Llegan las Angels (1-1)
Después de haberse tomado su descanso, Takuto fue llamado al puente por Lester para que regresara a su puesto. Por mucho que le fastidiara, probablemente significaba que tendrían noticias de lo que estaba pasando, así que terminó haciéndole caso.
¿Por fin estaría sucediendo algo? Bueno, si ese era el caso estaría bien, mientras no fuese demasiado rápido. De todas maneras, tal vez un poco de acción serviría para romper con la monotonía, aunque fuese por un momento.
– Operador, ¿aún sigue sin haber respuesta del cuartel general? – preguntó Lester, poniendo fin al silencio en el puente.
– Así es, subcomandante. – replicó el aludido. – También he intentado contactar a uno de los sistemas cercanos, pero nadie ha respondido por alguna razón.
– Ya veo. Seguramente se debe al golpe de estado. – dijo Lester cruzándose de brazos. – Todavía no tenemos información y ni siquiera conocemos la identidad de la flota que invadió Transbaal...
– Cálmate, Lester, no hay necesidad de apresurarse. – intervino Takuto. – Además, te equivocas al llamarlo un misterio. Después de todo, el líder del golpe de estado sí se dignó a dar la cara cuando inició la revuelta.
– Cierto. El Príncipe Eonia. No puedo creer que siguiera con vida.
– Ya no es un príncipe, Lester. – corrigió Takuto. – Recuerda que Eonia fue desterrado del imperio hace cinco años, y ya no pertenece más a la realeza.
– Sí, tienes razón. – admitió Lester. – Aun así, me sorprende que siguiera vivo, y que pudiera amasar un ejército lo bastante grande como para iniciar una rebelión.
– Los humanos pueden sobrevivir donde sea, pero sí, a mí también me sorprende que haya juntado una fuerza así de significativa. – dijo Takuto.
– ¿Crees que deberíamos seguir hablando de esto? – preguntó Lester en tono muy serio. – Mientras nosotros estamos aquí, Eonia podría...
En eso comenzó a sonar una alarma en el puente, interrumpiendo la conversación. Todo el personal, incluyendo al mismo Takuto, se puso sobre aviso, y el oficial a cargo del radar de inmediato comenzó a teclear en su estación.
– ¡Tres cazas no identificados se aproximan rápido enfrente de nosotros! – declaró tras unos segundos. – ¡Una de nuestras sondas captó sus señales!
– ¿No identificados? – preguntó Lester.
De inmediato una pantalla holográfica apareció en frente de Takuto y Lester. Un mapa cuadriculado azul que representaba al sector donde se encontraban mostró varios puntos de diferentes colores. Abajo estaba su propia flota, y en la parte superior descendiendo venían tres puntos diminutos aproximándose hacia ellos a gran velocidad. A los pocos segundos, también apareció otra gran concentración de puntos detrás de los cazas, aunque parecían desplazarse mucho más lento. Probablemente se trataba de una flota completa.
– Estoy detectando una enorme concentración de naves detrás de los cazas. – continuó el operador. – Según la sonda, tanto los cazas como la flota desconocida se aproximan a nosotros. Confirmado, los tres que van al frente definitivamente son cazas de largo alcance.
– ¿Quién...? No puede ser, ¿acaso serán las fuerzas rebeldes? – preguntó Lester, notablemente preocupado.
– ¿Las fuerzas rebeldes? Entonces ¿vienen de camino para atacarnos aquí? – El operador parecía compartir el sentimiento. – Si esos cazas y la flota nos atacan, ¡no tendremos ninguna oportunidad!
Takuto no dejaba de mirar la pantalla, y notó que los cazas se movían a una velocidad sorprendente. Su instinto le decía que este lugar, remoto donde estaba, se iba a convertir muy pronto en un campo de batalla. Y esa sensación hizo que inmediatamente se olvidase de su actitud holgazana de hacía unos minutos.
– ¿Qué hacemos, Takuto? – preguntó Lester. Takuto no le respondió de inmediato, pero sintió que sus puños empezaban a temblar por la anticipación.
– ¡Tenemos que hacer algo! – dijo el operador de radar. – ¿Cuáles son sus órdenes, Comandante Mayers?
Inmediatamente, Takuto se puso de pie y extendió la mano. Hora de tomar las cosas con seriedad.
– Que todas las naves cambien a formación de ataque alfa. Si no responden a nuestra advertencia, asumiremos que nos atacarán. – ordenó en voz autoritaria.
– Sí señor. – respondió Lester de inmediato. – ¡Todas las naves, formación de ataque alfa!
La orden fue acatada de inmediato, y todas las naves comenzaron a colocarse en posición. A pesar de que intentaba proyectar confianza, por dentro Takuto se sentía algo preocupado, y notó que los operadores en el puente y Lester compartían la misma sensación. Después de todo, esta sería la primera vez que entraban en un combate real, donde estaba el riesgo de no salir con vida. Aun así, Takuto no tenía intenciones de dejarse morir en su primera batalla.
– Y bien, ¿cuál es el plan? – preguntó Lester. – No importa cómo lo veas, esos no son cazas ordinarios.
– Bueno, ya se me ocurrirá algo. – dijo Takuto volviendo brevemente a su semblante despreocupado, y al decir esas palabras oyó que los operadores se quejaban, como si no supiera lo que hacía. – Por ahora, quiero un análisis de la situación. ¿Operador?
– Ah, sí señor. Ya tenemos imágenes de la sonda. Las estoy enviando al monitor principal.
https://youtu.be/Q1fQegd5Rgs
En la pantalla apareció el espacio profundo, donde sólo se veían las estrellas y alguna que otra nebulosa que flotaba en el sector. Rápidamente aparecieron tres puntos brillantes que comenzaron a acercarse a gran velocidad uno tras otro. Sólo fue por una fracción de segundo debido a que viajaban demasiado rápido y pasaron de largo la sonda, pero Takuto alcanzó a vislumbrar que se trataba, en efecto, de naves caza pertenecientes al imperio. Eran de colores distintos, rosa, rojo y púrpura respectivamente, aunque en ellos se alcanzaba a ver una insignia que les resultó vagamente familiar.
– Esa insignia... – dijo Lester. – Tengo la extraña sensación de haberla visto en alguna parte...
– Bueno, date prisa y recuérdalo. – dijo Takuto. – ¿De dónde te suena? Tal vez sea...
– ¡Comandante Mayers! – avisó de pronto el operador de comunicaciones mientras tecleaba en su estación. – ¡El caza más cercano está transmitiendo una señal de emergencia! ¡Intenta comunicarse con nosotros!
– ¿Emergencia? – preguntó Takuto confundido. – De acuerdo, ábreles un canal de inmediato.
El operador hizo lo que le mandaron y unos segundos después, se proyectó la pantalla de comunicaciones enfrente de la estación de Takuto. El joven comandante no sabía qué esperar del otro lado de la pantalla, y se llevó una gran sorpresa.
– Disculpen, ¿podrían hacerme un favor?
En pantalla apareció una chica que se veía bastante joven. Tenía el cabello rosa adornado con lo que parecían ser unas flores de cerezo, y unos enormes ojos azules que, junto con su sonrisa alegre, le daban un aspecto bastante inocente, lejos de lo que se esperaría de alguien de la milicia. Por dentro Takuto admitiría que incluso le parecía linda. Pero ahora no era momento de pensar en esas cosas.
– Eh... ¿sí? – dijo Takuto una vez que encontró su voz de vuelta.
– Si no me equivoco, ¿esta es la flota estacionada en el Sistema Criom? – preguntó la chica, con el mismo tono alegre de antes.
– ¿Si no te equivocas? – preguntó Takuto, más confundido todavía, pero asintió.
– En ese caso, ¿sabes dónde está el Comandante Takuto Mayers?
– Eh, yo soy Mayers, pero... ¿quién eres tú? ¿Y cómo es que sabes mi nombre?
– Ah, lo siento, yo soy... – En ese momento, se oyeron unas explosiones del otro lado de la pantalla, y la chica se sacudió en su asiento. – ¡UWAAAAA!
– ¡El caza se encuentra bajo fuego! ¡Vino desde la flota que las está siguiendo! – intervino el operador del radar.
– ¿Qué dices? – preguntó Lester. – ¿Significa que la flota que viene detrás no son sus aliados?
– ¡Nadie nos dijo que habría enemigos en esta zona! ¡¿Por qué sucedió esto?! – lloriqueó la chica.
– ¿Enemigos...? – preguntó Takuto confundido. – Oye, ¿me podrías explicar qué sucede?
– ¡Uwaaaaa! ¡Me dispararon de nuevo! – fue la respuesta de la chica, que seguía sacudiéndose y gritando frenéticamente. – ¡Ahhh! ¡Aaaaaahhhh! ¡¡Comandante Mayers, sálveme por favor!!
Takuto y Lester intercambiaron miradas perplejas, todavía sin entender lo que estaba pasando. La chica sólo gritaba y lloriqueaba mientras le disparaban. ¿Acaso la estaban persiguiendo? Takuto intentó hablarle de nuevo para ver qué sucedía:
– A ver... primero cálmate, y explícame la situación...
– ¡Hey! ¡¿Qué pasa con esa confusión?!
– ¡Whoa! – Takuto casi se fue para atrás en su silla. Alguien más acababa de unirse a la conversación desde el otro lado del canal. Era otra chica, aunque esta era rubia y con ojos ambarinos. Se veía más o menos de una edad cercana a la pelirrosa, aunque parecía estar muy enojada por alguna razón.
– ¿Qué no ves que hay una chica en peligro? ¡Deberías ayudarla en lugar de estar haciendo preguntas tontas, Takuto Mayers!
– ¿Eh? ¿Esta chica también sabe mi nombre?
– ¡Milfie! – continuó la rubia, aparentemente ignorando el comentario anterior. – ¡Deja de gritar como una loca! ¡Están muy lejos de ti!
– ¡Pero Ranpha! – respondió la aludida, cuyo nombre aparentemente era "Milfie". – ¡Tengo mucho miedo! ¡Estoy a punto de tirar la toalla!
– ¡De eso nada! – gritó la rubia, o "Ranpha" como la habían llamado, que al parecer se seguía molestando más con cada segundo que pasaba. – ¡No seas una llorona y toma el control de tu Emblem Frame!
– ¿Qué...? ¿Qué acabas de decir justo ahora? – preguntó Lester.
– ¿...Emblem Frame...? – repitió Takuto. Esas palabras le dieron un sacudón a su memoria. ¿Acaso ellas eran...?
– ¡Forte-san! ¡Dile algo a la tonta de Milfie para que se calme de una vez! – volvió a gritar Ranpha. Con eso, una tercera persona se uniría a la conversación en el monitor.
– Vale, vale. Cálmense ya las dos, Ranpha y Milfie. Podemos seguir charlando, ¿pero acaso se les olvida por qué estamos aquí?
La susodicha resultó ser otra mujer, aunque se veía un poco mayor que las otras dos, y su voz también era más profunda y madura. Tenía cabello rojo y ojos azules, llevaba puesta una gorra militar y en su ojo izquierdo un monóculo.
– No se me ha olvidado. – dijo Ranpha molesta. – ¡No me compares con esta novata espacial!
– Oye Ranpha, ¿de qué novata estás hablando? – preguntó Milfie confundida. – ¿No se supone que sólo estamos tú, Forte-san y yo?
– ¡Obvio que la novata espacial eres tú!
– Ya, ya, suficiente de comedia. – dijo la pelirroja, cuyo nombre era Forte. – El enemigo todavía se aproxima a nosotros, ¿pueden calmarse de una vez?
– Eh... disculpen, ¿me permiten un minuto? – intervino Takuto, que ya sentía que se estaba quedando excluido de la conversación. Y tenía demasiadas preguntas para hacerles a estas encantadoras señoritas. – No sé de qué están hablando, pero...
– Ah, lo siento. No podemos dejar de lado al hombre del momento. – dijo la pelirroja, y luego sonrió de una manera bastante extraña. – A decir verdad, hemos venido para buscarlo a usted, Comandante Takuto Mayers.
– ¿A mí...? ¿Y eso por qué?
– ¡Comandante Mayers! – interrumpió el operador del radar. – ¡Ya logré identificar a las naves! ¡Son los Emblem Frames pertenecientes a la guardia personal de la Luna Blanca, más conocidos como la Brigada Angel! ¡Desde el frente, GA-001 Lucky Star, GA-002 Kung-Fu Fighter, y GA-004 Happy Trigger!
Y fue entonces que la memoria de Takuto finalmente tuvo una sacudida. Los Emblem Frames eran consideradas las joyas de la tecnología perdida, las naves más poderosas al servicio del imperio y posiblemente en toda la galaxia, pero que muy pocos eran capaces de pilotar. Pero ¿qué estaban haciendo tan lejos de Transbaal, y de la Luna Blanca a la que se suponía que debían proteger?
– Los Emblem Frames de la Luna Blanca. – dijo Lester, aparentemente igual de asombrado que Takuto de verlas. – Nunca creí que los vería en persona. Pero si su misión es proteger a la Luna Blanca, ¿qué hacen en esta locación tan remota?
– Bueno, la mejor forma de saberlo es preguntarles, ¿no crees? – dijo Takuto, y se acercó de nuevo al monitor. – Disculpen, señoritas... perdón, ¿pilotos de los Emblem Frames? ¿Por qué la Brigada Angel se tomó la molestia de venir desde tan lejos? ¿Quiénes son esa flota que las está persiguiendo? Y más importante aún... ¿cómo es que saben mi nombre?
– ¡Ahora no hay tiempo para eso! – dijo Milfie.
– ¡Si sabes quiénes somos, déjate de parloteos y ayúdanos! – agregó Ranpha.
– Así es. Podremos conversar con calma después. Por ahora, ayúdennos a lidiar con el enemigo, por favor. – concluyó Forte.
– ¿Ayudarles? – preguntó Takuto. – ¿Quieren decir a pelear contra esa flota?
– Parecen naves de guerra como las del imperio, pero no se han identificado. – dijo el operador. – No lucen como las de la flota imperial.
En pantalla apareció una vista más clara de la flota enemiga. Las naves eran modelos cuya forma era casi idéntica a los cruceros y destructores de la flota imperial, pero todas eran de color negro y con iluminaciones rojas que les daban un aspecto bastante siniestro.
– ¿Has podido comunicarte con ellos? – preguntó Lester.
– Negativo. He intentado establecer contacto, pero no responden.
– Naves imperiales fuera de la armada del imperio... – comentó Takuto. – ¿Creen que se trate de la flota que realizó el golpe de estado?
– ¡Imposible! – jadeó Lester. – ¡¿Cómo han llegado tan lejos?!
– Aunque no lo creas, están frente a nosotros. – dijo Takuto. Con los Emblem Frames y la flota detrás de ellos, no hacían falta más pruebas de lo real que era la situación. – Bien, creo que sólo hay un camino frente a nosotros.
Y diciendo esto, se puso de pie, dejando atrás cualquier rastro de laxitud o pereza para enfrentarse a lo que sería su primera batalla real.
– Escuchen, pilotos de la Brigada Angel. Recibirán el apoyo de Takuto Mayers para derrotar a esa flota. ¡Cuenten con nosotros!
– ¡Muchísimas gracias! – exclamó Milfie sonriente.
– ¡Te tomó bastante tiempo! – protestó Ranpha.
– ¡Oye, Takuto! – intervino de repente Lester, pero antes de que pudiera decir más, Takuto lo silenció. Qué bien se sentía ser el oficial al mando.
– Una chica está siendo perseguida por sujetos sospechosos. No puedes llamarte a ti mismo un hombre si no la proteges. – declaró Takuto.
– ¡Bien dicho! – dijo Forte, también sonriendo de oreja a oreja. – Un hombre que no protege a una chica no será confiable para proteger el futuro del imperio.
– ¿Eh? ¿El futuro del imperio? – preguntó Takuto, algo sacado de onda por ese último comentario. Pero no tuvo tiempo de preguntar más al respecto, ya que Forte continuó:
– Bien, si ya todo está arreglado, hora de presentarnos. Milfie, empieza tú.
– ¡Ah! Sí, de acuerdo. Me llamo Milfeulle Sakuraba, piloto del Lucky Star. ¡Daré lo mejor de mí!
– Ranpha Franboise, piloto del Kung-Fu Fighter. No se te ocurra darme órdenes extrañas.
– Y yo soy Forte Stollen, piloto del Happy Trigger. Encantada de conocerlo, Capitán Mayers.
– Wow... hasta conocen mi rango. – dijo Takuto.
– ¿Acaso le parece extraño? – preguntó Forte. – Hay una razón por la que sabemos todo sobre usted.
– Ya me lo podrás decir más tarde. Ahora, ¿cuál es el plan de acción?
– Vaya, eso fue inesperadamente profesional. – comentó Forte con un deje de sorpresa.
– Bueno, una enorme flota se está aproximando y pronto entraremos en batalla. Por supuesto que daré prioridad a mis obligaciones. – replicó Takuto, tranquilo pero serio.
– Vale, vale. – dijo Forte. – En ese caso, nosotras también cambiaremos a nuestro modo serio. ¡Ranpha, Milfie, listas para el combate!
Esta historia continuará...
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