La melancolía de una dama (4-3)
Con la Brigada Angel ya desplegada, el Elsior estaba a punto para entrar en combate. Takuto esperaba que se completara el análisis de la situación para empezar a decidir cuál sería el plan, mientras los motores los hacían avanzar lo más rápido posible para interceptar a la flota enemiga y rescatar a los mercantes.
– El Elsior entrará en el espacio de combate en breve. – informó Coco.
– Entendido. – asintió Takuto. – Brigada Angel, ¿ya están listas?
– Sí, puedo comenzar en cualquier momento. – dijo Milfie con entusiasmo.
– Preparaciones completas aquí también. – agregó Ranpha, también con determinación. – ¡Vamos, Milfie!
– ¡Sí, Ranpha!
El comandante estaba complacido de ver a sus pilotos tan determinadas. Tener la moral alta sin duda les daría un impulso necesario para completar esta misión, de ser posible sin ninguna baja que lamentar ya que habría civiles de por medio. En ese instante, Mint se unió a la conversación para dar su reporte:
– Estoy observando los datos ahora mismo. En este momento, la flota mercante no ha sufrido muchos daños, pero podrían no resistir mucho más. Las naves de Blancmanche son muy rápidas, pero siguen siendo civiles. También me preocupa la carga que llevan, así que debemos rescatarlas rápido.
– No, espera un momento. – intervino Forte. – El reabastecimiento es importante, pero si peleamos por eso y el Elsior termina cayendo, todo habrá terminado. ¿No sería mejor dejar algunas naves aquí para que protejan al Elsior?
Takuto se puso a pensarlo por un momento. Forte tenía un punto válido, pero en ese momento, ellos como militares tenían el deber de proteger a los civiles, ya que en parte era culpa suya que hubiesen quedado ahora atrapados en el fuego cruzado. Y había otras formas de mantener el Elsior a salvo incluso sin dejar Emblem Frames protegiéndolo.
– Será mejor priorizar el rescate de la flota mercante. – decidió finalmente Takuto. – Aparte de los suministros, me preocupan las personas que están a bordo de esas naves.
– Entendido. – dijo Mint. – Te lo agradezco muchísimo.
Habiendo decidido sus prioridades, el siguiente paso era establecer el plan basado en dicha decisión. Takuto solicitó que mostraran la vista táctica en el monitor para examinar en detalle cuál era la situación actual. Al instante, el mapa mostró las posiciones de la flota Blancmanche, los enemigos, y por supuesto el Elsior y la Brigada Angel.
– En este momento estamos aquí. – dijo Lester, señalando la parte inferior del mapa debajo de un gran asteroide. – Como pueden ver, la flota mercante se encuentra al otro lado del asteroide. Y entretanto, aquí están las fuerzas enemigas, dividas en dos grupos cerca de nosotros. Se componen de destructores clase Spard y cruceros clase Barmell.
Takuto no pudo evitar sentir algo de alivio. No era nada con lo que no hubiesen lidiado antes, así que tuvo la total certeza de que podrían con ellos. Por supuesto, no podía decirse lo mismo de las naves mercantes.
– Bien, ahora debemos rescatar a las naves de Blancmanche que se encuentran bajo ataque. – dijo el comandante. – Las naves Blancmanche pueden escapar tomando esta ruta. Deberían estar a salvo si llegan a esta región, así que les enviaremos esa información. – La pantalla la resaltó con una larga flecha amarilla, junto con el área objetivo. – Para evitar los ataques enemigos, el Elsior se reunirá con ellos en esa área.
Otra flecha resaltó el curso que tomaría el Elsior hacia el área objetivo para reunirse con la flota mercante. Una vez allí, en caso de que hubiera enemigos rondando, podrían protegerlos sin muchas dificultades.
– La Brigada Angel debe eliminar a todos los enemigos que estén persiguiendo a la flota mercante. – dijo Takuto. – Eso es todo, ahora depende de ustedes. ¿Están todos listos? ¡Brigada Angel, adelante!
– ¡Sí señor! – corearon todas las pilotos.
Sin tardanza, los cinco Emblem Frames pusieron en marcha sus motores, y salieron a toda velocidad para interceptar a la flota automatizada. Fuera de la complicación de que ahora había civiles en el campo de batalla a los cuales debían proteger, Takuto dudaba que fuera a ser una batalla difícil para ellas. La cuestión sería avanzar lo más rápido posible antes que las naves enemigas pudieran alcanzarlos.
– Estamos listas para iniciar. – declaró Mint por el canal abierto. – ¡Vamos, chicas!
– Sí, no podemos dejar que caigan. – dijo Forte. – ¡En una de esas naves está el cargamento de municiones que ordené!
– ¡También mi harina y mi canela en polvo! – agregó Milfie. – ¡Si no las salvamos pronto, todo se quemará!
– ¡Y no olviden mi champú, y mis zapatos nuevos! – exclamó Ranpha. – ¡Ninguna chica puede perdonar que la priven de sus necesidades diarias!
– Oigan... ¿chicas? Que no se les olvide que también hay que salvar a la gente que va a bordo de las naves, ¿eh? – les recordó Takuto, un poco incómodo. Desde luego, no era como que él no quisiera salvar también la carga, pero obviamente las vidas de las personas eran más importantes. Seguro las Angels no se habrían olvidado de eso, ¿verdad?
...
A pesar de lo serio de la situación, Mint no pudo evitar reírse por lo bajo de lo que dijeron Forte, Milfie y Ranpha antes. Al menos tenían muy claras sus prioridades, y en realidad no podía culparlas, ya que con los suministros escasos, cualquiera se pondría desesperado. Dicho eso, le alegró que Takuto les hubiera recordado que salvar a las personas a bordo de las naves mercantes era la prioridad.
Una vez que entraron al rango de combate, Takuto procedió a dar la orden inicial por el canal abierto para comenzar la batalla.
– Unidades #1, #2 y #3, ustedes tomen la punta y ataquen a las naves que estén más cerca de la flota mercante. Unidades #4 y #5, ataquen a las de la retaguardia y no permitan que se acerquen al Elsior.
Sin perder un instante, Mint tiró de sus palancas para acelerar al Trick Master, mientras observaba cómo el Kung-Fu Fighter volaba por delante de ella. Como Takuto les ordenó atacar primero a las naves en punta, tuvo que volar pasando entre varias de ellas, ejecutando maniobras evasivas cada vez que se giraban para dispararle una vez que se ponía en su rango de tiro. Tenía sus Fliers en modo semi-automático, por lo que lanzarían algunos rayos láser y luego vendrían detrás de ella una vez que se salían de su rango.
Ya tenía fijado al primer objetivo, un destructor que estaba a punto de alinearse para empezar a dispararle a una de las naves mercantes. Con eso en mente, ordenó a todos sus Fliers cubrir el área de disparo para interceptar sus proyectiles, mientras ella lo atacaba por detrás.
– Blanco en la mira. Fliers, descarga total sobre los misiles enemigos.
En cuanto el destructor comenzó a abrir fuego, los Fliers soltaron sus rayos láser para cortar todos los misiles, haciéndolos detonar sin que causaran daño alguno. Mint de inmediato apuntó con sus propios lanzamisiles buscando dañar los motores, haciendo que el destructor se fuera a la deriva y dejándolo presa fácil para ser triturado hasta la muerte por las Garras de Anclaje del Kung-Fu Fighter, que llegaba justo a tiempo para darle el golpe final.
– ¡En su cara, ojojojojo! – se rio Ranpha. – Oye, Mint, ¿por qué no te ríes conmigo?
– No creo que sea el momento apropiado para eso, Ranpha-san. – replicó la peliazul, con una sonrisa. – Tendremos mucho tiempo para eso cuando acabemos con esto.
Justo en ese instante venía otro destructor, que desvió su atención de las naves de Blancmanche para atacarlas a ellas, pero un rayo láser de partículas proveniente del Híper Cañón del Lucky Star lo atravesó de lado a lado, cortando su intento de raíz. Detrás de este se aproximaba un crucero que parecía venir con intenciones de vengar a sus colegas caídos, si ellas no supieran que las naves no estaban tripuladas y por tanto no habría nadie a quién vengar.
– Según mi análisis, ese crucero está armado con cañones de refracción y misiles de difusión. – advirtió Mint, usando a los Fliers para escanear la nave enemiga. – Debemos proceder con cautela, esas armas pueden penetrar nuestros escudos.
– ¡Ja, no servirán de nada si no les dejamos disparar! – dijo Ranpha. – ¡Que se coma los míos!
Ranpha inició la ronda de ataque, alternando disparos de vulcan y misiles. Causó daño en varias secciones del casco, pero no hizo que se detuviera. Por lo visto, esta nave estaba programada para ignorarlas y tratar de ir por la flota de Blancmanche ya que intentaba seguir adelante.
– Parece que eso no lo detendrá. – observó Mint. – Ranpha-san, Milfie-san, intentaré correr interferencia electromagnética con mis Fliers. Ustedes dos prepárense para dispararle con todo lo que tengan una vez que les dé la señal.
– ¡Está bien, Mint! – exclamó Milfie.
– ¡Espero que sepas lo que haces! – agregó Ranpha.
Mint disimuló un poco su molestia por el comentario de Ranpha. Por supuesto que sabía lo que estaba haciendo. Incluso las naves automatizadas tenían sensores para poder rastrear a sus objetivos, y ella sabía cómo interferir con ellos para desorientarlos. Una vez más, tuvo que desplegar dos Fliers adicionales y controlarlos manualmente para rodear al crucero enemigo. De nuevo estaba imposibilitada de usar sus otras armas, pero si trabajaba rápido, no habría necesidad de ellas.
– Escaneando, descifrando frecuencia... la tengo. – dijo una vez que el indicador pasó a 100%. – ¡Enviando interferencia ahora!
Los Fliers comenzaron a enviar sus ondas electromagnéticas. Los sensores de la nave enemiga habían identificado a los objetivos de prioridad, que eran la flota Blancmanche, dejándolas a ellas y a sus Emblem Frames en segundo plano, así que el propósito de esta interferencia era confundir a los sensores, haciéndoles creer que su objetivo estaba en otra parte.
O más concretamente, que ellas eran su objetivo.
– ¡La nave enemiga está cambiando de curso! – dijo Mint. – ¡Ahora es cuando, chicas, atráiganla lejos de las naves mercantes!
– ¡Jaja, déjamelo a mí! – dijo Ranpha. – ¡Oye, pedazo de chatarra, ven por mí que aquí estoy!
El Kung-Fu Fighter se alejó, y tal como Mint predijo, el crucero enemigo se salió de su curso original y empezó a virar para tratar de perseguirla. Naturalmente, cuando empezó a dispararle Ranpha usó su velocidad para evadir los proyectiles y tomar distancia, antes de girarse de nuevo y abrir sus propios lanzamisiles para contraatacar una vez que se puso a tiro mientras la nave enemiga parecía entrar en fase de recarga de sus armas. Al mismo tiempo, Mint y Milfie le llegaron por detrás y lanzaron sus propios misiles (una vez que Mint recogió los dos Fliers adicionales, pues ya no los necesitaba más), y el fuego combinado de las tres fue suficiente para dejarla fuera de combate.
– ¡Buenos disparos, Ranpha, Mint! – exclamó Milfie.
– ¡Jaja, ¿ya lo vieron?! ¡Nadie puede con nosotras! – se jactó Ranpha.
– No celebremos todavía, chicas. – dijo Mint. – Aún quedan muchas naves enemigas que podrían ser un peligro para la flota Blancmanche. Estén alertas.
El peligro para los mercantes sólo estaba a raya por el momento. Hasta que no hubieran exterminado a la última nave de la flota de Eonia, no podían relajarse.
...
Entretanto, Forte y Vanilla continuaban intentando contener la retaguardia para que evitar que ningún enemigo se acercara al Elsior. Tal como Takuto lo predijo, aunque la mayor parte de la flota estaba tomando como prioridad atacar a los civiles, poco menos de un tercio de ellos habían intentado perseguir al Elsior, que seguía en curso para intentar reunirse con las naves de Blancmanche en el punto designado.
Hasta ahora no habían tenido mayores problemas, pero los números empezaban a complicar un poco las cosas. Mientras las otras estaban en el frente defendiendo a las naves mercantes, el trabajo de ellas era impedir que el resto se acercaran al Elsior, y de pronto, una señal les alertó que el enemigo empezaba a cambiar de táctica.
– ¿Hmm? – Forte verificó su radar, y activó los sensores de largo alcance. Un carguero disfrazado acababa de entrar al sector, y estaba empezando a desplegar sus cazas desde otra zona. – Esto no es bueno. Esos cazas alcanzarán al Elsior si no los derribamos ahora. Vanilla, ¿puedes seguir sin mí por un rato?
– Sin problemas, Forte-san. – replicó la peliverde.
– Bien, te encargo esta zona. ¡Aquí voy!
No había tiempo para contactar al puente y advertirles, así que simplemente se dio la vuelta y empezó a perseguir a los cazas enemigos. Al verificar su estado de municiones, se percató que le quedaba suficiente para hacer una oleada de Strike Burst, pero le convendría repostar inmediatamente. Entre los números del enemigo, y sus misiles actuales, no podría eliminarlos a todos, así que decidió tomar como prioridad a los que estaban más cerca del Elsior, y luego terminaría de rematar al resto con sus cañones Phalanx antes de entrar para reponer su munición.
– Bien, espero que sea suficiente. – dijo la pelirroja, fijando los objetivos. – ¡Todos los puertos abiertos, Strike Burst!
El Happy Trigger disparó en ráfaga dispersa todos los misiles que le quedaban. Afortunadamente, ninguno se desperdició, y Forte pudo llegar rápidamente para disparar con el Phalanx a los restantes antes que pudieran empezar a hacer algún daño significativo. Pero extrañamente, un grupo de los cazas siguió de largo, alejándose del Elsior.
– Aquí el Happy Trigger. – dijo mientras activaba el comunicador para contactar al puente. – Elsior, respondan. ¿Se encuentran todos bien?
Takuto y Lester aparecieron en su monitor al instante. El primero sonreía, mientras que el segundo se cruzaba de brazos y la miraba muy severamente.
– Estamos bien, Forte, gracias a ti. – dijo el comandante.
– Aun así, fue un poco imprudente que hayas abandonado tu posición. – la reprendió el adjunto. – Se supone que su trabajo es seguir conteniendo a las fuerzas enemigas.
– Pues perdóneme, Subcomandante. Sólo seguí mi instinto de cuál era el mejor curso de acción en este caso. – replicó Forte encogiéndose de hombros.
– Ya, ya, Lester. – intervino Takuto. – Su juicio fue acertado en este caso. Si nos hubieran caído en enjambre, el Elsior ahora podría estar en problemas. – La expresión del comandante cambió en ese instante, poniéndose más seria. – Pero hay algo que me preocupa. No todos los cazas nos atacaron, algunos de ellos se fueron de largo.
Forte verificó su radar, y efectivamente, cerca de un cuarto de los cazas desplegados por el carguero se habían desviado del grupo principal en lugar de atacar al Elsior. Fue entonces que la pelirroja entendió lo que estaban haciendo.
– No será que... ¿intentarán interceptar a las naves mercantes por el frente?
– Justo lo que estaba pensando. – dijo Takuto. – Por desgracia, el Elsior no puede perseguirlas incluso a máxima velocidad, y a ese ritmo es posible que las alcancen antes de que podamos hacer algo. Sin mencionar que tenemos que cuidarnos de las naves que vienen detrás de nosotros.
– Yo puedo ir tras ellas. – ofreció Vanilla. – El Harvester es más rápido que el Happy Trigger, y si sufren daños puedo repararlos con mis nanomáquinas.
– De acuerdo, Vanilla, te lo encargo. – respondió Takuto. – Forte, tú apresúrate en repostar y quédate cerca de nosotros para proteger al Elsior. Tenemos que atraer todo el fuego posible de los cruceros y destructores para evitar que dañen a los mercantes.
– Como usted diga, Sr. Comandante. – replicó Forte. – Vanilla, no dejes que dañen esas naves. ¡Mira que la munición que espero sigue a bordo!
Antes de cortar comunicaciones, pudo ver en la pantalla que Lester se llevaba una mano a la cara y Takuto se reía. No era que no le importara salvar a las personas a bordo, pero sin duda salvar la munición que esperaba era un incentivo extra que nunca vendría mal.
Dejando eso de lado por el momento, se dirigió hacia el hangar del Elsior, alineándose para dejarse enganchar por el soporte. Tardarían unos minutos en reponerle todos sus misiles al Happy Trigger, así que hasta entonces tendría tiempo de replantear su estrategia. No quedaban muchas naves capitales detrás del Elsior que pudieran representar una amenaza, así que una vez que se encargara de ellas, se podría reagrupar con las demás en el frente.
...
Al mismo tiempo, una vez que se hizo cargo de la situación, el Harvester se dirigió a perseguir a los cazas enemigos que se escabulleron en el ataque inicial. Fue afortunado que Forte se diera cuenta de lo que planeaban, y no planeaba dejar que ninguno de ellos se escapara.
A pesar de ser soldado, Vanilla era principalmente una médica, y como tal prefería salvar vidas en lugar de tomarlas. Una de las pocas ventajas de estar luchando contra naves no tripuladas era que podía soltarse contra ellas sin miedo a acabar con la vida de nadie. Eso no quería decir que no estaría dispuesta si era absolutamente necesario, pero al menos por ahora, se aferraba a ese pequeño confort esperando no tener que hacerlo por el mayor tiempo posible.
Observó su radar detenidamente. Mientras Forte repostaba en el Elsior, Ranpha, Milfie y Mint seguían conteniendo a las fuerzas enemigas que perseguían a las naves mercantes desde atrás al otro lado del asteroide, lo que las tendría demasiado ocupadas para ocuparse de los cazas por el frente. Lo cual la dejaba a ella como la única que podía encargarse de ellos.
Los cazas enemigos eran un poco más rápidos que el Harvester a marcha normal, pero tendrían que desacelerar para poder fijar a sus objetivos, y esa sería su oportunidad para alcanzarlos. Efectivamente, lograron alcanzar a las naves mercantes primero y empezaron a abrir fuego, pero afortunadamente los escudos de estas últimas lograron resistir hasta que ella llegó y logró ponerse a rango de tiro para iniciar el contraataque.
– Objetivos en la mira... iniciando incursión.
Sin perder tiempo, Vanilla comenzó a abrir fuego con el láser principal, derribando a los cazas enemigos uno a uno con precisión quirúrgica. Afortunadamente, su velocidad venía acompañada de una armadura bastante frágil que no contaba con escudos, por lo que un solo tiro certero bastaba para dañar sus componentes críticos y hacerlos explotar. Vanilla tuvo mucho cuidado de no dejar que las naves mercantes fuesen dañadas por sus propios disparos, y lento pero seguro, logró erradicar a todos los cazas antes de que causaran daños significativos.
– Enemigos neutralizados. Verificaré el estado de las naves mercantes.
Activó sus escáneres para analizar los daños. Para su gran alivio, los cazas no hicieron más que algo de mella en la armadura exterior, aunque por si las dudas inmediatamente empezó a volar dispersando sus nanomáquinas reparadoras para parchar cualquier agujero antes que se fuera a convertir en un problema más tarde.
– Bien hecho, Vanilla. – dijo Takuto apareciendo en su monitor. – Continúa escoltando a las naves mercantes por el momento. El resto de la Brigada Angel debería reagruparse contigo en breve.
– Entendido. – replicó ella.
Con eso en mente, el Harvester comenzó a volar alrededor del convoy de Blancmanche. Por ahora estarían a salvo de los enemigos, pero tenían que mantenerse alerta hasta que lograran llevarlos hasta el punto de reunión con el Elsior.
...
En el puente de mando, Takuto seguía observando el progreso de la batalla. La Brigada Angel, como cabría esperar, estaba haciendo un buen trabajo manteniendo al enemigo lejos de las naves mercantes, si bien ocasionalmente algunas se desviaban para intentar escabullirse. Afortunadamente, Milfie, Ranpha y Mint ya habían logrado limpiar su zona, y se estaban reagrupando con Vanilla para proteger a los mercantes por el resto del trayecto
– Comandante Mayers, dos destructores y un crucero enemigo se aproximan hacia nosotros por la retaguardia. – avisó Coco.
– ¿Cuál es el estado del Happy Trigger? – preguntó Takuto.
– El equipo de ingenieros reporta que casi han terminado de reponer toda su carga. – dijo Almo. – Estará lista para partir en menos de dos minutos.
– Conéctenme ahora. – ordenó el comandante. Al instante apareció en el monitor la imagen de la pelirroja, que lo miró con curiosidad. – Forte, necesito que permanezcas en espera por un rato.
– ¿Hmm? ¿Tiene algo pensado, Sr. Comandante? – preguntó ella.
– A decir verdad, sí. – replicó Takuto bastante confiado. – Vamos a dejar que esas naves que vienen detrás de nosotros nos alcancen. Y en cuanto lo hagan...
– ¿Yo saldré para darles una sorpresa? – completó la pelirroja, que sonrió de oreja a oreja. Claramente dedujo lo que quería hacer. – Me gusta cómo piensa, Sr. Comandante.
– ¿Puedo contar contigo entonces? – preguntó de nuevo Takuto.
– Sólo deme la orden y los aniquilaré a todos. – replicó Forte con un pulgar arriba.
Teniendo ya el visto bueno de la piloto, Takuto ordenó disminuir la marcha de sus motores para dejar que los destructores y el crucero los alcanzaran. Ya que estaban peleando contra naves automatizadas, no creía que fueran a esperar que usarían una táctica basada en aquella maniobra milagrosa que los salvó gracias a la suerte de Milfie cuando estaban iniciando el viaje.
– Las naves enemigas están entrando en el perímetro del Elsior. – alertó Coco. – Las lecturas de energía indican que se están preparando para disparar.
– Toda la energía a los deflectores posteriores. – ordenó Takuto. – Prepárense para lanzar al Happy Trigger a mi señal.
No pasó mucho antes que las naves enemigas entraran a rango y empezaran a abrir fuego con sus lásers y misiles. Afortunadamente, los escudos del Elsior resistieron todos los proyectiles sin problemas, haciendo que sus esfuerzos fueran inútiles. Mientras ellos servían como objetivo, la flota mercante de Blancmanche podría avanzar a salvo hacia el punto de reunión designado, escoltada por el resto de la Brigada Angel.
Sólo tenían que esperar el momento propicio. Una vez que hubo un momentáneo cese al fuego, presumiblemente para enfriar sus cañones, Takuto vio su ventana de oportunidad.
– ¡AHORA!
Y sin tardanza, el Happy Trigger salió del hangar, con las armas totalmente cargadas. Tal como lo prometió, Forte no se contuvo y apenas se puso a tiro, abrió todos los puertos de sus lanzamisiles, disparando proyectiles en una trayectoria de arco para que llovieran sobre los costados de los dos destructores, al tiempo que disparaba por el centro sus cañones de riel para perforar al crucero enemigo por la proa. El ataque sorpresivo fue tan rápido que en menos de un minuto las tres naves habían sufrido daños críticos, y no tardaron en desaparecer en una oleada de explosiones consecutivas.
– Bien hecho, Forte. – la felicitó Takuto. – Mantente cerca, todavía quedan algunas naves dispersas que podrían causarnos problemas.
– Déjemelo a mí, Sr. Comandante. – replicó la pelirroja muy confiada.
La batalla estaba progresando favorablemente. Ya habían logrado erradicar a casi toda la flota enemiga, y estaban a muy poco de reunirse con la flota mercante.
Sin embargo, un último obstáculo amenazó con interponerse en su camino: otro carguero oculto salió de entre las sombras de un asteroide, y empezó a desplegar más cazas. Estos se dividieron en dos grupos, la mitad dirigiéndose hacia el Elsior, y la otra mitad buscando interceptar a las naves de Blancmanche.
– ¡Cazas enemigos se aproximan hacia el Elsior! – exclamó Coco.
– ¡Levanten los deflectores delanteros! – gritó Takuto.
La orden no podría haber venido ni un segundo más tarde. Aunque lograron levantar sus escudos a tiempo, todavía sintieron la sacudida de los impactos. Lester tuvo que agarrarse del respaldo de la silla para no caerse.
– Informe de daños. – dijo el subcomandante una vez que recuperó el equilibrio.
– Impactos menores en la proa. – dijo Almo. – No afecta nuestra capacidad de combate.
– Hay que derribar ese carguero antes que despliegue más. – dijo Lester. – ¡Abran fuego con los cañones principales!
– ¡Forte, vuela a todos los cazas enemigos! – ordenó a su vez Takuto. – ¡Que no quede ni uno!
– ¡Sí, Sr. Comandante!
– ¡El resto de la Brigada Angel, protejan a la flota de Blancmanche a toda costa! ¡Nos reagruparemos en breve!
– ¡¡¡SÍ SEÑOR!!! – corearon todas las demás pilotos.
Ya casi lo lograban. Si podían superar este último obstáculo, podrían completar esta misión sin bajas que lamentar. Y con eso finalmente resolver sus problemas de suministros con tranquilidad.
...
La batalla hasta el momento no había presentado ningún problema hasta ese momento, pero Mint sabía que no podía bajar la guardia ni por un segundo, hasta estar totalmente seguros de que no habría más enemigos o amenazas en el área. Y en efecto, cuando apareció un segundo carguero oculto, que debía estar aguardando para emboscarlos desplegando un gran número de cazas, sus preocupaciones se vieron confirmadas.
– Debemos proteger al convoy a toda costa. Vanilla-san, toma el frente y bloquea sus ataques. Ranpha-san, Milfie-san, prepárense para flanquearlos.
– ¡Vamos a enseñarles! – gritó Ranpha. – ¡Debo proteger mi champú y mis zapatos nuevos!
– ¡No olviden mis ingredientes! – agregó Milfie. – ¡Aún les debo un pie de canela!
Mint tuvo que contener la risa. Por lo visto, sus compañeras seguían teniendo muy claras sus prioridades, pero mientras eso las mantuviera enfocadas en el objetivo, no importaba. El Harvester inmediatamente se puso por delante de la flota Blancmanche, y activó su escudo satelital, bloqueando la primera oleada de proyectiles. Naturalmente, esto obligó a los cazas a romper la formación y empezar a rodear para flanquearlos.
Inmediatamente, los cazas que se dispersaron cayeron ante los disparos del Lucky Star y el Kung-Fu Fighter, que no tardaron en interceptarlos. Los que quedaban intentaron reagruparse, pero para cuando lo hicieron, Mint ya había enviado a los Fliers a posicionarse a su alrededor para comenzar a lanzar interferencia electromagnética. En sólo unos segundos estarían totalmente a su merced.
– Posicionamiento de Fliers completado. Iniciando interferencia electromagnética. – declaró la peliazul.
En cuestión de segundos, envió la señal de interferencia para sabotear a los cazas enemigos. Inmediatamente la formación cayó en total desorden, y algunos incluso empezaron a chocar entre ellos, destruyéndose o dañándose seriamente.
– ¡Es nuestra oportunidad! ¡Disparemos todo lo que tengamos! – dijo Mint. – ¡Flier Dance!
– ¡Garras de Anclaje fuera!
– ¡Híper Cañón, fuego!
Las tres dispararon sus armas simultáneamente. Los Fliers cortaron con sus lásers a través de la masa restante de cazas. Las Garras de Anclaje enganchaban a los que intentaban huir para luego aplastarlos hasta la muerte o lanzarlos a estrellarse contra sus congéneres, y el rayo de partículas del Híper Cañón vaporizaba a los que se metían en su camino.
– ¡Ja! ¡¿Qué les pareció eso?! – se jactó Ranpha.
– Todos los cazas enemigos han sido destruidos. – dijo Mint observando su radar. – Ahora solamente queda...
En el momento en que miró al carguero que estaba frente a ellas, como si fuese un enorme muro para impedirles el paso, fue atravesado por una ráfaga de misiles y lásers de alto calibre, provenientes del Happy Trigger que acababa de llegar al área. Unos segundos después, los componentes vitales de la nave empezaron a explotar uno tras otro, hasta que finalmente una sola gran bola de fuego terminó por envolverla, volando en pedazos. El Emblem Frame púrpura voló para unirse con sus compañeras, y Forte apareció en los monitores iniciando una comunicación abierta.
– Ese fue el último. – dijo la pelirroja. – Ya el área está totalmente despejada.
– Muy oportuna, Forte-san. – dijo Mint con una gran sonrisa. – Pero por si acaso, debemos seguir en guardia. Protejamos a las naves mercantes.
Sin perder tiempo, todas las naves de la Brigada Angel retornaron a la formación de escolta, alrededor de las naves Blancmanche hasta que pudiesen reunirse con el Elsior en el punto designado. Sólo entonces podrían declarar misión completada.
Aunque Mint sabía que una vez que eso sucediera, iba a pasar un rato muy, muy incómodo.
...
– ¡La flota hostil ha sido totalmente destruida! – avisó Coco. – ¡No hay más contactos en el sector!
– Buen trabajo, todos. – dijo Takuto. – Atención, Brigada Angel, siento pedirles esto, pero por favor continúen con las labores de escolta hasta que lleguemos al punto designado.
Pasaron unos minutos de total silencio radial, y Takuto permaneció en su silla, esperando llegar al punto de reunión, con los ojos muy abiertos ante cualquier posible emboscada sorpresiva. Afortunadamente, no sucedió nada, y sintió un gran alivio cuando vio las naves del convoy de Blancmanche aparecer frente a ellos, sin ningún daño aparente.
– Almo, ¿cuál es el estado de la flota mercante? – preguntó Lester.
– Blancmanche reporta que, si no hubiésemos llegado, sus cargamentos se habrían dañado seriamente. – informó la operadora. – Todos los miembros de las tripulaciones también se encuentran a salvo.
– Uff, qué buena noticia. – dijo Takuto, ya más tranquilo ahora que todo había terminado.
– Muy bien, eso significa que podremos reponer nuestros suministros sin demoras. – dijo Mint. – Qué gran alivio.
– ¡Qué bien! – exclamó Milfie alegremente. – Cuando pensaba en que mis ingredientes se fueran a quemar, me puse muy nerviosa.
– ¡Sí! ¡Por fin podré darme una ducha como se debe! – agregó Ranpha en el mismo tono.
– Lo más importante... es que las personas a bordo se encuentran bien. – señaló Vanilla.
– ¡Mis municiones están a salvo! ¡Sr. Comandante, te felicito, diste las órdenes correctas! – concluyó Forte.
– Fue todo gracias al esfuerzo de la Brigada Angel. – respondió Takuto. – Una vez que terminemos de rescatar a los mercaderes, podremos tomarnos las cosas con calma.
– Comandante, tenemos comunicación de un representante de la flota mercante. – dijo Almo, luego que efectivamente sonó la alarma de transmisión entrante.
Takuto asintió, y dio luz verde para que se abriera el canal. Al instante apareció en pantalla un sujeto de traje y corbata, con los pelos repeinados hacia atrás y sujetándose ambas manos de la manera que le recordó a un vendedor de comerciales de televisión. El sujeto empezó de inmediato a hablarles con una voz exageradamente educada.
– Muchísimas gracias por ayudarnos. Estamos en deuda con ustedes. ¿Será posible que sean ustedes quienes nos contactaron no hace mucho?
– Sí. Yo soy Mayers, pero creo que por ahora podemos dejar de lado las presentaciones formales. – dijo Takuto haciendo un esfuerzo por ocultar su incomodidad. Este tipo le daba una mala vibra.
– Es comprensible. Muchas gracias por elegir los servicios de la Corporación Blancmanche. – El tipo hizo una profunda reverencia.
– Por cierto... escuchamos acerca de sus condiciones. ¿De verdad está bien? – preguntó Takuto. Todavía tenía algunas dudas sobre eso y quería mejor despejarlas lo más pronto posible.
– ¡Por supuesto! Nuestro cliente nos cayó como del cielo, dada la situación actual, sí señor. – dijo el sujeto, de nuevo con una sonrisa que no terminaba de convencer a Takuto. – Por cierto, si puedo hacerle una pregunta... ¿acaso la piloto de la nave azul que vimos antes era...?
– Sí, por supuesto. – Takuto se anticipó a la respuesta. – La piloto era la señorita Mint Blancmanche. Por favor hágale saber a su familia que ella se encuentra bien.
– ¡Así que era ella! ¡Por supuesto, será un placer informarles! El presidente Darno Blancmanche... es decir, el padre de la señorita Mint, sin duda estará muy complacido. – Luego bajó la voz y empezó a murmurar entre dientes. – Jajaja... y yo seguramente recibiré un ascenso...
– Oiga... escuché lo que dijo, ¿pero por qué se ríe? – preguntó Takuto. Ahora ya tenía una ligera idea de qué clase era este sujeto con quien estaba negociando. – ¿Qué es tan gracioso?
– ¡No, no, no, no fue nada! Lo más importante es que ella se encuentra a salvo. – dijo el sujeto, como si intentase pretender que no había pasado nada. – Muy bien, si me permiten ingresar a su nave, podemos empezar las negociaciones de una vez.
– Oye, oye. – masculló Lester algo molesto. – Todavía estamos trabajando en rescatar a esas naves, ¿y tú ya estás hablando de negocios?
– Shh, baja la voz, Lester. Te va a escuchar. – dijo Takuto. A él tampoco le caía bien de entrada, pero no quería echar a perder su trato por irse de lengua. Se aclaró la garganta para disimular. – Um, apreciamos su consideración, pero aún tenemos trabajo por terminar después del combate. ¿Puede esperar un poco?
– Lo entiendo. – replicó el representante. – En cuanto estén listos, iré para que podamos discutirlo.
Y con eso terminó la comunicación. Takuto suspiró de alivio por no verle más la cara, aunque inevitablemente tendría que encontrarse después en persona con él una vez que empezara el reabastecimiento.
– Uff, me alegra que ya podamos reabastecernos, pero vaya tipo tan raro. – comentó una vez que se apagó el monitor.
– ¿Oh? En esta organización hay muchas personas inusuales. Por fortuna no hay tantas así en el Elsior.
– Oh, ¿Mint, estabas escuchando? – dijo Takuto, dándose cuenta que había olvidado cortar la comunicación con los Emblem Frames. – Bueno, como sea, creo que eso me ahorra tiempo. Ya escuchaste al representante; él le dirá a tu familia que estás a salvo. Parecía muy feliz de hacerlo.
– Si realmente es cierto, entonces todo estará bien... – Mint habló de nuevo con un tono melancólico, y sus orejas telepáticas volvieron a caerse.
– ¿Eh? ¿Qué dijiste?
– No, no es nada. Cortaré comunicaciones ahora. – replicó la peliazul volviendo a sonreír.
Takuto se rascó la cabeza. Otra vez Mint parecía verse triste por alguna razón. No parecía alegrarse de que su familia supiera que se encontraba bien. ¿A qué se debería?
Bueno, no había tiempo para eso ahora. Por ahora, debía ir al hangar para recibir a la Brigada Angel y felicitarlas por un trabajo bien hecho.
...
Una vez que los cinco Emblem Frames habían atracado de vuelta y las compuertas se cerraron en el hangar, Takuto aguardó a que las Angels salieran para felicitarlas por un trabajo bien hecho. Vanilla y Ranpha fueron las primeras en salir de sus naves y bajar por las rampas y acercarse a él.
– ... Los esfuerzos de rescate han sido completados con éxito... – dijo Vanilla haciendo el saludo militar.
– Cielos, estoy muerta. Necesito darme una ducha pero ya. – dijo Ranpha. – ¡El champú nuevo que recibiremos en el reabastecimiento será muy útil! ¡Los veo luego!
La rubia se fue a toda prisa hacia la entrada, dejando a Takuto con Vanilla. Forte y Milfie todavía estaban revisando sus propias naves, pero por alguna razón no se veía a Mint por ninguna parte. Necesitaba hablar con ella para que le ayudara con las negociaciones después de todo.
– Por cierto, ¿dónde está Mint? – preguntó. – Pensé en pedirle que me eche una mano con los mercantes. Es su compañía después de todo.
– Mint-san ya se fue... – informó la peliverde en su tono habitual.
– ¿En serio? – Takuto se sorprendió un poco. No la vio bajarse de su nave, aunque quizás siendo tan pequeña se le hacía fácil escabullirse sin ser vista. – Oye, Vanilla, si no está mal que te pregunte... ¿no crees que Mint ha estado actuando muy raro últimamente?
– ¿Lo está...? – La expresión de Vanilla se tornó sorprendida. Como siempre, un cambio muy sutil, pero notable si miraba bien.
– Cuando estábamos discutiendo lo del reabastecimiento, se veía diferente de lo usual. – explicó Takuto. – Forte también dijo algo raro.
– Forte-san... ya veo...
– ¿Sabes algo al respecto, Vanilla? – volvió a preguntar Takuto.
– ... No, no realmente... – respondió ella. – No te preocupes tanto por eso...
Takuto estaba un poco escéptico. Parecía que las otras Angels sabían algo, pero ninguna se lo quería decir, y eso sólo aumentaba la curiosidad del joven comandante. Sin embargo, si no querían decírselo, quizás se tratara de algo muy personal para Mint, así que sería mejor tratar de preguntárselo a ella en cuanto la viera.
– Bueno, si tú lo dices, no me preocuparé. – dijo finalmente. – Tú también deberías ir a descansar. Te lo mereces por un trabajo bien hecho allá afuera.
– Muchas gracias. – Vanilla hizo una ligera reverencia. – Con tu permiso...
Y sin decir más, la piloto del Harvester se marchó. Takuto todavía seguía intrigado por todo el asunto, pero viendo cómo estaban las cosas, parecía que no habría más alternativa que buscar a Mint para hablar con ella. Si tenía algún problema, era su deber atenderlo y ayudarle a resolverlo, tanto por su propio bien como por el de la misión.
– Probablemente ahora esté en el salón de té. – se dijo mientras se dirigía al elevador. Con suerte, quizás después de la batalla se mostraría más abierta a conversar y decirle qué le aquejaba.
Esta historia continuará...
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