Escalas de fortuna (2-3)

Debido al largo y agotador paseo que fue el recorrido por el bloque D, y todo lo que habían hecho, Milfie y Takuto se detuvieron en el vestíbulo de los elevadores para descansar un poco. El comandante decidió ir a una de las máquinas expendedoras por algo de tomar, ya que tenía la garganta un poco seca, y se sentó junto con Milfie en una de las numerosas bancas que había, antes de empezar a ver las instalaciones en el bloque B.

– Este vestíbulo es bastante amplio. – comentó Takuto, ahora que podía mirarlo mejor. – El Elsior usa su espacio de manera muy extravagante, casi como si fuera un crucero de lujo.

– Mucha gente se reúne aquí para descansar. – dijo Milfie. – En este piso hay todo lo necesario para relajarse.

– Está muy limpio y brillante aquí, puedo entender por qué. – dijo Takuto.

Aunque en ese momento estaba despejado, lo cual tenía sentido viendo que todos estaban ocupados en sus trabajos (excepto él). También, con tantas máquinas expendedoras alrededor, no haría falta ir a la tienda de conveniencia.

– Por cierto, Milfie, olvidé preguntarte antes, ¿hay algún lugar donde podamos comer algo ya preparado? Está empezando a abrírseme el apetito con todo esto.

– Oh, podemos ir al salón de té o a la cafetería. Dependiendo de lo que quieras comer, claro está. – dijo la pelirrosa.

Takuto no se consideraba un glotón, pero por otra parte y ya que estaba dando el tour, sería un desperdicio no ver lo que tenían para ofrecer a bordo. Después de pensárselo un poco, y de haber descansado las piernas lo suficiente, le pidió a Milfie que lo llevara al salón de té primero, lo cual ella aceptó gustosa. Afortunadamente, no estaba tan lejos de su ubicación actual, vio que estaba muy bien decorado con plantas por todas partes, dándole una atmósfera muy relajada.

– Todas en la Brigada Angel solemos venir aquí durante nuestros descansos, para relajarnos y conversar. – dijo Milfie. – Espero que tú también puedas unírtenos, Takuto-san.

– Je, suena bien, ¿pero no estaría un poco fuera de lugar sólo entre chicas? – preguntó él algo avergonzado.

– Para nada. Seguro que todas se sentirán muy gustosas de tenerte. – dijo Milfie.

– Claro. No habrá ningún problema si te sientas con nosotras.

La voz que acababa de terciar en la conversación resultó ser de Mint, y al girarse se percataron que estaba sentada en una de las mesas del salón. Se encontraba tomando una taza de té y comiendo dulces que estaban sobre una pequeña bandeja de dos pisos que tenía al lado. Takuto podría haber jurado que vio sus "orejas" levantarse ligeramente al degustar el té, y luego al tomar con mucha delicadeza unos caramelos en un palillo.

– Ah, delicioso...

https://youtu.be/OgobrMBlQ6w

Takuto se sorprendió un poco de verla, pero terminó por acercarse para saludarla. Después de todo ya había interactuado con todas las demás miembros de la Brigada Angel excepto ella, y debía seguir haciendo el esfuerzo por llevarse bien con todas.

– Hola, Takuto-san, Milfie-san. – saludó cortésmente la peliazul.

– Hola, Mint. – Takuto le devolvió el saludo. – ¿No estamos interrumpiendo tu descanso?

– No, para nada. ¿Les gustaría sentarse conmigo? – les ofreció.

Takuto decidió aceptar la oferta, y cogió una silla para él y otra para Milfie, para sentarse a la mesa junto con Mint. Convenientemente, había un menú sobre la mesa donde listaban todo lo que servían en el salón, y había toda clase de bebidas y postres que se veían bastante deliciosos.

– ¿Qué quieres ordenar, Takuto-san? – preguntó Milfie. – Por esta vez si quieres te lo invito yo.

– Hmm... aun no me decido. – dijo Takuto, antes de echar una mirada a la bandeja con dulces que tenía Mint. – Y lo que estabas comiendo, no lo veo en ninguno de los estantes...

– Ah, ¿esto? Son caramelos de albaricoque, me los traje yo. – explicó Mint, sorprendiendo un poco al comandante.

– Es muy inusual, tomar té negro con caramelos. – comentó Takuto.

– A Mint le encantan estos caramelos. – dijo Milfie. – Yo a veces también como algunos.

– Hrm, veo que no se puede juzgar a la gente por su apariencia. – dijo Takuto. – De alguna manera, creí que tal vez un elegante pastel iría más acorde contigo, Mint.

– Oh, no me disgustan los pasteles, sólo que me gustan más los caramelos. – replicó la peliazul sin perder la sonrisa. – Especialmente estos caramelos de albaricoque, y sus edulcorantes artificiales que te tiñen de rojo la lengua. ¿Te gustaría comprobarlo?

– Eh... creo que paso. – dijo Takuto algo nervioso, y rápidamente decidió cambiar el tema. – Por cierto, ¿te molesta si te hago una pregunta?

– Adelante, ¿de qué se trata?

– ¿No dijiste que tu apellido era Blancmanche? ¿Ese no es el nombre de...?

– Ah, ¿no lo sabías? – intervino Milfie. – ¡Mint es la única hija del dueño de la Corporación Blancmanche!

Así que sus sospechas quedaban confirmadas. La Corporación Blancmanche era una de las más importantes, si no la que más, en toda la galaxia, pues tenían sucursales a lo largo de varios sistemas, y efectivamente eran dueños de su propio planeta con su nombre.

– Eh... ehh, bueno... – Mint pareció algo incómoda por alguna razón. – ... Como sea, ¿ya decidiste qué vas a ordenar?

– Ah, cierto. Ahora veamos, ¿qué pediré...?

En el menú había muchas opciones para elegir. Al parecer Milfie tampoco se decidía, ya que observaba los pasteles con mucho deleite, por lo que Mint le sugirió que fuera a ver en la vitrina del frente lo que había de muestra y tal vez le ayudara. Milfie aceptó la sugerencia y los dejó para que ordenaran por su cuenta. Se veía bastante contenta de sólo mirar los pasteles.

– Me sorprende que hayas establecido una relación con Milfie-san tan rápido. – comentó de repente Mint.

– ¿Eh? No, no se trata de eso. – dijo él. – Milfie sólo está dándome un tour por la nave para conocerla mejor.

– Bueno, si tú lo dices. – Parecía que Mint no se lo tragaba, pero no presionó más al respecto. – Y bien, Takuto-san, ¿qué vas a ordenar?

– Ah, cierto. – Takuto se fijó en uno de los pasteles que llamó su atención y se decidió por él. – Disculpe, quisiera ordenar uno de estos. Y para tomar...

Se quedó sopesando sus opciones. Podría pedir simplemente un café, aunque había muchas variedades de té que se veían tentadoras, incluyendo el que Mint estaba tomando. Quizás lo probaría sólo por la novedad.

– Um, me gustaría...

– Oh, ¿quieres tomar el mismo té que yo? – dijo Mint. – Es Orange Pekoe del planeta Nirugi.

– Hmm, nunca lo he probado, pero se ve bien, y además... – Takuto se detuvo en seco al darse cuenta de algo. – ... Hey, espera un minuto. ¿Cómo supiste lo que iba a ordenar sin que lo dijera?

– Ojojo, ¿cómo crees que lo hice? – Mint se rio pícaramente, y Takuto se quedó mirándola. No podía ser que le hubiese leído la mente o algo así, ¿verdad? – Oh, es muy simple la verdad. Te diré el truco. – Se palpó sus "orejas", o lo que fueran. – ¿Ves estos? Son organismos simbióticos nativos de mi planeta, conocidos como pelusas telepáticas. Se enlazan con su hospedador y nos otorgan la capacidad de leer las mentes de las personas, sólo un poquitín.

– Leer las mentes... ¿quieres decir que...?

– Así es, soy una telépata. – confirmó Mint. – Sin embargo, sólo puedo leer los pensamientos en la superficie cuando mucho.

– Es decir que sabes lo que estoy pensando. – Takuto estaba bastante impresionado, por no decir más. – Wow, suena como una habilidad asombrosa, Mint.

La peliazul de repente dejó escapar un gritillo de sorpresa. ¿Habría dicho algo malo?

– ¿Eh? Perdón, ¿dije algo que no debía?

– No... ¿de verdad estás tan sorprendido, Takuto-san? – le preguntó.

– Pues claro. Es la primera vez que conozco a alguien con telepatía. – En eso se le ocurrió una idea para ponerla a prueba. – A ver, ¿puedes adivinar lo que estoy pensando ahora mismo?

Mint pareció dudar por un momento, pero finalmente accedió. Takuto notó que sus "orejas telepáticas" se agitaban ligeramente y finalmente sonrió.

– ... Sí, ya lo tengo. "La silla del comandante es demasiado suave para sentarse en ella". ¿Estoy en lo correcto?

– ¡Bingo! – celebró Takuto. – ¡Acertaste perfectamente!

– ... Eres una persona realmente muy curiosa... – murmuró Mint en voz baja.

– ¿Eh? ¿Dijiste algo, Mint?

– Oh, no, nada. – replicó ella agitando las manos. – Um, si me disculpas, debo retirarme, tengo otros asuntos que atender. Fue un placer conversar contigo...

Mint terminó de tomarse su té y recogió los dulces que aún le quedaban. No parecía tener prisa realmente, así que quizás sí tenía alguna otra cosa que hacer. Aunque Takuto no podía evitar preguntarse si tal vez fue algo que él dijo que la hizo sentirse incómoda.

– ¡Gracias por esperar! – En ese momento Milfie volvió. – No podía decidirme entre el pastel de queso y el gateau de chocolate así que... ¿Huh? ¿Dónde está Mint?

– Acaba de irse, dijo que tenía otras cosas que hacer. – replicó Takuto.

– ¿De verdad? – Milfie puso volvió a sentarse. – Qué lástima, quería conversar con ella también...

– Bueno, no te preocupes por eso. – dijo Takuto. – Me distraje tanto que todavía tengo que pedir mi orden.

– Cierto. ¡Disculpe, quisiera ordenar un té con leche y un gateau de chocolate! – pidió Milfie.

En cuanto vino la camarera, Takuto aprovechó de ordenar también lo suyo, aunque todavía un poco confundido con la reacción de Mint. Él no había tenido intención de hacerla sentir incómoda ni mucho menos, pero pareció estar muy sorprendida cuando él la halagó por su capacidad de leer las mentes. Ahora que lo pensaba mejor, quizás esa habilidad era lo que le daba tanta destreza en combate a bordo del Trick Master, lo que la haría aún más impresionante.

Sin más que hacer, él y Milfie se sentaron a comerse su pequeño refrigerio. Tanto el pastel como el té estaban bastante buenos, así que Takuto hizo una nota mental de felicitar al que los preparó. Aunque estaba bastante ligero, esto serviría como un buen abrebocas antes de ir por un verdadero almuerzo.

Y curiosamente, la siguiente parada tras salir del salón de té resultó ser la cafetería de la nave. Un comedor bastante grande, el cual ya era una instalación un poco más estándar para naves militares de viajes largos. Milfie le explicó que aquí era donde venían a comer casi todos los miembros de la tripulación, y que el menú cambiaba a diario para que los viajes no se hicieran tan largos. Eso le alegró saberlo, especialmente porque al ver los platos comenzó a abrírsele el apetito pese a que acababa de comerse el pastelito en el salón de té.

– Ya que estamos aquí, ¿qué tal si comemos algo más? – sugirió Milfie. – Um... entre lo que hay en el menú de hoy, te recomendaría la pasta con crema de langostinos.

– De acuerdo, si tú insistes. – replicó Takuto. Al acercarse al mostrador, apareció una señora gorda de mediana edad con delantal y pañoleta en la cabeza, que tenía todo el aspecto de una chef de cafetería.

– Adelante, bienvenidos. – dijo la mujer. – Oh, pero si es Milfie-chan.

– Buenos días, señora. Quisiera el almuerzo especial de hoy, por favor.

– Por supuesto, en seguida. – La mujer entonces se fijó en Takuto. – Oh, ¿y quién es el joven que te acompaña hoy?

– Él es Takuto-san, nuestro nuevo comandante. – replicó la pelirrosa.

– Takuto Mayers, gusto en conocerla. – se presentó él.

– Oho, así que tú eres el nuevo comandante. ¡No me esperaba a un hombre tan joven, jajajaja! – La mujer se rio, aunque no parecía que se estuviera burlando de él ni mucho menos. Takuto se alegró de ver que la persona a cargo de la comida de la nave fuera alguien tan risueña, ya que sin duda haría mucho más agradables sus comidas en el Elsior.

– Jeje, eso es un poco embarazoso. Espero poder trabajar a gusto con usted, señora. – replicó el comandante.

– Lo mismo digo, Comandante. Entonces, ¿qué va a ordenar?

Antes de poder decirle lo que quería, alguien más llegó y se paró al otro lado del mostrador. ¿Se valía saltarse la fila de ese modo? Aunque bueno, sólo eran ellos.

– ¡Señora, un Especial Ranpha extra grande, por favor!

Y precisamente, la recién llegada no era otra que Ranpha, que se había vuelto a poner su uniforme habitual, y también parecía estar de mejor humor luego de aquel pequeño percance en el gimnasio.

– Oh, Ranpha, ¿también vienes a almorzar? – dijo Takuto, llamando la atención de la rubia.

– Ah, ¿ustedes también estaban aquí? – replicó ella. Takuto se sintió algo ofendido, ya que parecía que activamente los ignoraba, o quizás lo decía por tratar de sacarle una reacción. Mejor no caer en su trampa y seguirle el juego.

– Sí, por supuesto. Por cierto... – Decidió desviar el tema de la conversación para cubrir apariencias, y al mismo tiempo satisfacer su curiosidad de algo. – ¿Qué es eso del Especial Ranpha?

– Es mi propio menú especial privado. – dijo Ranpha con un deje de orgullo.

– ¿Tu propio menú? – dijo Takuto. – Debe ser un plato asombroso entonces.

– Takuto-san, date prisa y vamos a comer. – lo llamó Milfie. – La pasta con crema de langostinos es muy buena.

Eso le había dicho Milfie antes, y sin dudas tenía ganas de probarlo. Sin embargo, la curiosidad le estaba ganando de nuevo, y quería saber qué clase de plato era el Especial Ranpha si lo tenía como su "menú privado".

– Señora, sírvame a mí también un Especial Ranpha, por favor.

– ¿Eh? – La cara de la mujer se tornó de sorpresa. – ¿Está seguro, Comandante?

– ¿Cómo que si "estoy seguro"? – dijo él. – Si tiene "especial" en el nombre ha de ser por algo. ¿Hay algún problema con eso?

– No, no, para nada. Enseguida se los traigo. – La mujer se dio la vuelta y se dirigió a buscarles sus órdenes. Takuto se quedó a solas con Milfie y Ranpha, que lo miraban de manera muy peculiar. Ambas sonreían, aunque por fuera parecía que por razones muy distintas.

– Je, ¿así que tienes gustos similares a los míos? – comentó Ranpha.

– ¡Eres sorprendente, Takuto-san! – dijo Milfie.

Takuto se preguntaba a qué se referían con eso, pero en ese momento la señora volvió con su comida. Takuto se fijó que su plato y el de Ranpha era arroz con salsa de curry, que olía bastante bien, debía admitirlo, así que sin perder tiempo los tres fueron a sentarse en la mesa más cercana.

– ¡A comer se ha dicho, buen provecho! – dijo Ranpha, echándose su primer bocado.

No queriendo quedarse atrás, Takuto hizo lo mismo y probó por primera vez el "Especial Ranpha". Efectivamente era salsa de curry, que le dio un ligero picor en la lengua como era de esperarse... un picor que gradualmente fue aumentando, como si alguien hubiese abierto una válvula de agua hirviendo y la boca se le fuese llenando de ella.

– ¡Aaaaahhh! ¡Quema, quema, quema! – Takuto se paró de un salto de su silla y mientras gritaba empezó a agitar frenéticamente las manos tratando de abanicar su lengua, que se sentía como si estuviera prendida en llamas.

– ¡¿Estás bien, Takuto-san?! ¡Toma, un poco de agua!

Sin vacilar, el chico cogió el vaso de agua que Milfie le ofrecía, el cual se lo bajó casi de un solo trago. Después de terminárselo, se quedó jadeando por unos segundos antes de que la temperatura de su boca y lengua se hubiesen regulado lo suficiente para volver a hablar. Entretanto, Ranpha seguía comiéndose el suyo como si no fuese nada.

– Uff... gracias, Milfie. – dijo finalmente. – Hey, Ranpha, ¿qué se supone que es esto?

– ¿Hmm? Es curry con las especias multiplicadas por mil. – dijo la rubia con indiferencia mientras seguía comiendo. Eso era inaudito, ¿cómo podía alguien soportar algo así de picante? – ¿Qué, es que no te gusta el curry?

– Claro que me gusta, pero no tan... – Sintió que el picor le volvía a regresar, y tuvo que bajarse otro vaso de agua. – Ahora veo que si tiene el nombre de Ranpha es porque es sólo para ella, ¿no?

– Vaya, eres un peso ligero. – dijo la rubia. – Si no te gustó este, puedes pedir el Especial Ranpha #2 con el ramen, o el #3 con la pizza.

– No, creo que paso. – dijo Takuto. – Milfie, cambié de opinión, creo que debí pedir la pasta.

– ¿No te vas a comer este? – preguntó Ranpha. – Bueno, más para mí entonces.

Takuto lamentó haberle dado trabajo extra a la señora de la cafetería, pero al menos si Ranpha era capaz de comérselo no se iba a desperdiciar. Fuera de eso, el almuerzo transcurrió sin ninguna otra eventualidad, y en realidad la pasta con crema estaba bastante buena, tal como dijo Milfie. Ranpha terminó de comer antes que ellos, incluso aunque se estaba comiendo la porción de Takuto en adición a la suya propia, y se excusó para marcharse, dejándolos a ambos para continuar con el tour por su propia cuenta.

Después de terminar de recorrer el bloque B, regresaron al bloque A para que Milfie pudiera enseñarle el parque galáctico. Una vez en él, Takuto pudo maravillarse de ver cómo estaba lleno de árboles y flores por todas partes, e igual que en la sala de la ballena espacial, había una enorme ventana virtual proyectando el cielo azul con nubes sobre ellos, y si no fuera por las líneas de los paneles que la formaban casi habría creído que era real.

– A diferencia de la sala de la ballena espacial, esta ventana se apaga por la noche y deja ver el exterior. – explicó Milfie, mientras caminaban por el sendero de adoquines. – Ahora mismo se proyecta el día ya que apenas empieza la tarde.

– Estando en este parque me siento más como si estuviera en una ciudad que en una nave de batalla. – comentó Takuto.

– Jejeje, es cierto. – Milfie estuvo de acuerdo. – Hay muchas instalaciones aquí, pero este parque es donde me siento más relajada.

– Ciertamente. Es muy tranquilo, y tiene buena atmósfera. – Takuto aspiró y exhaló profundamente. – Ah, para ser una nave de batalla, el aire se siente mucho mejor aquí.

– ¿Verdad que sí? – Milfie señaló hacia la distancia. – De hecho, allá atrás tenemos una pequeña colina. Es el mejor lugar para ir de picnic.

– Ah sí, lo mencionaste cuando estábamos en la tienda. – recordó Takuto. – ¿Hacen picnics muy a menudo?

– ¡Sip! Espero que tú también puedas unírtenos a partir de ahora, Takuto-san.

– Claro, suena muy divertido. – replicó el comandante. – Más si puedo pasar el rato con todas ustedes.

Los dos continuaron su paseo, y finalmente tras volver al punto de partida, salieron del parque. Con eso ya oficialmente estaban concluyendo el tour, ahora se encontraban en el corredor, y justo en ese instante empezó a sonar la voz de Almo por los altoparlantes.

– Atención, llamando al Comandante Mayers y a las pilotos de la Brigada Angel. Por favor presentarse en el puente a la brevedad. Repito, llamando al Comandante Mayers...

– ¿Qué está sucediendo? – preguntó Milfie.

– Sonaba muy alarmada. – comentó Takuto. – Mejor démonos prisa.

Era una suerte que los hubiese llamado cuando estaban en el corredor, así que sólo tuvieron que ir de frente directo al puente. Para su sorpresa, ya todas las demás estaban allí esperándoles cuando cruzaron las puertas.

– De acuerdo, ¿cuál es la emergencia? – preguntó Takuto.

– ¡Llegas tarde, Comandante! – Ranpha fue la primera en salir al paso para reclamárselo.

– Pero si sólo llegamos nueve segundos antes que él. – dijo Vanilla.

– ¡No hace falta que digas los detalles, muchas gracias! – protestó Ranpha. Mint de inmediato decidió aliviar la tensión e intervenir.

– Subcomandante Coolduras, ¿cuál es la situación? – le preguntó. Lester por su parte se cruzó de brazos y comenzó a hablar en tono muy serio.

– Ya averiguamos lo que está tramando la flota de Eonia. Aparentemente están buscando apretar la red en esta región del espacio para acorralarnos.

– ¡¿Qué dices?! – exclamó Takuto. – ¡¿Estás seguro de eso?!

– Relativamente. – dijo Lester. – Acabamos de recibir información de los movimientos de las naves automatizadas.

– Pero las reparaciones del Elsior todavía no están completadas. – señaló Takuto. – No estamos en condiciones de hacerles frente todavía. ¿Cuánto tiempo tenemos?

– Al ritmo que avanza la flota de Eonia, nos descubrirán al último minuto... – informó Coco.

– Entonces es cuestión de tiempo antes que nos descubran. – dijo Forte. – ¿Deberíamos desplegar a los Emblem Frames para tratar de contenerlos?

– Pero, ¿y si intentan evadirnos y pasarnos de largo? – preguntó Milfie.

– También hay la posibilidad de que intenten rodearnos si notan nuestra presencia. – agregó Mint, cuyas orejas telepáticas estaban caídas en ese momento.

Los escenarios no se veían nada alentadores. Aún no habían terminado de reparar al Elsior como para entrar en combate, y por más que el poder de los Emblem Frames fuera superior, el enemigo podría tratar de compensar con sus números y venir directo hacia ellos. En su estado actual seguían siendo un blanco fácil.

– Yo tengo otro plan. – intervino el Comodoro Luft. Todos voltearon para verlo, y el antiguo instructor de Takuto y Lester habló con un tono muy serio. – Todas las demás naves aparte del Elsior aún pueden moverse. Podemos usarlas para engañar al enemigo.

– Engañar al enemigo con las demás naves. Pero eso significa... – La realización golpeó a Takuto en la cabeza cuando entendió lo que su viejo mentor estaba sugiriendo. – Comodoro Luft... ¿no estará pensando en...?

– Acertaste. – replicó el veterano. – Usaré al resto de la flota como señuelo para atraerlos. A esta distancia, no se darán cuenta hasta que sea demasiado tarde. Y el enemigo nunca esperaría que el Elsior escapara solo.

Hubo un jadeo colectivo entre todos, pero en particular de Takuto, que se dio cuenta de inmediato el riesgo que implicaba hacer eso.

– ¡Pero eso es demasiado peligroso! – protestó. – ¡Sin la Brigada Angel, sólo tendrá naves normales y no podrá hacerle frente a esa flota!

– Si podemos ganarle diez minutos de tiempo al Elsior, será suficiente. – aseguró Luft. – Y también, nuestra prioridad principal es la seguridad del Príncipe Shiva. Recuerda que él es la última esperanza para el imperio.

– Pero...

– ¡Suficiente! – gritó el Comodoro, haciendo que Takuto casi se sobresaltara por lo repentino que alzó la voz. – Takuto, toma esto como una lección extra de tu antiguo instructor. Escucha con cuidado. El comandante siempre debe priorizar la misión por encima de todo, pero nunca debe pensar en hacerlo todo por sí mismo. Recuerda que no estás solo en esta batalla. Confía en las personas que te rodean y utiliza su poder, esa es la marca de un excelente comandante.

Las personas que lo rodeaban. Miró a su alrededor, a Lester, las miembros de la Brigada Angel, Milfie, Ranpha, Mint, Forte y Vanilla, y a las operadoras, Almo y Coco. Todos tenían expresiones de determinación en el rostro, que de alguna manera le infundieron algo de fuerza que realmente necesitaba en ese momento. Luego volteó nuevamente a ver al Comodoro Luft, que prosiguió:

– Y cuando haya una decisión que tomar, hazlo. Sin dudarlo. Si el líder titubea, toda la fuerza que lo sigue lo hará también, ¿lo entiendes?

El comodoro puso la mano en el hombro de su antiguo discípulo. Fue en ese instante que Takuto finalmente lo entendió. Este era el momento en que oficialmente le estaba pasando el testigo a él como comandante del Elsior, y a partir de ahora tendría que continuar por su cuenta. Ahora él estaba al mando de la nave, y a cargo de cumplir la misión que les encomendó Lady Shatoyarn.

– Sí, lo entiendo. – asintió Takuto. – Lo entiendo perfectamente, instructor.

– Muy bien. – dijo Luft complacido. – En ese caso, es tiempo de que me marche.

Forte en ese momento dio un paso al frente para saludar. – Comodoro Luft, estamos en deuda con usted. En nombre de toda la Brigada Angel, le agradecemos por todo. Que la fortuna le acompañe...

– Whoa, whoa. – dijo el veterano. – No hables como si me fuera a morir. En serio no creerás que voy a tirar mi vida por la borda tan fácilmente, ¿o sí? Todo va a estar bien. No llegué hasta aquí sólo para dejarme caer sobre mi propia espada. Así que mantengan sus ojos abiertos y espérenme. ¡Jajajajaja!

– Claro, perdone mi falta de respeto, Comodoro. – se disculpó Forte. El Comodoro sin embargo no se veía ofendido en lo más mínimo. Probablemente sólo lo dijo en un intento de aliviar la tensión del momento.

– Muy bien. Takuto, Lester, Brigada Angel, dejo al Príncipe Shiva en sus manos. – concluyó.

Y sin decir más, el Comodoro abandonó el puente. Takuto inmediatamente regresó a la silla de mando y ordenó que todos volvieran a sus puestos. La Brigada Angel se quedó allí con ellos, ya que todavía no había señales del enemigo y también deseaban quedarse para despedir a su antiguo comandante. Entretanto, Almo abrió un canal de comunicaciones a la flota de Criom para informarles de lo que iban a hacer para que recibieran al Comodoro, que asumiría el mando de las fuerzas restantes en el cinturón de asteroides.

Tras varios tensos minutos, las naves de la flota de Criom se fueron alejando del sector. Takuto reconoció su propio crucero a través de las ventanas del puente, y lo vio alejarse a toda marcha junto con el resto de las naves aliadas. Nadie dijo nada durante todo el rato, hasta que finalmente Coco rompió el silencio una vez que la última nave desapareció del rango visual, por lo que activaron la pantalla del radar.

– La flota del Comodoro Luft ha abandonado el cinturón de asteroides. – les informó.

– ... Las fuerzas de Eonia están cambiando de curso. – observó Lester. – Parece que mordieron el anzuelo.

– Sí, así parece. – concordó Takuto. – Almo, deseo comunicarme con toda la nave. Por favor abre todos los canales.

– Sí señor. – replicó la oficial de comunicaciones. – Adelante.

En vista de las circunstancias, no había otra cosa que pudiera hacer por el momento, así que asumiendo su autoridad como Comandante del Elsior, esto era lo menos que se merecía su viejo mentor por lo que estaba haciendo por ellos. Aunque no creía que fuesen a acabar con él tan fácilmente, la posibilidad siempre estaba presente. Aspiró profundamente y anunció:

– Atención a todo el personal. Suspendan sus actividades y repórtense al monitor más cercano. – Se levantó de la silla y alzó su mano para hacer el saludo militar. Inmediatamente todos, Lester y la Brigada Angel hicieron lo mismo. – Todas las manos, por el Comodoro Luft, y los valientes hombres y oficiales que lo acompañarán, ¡saluden!

– ¡¡SEÑOR!! – corearon todos a la vez.

– Vaya con cuidado, Comodoro Luft... – murmuró Lester una vez que todos bajaron sus manos.

– Claro que lo hará. – aseguró Takuto. – Esto no es nada para el Comodoro Luft.

Eso decía de dientes para afuera, intentando proyectar confianza. Por dentro, sin embargo, Takuto no podía evitar sentirse preocupado. Ahora que la Brigada Angel estaba oficialmente bajo su cargo, tendría que seguir adelante sin su mentor. Pero ya no había vuelta atrás.

– "Instructor Luft... por favor manténgase a salvo. Más le vale que nos volvamos a ver."

...

Después que la flota de Criom se alejó del cinturón de asteroides, no hubo más actividad en el sector, ya fuese de aliados o enemigos. A pesar de la aparente tranquilidad, Takuto luchaba por controlar su ansiedad, esperando impacientemente a que le dieran el reporte para poder salir de allí. Entretanto, Lester se estaba ocupando de trazar su ruta, decidiendo el mejor curso para atravesar las líneas enemigas, ya que inevitablemente se lanzarían a perseguirlos una vez que se dieran cuenta del engaño.

Por fin, después de lo que pareció una eternidad, Almo rompió el silencio en el puente, con buenas noticias para ellos:

– Reporte desde la sala de máquinas. Nos informan que las reparaciones de los motores han terminado. Los propulsores de movimiento usual y el Chrono Drive ya están en línea.

– Takuto-san, debemos darnos prisa. – dijo Milfie. – No podemos dejar que las acciones del Comodoro Luft sean en vano.

– Cierto. – Takuto se puso de pie. – ¡Elsior, preparados para el despegue! ¡Manténgannos ocultos entre los asteroides, y dirijan el curso hacia el punto GKs571 para iniciar el Chrono Drive!

– ¡Motores en marcha! – declaró Lester. – No olviden avanzar con cautela.

– Brigada Angel, permanezcan en espera hasta que iniciemos el Chrono Drive. – ordenó Takuto a las pilotos. – Hay que estar preparados por si aparecen más enemigos en nuestro camino.

– Entendido. – respondió Milfie. – Con su permiso, nos marchamos.

Las cinco chicas abandonaron el puente. A pesar de la relativa tranquilidad de las últimas horas, debían ser precavidos, ya que no habría forma de saber lo que les aguardaba adelante en el camino.

Por fin, oficialmente comenzaría el viaje a bordo del Elsior hacia Rhome. La nave comenzó a moverse, aunque de no ser por las estrellas que había en el ventanal del puente empezando a moverse, no lo habrían notado. El Elsior parecía absorber totalmente la inercia del movimiento una vez que puso en marcha los motores.

– Gracias al Comodoro Luft, podremos salir a salvo de este sistema. – comentó Lester. – Sin embargo, ahora que la flota escolta se ha ido, estaremos solos. Tendremos que reabastecernos varias veces por el camino. Si el enemigo nos ataca...

– Tendremos que usar el Chrono Drive todo lo posible. – dijo Takuto. – No tendremos que preocuparnos por nada mientras viajemos en él.

– Si nos encuentran, los enfrentamos con los Emblem Frames, y luego escapamos con el Chrono Drive. – Lester dio un buen resumen del plan, simple pero efectivo. – Será un camino peligroso. Todo dependerá de ti, Comandante. Espero que seas capaz de manejarlo.

– Y yo también espero mucho de mi subcomandante. – sonrió Takuto. – Bueno, no habrá que preocuparnos, podremos manejar lo que sea gracias a esas lindas chicas.

– Ja, el verte tan despreocupado hace que me preocupe. – Lester se cruzó de brazos. – Pero bueno, supongo que al menos puedo confiar en eso.

– Hemos llegado al punto de destino. – informó Coco. – La ruta está despejada, no hay anomalías gravitatorias.

– Bien. Cambiando a navegación estelar. – dijo Lester. – ¡Iniciando Chrono Drive!

https://youtu.be/xIrMvzEb_VI

Los motores de la nave comenzaron a generar una energía de color verde en la proa, que se fue expandiendo gradualmente hasta abarcar en un círculo a todo lo alto y ancho para formar una especie de portal. La energía que emanaba de este se fue propagando de la proa a la popa por todo el fuselaje del Elsior, y un segundo después, este desapareció en un destello rápido, dejando atrás absolutamente nada más que las estrellas.

En el puente, los tripulantes observaron el túnel de luz verde azulado por el que se desplazaban, este era el Chrono Espacio, el canal que utilizaban para viajar entre sistemas a todo lo largo y ancho del Imperio Transbaal. Una de las maravillas de la tecnología perdida que les permitió colonizar el espacio desde hacía más de cuatro siglos, y lo mejor de todo, el enemigo no los podría atacar o rastrear hasta que salieran. Una vez que entraron, Takuto exhaló de alivio.

– ... *Fiu*, hasta que hagamos el Drive Out, podremos respirar tranquilamente. – dijo Takuto.

– Mientras estemos en Chrono Drive, no tendremos que preocuparnos de interferencias en el espacio normal. – dijo Lester. – Aunque tampoco podremos saber lo que sucede afuera mientras tanto. Takuto, ¿por qué no te vas un rato a cuidar a tus "lindas chicas"? Yo puedo hacerme cargo del puente mientras tanto.

– ¿Eh? Aprecio la oferta, pero ¿estás seguro? – preguntó Takuto.

– Recuerda que el rendimiento de los Emblem Frames depende de la salud mental de la Brigada Angel. – señaló el subcomandante. – En resumen, el trabajo más importante del comandante es crear confianza con las pilotos y mejorar la moral.

– Es cierto. – admitió Takuto, levantándose de su silla. – Muy bien, en ese caso aceptaré tu generosa oferta. Ya me voy.

– Oye, espera un momento. – Lester lo detuvo. – No hace falta decir esto, pero recuerda, en relación a asuntos privados y públicos, sigues siendo su oficial superior.

– Sí, sí, ya entendí. – dijo Takuto. – Bien, ahora sí ya me voy.

Y diciendo esto, salió del puente hacia el corredor. Mientras empezaba a caminar, Takuto se preguntó por qué Lester no cambiaba esa actitud tan seria, y siempre tenía algo que objetarle. Casi parecía estar canalizando el espíritu de una suegra o algo así.

Pero al menos por el momento, al propósito de establecer vínculos con la Brigada Angel. Empezar con una buena comunicación para llevarse bien con todas ellas. No sería muy difícil, considerando que todas, o al menos la mayoría de ellas, eran bastante agradables.

– Ahora, ¿dónde estarán? Milfie dijo que usualmente iban al salón de té para descansar. Tal vez estén allá ahora mismo.

Y sin más, cogió el elevador hacia el Bloque B. Estaba agradecido con Milfie por darle el tour por la nave, así que ahora podría explorarla sin perderse. Y como le dijo Lester, tenía que cumplir con sus deberes como Comandante después de todo, y si eso involucraba socializar con un escuadrón de chicas hermosas, de ningún modo dejaría pasar la oportunidad.

Esta historia continuará...

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