El poder de la curación (6-1)


Los tripulantes en el puente del Elsior observaban por el ventanal cómo el grupo de naves pertenecientes a la tercera flota imperial  navegaban junto a ellos. Al ver esos números, varios de ellos, particularmente Lester, sintieron subir sus ánimos, motivados ante el hecho de contar con tanto apoyo. Por fin parecía que su largo viaje iba a terminar.

O eso deseaba Takuto, pero el joven comandante tenía el presentimiento de que no sería así. No hasta que llegaran al punto de encuentro designado para las fuerzas aliadas.

– ¡Comandante Mayers! – dijo de repente Almo cuando sonó una señal de comunicación entrante. – Mensaje del Comodoro Luft.

– Entendido, ábrele el canal. – dijo Takuto. La operadora obedeció, y el Comodoro apareció en el monitor principal.

– ¿Cómo va todo, Takuto? – lo saludó. – ¿Cómo te sientes ahora que ya te uniste con la flota aliada?

– Para ser honesto, sigo sorprendido. – respondió Takuto, rascándose detrás de la cabeza. – Una parte de mí temía lo peor, creyendo que todos habrían sido aniquilados.

– Míralo por ti mismo. – dijo Luft. – No sólo está aquí la 3ra Flota, sino que fuerzas de todo el imperio se han unido a nosotros. En otras palabras, es una fuerza de coalición para combatir a la revuelta de Eonia. Y el hombre en el centro de todo es el Comandante Supremo de la 3ra Flota, el Almirante Sigurd Sidmeyer.

Al escuchar ese nombre, Takuto sintió que sus ánimos se desinflaban un poco. Había oído algunas cosas no muy halagadoras acerca de ese oficial. Era de la generación previa al Comodoro Luft y por lo tanto mucho más veterano, pero algunos decían que sólo había alcanzado su puesto actual por ser un lamebotas que se inclinaba ante cualquier persona de autoridad, y que era alguien bastante desagradable con quien tratar. Aun así, si era el oficial al mando, no le convenía decir esas cosas en voz alta.

– Ya veo. – dijo Takuto intentando disimular su desagrado, y decidió desviar el tema. – Sin embargo, ¿debo asumir que hay otra razón para que la flota se haya reunido aquí?

– Precisamente, adivinaste. – replicó Luft en tono muy serio.

– Parece ser que la flota se dirige al sistema Nadler. – intervino Lester. – A estas alturas es muy probable que Eonia ya lo haya conquistado. ¿Tienen acaso un gran plan en mente aquí?

– Correcto. – asintió Luft. – Nuestra inteligencia dice que la flota capital de Eonia se está reuniendo en Nadler. La meta del enemigo debe ser suprimir la resistencia en el sistema Rhome, así que antes de que lo hagan, lanzaremos un ataque preventivo.

– Así que de eso se trata. – Takuto sonrió al ver sus sospechas confirmadas. – Ya me imaginaba que sería algo así.

– En ese caso, Comandante Mayers. – Luft volvió a adoptar un semblante serio. – Los cuarteles de la alianza oficialmente solicitan su asistencia en esta operación.

– ¿Por qué tan formal? – preguntó Takuto, algo sorprendido.

– Los altos mandos desean que el Príncipe Shiva acepte nuestro plan, y se una en el campo de batalla. – explicó Luft. – Es por eso que están haciéndole una petición formal.

– ¿Al Príncipe Shiva? – dijo Takuto. – ¿Quiere decir entonces que el Elsior y la Brigada Angel también deberán participar?

– Naturalmente. – asintió el veterano. – Ya que pudiste escapar de la persecución de Eonia y llegar hasta aquí, todos tienen tus capacidades militares en muy alta estima. ¿Qué opinas, Takuto? ¿Aceptarás?

– Entiendo... es lo que me gustaría decir, pero creo que no. – replicó el comandante. – La tripulación todavía está exhausta por las batallas recientes, y la nave necesita reparar sus daños. ¿Podríamos al menos tener un descanso corto?

– Por supuesto, eso lo entiendo. – dijo Luft llevándose la mano al mentón. – Para serte honesto, yo preferiría que enviáramos al Príncipe Shiva delante de nosotros a Rhome.

– Pero el Almirante Sidmeyer y los demás oficiales no están de acuerdo, ¿verdad? – completó Takuto lo que presentía que diría Luft a continuación.

– Exacto. – asintió con pesadez el veterano. – Los altos mandos están casi desesperados por hacerme hablar con el Príncipe.

– Vaya, vaya... – suspiró Lester, poniendo los brazos en jarras. – Bueno, lo cierto es que la moral mejoraría mucho si el último sobreviviente de la familia real está luchando junto a ellos.

– De cualquier manera, creo que el Príncipe Shiva debería dar su opinión al respecto. – sugirió Takuto. – La decisión debería ser suya.

– En ese caso, lo dejaré en tus manos. – dijo Luft. – Cuento contigo, Takuto.

Y diciendo eso, la comunicación se cortó. Takuto suspiró, pero sabía que en él recaería ahora informar al Príncipe Shiva de la solicitud de los altos manos. El heredero tendría la última palabra al respecto, así que después tendría que ir a hablar con él.

– Ah, Comandante Mayers. – volvió a llamarlo Almo. – Tenemos un mensaje de la Unidad #5 en el hangar.

– ¿Vanilla? De acuerdo, ponla en pantalla. – replicó el comandante, y al instante la susodicha piloto peliverde apareció en el monitor.

– ... Aquí el Harvester. Las reparaciones y ajustes de los Emblem Frames están completos.

– Entendido. Buen trabajo, Vanilla. – dijo Takuto.

– ... Entonces, ¿me permitirías ir a ayudar en el bloque F, donde el daño es más severo? Por favor dame permiso para despegar.

Takuto se quedó en silencio por un momento. Así que Vanilla también quería ayudar con las reparaciones del Elsior. Si por él fuera, le diría que los demás podrían manejarlo y no había necesidad de que ella también fuera, pero ya la conocía lo suficiente para saber que seguramente iría de todos modos aunque le dijeran que no. Vanilla siempre intentaba ayudar en todo lo que podía después de todo.

– De acuerdo, pero no te sobreesfuerces. – le dijo Takuto. – En cuanto hayas terminado, por favor asegúrate de tomar un descanso.

– ... Sí, señor. – replicó ella. – Harvester, listo para despegar.

Y diciendo eso cortó la comunicación. Vanilla era realmente admirable, pero a Takuto le preocupaba que trabajara tan duro a expensas de sí misma. Por eso se aseguró de decirle que debía descansar cuando hubiera terminado con las reparaciones.

– Es increíble que siga tratando de ayudar a todos incluso ahora. – comentó Lester. – No he visto a nadie así en el ejército imperial.

– Todos nos las arreglamos gracias a ella. – comentó Almo. – Podríamos aprender de su ejemplo.

– Aunque, pareciera que siempre que vemos a Vanilla-san sólo está trabajando. – dijo Coco. – ¿Alguna vez descansa?

– No recuerdo haberla visto relajándose alguna vez. – dijo Takuto.

Aunque ahora que lo recordaba, quizás sí lo hacía en períodos cuando nadie la estaba viendo. Kuromie le había dicho que le gustaba ir a ver a los animales en el invernadero con frecuencia. Eso le gustaría verlo alguna vez, aunque fuese para estar más tranquilo.

– Por eso es que es tan confiable. – dijo Lester. – Mientras se relaje cuando lo necesite, obviamente.

– Sí... bueno, yo tengo que ir a hablar con el Príncipe Shiva. – Takuto se levantó de su asiento. – Les dejo el puente.

...

Minutos más tarde, Takuto se había dirigido al cuarto del Príncipe Shiva para informarle de la situación, y la solicitud que había recibido de los altos mandos. No sabía cómo iba a reaccionar el joven heredero al respecto, pero al menos le escuchó de principio a fin sin interrumpirle. Eso era una buena señal, supuso.

– ... Así que por eso los altos mandos de la milicia desean que el príncipe participe en su campaña. – concluyó Takuto. – ¿Qué opina usted al respecto?

– Qué pregunta más tonta. – dijo el príncipe con aplomo. – Ya había decidido mi respuesta hace mucho. Por fin tenemos nuestra oportunidad. Esta es la ocasión para iniciar el contraataque a Eonia.

– ¿Significa entonces que desea participar en la operación?

– Correcto. – asintió el heredero. – Afortunadamente, el propio Eonia ha decidido mostrarse. Si esto funciona, significa que podremos suprimir el golpe de estado inmediatamente. Como heredero al trono de Transbaal, ¡yo, Shiva, juro que destruiré a Eonia!

– Entendido. – dijo Takuto, colocándose la mano en el pecho con respeto. – Entonces, nos uniremos a la flota y comenzaremos a prepararnos para el combate en el acto. Ahora, con su permiso...

Takuto se retiró de la habitación y se dirigió de vuelta al puente. Admiraba mucho el temple del joven heredero, pese a su corta edad, y aunque serían ellos los que tendrían que pelear en su lugar, sin duda su presencia inspiraría mucho a las tropas.

...

Habiendo ya recibido el visto bueno del príncipe, Takuto volvió al puente para informarles a todos que participarían en la operación. Lester no se sorprendió en lo más mínimo, y de inmediato ordenó que acelerasen las reparaciones para estar listos. Takuto estuvo de acuerdo, ya que quería asegurarse de que todo estuviese a punto para cuando llegaran al punto de reunión con el resto de la flota.

Y como las buenas noticias nunca sobraban, Coco les informó que las reparaciones del Elsior iban a un 83%. Como tardarían unos cinco días en llegar al sistema Nadler, para entonces ya estarían más que listos. Almo también les dijo que gracias a la ayuda de Vanilla, las reparaciones terminarían incluso antes de lo programado. Takuto hizo una nota de darle las gracias de alguna manera en cuanto tuviesen oportunidad.

En eso, empezó a sonar de nuevo la señal de comunicaciones. Algo extrañado, Takuto abrió el canal para ver quién era.

– ¡Takuto-san, esto es urgente! ¡Tienes que venir rápido! – Era Milfie, y se veía muy agitada por alguna razón.

– ¿Qué sucede? – preguntó él. – ¿Ir a dónde?

– ¡Trae a todos al parque galáctico! ¡Tienen que venir, deprisa!

Y sin decir más, Milfie cortó la comunicación antes que él pudiera hacer más preguntas. ¿Qué podía ser tan urgente? ¿Sería otro incidente con una sonda espía o algo por el estilo? Decidido a averiguarlo, Takuto les dijo a Lester, Coco y Almo que avisaran al cuartel general que estarían ocupados, mientras él iba para ver cuál era la emergencia.

Al salir al corredor frente a la entrada del parque se encontró con Forte, Mint y Ranpha, que también parecía que habían venido corriendo a toda prisa.

– Oh, Takuto. – dijo Forte. – ¿Te llamaron a ti también?

– ¿Milfie las llamó? – preguntó él.

– También a mí y a Ranpha-san. – dijo Mint. – ¿Y dónde está Vanilla-san?

– Vanilla ahora está ocupada ayudando con las reparaciones de la nave desde afuera. – explicó Takuto.

– ¿Qué demonios está pasando? – preguntó Ranpha. – Milfie parecía a punto de entrar en pánico, pero...

– Tal vez algo le haya sucedido. – dijo Takuto. – ¡Deprisa, todos al parque!

No hizo falta que dijera más, y las tres Angels lo siguieron dentro del parque. Corrió un buen trecho por el sendero y empezó a llamar a Milfie. En vista que no respondía, todos se fueron hacia la colina donde hacían sus picnics, y fue entonces que la encontraron.

Parecía encontrarse bien, pero... ¿por qué los habría llamado entonces?

– ¡Ah, aquí están! – dijo con una gran sonrisa. – ¡Miren esto, ¿no es hermoso?!

– ¿Eh? – fue la reacción colectiva de Takuto y las demás.

– ¡Miren todas estas flores! – continuó Milfie, señalando el enorme campo florido que estaba en la colina. De hecho, Takuto no recordaba haberlo visto tan colorido y vibrante la última vez que pasearon por aquí. – Estaba dando una vuelta y las encontré.

– Eh... sí, puedo verlo. – dijo Takuto, sintiendo que le empezaba a venir por dentro una sensación de "¿para esto nos llamó?". Y por lo que podía ver, las otras lo estaban manifestando cada una a distinto nivel de enojo o confusión.

– Es sorprendente. De verdad me conmovió, y tenía que mostrárselos. – siguió diciendo Milfie sin dejar de sonreír.

– Uh... ¿qué? – dijo Ranpha, siendo la primera de las Angels que decidió decir algo, atrayendo una mirada confusa de Milfie. – No me digas que... ¿esta era la "emergencia"?

– Eh... sí... – Milfie se amilanó un poco, como si supiera lo que venía. Y Takuto también lo supo, ya que casi inmediatamente Ranpha estalló.

– ¡No vengas diciendo que hay una emergencia cuando no la hay! – gritó. – ¡Me hiciste perder mi tiempo libre!

– Pero es que estas flores son tan hermosas. – dijo Milfie. – ¿No ves cómo están floreciendo todas?

– ¡Argh, bastaría con que floreciera la que hay en tu cerebro! ¡Te voy a...!

– ¡WAAAAAAAAH!

Y sin decir más, Ranpha se echó a correr detrás de Milfie con los puños levantados. Parecía que quería destrozarla, y Milfie mientras tanto corría y lloriqueaba pidiendo perdón. Takuto no supo qué decir o pensar, pero Forte y Mint sólo se reían por lo bajo. Seguramente ya estarían acostumbradas a esto.

– Un gran dúo como siempre, esas dos. – dijo Forte.

– No importa cuántas veces lo vea, su comedia nunca falla en hacerme reír. – agregó Mint.

Las dos siguieron corriendo por un buen rato, y luego de darle toda la vuelta a la colina, Milfie intentó esconderse detrás de Takuto por protección, mientras Forte agarraba a Ranpha de las muñecas antes de que les fuera a saltar encima. Cuando por fin ambas se calmaron y recuperaron el aliento tras haber correteado, el comandante finalmente pudo pedir que le explicaran lo que estaba sucediendo, y si era por esto que los había llamado. Milfie finalmente les dijo que la acompañaran a donde estaba un árbol que Takuto no recordaba haber visto antes en sus previas visitas al parque.

O más bien, era que hoy se veía diferente de lo usual, igual que las flores. En días anteriores, el árbol no sobresalía del resto excepto quizás por su tamaño (era uno de los más grandes en la colina), pero hoy, ciertamente parecía ser el rey de la pradera, por decirlo así. Si Takuto tuviera que describirlo, parecía un cerezo en flor, salvo que las hojas y flores tenían un efecto luminiscente que lo hacía destacar todavía más, dándole un aspecto casi místico.

– Esto era lo que les quería enseñar a todos. – explicó Milfie. – Se llama árbol Kafukafu, y proviene del planeta Suginoria, que desapareció tras el Chrono Terremoto. Es una planta muy rara, y el que tenemos aquí es el único espécimen confirmado que se conoce en la actualidad.

– Así que es una especie en peligro. – dijo Mint intrigada. – No me imaginé que fuese un árbol tan valioso.

– ¿Y saben qué más? ¡Hay algo todavía más sorprendente! – continuó Milfie muy emocionada. – ¡Las flores de este árbol sólo florecen cada cien años! ¡Y ahora mismo es su centenario!

– ¿Ohh? ¿Cada cien años? – exclamó Takuto sorprendido. – Entonces tenemos mucha suerte de poder verlo.

– Bueno, creo que es gracias a la buena suerte de Milfie que tenemos la oportunidad de ver este árbol floreciendo. – dijo Forte. Eso era difícil de refutar, pero Takuto no se quejaría.

– ¿Verdad que sí? – siguió Milfie, que sólo parecía alegrarse más y más con cada segundo que pasaba. – Ya que es algo especial, pensé que podríamos hacer la vista de las flores todos juntos.

– ¿La vista de las flores? – preguntó Ranpha. – ¿Qué es eso?

– Es una tradición en el lugar donde nací. – procedió a explicar Milfie. – Todos se reúnen bajo los árboles que florecen, beben, cantan y se divierten.

– En otras palabras, ¿una fiesta al aire libre? – dijo Ranpha. – Tu lugar de nacimiento tiene tradiciones muy despreocupadas, ¿no?

– Pero ¿no creen que suena bien? – intervino Forte. – Sería una buena forma de juntar ánimos antes de la siguiente operación.

– Concuerdo, suena muy entretenido. – agregó Mint. – ¿No lo crees, Ranpha-san?

– Pues... no es que me oponga ni mucho menos. – replicó la rubia. Takuto pudo verle un ligero rubor en las mejillas. – Si quieren, con gusto me uniré a ustedes.

– Bueno, pues en ese caso... – Takuto salió al paso. – ¿Qué dicen si celebramos por adelantado el poder luchar lado a lado con nuestra nueva flota?

– ¡Síiii! – exclamó Milfie alzando su puño. – ¡Esta noche todos en el Elsior se reunirán para hacer la vista de las flores!

...

Y así lo cumplieron. Aquella noche, y como tenían mucho tiempo libre en las manos, toda la tripulación se reunió en el parque para la vista de las flores luego de que Takuto hizo el anuncio en el puente. Milfie se aseguró que no faltase absolutamente nadie, e incluso fue a preparar bocadillos extras con la señora de la cafetería para todos.

El parque estaba todavía más animado que cuando tuvieron el primer picnic, si eso era posible. Takuto estaba bajo el árbol Kafukafu con el resto de la Brigada Angel, incluyendo a Vanilla que se les unió poco después de que terminó de ayudar con las reparaciones de la nave.

– ... Toda la tripulación se ha reunido. – comentó Vanilla.

– Sí, parece que todos se están divirtiendo mucho. – dijo Takuto.

– ¡Atención todos! – anunció de repente Milfie llamando la atención de los presentes con un micrófono en la mano. – ¿Ya tienen sus bebidas en mano? ¡Como representante de la nave, Takuto-san les dirigirá algunas palabras!

Takuto se puso un poco nervioso, pero Milfie ya lo había puesto en el foco de atención, así que se puso de pie y tomó el micrófono. Era el mismo que habían usado para la fiesta de karaoke durante el reabastecimiento, y no quisieron perder la oportunidad de volver a sacarlo. Los amplificadores eran muy útiles para hacer llegar la voz a todo el parque.

– *Ejem*, sé que todos ustedes tenían cosas más importantes que hacer, pero... les agradezco mucho que hayan venido. – les dijo.

– ¡No empieces con charlas aburridas! – le dijo Forte. – ¡Apresúrate y ve al grano!

Al oír a la pelirroja, entendió el mensaje, así que rápidamente dejó caer su semblante formal para actuar como siempre.

– En ese caso, me saltearé el discurso y sólo diré ¡que todo mundo la pase en grande! – exclamó alzando su vaso en señal de brindis. – ¡Salud!

– ¡SALUD! – gritaron todos a la vez alzando también sus copas.

Al instante empezó a sonar una gran música, y toda la gente empezó a bajarse sus tragos mientras algunos empezaban a bailar o se iban a pasear para ver el espectáculo de flores. Takuto, por su parte, se quedó con la Brigada Angel a disfrutar del árbol Kafukafu mientras comían y conversaban a gusto.

– ¡Uah! ¡Es hermoso! – exclamaba Milfie.

– Es cierto. – admitió Ranpha. – Supongo que esto de la vista de las flores no es tan malo después de todo.

– Contemplar las flores tiene un cierto toque de elegancia. – dijo Mint.

– Forte-san, aquí tienes más... – dijo Vanilla mientras le servía de una botella.

– Oh, gracias. – Forte la aceptó y se bajó casi la mitad. – Y ahora, vamos a ver qué comida preparó Milfie. Estoy ansiosa.

– ¡Claro! – dijo Milfie abriendo su canasta. – ¡Sírvanse todo lo que gusten!

Takuto aceptó la oferta con mucho gusto, cogiendo una buena ración para él. La comida de Milfie era increíble así que no iba a dejar pasar la oportunidad de comer todo lo que pudiera. Hasta se sentía un poco culpable por acapararlo junto con la Brigada Angel, y pensaba que debería invitar a los demás también.

– Ah, cielos... ¿otra fiesta? ¿No tuvieron suficiente con la del otro día?

Takuto dejó de comer un momento, y vio que Lester se les había acercado. Estaba tan serio como siempre, a diferencia del resto de los presentes. Takuto se tragó su sándwich para responderle.

– Eso fue un picnic. Esta es la vista de las flores, son eventos diferentes. – dijo el comandante. – Además, las flores viven muy poco, deberíamos disfrutar de verlas mientras podemos, ¿no crees?

– Puede ser. – Lester se cruzó de brazos. – Pero en realidad no me parece que este sea un buen momento para eso.

– Yo creo que es el momento perfecto. – dijo Takuto. – Ya que tenemos una operación muy grande por delante, es mejor que nos relajemos.

– Oigan, ¿qué están susurrando ustedes dos entre hombres, hmm? – preguntó de repente Forte.

– No estamos susurrando nada. – dijo Lester, algo incómodo. – Deja de fastidiar.

– ¿Estás disfrutando del ambiente también, Takuto-san? – preguntó Mint.

– Hey, Takuto, ¿quieres venir a jugar este juego con nosotras? – dijo Ranpha, extendiendo un tablero que parecía del juego Twister.

– ¡Ah, yo también quiero jugar! – vino de pronto Coco.

– Ah, mira eso. Te has vuelto muy popular, ¿no, Takuto? – dijo Lester en tono medio sarcástico. – Hasta me dan celos. Ahora si me disculpan, ya me voy...

– ¿A dónde crees que vas? – salió de repente Creta al paso, agarrándolo del brazo para evitar que se fuera. – ¡Tú también vas a jugar!

–¿Eh?

– ¡Debería pasar el rato con nosotras, subcomandante! – Almo vino también y se le colgó del otro brazo. – Vamos, que su vaso está vacío.

– ¡Oigan, ya basta! – protestó Lester mientras las dos se lo llevaban casi arrastrando. – ¡Suéltenme, ya entendí, puedo ir yo solo! ¡Que me suelten!

Takuto se rio mientras veía cómo Almo y Creta se llevaban a su amigo. Por supuesto, Lester también era muy popular entre las señoritas del Elsior. Esto de la vista de las flores estaba resultando todavía mejor de lo que se imaginó.

...

La celebración continuó por un buen rato. Jugaron varios juegos, se pusieron a cantar en el karaoke, comieron y bebieron hasta saciarse, y todos en la tripulación la estaban pasando bien. Incluso Lester terminó cediendo y aunque no lo dijera de dientes para afuera, Takuto podía ver que sólo fingía no estarse divirtiendo.

Al cabo de un par de horas, Takuto vio que Vanilla se ponía de pie luego de terminar de comerse algunos bocadillos y empezaba a recoger sus cosas. Todas las demás se encontraban haciendo sus propias cosas, Ranpha jugando otra ronda de Twister con Coco, Forte practicando tiro con una pistola de corchos, y Mint disfrutando de un té con varios otros tripulantes alrededor de una manta. En ese momento no veía a Milfie, pero podía escucharla cantando así que seguramente estaría en el karaoke.

– ¿Oh? ¿Ya te vas, Vanilla? – le preguntó.

– ... Sí. Todavía hay trabajo que necesito hacer. – replicó la peliverde. – Si me disculpas...

Takuto quiso decir algo para detenerla, pero en ese mismo momento Ranpha le llamó para decirle que era su turno y viniera, y como no quería darle razones para enojarse, obedeció. Aunque no pudo evitar sentirse algo preocupado por Vanilla luego de que se fuera. Se suponía que esta pequeña celebración era para que todos se olvidaran del trabajo por un rato. ¿Ella no lo haría?

De hecho, estar pensando en esto le hizo perder tres rondas seguidas en el juego de Twister al no poder concentrarse, así que terminó yendo a sentarse bajo un árbol para descansar un rato. Mientras lo hacía, Milfie se acercó y lo vio.

– Ah, Takuto-san. ¿Sucede algo? – le preguntó.

– ¿Eh? No, nada, sólo estaba descansando un rato. – dijo él, intentando disimular su preocupación.

– Um... en ese caso, ¿te gustaría sentarte conmigo por allá? – preguntó Milfie señalando hacia un lado de la colina. – Hay una buena vista de las flores desde allí.

– ¿De verdad? – replicó él. – Bueno, entonces vamos a verlas juntos.

– ¡Qué bien! – exclamó la pelirrosa. – ¡Vamos, acompáñame!

Después de que se sentaron, bastante cerca del árbol Kafukafu, Takuto no pudo evitar sentirse un poco incómodo. No sabía si era por la cercanía de Milfie o por no saber qué decir, pero una parte de él le decía que debería romper el hielo y no quedarse allí sin hacer ni decir nada.

Por fortuna, Milfie fue la que decidió hacerlo por él.

– ¿Qué te parece? – dijo Milfie. Podía notar un pequeño tinte rosa en el rostro de la chica por alguna razón. – ¿No es increíble?

– En serio lo es. – admitió él. – Se las puede ver todas floreciendo desde aquí.

– Quería asegurarme de verlas todas antes que sea demasiado tarde. Después de todo no volverán a hacerlo en otros cien años. – dijo Milfie con algo de nostalgia. – Oye, ¿te cuento algo más? Aparentemente el árbol Kafukafu que hay aquí tiene más de mil años de edad.

– ¡¿Un árbol de mil años?! – exclamó Takuto sorprendido. Sabía de algunas especies de árboles muy longevas, pero nunca había estado tan cerca de una de ellas. – La cabeza me da vueltas de sólo pensarlo.

– Es más viejo que el Chrono Terremoto. – continuó Milfie. – Me pregunto si la gente que vivió en ese entonces también hacía fiestas alrededor de las flores de esta forma.

– Tal vez... – respondió Takuto en voz baja. – Aunque ya nadie excepto nosotros podrá ver estas flores en mucho tiempo.

– Si nos estamos divirtiendo, ¿no es eso suficiente? – dijo Milfie con una gran sonrisa. – Las flores nos están dando la oportunidad de relajarnos ahora.

– Sí, supongo que tienes razón... – Él también sonrió. Estar allí observándolas realmente era muy relajante.

– Hey, Takuto-san... ¿no crees que las flores son maravillosas?

– ¿Maravillosas? – Takuto ladeó la cabeza algo confuso por la pregunta.

– Si ves tan solo una florecer, entonces eso aligera el corazón. – dijo Milfie. – Por eso pienso que son maravillosas.

– Sí... y tú también eres igual. – dijo él.

– ¿Eh?

– Lo que quiero decir es que, sin importar cuán deprimente parezca la situación, estar cerca de ti le alegra el día a cualquiera. – explicó él. – Tú siempre aligeras los corazones de todos.

– ¡E-eso no es cierto! – La cara de Milfie se puso roja mientras agitaba las manos frenéticamente.

– Claro que lo es. – insistió Takuto. – Creo que es un poder maravilloso que sólo tú tienes.

– E-eso es... um... Takuto-san, tú también lo tienes. – dijo Milfie.

– ¿Yo?

– Claro. Cuando estoy peleando, ya que sé que eres tú quien me da las órdenes, puedo pelear tranquila. – dijo Milfie. – Es como ese gran árbol. Puedo estar tranquila sólo con estar cerca de él...

– Milfie...

– Y eso no es todo. – continuó ella. – El sólo hecho de pasar tiempo contigo me hace feliz. Así que yo, umm... oh, Dios, ¿qué estoy diciendo?

– Um... bueno, gracias, Milfie, eres muy dulce al decir eso. – fue todo lo que Takuto pudo decirle, sintiendo una rara calidez en su pecho.

– Takuto-san...

– ¡Ah! ¡Al fin los encuentro!

Los dos se sobresaltaron al oír la voz. La Dra. Kera estaba frente a ellos mirándolos con una enorme sonrisa en el rostro. Coco también había venido con ella.

– ¿Qué estaban haciendo ustedes dos solitos en este sitio tan apartado? – preguntó la médica.

– Estamos haciendo un concurso de karaoke del otro lado de la colina. – dijo Coco. – ¿No quiere darnos una canción, Comandante?

– ¿Eh? – Takuto casi tragó saliva al escuchar la propuesta de Coco. Que él recordara, ella no estuvo allí en ese momento, pero seguramente el resto de los que sí lo hicieron habrían corrido la voz de su pequeña canción en la fiesta de karaoke durante el reabastecimiento. – Bueno, la verdad yo quería descansar un poco más...

– No se preocupe, todo estará bien. – insistió Coco. – Después de todo se supone que hoy debemos estar de fiesta.

– O no será que... ¡oho! ¿Acaso estábamos interrumpiendo algo aquí, hmm? – preguntó la Dra. Kera con una expresión que Takuto no pudo evitar asociar con Forte por un momento.

Takuto se congeló por las implicaciones, y al voltear a Milfie, la cara de la pelirrosa se había puesto de un tono que sobresalía de su pelo por mucho.

– ¡¿Eh?! ¡¿Q-qué dicen?! ¡C-claro que no, no estábamos haciendo nada! – exclamó Milfie. Sorprendentemente, no tardó mucho en adoptar su expresión alegre usual, aunque el tono rojo no se le bajó del todo. – M-mejor nos vamos a reunir con los demás, ¿no, Takuto-san?

– S-sí... – dijo Takuto con resignación, sin saber con certeza si debía alegrarse o enojarse por la repentina interrupción de la doctora y Coco.

De todos modos la fiesta continuaba y no tenía sentido quedarse solos mientras todos los demás seguían divirtiéndose juntos.

...

Las horas pasaron volando. Todos se estaban divirtiendo tanto que habían perdido totalmente la noción del tiempo. Takuto suponía que ya era pasada la medianoche, pero eso no parecía importar mucho para nadie.

Lo único que le preocupaba era que Vanilla se había marchado tan temprano. Era una lástima, ella también merecía quedarse y disfrutar, pero bueno, él no era nadie para obligarla.

Lo mejor de todo, esta vez no había sucedido nada, ningún incidente como el de los aspersores y la barbacoa durante el picnic. Qué buena era la vida, pensaba Takuto, mientras seguía disfrutando de bocadillos y bebidas con el resto de la Brigada Angel.

– ... ¿Huh? – Ranpha empezó de repente a pestañear mucho. – De repente me arden los ojos...

– ¿De qué hablas? – preguntó Takuto confuso.

– Yo... a mí también. – dijo Mint, empezando a rascarse la nariz mientras sus orejas telepáticas se agitaban. – También me pica la nariz...

– ¡¿Qué pasa aquí?! – exclamó de repente Forte, quitándose su monóculo para rascarse los ojos. – ¡Los ojos me pican!

– ¡Ay no, no puedo dejar de parpadear! – exclamó Ranpha poniéndose muy agitada. – Ah... ah... ¡AAACHUUU!

Y tras Ranpha lanzar ese estornudo violento, Takuto vio que Mint y Forte también empezaban a moquear y a estornudar. Y no fueron las únicas, a su alrededor toda la gente también empezó a quejarse por ardor en los ojos y a estornudar. Parecía una reacción alérgica, ¿pero a qué? ¿Y por qué parecía que sólo él y Milfie eran los únicos que no habían sido afectados?

– ¡C-cálmense todas! – les dijo. – ¡Las llevaré a la enfermería de inmediato! ¡Milfie, ayúdame por favor!

La fiesta de repente se había convertido en un caos. ¿Qué diablos estaba sucediendo, por qué todos se habían enfermado así? Pero no podía entrar en pánico: él era el comandante, y estando sano, era su responsabilidad el bienestar de toda la tripulación.

...

Después de llevar a las Angels a sus respectivas habitaciones, ya que resultó que la Dra. Kera también había caído bajo los efectos de lo que fuera que enfermó a todos y tuvo que ser llevada a su propia enfermería por Vanilla, Takuto regresó al puente. Almo y Coco todavía se quejaban de ardores en la nariz y los ojos, y Lester se había dejado caer en la silla del comandante, habiendo estornudado tanto que le dieron dolores abdominales. Takuto no tuvo el corazón de quitarlo de su puesto con el aspecto que tenía, especialmente ya que todavía le chorreaba la nariz.

Takuto no pudo evitar sentirse algo culpable. No se imaginó que todo mundo se iba a enfermar así de repente en medio de observar las flores, pero en ese momento después de superar el pánico inicial, supuso que tal vez el polen de las flores podría haber tenido algo que ver. Una reacción alérgica retardada o algo por el estilo. Realmente no sabía qué hacer.

Al cabo de un rato recibió una llamada de comunicaciones, y Almo estaba tan desorientada que Takuto tuvo que bajar hasta su estación para poder activar el panel él mismo.

– ¡Oye, Takuto! – Era Ranpha. Aún en ese estado parecía tener fuerzas para gritarle enojada. – ¡¿Qué diablos pasó?!

– ¡Whoa! ¡¿Y ahora qué?!

– ¡Todo esto es tu culpa! – le gritó de nuevo. – ¡Fuiste tú el que le dio permiso a Milfie para hacer la vista de las flores! ¡Dios, si sigo llorando así mi bello rostro se va a arruinar! ¡Haz algo!

– ¡Entiendo, entiendo! – replicó él frenéticamente. – ¡Sólo ten paciencia, ya pensaré en algo!

Y de inmediato cortó la comunicación, exhalando un suspiro de alivio. Una Ranpha enojada era terrible, pero una Ranpha enojada y enferma sonaba todavía más aterradora.

– Ah cielos... – se quejó Almo. – ¿Cómo va a trabajar alguien en estas condiciones?

– Sería un suicidio pelear contra la flota de Eonia estando enfermos. – señaló Lester. – Tenemos que hacer algo rápido.

Takuto dio un respingo. Bromas aparte, esto era serio, porque si alguien estornudaba y presionaba por accidente el botón equivocado, no iba a ser divertido en absoluto.

– De acuerdo, iré a la enfermería. – dijo Takuto. – Espero que la Dra. Kera tenga algo para tratar con esto.

– Contamos con usted... *snif*... – alcanzó a oír a Coco antes de salir del puente tan rápido como podía.

...

Afortunadamente, cuando llegó a la enfermería, la Dra. Kera ya parecía haberse repuesto, y Takuto pudo contarle cuál era la situación. La médica listó todos los síntomas que estaban aquejando a toda, o casi toda la tripulación, estornudos, ardor en la nariz, picor en los ojos y jaquecas.

– Entre los síntomas y la situación, parece ser una reacción alérgica al polen del kafukafu. – dijo la doctora mirando sus notas. – Es muy parecido a la fiebre del heno.

– Fiebre del heno, ¿eh? – dijo Takuto. – He escuchado de ella, pero nunca la había visto.

– Esa enfermedad ya ha sido erradicada casi por completo, pero no hay forma de hacer chequeos con un árbol que sólo florece cada cien años. – continuó la doctora. – Asumiendo que se trate de eso, mientras cambiemos el aire acondicionado del parque a circulación independiente, podremos evitar más brotes.

– Aun así, todo mundo está sufriendo mucho. – dijo Takuto. – ¿De verdad es tan seria la fiebre del heno?

– Para la fiebre del heno normal, los síntomas de la alergia desaparecerán una vez que se vaya el polen. Pero la fiebre del kafukafu es diferente. Luego del inicio, incluso en el aire limpio sin polen, los síntomas continuarán.

– Qué fastidio. – dijo Takuto. Había sido afortunado de no verse afectado, pero no podía hacer mucho para ayudar al resto. – ¿No hay nada que podamos hacer?

– Estoy haciendo todo lo que está en mi mano, pero sólo puedo aliviar los síntomas. – dijo la Dra. Kera. – No puedo hacer mucho más debido a posibles efectos secundarios. Hay un método para tratar el cuerpo a través de inmunoterapia, pero lleva de uno a dos años para que dé resultados.

– No tenemos tiempo para ninguna de las opciones. – dijo Takuto. – Tendremos que pelear muy pronto, y para hacerlo habrá que hacerles a todos un tratamiento que sea rápido y seguro.

– Bueno, podría haber una forma. Podríamos usar tratamiento de nanomáquinas. Vanilla me las aplicó y gracias a ella me encuentro mejor ahora. No tiene efectos secundarios y es muy rápido.

– Ya veo, no se me había ocurrido. – dijo Takuto. Sin embargo, eso presentaba otro problema. – Pero Vanilla es la única en toda la nave que puede usar las nanomáquinas.

– Sí, ese es el problema. – La Dra. Kera estuvo de acuerdo. – Hay demasiados pacientes para atender, y eso le supondrá una enorme carga.

– Lo haré...

Takuto y la doctora se giraron al oír la voz hablar de pronto. Allí estaba Vanilla, parada frente a ellos con su habitual expresión neutral. Sin embargo, había un brillo en sus ojos que parecía denotar preocupación.

– ¡Ah! Vanilla, ¿hace cuánto que estás ahí...? – preguntó Takuto.

– Llegué hace un minuto. – dijo ella. – Quería saber si podría ayudar de alguna forma...

– Ah... Vanilla, así que nos escuchaste, pero... – la Dra. Kera parecía querer protestar, pero Vanilla la interrumpió.

– Tratamiento para la fiebre del polen. Puedo hacerlo.

– Eso sería una gran ayuda, ¿pero estás segura, Vanilla? – le preguntó de nuevo Takuto.

– ... Pienso que es el plan más apropiado. – insistió ella. – Puedo ayudar a todos de esta forma...

– Gracias. – sonrió la doctora. – Intentaré ayudarte en todo lo que pueda...

Takuto suspiró resignado. Odiaba echar esta enorme carga en ella, pero en ese momento era la única que podía hacer algo para remediar la situación. No podía hacer otra cosa sino dejarlo en sus manos.

– Perdón por esto, Vanilla. – se disculpó el comandante de antemano. – Contamos contigo, estamos en tus manos.

– Sí. Por favor déjenmelo a mí. – respondió la peliverde.

Aunque admiraba el deseo de Vanilla de ayudar a todos, Takuto no pudo evitar seguir sintiéndose algo impotente por no poder hacer más que darle autorización como comandante. Él no era un médico como ella y la Dra. Kera, así que ese no era su campo, pero lo cierto era que necesitaban a la tripulación en plena forma para la batalla que se avecinaba.

Después de esto definitivamente le iba a ordenar que se tomara un descanso. Había trabajado mucho por ellos y seguramente debía estar exhausta.

Esta historia continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top