El poder de la curación (6-3)

Luego de ese breve encuentro con Forte, Takuto ya estaba listo para irse a la cama. Había sido un día bastante largo y realmente necesitaba descansar.

Sin embargo, luego de colgar la capa de su uniforme en el armario, su comunicador empezó a sonar de nuevo. ¿Quién más podría querer hablar con él a esta hora?

– Takuto-san. – Era la voz de Vanilla. Así que todavía seguía despierta, pese a la señal de "No molestar" en su puerta. – Me gustaría discutir algo contigo.

– ¿Discutir algo? – preguntó él. – ¿De qué se trata?

– ¿Podrías darme permiso para acceder a la base de datos del Sistema Rhome desde mi habitación?

Takuto levantó ligeramente una ceja. Obviamente, él siendo el comandante de la nave era quien le daba autorización al resto de la tripulación para entrar a la base de datos de la milicia de Transbaal. Pero eso dejaba otra pregunta en el aire.

– Si no está mal que pregunte, ¿qué necesitas buscar? – le dijo.

– La fiebre del heno del árbol kafukafu. – respondió ella sorprendiéndolo de nuevo.

– Escuché de la Dra. Kera que el brote ya se ha detenido. – dijo Takuto. – ¿Ha habido más problemas?

– No, sólo quiero investigar. – replicó Vanilla. – A diferencia del polen normal, podría haber más efectos secundarios.

– Ya veo. – Takuto finalmente entendió. Vanilla siempre era muy minuciosa en todo lo que hacía. – De acuerdo, tienes mi permiso. Haz lo que necesites hacer.

– Te lo agradezco. – respondió ella. – Con tu permiso...

Y cortó las comunicaciones antes de que él pudiera decirle que no se sobreesforzara. Después de todo ya era muy tarde. Admiraba su entusiasmo, pero temía que eso pudiera pasarle factura, considerando que había estado aplicando tratamiento durante todo el día tanto ayer como hoy.

De pronto, las ganas de dormir se le fueron, siendo reemplazadas por esa sensación de preocupación. Takuto sentía que debería hacer algo por Vanilla, y algo le decía que incluso si le ordenaba tomarse el día libre mañana, ella sólo seguiría trabajando sin descanso.

– Hmm... quizás podría hacer algo por ella ahora mismo... – Takuto se puso a pensar, y le vino una idea. – ¡Ya sé! Puedo llevarle una bebida caliente. Aunque no pueda ayudarla con el trabajo, quizás eso sirva para ayudarla a relajarse.

Antes de ir a ver a Vanilla, fue a la cafetería. La señora todavía seguía trabajando, y Takuto le preguntó si quedaba algo, tal vez un poco de leche caliente. Le explicó lo que le dijo Vanilla, y la mujer felizmente accedió a prepararles unos sándwiches rápidamente para acompañar con la leche. Agradecido, Takuto se dirigió rápidamente de vuelta al bloque C, y al cuarto de Vanilla.

Respiró profundamente y tocó la puerta.

– ¿Vanilla, sigues despierta? Soy yo, Takuto. ¿Tienes un momento?

– Sí... – replicó ella. – Pasa, por favor.

– Con tu permiso... – dijo él mientras abría la puerta.

Tal como cabría esperar, la habitación de Vanilla reflejaba su personalidad tanto como las de las demás Angels. No había casi ninguna decoración, más allá de lo que parecía un pequeño proyector holográfico en el fondo con múltiples polígonos de colores flotando, y si no fuera por la cama sencilla, la única silla y la mesita de noche, casi pensaría que nadie podría vivir allí.

– ... ¿Qué necesitas? – preguntó Vanilla. Estaba vestida con sus ropas de dormir, un largo camisón de color blanco opaco que le caía por debajo de las rodillas.

– Ah, traje algo para animarte. – dijo mientras le pasaba el sándwich y el vaso de leche caliente. – Pasé por la cafetería de camino aquí y pensé que esto te vendría bien.

– ... Gracias por la comida. – dijo la peliverde, aceptándolos y yéndose a sentar en su silla para empezar a comer.

Los dos permanecieron en silencio por un momento. Takuto sentía que debería decirle algo, pero no estaba seguro de cómo romper el hielo.

– Y... ¿cómo vas? ¿Averiguaste algo? – fue lo único que se le ocurrió preguntar. Vanilla tragó el bocado que estaba masticando antes de responderle.

– Según mi investigación hasta el momento, no parece haber ningún efecto posterior al polen del árbol kafukafu.

– Qué bueno. Eso es un alivio. – asintió Takuto.

– Sí... aunque para estar segura, busqué si podría haber otras plantas presentes en la nave dañinas para los humanos. – continuó ella.

– V-vale... pero como te he dicho antes, no te excedas. – dijo Takuto. – La privación del sueño es el enemigo de la belleza, ¿sabes?

– No estoy preocupada por mi apariencia estética, y no tengo problemas de salud. – respondió ella desviando ligeramente la mirada. – No hay razón para preocuparse.

Takuto sólo pensaba que en realidad no esperaba que ella le diera una respuesta tan seria, y eso sólo lo hizo preocuparse todavía más. Aunque no dijo nada, ella pareció notarlo en su expresión, ya que continuó hablando:

– Aun así... me resulta muy curioso.

– ¿Huh? ¿Qué cosa? – preguntó él.

– Takuto-san... ¿por qué te preocupas tanto por mí?

La pregunta de Vanilla lo descolocó por un momento. Podría simplemente haberle dicho que ese era su trabajo como el comandante de la nave, pero no era la única razón, y mucho menos la principal. Era que simplemente, igual que al resto de la Brigada Angel, él le había tomado cariño. Takuto sonrió una vez que la respuesta le vino a la cabeza.

– No tengo ninguna razón en particular. – le dijo. – Para ser honesto, sólo sentí ganas de traerte algo y lo hice. Eso es todo.

– ... No lo entiendo del todo. – Vanilla lo miró confusa. Takuto no dejó de sonreírle.

– No creo que sea necesario que lo entiendas. Además, no creo que pudiera explicarlo bien. ¿Te molesta que esté preocupado?

– ... No, no me molesta... – dijo ella. – Sin embargo... es muy curioso.

– Pero está bien que me permitas hacer lo que quiero, ¿verdad? – preguntó Takuto.

– ... Sí... – asintió ella después de un rato. – ¿Puedo seguir investigando en la base de datos?

– Ah, claro. Mejor me voy, perdón por interrumpirte. – dijo él dirigiéndose a la puerta. – Ah, y por cierto, cuando termines la investigación y sepas que estamos a salvo, ¿qué tal si te tomas un descanso?

– ... No, aún no he terminado de tratar a todos los pacientes. – insistió ella. De nuevo, aunque fue muy sutil, Takuto pudo percibir algo de firmeza en su voz. – Estaré bien...

Takuto tuvo que contener el impulso de suspirar antes de salir. Tras darle las buenas noches a Vanilla, regresó a su habitación, esperando que en algún momento finalmente ella decidiera atender a su consejo y se tomara un descanso.

...

Al día siguiente, después de terminar el turno inicial, Lester se ofreció relevarlo de sus deberes en el puente, por lo que Takuto decidió aprovechar de ir a ver a Vanilla. Bajó al Bloque D y se dirigió hacia la enfermería, ya que asumió que seguramente se habría levantado temprano para continuar con el tratamiento de los pacientes.

– Con permiso, buenos días. – dijo al entrar. Extrañamente, no vio a Vanilla, sólo estaba la Dra. Kera. – ... ¿Oh? ¿Dónde está Vanilla?

– Vanilla no ha venido esta mañana. – explicó la médica. – ¿La necesita para algo?

– Ah, no... – dijo Takuto. – ¿En dónde podrá estar entonces? Dudo mucho que esté en su habitación ahora.

– Ah... seguramente debe estar con Kuromie-kun. – sugirió la doctora.

– ¿En la sala de la ballena espacial?

– Escuché de Kuromie-kun que Vanilla a veces va a ver a los animales.

Por supuesto, ¿cómo se le había olvidado? Kuromie había mencionado el otro día que a Vanilla le gustaba ir a ver a los animales. Eso le hizo sentir alivio, tal vez por fin había decidido hacer algo para relajarse y descansar del trabajo.

– Muchas gracias, doctora. Iré a la sala de la ballena de inmediato.

Dejando a la doctora volver a su trabajo, Takuto se dirigió a la sala de la ballena espacial a toda prisa. Apenas entró, no tardó en encontrarse con Kuromie, que como siempre lo recibió con una sonrisa amable.

– Ah, buenos días, Takuto-san.

– Buenos días, Kuromie. – Takuto le devolvió el saludo. – Oye, me dijeron que Vanilla había venido aquí, ¿aún está?

– Claro, se encuentra adentro. – replicó el cuidador. – Acompáñame por aquí.

Kuromie lo guio hacia el interior del invernadero. Pensándolo bien, de las veces que había venido antes no se había adentrado mucho, así que no había podido ver a las plantas y a los animales con mucho detenimiento. A los pocos minutos, vieron a través de una puerta de cristal a Vanilla, que se encontraba en cuclillas observando en silencio a lo que parecía ser un grupo de conejos espaciales mientras estaban comiendo.

Kuromie le preguntó si quería entrar, pero Takuto le dijo que mejor no, ya que no quería asustar a Vanilla o a los conejos apareciendo de repente.

– Oye, ¿Vanilla visita así a los animales a menudo? – preguntó Takuto en voz baja.

– Sí. Parece que especialmente le gustan mucho los conejos espaciales. – dijo Kuromie. – Siempre los está observando. Los conejos espaciales que criamos aquí son de una raza bastante rara.

– Ciertamente son adorables. – observó Takuto. – Es difícil apartar la mirada de ellos.

Y ahora que lo pensaba, las nanomáquinas de Vanilla también adoptaban la forma de un conejo espacial. Seguro que eso era porque le gustaban mucho.

Pasó unos minutos observándola. Vanilla permanecía inmóvil, apenas pestañeando mientras observaba a los conejos espaciales comiendo, hasta que finalmente se giró hacia donde estaban ellos y se dio cuenta de su presencia. Al instante se puso de pie y fue a verlos.

– Buenos días, Takuto-san...

– Hola. Perdón, no era mi intención interrumpir tu tiempo con los conejos espaciales. – se disculpó él, rascándose detrás de la cabeza.

– Descuida... – dijo ella sin darle importancia.

Tal vez ahora era su oportunidad de hablar con ella, aunque quizás no debería presionarla tanto de inmediato. En lugar de eso, ver a los conejos espaciales le dio una idea. Tal vez le gustaría hablar de ellos.

– Oye... ¿a esos conejos espaciales les gustan las zanahorias?

– Sí, les gustan mucho. – dijo Vanilla.

– Me pregunto si me dejarán acariciarlos. – Takuto se acercó con mucho cuidado para no asustarlos. Para su sorpresa, no salieron huyendo, eran bastante mansos, y uno de ellos hasta se dejó cargar. – Wow, qué esponjaditos.

– Aunque últimamente tenemos muchos de ellos. – explicó Kuromie. – Vanilla-san a veces viene a ayudarme cuando se me hace muy difícil cuidarlos a todos.

– Ya veo. – dijo Takuto. Ahora que lo pensaba, a veces Vanilla solía llevarse las sobras de la cafetería, seguramente era para ayudar a alimentarlos. – Oye, Vanilla, ¿no quieres cargar a uno? Se sienten muy suavecitos.

– ... N-no... me basta con mirarlos. – dijo ella, desviando la mirada.

– Pero son muy lindos. – insistió Takuto, acercándole el que tenía en los brazos.

Vanilla pareció tentada a querer levantar la mano, pero no se atrevió al final. Una lástima, él estaba seguro de que realmente sí quería acariciarlos. ¿Cómo convencerla?

– ... Dejando eso de lado, ¿tenías algún asunto conmigo? – preguntó Vanilla, manteniendo su distancia.

Takuto dejó al conejo de vuelta en el suelo para que se reuniera con sus amigos. Ahora que la miraba bien, se veía más pálida de lo usual. ¿Habría dormido bien anoche? ¿Ya habría desayunado? Algo en él temía que hubiese venido directamente a alimentar a los conejos espaciales sin haber comido ella primero.

– Sí, necesitaba hablar contigo de algo. – dijo Takuto. – Vanilla, no te ves bien. Pareciera que podrías colapsar en cualquier momento.

– No, me encuentro bien... – aseguró ella.

– No me convences. – insistió Takuto. – Mira, es mejor tomarte un día libre del trabajo. Es una orden.

– Pero...

– Necesitas descansar a veces. – la interrumpió Takuto cuando ella quiso protestar. – ¿Por qué no te quedas a pasar tiempo con los conejos espaciales o haces alguna otra cosa que te guste?

– ... Aún queda trabajo por hacer. – dijo ella. – Falta reexaminar a toda la tripulación.

Takuto suspiró. Aunque le alegraba que fuera tan trabajadora, le preocupaba que acabara destruyéndose el cuerpo por excederse tanto. Y ella insistía en seguir a pesar incluso de que él le ordenaba que no lo hiciera.

– Vanilla... ¿por qué insistes tanto en seguir trabajando?

– Yo... aún me falta experiencia. – murmuró. – Debo esforzarme más para poder madurar.

– Ya te esfuerzas lo suficiente. – dijo Takuto. – ¿Por qué esto te molesta tanto?

– ... Hace mucho, la hermana... le hice una promesa a la hermana Beryl.

Esta vez Takuto no tuvo ninguna duda. Había tristeza en los ojos de Vanilla, particularmente al mencionar el nombre de la hermana Beryl, quienquiera que fuese. Eso en particular captó la atención del comandante, pero antes de poder preguntar, ella se dio la vuelta.

– Tengo que irme...

Comenzó a alejarse, pero no corrió ni cinco metros cuando de repente, y sin avisar, se desplomó sobre la arena. Alarmado, Takuto corrió hacia ella, le dio la vuelta y le verificó el pulso y la respiración. Sintió alivio al ver que sólo estaba desmayada, pero no reaccionó cuando le dio algunas palmadas en la cara intentando reanimarla.

– Kuromie, llama a la enfermería, dile a la Dra. Kera que llevo a Vanilla conmigo. – le dijo al cuidador.

Éste obedeció sin chistar, mientras Takuto pasaba un brazo por debajo de las rodillas de Vanilla. Afortunadamente, si bien no era tan pequeña como Mint, su cuerpo era bastante ligero y pudo cargarlo sin muchos problemas fuera de allí.

– Vanilla... por favor resiste.

...

Unas horas más tarde, Takuto seguía esperando en la enfermería a que Vanilla despertara. La doctora le dijo que afortunadamente sólo fue un desmayo por agotamiento y lo felicitó por haber actuado rápido en traerla aquí. También llamó a las demás Angels para avisarles de lo que había ocurrido, y mientras las pilotos tomaban turnos para vigilarla, Takuto había aprovechado de buscar información en la base de datos.

Según el archivo de Vanilla, sus padres biológicos habían fallecido poco después de su nacimiento, por lo que fue criada en una iglesia. Una monja de nombre Beryl había sido su guardiana legal, y por lo que vio también fue quien le enseñó a utilizar las nanomáquinas para tratar heridas y enfermedades. Trágicamente, la hermana Beryl había muerto por causas naturales unos años antes, y Takuto dedujo, por la expresión que puso Vanilla cuando la mencionó, que eso debió haber tenido un gran impacto en ella.

Ya que las demás Angels tenían que volver al trabajo, Takuto se ofreció voluntariamente a seguir vigilando a Vanilla, así que se quedó junto a su cama todo el rato hasta que finalmente empezó a reaccionar de nuevo.

– ... Nnh... – Vanilla gruñó ligeramente mientras sus párpados empezaban a temblar.

– Ah, por fin despertaste. – dijo Takuto, feliz de que la larga vigilia había terminado. – Gracias al cielo.

– ¿Takuto-san...? – dijo ella mientras parpadeaba unas cuantas veces. – Yo... ¿cómo...?

– Te desmayaste. – explicó él. – Te lo dije, tu cuerpo estaba agotado.

Vanilla miró a su alrededor. Naturalmente se estaba tomando el tiempo de procesar que antes estaba en la sala de la ballena espacial, y ahora había despertado en la enfermería. También vio su uniforme de piloto doblado sobre la mesita junto a la cama (la doctora lo había cambiado por ropa de hospital para que estuviese cómoda). Parecía que quería decir algo, pero la voz no le salía.

– Afortunadamente no es nada que no se resuelva con un poco de descanso. – continuó Takuto. – Así que por ahora, es mejor que te relajes.

Vanilla bajó la mirada. Parecía estar muy afligida y apenada, y no era de extrañarse. ¿Qué podía decir para animarla?

– Todas las demás de la Brigada Angel vinieron a visitarte antes. – le dijo. – Estaban muy preocupadas por ti, ¿sabes?

– ... Esto es inexcusable... – dijo Vanilla finalmente rompiendo el silencio. – ... Por culpa de mi inexperiencia...

– ¿Crees que la hermana Beryl diría eso? – la interrumpió sin pensarlo mucho.

La mención del nombre de la hermana Beryl pareció sacarle una reacción a la peliverde. Takuto primero le pidió disculpas, antes de explicarle que estuvo viendo sus registros mientras ella estaba dormida, y también se sobrecogió un poco al llegar a lo que seguramente sería la parte más dolorosa.

– La hermana Beryl era tu madre adoptiva, pero falleció, ¿verdad?

– ... Sí... – asintió ella, quedándose cabizbaja.

– Por lo que vi en los registros, la hermana Beryl parecía ser una persona muy amable. – continuó Takuto. – Ella no te acusaría por no tener experiencia...

– ... La hermana Beryl no diría eso... – murmuró Vanilla, sin dejar su tono afligido. – Sin embargo, ciertamente me falta experiencia...

– ¿Por qué piensas eso? – preguntó él. – Sigo sin entender por qué te culpas tanto.

Vanilla no le respondió. Takuto tomó eso como un indicio de que quizás sería mejor no seguir presionando el tema por un rato, y dejarla tranquila para que pudiera descansar. Eso era lo que ella necesitaba en ese momento.

– Bueno, si no quieres hablar de eso, no te molestaré. ¿Cómo te sientes ahora?

– Ya estoy bien. – dijo ella. – Perdóname, no fue mi intención causarte molestias...

– Tú nunca serías una molestia. – le respondió él rápidamente. – Sólo me preocupo por ti.

– ... ¿Es porque es tu trabajo...?

– Bueno, sí, en parte. – admitió él. – Pero no es la única razón. ¿Sabes por qué todos se preocupan por ti? ¿La Brigada Angel, la Dra. Kera, yo, y todos los demás?

Vanilla finalmente lo miró de frente. Parecía muy atenta a la respuesta y sabía exactamente lo que tenía que decirle en ese momento.

– Es porque te quieren. Todos te queremos mucho. Ahora te pregunto, ¿tú quieres a todas en la Brigada Angel?

Vanilla parecía sorprendida de la pregunta, pero asintió. – Sí... las quiero mucho...

– Si están en problemas, harás todo lo que puedas para ayudarlas, ¿verdad?

– ...Sí...

– Entonces tú también te preocuparías por ellas. – continuó Takuto. – Y también, quieres mucho a los animales, como los conejos espaciales, ¿verdad?

– ...Sí...

– ¿Y no te sientes mejor cuando estás con ellos? ¿O te pones triste cuando no los puedes ver por un largo tiempo?

– ...Sí...

– Eso es lo que significa preocuparse por los demás. – concluyó Takuto. – Las raíces de esos sentimientos son las mismas.

Vanilla volvió a quedarse en silencio por un momento, llevándose una mano al pecho. Takuto no dijo nada más, esperando que ella misma le diera su respuesta una vez que hubiera podido procesar todo lo que él le había dicho.

Finalmente, Vanilla levantó la mirada de nuevo.

– ... Todavía no lo entiendo. Sigo sin entenderlo... – Hizo una pequeña pausa, y luego, empezó a sonreír. Era la primera sonrisa claramente visible que alguna vez había visto en ella, en lugar de un simple asomo como en ocasiones anteriores. – Pero... de alguna manera, mi pecho se siente más ligero ahora. Como si mi corazón estuviera satisfecho.

Takuto también sonrió. Parecía que por fin había logrado llegar a ella. Fue difícil, pero lo importante era que lo había conseguido.

– Muy bien, si entendiste, entonces ahora come esto.

Le pasó un tazón de sopa que había estado preparándole para cuando despertara. Afortunadamente todavía no se había enfriado del todo. Vanilla lo miró confusa.

– ¿Y esto...?

– Es la sopa nutritiva secreta, pasada por generaciones en la familia Mayers. – dijo Takuto con una gran sonrisa. – Mi abuela me enseñó la receta, y es muy buena para el cuerpo, así que cómetela toda.

Vanilla tardó un par de segundos, pero finalmente la aceptó y empezó a comer. A Takuto le preocupaba que quizás se le había ido un poco la mano con el ajo en la sopa, pero Vanilla no se quejó. Siguió comiendo a un ritmo constante sin decir ni una palabra, mientras él sólo observaba.

– ¿Qué tal sabe? – preguntó Takuto. – Espero haberla hecho bien.

– Sí. – dijo ella. – Siento que mi cuerpo está más cálido ahora...

– Cuando era niño, mi abuelita siempre me hacía esto cuando me enfermaba. – relató Takuto. – Y nunca fallaba en recuperarme por completo después de tomármela toda. Aunque en ese entonces, a mi joven mente le costaba ver lo duro que se esforzaba mi abuela para cuidarme.

– ¿...Hmm...? – Vanilla se detuvo por un momento, dejando caer la cucharada de vuelta en el plato.

– A veces estaba tan preocupada que se quedaba sin dormir. – continuó Takuto. – Se esforzaba mucho por mantenerse alegre, ¿sabes?

Vanilla no dijo nada, pero asintió. Ahora era cuando debía decirlo.

– Creo que algunas de las personas a las que has estado cuidando se sienten igual. – explicó Takuto. – Si la enfermera no está tranquila, el paciente tampoco lo estará, ¿entiendes?

– ...Sí... lo entiendo.

– Tú eres alguien importante para todos, así que no te exijas demasiado a ti misma. – dijo el comandante. – No está mal que aprendas a cuidar de ti misma tanto como de los demás.

– Sí... ¿Takuto-san?

– ¿Dime?

– ... Preocuparse por los demás... y que los demás se preocupen por ti... de alguna manera, es algo bueno. – dijo sonriendo.

– Claro que lo es. – dijo él. – Y yo por mi parte, por fin pude verte sonreír.

– Jejeje... – Vanilla soltó una risita. Eso la hacía todavía más adorable, si era posible.

– Entonces ¿ya no vas a excederte más con tu trabajo? – preguntó, sólo para confirmarlo. – Al menos por hoy, más te vale tomarte las cosas con calma, ¿está claro?

– Sí... muchas gracias, Takuto-san...

Afortunadamente, esta vez Vanilla sí atendió a su consejo y se quedó todo el resto del día descansando en la enfermería. Aunque por si las dudas, Takuto se aseguró de no perderla de vista, sólo por si se le ocurría intentar ir a trabajar de nuevo sin haberse recuperado por completo.

...

Al día siguiente, Takuto se reunió con las otras cuatro Angels en el salón de té del Elsior, contándoles todos los pormenores del día anterior. Sobra decir que todas estaban muy aliviadas de saber que Vanilla ya estaba bien, pues habían estado muy preocupadas cuando se enteraron que se había desmayado. Ranpha incluso se quejó de que no las hubiera llamado cuando despertó, pero Mint lo defendió diciendo que lo hizo para que ella pudiera estar tranquila lejos de las multitudes y relajarse.

Después de una buena noche de sueño, seguramente hoy le darían de alta. Todos estaban muy ansiosos por verla de nuevo.

– ¿No creen que ya se habrá tardado mucho? – preguntó Ranpha. – Ella siempre suele ser la primera en levantarse.

– ¿Quizás simplemente está tan cansada que está durmiendo horas extra? – sugirió Mint.

– Eso podría ser serio. – dijo la rubia. – Deberíamos ir a verla de inmediato.

– ... Buenos días...

Y hablando de ella, justo ahora se asomaba. Ya traía puesto su uniforme como de costumbre y se veía mucho mejor que ayer, para alivio de todos los presentes.

– ¡Vanilla! – exclamó Forte. – Qué alivio que ya estás aquí.

– ¡Me tenías preocupadísima! – agregó Ranpha. – ¿Dormiste bien?

– ... Sí, ya estoy mejor. – les dijo. – Les pido disculpas a todas por preocuparlas.

– Vanilla, ¿segura que ya estás bien? – preguntó Takuto.

– ... Sí, lo estoy. – dijo con presteza. – Ya no voy a excederme más, lo prometo.

Esta vez, Takuto sí le creyó. Parecía que por fin había aprendido la lección, y eso era un gran alivio. No podía permitir que volviera a colapsar como lo hizo.

– ... ¿Les importa si me uno a ustedes para tomar algo?

– ¡Por supuesto! – exclamó Milfie. – ¡De hecho, preparé un pastel chiffon especial sólo para ti!

– Yo iré por las bebidas. – dijo Mint levantándose de la mesa. – ¿Té de manzanilla está bien?

– ... Sí, muchas gracias. – asintió Vanilla. – Por cierto...

– ¿Sí? ¿Qué sucede? – preguntó Mint deteniéndose.

– Todas ustedes... ¿me quieren? – preguntó Vanilla.

– ¿Eh? ¿Por qué preguntas eso tan repentinamente? – preguntó Mint. Las demás también voltearon a ver a Vanilla, sin saber qué decir al parecer.

– Bueno... es que pensé que podría ser una molestia... – dijo bajando la cabeza ligeramente.

Todas las demás Angels claramente se sorprendieron de lo que dijo, y se quedaron mirando fijamente a la peliverde. Por lo visto, todavía le quedaban algunas dudas a pesar de lo que Takuto le había dicho ayer.

– ¿C-cómo ibas a pensar eso? – exclamó Ranpha. – Si no te quisiéramos, ¿crees que te invitaríamos a sentarte con nosotras?

– Yo también te quiero mucho, Vanilla. – dijo Milfie. – Siempre me estás ayudando con mis dulces y cocinando.

– Yo también. – agregó Mint. – Eres una amiga irremplazable y siempre me alegro de tenerte cerca.

– Después de todo este tiempo, ¿en serio necesitas preguntar? – le dijo Forte. – Incluso fuera de la Brigada Angel, eres una compañera muy preciada.

– Chicas... – Takuto las miró a todas con una gran sonrisa. No había nada que él pudiera agregar, pero tampoco era fue fuese necesario. Ellas ya lo habían dicho todo por él después de todo, y a juzgar por la sonrisa de Vanilla, el mensaje había quedado muy claro.

– ... Muchas gracias. Y yo... yo también las quiero mucho, a todas...

...

Tristemente para Takuto, esa emotiva reunión en el salón de té entre todas las Angels se vio interrumpida poco después por el aviso de que ya estaban a punto de salir del Chrono Drive, y llegando al sistema Nadler para iniciar la operación. Takuto tuvo que ir a retomar su puesto en la silla del comandante mientras la Brigada Angel se iba al hangar para ponerse en espera para despegar.

Al llegar al sector designado, el semblante del comandante volvió a endurecerse. Aunque ahora contaban con el apoyo de la flota aliada, se habían enfrentado tantas veces a las fuerzas de Eonia que sabía que no podían tomarlos a la ligera.

– ... Estoy detectando una enorme cantidad de naves frente a nosotros. – dijo Coco viendo el radar. – Parece ser la flota de Eonia.

– Tal como dijo nuestra inteligencia. – dijo Lester. – Es hora de iniciar el contraataque.

– Hasta ahora, todo bien. – dijo Takuto. Aunque no estaba seguro de cuánto duraría esa sensación. En ese momento, sonó la señal de transmisión entrante.

– Comunicación de la nave insignia dirigida a todas las naves. – informó Almo. – Es el Almirante Sidmeyer.

– Sí, sí. – dijo Takuto. – Oigamos lo que tiene que decir.

Takuto no estaba muy feliz de tener que estar bajo el mando de ese oficial, pero siendo que era el más alto rango presente en la flota, no tenía más opción que mantenerse dentro de la cadena de mando. El monitor principal se encendió, e hizo acto de presencia un hombre bajo de constitución cuadrada y robusta, con algunas arrugas que denotaban su edad. Era totalmente calvo excepto por sus cejas y un enorme bigote de morsa, y en su uniforme se podían ver las condecoraciones del almirante. Takuto pensaba que ese uniforme le quedaría mucho mejor a alguien como el Comodoro Luft, pero no iba a decirlo en voz alta.

– ¡Nuestro momento finalmente ha llegado! – anunció, claramente intentando sonar imponente y autoritario. – ¡En el nombre de su majestad el Emperador Gerard, por fin podremos pagarle con la misma moneda al traidor que ha lanzado al imperio en el caos! Tenemos al príncipe Shiva de nuestro lado. ¡La justicia nos guiará a la inevitable derrota de Eonia! ¡El futuro del imperio descansa sobre nuestros hombros! ¡Peleen valientemente!

Y concluyendo su discurso de arenga, el almirante cortó las comunicaciones. Bueno, tenía una voz fuerte, de eso no cabía duda, pero haría falta mucho más que eso como para inspirar a otros a seguirlo en esta cruzada, o eso pensaba Takuto.

– Ese viejo por lo menos sabe gritar. – dijo por lo bajo intentando no reírse.

– ¿No me digas que ya estás cansado? – le dijo Lester cruzándose de brazos. – El enemigo sigue siendo una flota automatizada. Los números no importan, no podemos descuidarnos.

– Sí, sí, ya entendí. – dijo Takuto encogiéndose de hombros. No se le había olvidado eso.

– Pero también tenemos buenas noticias. – dijo Coco. – Escuché de los ingenieros que pudieron incrementar el rendimiento de los Emblem Frames.

– ¿De verdad? – Takuto se sorprendió de oír eso, pero sin duda era una buena noticia.

– El otro día, cuando nos abrimos paso por esa enorme flota enemiga, tuvieron el mejor desempeño que hemos registrado. – continuó la operadora.

– Hrm... quizás te hayas conectado con la Brigada Angel al punto que su moral se ha incrementado. – preguntó Lester, medio serio, medio burlón.

– Puede ser... – replicó Takuto, sonriendo ante el pensamiento. – Para que conste, siempre me agrada tenerlas cerca.

En ese momento, se acordó de otra cosa, algo que se le había escapado cuando lograron huir de la flota de esa mujer llamada Sherry. Concretamente, en el momento en que la nave de Eonia se retiró del sector, el radar había detectado algo que no pudieron identificar, y habían estado revisando los registros tratando de averiguar qué era.

– Por cierto, en la batalla anterior, ¿ya pudieron descifrar lo que era esa enorme masa desconocida que detectamos en el radar? – preguntó, poniéndose un poco más serio.

– Aún no lo sabemos. – dijo Coco. – No pudimos encontrarla después de eso. Podría haber sido simplemente una falla...

– Hrm... – Había algo en eso que a Takuto le daba mala espina, pero no tenía sentido pensar en eso ahora. Mejor concentrarse en el enemigo que tenían en frente. – ¿Cómo van las preparaciones de la Brigada Angel?

– Todas ya están a bordo de sus Emblem Frames y en espera de sus órdenes. – dijo Almo, comunicándole con ellas. Al instante, las cinco pilotos aparecieron en el monitor.

– ... Aquí la Brigada Angel. – dijo Vanilla. – Todas las preparaciones de combate están completas.

– Ha pasado un largo tiempo desde que luchamos junto con una flota aliada. – comentó Forte con una sonrisa llena de confianza. – Espero que no nos estorben...

– Si ganamos esta batalla, por fin llegaremos a Rhome. – dijo Mint. – ¡Y por fin podremos tener nuestras vacaciones!

– ¡Tú lo has dicho! – exclamó Ranpha, muy animada. – ¡Por eso es que tenemos que ganar a toda costa! ¡Hagámoslo!

– ¡Yay, unas vacaciones! – dijo Milfie muy alegre. – ¿Qué debería hacer cuando lleguemos a Rhome?

Takuto no pudo evitar sonreír de verlas a todas tan entusiasmadas, pero les recordó que antes de celebrar primero tenían que ganar. Aunque este fuera el enfrentamiento final antes de llegar al sistema Rhome, no podían bajar la guardia.

Después de todo, estaban enfrentándose a la flota de Eonia, que les había causado no pocos problemas desde que iniciaron el viaje. Pero ya por fin dejarían de escapar y llevarían la pelea a ellos.

Esta historia continuará...

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