Escalas de fortuna (2-2)
Con Milfie como su guía, Takuto ya estaba listo para iniciar su tour por el Elsior. Dadas las dimensiones de la nave, probablemente le tomaría un par de horas recorrerla de cabo a rabo, aunque viéndolo por el lado amable, eso serviría para matar el tiempo hasta que las reparaciones hubieran sido completadas y pudieran iniciar su largo viaje hacia el sistema Rhome. Le llevó un poco decidirse, pero finalmente eligió comenzar con las instalaciones del bloque D.
En parte se debía a que todavía había algunas cosas que necesitaba saber, en relación a la Brigada Angel y a sus Emblem Frames. Las palabras que le dijo el Comodoro Luft todavía resonaban en su cabeza, pues les había dicho que necesitaba llevarse bien con las Angels para mejorar el rendimiento de sus naves en batalla, y que este estaba ligado directamente a la condición mental de sus pilotos. Takuto nunca escuchó de naves de combate que funcionaran de esa manera, y por lo mismo decidió dirigirse primero al lugar donde los tenían guardados mientras no estaban en combate. Es decir, el hangar del Elsior.
Debido a las prisas, no se había detenido a verlas de cerca cuando desembarcaron por primera vez, pero ahora sí podía darles un buen vistazo de cerca y verlos en todo su esplendor con lujo de detalles.
– Los Emblem Frames... de verdad son aún más impresionantes vistos de cerca. – observó Takuto. – Las naves más poderosas del imperio, impulsadas por la tecnología perdida, ¿eh?
– Aquí en el hangar es donde se les hace el mantenimiento a los Emblem Frames. – explicó Milfie. – También se hacen los ajustes de los enlaces para las pilotos.
– ¿Ajustes de los enlaces? – preguntó Takuto. – Entiendo lo del mantenimiento, pero ¿qué es eso del enlace?
– Je, creo que la mejor persona para explicarte sería quien está a cargo del mantenimiento. – Milfie empezó a mirar por todas partes. – Umm... ah, allá está. ¡Hey, Creta-saaaan!
Encima de uno de los Emblem Frames estaba alguien haciendo revisiones, y al escuchar el llamado de Milfie inmediatamente bajó con un cable y arnés de seguridad a donde ellos estaban. Se trataba de una mujer, tal vez de unos veintitantos, de pelo rubio, ojos azules y con pecas en la cara que le daban un aire bastante juvenil. Llevaba un overol de mecánico blanco y amarillo que Takuto reconoció como el uniforme de los ingenieros de la milicia de Transbaal, aunque estaba abierto revelando un amplio busto cubierto por una blusa ajustada negra.
– Oh, Milfeulle-san, bienvenida. – saludó la mujer. – ¿Qué hay de nuevo?
– Estoy dándole a Takuto-san un tour por la nave. – explicó Milfie. Takuto por su parte estaba más sorprendido por otras razones.
– ¿Eh...? ¿Esta mujer es la jefa de ingenieros de la nave? – preguntó.
– Estoy a cargo del mantenimiento del Elsior y los Emblem Frames. Creta Biscuit, es un placer. ¿Sucede algo malo?
– ¿Eh? No, no, es sólo que en la milicia el mantenimiento usualmente lo hacen hombres. – explicó Takuto. Al menos así era en casi todas las naves que él conocía, pero el Elsior difícilmente era como las demás naves.
– Ah sí, es que las investigadoras de la Luna Blanca, las Sacerdotisas de la Luna, casi todas somos mujeres. Naturalmente eso incluye a la mayor parte de la tripulación de esta nave. – dijo Creta.
– ¿No te habías dado cuenta que la Brigada Angel está compuesta sólo de mujeres? – preguntó Milfie inocentemente. – No es que no se permitan hombres, pero casi el 80% de quienes estudian la tecnología perdida son mujeres.
– Aunque somos civiles, conocemos mucho más de la tecnología perdida que cualquier ingeniero militar. – dijo Creta con algo de orgullo. Visto de esa manera tenía sentido, según lo que le habían dicho Coco y Almo. – Así que no tiene que preocuparse. Todos en el personal de mantenimiento nos esforzaremos al máximo.
– Entiendo. – dijo Takuto, extendiendo una mano. – Entonces, creo que debo presentarme como debe ser. Soy el comandante Takuto Mayers, y espero poder contar contigo y el resto del personal.
– Sí, lo mismo digo. – Creta aceptó el apretón. – Ah, casi se me olvida, Comandante Mayers. Hay alguien más aquí que lo estaba esperando.
– ¿Esperándome? – preguntó Takuto.
Un segundo después, Takuto oyó a sus espaldas unas pisadas de tacones altos, y al darse la vuelta se encontró con cierta pelirroja voluptuosa, que curiosamente ahora cargaba una fusta en la mano. No pudo evitar que esa imagen le diera algo de nervios.
– Oh, viniste rápido aquí. – dijo con un tono que sonaba muy complacido de verlo.
– Hola, Forte. – saludó Takuto. – ¿Sucede algo?
– Escuché que estabas dando un tour por la nave. Decidí esperarte aquí para cuando vinieras a verificar los Emblem Frames. – dijo Forte. – Aunque no pensé que llegarías al mismo tiempo que yo. Bueno, así no tengo que matar el tiempo yo sola.
– Jaja, bueno, siendo el nuevo comandante, tenía que saber todo lo posible sobre los Emblem Frames. – dijo Takuto.
– En ese caso, si quieres puedo contarte lo que necesitas saber de cada una. – ofreció la pelirroja.
Takuto se puso a pensarlo. Aunque los datos que le había enviado Mint durante la escaramuza anterior habían sido útiles, no tuvo oportunidad de revisarlos en mayor detalle debido a que el tiempo apremiaba. Y aunque conociendo a Lester ya probablemente se los habría leído totalmente, se podría ahorrar regaños y tiempo si escuchaba ahora lo que Forte y Creta podrían tener que decirle, y sería mucho más fácil de recordar.
– Adelante. Será útil para armar nuestras estrategias a partir de ahora si conozco las características de cada una de las naves.
– Muy bien, escucha con cuidado. – dijo Forte. – Primero, mi querida máquina, el Happy Trigger...
– Forte-san, ¿no crees que primero deberíamos darle un resumen de todos los Emblem Frames antes de enfocarnos en uno en específico? – interrumpió Creta.
– Supongo. – dijo Forte. – Pero ¿por dónde empezamos?
– ¿Por qué no desde el principio? – dijo Takuto. – Para empezar, ¿qué son los Emblem Frames?
Vistos desde afuera, no habría forma de saber todo el poder que ocultaban, al ser capaces de enfrentarse a flotas enteras por su cuenta.
– Una pregunta difícil. – admitió Creta. – Ese es el mayor misterio para nosotras las investigadoras. Quizás la forma más fácil de describirlos sería una gran cantidad de tecnología perdida ensamblada para formar una nave monoplaza. Esa sería la definición superficial de un Emblem Frame. Una nave espacial equipada con tecnología perdida de motores Chrono String, que le permite luchar por sí sola contra naves de batalla pesadas. Sin embargo, la tecnología perdida utilizada en los Emblem Frames sigue siendo mayormente desconocida. Un ejemplo claro sería el sistema HALO que se enlaza directamente con la mente del piloto
– ¿El piloto se enlaza con la nave? – preguntó Takuto. – Ahora que recuerdo Milfie mencionó algo sobre eso. Este sistema HALO, ¿qué es exactamente? ¿Se diferencia en algo de los controles de un crucero o caza normal?
– Hmm... no sabría cómo describirlo. – dijo Milfie pensativa. – ¿Podría decir que se siente como ser una sola con la nave?
– En términos simples, un mecanismo donde la condición del piloto influencia directamente el rendimiento de la nave. – agregó Forte. – No está mal, ¿eh?
– Por ejemplo, si nuestra condición física es mala, o no estamos concentradas, el rendimiento decae. – continuó Milfie.
– Los ataques fallan y la velocidad disminuye... – dijo Forte. – Pero inversamente, si la energía del piloto es alta, puede enfrentarse al mundo.
– Muy pocas personas poseen la compatibilidad para utilizar el sistema HALO de los Emblem Frames. – dijo Creta. – A su vez, este sistema va evolucionando y adaptándose a medida que su piloto gana experiencia y evoluciona, por lo que ambos van haciéndose más fuertes juntos en un ciclo de retroalimentación positiva. Tal vez por eso es que el Comodoro Luft cuenta con usted, Comandante Mayers. Alguien que pueda convertirse en el pilar mental de la Brigada Angel y liderarlos en batalla. El Comodoro Luft espera que usted pueda hacerlo.
Ahora las palabras de su viejo mentor empezaban a cobrar más sentido. Si era cierto lo que le decían, entonces literalmente los Emblem Frames eran potenciados por el estado mental de la Brigada Angel, y no era sólo cuestión de llevarse bien con ellas porque sí (aunque eso no le molestaría). Por lo tanto, era su deber tenerlas con la moral alta y en condiciones emocionalmente estables para que pudieran combatir de manera efectiva.
– Ya entiendo. – dijo Takuto. – Así que a esto se refería el Comodoro Luft... es una responsabilidad enorme.
– No te agobies tanto. – dijo Forte. – Sólo tendrás que hacerlo a tu manera, ¿entiendes? Ahora vamos, procederé a explicarte cada Emblem Frame por separado.
Forte le dio un toque por detrás con la fusta, no tan fuerte como para que le doliera pero sí le sorprendió, así que los cuatro echaron a andar cerca del Emblem Frame más cercano, casualmente el de Milfie.
– Primero, la Unidad #1, el Lucky Star. – dijo Forte.
– Esta es mi nave. El color rosa lo hace ver lindo, ¿no crees? – dijo Milfie sonriendo.
– Su arma principal es su Híper Cañón láser de partículas. – dijo Forte. – Cargado al máximo es capaz de aniquilar prácticamente cualquier cosa en su trayectoria. También está equipado con cañones vulcan, misiles y un cañón Phalanx teledirigido. Sus armas son aptas para atacar a cualquier distancia, tiene un escudo ligero, y buena movilidad. Es una nave muy balanceada.
– Fue también la última a la que se le asignó un piloto en la Luna Blanca. – explicó Creta. – A diferencia de los demás Emblem Frames, su motor es bastante inestable, por lo que nadie excepto Milfeulle-san es capaz de manejarlo.
Takuto le echó una mirada a la pelirrosa, que sonrió mientras sacaba la lengua y se daba un golpecito en la cabeza. ¿Tenía algo que ver eso con la suerte? Es decir, alguien como Milfie con una suerte como esa debía ser una en un millón. Sin embargo, antes de poder hacer más preguntas, siguieron adelante con el siguiente Emblem Frame.
– Aquí está la Unidad #2, el Kung-Fu Fighter. – explicó Forte. – Esta es la nave de Ranpha. Es buena en combate a corta distancia, aprovecha su alta movilidad para acercarse velozmente y bombardear al enemigo. Sin embargo, su durabilidad es la más baja de las cinco, para darle prioridad a su velocidad. Ten eso en mente.
Takuto asintió. En sus batallas pudo comprobar que el Kung-Fu Fighter era el más veloz de los Emblem Frames, siendo siempre el primero en hacer contacto con el enemigo para dar el primer golpe, pero también el más vulnerable a recibir un contraataque por tener que acercarse casi a quemarropa para mayor efectividad.
– Está armado con misiles y un cañón vulcan, y también con un par de Garras de Anclaje. Son esas cosas que parecen brazos que puedes ver en la parte inferior de la nave. – las señaló. – Al lanzar sus enormes garras, es capaz de aplastar al enemigo hasta la muerte, o enviar un choque electromagnético a través de sus cables para deshabilitar sus sistemas. Y si es necesario, pueden servir para remolcar a otras naves.
– Eso sería muy útil en operaciones de rescate. – admitió Takuto, aunque le dio la impresión de que a Ranpha no le haría gracia que la utilizaran como servicio de remolque gratuito. De inmediato avanzaron hacia la siguiente nave.
– Esta es la Unidad #3, el Trick Master, la nave de Mint. – dijo Forte. – Aparte de sus tres resmas de misiles, posee tres baterías remotas de Fliers que pueden atacar de manera independiente.
– Esta arma se sincroniza con el radar y es buena para disparar a larga distancia. – dijo Milfie.
– Aunque no sobrepasa a las otras naves en velocidad o movilidad, es muy apta para un enfrentamiento constante. De la misma manera, los Fliers pueden fijar a otros objetivos al tiempo que el piloto se concentra en los que tiene al frente.
Esto dejó a Takuto bastante intrigado. Probablemente el sistema HALO tendría algo que ver, pero enfrentarse a varios objetivos al mismo tiempo requería tener una mente muy aguda y reflejos casi sobrehumanos. Por la forma en como había visto combatir a Mint, le sorprendía que fuera capaz de manejar a tantos de ellos sin perder en ningún momento la gracia y el estilo, si eso tenía algún sentido. Tendría que preguntarle al respecto cuando la viera más tarde.
– Y al fin llegamos a mi favorita. La Unidad #4, el Happy Trigger. – Forte sonaba mucho más alegre con esta que con las demás, quizás por razones bastante obvias. – Cañones láser de alto calibre, dos cañones de riel, misiles, un cañón Phalanx teledirigido... en resumen, es la que tiene el mayor poder de fuego de las cinco naves, tan fuerte como puede serlo un Emblem Frame. A pesar de su movilidad, sacrifica velocidad debido a todo el peso de las armas. Sin embargo, cualquier enemigo caerá ante mí si me suelto con todo. Así que sólo dame a mucha gente a la cual dispararle y todo irá bien, Sr. Comandante.
Takuto se rio nervioso ante el comentario. Sonaba como la decisión más lógica, pero no podía evitar imaginarse lo que se sentiría estar en el lado receptor de toda la carga del Happy Trigger pilotado por Forte. Mejor no darle razones para utilizarlo en su contra.
– Y por último, la Unidad #5. La nave de Vanilla, el Harvester. Cuanta con un rayo láser de mediano alcance y cañones Phalanx teledirigidos. Está equipado con un gran escudo satelital, pero en términos de movilidad y ofensiva no es el mejor. De muchas maneras, podría ser el peor de los Emblem Frames, si no fuera porque hay más en él de lo que parece. ¿Sabes por qué?
– Su capacidad para reparar otras naves, ¿cierto? – dijo Takuto, haciendo memoria de los datos que vio antes, y luego cómo reparaba a las naves de la flota de Criom cuando estaban bajo el fuego intenso de la flota enemiga. – En otras palabras, si la Unidad #5 queda incapacitada, hará que la batalla sea todavía más difícil.
– Correcto. – asintió Forte. – La Unidad #5 no debería usarse exclusivamente para atacar, sino para apoyar a otros aliados en batalla. Bien, creo que con eso es suficiente. ¿Ahora entiendes mejor las características de cada nave?
– Por supuesto. – dijo Takuto. – Agradezco mucho tu explicación.
– Ya veo. – Forte le lanzó una mirada muy extraña. – En ese caso... ¿puedes verme ahora mismo con cuidado y determinar cómo me siento?
– ¿Eh...? – Takuto la miró confuso. – Eso es... digo, ¿supongo...?
Forte se rio por lo bajo mientras se le acercaba un poco más. – ¿No lo sabes? La manera perrrrrfecta de conocer el corazón de otra persona.
– P-perfecta... – dijo él, intentando retroceder sin mucho éxito. – N-no, pero...
– Escucha con cuidado y te enseñaré. – Forte bajó un poco la voz, sosteniendo su fusta de manera muy sugerente. – Toda clase de cosas...
Takuto se sintió algo incómodo. Forte era un poco más alta que él, y si no lo supiera mejor, parecía que se estaba agachando intencionalmente para que él pudiese notar sus enormes atributos (no que eso realmente fuese necesario). Aun así, no podía negar que hasta cierto punto le gustaba ese tono casi seductor que estaba utilizando para hablarle. Parecía ser consciente de su atractivo y cómo utilizarlo.
– Ehhh, ¿de qué están hablando? – exclamó de repente Milfie. – ¿También yo podría hacer eso?
– Tch... qué mala suerte. – murmuró Forte, alejándose de él. Takuto por su parte sintió algo de alivio por la repentina interrupción. Eso casi le provoca un ataque cardíaco, demasiado peligroso para su gusto.
– Hey, hey, Forte-san. – insistió Milfie. – ¿Cómo aprendes a sentir los sentimientos de los demás? ¡Enséñame a mí también!
– Ah, lo siento, recuerdo que necesito hacer otra cosa. Te enseñaré en otra ocasión. – respondió la pelirroja. – Sr. Comandante, ven a verme cuando necesites alguna otra lección, jajajajaja...
Y sin decir más, Forte se alejó, dirigiéndose hacia la puerta del hangar, dejándolo a él con Milfie y Creta. La primera parecía decepcionada porque no quiso enseñarle nada, mientras que la segunda se cruzó de brazos mientras movía la cabeza ligeramente en desaprobación.
– Honestamente... Forte-san siempre hace ese tipo de bromas. – dijo la jefa de ingenieros. – Por favor no se tome lo que le dijo tan en serio, Comandante.
– Ah sí. – dijo Takuto, a medias aliviado y decepcionado de escuchar eso. – Ya estoy bien, así que sólo fue una broma, jejeje...
– ¿Eh? ¿Cuál fue la broma? – preguntó Milfie, confundida.
– Cómo decirlo... ah, no importa. – replicó Takuto. – Milfie, será mejor que sigamos con el tour, ¿recuerdas? Mejor vámonos a otra parte.
Los dos se despidieron de Creta para que pudiese volver al trabajo. Ya había hecho lo que tenía que hacer cumpliendo con sus deberes como comandante, y aunque podría haber pasado de la broma que hizo Forte, afortunadamente no pasó a mayores. Entre más rápido saliera de allí, más pronto podría olvidarlo.
Aún quedaban varias áreas por explorar en el Bloque D, y la siguiente parada resultó ser lo que parecía un gimnasio. Milfie le explicó que era aquí donde hacían su entrenamiento físico, ya fuera para ponerse en forma o practicar algunos deportes. Le indicó también dónde estaban los vestidores (que para decepción de Takuto estaban segregados por género). El lugar estaba equipado con todo lo necesario para ponerse en forma: caminadoras, bicicletas estacionarias, pesas, bancas y máquinas de ejercicio, y sacos para golpear.
Y hablando de dichos sacos, ya había alguien que estaba utilizándolos. Se trataba de Ranpha, que en ese momento llevaba una sudadera y shorts de entrenamiento en lugar de su uniforme, y estaba tan concentrada tirando golpes y patadas al saco que no se percató de su presencia.
Takuto por su parte se quedó estupefacto de ver cómo de una patada logró mandar el saco casi hasta golpear el techo. Al parecer esas piernas suyas no eran sólo para presumir.
https://youtu.be/UtRTmquD7II
– ¿Hmm? Ah, ¿así que estaban aquí? – dijo cuando finalmente se dio cuenta que la estaban observando. – ¿Necesitan algo?
– No, sólo pasábamos por aquí. – dijo Takuto. – Pareces estar entrenando de manera muy intensa. ¿Vienes a menudo?
– Así es. ¿Algún problema con eso? – preguntó la rubia.
– No, sólo decía... – replicó Takuto, fijándose en el atuendo que llevaba. Ciertamente la hacía ver bastante atlética, aunque fuera una ropa relativamente sencilla.
– Oye, cuidado, no tienes por qué comerme con los ojos. – le advirtió. – Pero ya que estás aquí, ¿no vas a entrenar un poco? Porque si no, me estás distrayendo. Y me vendría bien un oponente de sparring ahora mismo.
La verdad, ahora que miraba alrededor, le entraban un poco de ganas de probar el equipamiento de entrenamiento. El Elsior estaba muy bien surtido en esa área, y sería un desperdicio no aprovecharlo. Aparte, Ranpha parecía estar muy enérgica y no quería verse mal frente a ella como su superior.
– Bueno, quizás lo haga. Un soldado debe entrenar todos los días, después de todo. – dijo Takuto. – O eso suele ser lo que dice el Comodoro Luft...
– Y tiene toda la razón. – dijo Ranpha sonriendo con suficiencia. – No puedo confiar en un comandante que esté en peor forma que yo.
– Umm... Takuto-san, ¿qué no estábamos haciendo el tour por el Elsior? – preguntó Milfie.
– ¿Estás paseando con él, Milfie? – dijo Ranpha, sonriendo con una expresión maliciosa. – ¿No te has estado saltando tus ejercicios?
– ¿Eehhh? ¡Pero si estoy bien! – se quejó la pelirrosa. Takuto notó entonces que la sonrisa de Ranpha se acentuaba todavía más, y se acercó a ella.
– ¿De verdad? Jeje... – Empezó a picarle con el dedo alrededor de la cintura. – ¿No habrás engordado un poco últimamente?
– ¡¿Guh?! ¿P-por qué piensas eso? – preguntó nerviosamente Milfie, como si Ranpha hubiese tocado un nervio sensible.
– ¿No andabas quejándote porque apenas podías moverte?
Ese comentario pareció golpear la fibra más sencilla en Milfie, que de inmediato se quitó las botas y corrió para coger un par de guantes para entrenamiento de golpear el saco, mientras Ranpha se reía por lo bajo.
– ¡M-muy bien, te enseñaré! ¡Voy a rebajar tres centímetros de cintura! ¡Ei! ¡Eii!
Mientras Milfie golpeaba el saco, Ranpha seguía riéndose de ella. Takuto sólo se quedó mirando confundido, preguntándose si sólo fue una broma para fastidiarla, ya que él no veía que Milfie realmente estuviera gorda.
– Jaja, qué simplona. – murmuró Ranpha. – Bien, entonces, ¿podemos empezar tú y yo...?
– ¡¿Kyaaaaa?!
Justo en ese momento, se oyó un sonido metálico de algo que se rompía. Takuto y Ranpha voltearon a ver, y el saco que Milfie había estado golpeando se zafó de su cadena, yendo a parar a un rack de pesas, que a su vez voltearon la máquina de remos, que hizo lo mismo con la que estaba al lado, y así sucesivamente en un efecto dominó hasta que prácticamente todas las piezas de equipamiento del gimnasio habían sido volcadas, dejándolas inutilizables.
– Ah, qué desastre. – se quejó Ranpha. – Fue un error dejarle a Milfie usar el saco.
– ¿Eh? ¿A qué te refieres? Qué digo, ¡eso no es importante ahora! – Takuto corrió hacia donde estaba Milfie, que se veía bastante sacudida por lo que pasó. – ¿Estás bien, Milfie? ¿No te hiciste daño?
– S-sí, estoy bien. – dijo la pelirrosa. Parecía un poco apenada por el desastre que causó.
– No hay forma de seguir así. – dijo Ranpha resignada. – Bueno, es inevitable, no podré hacer nada hasta que alguien lo limpie. Los veo luego.
Ranpha fue a los vestidores, seguramente para cambiarse, y Takuto y Milfie también decidieron que era mejor continuar con el tour. El comandante sentía pena por quienquiera que tuviese que levantar todo ese equipamiento tirado, y esperaba que no fueran a cargarle cuentas por reparaciones en caso de que alguno de ellos se hubiese roto con la caída.
Afortunadamente, la piloto del Lucky Star pareció recobrar rápidamente su disposición alegre, y continuó con el tour por el bloque D. Lo llevó a la sala de máquinas, donde pudo ver por primera vez los motores del Elsior, que no se parecían en nada a los de otras naves que hubiera visto. Le explicó que se les conocía como motores Chrono String y también los Emblem Frames eran propulsados por ellos. Había también un cuarto donde las Angels entrenaban en cabinas simuladoras capaces de reproducir infinidad de escenarios para los Emblem Frames, y una bodega donde se guardaban los suministros del Elsior en enormes contenedores de metal. Milfie le explicó que para moverlos tenían que desactivar la gravedad artificial, ya que la mayoría eran demasiado pesados para que un humano pudiese cargarlos por su cuenta.
Sin embargo, terminó por llevarse una sorpresa cuando entraron a otra sala dentro del bloque D. Si ya le sorprendía saber que había un parque a bordo de la nave, nada podría haberlo preparado para ver lo que parecía ser una playa artificial, con arena, cielo azul, palmeras y todo.
– Wow, ¿y esto? ¿Es el cielo? – exclamó el comandante al verlo.
– Jeje, siento desilusionarte, pero no es real. – re rio Milfie. – Es una ventana virtual. Proyecta nubes e incluso un atardecer según la hora del día. Y por la noche, proyecta incluso la luna según el calendario de Transbaal. Hay una igual en el parque galáctico.
Takuto silbó. De todas las cosas que podría haberse imaginado que vería en el Elsior, definitivamente una playa como esta no estaba entre ellas. Aunque viéndolo por el lado amable, parecía un buen lugar donde venir a divertirse y relajarse un poco en sus ratos libres. Seguramente la Brigada Angel lo haría.
– No es que no me guste, pero ¿para qué utilizan esta área? – preguntó Takuto.
– Originalmente sólo la teníamos como una piscina de olas. Pero ahora... – Milfie empezó a reírse por lo bajo, lo cual puso un poco nervioso a Takuto.
– No le veo mucha diferencia ahora. – dijo el comandante. – Parece como una playa en un planeta resort, la verdad.
– ... Lo entenderás en un minuto. – Milfie siguió riéndose. Fuera lo que fuera que se estaba guardando, seguramente quería causarle una gran impresión. – Cierto, hay alguien más a quien presentarte. Su oficina está por aquí, sígueme.
Los dos empezaron a caminar, dejando sus huellas por la arena de la playa. Takuto se sentía muy tentado a quitarse las botas para sentirla en los pies por alguna razón, pero no se atrevió a decirlo en voz alta. Tal vez lo haría en otra ocasión cuando no estuviera "de servicio". Además, le intrigaba quién podría ser la persona en la "oficina" de esta sala, y qué era lo que hacían aquí.
Por el camino, se toparon con alguien que venía en la dirección opuesta, desde lo que parecía ser un edificio largo con algunas paredes transparentes. Era Vanilla, que se detuvo brevemente al verlos.
– Oh, Vanilla, ¿qué estás haciendo por aquí? – preguntó Milfie.
– Nada... sólo... – Vanilla simplemente desvió la mirada.
– Estamos haciendo un tour por la nave. – dijo Takuto. – ¿Quieres acompañarnos, Vanilla?
– ... Tengo deberes que cumplir. – respondió la peliverde. – Si me disculpan...
Y sin decir más siguió caminando sin detenerse. Una pena que se hubiera ido, ¿por qué sería tan retraída?
– Parece ser muy difícil hablar con ella, ¿no? – comentó Takuto.
– Vanilla suele ayudar en otros puestos fuera de sus horas de servicio. – dijo Milfie. – Seguramente va camino a ayudar a alguien.
– Ya veo. Bueno, ya tendremos otra oportunidad. – Takuto se fijó en el edificio que tenían enfrente. – ¿Asumo que aquí está la oficina de la que hablaste?
– Así es. Por allá hay un invernadero donde tenemos toda clase de animales.
Ahora que Takuto se fijaba bien, efectivamente se podían ver plantas y algunos animalitos a través de las paredes. Su curiosidad iba en aumento y ahora tenía más ganas de verlos de cerca.
– ¿Significa que la persona a cargo aquí es alguien especializado en cría de animales? – preguntó Takuto.
– Sí, podría decirse.
La persona que respondió no fue Milfie, sino alguien que vino caminando detrás de Takuto. Al girarse, vio a un muchacho que se veía bastante joven, más que Milfie incluso, de cabello castaño y ojos azul claro. Su uniforme militar estaba personalizado, teniendo más el aspecto de un marinero chapado a la antigua, y usaba una pequeña boina color turquesa en la cabeza. También cargaba sobre su hombro algo que a Takuto le pareció una pequeña ballena.
– Bienvenido, Comandante Mayers. Es un placer conocerlo al fin. Mi nombre es Kuromie Quark, y soy el cuidador de los animales a bordo de esta nave.
– Sí, el placer es mío. – respondió Takuto, extendiendo la mano para un apretón. – Así que, ¿tú eres el administrador? Y puedes llamarme Takuto si lo prefieres.
– Como digas, Takuto-san. – replicó el chico.
– Así que, ¿ya sabías que veníamos? – preguntó curioso Takuto, más todavía porque Kuromie ya sabía su nombre antes de que se presentara directamente.
– Sí, la ballena espacial me informó de su llegada.
– ¿Ballena espacial? – preguntó Takuto, ladeando la cabeza. – ¿Te informó... qué cosa?
– La ballena espacial que vive en esta nave. – continuó Kuromie sin más, y de pronto se llevó la mano al oído, como si acabara de escuchar algo. – Ah, la ballena espacial dice que quiere saludar al comandante.
Takuto se quedó totalmente confundido. No entendía de lo que estaba hablando, y al voltear a ver a Milfie ella solamente se seguía riendo. Escuchó un ruido como de olas en el agua, pero antes de poder girarse para ver de dónde venía, una enorme sombra se proyectó sobre ellos, tapando el sol artificial.
– ¿Huh...? – Takuto no podía ver nada, pero sí sentía una enorme presencia encima de él. Y fue entonces que se le ocurrió mirar hacia arriba y por fin lo vio. – ¡¿UWAAAAAA?!
– ¡KYOOOOOOOUUUUUUNNN!
El bramido de la ballena finalmente le hizo entender. ¡Estaban justo debajo de ella, el cetáceo estaba flotando encima de ellos! Entonces el ruido de olas que escuchó antes era la ballena saliendo del agua. Unos segundos después, vio como aterrizaba del otro lado de la oficina y desaparecía bajo la superficie del agua de nuevo.
– Jejejeje, ¿te sorprendiste? – seguía riéndose Milfie. – La ballena espacial vive dentro de la piscina.
– Parece estar de buen humor hoy. – dijo Kuromie. – Creo que le agradas, Takuto-san.
Takuto no podía hacer otra cosa que no fuera tratar de forzar una risa para calmarse los nervios por lo que acababa de presenciar. Ciertamente le había dejado una gran impresión. Si eso era lo que Milfie buscaba al traerlo aquí, lo logró.
– ¿Takuto-san? – preguntó Kuromie.
– Takuto-san, ¿estás bien? – Milfie empezó a agitarle la mano enfrente de la cara para sacarlo de su shock. Tardó unos segundos pero finalmente lo hizo.
– ... Ah, si, estoy bien. – dijo Takuto. – Sólo que... me congelé por un momento. Aún sigo sin entender del todo las dimensiones de esta nave.
– ¿Es la primera vez que ves una ballena espacial, Takuto-san? – preguntó Milfie.
– Sí. Digo, ya las he visto antes en fotografías, pero nunca así de cerca. – Takuto se llevó una mano al pecho. – Por un momento, sentí como si pudiera aplastarme.
Kuromie volvió a ponerse la mano en el oído. – La ballena espacial dice "No fue mi intención asustarte, pido disculpas". Por favor perdónala.
– ¿La ballena espacial puede hablar? – preguntó Takuto sorprendido. – Espera, hace un momento dijiste que te había avisado de nuestra llegada, ¿cómo...?
– Yo puedo entender lo que la ballena espacial dice, pero la gente normal no puede. – dijo Kuromie, como si fuese lo más normal del mundo. Takuto tuvo que disimular su impulso de querer tragar saliva, pero se imaginó que tal vez por eso lo habían asignado a esta área del Elsior.
– Eso es... impresionante. Imagino que por eso estás a cargo aquí, ¿verdad?
– Correcto. – asintió Kuromie. – Así que, si tienes algo que preguntar...
Kuromie le hizo un gesto a Takuto para que se acercara con discreción. Takuto miró momentáneamente a Milfie, que en ese instante estaba distraída mirando alrededor, hacia donde la ballena espacial se había vuelto a sumergir y no parecía estar pendiente de él. A partes iguales curioso e intrigado, Takuto se acercó.
– El Comodoro Luft me informó de todo. – dijo en voz baja el cuidador. – Por favor no dudes en venir aquí, si quieres saber cómo se sienten las Angels respecto a ti.
– ¿Eh, cómo así? – Esto tomó por sorpresa a Takuto. ¿A qué se refería con exactitud?
– La ballena espacial puede percibir los sentimientos de las personas y su condición, con una habilidad que se puede comparar con la telepatía. – dijo Kuromie. – Pero ese es nuestro secreto.
– ¿Eso de verdad es posible? – susurró Takuto. Aunque después de pensarlo, Kuromie había dicho que la ballena espacial le había informado de su llegada, así que no se le hizo difícil conectar dos y dos.
– Seguro. ¿Quieres intentarlo ahora?
Takuto se quedó meditándolo un poco. No tenía idea de que una ballena espacial pudiera tener esa clase de habilidad. Por un lado, indagar en los sentimientos de las Angels sonaba un poco... intrusivo, por decirlo de alguna manera. Pero por el otro, le sería muy útil saber lo que pensaban de él para de ese modo llevarse mejor, lo que sin duda sería crucial si querían salir victoriosos en las batallas que se avecinaban.
– De acuerdo, ¿puedes preguntarle a la ballena espacial? – decidió finalmente.
– Por supuesto, sólo dame un momento. Mientras tanto, ¿puedes cerrar los ojos y concentrarte?
Takuto no entendió para qué tenía que hacer eso, pero accedió. Al cabo de unos segundos, oyó que la ballena espacial bramaba de nuevo, y esta vez, unas imágenes comenzaron a aparecer en su cabeza. Concretamente, eran los rostros de las Angels.
Milfie le sonreía y le saludaba con la mano alegremente. Ranpha se cruzaba de brazos y desviaba la mirada con molestia. Mint hacía una cortés reverencia. Forte volteaba a verlo levantando su fusta como si quisiera disciplinarlo con ella. Vanilla simplemente permanecía inexpresiva. Alcanzó a oírles algunas palabras entremezcladas, pero no las entendía del todo bien ya que sus voces parecían pelear entre ellas por hacerse oír, aunque por asociación con los rostros de cada una parecían ser bastante consistentes con sus interacciones con ellas hasta el momento.
– Whoa, eso fue... inusual. – dijo Takuto. – Ahora entiendo a qué te referías.
– ¿Has podido comprobar los sentimientos de las Angels? – preguntó Kuromie, a lo que Takuto asintió. – Muy bien. Puedes venir a verme cuando quieras saberlo de nuevo.
– Umm... disculpen, ¿de qué estaban hablando ustedes? – preguntó de repente Milfie, que ya estaba de vuelta. Takuto le dio una mirada de reojo a Kuromie, cuya expresión le dijo que era mejor mantener las apariencias.
– Eh, no, de nada en especial. – Takuto decidió desviar el tema. – Por cierto, además de la ballena espacial, ¿te dedicas a cuidar a otros animales?
– Sí, por ejemplo, de esta cría de ballena espacial. – dijo mientras tocaba a la pequeña ballena sobre su hombro, que empezó a chillar de gusto de manera adorable. Takuto se sorprendió un poco, ya que hasta ese momento no se había fijado que estaba viva. – Hay una gran variedad de plantas y animales que tenemos en el invernadero. Por favor acompáñenme.
Así lo hicieron. El interior del invernadero parecía incluso más grande que visto desde afuera, y era como si estuviese en un bosque o jungla real. Podría poner a muchos zoológicos y jardines botánicos en vergüenza, ya que había muchas plantas raras que Takuto jamás había visto en su vida.
– Hey, ¿qué clase de planta es esta? – preguntó señalando una que llamó su atención.
– Esa es una hierba kirisa espacial. – dijo Kuromie. – Tiene un mecanismo de defensa muy peculiar contra los depredadores.
– ¿En serio? – Takuto se acercó para palparla con el dedo. – ¿Qué clase de...? ¡Auch!
– Las hojas tienen dientes como una sierra y se agitan cuando perciben que algo se aproxima. No te preocupes, no es venenosa. – dijo Kuromie, sin dejar de sonreír.
Takuto se rio, como si eso fuera algún consuelo. ¿Podría habérselo dicho un poco antes? No era gran cosa, pero sí le había abierto un corte en la punta del dedo que empezaba a sangrar. Lamentó no haberse puesto unos guantes antes de tocar la planta
– ¿Eh? ¿Sucede algo? – preguntó Milfie, cuyos ojos se pusieron como platos al verle el dedo. – ¡Takuto-san, estás sangrando!
– No te preocupes, Milfie. – dijo él. – Nada que no se resuelva con un poco de saliva.
– ¡Claro que no, hay que tratártelo como debe ser! – dijo Milfie, agarrándolo de la muñeca con algo de brusquedad. – ¡Vamos, deprisa, te llevaré a la enfermería!
A pesar de las protestas de Takuto diciéndole que no era para tanto, Milfie lo arrastró, así que él no pudo más que seguirla, y despedirse de Kuromie con la mano, mientras se dirigían hacia la puerta de entrada. Afortunadamente, resultó que la enfermería estaba justo al lado en el corredor así que no tardaron mucho en llegar.
Igual que el resto de la nave, la enfermería estaba bien equipada, y se veía bastante espaciosa, aunque quizás fuese porque en ese momento no había ningún paciente siendo atendido.
– Doctora, ¿está aquí? – llamó Milfie. – ¡Takuto-san se lastimó la mano!
– ... La doctora está afuera. Yo puedo tratarlos si lo necesitan...
La voz resultó ser de Vanilla, que en ese momento estaba sentada en una silla revisando una tableta. Se sorprendió de verla tan pronto luego de que la vieron salir hacía poco de la sala de la ballena espacial.
– Vanilla, ¿qué haces aquí? – fue lo que alcanzó a preguntar Takuto.
– Cuando tengo tiempo libre, suelo ayudar como voluntaria... – replicó la peliverde, sin cambiar su tono ni un poco.
– Qué bueno que estás aquí, Vanilla. – dijo Milfie, sonando muy aliviada. – Takuto-san, déjaselo todo a ella, y estarás bien antes de lo que piensas.
Takuto quería decir que no era para tanto, pero entonces Vanilla vio su dedo y notó la sangre en él. Luego de explicarle lo que sucedió con la planta, Vanilla sin decir ni una palabra prácticamente lo empujó para que se sentara en una de las camas que estaban cerca, y cogió una silla para sentarse frente a él.
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– Ya podemos comenzar. Por favor dame tu mano. – le dijo.
– ¿Eh? ¿Así?
Vanilla tomó la mano de Takuto entre las suyas. Al instante, el pequeño animalito con forma de conejo que estaba posado en su hombro se iluminó, disolviéndose en una nube de chispas brillantes, al tiempo que una sensación cálida y hormigueante le recorría toda la mano, aunque concentrándose principalmente en el dedo que se había herido antes.
Al disiparse la luz, Takuto se miró el dedo, y no había ni rastro de la herida. Ni costras ni cicatrices. Había sanado por completo como si nunca hubiera estado allí en primer lugar.
– He terminado. – dijo Vanilla.
– Q... ¿qué fue lo que hiciste? – preguntó Takuto, asombrado.
– Te inyecté nanomáquinas para tratarte la herida. – explicó Vanilla.
– ¿Nanomáquinas? – preguntó Takuto. – Es cierto, me dijeron que tu Emblem Frame podía utilizarlas para reparar otras naves, pero no tenía idea de que se podían usar para curar heridas.
– Las nanomáquinas son ensambladores moleculares. – dijo Vanilla. – Pueden operar a nivel atómico analizando la estructura existente, sea orgánica o inorgánica, y producir más de lo necesario para reparar los daños.
– En resumen, pueden curar heridas y enfermedades. – dijo Milfie. – ¿No te lo dije?
– Ehhh... de verdad es sorprendente, Vanilla. – admitió Takuto. – Entonces, ese animalito que llevabas encima antes cuando me trataste...
– Es un conjunto de nanomáquinas. – confirmó Vanilla. El susodicho animalito volvió a ensamblarse sobre su hombro, agitando sus orejas y su cola. Si no lo acabara de ver, Takuto podría haber creído que estaba vivo.
– Nunca había visto a nadie usarlas de ese modo. – Takuto se acercó para tocarlo con el dedo. Afortunadamente, no fue como la planta de antes y no lo atacó. – ¿Puede moverse por su cuenta?
– ... Si se reproduce la forma, puede moverse. – dijo Vanilla. – Muchas nanomáquinas son necesarias para algunos tratamientos, así que es capaz de moverse independientemente.
– Es como si fuera un botiquín de primeros auxilios viviente. – agregó Milfie. – Sorprendente, ¿verdad, Takuto-san?
El comandante asintió estando de acuerdo. Al mirarlo no habría forma de saber que no era un animal ordinario y pequeño. Hasta no le extrañaría si le hubieran puesto un nombre. Y otra cosa, era la primera vez que Vanilla se ponía más conversadora desde que se conocieron.
En ese momento se abrió la puerta, y entró una mujer de cabello platinado con bata blanca sobre un vestido azul ceñido al cuerpo y con una banda en el brazo con la cruz roja. No había que ser un genio para saber que sería la médica de la nave.
– Oh... ¿Milfeulle? Lo siento, me había marchado unos minutos, ¿te sientes mal?
– Ah, Dra. Kera. – respondió Milfie. – No, no era yo, era Takuto-san que...
– Oh, ya veo. – dijo la doctora. – Entonces tú eres... um, perdón, ¿quién eres tú?
– Claro. Soy Takuto Mayers, el comandante que sucede al Comodoro Luft en el Elsior.
– Ah, por supuesto, discúlpeme. Soy Kera Hazel, la jefa médica del Elsior. Un placer conocerlo, Comandante.
– El placer es mío, Dra. Kera. – replicó Takuto. – Y no se preocupe, Vanilla ya se encargó de tratarme la herida. Todo está bien.
– Oh, entonces es un alivio. Por favor tenga cuidado. – dijo la doctora. – Muchas gracias, Vanilla. Sé que siempre te causo muchas molestias.
– Para nada... – dijo Vanilla desviando la mirada por alguna razón. Esto captó el interés de Takuto, que se acordó de lo que dijo cuando llegaron, y no pudo evitar que le surgiera otra pregunta.
– ¿Vanilla ayuda aquí a menudo?
– Sí, casi a diario, gracias a ella logro mantenerme a flote. – dijo la Dra. Kera. – El trabajo que hace Vanilla es sorprendente. Cuando hay heridos en esta nave, ella se ocupa de tratarlos sin descanso.
– También es una piloto muy seria. – agregó Milfie. – Siempre trabaja duro sin decir ni una palabra.
– No. No es nada que valga la pena halagar. – replicó con modestia Vanilla.
Takuto no estaba de acuerdo con eso. Si de verdad se esforzaba tanto, era algo verdaderamente admirable, aunque no podía evitar que le preocupara un poco. Estaba bien que quisiera ayudar a los demás, pero no al punto de presionarse más allá de los límites. Dicho eso, le alegraba mucho contar con alguien como ella.
– Estoy impresionado, Vanilla. – dijo Takuto. – Me alegro mucho de contar con alguien como tú bajo mi mando.
– No... sólo intento hacer lo que puedo. – replicó ella.
– No hace falta ser tan humilde. – insistió Takuto. – Con gente como tú trabajando duro, saldremos de esto. Y con eso yo puedo relajarme y holgazanear un poco, ¡jajajaja!
– ... Entiendo...
– ¿Eh? – La respuesta de Vanilla lo descolocó. Por supuesto que sólo lo había dicho en broma... a medias, un poco, ya que no planeaba holgazanear, pero no se suponía que ella debiera aceptarlo así. – No... ¿no se supone que deberías decir "No, eso está mal"?
– ... Entiendo...
Habló con el mismo tono de antes. ¿Lo estaba haciendo a propósito o realmente no entendió lo que él trataba de decir? O simplemente no causaba ninguna reacción en ella.
– B-bueno, lo que quiero decir es... ¿hay alguna razón de... que seas tan callada?
– ... Es porque las nanomáquinas pueden descontrolarse si no suprimo mis sentimientos. – explicó Vanilla. – Si eso te incomoda, te pido disculpas...
– No, nada de eso. – aseguró él. – Sólo estaba preocupado.
Al menos ahora ya tenía una explicación de su comportamiento. Bien, eso era un alivio. El que una chica tan joven se comportara casi como si fuera un robot podía ser algo... escalofriante, pero al parecer Vanilla era consciente de ello, aunque no lo expresara.
– Takuto-san, ¿no deberíamos irnos ya? – preguntó Milfie.
– Ah, es verdad. – replicó Takuto. – Gracias de nuevo, Vanilla.
– Si vuelve a lastimarse, no dude en venir. – dijo la Dra. Kera. – También es bienvenido si sólo quiere conversar. Le invitaré un buen café si gusta.
– Eso suena bien. Bueno, ya nos vamos.
Y hecho esto, salieron de la enfermería. Ya habían pasado por casi todas las áreas del bloque D, y sólo quedaba una más por verificar. Al ver la hora, el joven comandante se sorprendió de lo rápido que iba pasando el tiempo, y eso que todavía le faltaba ver los otros bloques en el Elsior. Y si creía que no habría más sorpresas, estaba equivocado.
– Esta es... ¿una sala de tiro? – preguntó al ver a su alrededor. Efectivamente, un polígono de tiro con múltiples blancos y algunas armas. Aunque le sorprendió al darse cuenta que estas no eran armas láser estándar de la milicia, sino antiguas. Es decir de munición sólida y pólvora.
– Ah, Forte-san la utiliza a menudo. – dijo Milfie. – Y parece que está aquí, mira.
Y efectivamente, la pelirroja estaba parada frente a un polígono de tiro, posando como en películas del viejo oeste a punto de desenfundar en un duelo.
https://youtu.be/JcvAl8Z1n68
Se quedó en silencio por un momento, ya que no quería desconcentrarla, y observó cómo Forte se tensaba. Luego vio que sonreía y hacía un desenfunde rápido, sacando un revólver dorado que colgaba de su cadera y descargando todas las balas en sucesión rápida sobre el blanco con forma de silueta humana, acertando todos los disparos en zonas vitales.
Luego de vaciarlo, se giró y apuntó su arma hacia él sosteniéndola de lado, y aunque por el número de disparos debería estar vacío, no pudo evitar dar un respingo ante eso. Milfie ni se inmutó.
– ... Hola, Sr. Comandante. – lo saludó luego de dejar de apuntarle y sonriendo. – Bienvenido a mi escondite secreto.
Después de sacudirse de encima el ligero shock, Takuto finalmente recuperó la compostura, mientras Forte guardaba su revólver de vuelta en la funda y caminaba hacia donde estaban ellos.
– ¿Eso fue pólvora? – preguntó Takuto. – ¿Una pistola de balas de plomo en lugar de láser? ¿Y qué es este lugar, una guarida secreta?
– Forte-san es una gran aficionada a las armas de pólvora. – explicó Milfie. – Esta sala fue remodelada para acomodarlas.
– El Comodoro Luft me dio permiso. – dijo Forte. – Ya que soy la única que utiliza armas de pólvora, necesitaba una habitación especial para ellas.
– En efecto, entonces sí es una guarida secreta. – reconoció Takuto. – Es muy raro ver armas de pólvora en estos días.
– Eso lo escucho a menudo. – dijo Forte. – Pero estas me sientan mucho mejor. Por cierto, Sr. Comandante, ¿ya te estás acostumbrado al Elsior?
– Sí, poco a poco. – dijo Takuto. – Y si no te importa, Forte, ¿hay alguna forma en que dejes de llamarme "Sr. Comandante"?
– ¿Alguna razón en específico? – inquirió la pelirroja.
– No, quiero decir... es que no me gustan las formalidades.
– Muy bien. – Forte se encogió de hombros. – En ese caso no te demostraré ningún respeto.
– ¡Forte-san, no puedes hacer eso! – protestó Milfie. – ¡Takuto-san sigue siendo nuestro oficial superior, aunque sea por el momento!
– No, lo que quiero decir es... – Takuto quiso agregar algo, pero Forte levantó la mano para callarlo.
– No importa cómo lo veas, estás al menos a diez años de ser mi oficial superior. – declaró tajantemente la pelirroja.
– Forte...
– Claramente no tienes suficiente experiencia. – continuó Forte. – No sabes lo suficiente, ni tampoco cómo aprender para aprovechar lo que sabes.
Takuto bajó ligeramente la cabeza. Eso no lo podía negar, después de todo, sus primeras batallas reales habían sido apenas unas horas antes. Hasta entonces, pese a que técnicamente ya tenía algo de tiempo en servicio, sólo se había dedicado a deberes de patrulla y no se imaginaba que se vería envuelto en algo tan serio como un golpe de estado.
– Supongo que... no puedo quitarte la razón en eso. – admitió. – Pero ¿no estás siendo un poco demasiado dura conmigo?
– Aprende a aguantártelo. – replicó Forte. – Bueno, si Milfie te está apoyando, supongo que no debes ser tan mal tipo, ¿cierto?
– Takuto-san es una buena persona. – dijo Milfie. – Hasta tú debes poder verlo, ¿no, Forte-san?
– Me pregunto... – Forte se puso pensativa. – En el campo de batalla, hasta una "buena persona" comete pecados. Un buen hombre puede convertirse en una bestia salvaje si pierde la cabeza cuando su supervivencia está en juego.
– Forte-san...
– El campo de batalla hace cosas muy interesantes, ya que revela exactamente la clase de persona que eres. – continuó Forte, palpando su fusta. – Alguien que sale huyendo, un traidor. Alguien con una mente brillante, pero malvado. Alguien con buena suerte, pero que se deja llevar por el destino... tendré que determinarlo yo misma. Si serás alguien a quien podamos confiar nuestras espaldas.
Las palabras de Forte lo dejaron reflexionando. Aunque sonaron duras, y no fue ni de cerca tan hostil como Ranpha, todo lo que dijo era cierto, y sus razones para desconfiar de él no estaban infundadas. En ese caso, sólo había una cosa que podía hacer. Aspiró profundamente y le dio su respuesta.
– Bien, por favor obsérvame de cerca. – le dijo. – Te demostraré que puedo hacerlo.
– Jajaja... buena respuesta. – Forte pareció complacida. – Tal vez ahora sí pueda esperar algo de ti.
– Todo estará bien, Takuto-san. – aseguró Milfie. – Porque nos tendrás a todos apoyándote.
– Gracias. Me esforzaré por cumplir con sus expectativas.
Las palabras de Milfie fueron un gran alivio. Aun así, todo lo que le dijo Forte le daba mucho en qué pensar, aunque tal vez habría tiempo de hacerlo después de terminar con el tour. Y hablando de eso, todavía le faltaban recorrer el resto de la nave, ahora que ya había terminado con las instalaciones del Bloque D.
Esta historia continuará...
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