El último baile (7-5)
Minutos después de haber salido de Fargo, lograron llegar al Elsior a salvo. Apenas atracaron en el hangar, Takuto y Lester corrieron hacia el puente, mientras la Brigada Angel llevaba al príncipe y a la sirvienta a sus cuarteles. Ya cuando llegaron, Takuto y Lester asumieron sus puestos como de costumbre, sintiendo una extraña mezcla de emoción y tensión por la adrenalina. Las dos operadoras los vieron y corrieron a recibirlos.
– ¡Comandante Mayers! – exclamó Almo. – ¡Está a salvo!
– Sí, como puedes ver. – sonrió Takuto, tratando de aliviar la tensión. – Me alegra ver que ustedes dos también están sanas y salvas. Ahora, ¿informe de la situación?
– Apenas vimos a la flota de Eonia acercándose, salimos del puerto de inmediato. – dijo Coco.
– En este momento, toda la flota de Eonia tiene rodeado a Fargo. – agregó Almo.
– Parece ser que el enemigo está haciendo ataques al azar. – señaló Lester. – No puedo entender qué es lo que intentan.
– Sea lo que sea, tenemos que alejar al enemigo. – dijo Takuto. – No podemos permitir que sigan amenazando las vidas de los civiles de Fargo por más tiempo.
Ya estaban preparándose para ponerse en marcha, cuando la puerta del puente se volvió a abrir, y entró el Príncipe Shiva muy agitado, para sorpresa de todos.
– ¡Mayers, ¿cuál es la situación?!
– ¿Príncipe Shiva? Por favor, debería volver a su habitación mientras...
– ¡No pienso quedarme sin hacer nada! – protestó el príncipe. – ¡Al menos déjame monitorear el progreso de la batalla desde aquí!
Takuto quiso protestar de nuevo, y miró a Lester en busca de apoyo, pero al ver la mirada llena de determinación del príncipe, no fue capaz de decirle que no. Realmente admiraba su temple incluso con todo lo que estaba sucediendo. Resignado, finalmente accedió.
– De acuerdo, puede dedicarse a observar. Por favor tome asiento y mantenga la calma.
– Gracias, te prometo que no interferiré, Mayers. – aseguró el príncipe, dirigiéndose hacia uno de los asientos vacíos.
Desde sus estaciones, Coco y Almo continuaron monitoreando la situación, y para su mala suerte, aunque la flota aliada había logrado evacuar la región, varias naves civiles de Fargo habían quedado atrapadas por la flota de Eonia. Seguramente se habían rezagado en medio del caos, así que a ellos les tocaría escoltarlas para que pudieran retirarse a salvo. Lo único que podían hacer era encomendar a las Angels contener a las naves enemigas hasta entonces.
La señal de comunicaciones vino desde el hangar, y en pantalla apareció Forte con una expresión muy seria.
– Aquí la Brigada Angel. Preparaciones completadas. – les informó.
– Entendido. – dijo Takuto. – ¡Todos en marcha!
– ¡Espere un momento! – dijo de repente Coco. – ¡Detecto señales de cinco cazas de alta gama aproximándose! ¡Vienen a gran velocidad!
– ¿Cazas? – preguntó Takuto, y al oír el número la realización lo golpeó. – Maldición, no me digan que se trata de ellos de nuevo...
– ¡Tenemos comunicación de los cazas enemigos! – dijo Almo.
Takuto se mordió el labio. Realmente no quería escuchar lo que tenían que decir, pero autorizó que se abriera el canal, sólo para confirmarlo. Y efectivamente, aunque los cazas en la imagen eran diferentes, los pilotos eran los Hell Hounds, igual que la última vez.
– Hm-hm-hm... buen día para ustedes, señoritas de la Brigada Angel y tripulación del Elsior. – dijo Camus.
– ¡Noooooooo! – gritó Milfie con voz chillona por el canal abierto. – ¡Este tipo otra vez no!
– ¡Ahh, my honey! ¡Estaba tan preocupado de que murieras a manos de otro hombre que no fuera yo!
– ¡No tienes por qué preocuparte por mí! – le respondió Milfie, muy enojada.
– ¿Es decir que los pilotos de estos cazas son esos cinco? – preguntó Ranpha.
– ¡¡¡Así es!!! – fue Guinness quien le respondió. – ¡¡¡Tan astuta como esperaba de mi gran rival!!!
– ... Si lo piensan por un momento, no es difícil de imaginar. – dijo Mint.
– Hrmph, no podrás hablar de esa forma por mucho tiempo. – Esta vez se unió Riserva a la conversación. – Antes nos ganaron gracias a los Emblem Frames, y ahora te lo demostraré.
– ¿Oh? – dijo Forte. – ¿Ya están poniendo excusas antes de empezar a pelear? Sí, puedo ver que traen modelos nuevos, pero no creo que sean capaces de seguir de bocazas después.
– Nuestro nuevo poder... – intervino Red-Eye. – Tenemos el poder de los Emblem Frames... se los mostraremos de la manera difícil...
– ... ¿Emblem Frames? – preguntó Vanilla confusa.
– ¡Así es! – terminó por unirse Vermouth. – ¡Las haremos retorcerse antes de acabar con ustedes!
– ¡Escuchen todas, no pongan atención a lo que dicen! – ordenó Takuto, que estaba harto de tanta palabrería de esos tipos. – ¡Prepárense para el combate!
Le ordenó a Almo cerrar el canal y abrir la vista táctica para evaluar la situación. En el centro del mapa, varias señales mostraban a los transportes de civiles que se habían quedado atrapadas en el caos. Aunque la flota principal venía desde atrás, había algunas naves de alta velocidad dispersas en el mapa que se estaban movilizando para interceptar a los civiles. Tenían que actuar rápido para evitar que salieran lastimados en el fuego cruzado.
– En este momento, el Elsior se encuentra aquí. – dijo Lester, señalando su posición actual. – Las fuerzas aliadas que lograron escapar de Fargo nos ayudarán a interceptar la flota de Eonia. Cuentan con un acorazado y algunos cruceros.
– Así que contaremos con aliados. – dijo Milfie. – Es un gran alivio.
– No te confíes. – le dijo Lester. – Recuerda que tenemos que proteger a las naves civiles privadas que escaparon de Fargo y todavía siguen en el área.
– La Brigada Angel tiene que mantener a las naves hostiles lejos de los civiles. – confirmó Takuto. – Ese será nuestro objetivo.
– Entendido. – dijo Vanilla. – Las protegeremos pase lo que pase.
– El enemigo cuenta con estos cargueros, fragatas de misiles, fragatas de alta velocidad, y esos nuevos cinco cazas. – señaló Lester. – Aún no conocemos los detalles de estos últimos.
– Se parecen a los Emblem Frames, pero sólo en el exterior. – dijo Takuto algo preocupado. – Aunque el enemigo los llamó directamente así.
– Probablemente sólo están fanfarroneando. – dijo Ranpha. – Los Frames son las joyas de la tecnología perdida, sólo están copiando los nuestros en apariencia.
– No podemos estar seguras de eso. – señaló Mint. – Al menos, el análisis preliminar indica que su velocidad está a la par con la de los nuestros.
– No importa lo que sea, ¡sólo tenemos que derribarlos! – intervino Forte.
– Así es, no podemos permitir que hagan lo que les dé la gana. – Takuto estuvo de acuerdo. – Nuestro objetivo primario será defender a las naves civiles. Contengan a la flota de Eonia hasta que puedan salir a salvo del área.
El mapa trazó una flecha hacia la esquina inferior, indicando la ruta que seguirían las naves civiles. Si ellos lograban contener al enemigo hasta entonces, podrían enfocarse sólo en pelear sin tener que preocuparse de que hubiera inocentes en el medio.
– Eso es todo. Depende de ustedes ahora. – declaró Takuto. – ¿Están todos listos?
– ¡¿Tienes que preguntar?! – dijo Forte con entusiasmo. – ¡Sólo da la orden de una vez, Takuto!
– ¡Brigada Angel, despeguen!
– ¡SÍ SEÑOR!
https://youtu.be/RhgJshnhEPU
...
La situación era realmente crítica. Apenas despegaron, Ranpha echó un ojo a las naves civiles que tenían en frente. Había cinco transportes en total, todos seguramente cargados de civiles. No era como cuando rescataron a las naves de Blancmanche, ahora tenían enemigos por delante, por detrás y por todos lados amenazándolos.
Takuto les había ordenado a ella y Milfie tomar la punta, ya que eran las dos con las naves más rápidas de la brigada, para interceptar a las fragatas de misiles que estaban por delante de los transportes. Su objetivo era derribarlos a todos antes de que causaran daños para permitirles a los civiles escapar. Con eso en mente, Ranpha mantuvo los aceleradores a fondo, determinada a no permitir que nadie saliera herido.
– Milfie, intentaré atraer su fuego hacia mí. – dijo por el comunicador. – Tú lánzales fuego de cobertura para abrirme camino.
– ¡Déjalo en mis manos! – replicó Milfie.
Si esos armatostes querían algo a lo que dispararles, ella con gusto serviría de blanco. Todo sería cuestión de maniobrar y no dejarse alcanzar por ningún proyectil mientras lo hacía. Al ponerse a tiro, abrió fuego con su Vulcan para obtener su atención, y sonrió al ver que cambiaban su curso para concentrarse en ella.
– ¡Bien, malditas chatarras, vengan por mí!
Las fragatas comenzaron a lanzarle misiles. Ella evadió sin problemas la primera oleada, y en la segunda una ronda de disparos láser de color rosa desde atrás le abrió una brecha que le permitió ponerse en posición para un golpe mortal.
– ¡Este es mi puño de la justicia! ¡Garras de Anclaje! – exclamó.
El Kung-fu Fighter disparó las garras para enganchar a la fragata más cercana, y Ranpha soltó la descarga electromagnética al máximo para hacerla estallar. Otras dos intentaron acercarse, pero Milfie las mantuvo a raya con los disparos de su Híper Cañón. Ranpha sonrió de ver que su compañera estaba haciendo bien su trabajo y permitiéndole a ella hacer el suyo. Aunque no le molestaría que se esforzara un poco más en anotarse bajas propias en lugar de sólo protegerla a ella.
– ¡Ranpha, viene otra ronda de misiles! – gritó Milfie.
– ¡Lo sé, las estoy viendo en mi radar! – replicó la rubia.
Una fragata al parecer había decidido soltar toda su carga sobre ambas. Ranpha tuvo que maniobrar y lanzar algunos misiles propios para destruir los del enemigo, y aunque algunos lograron hacerle mella no afectaba su capacidad de combate todavía, así que rápidamente ambas tomaron venganza por cualquier golpe recibido.
Pero mientras estaban distraídas, una de ellas había puesto los motores a toda máquina para intentar alejarse del área. Obviamente no estaba escapando, sino que intentaba ir hacia los transportes, ignorándolas a ellas.
– ¡Maldición, no voy a llegar a tiempo! – gritó Ranpha. Aún a máxima velocidad el Kung-Fu Fighter no podría alcanzar a esa fragata, si ya tenía al objetivo en la mira.
– ¡Ya la tengo! ¡Híper Cañón, fuego!
Por fortuna, el rayo de partículas del Híper Cañón sí hizo el trabajo, alcanzando a la fragata justo en el punto medio y partiéndola a la mitad, justo cuando comenzaba a desplegar sus lanzamisiles para atacar los transportes. Ranpha vio en su radar que el primero de ellos, el mismo que Milfie acababa de salvar, logró alcanzar la zona segura para ejecutar el Chrono Drive y salir del sector. Bien eso era una preocupación menos, ahora sólo restaban cuatro más.
–
Atrás en la formación, Forte volaba alrededor del Elsior, siguiendo las órdenes de Takuto de permanecer en espera hasta que el enemigo hiciera su movimiento. Mientras Milfie y Ranpha combatían en el frente derribando a las fragatas, ella, Mint y Vanilla se encargarían de proteger la retaguardia junto con el Elsior, que intencionalmente se había posicionado detrás de las naves civiles para actuar como un gran escudo y atraer el fuego, permitiéndoles escapar.
Luego de que la primera nave consiguió escapar vía Chrono Drive, Forte vio que las naves pesadas comenzaban a acelerar el paso, intentando rodearlos. El Elsior levantó sus pantallas deflectoras para repeler el fuego, y mientras dos de las naves enemigas empezaban a ponerse a combatir contra el Elsior, una de las fragatas se salió de la formación intentando rodearlas. No se necesitaba ser un genio para adivinar cuál era su objetivo.
– Oh no, eso sí que no. – dijo mientras activaba sus propulsores para interceptarla.
La fragata lanzó misiles de largo alcance, que por su trayectoria claramente iban dirigidos hacia la nave civil que estaba más atrás en la formación. Forte no perdió un instante y de inmediato usó sus cañones de riel para destruir los proyectiles, pero eso no pareció atraer la atención hacia ella, así que decidió darles mayores motivos para no ignorarla.
– Misiles de concusión listos. Objetivo en la mira, ¡fuego!
Disparó un salvo de misiles buscando perforar el blindaje de la fragata. La primera oleada no hizo más que causar lo que se podría considerar una enorme abolladura, pero le daba un blanco más visible al cual dispararle, así que siguió concentrando sus ataques en ese punto hasta que consiguió hacer una grieta en el casco. Apuntó con sus cañones láser y logró dañar los componentes críticos enviándola a la deriva, justo a tiempo para ver cómo Mint y Vanilla lograban derribar a las dos que estaban atacando al Elsior.
Pero justo en ese momento le vendría otra preocupación encima, al recibir una oleada de disparos por detrás que la sacudió. Al girarse, vio que se trataba de uno de los Hellhounds en sus nuevos cazas, posiblemente Red-Eye ya que la tenía a ella designada como su objetivo. Forte frunció el ceño y de inmediato voló hacia él mientras comenzaba un intercambio de disparos mutuo a la vez que maniobraban para evadir los del enemigo.
– Oh, ¿así que quieres jugar al gallina? ¡Ya veremos quién se acobarda primero!
Los dos cazas se acercaron peligrosamente hasta casi chocar. Forte se elevó mientras el caza enemigo se desviaba hacia abajo, y cuando ella se dio la vuelta para volver por otra ronda, se percató de que el sujeto ahora iba volando hacia el transporte que iba en medio de la formación, y sus ojos se ensancharon cuando entendió lo que estaba haciendo.
– ¡Cobarde! – le gritó mientras pulsaba los disparadores para lanzar sus misiles de largo alcance.
Forte vio que el sujeto maniobraba soltando minas espaciales para usarlas como bengalas y desviar los proyectiles para evitar que lo impactaran. Aunque no logró hacerle ningún daño, consiguió su objetivo primario de desviar su atención y obligarlo a concentrarse de nuevo en ella. Al mismo tiempo, vio que tanto Vanilla como Mint habían iniciado combate uno a uno con los otros.
Normalmente eso no sería un problema, pero en ese momento estaban tres contra cinco debido a que Ranpha y Milfie todavía estaban ocupadas peleando en el frente contra las fragatas. Y entretanto, el Elsior estaba ocupado conteniendo la retaguardia de las naves capitales, así que tampoco podía hacer mucho para respaldarlas. En ese momento estaba sola.
– Diablos... tendré que encargarme de este tipo primero. ¡Ack! – Se sacudió sobre su asiento cuando recibió un ataque por detrás. – Maldita sea, ¡son unos tramposos!
Por fortuna, en ese momento el radar le avisó que estaban llegando refuerzos, y más naves de la flota imperial se estaban uniendo a la refriega. Como resultado, el Elsior también pudo acelerar el paso y dejarles a ellos un poco la carga de cubrir la retaguardia. La ventaja numérica de la flota de Eonia estaba empezando a disminuir, y lento pero seguro ellos iban ganando terreno.
Pero los Hellhounds todavía podían ser un problema. Forte estaba intentando lidiar contra dos de sus cazas nuevos simultáneamente, pero era muy molesto que al intentar concentrarse en uno de los dos, el otro la flanqueaba y la atacaba desde su punto ciego. El Happy Trigger no estaba hecho para pelear contra más de un solo enemigo de su mismo tamaño, al ser el más lento de los Emblem Frames, y sólo había logrado resistir hasta ahora gracias a sus escudos. Sin mencionar el hecho de tener que proteger a las naves civiles.
En ese momento, un par de rayos lanzados por los cañones principales del Elsior obligaron a uno de los dos cazas que iban tras ella a desviar su curso cuando estaba a punto de atacarla de nuevo, permitiéndole concentrarse en el otro momentáneamente. Forte fijó al objetivo y le disparó con sus cañones láser a máxima potencia, logrando conectar un golpe sólido, pero fuera de hacerle perder el control momentáneamente no pareció tener mucho efecto en él.
– Diablos... ¿de dónde sacaron esos cazas?
Detestaba admitirlo, pero realmente eran naves de alto rendimiento. Tal vez incluso superiores a sus Emblem Frames, por lo menos en velocidad por lo que acababa de comprobar. Únicamente había podido mantenerse en la pelea gracias a los escudos del Happy Trigger que lograban soportar sus ataques, pero hasta ella sabía que no podía depender de eso para siempre. Ya se los habían bajado al 75% con apenas unos cuantos ataques, después de todo.
El radar le indicó que el segundo transporte había logrado salir del área a salvo, lo cual era una buena noticia ya que significaba una preocupación menos. Pero aun así todavía quedaban tres más, y al parecer, cuando no estaban hostigándolas a ellas, parecían tener ganas de abrir fuego contra los transportes, obligándolas a ellas a interponerse y recibir los proyectiles en su lugar, lo que mermaba su resistencia aún más.
– Son unos malditos. – dijo Forte luego de haber tenido que subir sus pantallas deflectoras al máximo para soportar un salvo de misiles.
Al verificar, se dio cuenta que sus escudos habían bajado a 67% y parecía seguir descendiendo. No podía ella sola con dos de esos tipos a la vez, y el fuego de cobertura del Elsior eran una ayuda limitada. Ya se estaban poniendo en posición de nuevo para un ataque combinado y Forte se aferró a sus palancas aceleradoras, cuando de pronto un rayo de partículas rosa se llevó a uno de ellos. No lo vaporizó gracias a sus escudos, pero sí lo alejó y el otro pareció caer en desconcierto. Y al voltear en la dirección de donde vino, sonrió al ver que se acercaban el Lucky Star y el Kung-Fu Fighter.
– ¡Estamos de vuelta! – anunció Ranpha.
– ¡Disculpen la tardanza, había más enemigos de los que pensamos! – se disculpó Milfie.
– Descuiden, llegan justo a tiempo. – dijo Forte. – Elijan a un compañero, ¡porque es hora de empezar a bailar!
Resultaba un poco irónico decir eso cuando no tuvo oportunidad de bailar hoy con quien quería, pero sin duda tenía mucho vapor que ventilar en venganza por ello. Y ahora esos idiotas estaban a punto de experimentar su ira.
...
Con el regreso de Ranpha y Milfie, las tornas se volvían a equiparar. El Elsior podía volver a su función primaria de escoltar a los transportes, mientras ellas podían pelear uno a uno contra los cazas de los Hellhounds, para mantenerlos lejos de los civiles.
Mint apenas había logrado mantenerse en la pelea. Tener que luchar contra dos de ellos simultáneamente era un problema, aunque a diferencia de Forte, ella al menos contaba con sus Fliers para utilizarlos como señuelos y apoyo adicional. Aunque ya habían destruido dos de ellos obligándole a lanzar los de reserva.
– Estos individuos son más listos de lo que pensé. – dijo Mint mientras activaba sus escudos para repeler una oleada de fuego de vulcan al tiempo que evadía un salvo de misiles. – Y esos falsos Emblem Frames parecen casi estar a la altura de los verdaderos.
Por lo visto, únicamente la habilidad y la determinación mantenía a las Angels en el combate. Habían usado una estrategia ingeniosa; con Milfie y Ranpha lejos en el frente ocupándose de las fragatas, tendrían una ventaja de cinco contra tres, haciendo que dos las atacaran simultáneamente a ella y a Forte, y el último mantenía a Vanilla ocupada, impidiéndole actuar como soporte para reparar sus daños.
Ahora la balanza volvía a equilibrarse, aunque eso era relativo dado que todavía seguían teniendo dificultades. El tercer transporte ya estaba a punto de alcanzar la zona segura, pero todavía quedaban otros dos un poco rezagados. Estos últimos eran los más grandes y pesados, y los que llevaban más gente a bordo, por lo cual eran mucho más lentos en su avance.
Sin mencionar que serían blancos mucho más grandes para los Hellhounds si decidían atacarlos.
– Elsior, aquí el Trick Master. – dijo mientras abría el canal de comunicaciones. – ¿Cuál es el tiempo estimado para que los transportes terminen de salir del sector?
– A velocidad máxima, calculamos que el último transporte tardará al menos otros quince minutos en llegar a la zona de Chrono Drive para evacuar. – replicó Coco.
– Nos informan que los refuerzos de la flota imperial están haciendo retroceder a las naves automatizadas. – agregó Almo. – Así que la retaguardia está cubierta.
Bien, eso eran buenas noticias. Significaba que no tenían que preocuparse de que más naves aparte de los cazas de los Hellhounds vinieran a darles problemas. Pero todavía quedaba el problema de proteger a los transportes hasta que lograsen evacuar. Quince minutos era mucho tiempo dada la situación actual.
A menos que...
– Takuto-san, tengo una idea. – informó la peliazul. – Si los transportes cambian su curso actual veinte grados a estribor, podrían llegar al punto V3N6P8, e iniciar el Chrono Drive desde allí en poco más de cinco minutos.
– Pero en esa zona se interpone un asteroide. – Takuto abrió brevemente los ojos. Al parecer entendió lo que ella quería sugerir. – Espera, ¿estás diciendo que...?
– Podemos destruir ese asteroide si el Elsior y todos los Emblem Frames le disparamos al mismo tiempo. – señaló Mint. – Y nosotras podemos usar nuestros escudos para proteger a los transportes de las esquirlas, y derribar cualquier trozo que quede.
– ¿Seguro que pueden hacerlo con esos cinco persiguiéndolas al mismo tiempo? – preguntó Lester, que parecía escéptico a comparación de Takuto.
– Pero sería su ruta de escape más rápida. Sin ese asteroide en el medio, no habrá obstáculos para que inicien el Chrono Drive y salgan de aquí. – señaló el comandante. – Bien, Mint, tomaremos tu sugerencia. Avísale a los transportes que cambien de curso, y nosotros los cubriremos.
– Déjalo en mis manos.
Mint vio cómo el Elsior comenzaba a cambiar de curso, hacia la ruta designada. Mint hizo lo que Takuto le ordenó, y se comunicó con los transportes que iban en la retaguardia para indicarles que cambiaran de curso, mientras ellas comenzaban a volar a su alrededor para protegerlas. Como se habían anticipado, los Hellhounds estaban intentando rodear a los transportes y obligarlas a ellas a recibir los disparos, pero el fuego de cobertura del Elsior ayudaba a mantenerlos lejos, por lo que no representaban gran cosa.
Mint decidió que podía hacer un poco más. Sólo le quedaban dos Fliers más en reserva, sumando cinco con los tres que tenía activos actualmente. Los Hellhounds eran cinco. Podía usar a cada uno de ellos para fijarlos y lanzar una interferencia electromagnética temporal para desestabilizarlos. No duraría lo mismo que lanzar una en área de efecto, pero serviría para ayudarles a ganar tiempo sin poner en riesgo al resto de la Brigada Angel o a los transportes.
– Cambiando a control manual. Lanzando Fliers de reserva, objetivos fijados.
Expandió el área de su radar y ubicó a cada uno de los cinco cazas de los Hellhounds. Ordenó a cada Flier perseguir y pegarse a dicho caza para correr interferencia dentro de treinta segundos, en modo furtivo para evitar que los detectaran. Después cuando regresaran al Elsior los reemplazaría, y lamentaba tener que sacrificarlos, pero había vidas inocentes en juego.
– Cuenta regresiva en marcha. Ahora sólo debemos esperar.
La estrategia iba funcionando. Estaban logrando mantener a los Hellhounds a raya, y ya se estaban poniendo a tiro para destruir el asteroide. Una vez que ella hiciera lo suyo, tendrían una pequeña ventana de oportunidad para concentrarse en destruir el obstáculo. Mint se quedó mirando el contador de tiempo en su panel de control, para ejecutar su interferencia.
– Cinco segundos... cuatro... tres... dos... uno... ¡AHORA, FLIER DANCE!
Con el contador en cero, los drones lanzaron la interferencia electromagnética. Sólo duraría un minuto, pero sería tiempo más que suficiente.
...
El plan de Mint había dado resultado. Los sensores indicaban que los cazas de los Hellhounds habían sido inmovilizados. Ahora, ellos en el puente tenían que hacer la otra parte del trabajo.
El Elsior ya estaba en posición de tiro con los cañones principales listos para disparar, y de inmediato las Angels salieron de la línea de fuego y tomaron posiciones alrededor para derribar las esquirlas una vez que ellos lanzaran el primer disparo.
– ¡Atención, Brigada Angel! – avisó Takuto por el canal abierto. – ¡Vamos a disparar los cañones principales! ¡Estén atentas a cualquier trozo del asteroide que salga volando y derríbenlo a como dé lugar! ¡No puede pasar ni uno!
– ¡SÍ SEÑOR! – replicó toda la brigada.
– ¡Cañones principales en línea! ¡Objetivo en la mira! – dijo Almo.
– ¡Abran fuego! ¡Máxima potencia! – ordenó Takuto.
Para maximizar el impacto, dispararían los cuatro cañones principales hacia un punto concéntrico del asteroide, lo que haría detonar el núcleo en una explosión que eliminaría casi todas las esquirlas. Las que quedaran volando serían responsabilidad de la Brigada Angel. Su objetivo era que no quedase ningún desecho que pudieran arrastrar consigo una vez que alcanzaran la zona segura para iniciar el Chrono Drive.
El ataque tuvo éxito: el asteroide se puso al rojo vivo con toda la energía de los lásers, y a los pocos segundos explotó. Como era de esperarse, las esquirlas salieron volando en todas direcciones, pero la Brigada Angel ya estaba atenta y todas dispararon sus misiles sin escatimar para derribarlas, o en el caso de Vanilla, levantó su escudo satelital para absorber los impactos.
– ¡Asteroide destruido! ¡La ruta está despejada! – informó Almo.
– ¡Ordenen a los transportes que huyan a toda máquina e inicien Chrono Drive en cuando puedan! – dijo Lester. – ¡Nosotros los cubriremos!
– ¡Los cazas enemigos comienzan a volver hacia nosotros! – dijo Coco.
– ¡Que la Brigada Angel los contenga! – dijo Takuto. – ¡Nosotros actuaremos de escudo para los transportes!
El Elsior aceleró y se colocó en posición lateral, para cubrir mucha más área y darles menos ángulo para disparar a los Hellhounds. Takuto ordenó disparar todos los cañones laterales para ofrecer fuego de cobertura a la Brigada Angel, mientras continuaban el combate contra los Hellhounds.
– ¡El cuarto transporte está iniciando Chrono Drive! – informó Coco. – ¡Sólo falta uno!
– ¡Bien, sólo tenemos que resistir un poco más! – dijo Lester. – ¡No les den cuartel!
En ese momento, a Takuto solo le quedó dejar el resto de la pelea a discreción de la Brigada Angel. A pesar del alto rendimiento de los nuevos cazas de los Hellhounds, él confiaba en las habilidades de las Angels. Por ahora, la batalla parecía estar decantándose a su favor, y el resto de la flota imperial también estaba logrando hacer retroceder al enemigo.
Pasaron un par de minutos más. La Brigada Angel parecía ir ganando terreno y alejando a los Hellhounds, al grado que no parecía que ellos tendrían que intervenir mucho más. Pero hasta que no saliera el último transporte, no podían quedarse tranquilos.
– ¡El último transporte está iniciando Chrono Drive! – dijo Almo. – ¡Nos envían su agradecimiento por haberlos protegido!
– ¡No hay que quedarse tranquilos todavía! – advirtió Lester. – ¡No dejen que nada pase por encima de nosotros!
Se mantuvieron a la espera, hasta que detectaron la reacción de Chrono Drive, y la señal desapareció del sector. Eso era todo; los civiles ya estaban fuera de la línea de fuego.
– ¡El último transporte ha logrado salir del área! – informó Coco.
– Buen trabajo, ahora podemos concentrarnos en derrotar al enemigo. – dijo Takuto. – ¡Brigada Angel, reagrúpense ahora!
– ¡Ah, Comandante Mayers! – dijo Coco de nuevo. – ¡Las naves enemigas restantes comienzan a retirarse del área!
– ¿Se retiran? – preguntó Lester confuso. – ¿Qué está sucediendo aquí?
Takuto también se preguntaba lo mismo. Por un lado, se alegraba de que ya no podrían hacerle más daño a las naves civiles, pero ¿por qué se estaban retirando de una batalla que claramente no iban perdiendo? Eso era muy sospechoso.
– Comandante, tenemos comunicación de los cazas enemigos. – avisó Almo.
– Abre el canal. – autorizó Takuto. Al instante, aparecieron en pantalla los Hell Hounds.
– Parece que hemos alcanzado nuestro tiempo límite. – dijo Camus. – Debemos retirarnos ahora.
– ¿Tiempo límite? – preguntó Takuto, entre intrigado y furioso. – ¿Qué quieres decir con eso?
– ¡Ahh, my honey! ¡De nuevo, el destino cruelmente nos separa! Milfie, he apreciado tu bella forma de combatir con mis propios ojos. Espero que nos volvamos a ver. ¡Adieu!
Takuto rodó los ojos. Este sujeto tenía unas fantasías muy locas. Milfie tampoco parecía feliz.
– ¿Vas a seguir con eso? – dijo la pelirrosa. – No me importa si vas por allí y te mueres, en serio.
– ¡¡¡Esta vez fue sólo un empate!!! – gritó Guinness. – ¡¡¡La próxima vez ajustaremos cuentas, mi poderosa archirrival!!!
– ¿A dónde estás huyendo? – replicó Ranpha. – Mejor olvídalo, nunca me derrotarás.
– ¿Ya se retiran? – preguntó Mint. – Como siempre, el retirarse parece ser su especialidad.
– Dilo mientras puedas. – respondió Riserva. – Ni siquiera la señorita de los Blancmanche es capaz de entender nuestro noble plan. Retírense mientras puedan, serán ustedes las que perderán si se quedan.
– ¿Que nosotras vamos a perder? – cuestionó Forte. – ¿Qué quieres decir con eso?
– ... Pronto lo descubrirán. – dijo Red-Eye con voz ominosa. – El poder negro que trae el silencio eterno... lo verán con sus propios ojos.
– Bueno, de todos modos esto fue sólo una prueba de rendimiento para nuestros Frames. – dijo Vermouth. – Los dejaremos por ahora.
– ... El mismo patrón de siempre... – concluyó Vanilla.
Cansado ya de la palabrería, Takuto hizo que cortaran el canal con los Hellhounds. Almo preguntó si deberían perseguirlos, pero Takuto le dijo que mejor no, ya que ahora tenían otras cosas más urgentes de las que preocuparse. Con eso en mente, ordenó que la Brigada Angel volviera a la nave.
– Almo, ¿cómo está la situación en Fargo? – preguntó Takuto.
– Los puertos fueron atacados, por lo que ninguna nave puede entrar o salir, pero fuera de eso, los demás daños son insignificantes. – dijo la operadora.
– ¿Qué intentaban hacer? – preguntó el Príncipe Shiva. – Es como si sólo planearan atrapar a la gente de Fargo en la ciudad.
Takuto le lanzó al príncipe una mirada de preocupación. Si sólo era eso, entonces la situación ya estaba controlada, pero no podía evitar pensar en lo que dijeron los Hellhounds antes de marcharse. Y no sólo porque tras esa batalla estaba empezando a tener dudas de si habrían podido ganar si se hubieran quedado, sino por algo más que le daba un mal presentimiento.
Esta vez no parecía que estuvieran siendo simplemente malos perdedores...
De repente, los sensores de alarma del Elsior comenzaron a resonar por todo el puente, poniéndolos a todos sobre aviso. Antes que alguien pudiera preguntar qué pasaba, Coco empezó a gritar desde su estación con la voz claramente llena de pánico.
– ¡Detecto una enorme señal de energía aproximándose desde el frente hacia nosotros!
– ¡¿Qué?! – exclamó Takuto.
https://youtu.be/dO-MSLPBOMQ
Todos miraron hacia el frente por el ventanal del puente, y vieron un destello rojo en la distancia. Poco a poco dicho destello se fue haciendo cada vez más y más grande, hasta que se percataron de que se trataba de un rayo de energía masivo, ¡y venía directo hacia ellos!
Por un milagro, el Elsior consiguió evadir el rayo apenas por los pelos, y mientras todos en el puente gritaban Takuto tuvo que cubrirse los ojos debido al intenso resplandor. Pero el rayo no se detuvo, sino que siguió de largo y atravesó la estación de Fargo, haciendo volar varios pedazos, y por si no fuera suficiente, continuó incluso hasta llegar al planeta Rhome.
– ¡¿Qué diablos?! – gritó Takuto mirando a todas partes, tratando de procesar lo que acababa de ver.
Y para su horror, el planeta Rhome tenía un cráter tan enorme en la superficie que se podía ver incluso desde donde estaban. Sólo podía haber sido efecto de ese rayo que acababa de pasarles, y el horror de imaginarse que habrían podido ser vaporizados si le hubiera dado de lleno al Elsior fue reemplazado por la realización de lo que acababa de suceder.
Y como si no fuera suficiente, en frente de ellos estaba apareciendo la flota automatizada de nuevo, sólo que esta vez no venía sola. Detrás de ellos, una enorme esfera negra, tan grande como una luna, en la cual se podía ver un punto rojo que resplandecía amenazadoramente. Takuto no sabía por qué, pero tuvo la sensación de que de allí era donde había salido ese rayo.
– ¿Qué fue eso...? – preguntó Takuto una vez que recuperó la voz.
– No... no lo sé... – dijo Coco con la voz quebrada. – El radar y el monitor fueron severamente afectados por ese ataque...
– Creo que... esa enorme esfera negra fue lo que atacó Rhome... y rozó a Fargo también... – agregó Almo, confirmando sus sospechas.
– ¡¿Qué rayos sucedió?! – exclamó Lester frenéticamente. – -¡¿Qué pasó con Rhome?! ¡¿Y la gente de Fargo?!
– ¡Parece que más de la mitad de la flota aliada concentrada en esta área fue dañada! – dijo Coco, como si no hubiera suficientes malas noticias.
– El daño hecho a los civiles... no puedo ni estimarlo... – continuó Almo.
Takuto estaba demasiado en shock como para decir algo más, intentando asimilar todo lo que acababa de suceder. Pero cuando vio al Príncipe Shiva, éste estaba mucho más pálido que cualquiera de ellos, y tenía los ojos fijos en la enorme esfera negra que tenían frente a ellos. Pasó un momento antes de que las comunicaciones se reestablecieran, y la Brigada Angel apareció en pantalla.
– ¡Takuto-san! – La voz de Milfie finalmente lo sacó del trance. – ¡Fargo está...! ¡La ciudad de Fargo está en llamas!
– ¡Cálmate, aquí aún no tenemos visual! – gritó Takuto. – ¡Infórmanos!
– La barrera exterior de Fargo se rompió... ¡y ha sido atravesada! – exclamó Milfie.
– Oigan... ¿qué le pasó al planeta? – preguntó Ranpha. – ¿Qué sucedió en Rhome...?
– La compuerta se ha abierto... – dijo Vanilla. – Hay una nave ahí...
– No... no está saliendo. – dijo Mint, con la voz ahogada. – ¡Está siendo expulsada! ¡La compuerta se ha roto!
– Eso significa... ¿que estaba dentro de Fargo y el aire ahora se está saliendo? – preguntó Almo. Aunque no era una pregunta realmente. Pero eso significaba que...
– Entonces... – dijo Ranpha en voz baja. – ¿Me estás diciendo que todas esas siluetas diminutas son...?
– N-no puede ser... – dijo Coco.
Takuto sólo escuchaba la conversación a su alrededor, mientras las imágenes se formaban en su cabeza. Ese rayo había devastado la ciudad de Fargo, y las personas que no habían sido vaporizadas por él ahora estaban flotando en el vacío del espacio... era demasiado para procesar. Esto no podía ser cierto, parecía una pesadilla, un horrible sueño del que no podía despertar.
– Harvester iniciará el rescate. – dijo Vanilla. – Aún tengo energía para volar.
– Déjalo. – respondió Forte con tristeza. – Aún si vas ahora, las personas que fueron expulsadas, ya deben estar...
– ¿Qué hacemos? – preguntó Milfie. – ¡¿Qué podemos hacer?! ¡¿No podemos hacer nada?!
– Las joyas de la tecnología perdida... – murmuró Forte con frustración. – ¡¿Las naves más poderosas de todo el espacio?! ¡Eso es inútil ahora! ¡Maldición!
Takuto todavía estaba demasiado en shock para decir nada. ¿Acaso era este el verdadero objetivo de Eonia? No sólo los militares, sino Fargo, Rhome y todos sus habitantes. ¡¿Hizo todo eso sólo para dar una muestra de su verdadero poder?!
– Hizo todo esto... vino hasta acá, sólo para mostrar su punto... – Takuto empezó a rechinar los dientes y a apretarse los puños tan fuerte que se le clavaban las uñas en la palma. – ¡¡¡MALDITO BASTARDO!!!
Golpeó los reposabrazos de la silla del comandante con toda su fuerza. La rabia que sentía le ahogó el dolor que había en sus puños, ya que eso no era nada a comparación de lo que debieron sentir las personas que fueron aniquiladas.
– Los radares y el monitor vuelven a funcionar. – dijo Coco. Ni siquiera eso podría augurar buenas noticias. – Algo... algo está saliendo de la gran esfera que nos atacó. ¡Es la flota de Eonia!
– ¡¿Qué?! – exclamó Almo. – ¡¿Significa que esa esfera es como un carguero gigante?!
Efectivamente, un montón de naves comenzaba a salir de ella. Los mismos modelos que habían enfrentado varias veces a lo largo del viaje, pero en números aún mayores. Takuto se preguntó si era de allí de donde salían todas esas tropas. No tenía pruebas, pero su instinto le gritaba fuertemente que sí.
– Esa cosa... ¿fue hecha por el hombre? – preguntó Lester. – ¿Cómo pudieron hacer algo tan grande? ¡¿Qué demonios es esa cosa, y dónde la consiguieron?!
– No estoy seguro de querer saberlo. – dijo Takuto. – Pero podemos averiguarlo ¡después de destruirla nosotros mismos!
– Esperen... – dijo el Príncipe Shiva. – Esa cosa... no, no es posible que sea...
– ¿Príncipe? – preguntó Takuto confundido. ¿Acaso el príncipe sabía lo que era esa enorme esfera negra?
– Esa cosa... es la Luna Negra...
Esta historia continuará...
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