La batalla final (10-1)

Después de haber logrado deshacerse de Sherry, el Elsior continuó con su viaje a Transbaal. A pesar de que se toparon con algunas escaramuzas, estas no representaron mucho problema para ellos, y habían podido llegar al sistema sin demasiadas complicaciones. Y justo ahora mismo, la Brigada Angel acababa de hacer trizas a un pequeño grupo de naves que intentaba detenerlos.

– Flota hostil eliminada. – dijo Coco. – La ruta está asegurada.

– Cielos, espero que esa haya sido la última. – dijo Lester, encogiéndose de hombros. – ¿Cuántas batallas más tendremos que pelear antes de llegar a Transbaal?

– Definitivamente hay más naves automatizadas que antes de irnos de la Luna Blanca. – observó Almo.

– Esa Luna Negra sigue generándolas como si nada. – dijo Lester con fastidio. – Sí que es un problema.

El canal con la Brigada Angel estaba abierto, así que también decidieron unirse a la conversación.

– ¿Pero saben? – dijo Ranpha. – Las únicas naves que hemos visto son cruceros y destructores. No son la gran cosa.

– Sus tácticas son muy monótonas. – agregó Mint. – Las flotas que enfrentamos no parecían poseer información sobre nosotros.

– Aun así, no debemos bajar la guardia. – advirtió Forte. – Recuerden que aún tenemos a la flota principal de Eonia y a la Luna Negra persiguiéndonos.

– ... Estimo que la Luna Negra y la flota principal nos alcanzarán en uno o dos días. – dijo Vanilla.

– ¡Pero seguro que saldremos adelante! – dijo Milfie con entusiasmo. – ¿Verdad, Takuto-san?

– Por supuesto. – asintió el comandante. Luego de haber escapado de Sherry, habían podido estar mucho más tranquilos, y Takuto se sentía más optimista de lo que había estado en semanas. – En fin, buen trabajo, chicas. Regresen al Elsior.

Luego de cortar comunicaciones, la navegación continuó sin mayor problema. Esa última flota parecía ser la última línea de defensa antes de llegar a Transbaal, y finalmente, los sensores captaron una señal que representaba buenas noticias para todos.

– La Luna Blanca ya está a la vista. – informó Almo. – Mostrando imagen en el monitor principal.

La pantalla se iluminó, y allí estaba el planetoide, todavía intacto y rodeado por un halo luminoso que pulsaba de manera intermitente. Seguramente se trataba del escudo que había puesto Lady Shatoyarn para evitar que Eonia se apoderase de ella.

– Qué bueno volver a verla. – dijo Coco, en tono de alivio. – Parece ser que la Luna Blanca todavía está a salvo.

– Sí. – asintió Takuto. – Debo admitir que estaba un poco preocupado, de que tal vez podrían haberla capturado antes de que llegáramos.

– Después de que nos fuimos, Lady Shatoyarn fue la única que se quedó atrás, y envolvió todo el lugar en un escudo imposible de penetrar. – dijo Almo.

Y dicho escudo todavía permanecía activo. Eso al menos despejaba las preocupaciones latentes de Takuto, aunque no quería ni imaginarse cómo se habría sentido Lady Shatoyarn durante todo este tiempo, allí totalmente sola mientras todos los demás escapaban. Su sacrificio había impedido que la tecnología perdida cayera en manos de Eonia.

– Pero sigue la pregunta, ¿realmente la Luna Blanca tiene el mismo armamento que la Luna Negra? – intervino Lester. – Eso me da pensamientos conflictivos.

– ¡Subcomandante! ¡No hable así de la Luna Blanca! – dijo Coco, con tono de indignación.

– ¡Es cierto! – la secundó Almo. – ¡Me niego a creer semejante barbaridad! ¡Seguro que debe haber una buena explicación!

– Vamos, vamos, cálmense. – les dijo Takuto. – Eso es lo que hemos venido a averiguar. Por ahora, contactemos a la Luna Blanca. Necesitamos que bajen el escudo o no podremos entrar.

– Es cierto. En ese caso... – Almo empezó a teclear para abrir un canal de comunicaciones. – Luna Blanca, aquí les habla la nave insignia de la flota de defensa satelital, el Elsior. Respondan, por favor.

No hubo respuesta. Almo volvió a intentarlo tras unos segundos de silencio.

– Luna Blanca, respondan por favor. ¿Lady Shatoyarn? Lady Shatoyarn, ¿dónde está?

– ¿Aún no hay respuesta? – preguntó Takuto, comenzando a preocuparse.

– Sí... es muy extraño. – dijo Almo.

– ¿No será que ya fue capturada por las fuerzas de Eonia? – sugirió Lester.

– ¡Absolutamente no! – dijo Coco molesta. – El escudo que Lady Shatoyarn puso no se rompería tan fácilmente.

– En ese caso, ¿qué significa esto? – preguntó Takuto. – ¿Le habrá pasado algo a Lady Shatoyarn...?

En medio de las preocupaciones y preguntas de todos, la puerta del puente se abrió y entró alguien sin anunciarse.

– No se preocupen. Lady Shatoyarn y la Luna Blanca están a salvo, se los aseguro.

– ¡¿Príncipe Shiva?! – exclamó Takuto, algo sorprendido cuando se plantó frente a él. – ¿Qué quiere decir?

– El escudo de la Luna Blanca funciona como un sello bloquea cualquier interferencia desde el exterior. – explicó Shiva. – En otras palabras, las comunicaciones y ataques externos no le afectan. Incluso si la flota de Eonia intentase atacarla, sería como si simplemente estuvieran golpeando su reflejo en la superficie del agua.

– Espere, si todo el contacto desde el exterior está bloqueado, ¿cómo se supone que entraremos en la Luna Blanca? – preguntó Lester.

– Y si Lady Shatoyarn no sabe que estamos aquí, ¿qué vamos a hacer? – agregó Takuto.

– No teman. Lady Shatoyarn me enseñó cómo liberar el sello antes de partir. – explicó Shiva. – De hecho, la razón principal por la que Eonia me estaba persiguiendo era por eso, no sólo por ser el último miembro de la familia real.

– Ya veo... – dijo Takuto, aliviado de oír buenas noticias. Ciertamente no le agradaba la idea de quedarse varados literalmente afuera de la entrada, sin forma alguna de contactar a Lady Shatoyarn. Y ahora cobraba mucho más sentido el hecho de que Eonia estuviese tan empeñado en perseguir al Elsior para capturar a Shiva.

– Volveré a mi cuarto para liberar el sello. – dijo Shiva. – Mayers, acompáñame.

Todos en el puente se le quedaron viendo sorprendidos. Takuto tardó un momento en asimilar lo que había dicho, y para entonces Shiva ya estaba frente a la puerta del puente.

– Mayers, ¿no me escuchaste? Dije que me acompañes.

– ¿Eh? Sí, señor, Alteza, voy enseguida.

Takuto echó una mirada a Lester, Almo y Coco antes de seguir a Shiva fuera del puente, y luego por el elevador. Ninguno de los dos dijo nada mientras descendían, y luego una vez en el cuarto designado, le pidieron a la sirvienta que los dejara solos.

– Y bien, princesa Shiva... – dijo Takuto, aliviado de no tener que fingir delante del resto. – ¿Para qué me necesita aquí? ¡Ah, no me diga que me va a enseñar cómo libera el sello!

– Por supuesto que no. – dijo ella cruzándose de brazos. – Sólo quería hablar contigo.

– ¿Eh? Ah, ya veo...

Takuto se sintió un poco decepcionado. Pero de todas maneras, lo había traído aquí para hablar en privado, así que seguramente era algo importante. Rápidamente se recompuso.

– Bien, en ese caso, ¿de qué deseaba hablar conmigo, Princesa Shiva?

– Hrm... – La heredera se quedó pensativa, como si meditase lo que quería decir. – ¿Por qué no lo dijiste claramente?

– ¿Eh? ¿Decir qué? – Takuto no entendía.

– No te hagas el tonto. – dijo la princesa. – El otro día, cuando te pregunté quién te gustaba de la Brigada Angel, me evadiste la conversación. Pero es evidente que sí tienes a alguien que te gusta, ¿o no?

– ¿Eh? Bueno, sobre eso, lo que quiero decir es...

– Si digo su nombre, ¿lo admitirás? – preguntó Shiva, interrumpiendo su tartamudeo. – Entonces lo haré. Es Forte Stollen, ¿correcto?

Takuto tragó saliva. En retrospectiva, aunque en ese momento no se pensó demasiado en ello, le pareció oír la voz de Shiva en medio del cotilleo que estaban haciendo las otras Angels mientras él estaba a solas con Forte en la enfermería. ¿Quizás oyó un poco de lo que pasó entre ambos?

– No te estoy condenando. – dijo Shiva, como si percibiera sus nervios. – Pero quiero saber una cosa. ¿Estás realmente seguro de tus sentimientos?

– ¿Eh...? Princesa Shiva... ¿a qué...?

– Te estoy preguntando quién es la persona más importante para ti en el mundo. – dijo Shiva, poniendo los brazos en jarras. – Respóndeme con toda honestidad, Takuto.

No era una pregunta sencilla de responder. En realidad, llevaba muy poco tiempo de conocer a Forte y al resto de la Brigada Angel. Sin embargo, en ese tiempo tan breve, había compartido momentos realmente especiales con ella. Le debía mucho, especialmente luego de que arriesgó su vida para ayudarlos a llegar aquí a salvo. Esa mujer realmente cumplió su palabra al decir que deseaba protegerlo, y en ese momento, lo que más deseaba él era poder corresponderle de la misma manera.

Después de meditarlo un poco, finalmente dio su respuesta.

– Sí. Ella es la persona más importante en el mundo para mí. – dijo con firmeza.

– Ya veo... – dijo Shiva, bajando la cabeza ligeramente. Luego sin más, levantó la mirada y habló en un tono inusualmente fuerte. – ¡Bien dicho! ¡Entonces debes ganarte su corazón de forma noble!

– ¡Por supuesto! – dijo Takuto, llevándose la mano al pecho.

– Ya entiendo bien tus sentimientos. Me alegro que los hayas compartido conmigo. – dijo Shiva. – Ahora, debo liberar el sello de la Luna Blanca. Lo siento, pero tendrás que esperar afuera.

– Ah, ¿así que al final tengo que salir? – dijo Takuto, sintiéndose decepcionado de nuevo. – De verdad quería ver cómo liberaba el sello.

– Hmm... – Shiva se llevó un dedo al mentón. – Supongo que no hará daño si te explico un poco. Esto que te voy a decir me lo contó Lady Shatoyarn. Incluso sabiendo la forma de hacerlo, no cualquiera puede liberar el sello.

– ¿En serio? – dijo Takuto, un poco sorprendido. – Entonces, ¿cómo es que usted puede hacerlo?

– Ella dijo que existen dos condiciones. La primera, es que la persona que abre el sello debe ser mujer.

Takuto asintió. Pensándolo bien ahora, si lo que le contó era cierto, y alguien la veía abriendo el sello, entonces sabrían que era mujer.

– Y la segunda, debe pasar por el mismo entrenamiento que la Santa Madre de la Luna Blanca. Cuando estuve allí, fui entrenada personalmente por Lady Shatoyarn. Según me contó, no cualquiera puede volverse la Santa Madre de la Luna Blanca. Hay ciertos requerimientos. Al parecer, yo los cumplía, y cuando ella lo supo, se ofreció para guiarme. Y gracias a ella, aprendí algo del trabajo que ella hacía allí.

– Eso es sorprendente. – dijo Takuto, asombrado. – ¿Significa que tal vez podría volverse la sucesora de Lady Shatoyarn?

– Hmm... bueno, no lo sé. – dijo Shiva, dudosa. – Si me van a coronar como la próxima emperatriz, no podré encargarme de la Luna Blanca. Pero no he dejado de ser una mujer. Realmente me gustaría retribuirle con esto, si soy sincera.

– Ya veo. – dijo Takuto. – Bueno, estoy seguro que Lady Shatoyarn también está esperando su regreso con muchas ansias.

– Así es. Cuando nos reunamos con ella de nuevo, le preguntaré sobre mi origen. Creo que con todo lo que ha sucedido durante este viaje, puedo aceptar la verdad...

Takuto se quedó viendo a la princesa, admirando cómo habló con ese aplomo. Parecía totalmente diferente a aquel día cuando la encontró en la sala de la ballena espacial, que se veía frágil y temerosa. Pero ahora... parecía más fuerte, y de una manera más genuina que cuando se conocieron, donde parecía estarse forzando a parecer fuerte delante de todos.

– En fin, ya hemos hablado demasiado. – dijo Shiva. – Comenzaré a liberar el sello.

– Lo entiendo. – respondió Takuto. – Esperaré afuera entonces.

Takuto salió de la habitación, y dejó que la princesa hiciera su trabajo. Mientras aguardaba, se puso a pensar en todo lo que le acababa de contar. Parecía increíble, que no solo tuviera sangre real, sino que además hubiese sido entrenada por la mismísima Santa Madre de la Luna Blanca, quizás como una sucesora potencial. ¿Cuántos secretos más podría estar guardando?

En eso, de repente todo a su alrededor comenzó a resplandecer intensamente. A Takuto le recordó aquel momento cuando estaban en Fargo, que parecía que todo estaba perdido, y justo después aparecieron las alas de los Emblem Frames, y también esos datos que estaban ocultos en los sistemas.

¿Así era como liberaría la barrera de la Luna Blanca?

Al cabo de un minuto o algo así, el resplandor finalmente se detuvo, y Shiva salió de su habitación, con una expresión de satisfacción en el rostro.

– Está hecho. El sello ya debe haber sido liberado.

– Muchas gracias. – dijo Takuto. – En ese caso, volvamos al puente y pongámonos en contacto con la Luna Blanca.

– Iré contigo. – dijo Shiva. – Quiero ser el primero en saludar a Lady Shatoyarn.

Takuto accedió, y de inmediato los dos volvieron a atravesar el corredor para tomar el elevador de vuelta al puente. Aunque se quedó con las ganas de ver cómo lo hacía, ahora mismo había cosas más importantes que atender.

...

Después de que regresaron al puente (donde al parecer también se vio el mismo resplandor que Takuto vio en el corredor mientras Shiva deshacía el sello), tuvieron que esperar un poco más antes de poder establecer contacto con la Luna Blanca. Takuto se alegró de haber podido sortear este problema sin mayores dificultades, aunque todavía seguía sorprendido de que hubiera tantos secretos. Lester por su parte comentó que, en asuntos de confidencialidad, tendría sentido compartirlos con una persona importante como el Príncipe Shiva, aunque también sorprendido.

– Bien, volvamos a intentarlo. – dijo Takuto. – Almo, vuelve a contactar con la Luna Blanca.

– Sí, señor. – replicó la operadora, comenzando a teclear de nuevo en su estación. – Luna Blanca, respondan por favor. Aquí les habla el Elsior, respondan por favor.

– ¿Tendremos respuesta esta vez...? – preguntó Lester, cruzando los brazos.

– Seguro que sí, ahora que bajaron el escudo. – dijo Takuto, con más optimismo que su amigo. Al instante, sonó la señal de comunicaciones en la estación de Almo.

– ¡Tenemos respuesta de la Luna Blanca! ¡Abriendo canal!

Al instante se encendió el monitor principal, y en él apareció una hermosa mujer, de complexión pálida, ojos violetas y un largo cabello verde claro, adornado con ornamentos azules en varios lugares. Llevaba un vestido blanco casi etéreo, con un velo transparente sujeto por una tiara. Takuto había escuchado mucho sobre ella, pero verla por primera vez era totalmente diferente.

– Tripulación del Elsior, me alegro mucho de ver que se encuentran sanos y salvos. – dijo con una voz amable, que irradiaba una calidez y amabilidad casi divinas.

– ¡L-Lady Shatoyarn! – exclamó Almo, parándose de su estación casi de un salto.

– ¡Lady Shatoyarn! – agregó Coco, que también había abandonado su propio puesto. – ¡Qué bueno que usted también está a salvo!

– Veo que no han cambiado nada, eso es un alivio. – dijo Lady Shatoyarn, sin dejar de sonreírles.

– ¡Wow! – exclamó Takuto, habiendo recuperado su voz. – No puedo creer que estemos hablando con la mismísima Madre Santa de la Luna Blanca.

– Sí, es increíble... – secundó Lester. Takuto dio un paso al frente y se aclaró la garganta antes de volver a hablar.

– Lady Shatoyarn, esta es la primera vez que hablamos. – dijo esforzándose por mantener su temple y compostura delante de la dignísima dama. – Soy el Comandante del Elsior y de la Brigada Angel, Takuto Mayers.

– Takuto Mayers... ah, por supuesto. Eres la persona a quien mencionó el Comodoro Luft. – Lady Shatoyarn volvió a sonreír. – Has guiado al Elsior y la Brigada Angel hasta aquí tras muchas batallas. Tienes toda mi gratitud.

– No, para nada, ha sido un verdadero honor. – dijo Takuto, haciendo una ligera reverencia.

– Oye, Takuto, ¿qué onda con ese cambio actitud? – dijo Lester burlonamente, dándole un codazo en el costado.

– Tú cállate... – susurró Takuto por lo bajo. Y en ese momento, alguien más también salió al paso para unirse a la conversación.

– ¡Lady Shatoyarn! – dijo Shiva, con una emoción muy inusual, abandonando cualquier asomo de decoro y compostura. – ¡Qué alegría volver a verla!

– Príncipe Shiva, también encuentras a salvo. – dijo Lady Shatoyarn, sonriendo cálidamente. – He rezado por tu seguridad desde que nos separamos.

– Yo también... he rezado por su seguridad todo este tiempo. No tiene idea de lo feliz que estoy de ver que se encuentra a salvo, Lady Shatoyarn.

Parecía estar al borde de las lágrimas. Takuto no podía culparle, era como el reencuentro de una madre con uno de sus hijos (o hija en este caso) tras lo que debió ser una separación muy traumática. Ambas se habían quedado mirándose fijamente una a la otra sin decir más palabras, aunque no parecía que las necesitasen.

– En cualquier caso, por favor ingresen a la Luna Blanca. – continuó Lady Shatoyarn tras un momento de silencio, volviendo a dirigirse a Takuto. – Tenemos muchas cosas de las que hablar.

– Entendido. Le agradecemos mucho por recibirnos. – dijo Takuto. – Muy bien, hora de cortar las comunicaciones.

Almo cerró el canal, y nadie dijo nada por unos momentos. Lester les ordenó a Coco y Almo dirigirse al puerto y prepararse para atracar en la Luna Blanca. Las dos operadoras parecían muy emocionadas por haber vuelto, y era comprensible que se sintieran así. Takuto, por su parte, apenas podía creer que la mismísima Lady Shatoyarn hubiese expresado su gratitud hacia él directamente. Había sido un poco vergonzoso, si realmente era sincero.

Volviendo a su puesto en la silla del comandante, ya no quedaba sino esperar. A su lado, Shiva estaba de pie con expresión muy ansiosa. Sin duda que sería un reencuentro muy emotivo cuando vieran a Lady Shatoyarn en persona en la Luna Blanca.

...

Luego de que el Elsior atracara en el puerto, Takuto se reunió con el resto de la Brigada Angel, que lo guiaron a través de varios corredores hacia una sala de audiencias, cuya atmósfera era bastante similar a la del cuarto de Shiva a bordo del Elsior, incluyendo la alfombra roja, decoraciones en las paredes y los vitrales. Se sentía como si estuviera en una especie de lugar sagrado.

Takuto no se había dado cuenta, pero estaba prácticamente temblando de la emoción. Nunca se imaginó que tendría la oportunidad de poner un pie en la Luna Blanca, y mucho menos de conocer en persona a Lady Shatoyarn.

– ¿Por qué te ves tan inquieto? – preguntó Ranpha. – Me estás poniendo nerviosa.

– Es porque Lady Shatoyarn es quien controla toda la tecnología perdida del imperio. – dijo Takuto. – Y es una mujer muy hermosa e inteligente. ¿Se supone que debo estar calmado? No, eso es imposible.

Justo allí, recibió un pequeño golpecito en la retaguardia, y al voltear se dio cuenta que había sido de Forte con su fusta. La pelirroja no parecía contenta.

– Takuto... estás prácticamente babeando, qué patético.

– ¿Q-qué dices? ¡No, por supuesto que estoy calmado! – intentó defenderse él, pero no pareció convencerla.

– Habla por ti. – dijo Forte. – Cielos, qué clase de hombre eres...

– Jejeje... perdón...

– ¡A callar todos! – dijo Shiva en tono autoritario. – Mantengan su compostura, aquí viene.

Inmediatamente todos se calmaron, y Takuto se esforzó por corregir su postura, ya que en ese momento una figura vestida de blanco venía aproximándose a ellos. Sin duda Lady Shatoyarn era muy hermosa, pero no había punto de comparación entre verla por un monitor y estar frente a ella en persona.

– ... Parecen estar teniendo una conversación muy animada. – les dijo en un tono ligeramente divertido. – ¿Estoy interrumpiendo?

– ¡L-Lady Shatoyarn! Em, nosotros... – dijo Takuto, casi tartamudeando. Pero antes que dijera nada, Shiva se le adelantó, corriendo hacia donde estaba la mujer para abrazarla.

– ¡Lady Shatoyarn! ¡Qué alegría volver a verla!

– Príncipe Shiva, me alegro que hayas podido regresar a salvo. – replicó Lady Shatoyarn con voz gentil.

– Jajaja, miren quién habla de mantener la compostura. – comentó Takuto. – El Príncipe Shiva fue el único que no pudo controlarse.

– Parece un niño que acaba de reunirse con su mamá. – se rio Milfie.

Después de unos segundos, Shiva se soltó finalmente del abrazo, y retrocedió para darle a Lady Shatoyarn el espacio para dirigirse al resto.

– Miembros de la Brigada Angel... y también tú, Comandante Mayers. Por haber protegido al Príncipe Shiva todo este tiempo, les ofrezco mi más sincera gratitud.

– No, no fue nada. – dijo Takuto con modestia. – Dele las gracias a la Brigada Angel, ellas hicieron todo el trabajo.

– No... Takuto-san también nos prestó su poder. – dijo Vanilla.

– Honestamente, tenía mis dudas al principio, pero aquí estamos, gracias a él. – continuó Forte. – Lo más importante es que usted está a salvo, Lady Shatoyarn. – La pelirroja adoptó una expresión solemne. – Sin embargo... nuestro reencuentro no es exactamente feliz...

– ... Tenía el presentimiento de que no lo sería. – La expresión de Lady Shatoyarn también se ensombreció. – La pelea contra Eonia aún no termina, ¿verdad?

– Correcto. – dijo Shiva. – Hemos venido aquí buscando una forma de derrotar a Eonia y sus fuerzas.

– Por casualidades del destino, descubrimos un secreto muy importante relacionado a la Luna Blanca. – dijo Takuto. – Quisiéramos hacerle algunas preguntas al respecto.

– Lo entiendo... – asintió Lady Shatoyarn. – Por favor, acompáñenme adentro, para que podamos hablar de ello.

La mujer se dio la vuelta. Takuto, Shiva y la Brigada Angel caminaron tras ella, sentándose todos alrededor de una mesa. Takuto procedió a poner a Lady Shatoyarn al tanto de todo lo que había sucedido desde que asumió el mando del Elsior, sobre lo que ocurrió en Fargo y Rhome cuando aparecieron las alas luminosas en los Emblem Frames, y cómo descubrieron esos datos que hablaban de un arma para el Elsior que estaba oculta aquí en la Luna Blanca.

Lady Shatoyarn no intervino mucho durante la conversación, sólo escuchaba atentamente. Por lo visto, las noticias de todo lo ocurrido, particularmente esa tragedia en Fargo y Rhome, la habían afligido sobremanera.

– Necesitamos esa arma si queremos tener una oportunidad de derrotar a la Luna Negra. – concluyó Takuto con su relato. – ¿Sabe algo al respecto?

– El poder oculto del Elsior y los Emblem Frames... – murmuró Lady Shatoyarn pensativa.

– Los datos indican que esa arma se encuentra en una fábrica en el interior de la porción central de la Luna Blanca. – intervino Mint. – Sin embargo... ¿realmente la Luna Blanca tiene un lugar así?

– Y también, ¿podría decirnos más sobre el secreto del poder oculto de los Emblem Frames, por favor? – preguntó Milfie.

Lady Shatoyarn no respondió de inmediato. Sin embargo, su silencio parecía ser una respuesta afirmativa a la pregunta de Mint. Un secreto que seguramente debía haber estado guardando durante mucho, mucho tiempo.

– Por favor, Lady Shatoyarn... – dijo Takuto finalmente. La mujer cerró los ojos momentáneamente, antes de adoptar una expresión seria.

– ... Entiendo. Supongo que tienen derecho de saber la verdad. Sí, en efecto, conozco el secreto del poder de los Emblem Frames, y dónde se guarda el arma para el Elsior. Dicho lugar sí existe en la Luna Blanca. Puedo llevarlos allí ahora mismo...

– ¡¿Lo dice en serio?! – exclamó Takuto. – Se lo agradeceremos muchísimo.

– Haré que transporten el Elsior y a los Emblem Frames allí también. – agregó Lady Shatoyarn. – Por favor, síganme.

Lady Shatoyarn se dio la vuelta, dirigiéndose hacia una puerta que llevaba a un elevador. Intrigados, todos la siguieron, y comenzaron a descender. Takuto no sabía qué le estaría esperando, pero fuera lo que fuera, seguro que no se lo habría imaginado ni en sus sueños más salvajes.

...

El viaje por el elevador fue larguísimo, y nadie dijo una sola palabra durante todo el descenso hacia las profundidades de la Luna Blanca. Cuando finalmente llegaron a la fábrica, le sorprendió ver lo enorme que se veía el lugar. Estaba claro que hacía mucho tiempo que ningún humano habría puesto un pie allí, y aun así las máquinas funcionaban sin intervención alguna. La Brigada Angel también se veía impresionada, lo cual era más sorprendente considerando que ya debían tener tiempo residiendo aquí.

– Wow... – murmuró Takuto al ver a su alrededor. – Jamás me imaginé que la Luna Blanca tuviese un lugar como este.

– Es enorme... – dijo Ranpha. – No hay forma de compararlo con las instalaciones de investigación y las fábricas de la superficie.

– Miren eso. – dijo Forte señalando hacia abajo del ventanal que tenían en frente. – El Elsior y los Emblem Frames ya están aquí. ¿Pero cómo...?

Takuto y las demás se asomaron, y efectivamente, el Elsior estaba abajo, flotando dentro de unos anillos de energía que parecían tenerlo suspendido en el aire. A su lado, se podían ver también a los Emblem Frames, que también estaban envueltos en anillos.

Antes de poder preguntar algo, Takuto oyó su comunicador empezando a pitar. Al contestarlo, le habló la voz de Lester, que se había quedado esperando en el puente del Elsior junto con Coco y Almo.

– Oye, Takuto, ¿qué está sucediendo? Estábamos haciendo mantenimiento en el puerto, y de repente aparecimos aquí. ¿Qué lugar es este?

– Aparentemente, aquí es donde se encuentra el arma secreta que estamos buscando. – dijo Takuto. – Estábamos a punto de hablar con Lady Shatoyarn sobre eso en un momento.

– Ya veo. Bien, en ese caso no los molestaré. Hablaremos luego.

Tras cortar la comunicación, Lady Shatoyarn los guio a todos hacia una cámara separada. Takuto, la Brigada Angel y Shiva se sentaron alrededor de la Santa Madre de la Luna, permaneciendo en silencio hasta que finalmente Takuto decidió romper el hielo.

– Y bien, Lady Shatoyarn. ¿Qué puede contarnos?

– Este lugar estaba prohibido para todas las Sacerdotisas de la Luna. – dijo la mujer. – Es el centro de la Luna Blanca. Esta fábrica automatizada representa la verdadera naturaleza de la Luna Blanca.

– ¿La verdadera... naturaleza de la Luna Blanca? – preguntó Takuto, perplejo.

– Sí. Este es el lugar donde todo comenzó... – respondió Lady Shatoyarn en voz solemne.

– ¿A qué se refiere con eso? – inquirió Takuto. – De hecho, para empezar, ¿qué es realmente la Luna Blanca?

– Para responder a esa pregunta, debo contarles toda la historia. Ustedes ya habrán de saber que, hace seiscientos años, el Chrono Terremoto causó el colapso de la civilización, ¿correcto?

– Sí... toda la red galáctica desapareció, cada estrella quedó aislada del resto, y la civilización se desplomó por completo. – asintió Takuto.

– ... En ese tiempo, la Luna Blanca apareció sobre Transbaal, trayendo la bendición de la Tecnología Perdida, y restaurando la civilización. – dijo Vanilla.

– Para empezar, ¿de dónde vino la Luna Blanca? – preguntó Takuto. – No estaba aquí antes de que ocurriera el Chrono Terremoto, ¿verdad?

– Vino desde mucho más allá del espacio conocido del actual imperio. – respondió Lady Shatoyarn. – Pienso que podría haber viajado una distancia inmensurable.

– ¡¿Cómo pudo un satélite de este tamaño viajar tan lejos?! – exclamó el joven comandante.

– El cómo y porqué se movió, siguen siendo preguntas envueltas en el misterio. – replicó Lady Shatoyarn. – Cuando la gente de Transbaal llegó aquí para investigar la Tecnología Perdida, encontraron la fábrica de producción.

– ¿Quiere decir esta enorme fábrica? – preguntó Milfie.

– Así es. – asintió Lady Shatoyarn. – El Elsior y los Emblem Frames fueron encontrados por primera vez en este lugar.

Takuto se quedó sin habla. Apenas podía creer que se encontrara en el lugar donde muy posiblemente habían sido construidos tanto el Elsior como los Emblem Frames. Impresionante, y al mismo tiempo un poco aterrador.

– La Luna Blanca trajo muchas bendiciones a la raza humana. – continuó Lady Shatoyarn. – Las tecnologías olvidadas fueron revividas, y la humanidad nuevamente pudo cruzar el mar del espacio y recuperar su rica cultura.

– Así es, y fue entonces que se estableció el Imperio de Transbaal. – dijo Ranpha.

– Sin embargo, ¿por qué esta tecnología en particular se encontraba durmiendo aquí en la Luna Blanca para empezar? – preguntó Takuto, interesado en saber más al respecto.

– ... Nadie conoce la respuesta. Sin embargo, hay dos verdades que sabemos con certeza. La primera, es que esta fábrica automatizada fue cerrada por la misma gente que la encontró. Lo que significa que tomaron la decisión de utilizar la tecnología perdida para mantener la paz y la prosperidad. Guardaban la esperanza de que el día que necesitaran de esta planta nunca llegaría...

El día que la necesitarían... y por lo visto, ese día ya había llegado. Takuto intercambió miradas con la Brigada Angel, quienes se veían igual de conmocionadas sobre esta revelación. Sin embargo, quienesquiera que fueron los que encontraron la tecnología, parecían saber, o al menos sospechaban, que la amenaza que representaba la Luna Negra podría aparecer un día, y necesitarían hacerle frente de alguna manera.

– Umm... ¿Lady Shatoyarn? – dijo Mint, interrumpiendo el silencio. – Usted dijo que había dos verdades que conocían con certeza. Estoy casi segura de que sé cuál es la otra, pero...

– Sí... es exactamente lo que estás pensando. – asintió la Santa Madre. – La Luna Blanca y la Luna Negra son iguales. No existe diferencia entre ellas.

– Entonces es cierto... – Mint bajó sus orejas telepáticas. – Cuando vi los Emblem Frames de la Luna Negra, empecé a sospecharlo, pero...

– ¡N-no puede ser...! – dijo Ranpha. – ¿La Luna Blanca y la Luna Negra realmente son iguales...?

– El por qué las dos lunas fueron construidas, y por qué llegaron a Transbaal... no conozco las respuestas a estas preguntas. – dijo Lady Shatoyarn. – Pero... tengo la extraña sensación de que la Luna Negra... está buscando a la Luna Blanca.

– ¿La Luna Negra busca a la Luna Blanca? – preguntó Takuto, confundido. – Pero ¿no se supone que ambas son máquinas...?

– Así es como lo siento... es un deseo proveniente de un profundo amor y odio, que se abre paso a través del caos... sí, tal como los sentimientos que Eonia tiene hacia el imperio.

Lady Shatoyarn hizo una pausa antes de continuar. Takuto cada vez ponía más atención, especialmente ahora que Eonia se había convertido en el tema de conversación.

– Hace cinco años, Eonia fue expulsado del imperio y desterrado hacia las fronteras. Pero las verdaderas razones no son muy conocidas. Una de dichas razones es que Eonia demostró tener un interés anormal por la tecnología perdida de la Luna Blanca. Y ahora, está guiando a la Luna Negra para obtener a la Luna Blanca. Quizás... este incidente ya estaba predestinado a suceder de cualquier manera.

Takuto se quedó en silencio, tratando de asimilar lo que había escuchado. Así que Eonia estuvo detrás de la tecnología perdida todo este tiempo, y esa fue la verdadera razón de su exilio. Pero esa revelación, junto con todas las demás, traía tantas respuestas como más preguntas. No obstante, en su situación actual, no podían preocuparse de buscar respuestas. Había otras cosas mucho más apremiantes.

– Aun así... no, no podemos simplemente entregarle a Eonia la Luna Blanca sin más. – dijo Takuto.

– Debemos detenerlo a toda costa. – dijo Forte con voz firme. – Ese hombre ya ha causado suficientes atrocidades sólo con la Luna Negra.

– ... Pero mientras hablamos, la Luna Negra avanza con paso firme hacia acá. – señaló Mint.

– Eso es cierto. Tenemos que prepararnos aquí lo más rápido posible. – Takuto encendió su comunicador de nuevo. – ¡Elsior, respondan por favor!

– Sí, aquí el puente. – respondió la voz de Almo. – ¿Qué sucede, Comandante Mayers?

– ¿Saben a qué hora llegarán la Luna Negra y la flota de Eonia? – preguntó sin rodeos.

– En este momento estamos terminando los cálculos. – Esta vez contestó la voz de Coco. – Según nuestras observaciones... el tiempo estimado será mañana a las 1200 horas.

– Es decir que la batalla final será mañana mismo... – dijo Takuto, con algo de resignación. – Dudo mucho que la flota del Comodoro Luft pueda llegar a tiempo...

– No tienes de qué preocuparte. – dijo Ranpha con determinación. – ¡Acabaremos con ellos, aunque seamos sólo nosotros!

– ... Haremos todo lo que esté en nuestras manos. – agregó Vanilla, cuyo tono sonaba más serio de lo habitual. Las demás no dijeron nada, pero asintieron dando a entender que compartían el sentimiento.

– Bien, ese es el espíritu. – dijo Takuto. – Escuchen todas, cuento con ustedes.

– Por favor, permítanme hacer algo por ustedes también. – intervino Lady Shatoyarn. – Primero, puedo hacer ajustes a los Emblem Frames, para extraer todo su potencial original.

– ¡¿De verdad puede hacer eso?! – exclamó Milfie emocionada. – ¡Como se esperaría de usted, Lady Shatoyarn!

– Cuando los Emblem Frames tengan sus alas, Eonia y su flota no tendrán ninguna oportunidad. – agregó Forte, sonando también muy ansiosa.

– Y también, el Cañón Chrono Break será instalado en el Elsior. – agregó Lady Shatoyarn.

– ¿Cañón Chrono Break? – repitió Takuto. – ¿Se refiere a la nueva arma que vimos en los datos?

– Así es. – asintió la mujer. – O para ser más precisa, será devuelto al Elsior, para restaurarlo a como estaba cuando fue descubierto.

– ¿Quiere decir que originalmente estaba instalado en el Elsior y luego fue removido? – preguntó Takuto. – ¿Por qué...?

– Porque es demasiado poderoso. – dijo Lady Shatoyarn con expresión melancólica. – Si la tecnología perdida cae en las manos equivocadas, podría causar una horrible calamidad. Ustedes ya vieron un ejemplo de ello.

– Sí... – asintió Takuto, entendiendo a lo que se refería. – Todavía puedo ver lo que le sucedió a Rhome cuando cierro mis ojos.

– Los investigadores de esa época pensaron que semejante poder era innecesario, y por eso lo removieron. Después de eso, cerraron esta planta. Y es la misma razón por la cual colocaron limitadores en los Frames, para que su poder no fuese usado a menos que fuese absolutamente necesario. No... tal poder no debe ser utilizado, si se desea un futuro de paz...

– Ya veo... – dijo Takuto. – Sin embargo, en este momento necesitamos ese poder, si deseamos traer de vuelta esa paz.

– Lo entiendo. – dijo Lady Shatoyarn con voz seria. – Por favor, aférrense a esos sentimientos. Mientras no olviden su razón para pelear... la tecnología perdida responderá a sus sentimientos.

Takuto asintió, al igual que el resto de la Brigada Angel. Entendía perfectamente por qué Lady Shatoyarn había mantenido todas estas cosas en secreto. Semejante poder en manos de una sola persona podría ser desastroso, tal como lo habían demostrado Eonia y la Luna Negra. Pero en este momento no cambiaba el hecho de que necesitaban ese poder para combatirlo, y ponerle fin a este destructivo conflicto de una vez por todas. Una vez que todo hubiese terminado, lo devolverían a su lugar de descanso.

– Activaré la planta automática. – dijo Lady Shatoyarn. – El trabajo debería estar completado para mañana temprano. Ahora, por favor descansen. El destino de la batalla dependerá de ustedes.

– Sí, Lady Shatoyarn. Se lo agradecemos mucho. – dijo Takuto. Todos estaban exhaustos por tanto viajar y pelear, y realmente necesitaban un descanso.

– Um... Lady Shatoyarn, ¿podría pedirle un momento, por favor?

Todos se dieron la vuelta. Hasta ese momento, Shiva había permanecido en total silencio durante todo lo que duró la conversación. En ese momento Takuto recordó que todavía tenía preguntas por hacerle a Lady Shatoyarn.

– ¿Qué sucede? – preguntó la aludida con voz gentil.

– Hay algo que quisiera preguntarle. Es acerca de mí... – Se giró para ver a Takuto. – Y también, ¿podría permitirle a Takuto Mayers que nos acompañe?

– ¿El Comandante Mayers? – Lady Shatoyarn parecía sorprendida por la petición.

– Sí. – asintió Shiva. – Lo que quiero preguntarle... creo que él también tiene derecho a saberlo. Takuto... ¿te nos unirás? Me gustaría que también lo escucharas. Todo acerca de mí...

– Por supuesto. – Takuto se giró hacia la Brigada Angel. – Chicas, pueden irse sin mí, me reuniré con ustedes en cuanto pueda.

Todas las Angels parecían intrigadas, pero hicieron caso y se retiraron. Por su parte, Lady Shatoyarn los llevó a otra cámara, para que pudiesen conversar sin ser escuchados. Pasaron unos minutos de silencio, y finalmente, después de mucho meditarlo, la princesa finalmente rompió el silencio:

– Lady Shatoyarn... me gustaría saber la verdad acerca de mi nacimiento.

– Lo suponía... – dijo Lady Shatoyarn. Parecía que se lo esperaba. – Comandante Mayers... ¿tú también...?

– Sí. – asintió Takuto. – También quiero saber por qué se mantuvo oculto el sexo verdadero de la princesa Shiva, y por qué fue entrenada por la Santa Madre de la Luna.

– Le conté lo poco que sé porque confío en él. – dijo Shiva. – Así que por favor, díganos la verdad.

Lady Shatoyarn los miró a ambos por un momento, y luego sonrió.

– Shiva... veo que has encontrado a una buena persona. Sí, cuando veo los ojos del Comandante Mayers, me doy cuenta. Él cree en todo lo que le has dicho hasta ahora. – Lady Shatoyarn se volvió hacia Takuto, sin dejar de sonreír. – Comandante Mayers, eres la primera persona que ha podido alcanzar el corazón de Shiva de esa forma. No hay mayor alegría para mí. Te lo agradezco mucho.

Lady Shatoyarn hizo una ligera reverencia, haciendo que Takuto se sintiera a partes iguales nervioso y halagado. Nunca se imaginó que esta dignísima dama le dirigiría semejantes palabras.

– No, no es para tanto. – replicó él con modestia. – Sólo intentaba hacer lo correcto.

– No, Takuto, yo también te doy las gracias. – dijo Shiva. – Sólo fue gracias a ti que pude llegar aquí.

– El hecho de que hayas podido conocerlo, eso hizo que valiera la pena enviarte fuera. Bien, les contaré la verdad ahora. – dijo Lady Shatoyarn. Su expresión de repente se tornó afligida. – Sin embargo... la verdad podría no ser agradable. ¿Están preparados para eso?

– Sí. – asintió Shiva firmemente. – No importa lo dolorosa que sea, no desviaré la vista.

– ... Realmente te has vuelto más fuerte. – Lady Shatoyarn volvió a sonreír. – Entonces, permítanme contarles, el secreto detrás de tu vida.

Takuto y Shiva asintieron de nuevo, y se quedaron en silencio. Lady Shatoyarn se tomó unos segundos más antes de comenzar.

– Primero, el hecho de que estés cualificada para ser la Santa Madre de la Luna, es la razón por la cual tuvimos que esconderte como un hombre. Sólo una mujer que posea ciertas cualidades puede convertirse en la Santa Madre de la Luna Blanca. Y es la misma Luna Blanca la que determina dichas cualidades. Es decir, la Luna Blanca elige a la persona.

– La Luna Blanca... ¿escoge a quién está cualificada para ser la Santa Madre? – preguntó Takuto, sorprendido. ¿Acaso la Luna Blanca tenía voluntad propia?

– Sí. – asintió Lady Shatoyarn. – Piensa en ello como la misma forma en que los Emblem Frames eligieron a la Brigada Angel como sus pilotos. El cuerpo de la Santa Madre se vuelve información viviente al ser el código de autorización de la Luna Blanca. Como esa fábrica automatizada, la única persona capaz de controlar esos sistemas es la Santa Madre. Y por otro lado, aún sin poseer muchos conocimientos, una persona cualificada puede manejar esos sistemas.

– Así que es por eso que la Princesa Shiva fue capaz de liberar el sello de la Luna Blanca, ¿verdad? – señaló Takuto.

– Correcto. Si esa información fuese revelada, alguien de afuera trataría de aprovecharse de Shiva. Fue por esa razón... que decidí ocultar públicamente tu sexo. Sin embargo... el secreto fue filtrado. Quizás la razón por la cual Eonia te persiguiera era porque ya lo sabía.

– Ya veo. – dijo Takuto. – Si tuviera a la Princesa Shiva, entonces tendría a la Luna Blanca en sus manos.

– Yo... ¿de verdad tengo ese poder...? – preguntó Shiva.

– Pero esperen un momento. – intervino Takuto al darse cuenta de otra cosa. – ¿Cómo es que ella está cualificada para ser la Santa Madre en primer lugar?

– Ahora que lo mencionas... nunca he escuchado que la Santa Madre venga de la realeza, hasta ahora. – dijo Shiva, que también parecía haberse dado cuenta de lo que Takuto quería preguntar.

– ... Sobre eso... – La expresión de Lady Shatoyarn volvió a tornarse melancólica. Más incluso que antes. Tardó un momento en recuperar algo de aplomo para seguir hablando. – Shiva... está cualificada para ser la Santa Madre de la Luna porque... heredó las cualidades de mí.

– ¿Eh? – Shiva abrió los ojos muy de golpe, estupefacta. – E-eso... ¿qué significa...?

Por su parte, Takuto supo inmediatamente lo que eso quería decir. Sin embargo, las implicaciones eran tan grandes que en ese momento no podía hablar. Sólo pudo quedarse tieso en shock, hasta que las palabras salieron de la boca de la misma Lady Shatoyarn.

– Tu verdadera madre... soy yo...

Y con dichas palabras, Shiva también se quedó en shock. Seguramente para ella la revelación tuvo que ser al menos diez veces más impactante que para Takuto. Lady Shatoyarn pareció darle algo de tiempo para asimilarlo antes de continuar.

– Así es. Shiva, eres la niña que nació de la unión del Emperador Gerard y yo. Hace once años, el Emperador y yo, nos deseábamos. Pasé una noche con él... y eventualmente te di a luz.

– N-no... – Shiva finalmente parecía haber recuperado la voz. – ¿C-cómo...?

– No puedo creer que el Emperador Gerard haya tenido una relación con la Santa Madre... – dijo Takuto. – No me sorprende que nadie supiera quién era la madre de la Princesa Shiva. Si se hubiera hecho público, se habría hecho un escándalo por todo el imperio...

– Pero aun así... ¿por qué ocultarlo hasta ahora? – preguntó Shiva.

– ... Perdóname, Shiva. – se disculpó Lady Shatoyarn, profundamente afligida.

– -¡¿Por qué se está disculpando ahora?! – exclamó la princesa alzando la voz, para sorpresa tanto de Takuto como de la Santa Madre de la Luna. En ese momento pareció abandonar todo asomo de compostura, y las lágrimas comenzaban a salir de su rostro.

– ¿Shiva...? – dijo Lady Shatoyarn. Takuto notó que hizo un ademán de querer levantar la mano hacia Shiva, pero se contuvo.

– Yo... lo soporté todo este tiempo. – dijo Shiva, empezando a sollozar. – Ni siquiera conocía el rostro de mi madre... y fui apartado de mi padre. Pensaba... que todos se habían olvidado de mí, mientras vivía en la Luna Blanca totalmente sola. Y tras lo de esta revuelta, me resigné a que tendría que esconder toda mi vida que soy mujer...

– Princesa Shiva... – dijo Takuto.

– Pero... ¡ahora ya no entiendo nada! – exclamó sollozando aún más fuerte. – ¡Fui producto de los coqueteos de mi padre! ¡Nadie me quiere! Yo... ¿qué se supone que debo hacer? ¡¿Por qué tuve que nacer...?!

– No... no, Shiva. – dijo Lady Shatoyarn, acercándosele. – ¡Por supuesto que fuiste querida!

– ¿Eh?

– Cuando supe que estaba embarazada, todos los que lo supieron se opusieron a que diera a luz. Pero... yo deseaba tenerte a toda costa. Persistí en mi deseo egoísta. La pequeña vida que crecía dentro de mí... quería traerte al mundo como fuera. Aunque todos los demás estuvieran en contra, yo quería tenerte. Esa es la verdad, Shiva...

– Lady Shatoyarn...

– Pero... acabé haciéndote daño. No te pediré que me perdones. Todo fue culpa de mi deseo egoísta.

En ese punto, Lady Shatoyarn también estaba llorando. Takuto no pudo más que quedarse en silencio, viendo cómo las dos mujeres frente a él derramaban a lágrima viva sus sentimientos. Sentimientos que habrían estado guardando durante todos estos años. Ninguno de ellos podía pronunciar una palabra.

– No... ya... estoy bien ahora. – dijo Shiva, limpiándose las lágrimas. – La persona que deseaba conocer... la persona que me dio la vida... está justo aquí. Con sólo eso, yo... estoy feliz de haber nacido. Muchas gracias... madre...

Lady Shatoyarn ahogó un gritillo de sorpresa. – ¿Me... me acabas de llamar... madre?

En ese momento, y como si no pudiera más, la joven heredera corrió hacia Lady Shatoyarn, y se abalanzó a sus brazos. La mujer la recibió sorprendida, pero rápidamente le devolvió el abrazo, agachándose para ponerse a su misma altura.

– ¡Madre...!

– ¡Shiva...!

– Lady Shatoyarn... siempre deseé que alguien como usted fuese mi madre. Y que realmente lo sea... ¡no existe alegría más grande en el mundo!

– ¿Seguirás... llamándome madre? ¿A mí...?

– ¡SÍ! ¡Madre! ¡Madre! ¡Madre...!

– ¡Oh... Shiva! ¡Mi Shiva! ¡Mi única y adorada hija!

– He soñado con esto por tanto tiempo... sentir el calor al aferrarme a mi madre...

– Yo también. Cuando estábamos solas, quería abrazarte como una madre.

– Querida madre... ¡uaaahhhh!

La princesa se volvió a soltar en lágrimas, pero ya no eran de dolor ni tristeza. Claramente eran lágrimas de alegría, al igual que las de Lady Shatoyarn. Madre e hija por fin podían compartir un momento juntas, sin que hubiese secretos que les impidieran demostrarse su amor. Takuto no pudo más que sonreír, sintiendo que a él mismo también se le salían unas cuantas lágrimas al verlas.

– Cuando dejé la Luna Blanca, tenía miedo de que no volviéramos a vernos. – dijo Shiva. – Me sentía... demasiado triste...

– Yo también... – dijo Lady Shatoyarn. – Todo este tiempo... lo único que deseaba era que volvieras sana y salva a mi lado. Y ahora, mi deseo por fin se cumplió. Después de esto, ya no necesito nada más...

Las dos mujeres se separaron momentáneamente, pero Lady Shatoyarn no soltó las manos de su hija. Como si todavía temiese perderla, que la arrancaran de su lado. La miró fijamente a los ojos.

– Shiva... vive como quieras. Vive según tus deseos. Encuentra tu felicidad...

– Sí. Eso haré... madre.

Esta historia continuará...

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