Capítulo 15.
Rhin.
Después de estar recostados en el pasto, decidimos caminar por los alrededores; fue así como llegamos a la parte del lago donde yo le había dicho que me agradaba.
—¿Quieres nadar?— me preguntó cuando nos detuvimos sobre una gran roca.
Negué con la cabeza sin soltar su mano.
Me miró por unos segundos y luego ahogó una risa, —¿acaso los Ttalgianís le temen al agua?
—No es eso— hice un mohín con los labios, —es sólo que... somos muy sensibles a los cambios de temperatura; preferimos los ambientes cálidos.
—Aahh ¿Fue por eso que ese día no parabas de temblar... o era porque estaba muy cerca de ti?— tiró de mi brazo suavemente y me posicionó delante de él; —¿así como ahora?— susurró y apoyó su frente en la mía.
—Era por ambas cosas— contesté; su aliento chocando contra mi rostro hizo que me estremeciera; luego con sus grandes manos me sujetó del cuello y me guió hacia sus labios para darme un beso casto.
—¿Seguro que no quieres nadar?— volvió a preguntar, esta vez sin un tono de burla; simplemente pareció querer asegurarse.
—No, Elián. Yo te espero aquí— respondí.
—Bien, entonces sólo dedícate a mirar—, besó mi nariz y se separó; retrocedió un par de pasos, se quitó el chaleco y se sacó la playera.
Y así lo hice. Su piel tostada llamó mi atención, parecía irreal; la piel de los Ttalgianís era más delicada y blanca, nada comparada con la de él. Se quitó sus botas y luego se lanzó al agua en un perfecto movimiento que no produjo mucho ruido ni salpicó en lo absoluto.
—¿Elián?— lo llamé al notar que varios segundos habían pasado y no emergía; —¡Elián!— volví a decir su nombre; entonces vi una oscura silueta bajo el agua y luego asomó el rostro.
—Calma; sólo quise saber qué había en el fondo— explicó.
—Me asustaste— dije y fruncí el ceño; en verdad me preocupó el no verlo después de que se sumergió.
Él rió y luego se echó hacia atrás para nadar de espaldas. Movió sus fuertes brazos en forma semicircular para avanzar; de esa forma dejó su abdomen fuera del agua y pude notar cada uno de sus fuertes músculos; sonreí al momento que sentí que me sonrojaba por las cosas que en ese momento pasaron por mi mente.
Sacudí la cabeza tratando de alejar, al menos por ese instante, las ideas que surgieron de manera inconsciente.
Se volvió a zambullir y nadó hasta la roca de la cual no me había movido. Quité mis zapatos y doble mis pantalones para sentarme al borde y remojar mis pies, el agua llegó casi hasta mis rodillas.
Me sonrió mientras que, sin salir del lago, se acomodaba entre mis piernas apoyando la barbilla en mi muslo derecho.
—¿Cómo es Boksunga?— pregunté al momento que enredaba mis dedos en su oscuro cabello.
Lo pensó unos segundos, luego dijo, —¿por dónde empiezo?— suspiró, —el clima no es tan caluroso como aquí; las noches son más frías cuando el cielo está despejado y llueve cada cambio de estación.
—¿Lluvia? Yo... hace tiempo que no veo que llueva; ya sabes— me encogí levemente de hombros, —desde que escapamos ya no he regresado a la superficie.
Levantó el rostro y me miró; —no me imagino cómo ha de haber sido— se refería a la invasión y, claro, a la pérdida de mi familia.
—Al principio fue muy difícil, los primeros meses soñaba con mi hermana— suspire, —esa noche yo debía quedarme en mi habitación junto a la de ella; pero no lo hice, salí a caminar sólo porque no quería dormir aún, hasta que llegué a un viejo salón— tragué saliva al remembrar aquello, —cuando el ataque comenzó yo estaba muy lejos de ella, quise regresar pero ya era demasiado tarde; Dacio hizo que Jackson y yo escapáramos por uno de los pasadizos del castillo.
—¿Cuál es su nombre?— cuestionó.
—Yeon. Era mayor que yo por unos minutos.
—¿Qué?— se sobresaltó, —¿qué quieres decir?
Reí ante su gesto de sorpresa, —éramos gemelos— expliqué; —los únicos hijos del jardinero del palacio y la dama de compañía de la reina.
Parpadeó varias veces, parecía que aún estaba estupefacto; —¿qué te sucede?— indagué.
—Es que... no lo puedo creer... ¿eran iguales?
—Bueno; éramos bastante parecidos; sólo que el cabello de ella era más largo—; la verdad era que éramos idénticos, ambos rubios y de la misma estatura; cuando estábamos más pequeños, Jackson me había dicho que sólo por el cabello nos diferenciaba; —pero en cuanto a los pasatiempos sí éramos totalmente opuestos— continué, —Yeon era muy hábil con los instrumentos musicales, la literatura y la costura; mientras yo prefería las ciencias y la tecnología, siempre soñé con hacer una réplica en miniatura del Calypso—, sonreí al recordar aquello; él imitó mi gesto.
—Y ustedes— quise retomar lo primero, sobre su procedencia, —¿cuál es su forma de gobierno; también tienen un rey y una reina?
—Sí, así es— se removió y se acomodó de tal forma que me dio la espalda y apoyó los brazos y codos sobre mis muslos; yo seguí acariciando su cabello; —pero ahora sólo la princesa Luna es quien gobierna; ella es amiga del general Yasser, mi superior.
—Vaya, yo nunca he sabido sobre esas cosas bélicas— dije.
—Pues yo hasta hace poco lo supe, y eso fue porque Yasser hizo grandes cambios; dividió a las fuerzas por especialidades; Caleb pertenece a la división de búsqueda y reconocimiento, él es un Julieta-Romeo; mientras que yo soy un Alfa-Bravo, de los de batalla especial. Yasser asegura que de esa forma es más fácil hacer las estrategias.
—Supongo que sí; y creo que se llevaría de maravilla con Jackson, él también es hábil e ingenioso para eso de los ataques—, aseguré.
Elián.
Permanecimos en el lago por varios minutos más, él me habló un poco sobre su familia y yo le dije como era Boksunga; luego los temas de conversación pasaron a cosas irrelevantes; sin embargo no eran aburridos, podría apostar que nada era aburrido a su lado.
—Luna es muy inteligente y comprometida con la gente; es de admirar— dije porque él nuevamente había tocado el tema del gobierno en Boksunga.
—¿Ah sí?— dejó acariciar mi cabellera y posó sus manos en mis hombros.
Meneé la cabeza en forma afirmativa, —sería capaz de ayudar en cualquier cosa, incluso con la limpieza o cosas que normalmente no son tareas de una princesa.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Estoy seguro porque su personalidad es similar a la del general Yasser, muy amable y social.
—¿Y es bonita?— noté algo extraño en su voz.
Fingí pensar un poco, —Lo es, en realidad me parece que es la más bonita que haya visto—; entonces su reacción reveló lo que sospechaba; con la palma de su mano golpeó mi cabeza.
—¡Ey!— dije indignado y giré para mirarlo; —¿acaso estás celoso?
—¿Acaso estás idiota?— exclamó frunciendo el ceño—, ¡por supuesto que lo estoy!
Tragué saliva, no pensé que fuera tan directo; —pues no deberías— contesté y apoyé mis manos en la roca, a los costados de sus muslos y me impulsé para que mi torso quedara fuera del agua y así poder alcanzarlo.
Sus labios estaban tibios, sentí que dio un pequeño respingo, seguramente por lo frío y húmedo que estaba mi rostro; aún así no se separó sino que me abrazó por el cuello para profundizar el beso.
—Creo que es hora de regresar— dijo apenas nos separamos.
—¿Tan pronto?— exclamé en un susurro.
—Debemos irnos— murmuró, luego me liberó y se deslizó hacia atrás para poder ponerse de pie; gruñí y él sólo rió.
Salí del agua y, con los pantalones empapados, me acerqué a él.
—Ni se te ocurra, tonto— levantó una ceja y me señaló; había leído mi mente ya que pensé en abrazarlo.
—Vamos Rhin— extendí y levanté los brazos para que él fuera el que se acercara.
—No, y ya date prisa; hoy haremos la prueba de tu nave— me arrojó una pequeña toalla, una que siempre cargaba en su mochila.
Caleb.
—Listo— Jackson se sacudió las manos tras dejar una de sus herramientas sobre la mesa de trabajo, —ya quedó— sonrió satisfecho.
—¿De verdad?— estaba emocionado, pronto regresaría a mi planeta.
—Sí, sólo debemos hacer la prueba.
—¿Prueba?— fruncí el ceño, —¿donde haremos eso?— pregunté, ya que hasta donde recordaba, no debíamos salir; si no Kenhan podría localizarnos.
—Fuera de esta ciudad, hay mucho espacio para que esta nave pueda maniobrar.
—¿Fuera?... ¿Te refieres a que saldremos a la superficie?
Rió y se acercó a mí, —no, tontito— picó mi mejilla, —aquí mismo, es una gran área subterránea.
—¿Algo así como un simulador?
—Mmm... sí, algo así— sonrió y tomó mis manos, luego las miró y dijo serio; —te voy a extrañar.
—Jack— musité al momento que mi alegría por regresar a Boksunga se desvaneció; no había reparado en ese pequeñísimo detalle; —yo... yo regresaré, te lo aseguro— dije firme; él levantó el rostro y me miró a los ojos, parecía buscar algo.
Jackson.
—Yo... yo regresaré, te lo aseguro—, esas palabras hicieron que inconscientemente buscara la autenticidad de las mismas en sus ojos.
Sus pensamientos y sentimientos eran solidarios y reales; era verdad lo que decía, tenía toda la intención de regresar. Acaricié el dorso de sus manos con mis pulgares y sonreí tranquilo al saber que él era sincero.
—Gracias al mapa cósmico ya sé la ruta— comenzó a explicar de manera atropellada, —sólo espera a que me reporte con mi superior; luego lo único que tengo que hacer es conseguir un cuarzo Ttalgianí para poder a travesar el Calypso y... — no dejé que terminara ya que estampé mis labios contra los suyos; quería expresarle con ese beso mi gratitud; él estaba dispuesto a regresar.
—Jack— susurró al momento que abría los ojos lentamente; sonreí por enésima vez; —te quiero— completó, entonces mi corazón dio un vuelco tan repentino que incluso me sorprendió.
—Yo también, te quiero mucho—, le di un beso corto y luego me separé lo suficiente para poder desatar y quitarme el collar. Era un hilo negro del cual colgaba un cuarzo.
—Esto es para ti— le dije y me acerqué nuevamente a él para poder colocárselo.
Rodee su cuello y miré cerca de su nuca por sobre su hombro para poder atar el hilo.
Justo cuando finalicé, sus fuertes brazos rodearon mi cintura e impidieron que me separar; —gracias Jackson—, exclamó cerca de mi oído; sentí mis piernas flaquear y le correspondí el abrazo para no caer.
—¿Y ahora resulta que un Boksunniano me va a decir cómo hacer mi trabajo? Te lo advierto de una vez tonto; tú no... — y hasta allí se quedó el argumento de Rhin; ya que había movido la cortina de la entrada encontrándonos en esa posición.
Elián, que estaba junto a él, carraspeó y fue cuando Caleb me liberó, di un par de pasos hacia atrás y miré a Rhin; él sólo entrecerró los ojos pero decidió no mencionar y cuestionar sobre eso, al menos no en ese momento; —¿ya está todo listo?— indagó; moví la cabeza de forma afirmativa.
—Bien, entonces sólo debo revisar que los comandos hayan sido aceptados para poder realizar la prueba— cruzó la habitación y se dirigió a su computador, el cual aún estaba conectado al tablero de la nave.
—Elián—; Caleb llamó a su compañero; —ven conmigo—, el nombrado asintió y lo siguió fuera del cuartel.
—Veo que te llevas bien con Caleb— dijo sonriente Rhin y sin despegar la vista del monitor. Ya estábamos solos.
—Más que bien— expliqué e imité su gesto. Aún moviendo sus dedos ágilmente sobre el teclado, su sonrisa se ensanchó.
—Me parece genial; él se porta muy bien contigo; he notado como te mira, en verdad te quiere—
—Lo sé; y también yo lo quiero.
Dejó su labor para quedar de frente a mí, creo que estaba sorprendido, nunca antes le había dicho algo como eso, nunca antes había querido a alguien así.
—¿Él lo sabe?— cuestionó.
Afirmé, —por supuesto.
—Pero... — pareció titubear; —él se va a ir en unas horas; y probablemente nunca lo vuelvas a ver.
Entendía su punto, aún así le dije que lo yo pensaba y sentía.
—Rhin; yo sé a lo que te refieres. Cada quien tiene responsabilidades, él como parte de las fuerzas de Boksunga y yo al liderar la rebelión— él me miraba y escuchaba atento, continué, —pero creo que eso no impide que sienta esto por Caleb. Además, sé que suena tonto pero... prometió que regresaría, fue sincero, y eso para mí es suficiente.
Caleb.
Le pedí a Elián que saliera, debía decirle lo que yo sentía por Jackson y lo que estaba dispuesto a hacer.
—¿Qué?— abrió grande los ojos cuando le expliqué.
—Y pienso regresar a este paneta.
—¿Qué has dicho? Pero si...
—Lo sé— lo interrumpí; —tenemos que proteger a Boksunga, pero cuando eso acabe regresaré; sé cómo hacerlo, he visto un mapa cósmico, además tengo esto— le mostré el cuarzo que Jack me había obsequiado; —podré atravesar el Calypso sin problemas. No me importaría quedarme aquí y ser parte de la rebelión— dije convencido.
Arqueó las cejas, nunca había visto ese gesto en él, supuse que me creyó, ya que no siguió cuestionando, sólo titubeó al decir; —Ustedes... yo.. de verdad, jamás lo imaginé.
—Si no te pasaras todo el tiempo tratando de molestar a Rhin probablemente lo hubieras notado.
—Eso no es cierto; fue él quien me insultó desde el principio— se defendió, allí estaba, el Elián competitivo y vengativo había regresado.
—Elián— suspiré; —creo que debes ser más cuidadoso; no siempre se gana, ¿sabías?... Creo que Rhin es un chico lindo y amable, tal vez si tú...
—No seas absurdo— frunció el ceño, se dio cuenta de a dónde iba mi comentario. Nunca antes lo había visto tan dedicado en otra cosa que no fuera su entrenamiento, por eso pensé que con Rhin era diferente, al parecer me equivoqué.
Elián.
No permitiría, por ningún motivo, que Caleb supiera de mis sentimientos por Rhin, eso haría que me sintiera expuesto y vulnerable; así que antes de que siguiera lo interrumpí.
—No seas absurdo— exclamé; me miró por unos segundos y luego cerró los ojos y exhaló.
—Mejor vamos a ver la nave; ya debe estar todo listo— dijo cambiando el tema.
De regreso en el taller vi que Rhin se encontraba dentro de mi nave desconectando algunos cables de la parte posterior del tablero.
—Ya está; ahora sólo debemos llevarla al área de pruebas— anunció; enseguida Hemir apareció empujando una base con ruedas. Allí subimos la nave, la cual no era muy pesada, lo único que hacía difícil manipularla era su volumen y su superficie lisa.
Una vez que la colocamos sobre la base, tiramos de ella y seguimos al trío de rubios por la salida trasera del edificio; tomamos una ruta diferente entre las construcciones y pronto llegamos a las afueras de la ciudad de Bandal.
Allí, aún estando en un lugar subterráneo pude divisar un espacio amplio, sólo había un pequeño cuarto en medio de la nada, cuyas paredes eran de algún polímero transparente, luego, más allá, en el horizonte sólo había oscuridad.
—Hay suficiente espacio para que hagas tus trucos— dijo Rhin al momento que entraba a esa habitación transparente.
—¿Trucos?— me hice el ofendido.
—Eso por lo que todo el mundo te aplaude; ya sabes, tus maniobras evasivas— hizo comillas con los dedos al decir las últimas dos palabras.
—Mira enano, si vieras lo bien que manejo esta nave...
Rió estrepitosamente evitando que yo terminara mi argumento, —sí, seguro, por eso estrellaste esta cosa en mi planeta.
—Basta ya— Jackson intervino; —Elián, sube de una vez— me indicó. Miré a Rhin y este sólo sonrió y me enseñó la lengua. Ésa era la manera en la que celebraba su victoria.
Yo solo manejaría durante la prueba, ya que era mi nave y solo yo sabía cómo funcionaba.
Me acomodé en mi asiento y miré el tablero, todo se veía normal. Cerré el compuerta y encendí el motor.
—Ey, tonto— escuché la melodiosa voz de Rhin, miré hacia la habitación de cristal que, ahora que la observaba bien, fungía como cabina para monitorear los vuelos; allí estaba él con una diadema con auriculares y micrófono; —sigue mis instrucciones.
—¿Por qué habría de hacerlo?— cuestioné.
—Porque le hicimos algunas mejoras, y si no sigues las indicaciones al pie de la letra podrías echarlo todo a perder.
—Elián— Caleb también tenía una de esas diademas; —por favor; las reparaciones llevaron mucho tiempo, sé cuidadoso.
Gruñí a manera de respuesta.
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