Consejos a la luz de la luna (5-2)

A la mañana siguiente, Takuto volvió a despertarse temprano. El prospecto de reunirse con la flota aliada, y la inquietud por ese extraño presentimiento que no lograba sacarse de encima le dificultaron conciliar el sueño. Así que lo primero en la mañana fue dirigirse a las máquinas expendedora para tomarse un buen café y terminar de despertarse.

Al llegar al vestíbulo saliendo del elevador, se llevó una sorpresa al encontrarse con Ranpha, que no parecía estar de muy buen humor por alguna razón, y parecía no poder decidirse por lo que quería comprar en la máquina. Quizás podría animarla, pensó el comandante.

– Buenos días, Ranpha. – la saludó. La rubia inmediatamente reaccionó a su voz y volteó.

– Ah, buenos días, Takuto. – replicó ella.

– No te ves muy bien, ¿te pasa algo? – preguntó Takuto. – Por cierto, ¿lograste hacer los zapatos que querías ayer?

– Eh... bueno, las cosas no resultaron como esperaba. – replicó ella, suspirando. No había que ser un genio para adivinar que probablemente eso era lo que la tenía así. Sip, definitivamente necesitaba que la animaran un poco.

– Oye, no te deprimas. – dijo Takuto. – Cuando lleguemos a Rhome con nuestros aliados, seguro que podrás encontrar esos zapatos.

– Pero sólo existe un par de ellos. – respondió la rubia. – Fueron hechos específicamente para esa película. Por eso es que necesito hacerlos yo misma.

– Ah, ya veo. – Por fin Takuto entendió por qué estaba tratando de elaborarlos. – Pero si ese es el caso, ¿no sería mejor dejarlo ir, si son tan inalcanzables?

– Supongo... – dijo Ranpha resignada.

Ya que estaba por aquí, Takuto se ofreció pagar por los dos una vez que se decidió, y mientras se sentaban a disfrutar sus bebidas, Ranpha cogió una revista y se puso a leerla. Al cabo de unos minutos de alternar entre reírse y llorar un poco, se detuvo en una página y llamó su atención.

– Oye, Takuto, ¿quieres probar este test psicológico? – le preguntó.

– ¿Test psicológico?

– Sí, es un test para determinar tus cualidades de liderazgo. – dijo mientras le mostraba la revista para que la viera de cerca.

– Hmm, se ve interesante. Hagámoslo. – asintió él.

A partir de allí, Ranpha comenzó a hacerle preguntas. La mayoría eran de opciones múltiples o de sí y no, así que las respuestas de Takuto fueron rápidas. El test estaba resultando bastante divertido, si era sincero.

– ¿Escuchas la opinión de los demás? – preguntó Ranpha. – Marca de cero a cinco según la frecuencia, cinco es siempre, y cero nunca.

– Je, puedes ponerle un cinco. – dijo él con una gran sonrisa. – Siempre hay que respetar la opinión de los demás.

– Muy bien. – Ranpha marcó el cinco en la pregunta. – Siguiente, ¿eres capaz de mantener la calma en una situación caótica? ¿Sí o no?

– Jeje, bueno, Lester siempre dice que sé actuar bien bajo presión. – replicó Takuto con modestia.

– De acuerdo. – Ranpha marcó la respuesta afirmativa. – Ahora, última pregunta. Entre el trabajo y el amor, ¿cuál escogerías?

Esa última pregunta lo dejó algo congelado. No era tan fácil como las anteriores, así que tuvo que detenerse a pensarla por un momento. Después de reflexionar por un minuto o dos, finalmente encontró su respuesta.

– Pues, si por mí fuera, la mejor manera de vivir es con amor, ¿no?

– Hmm... ya veo. – dijo Ranpha. – Muy bien, esa es la última. Ahora veamos los resultados.

Takuto se quedó a la expectativa mientras Ranpha enviaba las respuestas y la revista devolvía el resultado. Tardó un minuto en procesarlo, y finalmente emitió el mensaje en pantalla. «Estás a medio camino de ser un líder. Con algo de empeño, podrías trabajar detrás de escenas».

– A medio camino. Supongo que no está tan mal, ¿verdad? – dijo Takuto.

– Bueno, no podemos cambiar el hecho de que eres el comandante del Elsior, así que más te vale esforzarte. – dijo Ranpha, guardando la revista. – Aunque, me sorprendió un poco tu respuesta en la última pregunta.

– ¿En serio? – dijo Takuto. – Bueno, ¿qué tiene de malo? Cualquier hombre que se respete querría tener una linda novia. Pero la verdad es que nunca he tenido mucha suerte en el amor.

– No me digas. – Ranpha lo miró con los ojos en rendijas. Acto seguido, se metió la mano en el bolsillo de su chaleco y sacó algo. – Tal vez necesitas una de estas.

Takuto se quedó mirando el objeto. Parecía ser una piedra preciosa de color rojo que colgaba de una cadena de oro. Muy bonita, pero ¿qué tenía que ver eso?

– ¿Y qué se supone que haga con una piedra como esa? – preguntó el comandante. Ranpha se enfurruñó, igual que cuando le había contado de la película con los zapatos ayer.

– No es una simple piedra. ¡Es la piedra santa espacial, Amur V! – declaró ella como si fuera un hecho obvio, pero él seguía sin entender. Ella debió darse cuenta de su confusión, así que procedió a seguir explicando: – Mira, compré esta piedra durante la venta especial del reabastecimiento. Se supone que trae buena suerte en el amor, así que espero que me ayude a conocer a un buen chico y ser la más popular de la galaxia. ¡Seguro que me ayudará a encontrar al príncipe encantador de mis sueños!

– Ah, así que es un amuleto. – dijo Takuto, entendiendo por fin. – Ahora que lo pienso, habías dicho que te gustaba mucho la fortuna y todo eso, ¿verdad?

– No me juzgues. – dijo ella. – ¿De qué otra forma si no podría conocer a alguien en medio de esta guerra?

– Bueno... supongo que puedo entenderlo. – dijo él. Admitiéndolo, a él también le gustaría tener una linda novia, y quizás llenar el corazón en estos tiempos tan oscuros. – Y a propósito, ¿cómo sería tu hombre ideal?

– Hmm... pues me gustaría que sea joven, alto, apuesto, rico, y que sólo piense en mí. Y si es posible, que tuviera una villa en un planeta turístico donde pudiéramos...

– Sí, sí, ya entendí. – dijo Takuto deteniéndola, antes que se fuera por una tangente. – Con eso me hago una idea.

– ¿Y qué hay de ti? – preguntó ella. – ¿Cómo sería tu chica ideal?

– Eh... bueno... eso es un secreto. – dijo él.

– ¡¿Eh?! Hey, eso no vale. – Naturalmente ella se enfurruñó ante su respuesta. – Yo te dije mi tipo, es justo que me digas el tuyo.

Afortunadamente para él, antes de que ella pudiese írsele encima, en ese momento sonó su comunicador. Lester nunca había sido tan oportuno llamándolo para dirigirse al puente para asumir su puesto, así que muy a su pesar (o quizás no) tuvo que dejar a Ranpha en el aire con su pregunta. Aunque eso no le impidió a la rubia lanzarle una mirada con ojos de pistola antes de que él se fuera al elevador.

...

Las horas en el puente transcurrieron sin ninguna eventualidad. Ya faltaba muy poco para salir del Chrono Drive, y con suerte pronto podrían reunirse con sus aliados sin que ocurriera ninguna eventualidad. No obstante, aunque Takuto trataba de proyectar tranquilidad, por dentro no lograba sacudirse de encima esa sensación. El hecho de que habían sido emboscados varias veces al hacer el Drive Out no ayudaba en nada para tranquilizar al joven comandante.

A raíz de eso, cuando estaban a pocos minutos de terminar el Chrono Drive, les ordenó a la Brigada Angel dirigirse al hangar para abordar sus Emblem Frames y permanecer en espera. Varias de ellas parecieron tener objeciones al respecto: Ranpha estaba haciéndose un tratamiento de belleza, Milfie estaba preparando masa para hacer galletas, y Mint parecía que la habían pillado mientras estaba durmiendo, ya que tardó en responder y bostezó profundamente cuando lo hizo, pero Forte les dijo que hicieran caso y todas obedecieron la orden. Takuto les pidió disculpas, prometiéndoles que una vez que confirmaran que no había enemigos podrían volver a descansar.

– Elsior, preparado para el Drive Out. – declaró Almo, y el ventanal destelló haciendo desaparecer el túnel verde por el que viajaban. – Entrando al espacio normal. Fijando curso hacia el cinturón de asteroides frente a nosotros, según los planes.

– Disminuyan la velocidad a 130. – ordenó Lester. – Más allá del cinturón se encuentra el sitio de reunión para encontrarnos con la flota del sistema Gimson.

Takuto notó que Lester exhalaba un suspiro de alivio. Era extraño: normalmente era Takuto el que se mantenía relajado mientras que Lester permanecía paranoico y esperando lo peor. ¿Desde cuándo habían cambiado sus roles?

– Al fin podemos estar tranquilos. – continuó Lester. – El Elsior logró llegar hasta aquí por su cuenta.

– Supongo. – dijo Takuto.

– ¿"Supongo"? – repitió Lester sarcásticamente. – Al fin podremos reunirnos con nuestros aliados, ¿y eso es todo lo que se te ocurre decir?

– Bueno, ¿y qué se supone que debo decir? – dijo Takuto intentando disimular con una sonrisa.

– Quizás "qué suerte tenemos" o "muy bien", como siempre lo haces. – replicó el subcomandante, haciendo una imitación bastante decente de él tanto en voz como en expresión facial. – ¿No deberías sentirte más feliz con esto?

– Sí... eso creo. – replicó Takuto, sin saber muy bien por qué no se sentía tan alegre como debería.

Lo siguiente fue trazar el curso para atravesar el cinturón de asteroides. La razón de reducir la velocidad fue precisamente para evitar colisiones con alguno de ellos. Afortunadamente, la navegación fue bastante tranquila, ya que no había sorpresas ni emboscadas aguardándoles ocultas entre los asteroides y no surgieron complicaciones de ningún tipo.

Hasta entonces, todo parecía ir bien. Quizás demasiado bien.

– Ya hemos salido del cinturón de asteroides. – dijo Coco. – Hemos entrado en el rango de radar en el punto de reunión.

– ¿Puedes detectar a la flota de Gimson? – preguntó Takuto.

– No, en este momento no hemos detectado nada. – dijo la operadora de gafas.

– ¿Acaso vinimos demasiado pronto? – volvió a preguntar el comandante, pensando que quizás se habrían apresurado.

– No, en realidad llevamos ochenta minutos de retraso. – respondió Almo. – Nos llevó más tiempo del anticipado para navegar por los asteroides.

– ¿Será posible que se hayan retrasado en su llegada? – sugirió Coco.

– ... No, no lo creo. – negó Takuto. – Elsior, continúen de frente. Procedan hacia el punto de reunión como planeamos.

La nave continuó su navegación por varios minutos. El puente permaneció en total silencio salvo por el usual rumor de las estaciones andando como siempre, pero nadie decía una palabra. Hasta que hubo una señal de comunicaciones proveniente del hangar, a la cual Takuto respondió al instante.

– Aquí el Happy Trigger. – Era obviamente Forte. – ¿Tienes un momento?

– Sí, por supuesto ¿qué sucede?

– ¿Planeas dejarnos esperando en los Emblem Frames para siempre o qué? – preguntó la pelirroja en un tono muy serio, con un deje de incomodidad que parecía intentar reprimir. Antes de poder responderle, las demás también se unieron.

– Ahora que ya estamos en el espacio normal y a punto de unirnos a nuestros aliados, ¿no podemos regresar? – preguntó Ranpha.

– Yo necesito dejar salir el aire de mi masa y cortarla. – agregó Milfie. Se notaba impaciente por volver para preparar sus galletas.

– ... Ahh... todavía tengo sueño... – dijo Mint bostezando. Vanilla por su parte no dijo nada, pero la mirada en sus ojos delataba que ella tampoco quería seguir allí.

Takuto no pudo evitar tragar algo de saliva. Casi se le había olvidado que las cinco habían estado esperando todo este tiempo. Una parte de él vio lo incómodas que estaban y realmente le habría gustado darles un merecido descanso.

Pero la otra, la que todavía no se sacudía de encima esa corazonada, no lo dejaría hacerlo.

– Por favor, esperen sólo un poco más. – les dijo intentando sonar firme sin ser autoritario. – ¿Qué tal si nos equivocamos y sí terminamos encontrando al enemigo? ¿Podrán enfrentarse a él?

Casi de manera sincronizada, las cinco Angels fruncieron el ceño. No necesitaba ser un genio para darse cuenta que ninguna de ellas estaba contenta, y si era sincero, no podía culparlas.

– Hey, ese no es el problema aquí. – dijo Forte. – En cualquier caso, espero que me paguen por hacer horas extras.

– ...Este es nuestro deber. – dijo Vanilla. Aunque era su inflexión usual, su mirada claramente denotaba que estaba igual de enojada que Forte.

– Aquí estamos dando lo mejor de nosotras, día y noche. – agregó Mint. Estaba hablando con el mismo tono que cuando estaban negociando en el reabastecimiento. – Me decepciona que no creas en nosotras.

– Eso me pone muy triste. – agregó Milfie. – A estas alturas, mi masa debe estar fermentándose.

– Eso no importa. – concluyó Ranpha, que parecía la más enojada de las cinco. – Takuto, ¿qué diablos pasa? ¿Cuánto más tendremos que estar en espera?

– Y-ya entendí, ya entendí. – les dijo intentando calmarlas. – Por favor, esperen hasta que nos hayamos unido a la flota aliada, ¿está bien? ¡Adiós!

Y sin decir más, cortó el canal de comunicaciones. No podía soportar verlas a todas tan enojadas. Normalmente eran muy agradables, pero verlas así... nunca había sentido un escalofrío tan profundo recorrerle la espina dorsal.

– ... Buen trabajo... – dijo Lester sonriendo sarcásticamente.

Takuto no dijo nada. Aunque no fuese un telépata, estaba seguro de que en ese momento su amigo se alegraba de no ser quien tuviera que tratar con esas chicas. Tal vez estarían tan enojadas que habrían descargado toda su munición de los Emblem Frames en él si hubieran podido.

...

Siguiendo la corazonada del comandante, el Elsior continuó su curso hacia el punto de reunión designado. Intencionalmente mantuvo cero comunicaciones con el hangar, ya que seguramente en ese momento varias de las Angels querrían despotricar en su contra por obligarlas a permanecer en espera.

Esperaba que al menos hubiese valido la pena, y no fuese una preocupación infundada.

– Comandante Mayers, llegaremos al punto especificado muy pronto. – anunció Almo, para su gran alivio. Pero algo estaba mal... muy mal.

– Oigan, ¿no les parece extraño? – dijo Takuto. – Que no haya ninguna reacción en el radar todavía.

– No, espera. – dijo Lester poniéndole una mano encima del hombro. – ¿Qué es eso que se ve al frente?

Takuto por un momento creyó que se debería tratar de la flota estacionada en este sistema, pero cuando Lester pidió que hicieran un acercamiento para verlo más claramente, se llevaron una sorpresa nada agradable.

– Eso es... son los restos de una nave, ¿verdad? – murmuró Takuto.

– Perteneciente a la flota imperial... – completó Lester. – ¿Estaban teniendo un simulacro de batalla?

– ¿Simulacro?

– Esta región suele utilizarse para ejercicios militares. – explicó el subcomandante. – Por eso la escogieron como punto de reunión. Los restos de naves no son necesariamente inusuales.

– No, esperen un momento. – dijo Coco alarmada. – A juzgar por el gas y el humo que sale de los restos, esto sucedió recientemente.

– Eso significa que... no puede ser. – dijo Lester, y Takuto entendió las implicaciones al instante.

– Significa que... la tercera flota debió haber entrado en combate justo en el momento en que nosotros deberíamos haber llegado.

– Así es. Esto no fue un simulacro. – dijo Lester. – Lo que significa que, el que destruyó a nuestros aliados fue...

– ¡Elsior, cambio de curso! – ordenó Takuto poniéndose de pie casi de un salto. – ¡Sáquennos de aquí de inmediato!

– Eh... ¡sí! – replicó Almo.

Al instante la nave se desvió y empezó a avanzar en una nueva dirección. Lester y Takuto intercambiaron miradas, tomándose un momento para terminar de analizar la situación, y todas sus implicaciones. El panorama no pintaba muy positivo para ellos.

– ¿Qué hacemos ahora? – preguntó Lester. – ¿Vamos al punto de reunión de emergencia? Si lograron escapar, es posible que...

– También es posible que el enemigo los haya perseguido allí. – dijo Takuto.

Los dos oficiales al mando del Elsior se quedaron en silencio por varios minutos, a medida que avanzaban por su nueva ruta. Ninguno de los dos sabía qué decir, pero no había necesidad de palabras. Ambos entendían perfectamente lo que estaba sucediendo.

El silencio del puente se rompió cuando hubo otra señal de comunicaciones del hangar, y Forte apareció en pantalla. Parecía haberse calmado un poco, pero aún se notaba algo molesta.

– Esto se está volviendo inexcusable. – le dijo. – ¿Ya terminamos o qué?

– ... ¿Huh?

– ¿No estamos cambiando de curso? – inquirió Forte. – ¿Significa eso que encontramos a nuestros aliados?

Takuto no fue capaz de responderle. La voz parecía habérsele ido. ¿Cómo iba a explicarle que su corazonada parecía ser cierta?

– ... ¿Qué sucede? – preguntó Forte, ahora luciendo algo preocupada.

– ¡Vamos, Takuto-san! – apareció Milfie de pronto. – ¡Si no vuelvo rápido a atender mi masa, será un desastre!

– ¿Cuánto más planeas dejarnos encerradas aquí abajo? – protestó Ranpha.

De nuevo, Takuto no supo qué decir. Vanilla parecía querer decir algo también, pero no hubo necesidad, ya que al parecer la realización la golpeó al mismo tiempo que al resto. Y fue Mint la que finalmente lo dijo:

– No me digas que... ¿no encontramos a nuestros aliados todavía?

Takuto todavía no era capaz de darles la respuesta. Sentía que, si lo decía, sus mayores temores se volverían reales. Pero no hubo necesidad, ya que en ese momento sonó la alarma del radar.

– ¡Múltiples naves detectadas en nuestra retaguardia! – dijo Coco. – ¡Se dirigen directo hacia nosotros!

– ¿Es la flota de Gimson? – preguntó Lester.

– N... no. No están transmitiendo por el canal aliado. – replicó la chica de gafas. – ¡Es la flota de Eonia!

Takuto oyó que Lester chasqueaba la lengua. Así que tenían razón. Pero lo peor de todo, las naves que los estaban persiguiendo se estaban moviendo mucho más rápido que las que habían enfrentado antes. Los alcanzarían en nada.

De alguna manera, el que sus temores se vieran realizados encendió una chispa en Takuto que lo hizo pararse en el acto, y sin perder tiempo reabrió el canal de comunicaciones con los Emblem Frames en el hangar. Este no era momento de perder el control.

– ¡Brigada Angel, ¿pueden oírme?! ¡Prepárense para salir de inmediato!

– Sí, estamos listas. – dijo Forte. – Parece que tu corazonada resultó acertada, Sr. Comandante.

– ¿Entonces nuestros aliados no están aquí? – preguntó Ranpha.

– Al parecer se trata del enemigo. – dijo Mint. – Mantenernos en espera fue la decisión correcta.

– ¡Bien, en ese caso, podré descargar toda mi rabia en contra de ellos! – exclamó la rubia, que al parecer se había encendido al oír la noticia. Y eso para Takuto era algo bueno: significaba que él ya no sería el objetivo de su rabia.

– ¡Chicas, démonos prisa y acabemos con esto rápido! – dijo Milfie. – De lo contrario, mi masa...

– ... Entendido. – musitó Vanilla.

– Parece que todas ya están motivadas aquí. – dijo Forte, que empezaba a sonreír. – Envíanos los detalles y deja todo en nuestras manos.

– Entendido. Cuento con ustedes.

...

Con la Brigada Angel ya desplegada y lista para el combate, Takuto y Lester empezaron a preparar su estrategia. Pasado el shock inicial por la emboscada, podían concentrarse en el enemigo que tenían en frente en lugar de complicarse por la situación.

– Almo, muestra el área que nos rodea en la pantalla principal. – ordenó Lester.

– Sí señor. – replicó la operadora.

Al instante, el monitor desplegó la gráfica. Había dos grupos de naves enemigas, uno de ellos detrás de uno de los asteroides que claramente estaba en curso para intentar interceptarlos por el frente, y la flota que los había emboscado por la retaguardia que venía acercándose. Lester procedió a analizarlos:

– El enemigo en el frente cuenta con destructores y fragatas de misiles acorazadas. En la flota detrás de nosotros, tenemos una nueva clase de naves pequeñas. Parecen ser muy rápidas. Y especialmente destaca este acorazado de alta velocidad. Asumo que debe ser su nave insignia. Para su tamaño, parece ser una nave muy rápida, así que debemos tener cuidado con eso.

– Esa nave insignia cuenta con poder de fuego y movilidad... sin duda será un problema. – observó Takuto. – Muy bien, el Elsior tendrá que aprovecharse del terreno. Lo primero, será alejarnos de las fuerzas principales.

Una flecha amarilla mostró la ruta que tomaría el Elsior para avanzar en el sector. Takuto entonces continuó:

– Entretanto, el objetivo principal de la Brigada Angel será atacar la nave insignia enemiga. Deberíamos ser capaces de contener al resto de las naves si el ataque va bien. Yo me ocuparé de ordenar reparaciones y reabastecimiento si es necesario. Todas, por favor tengan cuidado allá afuera.

Takuto ya estaba listo para dar la orden para iniciar el ataque. Pero justo antes de hacerlo, la señal de comunicaciones empezó a sonar, y antes de que él diera la autorización, el canal se había abierto desde el otro lado.

– ¿Así que tú eres el comandante del Elsior? Te he estado esperando.

En pantalla apareció una mujer de cabello lila largo, con ojos ambarinos y una cicatriz en la mejilla izquierda. Takuto pensó que le resultaba familiar, y entonces recordó que la había visto detrás de Eonia en el video donde se autoproclamaba emperador. Pero ahora podía verle el rostro con mayor claridad.

– ¿Quién eres tú? – preguntó Lester.

– La transmisión proviene desde la nave insignia enemiga. – informó Almo. – ¡El enemigo ha entrado en nuestras comunicaciones!

– Oigan, flota de Eonia. – dijo Takuto. – No deberían irrumpir así en nuestras comunicaciones sin identificarse.

– Me disculpo por mi rudeza. – dijo la mujer. – Mi nombre es Sherry, Sherry Bristol. Soy la Comandante de la Fuerza de Persecución del Elsior perteneciente al Legítimo Imperio de Transbaal. Lord Eonia también les envía sus saludos.

– Hmm, yo pensaba que todos los subordinados de Eonia eran hombres, pero tú realmente pareces hermosa. – dijo Takuto. No era mentira, a pesar de su cicatriz Sherry era una mujer atractiva, pero no buscaba flirtear con el enemigo, sino descontrolarlo.

– ¿Oh? Muchas gracias. – Sherry pareció halagada. – Así que ¿ya has adivinado la razón por la que estoy aquí?

– Sí, hace como diez minutos. – dijo Takuto, sonriendo como si estuviese hablando del clima. – Por favor mándale nuestros saludos a tu señor Eonia. Muy bien, ya deberíamos irnos marchando, que tenemos prisa.

– ... Qué hombre tan peculiar. – Sherry se cruzó de brazos, y empezó a hablar con más seriedad. – En ese caso, permíteme decirte esto en términos inequívocos. Sé una buena abeja y regresa al redil. A menos que quieras sufrir el mismo destino que los que estaban aquí, entrégame al príncipe.

Takuto esperó unos segundos, intentando pensar en una respuesta. Si buscaban que les entregara al príncipe, significaba que estaban conteniendo su ataque por un momento, así que valía la pena intentar ganar un poco más antes que iniciaran las hostilidades. Finalmente, se le ocurrió una buena.

– Srta. Sherry, ¿verdad? Tuviste malas calificaciones en clase de ciencia, ¿no es así? – le dijo.

– ¿Oh? ¿Por qué dices eso?

– Porque en las colmenas de abejas no hay príncipes. – Takuto sonrió burlonamente. Eso pareció pulsarle un botón a Sherry, ya que su expresión cambió a enojo al instante.

– ... Ese no es el punto. – replicó ella. – Veo que tratar de hablar contigo fue una pérdida de tiempo.

– ¿En serio? – Takuto hacía lo posible por mantener su sonrisa.

– Esta conversación ya se terminó. – Sherry abandonó cualquier pretensa de diplomacia y ahora iba directamente a exigir y amenazar. – Entrégame al Príncipe Shiva en el acto. Ya no puedes escapar.

– Me rehúso. – replicó él. – No soy de los que les gusta rendirse sin más.

– Una actitud admirable. Sin embargo, te vas a arrepentir de ella. Adiós entonces, Sr. Comandante Impetuoso.

Al instante, las comunicaciones cesaron. Almo y Coco informaron que la flota enemiga ya comenzaba a avanzar hacia ellos, mostrando la imagen en el monitor. Sin duda tenían mucha prisa por atraparlos, pero él no iba a permitirlo.

Ya no había más motivos para seguir esperando, así que sin más, Takuto dio la orden que estaba esperando desde hacía rato:

– Brigada Angel, ¿están todas listas? ¡Comiencen el combate!

– ¡SÍ, SEÑOR!

...

Estando ya desplegadas, las miembros de la Brigada Angel rápidamente tomaron posiciones para iniciar la batalla. En teoría, el objetivo era derrotar a la nave insignia mientras el Elsior se alejaba, pero antes de eso tendrían que ocuparse de las naves escolta. Los destructores y las fragatas de misiles no podían competir con el Elsior en velocidad, así que su prioridad era derribar a las naves más rápidas para que no pudiesen perseguirlos.

Takuto inmediatamente asignó los objetivos a cada una usando el sistema de comando de alta velocidad, y Forte jaló sus palancas aceleradoras volando hacia la nave que resaltaba su radar. El resto de sus amigas hizo lo propio. La nave insignia estaba protegida por cinco fragatas veloces, así que eso significaba que le tocaba una a cada una de ellas.

En cuanto se puso a tiro, la fragata empezó a abrir fuego lanzando misiles de mediano alcance. Forte maniobró entre los proyectiles para acercarse a la distancia de máximo impacto, y comenzó a disparar sus propios cañones. Para su disgusto, los rayos fueron desviados por las pantallas deflectoras de la fragata, obligándola a tomar distancia y esta vez disparar sus propios misiles. Pero estos detonaron prematuramente, impactando de nuevo en las pantallas deflectoras.

– Tch, ¿qué diablos sucede? – gruñó la pelirroja, molesta de haber desperdiciado toda esa munición por nada. Al instante, Mint apareció en su monitor.

– Forte-san, las fragatas enemigas parecen contar con repulsores electromagnéticos. – explicó la peliazul. – Eso desviará todos nuestros disparos.

– Sí, ya me di cuenta. – dijo Forte. – ¿Qué hacemos entonces?

– Una carga de fase opuesta e igual intensidad debería neutralizar sus defensas temporalmente. – dijo Mint. – Los misiles de difusión podrían funcionar, pero hay que ajustarlos a la onda correcta.

– ¿Puedes calcularla? – preguntó la pelirroja.

– Necesitaré unos minutos para hacerlo. – respondió Mint muy seria. – Hasta entonces, me vendría bien que me protegieran, si no es mucho pedir.

– Déjalo en nuestras manos. – Forte cortó la comunicación con Mint y la abrió con el resto de la brigada. – Atención, chicas, Mint necesita que le demos tiempo para hacer unos cálculos. ¡Defiéndanla con sus vidas!

– Entendido... – dijo Vanilla.

– ¡Que se dé prisa, por favor! – chilló Milfie.

– ¡Lo mismo digo, no es divertido dispararles a enemigos que no puedes matar! – agregó Ranpha.

De inmediato, los cuatro Emblem Frames tomaron posiciones alrededor del Trick Master para defenderlo mientras Mint hacía sus cálculos. Hasta entonces, todas se abstuvieron de disparar para evitar gastar energía y municiones, limitándose a evadir los proyectiles en el caso del Lucky Star y el Kung-Fu Fighter, o a levantar sus escudos para soportar el daño en el caso del Happy Trigger y el Harvester.

El lado positivo era que estas fragatas, a pesar de su relativa rapidez para su tamaño, no eran más veloces que los cazas que habían usado los Hellhounds contra ellas, aunque lo compensaban con su armamento. En cierto momento, Ranpha intentó atraer los misiles de uno de ellos para que impactara a otro, pero las pantallas deflectoras no parecían hacer distinciones entre fuego amigo y enemigo, por lo que tampoco dio resultado. Las cosas parecían irse complicando ya que el acorazado insignia también venía avanzando y pronto entraría a la zona de combate. No podían permitir que alcanzara al Elsior.

– "Mint, vamos, date prisa..." – pensaba Forte, mientras los dedos en sus gatillos temblaban. Estaba muy impaciente por disparar y hacer pedazos a esos armatostes.

Por fin, luego de varios minutos que se estiraron más de lo necesario, la señal de transferencia de datos entrantes sonó en su panel de control. Forte lo aceptó, y en su monitor apareció la lectura que envió Mint. Los números de frecuencia del escudo enemigo, y la configuración de los misiles de difusión para darles una carga opuesta.

– Muy bien. – sonrió Forte de oreja a oreja, una vez que hizo los ajustes necesarios en su lanzador de misiles. – ¡Es hora de darles con todo, chicas!

Todas volvieron a fijar a sus objetivos. Forte voló hacia la fragata más cercana y disparó los misiles de difusión. La nave enemiga levantó sus escudos para hacer detonar los misiles, y estos liberaron su carga electromagnética. Estas hicieron contacto con los repulsores de la fragata, creando chispas estáticas que al cabo de varios segundos hicieron desaparecer las pantallas deflectoras de la nave enemiga.

– ¡Ahora sí! ¡Coman láser, malditas chatarras!

Al no tener ya sus escudos deflectores para protegerse, la fragata rápidamente cayó ante el fuego intenso de los cañones de riel del Happy Trigger. Mirando hacia los lados, Forte pudo ver que sus amigas también se encargaban rápidamente cada una de las naves escoltas, una vez que neutralizaban sus defensas.

Habiéndose encargado ya de las fragatas escoltas, el siguiente objetivo era la nave insignia. Sin perder tiempo, las cinco pilotos con Forte al frente volaron en formación hacia ella, y abrieron fuego simultáneamente. Pero igual que sucedió con las fragatas, los disparos de las armas láser salieron desviados, y los proyectiles sólidos detonaron prematuramente sin causar ningún daño. La nave insignia también comenzó a disparar sus propias armas, forzando a toda la Brigada Angel a ejecutar maniobras evasivas, sin darles oportunidad de acercarse o flanquearla.

– Tch, ¿qué diablos les pasa hoy? – preguntó Ranpha molesta. – ¡Se están volviendo más difíciles de matar estos sujetos!

– La frecuencia repulsora de sus escudos es diferente a la de las fragatas. – señaló Mint. – No podemos usar los misiles de difusión en su estado actual.

– ¿No puedes analizarla como antes? – preguntó Milfie.

– Aunque pudiera, con su tamaño probablemente tendríamos que dispararle todas a la vez para tener una abertura. – dijo Mint. – Y no hay garantía de que sea suficiente con nuestra munición actual.

– Esto se pone complicado. – comentó Forte. Sin perder tiempo, abrió el canal de comunicaciones con el Elsior para pedir algo de apoyo. – Elsior, aquí el Happy Trigger. La nave insignia nos está dando más problemas de lo anticipado.

– Ya lo notamos. – replicó Takuto. – Por fortuna, terminamos de analizarla desde aquí, ¿no es así, Lester?

– Correcto. – asintió el subcomandante. – La nave parece ser una versión mejorada del prototipo del crucero de batalla Stenoe. Este oficialmente nunca entró en servicio en la flota imperial debido al alto consumo de combustible, pero la flota de Eonia parece haber construido una versión que es más eficiente en ese sentido, conservando todas sus ventajas de poder de fuego y velocidad.

– Sin embargo, el crucero de batalla Stenoe tenía otro punto débil muy notable. – continuó Takuto. – La mayor parte de sus defensas están concentradas en el frente, así que si son capaces de rodearlo y atacar sus motores por detrás, quizás podamos, si no destruirlo, tal vez al menos detenerlo o ralentizar su avance lo suficiente para escapar de este sector.

– Suena a un buen plan. – dijo Forte. – ¡Muy bien, chicas, ya escucharon al Sr. Comandante! ¡Ataquemos a esa nave por la retaguardia!

– ¡ENTENDIDO! – corearon las demás Angels.

Sin perder tiempo, los cinco Emblem Frames comenzaron a flanquear a la nave insignia. No fue fácil ya que las armas con las que contaban eran bastante rápidas y precisas. Forte se vio forzada incluso a contrarrestar varios misiles con sus propios disparos para evitar recibir daño. Tardaron varios minutos antes de poder tomar una buena posición de tiro, pero finalmente ya tenían el objetivo en la mira.

– ¡Ranpha, tú y yo atacaremos los motores primarios! ¡Mint y Milfie, ustedes a los secundarios! ¡Vanilla, quédate en espera por si necesitamos reparaciones! – ordenó Forte. – ¡Hora de hacer rugir nuestros cañones!

Todas las demás dieron señal afirmativa, y sin perder tiempo empezaron a soltar disparos de láser y misiles sin escatimar, enfocándose en los motores de la nave enemiga. Al principio no veían resultados, por más que soltaban todo lo que tenían, así que Forte decidió empezar a cargar sus cañones de riel a toda su potencia para un disparo explosivo.

– Apuntar a todo el centro... – murmuró la pelirroja. – Esto debería hacer el truco... ¡AHORA!

Los cañones de riel soltaron un rayo que no tendría nada que envidiarle al Híper Cañón de Milfie, y logró dar un impacto directo en todo el centro del motor principal. Esto generó una reacción en cadena ya que cuando explotó, se propagó hacia los motores secundarios, que empezaron a dejar de emitir propulsión de manera intermitente, haciendo que la nave insignia comenzara a disminuir su avance.

– ¡BINGO! – celebró Forte al ver el resultado. – ¡Eso debería detenerla ahora!

– Y justo a tiempo, porque necesitamos repostar. – observó Mint. – Es mejor que volvamos con el Elsior de inmediato.

– Tch, y yo que quería terminar el trabajo. – dijo Ranpha molesta. – Ni modo, será la próxima vez.

Aunque no habían terminado de aniquilar a su enemigo, lograron su objetivo principal, que era impedir que esa nave insignia pudiera perseguirlos. Ahora lo importante era asegurar que el Elsior pudiera escapar del sector y continuar hacia su próximo destino.

Aunque la pregunta era, ¿cuál sería ese próximo destino ahora?

...

– ¡Impacto directo en la nave insignia! – anunció Coco. – ¡Su movimiento se ralentiza!

– ¡Bien! – Takuto apretó sus puños en señal de triunfo. – ¡Avancemos ahora que podemos!

– ¡Ah! ¡Comandante Mayers! –exclamó Almo. – ¡Comunicación desde la nave enemiga!

– ¿Cómo dices? – Takuto se sorprendió. – Ábreles el canal.

Era un poco inusual, pero incluso ahora que tenían la oportunidad de escapar, algo en él le impulsó a escuchar lo que Sherry tendría que decir. Cuando la mujer apareció en el monitor, no parecía alguien que acabara de sufrir una derrota. De hecho... ¿se estaba riendo?

– Jejeje... no lo haces nada mal. Puedo ver cómo llegaste tan lejos.

– Nah, no es cierto. – dijo Takuto, intentando esconder su inquietud bajo una sonrisa despreocupada. – Más bien, yo diría que vamos mejorando todo el tiempo.

– Tal vez, pero no puedo evitar preguntarme sobre eso. – replicó Sherry. – Esto no ha terminado, jejeje...

Y tras decir eso, las comunicaciones se cortaron. Coco informó que el resto de las naves enemigas estaban abandonando el sector, lo que significaba que se estaban retirando. ¿O no era así?

– No sé cuánto más podemos pelear. – dijo Lester. – ¿Deberíamos retirarnos mientras podemos...?

– Sí... – asintió Takuto. – También me preocupa lo que dijo esa mujer. ¿Hay algo más en el radar?

– No, señor, no realmente. – dijo Coco, pero justo en ese instante se encendieron de nuevo las alarmas. – ¡Espere un minuto! ¡Naves detectadas delante de nosotros!

– ¡¿Q-qué dices? ¡¿Es la segunda oleada del enemigo?! – exclamó Lester.

– ¡Hay otra flota aproximándose detrás de nosotros! – agregó Coco, aún más alarmada. – ¡Es su tercera oleada!

– No puede ser... – dijo Almo. – Eso era sólo el principio...

Takuto se mordió el labio. La situación no pintaba nada bien, pero como comandante, no podía permitirse perder su temple. De inmediato se comunicó con la Brigada Angel, necesitaba ver su estatus. ¿Serían capaces de seguir peleando?

– Brigada Angel, ¿pueden oírme? ¿Cuál es su estado actual?

– Los he confirmado en mi radar. – dijo Mint. – ... Pero, luchar en estas condiciones podría ser difícil.

– ¡Yo estoy bien! – declaró Ranpha. – ¡Sólo sigue dando las órdenes como hasta ahora y sus refuerzos no serán pieza para mí!

– ¿Vienen más refuerzos? – preguntó Milfie. – Pero yo ya estoy exhausta...

– El Harvester necesita reponer sus nanomáquinas. – dijo Vanilla. – Por favor permíteme volver a la nave.

– No tienen que preocuparse por el Happy Trigger. – dijo Forte con entusiasmo. – No lo estás haciendo nada mal. Cuando llegue el momento, yo me ocuparé de todo.

Takuto estaba dividido. Ranpha y Forte parecían seguir dispuestas a pelear, pero las otras estaban dudosas, y a su vez él tampoco estaba seguro de qué hacer. ¿Seguir peleando o tratar de escapar?

– ¡Takuto! – exclamó Lester intentando llamar su atención. – ¡La segunda oleada del enemigo ya se acerca! ¡¿Qué hacemos?!

– ¿El enemigo sólo tiene estas fuerzas...? – se preguntó Takuto, ignorando a su subcomandante. – No...

– ¡Takuto, date prisa con tus órdenes! – insistió Lester. – ¿Deberíamos retirarnos ahora?

– En este momento, podríamos iniciar un Chrono Drive en la dirección a las 10 en punto. – dijo Almo.

– El segundo punto de reunión se localiza en esa dirección, en las coordenadas YJe630. – agregó Coco.

– ... No hay otra salida. – decidió finalmente Takuto. – ¡Brigada Angel, todas las unidades retírense ahora! ¡Regresen a la nave en el acto! ¡Cambien el curso hacia las 10 en punto y preparen el Chrono Drive! ¡El destino será el punto YJe630!

– Espera. – Lester parecía querer objetar algo. – Si lograron escapar antes, quizás esto no sea sólo casualidad.

– Lo sé. Pero es mejor que quedarnos a pelear aquí. – dijo Takuto terminante. – Creo que es la apuesta menos arriesgada.

Una vez que le informaron que todos los Emblem Frames habían atracado en el hangar, el Elsior cambió de curso hacia la dirección indicada. Mientras los motores se ponían a toda máquina, Takuto apretó sus puños, rezando porque hubiese sido la decisión correcta.

...

Al mismo tiempo, en el puente de la nave de Sherry, la vasalla de Eonia miraba complacida cómo el Elsior iba huyendo, precisamente en la dirección que se habían anticipado. Debía reconocer que ese comandante, a pesar de su apariencia irreverente, era bastante habilidoso, pero la suerte se le acabaría muy pronto.

– ... Adelante, sigue huyendo. – dijo en voz baja. – No lo sabes, pero ya has caído en las garras de Lord Eonia, jejeje...

El Elsior había sido una presa muy escurridiza, pero ya no iban a escaparse de ellos. Nada ni nadie iba a seguir interponiéndose en el camino de los sueños de su señor. Pronto les obligarían a suplicar por piedad, una vez que tuvieran al príncipe fugitivo en sus manos.

Esta historia continuará...

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