas que te voy a dejar salir tú sola así nada más!
Sin más que decir, el Lucky Star y el Kung-Fu Fighter salieron del hangar para interceptar a los cazas enemigos. Mientras aguardaban el reporte completo de daños y que el resto de la Brigada estuviera lista para partir, Takuto no podía más que esperar lo mejor, pese a que tenía un mal presentimiento de todo esto. ¿Quién los habría emboscado?
Esta historia continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top