Llegan las Angels (1-4)

A pesar de lo serio de la situación, Takuto no se sentía intimidado o asustado. Quizás algo tenía que ver con haber visto al comandante enemigo, que realmente parecía alguien muy patético, pero estar sentado en la silla de mando del Elsior, y a punto de liderar a toda la Brigada Angel en una batalla, también hizo maravillas para subir su moral. Algo dentro de él le decía que no había forma de que pudieran perder esta batalla.

– Comunicación de la Brigada Angel desde el hangar. – anunció Almo.

– Entendido, conéctalas. – dijo Takuto. Al instante, los rostros de las cinco pilotos aparecieron en el monitor, y por lo que podía ver, todas estaban listas para la batalla.

– ¡Disculpe la espera! – dijo Milfeulle. – ¡La Brigada Angel ya está lista para el despegue!

– Vamos a enseñarle a ese vejestorio de lo que son capaces sólo cinco naves. – dijo Ranpha muy confiada.

– ... Daremos nuestro mejor esfuerzo. – dijo Vanilla.

– No se preocupe por nada, Sr. Comandante. – agregó Forte. – Si comete un error, nosotras lo cubriremos.

– Esta será la primera vez que nos dirigirá a las cinco en una batalla, Comandante Mayers. – dijo Mint. – Si lo desea, puedo explicarle las estadísticas vitales de cada una de nuestras naves.

– Hmm... – Takuto se puso a pensarlo un momento. El tiempo apremiaba, pero había tantas cosas que no sabía sobre el Elsior y los Emblem Frames, y en la guerra la mejor arma podría ser la información, el conocimiento tanto de la fuerza del enemigo como de la propia. – En ese caso, tomaré toda la información que puedas proveerme. Por favor hazlo.

– Por supuesto. Le enviaré la información a través del monitor. – replicó la peliazul.

Al instante, comenzaron a aparecer esquemas detallados de cada uno de los Emblem Frames, mostrando sus capacidades, armamento y demás. La Unidad #1, el Lucky Star, era la más balanceada de todas en cuanto a poder de fuego, maniobrabilidad y escudos, lo que la haría adaptable para cualquier situación. La Unidad #2, el Kung-Fu Fighter, excedía en velocidad y movilidad, lo que le permitiría entrar en combate antes que ninguna de las demás, pero su armadura era la más ligera, por lo que no podría soportar mucho daño. La Unidad #3, el Trick Master, comparada a la anterior, estaba más diseñada para ataques de largo alcance, y usaba unos drones a control remoto llamados Fliers para disparar a varios enemigos al mismo tiempo. La Unidad #4, el Happy Trigger, poseía una excelente armadura y alto poder de fuego, y a pesar de ser la más lenta, una vez que entrara en rango podría hundir a cualquier nave enemiga con sus ataques sin problemas. Por último, la Unidad #5, el Harvester, pese a que contaba con bajo poder ofensivo, tenía la capacidad de dispersar nanomáquinas que repararían el daño de los otros Emblem Frames en medio del combate, lo que la volvería invaluable como soporte.

Habiendo ya asimilado lo más importante, Takuto le dio las gracias a Mint por la información, y a continuación procedió a explicar el plan.

– Escuchen todos con atención. – les dijo con voz autoritaria. – Coco, Almo, ¿ya han terminado de analizar al enemigo?

– Sí, Comandante Mayers. – dijo Coco. – Desplegando ahora la vista táctica en el monitor.

A pesar de que la flota enemiga los tenía cercados, el hecho de encontrarse en un cinturón de asteroides les proveía algo de cobertura, ya que las naves enemigas tendrían que rodear los asteroides antes de llegar hasta ellos. Eso les daba algo de tiempo y seguramente no esperarían que salieran a atacarlos por sorpresa.

– Así es como están las cosas. – observó Lester. – Por cierto, ¿el Elsior aún no puede moverse?

– Por desgracia, aún estamos reparándolo. – dijo Almo. – Ya que estamos inmóviles, por favor hagan lo posible por mantener al enemigo lejos de nosotros.

– El Príncipe Shiva se encuentra a bordo de esta nave. – les recordó el Comodoro Luft. – El futuro del imperio se hundiría junto con el Elsior si llega a caer.

– Entendido, entonces nos mantendremos lejos de las líneas frontales. – decidió Takuto.

– Parece ser que la flota enemiga se compone de los mismos cruceros y destructores que enfrentamos antes. – señaló Lester. – Por supuesto, ahora también está este acorazado, un clase Zarf, debe ser la nave insignia de ese sujeto. Nosotros contamos con los cinco Emblem Frames y la flota de Criom de nuestro lado. Incluso aunque contáramos al Elsior, la fuerza enemiga es bastante grande y podría darnos problemas.

– Por ahora, lo mejor que podemos hacer es cortar la cadena de mando. – dijo Takuto. – La Brigada Angel deberá abrirse paso por el centro y concentrar sus ataques en la nave insignia. Si reciben mucho daño, haré que Vanilla las repare, o les ordenaré que regresen al Elsior para repostar. Creo que los Emblem Frames deberán llevar a cabo la ofensiva. Si el Elsior llega a caer, todo habrá terminado, así que alejen al enemigo de nosotros. Eso es todo, ahora depende de ustedes. ¿Están todas listas?

– ¡Sí señor! – replicaron todas las Angels al unísono.

Dicho esto, Takuto se puso de pie y extendiendo su mano, dio la orden oficial para que despegaran. Por fin empezaría su primera batalla como comandante del Elsior y la Brigada Angel.

https://youtu.be/RhgJshnhEPU

...

En el hangar comenzaban a resonar las alarmas, ordenando a todo el personal despejarlo mientras se abrían las compuertas de lanzamiento. A medida que los soportes de seguridad que sujetaban a los Emblem Frames iban descendiendo, las pilotos realizaban las últimas comprobaciones en sus sistemas, verificando que todos los indicadores estuviesen en verde.

Los Emblem Frames atravesaron la pantalla de seguridad quedando expuestos al vacío del espacio mientras los soportes los colocaban a los lados del Elsior antes de liberarse. Sin perder tiempo, las cinco Angels activaron sus propulsores, partiendo hacia su primera batalla todas juntas ahora bajo el mando de su nuevo comandante.

El cual sin tardanza estableció un canal abierto de comunicaciones entre el Elsior, la Brigada Angel y la flota de Criom, y procedió a dar su primera orden.

– El enemigo tendrá un avance difícil a través de los asteroides, lo que nos dará algunos minutos antes que alcancen al Elsior. – les dijo. – Podemos emboscarlos si hacemos un ataque de pinza. Unidades #1 y #2, ustedes tomarán el frente y se ocuparán de interceptar a cualquier enemigo con el que se crucen. La Unidad #4 se ocupará de proveerles fuego de cobertura. Unidades #3 y #5, permanecerán en espera y se ocuparán de proteger al Elsior si algún enemigo consigue pasar y ponerse en nuestro rango.

– ¡Entendido, Comandante Mayers! – dijo Milfeulle con entusiasmo. – ¡Lucky Star, en marcha!

– ¡Vamos a enseñarles una lección, Kung-Fu Fighter! – agregó Ranpha.

Sin perder tiempo, los Emblem Frames se pusieron en marcha para rodear el asteroide, cada una desde un flanco distinto. Los destructores eran las naves más rápidas de la flota enemiga, así que tenían que tomarlos como prioridad.

O eso era lo que pensaba Ranpha, al menos. Para su tamaño los destructores de clase Spard eran bastante rápidos, pero ninguno de ellos podría competir en velocidad contra su Kung-Fu Fighter, así que ella tomaría toda la ventaja posible de ello. Su radar comenzó a emitir señales de que ya se estaba acercando a uno de ellos.

– ¡Aquí voy! ¡Cúbreme, Forte-san!

– ¡Voy detrás de ti, Ranpha! – respondió la pelirroja.

Ranpha comenzó a maniobrar su Emblem Frame tratando de atraer la atención de la nave enemiga, mientras Forte disparaba sus cañones de riel para cerrarle su ángulo de maniobra. La estratagema funcionó, y mientras el Kung-Fu Fighter atraía el fuego enemigo hacia sí, el Happy Trigger desestabilizaba su posición con sus propios disparos, y los que venían detrás se vieron obligados a romper formación.

Sin perder tiempo, Ranpha abrió fuego con sus cañones Phalanx, concentrando sus disparos en los motores. Logró dañarlos por un lado lo suficiente para que se desviara de curso, y terminó colisionando con otra, dejándola incapacitada para que un disparo de los cañones de riel del Happy Trigger terminara de rematarla. Al mismo tiempo, notó por visión periférica disparos intermitentes del Híper Cañón del Lucky Star, derribando a otros dos que habían intentado escapar y rodearlos.

– ¿Es todo lo que tienen? – se burló Ranpha. – Esto es casi demasiado fácil.

– Ranpha, ¿quieres maldecirnos? – protestó Forte. – Decir esas palabras siempre atrae la mala suerte.

– Perdón. – replicó sarcásticamente la rubia. – Pero es que en serio, estos armatostes no son pieza para nosotros.

El combate se estaba volviendo bastante aburrido, ya que siendo sincera ella esperaba un mayor desafío. Parecía que lo único que tenían de su lado eran los números, pero era muy sencillo hacerlos caer como moscas.

...

En la cabina del Trick Master, Mint se había quedado observando fijamente las señales en el radar. Por ahora sólo mantenía su posición mientras veía a sus compañeras entrar en combate con las naves enemigas. La batalla a primera vista parecía sencilla, pero ella mejor que nadie tenía que estar alerta, ya que las cosas podrían cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

Y así fue, cuando sus sensores empezaron a pitar por una señal de emergencia en la otra esquina del sector. Después de todo, no eran los únicos que estaban combatiendo.

– ¡Aquí la flota de Criom! ¡Refuerzos enemigos están llegando por este flanco y estamos bajo fuego!

– ¡Recibido! – respondió Takuto. – Trick Master y Harvester, diríjanse al punto 0005Z y ayuden a la flota de Criom.

– ¿Está seguro, Comandante Mayers? – preguntó Mint. – Si lo hacemos el Elsior no tendrá quien lo proteja.

– Podremos sobrevivir unos minutos. – aseguró el comandante. – Por ahora, nuestros aliados las necesitan más, así que desháganse del enemigo lo más rápido que puedan y luego retomen su posición.

– Comprendo, confiaré en usted, Comandante. – asintió Mint. – ¡Vamos, Vanilla-san!

– Entendido. – respondió Vanilla.

De inmediato activó los propulsores para poner al Trick Master en marcha, abandonando su posición mientras el Harvester la seguía muy de cerca. La flota de Criom se estaba ocupando de proteger otro flanco en caso de que el enemigo (muy probablemente) intentase un ataque sorpresa por ese sector, y tuvieron razón.

La flota de Criom se estaba defendiendo con valor, intercambiando fuego intenso de turbo lásers con las naves enemigas, pero estas les superaban en número de tres a cinco y su poder de fuego evidentemente era superior.

– Desplegando baterías Fliers. – dijo Mint insertando el comando de voz. – Cambiando el sensor a modo de disparo semi-automático.

Al instante, tres mini-drones de ataque, o como ella los llamaba, Fliers, salieron del Trick Master. El sistema de control de su Emblem Frame había sido modificado para sincronizar su radar directamente con sus ondas de pensamiento, lo que le permitiría hacer que cada Flier fijara un enemigo y concentrara su ataque en él independientemente del resto, mientras ella se mantenía a distancia segura o podía enfocarse en un objetivo propio.

– ¡No podremos resistir mucho más! ¡Necesitamos asistencia! – dijo el operador en el crucero que había traído al comandante Mayers al sector.

– La tendrán de inmediato. – dijo Mint. – Objetivos en el área fijados. ¡Flier Dance!

Al instante, los drones comenzaron a disparar rayos láser de alta intensidad que cortaron a través del casco de las naves enemigas con precisión quirúrgica. Varias de ellas fueron alcanzadas en componentes vitales que las hicieron explotar o al menos las dejaron imposibilitadas de moverse o seguir atacando. Al mismo tiempo, ninguno de los disparos de los Fliers siquiera rozó a las naves aliadas.

– Flota de Criom, ¿se encuentran bien? – preguntó Mint por el canal abierto.

– Sufrimos algunos daños, pero nada demasiado serio. – replicó el oficial del puente. – Gracias, nos han salvado.

– Mint-san, todavía queda uno. – señaló Vanilla.

Y efectivamente, aunque se había deshecho de los destructores en ese sector, el crucero enemigo que los lideraba todavía estaba en pie, y sus sensores detectaban una reacción de energía en incremento. Lo cual significaba que estaba cargando sus armas principales para un ataque a todo o nada.

– Mis Fliers todavía están dispersos, tardaré un poco en recuperarlos. – dijo Mint.

– Yo contendré su ataque. – declaró Vanilla.

Sin poder hacer más, Mint decidió dejarlo en manos de su compañera por el momento. No iba a permitirse que perdieran la evidente ventaja que llevaban en este combate.

...

Entretanto, en el Harvester, Vanilla se estaba adelantando para ir al encuentro del crucero enemigo. Su intención era atraer su fuego para proteger a la flota de Criom y darle a Mint el tiempo suficiente para recuperar sus Fliers y rematarlo.

Aunque el Harvester no contaba con un alto poder ofensivo como los otros Emblem Frames, sus capacidades de soporte y defensivas seguían siendo importantes, y Vanilla entendía muy bien cuál era su rol: prevenir el daño a sus aliados, o si no era posible, regenerarlo con las nanomáquinas. Y eso era lo que iba a hacer ahora.

Una vez que se puso en rango, abrió fuego con su cañón láser contra el crucero enemigo. Dio en el blanco, aunque no causó un daño significativo, pero sí logró atraer su atención para que concentrara su ataque en ella. El sensor le alertó que la energía de sus cañones principales estaba a punto de ser liberada. Tenía que medir el tiempo con mucho cuidado para maximizar la efectividad.

– Cinco segundos... cuatro... tres... dos... uno... escudo activado.

Justo cuando el crucero enemigo disparaba un rayo láser de alta potencia, muy superior al suyo, ella activó el escudo satelital del Harvester, proyectando una pantalla defensiva llena de celdas hexagonales como una colmena para repeler el ataque. Canalizó toda la energía a los deflectores delanteros para contener el disparo hasta que finalmente cesó, y aunque gastó cerca de un ocho por ciento de su energía total, fue suficiente para evitar que alcanzara a sus aliados.

– ¡Muchas gracias, Vanilla-san! – dijo Mint, y un segundo más tarde Vanilla vio cómo el Trick Master se adelantaba, ya habiendo recuperado sus Fliers y preparándose para un asalto sobre el crucero enemigo. Podía dejarle ese trabajo a su compañera sin problemas, ya que ella tenía otra cosa qué hacer.

– Dispersando nanomáquinas. Repair Wave.

Volando sobre la flota de Criom, el Harvester comenzó a soltar una nube de nanomáquinas como si fuera un aspersor. Al hacer contacto con las naves, comenzaron a reparar las secciones dañadas en el casco de cada una, lento pero seguro. Mientras ella se ocupaba de eso, y con Mint haciéndose cargo del crucero enemigo no tenían que preocuparse.

– Todo el daño que sufrimos ya está reparado. ¡Gracias, nos han salvado!

– No fue nada. – dijo Vanilla.

– Si no les molesta, ¿podemos dejarles esta zona a ustedes por ahora? – preguntó Mint. – Necesitamos regresar con el Elsior.

– Sin problemas. ¡Denles una a esos rebeldes por nosotros!

Con la zona despejada, las dos de inmediato dieron la vuelta y retornaron hacia el asteroide donde se encontraba el Elsior. Afortunadamente, terminaron con el enemigo dentro del tiempo estimado y pudieron regresar sin problemas.

– "Nuestro nuevo comandante... Takuto Mayers..." – pensó Vanilla. – "Ciertamente es un estratega soberbio."

Cuando Forte y las demás llegaron con él, le contaron un poco sobre la batalla en la que se habían visto envueltas luego de escapar. A pesar de estar en relativa desventaja, supo cómo aprovechar las ventajas de sus Emblem Frames para erradicar a las fuerzas enemigas sin sufrir bajas, y ahora estaba haciendo lo mismo.

Sería interesante verlo al mando del Elsior una vez que estuviera de nuevo operativo, considerando el poder de fuego que tenía dicha nave.

...

En el puente del Elsior, Takuto continuaba observando la situación con mucha seriedad. Hasta el momento su plan había dado resultado, ya que los asteroides habían dificultado el avance del enemigo, y ninguna de sus naves había logrado acercarse al Elsior. Al tiempo que Milfeulle, Ranpha y Forte intentaban abrirse paso, Mint y Vanilla regresaron con ellos para protegerlos, una vez que terminaron de ayudar a la flota de Criom.

– Estamos de vuelta, Comandante Mayers. – le dijo Mint. – Perdone la tardanza, el enemigo nos retrasó un poco.

– No te disculpes. – dijo Takuto. – Lo hicieron aún más rápido de lo que pensé, buen trabajo las dos.

Efectivamente, hasta ahora habían podido contener a las fuerzas enemigas previniendo que se acercaran al Elsior, y lento pero seguro habían reducido sus números. Las pilotos Angels y sus Emblem Frames eran ciertamente sorprendentes.

– Sr. Comandante, parece que la nave insignia enemiga finalmente decidió entrar a la refriega. – intervino Forte. – Ahora mismo se está desplazando hacia nosotros.

– Ya era hora. – comentó Lester. – Debe haberse dado cuenta que no nos podría ganar sólo con sus números. Debemos tener cuidado: los acorazados clase Zarf son lentos, pero están armados hasta los dientes.

– Lo bueno es que ya casi no le quedan naves de escolta que puedan protegerlo. – señaló Takuto. – Si inutilizamos sus armas será mucho más sencillo acabar con él.

Takuto analizó sus opciones. El Lucky Star y el Kung-Fu Fighter eran más rápidos y maniobrables. Si los usaba para atraer el fuego de las naves escolta, eso le dejaría el camino al Happy Trigger para soltarle toda su carga de misiles y lásers al acorazado clase Zarf, dejándolo como presa fácil para que pudieran acabarlo entre todas. Si ocurría alguna eventualidad, el Trick Master y el Harvester todavía estaban en espera para actuar como refuerzo.

– Muy bien. – decidió Takuto. – Unidades #1 y #2, atraigan el fuego de las naves escolta y aléjenlas del acorazado. Unidad #4, espera mi señal de ataque y destruye todas las armas de la nave enemiga. No escatimes ni un solo proyectil.

– Jaja, ¿qué le hace pensar que lo haría, Sr. Comandante? – se rio Forte, sonando muy orgullosa de sí misma. – Considérelo hecho.

– Oye, espera un momento, ¿planeas usarme de carnada? – protestó Ranpha, que pareció darse cuenta de lo que planeaba hacer.

– Ranpha, esto es importante. – dijo Milfeulle. – Además, recuerda que es nuestro comandante, tenemos que hacer lo que nos dice.

– Sí, pero... – Ranpha parecía querer seguir objetando.

– Suficiente. – intervino Lester. – ¿Estás cuestionando una orden directa de tu comandante, piloto?

A Takuto le pareció escuchar un chasquido de lengua cuando Ranpha frunció el ceño, pero después de unos segundos relajó su expresión, aunque parecía hacerlo de mala gana.

– No, señor. Por supuesto que no.

– Entonces confía en su juicio. – reafirmó Lester. – Este hombre sabe lo que hace.

Takuto se giró para ver a su amigo, que miraba con mucha severidad hacia la pantalla donde estaban los rostros de las Angels. Admitiéndolo, él no era muy bueno para inspirar disciplina, así que por eso confiaba en Lester para que le cubriera las espaldas en esa área. Le estaba muy agradecido por eso, ya que dudaba que pudiera haber llegado tan lejos como lo hizo sin su ayuda.

– Entendido. Haremos lo que dijo, Comandante Mayers. – dijo Ranpha. – Milfie, tú esfuérzate por no meter la pata, ¿quieres?

– ¿Eeehhhh? ¡Eso fue cruel, Ranpha! – se quejó la pelirrosa.

La pantalla se apagó y con eso Takuto volvió su atención al radar. Quedaban muy pocas naves enemigas, por lo que sólo restaba deshacerse de la nave insignia.

– Oye, gracias por eso, Lester. – dijo Takuto.

– No me agradezcas. – Lester se encogió de hombros. – Tú nos metiste en esto, así que sólo intento que salgamos vivos y en una pieza.

– Considerando las circunstancias, yo diría que está haciendo un buen trabajo. – dijo el Comodoro Luft. – Sabía que no me había equivocado en mi decisión.

Takuto se rio nervioso, aunque sabía que no había hostilidad real. Después de todo, Lester siempre había sido así desde que se conocieron en la academia. Por otro lado, el halago del Comodoro Luft también era tranquilizador. La batalla no había sido demasiado complicada hasta el momento, pero hasta que no se deshicieran de la nave insignia, no podían quedarse tranquilos.

...

En la cabina del Happy Trigger, Forte estaba casi conteniendo la respiración, aguardando su señal de ataque. Las órdenes del comandante fueron claras, ella tenía que esperar hasta que Milfeulle y Ranpha alejaran a las naves escolta de la nave insignia, y entonces ella tendría el campo despejado para hacer su trabajo inutilizándole todas sus armas. Un trabajo fácil para alguien cuyo hobby favorito en la vida era disparar sin escatimar munición.

Mientras esperaba, se puso a pensar un poco en los eventos recientes. Entre esta y la batalla anterior, podía ver que Takuto Mayers era un excelente estratega en el campo, sabiendo dirigir a sus tropas y adaptarse de manera efectiva a la situación para sacar el mejor partido, pero no parecía tener del todo la actitud de un militar. Concretamente, el hecho de que no replicó a las objeciones de Ranpha hacía unos minutos y que su adjunto tuvo que avocar por él le hizo pensar que tal vez era un poco laxo respecto a imponer su autoridad. Algo que podría ser muy peligroso en un oficial al mando.

El Comodoro Luft dijo que no habría nadie mejor que Takuto para llevar a cabo esta misión y de liderarlas a ellas. Hasta el momento, estaba un poco dividida respecto a eso, ya que quería confiar en la palabra del oficial veterano, pero su primera impresión del joven comandante... bueno, no diría que fue mala, pero definitivamente no la de alguien a quien ella le confiaría su espalda. Al menos, no todavía.

– ¿Hmm? – Su radar comenzó a pitar, sacándola de sus pensamientos. Esa era la señal de ataque, ahora que Milfeulle y Ranpha habían logrado alejar a las naves escolta. – Muy bien, es mi turno de tomar el escenario.

El Happy Trigger aceleró, dirigiéndose hacia el acorazado. Una nave capital como esa podría darle problemas incluso al Elsior (aunque terminaría perdiendo si este último estuviera a su máxima capacidad), pero no estaba diseñada para enfrentarse a objetivos pequeños. Incluso siendo su nave la más lenta del escuadrón, no tuvo problemas en evadir los turbo lásers y misiles del acorazado, y logró ponerse en rango para abrir fuego con sus cañones de riel directo hacia el puente de mando.

Desafortunadamente, el puente estaba bien escudado y los disparos fueron desviados, por lo que tuvo que pasar de largo elevándose y dar la vuelta para intentar otra ronda. Aunque con suerte, quizás esa maniobra habría servido para al menos darle un pequeño susto al comandante enemigo y descolocarlo un poco.

– Cañones de riel en la proa, lanzadores de misiles de concusión en ambos flancos, y cañones láser de pulso pesado. – Forte listó las armas con las que contaba la nave enemiga. Armamento realmente efectivo en combate contra otras naves capitales, pero poco preciso contra cazas veloces como el suyo. – Qué desperdicio tener que destruir todo eso, pero ni modo.

Una de las desventajas del acorazado era que sus armas más potentes sólo podían apuntar hacia el frente, y las laterales apenas tenían ángulo para disparar hacia la retaguardia, lo que le daba un punto ciego desde el cual dispararles relativamente a salvo. Forte tenía que medir el tiempo para evitar que sus propios misiles impactaran con los del enemigo, así que aguardó a que lanzaran otra ronda para medirlo, maniobrando hábilmente entre ellos.

– Diez segundos, tardan diez segundos en enfriarse para volver a disparar. – dijo Forte. Una ventana más que suficiente para atacar con los suyos. Comenzó a fijar sus objetivos de inmediato. – Objetivos en la mira.

Una vez que evadió la segunda ronda, inmediatamente soltó la mitad de sus misiles, reservando el resto para un segundo ataque en caso de que el primero fallara. Afortunadamente no fue el caso, y cada uno de ellos impactó en un lanzador destruyéndolo o dañándolo lo suficiente para inutilizarlo. Primer paso completado, ahora debía ir por los cañones de pulso.

Estos estaban bastante lejos entre sí, así que tendría que destruirlos uno por uno. Milfeulle y Ranpha todavía ocupadas con las naves escoltas manteniéndolas lejos para que no pudieran proteger a su líder, pero parecía que habían podido reducirlas en poco tiempo, así que tal vez les podría pedir que le echaran una mano para salir más rápido de esto.

– Milfie, Ranpha, ¿cómo están las cosas por allá?

– Tch, estos armatostes no dejan de dispararnos, pero nada que no podamos manejar. – dijo la rubia. – Son demasiado lentos para mí.

– Yo ya casi termino aquí. – agregó la pelirrosa. – ¿Necesitas ayuda, Forte-san?

– Podríamos acabar esto más rápido si nos deshacemos de sus cañones de pulso. – dijo Forte. – ¿Si alguna de ustedes puede encargarse de los de estribor mientras yo me ocupo de los de babor?

Los cañones de pulso no causaban daño directo a las naves, sino que neutralizaban sus escudos para dejarlas indefensas y con eso poder acribillarlas con lásers y misiles. Afortunadamente sus disparos eran muy lentos y los Emblem Frames de la Brigada Angel podían evadirlos sin mucha dificultad si se mantenían a distancia segura.

– ¡Déjamelo a mí! – dijo Ranpha. – ¡Milfie, tú encárgate de los escoltas que quedan!

– ¡Hey, Ranpha! ¡No me dejes! – exclamó Milfeulle.

Forte se sintió un poco mal por Milfeulle, pero conociendo a Ranpha, haría el trabajo en menos de lo que canta un gallo espacial. Eso le daría a Forte más libertad para lidiar con los cañones de pulso en su lado, los cuales sin tardanza procedió a destruir con sus cañones de riel.

Desde afuera, un observador que viera a los Emblem Frames enfrentándose al acorazado Zarf casi podría confundirlos con insectos rondando alrededor de un animal más grande mientras intentaban picarle, salvo que por supuesto ellas estaban siendo mucho más que una simple molestia. A pesar de que intentaba dispararles con lo que tuviera, no lograba acertarles, y ninguna de ellas era tan tonta como para ponerse en el radio de acción de sus cañones frontales.

Excepto por...

– ¡Milfie, ¿qué crees que estás haciendo?! – exclamó de repente Ranpha.

– ¡Ya terminé con los escoltas como me dijiste! – respondió Milfeulle. – ¡Ahora voy a ayudarlas!

– ¡Tonta, no te pongas enfrente de la nave enemiga! ¡O te van a vaporizar!

– ¿Eh? ¡Aaaahh! ¡Está cargando sus cañones principales! – gritó horrorizada Milfeulle al darse cuenta de lo que estaba frente a ella.

Afortunadamente para ellas, Forte se había anticipado, y se elevó para ponerse encima de la proa de la nave enemiga. La reserva de misiles que guardó vendría bien en este momento junto con el resto de las armas del Happy Trigger.

– ¡Hora de erradicarte! ¡Strike Burst!

Esta vez no se conformó con disparar sólo los misiles, sino también los pods de láser y los cañones de riel al mismo tiempo. Tal como le dijo su comandante, no iba a escatimar en municiones para aniquilar al enemigo, y al hacerlo provocó que los cañones del acorazado se sobrecargaran cuando intentó dispararlos, haciendo que explotaran y destrozaran toda la proa de la nave en el proceso.

– ¡Milfie, remátalo ahora! – ordenó Forte. – ¡Es tu oportunidad!

– ¿Eh? ¡Ah, sí claro! ¡Híper Cañón, fuego!

Sin tardanza, el Happy Trigger y el Kung-Fu Fighter se alejaron del acorazado para evitar quedar en la trayectoria del rayo de partículas del Lucky Star. El ataque perforó a la nave saliendo por detrás de ella, antes que pudiese levantar sus escudos o iniciar maniobras evasivas. Eso bastaría para dejarla fuera de comisión.

– ¡Alejémonos antes que explote! – gritó Ranpha, y sin perder tiempo tanto Forte como Milfeulle la siguieron, mientras los componentes del acorazado clase Zarf empezaban a detonar uno tras otro, augurando su inminente destrucción.

...

Al mismo tiempo, en el puente del Elsior ya estaban empezando las celebraciones, al ver lo que acababa de suceder. No había mejor forma de sellar la batalla que con un golpe decisivo como ese.

– ¡La nave insignia enemiga ha sufrido daños críticos! – declaró Coco. – ¡Todas las demás naves se están retirando!

– ¡Lo logramos, Comandante Mayers! – celebró Almo. – ¡La victoria es nuestra!

– Gracias. – replicó Takuto. – Es un gran inicio para la campaña del Elsior.

Justo antes de que la nave insignia enemiga se destruyera, sin embargo, el puente de esta se desacopló del casco, y rápidamente se alejó para evitar quedar dentro del radio de la explosión. Al parecer, las naves de la flota enemiga tenían esa función, o por lo menos así era para las tripuladas.

Menos de un minuto después, Rezom abrió un canal de comunicaciones con ellos, y ya no se notaba tan arrogante como al principio. Más bien, estaba rojo de la rabia, lo cual no era una sorpresa.

– ¡M-malditos perros del viejo imperio! – les dijo. – ¡Se atreven a ocultarse tras la fuerza bruta de sus Emblem Frames!

– ¿Qué fue eso? – replicó Ranpha con desdén. – ¿No fuiste tú el que dijo que sólo teníamos cinco naves?

– Supongo que no tenía la fuerza bruta para aplastarnos después de todo, ¿eh? – la secundó Forte.

– Grr... ¡muy bien! ¡Me vengaré por este insulto en el futuro!

– Eh... ¿no sería mejor decidirlo jugando piedra, papel y tijeras o algo...? – sugirió Milfeulle inocentemente.

– ¡Nos hacemos más fuertes con cada día que pasa! – aseguró Rezom. – ¡Mañana lo seremos aún más que hoy!

– Milfie-san, la batalla no es un asunto tan simple como la victoria o la derrota. – dijo Mint con una gran sonrisa, ignorando las amenazas.

– ¡Oigan! – protestó Rezom. – ¡¿Es que no me están escuchando?!

– Yo no escucho nada. – replicó Ranpha con indiferencia.

– Si no puedes escucharme, ¿por qué respondes?

– ¿Qué, es que no querías una respuesta? – agregó Forte. – Entonces dejaremos de escucharte. Qué tipo tan raro.

– Uu... ughhh... ¡El espacio no es lo suficientemente grande para mi odio por ustedes! – Y dicho eso, finalmente cortó las comunicaciones. En la pantalla del radar pudieron ver que se alejaba rápidamente del sector. Como un perro faldero que se iba corriendo con el rabo entre las patas.

– Hmm... creo que puedo simpatizar un poco con él. – comentó pensativo el Comodoro Luft.

– Lo aplastamos por completo. – añadió Lester. – Mental y físicamente.

– Bueno, en cualquier caso, es nuestra primera victoria. – dijo Takuto. – Excelente trabajo todos.

Ahora que la amenaza había sido repelida, al menos por el momento, podrían concentrarse en la misión más importante. La cual era, por supuesto, reparar al Elsior y ponerlo a punto para salir de ese lugar y dirigirse hacia su destino con el Príncipe Shiva.

A pesar de ser sólo su segunda batalla con ellas, Takuto seguía sin dejar de estar impresionado por las pilotos de la Brigada Angel. ¿Quién habría pensado que unas chicas tan encantadoras serían capaces de pilotar con tanta destreza y aniquilar por su cuenta a toda una flota enemiga? Ya no estaba teniendo tantas dudas respecto a haberse convertido en su comandante.

...

Una vez que se cercioraron que ya no había más enemigos en el sector, Takuto recibió un reporte completo del estado del Elsior. Inmediatamente se lo pasó a Lester para que lo revisara por él. Había pasado la última hora observando su tableta holográfica mientras discutía los detalles con el Comodoro Luft, Almo y Coco.

– Bien, según el reporte, necesitaremos algo de tiempo para reparar el Elsior. – concluyó. – Los motores todavía están dañados.

– Fuimos atacados varias veces por el camino, pero ya no es seguro quedarnos en este lugar. – les recordó Luft.

– Aun así, ya que recibimos menos daño de lo esperado en la última batalla, podemos terminar las reparaciones antes de lo planeado. – dijo Coco. – Y todo gracias al Comandante Mayers.

– Oh, ni lo menciones. – dijo Takuto con modestia. – Todo el crédito es para la Brigada Angel, ellas hicieron el trabajo pesado manteniéndonos a salvo.

– Como sea, ya que no necesitamos hacer reparaciones nuevas, mejor vámonos de aquí. – sugirió Lester. – Podemos ocultarnos en otro cinturón de asteroides y hacer reparaciones de emergencia mientras aún tenemos tiempo.

– Todavía necesitamos hacer reparaciones totales. – señaló Takuto. – Por favor pídanle a la flota de Criom que contribuya en lo que puedan y lo más pronto posible.

En ese instante, la puerta se abrió y toda la Brigada Angel ingresó al puente de mando. Sin tardanza todas se formaron y saludaron a su comandante formalmente.

– La Brigada Angel está de vuelta. – dijo Vanilla.

– Ah, ya están todas aquí, buen trabajo. – las felicitó Takuto. – Estamos a salvo gracias a ustedes.

– ... El Elsior ya está a salvo, eso es suficiente... – respondió la peliverde con su tono habitual.

– Parece que todavía tiene un largo camino por delante, Sr. Comandante. – dijo Forte. – Bueno, mejor tómelo con calma y no se presione.

– Yo todavía no estoy satisfecha. – dijo Ranpha cruzándose de brazos. – Bueno, lo que sea.

– Gracias por lo de hoy, Comandante Mayers. – dijo Mint. – Todos sobrevivimos ya que usted dio las órdenes necesarias.

– ¡Sí! Gracias a usted pude pelear mejor que nunca. ¡Se lo agradecemos mucho, Comandante Mayers! – concluyó Milfeulle.

– No, qué va. Me alegra que todas ustedes estén a salvo. – replicó Takuto. – Ah, y ahora que recuerdo, hay otra cosa que quería decirles.

– ¿Sí? ¿De qué se trata? – preguntó Milfeulle.

– Fuera de las batallas, puedes llamarme Takuto, y hablarme de tú en lugar de usted. No soy bueno con las formalidades, si me entienden. Y también, ¿está bien si te llamo Milfeulle?

– ¡Claro! ¡Por supuesto que sí, Takuto-san! – dijo la pelirrosa felizmente. – De hecho, si quieres puedes llamarme simplemente Milfie.

– Muy bien, Milfie. – Takuto no vio razón para negarse. Era una chica bastante encantadora y alegre.

– Oiga, ¿ahora sólo usted y Milfie se tratan por el nombre? – inquirió Forte. – Estoy celosa.

– No, para nada. – dijo Takuto. – Todas siéntanse libres de llamarme por mi nombre.

– Muy bien, tal vez lo haga. Puedes llamarme Forte a secas, así está bien para mí.

– Takuto-san, ¿eso te parece bien? Se siente muy embarazoso ser tan informal con nuestro comandante. Por favor, llámame Mint.

– Si lo dices de esa manera, entonces no se puede evitar. Si yo te llamo Takuto, entonces tú puedes llamarme Ranpha. Lo justo es justo.

– ... Vanilla será suficiente, Takuto-san.

– Ahhh, vaya. – dijo Lester. – Como se esperaría de Takuto, se gana de inmediato a todas las chicas. Y cinco de ellas a la vez.

– Jaja, te has adaptado mejor de lo que pensaba, Takuto. – dijo el Comodoro Luft. – Sabía que no me había equivocado en mi decisión.

– Instructor, ¿está seguro de que Takuto puede manejar esto? – preguntó Lester en voz baja, aunque Takuto todavía alcanzó a oírlo.

– Lo dejaré en "sin comentarios" por el momento. – respondió el veterano. – Pero tengo confianza en que todo resultará bien.

– Bueno, lo sabremos muy pronto, jajajaja. – concluyó Takuto.

Sería difícil creer que apenas acababan de salir de una batalla espacial donde potencialmente el destino del Imperio Transbaal estaba en juego. Sin embargo, el hecho de estar rodeado de un quinteto de mujeres hermosas que ya estaban dispuestas a llamarlo por su nombre y hablarle de tú hizo que Takuto pudiera olvidarse temporalmente de lo seria de la situación.

El joven que acababa de convertirse en el nuevo comandante del Elsior sabía que su viaje apenas estaba comenzando. Lo que no se imaginaba era por qué clase de caminos lo llevaría ese viaje, ni mucho menos lo que le esperaba al final cuando llegaran a su destino. No tenía forma de saber que lo que le aguardaba era mucho, mucho más grande de lo que habría podido ver incluso en sus sueños más salvajes. Y que las miembros de la Brigada Angel estarían con él durante todo el camino y más allá.

Esta historia continuará...


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